Recess I
Una vez más se encontraba en esa situación, suspiró sentándose en un banco en la parte trasera del colegio, por donde no circulaban muchas estudiantes ni profesores.
Minjeong sacó su merienda y empezó a comerla en silencio, sumergiéndose en sus pensamientos.
Se podrán preguntar por qué está sola o dónde están sus amigos. Bueno, a simple vista, ella parece tener amigos, pero para ella, no son más que compañía pasajera. Los aprecia, sí, y se divierte en sus conversaciones y momentos juntos. Sin embargo, no va más allá de eso. Es como si, después de cada encuentro, una distancia invisible volviera a levantarse entre ellos, dejándola con una sensación de vacío que ninguno de esos 'buenos ratos' logra llenar.
Por esta razón, en todos los descansos se sienta sola. No es que le moleste la soledad, pero tampoco es que la disfrute. Se convierte en una rutina: caminar a su "escondite", leer un libro o mirar su teléfono, mientras a su alrededor el bullicio de risas y conversaciones parece tan lejano. No busca que alguien la acompañe, porque sabe que, aunque lo hicieran, la sensación de que no pertenece seguiría ahí.
Y tal vez te preguntes, ¿por qué no busca otras personas con las cuales pasar el tiempo? Bueno, la respuesta no es tan simple. Minjeong es una chica profundamente introvertida, casi al punto de ser asocial.
Cada vez que se encuentra en situaciones en las que debe socializar, su primer impulso es dar un paso atrás. No sabe cómo mantener una conversación y mucho menos cómo iniciarla. Esa incomodidad que siente al socializar la consume, y su carácter callado no ayuda a que las cosas sean más fáciles. Hacer amigos nunca ha sido su fuerte.
A veces, esa incapacidad para conectarse con los demás la deprime.
No puede evitar que las lágrimas se le escapen, siendo alguien tan sensible. De hecho, se ha vuelto algo habitual en su día a día.
En esos momentos, se deja hundir en su propia miseria, entregándose al llanto en silencio. Los sollozos, suaves y contenidos, apenas rompen el ruido a su alrededor. Guarda su merienda sin tocarla, ya que el hambre que alguna vez tuvo desaparece, dejando solo un nudo de náuseas en su estómago.
El timbre sonó, anunciando el regreso a las aulas. Minjeong caminó a paso apresurado, consciente de que no podía permitirse llegar tarde; no quería que el profesor la dejara fuera de clase.
Al entrar al salón, soltó un suspiro de alivio antes de dirigirse a su asiento. Otro suspiro siguió mientras se acomodaba. Hoy no sería diferente...
Al día siguiente, Minjeong repetía su rutina habitual, caminando hacia su banco preferido, solo para detenerse abruptamente. Una chica estaba sentada justo en su lugar.
Frunció el ceño.
«¿Qué...?»
Ese banco había sido suyo desde hace meses. ¿Por qué alguien aparecería de repente para arrebatarle su espacio de paz?
¿Y ahora qué? No podía pedirle que se fuera, eso sería ridículo y grosero.
"¿Te vas a sentar?" La voz de la chica interrumpió sus pensamientos. Minjeong parpadeó, sorprendida al darse cuenta de que la desconocida le estaba hablando.
Sin decir nada, se sentó a su lado, manteniendo una distancia prudente. Sacó su merienda y empezó a comer en silencio.
De reojo, observaba a la chica. Tenía el cabello oscuro, ligeramente ondulado y corto. Sus ojos eran profundos, y su nariz pequeña y delicada. Sus labios rosados mostraban un pequeño lunar justo debajo.
Honestamente, su belleza era cautivadora. Pero ahora que lo pensaba, nunca la había visto en la escuela. No recordaba haberla cruzado en los pasillos ni en ningún lado.
El resto del recreo transcurrió en silencio. Ambas compartían el espacio sin necesidad de palabras. Cuando sonó el timbre, Minjeong fue la primera en levantarse, seguida de la chica.
Antes de entrar a su aula, Minjeong miró hacia atrás para ver si la chica seguía a la vista. No la vio, así que se encogió de hombros y continuó con su día, sin darle mayor importancia.
Durante las siguientes dos semanas, la escena se repetía. La chica de cabello oscuro había pasado de ser una desconocida a una compañía constante, aunque ninguna de las dos decía una palabra. Simplemente se sentaban juntas, en silencio.
Hasta que, en uno de esos recreos, la otra chica rompió el silencio.
"¿De qué grado eres?" Su voz baja interrumpió los pensamientos de Minjeong.
Ella alzó la vista, encontrándose con los ojos oscuros de la otra chica.
"Uh... estoy en quinto año. ¿Y tú?" murmuró, algo insegura.
"Estoy en último año."
El silencio volvió a caer entre ellas.
Unos momentos después, luego de darse ánimos a si misma, Minjeong se atrevió a preguntar:
"¿Cuándo entraste? No recuerdo haberte visto antes."
"A principios de mes" respondió la chica, sin apartar la vista de un pajarito que picoteaba cerca "Mi padre consiguió un ascenso y nos trasladaron a esta ciudad."
"Ah... eso lo explica todo..."
"Jimin. Yu Jimin" se presentó, con un leve sonrojo.
"Es un nombre lindo" sonrió Minjeong, suavemente "Yo soy Kim Minjeong."
Jimin asintió, sus ojos aún curiosos.
"Bonita..." murmuró en voz baja, más para sí misma que para Minjeong.
Pasaron unos minutos más en silencio cómodo hasta que el timbre marcó el fin del recreo. Minjeong se puso de pie, sacudiendo su falda, y miró de reojo a Jimin, quien seguía sentada.
"¿Vamos?" dijo, extendiendo la mano hacia ella.
Jimin la tomó, y caminaron juntas hacia sus salones, sin soltar sus manos, como si fuera lo más natural del mundo.
—
Al día siguiente, nada cambió, pero esta vez Jimin se sentó más cerca de Minjeong.
"¿Y cuántos años tienes?" preguntó Jimin, rompiendo el silencio con su tono suave.
"Tengo dieciséis, ¿y tú?" respondió Minjeong, sonriendo mientras la observaba.
"Dieciocho" dijo Jimin, esta vez en voz más baja, como si anticipara la reacción de la pelirroja.
Kim alzó las cejas, visiblemente sorprendida, pero antes de que pudiera decir algo, Jimin se apresuró a explicar.
"Sí, ya sé que estoy mayor para seguir en el colegio, pero en mi defensa, mi madre me matriculó tarde cuando era pequeña" dijo, con las mejillas encendidas de un leve sonrojo.
"Oh, qué tierna..." pensó Minjeong en voz alta, sin poder evitarlo.
Jimin murmuró un agradecimiento, y el color de su rostro se intensificó. Sus orejas rojas parecían estar a punto de explotar, lo que solo la hacía ver más adorable.
Minjeong no pudo evitar reír suavemente, contagiada por la ternura que irradiaba la mayor. Ella también estaba sonrojada, pero trató de ignorar los nervios que le estaban invadiendo en ese momento.
El silencio volvió, pero era un silencio lleno de comodidad, como si no hiciera falta decir nada más.
De repente, Minjeong rompió el silencio al extender su recipiente hacia Jimin.
"¿Quieres?" le ofreció, mostrando su merienda.
Jimin miró primero a Minjeong y luego al recipiente. Había fresas y algunas uvas verdes. Asintió con una pequeña sonrisa y tomó una de cada una, agradeciendo en voz baja.
Mientras compartían su merienda, Minjeong, distraída por la presencia cercana de Jimin, se llevó una fresa a la boca, pero un poco de jugo quedó en la comisura de sus labios. Jimin, que no apartaba la mirada de ella, sonrió de manera encantadora al notar el pequeño desliz.
"Tienes algo aquí..." dijo Jimin suavemente, inclinándose un poco más cerca.
Minjeong, sin entender, parpadeó confundida. Antes de que pudiera reaccionar, Jimin levantó su mano con delicadeza y, usando su pulgar, limpió el jugo del labio de Minjeong con un toque suave y cuidadoso.
El rostro de Minjeong enrojeció de inmediato, su corazón empezó a latir rápidamente, y apenas pudo mantener la mirada fija en Yu. Quería decir algo, pero las palabras se le atascaban en la garganta. Los ojos oscuros de Jimin seguían fijos en ella, observándola con ternura mientras su sonrisa se mantenía presente, tranquila y encantadora.
"Ah, gracias..." balbuceó Minjeong, su voz apenas un susurro, sintiéndose intimidada ante la cercanía inesperada.
"No hay de qué" respondió Jimin en un tono suave, manteniendo su mirada en la de Minjeong, como si no hubiera nada más en el mundo en ese momento.
Minjeong se revolvía en su lugar, nerviosa, sin saber qué hacer con las emociones que la invadían. El ambiente se sentía cargado, pero al mismo tiempo, cálido y acogedor.
Durante dos meses, se siguieron conociendo más, compartieron risas y crearon recuerdos que fortalecían su relación. Pero, a pesar de los momentos felices, algo no dejaba tranquila a Minjeong. Sabía que Yu era naturalmente sociable y que hacía amigos con facilidad. Ese pensamiento la atormentaba, llenándola de inseguridades.
Temía que, en cualquier momento, Jimin la dejara de lado. ¡Por Dios, ni siquiera estaban en el mismo salón! ¿Acaso no preferiría pasar su tiempo con personas que veía más a menudo, en lugar de con alguien a quien solo veía unos pocos minutos al día?
Esas ideas no dejaban de rondar la mente de Minjeong. A veces, se sentía abrumada, preguntándose si Jimin realmente quería estar con ella o si lo hacía por lástima.
"Jimin-ah... ¿puedo preguntarte algo?" murmuró Minjeong con cautela, su voz suave y temblorosa. La mayor asintió, mostrándole que estaba escuchando.
"¿Por qué sigues conmigo?" preguntó la pelirroja, con miedo en la mirada, su tono tan bajo que apenas era audible.
Jimin frunció el ceño ante la inesperada pregunta, y al girarse para verla, notó las mejillas de Minjeong ligeramente sonrojadas.
"¿Qué? ¿De qué hablas?" preguntó, claramente desconcertada.
Kim cerró los ojos por un instante, intentando calmarse. Luego, tomó aire y clavó su mirada en la más alta.
"Me refiero a que... tienes más amigos. Y parece que te diviertes más con ellos. Siento que te quedas conmigo por lástima" dijo en un susurro, su voz haciéndose más tenue a medida que hablaba.
Jimin tardó unos segundos en procesar lo que Minjeong acababa de decir. Con suavidad, se acercó más a ella y tomó sus manos entre las suyas.
"Minjeong-ah... si estoy contigo es porque quiero estarlo. Paso un tiempo increíble contigo. Sí, tengo otros amigos, pero tú eres importante para mí, ¿lo sabes?" dijo con una sonrisa tierna, buscando con sus palabras aliviar las inseguridades de Minjeong.
Sin embargo, un rubor profundo cubrió el rostro de Jimin, quien rápidamente desvió la mirada.
"Hay algo que no te he dicho, Jeongie" confesó en voz baja, sintiendo cómo el calor subía por sus mejillas.
Minjeong la miró con curiosidad, frunciendo el ceño.
"¿De qué hablas, Yuji?" preguntó, ahora con un tono más serio.
Jimin evitaba la mirada de Minjeong, riendo nerviosamente mientras se rascaba la nuca.
"No es nada malo, de verdad... solo que no planeaba decírtelo de esta manera" dijo, su rostro ahora completamente sonrojado.
Minjeong arqueó una ceja, intrigada.
"¿Entonces? ¿Me lo vas a decir ahora?" cuestionó, expectante.
Jimin tragó saliva, intentando encontrar las palabras correctas.
"Yo... tú me gustas, Min. Me gustaste desde el primer momento en que nuestras miradas se cruzaron. No te lo había dicho antes porque no sabía si te gustaban las chicas. Tampoco pensé que yo fuera tu tipo..." Jimin no pudo terminar su frase, interrumpida por los labios de Minjeong, que suavemente se posaron sobre los suyos.
Los ojos de Jimin se abrieron de golpe por la sorpresa, pero pronto sintió la mano de Minjeong en su nuca, devolviéndola a la realidad. Después de unos segundos de duda, Jimin cerró los ojos y correspondió el beso, dejando que la calidez y la suavidad del momento las envolviera a ambas.
El beso no fue apresurado ni cargado de pasión, sino tierno, lleno de sinceridad y de los sentimientos que ambas habían contenido por tanto tiempo.
Se separaron cuando la falta de aire las obligó, abriendo los ojos lentamente y sonriendo con timidez. El sonrojo en el rostro de Jimin era tan intenso que sentía que en cualquier momento podría explotar. Aún así, se inclinó para darle un beso rápido a Minjeong antes de retroceder.
Minjeong, por su parte, no podía evitar sonreír. Su corazón latía con fuerza, y sus mejillas seguían teñidas de un tono rosado. La felicidad la invadía, y en ese momento, no había nada que pudiera borrar la sonrisa que adornaba su rostro.
"Entonces... ¿eso quiere decir que...?"preguntó Jimin, con un tono temeroso, todavía insegura.
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