11

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Alan me había pedido ayuda para rastrear a un wendigo, de esta forma lo podría regresar a Eichen. No sabía si era familiar de los Walcott y tampoco me interesaba, pero era una posibilidad de que estuviera en la casa de la familia o saliera por su próxima víctima. Así que al no saber con exactitud sobre su paradero, tenía que rastrearlo.

Una vez capté su aroma comencé a caminar siguiéndolo, era más fácil ir en auto, pero desde que vine a vivir aquí no he salido a correr, por lo que un poco de ejercicio no me vendría mal, si el veterinario llegaba medio desmayado no era mi culpa. Tal parecía que si estaba donde solían vivir los Walcott.

-Encárgate Deaton, quiero ir a casa.- comenté al estar frente a la puerta. Él la abrió y me dió el paso.

-Claro, que el veterinario se encargue.- espetó con sarcasmo.

-Lo dices como si no pudieras. Ambos sabemos que estás sumamente calificado.- murmuré.

Seguimos caminando hasta llegar a lo que parecía ser un enorme refrigerador, lo que sabías por la gran cantidad de humo que salía gracias al frío.

Escuchamos que el hombre le ordenaba a una mujer llamada Kalissa que abriera los ojos. Alcé las cejas decepcionada, de que servían los sentidos mejorados al ser sobrenatural si no los ibas a usar; mencionaba esto debido a que el wendigo no se percató de nuestra presencia y eso que estábamos detrás suyo, no fue hasta que la mujer nos notó.

El moreno liberó una vara de electrochoques para poder defenderse con ella. En lo que Alan se encargaba de él yo me puse a inspeccionar a nuestro alrededor, haciendo una mueca de desagrado al ver muchas bolsas negras; lo que me confundía muchísimo debido a que la policía se las había llevado todas, pero suponía que Patrick los había traído.

-¡Espera! ¡Detente!- exclamó de repente el wendigo. Al dirigir mi mirada en esa dirección, noté que estaba en el suelo, con las manos en alto. -La lista negra se acabó. No van a pagarte.-

-No vine a matarte, Patrick. Te regresaré a la casa Eichen. Allí ya saben todo sobre tus prácticas culinarias.- comentó y el hombre tirado estaba a nada de lanzarse, así que le di un puñetazo que lo dejó inconsciente.

-Pudiste haberme ayudado antes.- comentó con la respiración agitada.

-No sería divertido.- dije y me agaché, quedando a un lado de la mujer. El veterinario me imitó y procedió a retirarle la cinta de la boca.

-¿Eres policía?- cuestionó la mujer.

-Veterinario.- admitió, lo que hizo que ella frunciera su ceño y nosotros dos sonriéramos al ver su rostro.

Ayudamos a la chica a reincorporarse y después de que nos asegurara de que estaba bien, decidió que se iría sola a su casa y no la culpaba por desconfiar de dos personas, aún si esas personas te salvaron de ser el alimento de un wendigo.

Estábamos por salir de la casa cuando un mensaje me llegó, no le tomé importancia y seguimos caminando. Seguía sintiendo y escuchando el sonido de mensajes llegando, hasta que llegamos a la puerta de la entrada, una llamada insistente se presentó.

-Deberías contestar.- sugirió el mayor.

Solté un bufido a la vez que sacaba el artefacto, logrando que rodara mis ojos al ver el nombre de Scott ahí, no me malinterpreten, no me molesta que llame, pero eso solo significaba que tenía que hacer algo y sinceramente solo quería dormir hasta que fuera el partido de lacrosse.

-¿Qué?- dije al contestar.

El chico se aclaró la garganta. -Hola, Alice. Me preguntaba si estabas desocupada...- balbuceó cosas que no alcancé a entender.

-Scott. Al grano.- interrumpí.

-¿Podrías ir al loft de Derek?- pidió. -Necesito darles algo.-

-Estaré ahí en 10 minutos.- informé y finalicé la llamada. -Me tengo que ir.- avisé. -¿Podrás llevarte solo al wendigo?- cuestioné.

-Sí. Ve, no te preocupes. Solo tengo que pensar como llevármelo, ya que alguien decidió que era mejor caminar.- se quejó.

-Tú pudiste seguirme en tu auto, pero en lugar de eso preferiste caminar.- me burlé.

-Ya vete.- ordenó, tenía una sonrisa queriendo salir; sabía que le divertía que aún lograba alterarlo como cuando era más joven.

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Derek y yo observábamos a Scott, mientras este abría un bolso de deporte sobre la mesa. Estaba lleno del dinero robado de la bóveda Hale. Nos explicó que lo había encontrado y quería devolverlo. El de ojos verdes estaba relajado, por mi parte estaba de brazos cruzados y mirando fijamente al adolescente.

-Bien.- le dijo mi hermano con tranquilidad, tomando al Alfa por sorpresa.

Siempre que veía al chico McCall lo observaba con el rostro más serio que pudiera mostrar. Mi hermano me había contado que el chico pensaba que no me agradaba y no era cierto, me agradaba, pero no totalmente. Scott McCall era de esas personas que creen que todo se va a solucionar con el poder de la magia de la amistad. Esto no era My Little Pony; esto era la vida real y las cosas no se solucionarían así. En algún momento tendrán que terminar con alguna vida con tal de salvar la suya. Tenía la certeza de que cuando ese día llegue, el Alfa verdadero les dará la espalda y que ni siquiera los dejará relatar lo sucedido. Sería capaz de alejar a su mejor amigo solo por incumplir su moral inquebrantable. Cuando ese día llegue, yo apoyaré a la persona en cuestión, sin dudar ni un segundo en sus intenciones.

-Deja de intimidarlo.- murmuró al ver que el chico titubeaba para hablar y se removía incómodo.

Rodé mis ojos y bufé frustrada. -Bien.-

-¿No se preguntan por qué tardé tanto en devolverlo?- cuestionó ya más relajado.

-¿Cuánto ganas en la clínica?- preguntó el menor de los Hale.

-El salario mínimo.- admitió, respondiendo a la pregunta de Derek, sin entender por qué la hacía.

-Por eso tardaste.- respondió.

-Cualquiera puede tentarse, Scott. Hasta un verdadero Alfa.- le expliqué, encogiéndome de hombros.

-¿No están enojados?- preguntó temeroso.

-Ni siquiera es nuestro. Es de Peter.- informó el de ojos verdes.

-¿Dónde está su dinero?- inquirió el menor.

-Donde estás parado.- respondió simple.

Bajó la mirada. -¿Hay otra bóveda?- preguntó McCall con sorpresa. Parecía un pequeño niño.

-No.- soltamos una pequeña risa por eso. -Soy el dueño del edificio. Y tengo cuentas bancarias. El dinero de la bóveda era de Peter. Estaríamos mejor si el resto no volviera nunca más.- señaló Derek mientras cerraba la cremallera.

-Alice.- llamó mi atención. Tararé para que siguiera. -¿Y tú dinero?- cuestionó.

-En el banco.- no agregué nada más.

-¿Te puedo hacer una pregunta?- dijo temeroso.

-Ya la hiciste.- murmuré, el azabache me pellizcó y asentí al ver las mejillas enrojecidas del menor.

-¿En qué trabajas? No quiero ser grosero, pero los chicos y yo pensamos...- alcé una ceja al saber que eso no era del todo cierto. -Stiles piensa que vendes cosas ilegales.- ahí estaba. -Allison y Isaac no nos quieren decir.-

Solté una pequeña risa. -Tengo unos cuantos hoteles.- admití.

-¿Unos cuantos?- mi hermano se burló. -Tienes demasiados y en varias partes del mundo.- corrigió. Comenzamos una pequeña pelea entre nosotros, pero me detuve al ver al menor.

-¿Scott?- lo llamé cuando noté que el adolescente se había quedado mirando al ex hombre lobo, ignorando el último comentario.

-Sé que Lydia estuvo aquí anoche.- Derek bajó su mirada. Tomé la mano del hombre y le di un pequeño apretón. -Deaton sigue intentando develar que te hizo Kate. Si alguien puede hallar la respuesta, es él.-

-No la va a hallar.- anunció el azabache. El Alfa lo miró confundido. -Se agota el tiempo y dudo que lo haga. Mi hermana y él saben las mismas cosas respecto a este mundo. Ni ella lo sabe.- murmuró.

No quería decirle a mi hermano lo que le estaba sucediendo, él tenía que darse cuenta y vivir toda la evolución por su cuenta. Deaton estaba tratando de develar lo que Kate quería lograr, ya que por alguna razón quería llevarse el cuerpo de Scott el día de la trampa al Benefactor.

-Pero...- intentó hablar.

-Tienes que ir a la escuela. Hay entrenamiento a primera hora y hoy es el partido de inicio de temporada. Se te hace tarde.- interrumpí a McCall. Sabía que iba a insistir con el tema y la poca paciencia de mi hermano se agotaría.

El chico asintió frustrado por no poder seguir hablando; estaba por irse cuando se detuvo a medio camino y regresó hasta donde estábamos nosotros. -Oye, ¿puedo pedirte algo?- comenzó, dirigiéndose al menor de los Hale. Derek se limitó a asentir. -¿Puedo pedirte prestado el loft esta noche? Después de todo lo que ha estado sucediendo, quería invitar a Kira a una cita.- rascaba su nuca nervioso y evitaba mirarme.

-Sí.- una vez más, Scott miró con sorpresa al azabache.

-¿De verdad? ¡Gracias!- acto seguido salió corriendo.

-Bueno.- palmeé mis piernas y me levanté. -Me gustaría quedarme a conversar, pero tengo hambre. Así que o me preparas el desayuno o te invito a un lugar.- sugerí.

Él no respondió nada, simplemente tomó sus llaves y mi muñeca, para dirigirnos a la puerta.

-Podrás nadar en dinero, pero siempre huyes cuando te pido que me alimentes.- comenté. Ambos salimos del lugar y nos quedamos en la espera del ascensor.

-Si porque aunque tenga todo ese dinero, podría quedarme en bancarrota por todo lo que comes.- se burló. -Te imaginas si quedaras embarazada. Arrasarías con toda la comida de Beacon Hills.- exageró.

-Si bueno, eso ya no sería problema tuyo. Sería de Chris.- murmuré con una sonrisa divertida al ver la boca abierta de mi hermano.

-¿Piensan tener hijos? ¿No es muy pronto?- quiso saber.

-Lo es.- coincidí con él. -Aparte no lo hemos hablado, sobretodo porque aún no somos una pareja formal.- aclaré.

-Pensé que ya lo eran. Digo, viven juntos y tienen dos hijos, aunque eso se me hace demasiado extraño.- comentó.

Me encogí de hombros. -Realmente nunca aclaramos eso. Y respecto a los hijos no sé si el quiera.-

-Entonces tú si quieres.- supuso.

-No me niego a la idea. Quiero todo con él, eso no es una sorpresa, pero no sé...- informé.

-Deberían aclarar las cosas. Sé a ciencia cierta que él también quiere todo contigo y eso incluye hijos propios. Aunque si los hacen, espero de todo corazón que salgan más Hale que Argent.- me encantaba que ya fuera más despreocupado.

Liberé una carcajada. -¿Por qué ya no eres el hermano celoso?- pregunté una vez me recompuse.

Él tenía una sonrisa. -Porque ya tienes todo lo que siempre quise para ti. Una familia, alguien que te quiere. Siempre cuidabas de nosotros, hasta de Laura, a pesar de que ella era la mayor; nunca tenías tiempo para ti y me alegra que encontraras a tu mate y sé que Argent te cuidará con su vida, aunque tú puedas sola.- informó. No me pude resistir y me lancé a abrazarlo.

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Una vez terminé de desayunar y pasar el resto de la mañana entre risas y recuerdos de la infancia con mi hermano, me dirigí al departamento de los Argent, ya que era la hora de llegada de los chicos de le escuela.

Al llegar no tuve que esperar mucho por ellos. Solo 15 minutos bastaron para que sintiera dos besos en mi mejilla a modo de saludo.

Nos sentamos a comer los tres, debido a que en esta ocasión no esperaríamos al Argent mayor, ya que se encontraba resolviendo algunas cosas de trabajo o eso era lo que me había dicho y no quería pensar que me mintió.

Al finalizar cada quien se fue a hacer sus respectivas actividades, en el caso de los chicos a adelantar sus tareas y en mi caso, ver algunos asuntos de los hoteles.

-Si van a ir a verme al partido, ¿verdad?- nos preguntó Isaac. El menor estaba emocionado porque toda su familia lo iba a ver jugar.

-Sí, hijo.- dije pasando por su lado y revolviéndole su cabello, lo que se me hizo fácil debido a a que estaba sentado guardando sus cosas en su maleta.

Me quedé quieta al sentir unos brazos rodeándome en un abrazo, hasta que reaccioné y apreté contra mi cuerpo al Hale, porque si, legalmente era uno.

-Te quiero.- murmuró sobre mi oído, dejé un beso en su cabeza.

-Yo te quiero más, rubio.- anuncié y nos tuvimos que separar debido a que alguien nos alejó.

-Deja a mi mamá.- la cazadora hizo un puchero, provocando que una sonrisa saliera de mis labios.

Los adolescentes iniciaron una pelea entre ellos donde ambos me jalaban a su respectivo lado, diciendo quien era mi favorito, provocando que bastantes carcajadas salieran de mi.

-Niños, dejen de pelarse y mejor váyanse a adelantando. Yo esperaré a Chris.- dije palmeando mis manos para apurarlos.

-Si quieres podemos esperarlo. Aún hay tiempo.- murmuró el hombre lobo.

Tenía un mal presentimiento. Sentía que algo estaba por suceder y no quería que los niños estuvieran presentes si se hacía realidad lo que sentía.

-No, está bien. Yo lo esperaré y los veremos allá.- dije.

-¿Segura?- cuestionó la adolescente.

-Sí. Sirve que termino algo del trabajo.- comenté. Ellos asintieron y se despidieron de mi. Los vi marcharse y me dispuse a ir a la sala, donde había dejado mi laptop y reanudé mis cosas.

Cuando despegué mi mirada de la pantalla, ya habían pasado unas horas, lo que significaba que en media hora daría inicio el juego, así que decidí llamar a Chris, era raro que no hubiera llamado antes o que ni siquiera un mensaje mandara. Las llamadas me dirigían al buzón de voz, volví a insistir en múltiples ocasiones, pero todas daban lo mismo. Justo cuando estaba por llamarle a Allison, un dolor intenso e insoportable se apoderó de mi cuerpo, llevé mi mano a la zona donde me dolía y me percaté de que estaba escurriendo sangre, parecía que me hubieran atravesado con algo, de inmediato capté que el cazador estaba en peligro y lo peor de todo era que la sangre se estaba volviendo negra y eso solo significaba una cosa, wolfsbane.

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Al llegar hasta donde me guiaba el olor de Chris, me topé con ¿Parrish? ¿Así se llamaba? No sé, el punto es que me le acerqué y le pegué en la pierna con mi cabeza para que pudiera verme, pero al parecer no prestaba atención a su alrededor ya que se asustó y terminó apuntándome con su arma, para evitar que me disparara, encendí mis ojos, bajó el arma y se me quedó viendo. Me des transformé enfrente de él, debido a esto, desvío su mirada ruborizado y carraspeó. -¿No tienes ropa?- cuestionó.

-Creo que es un poco obvio.- me burlé. -Podrías ayudarme a taparme.- sugerí. Con una de mis manos presioné la herida de mi costado derecho, evitando que saliera más sangre de la debida.

-Sí. Claro. Ya regreso.- salió corriendo; solté una risa por ver que se tropezó. Se detuvo en su auto y abrió la puerta, sacando su chamarra de trabajo. Regresó a los segundos, aún con la mirada apartada, me estiró la prenda, por lo que la tomé y me la puse de inmediato.

-Gracias.- dije y él asintió, regresando sus ojos a los míos. -Ahora a lo que venía.-

Reanudé mi caminar, esta vez como humana, notando que tenía que meterme a los túneles de las alcantarillas. En todo momento presionaba la herida, evitando desangrarme. -Deja te ayudo.- escuché la voz del menor. Estaba por negarme, pero no había tiempo para detenerse, así que solo asentí y dejé que rodeara mi cintura con su brazo y pasé el mío por su cuello.

Al bajar, lo dirigí hasta donde se escuchaban los latidos del hombre, ya que me era difícil encontrarlo por su aroma, debido al fuerte olor que desprendían los túneles. Él estaba con un fierro atravesándolo y clavándolo en la pared, este estaba torcido hasta dejarlo atrapado en el muro.

-Lobita, que alegría verte.- fue lo primero que dijo el cazador, algo aturdido por el dolor. -Te quiero.-

Lo miré molesta. -¿¡Te quiero!? Christopher, casi mueres y lo primero que me dices es te quiero. Yo también te quiero pero si no sobrevives, te juro que voy a mátate yo misma, ¿entiendes?- murmuré alterada y nerviosa.

-Eres fantástica, ¿te lo he dicho?- el hombre dijo de repente.

-No, pero ya tendrás tiempo de decírmelo.- anuncié y me liberé del agarre en mi cintura, para poder ayudarle con el dolor que Argent estaba sintiendo.

-Se fueron.- fue lo dijo al ver a la otra persona.

-Dios. Te dije que no la buscaras solo.- regañé a pesar de que estaba asustada por verlo herido.

-Técnicamente venía a investigar el lugar. No a encontrarme con Kate o Peter.- comentó con un intento de sonrisa. Rodé mis ojos y bufé frustrada.

-¿Cuánto hace que está así?- cuestionó el oficial, mientras alumbraba con su linterna la herida.

-No sé. Tal vez me desmayé un par de veces.- respondió.

-Lleva dos horas así. Perdón por no llegar antes.- murmuré. Él solo sonrió ligeramente y subió su mano llena de sangre a mi mejilla.

-Estás aquí. Es lo único que importa.- dijo.

-¿Esto lo hizo Peter Hale?- inquirió el oficial, viéndome de reojo.

El hombre bajó su mano. -¿Lo estabas siguiendo?- quiso saber el mayor.

-Sí, desde lo de Meredith Walker.- informó.

-Presten atención.- empecé a negar con mi cabeza y mi mano cayó al percatarme a que quería llegar. -Kate irá tras Scott. Pater y Kate. Deben avisarles.- ordenó.

-No podemos. No hay señal aquí abajo.- avisó el nuevo ser sobrenatural.

-Entonces váyanse.- musitó.

-¿Estás demente?- chillé horrorizada. -Si nos vamos ahora, estarás muerto cuando volvamos. Y sabes perfectamente que no me iré contigo herido. Te voy a sacar de aquí. Que el oficial vaya a llamar a los chicos.-

-Te ayudaré. No puedes ni con tu propio cuerpo.- murmuró.

El menor tomó la varilla e inició a tratar de removerla, pero solo obtuvo gritos de dolor por parte de los dos. Jordan se detuvo abruptamente. -Lo siento.- dijo al ver que nuestros gritos aumentaban. -¿Cómo es que tú lo sientes?- la pregunta iba dirigida a mi.

-Es una larga historia. Ahora lo que necesitamos es que eso esté fuera.- notifiqué.

-No puedo hacerlo yo.- se lamentó el de ojos verdes. -No se dobla ni sale de la pared.-

-Lo haré yo.- dije decidida.

-No puedes. Estás demasiado débil.- la voz de Chris se escuchó en un susurro.

-Sí, pero sigo estando más fuerte que todos aquí.- contesté.

-Alice, tienen que irse.- pidió.

-Ni aunque me vaya voy a recuperarme.- le recordé.

-Necesito que me ayude.- Parrish comentó. -Sé que está herido y cansado, pero necesito que reúna todas sus fuerzas y me ayude.-

-No tengo fuerzas.- susurró el cazador.

-Agarre la barra, señor.- ordenó mientras él hacía lo que pedía. En otra ocasión me reiría por escucharlo dirigirse a mi mate tan formal.

Chris fijó sus ojos azules en los verdes del menor. -No me quedan fuerzas.- repitió. -Por favor. Vete y llévatela. Se acaba el tiempo.-

-¿Sabes que necesitas?- Argent dirigió su mirada a la mía. -Adrenalina. Hay dos formas de obtenerla: por temor o por furia. Así que necesitas enfurecerte. Necesitas enfurecerte tanto que tu cerebro suelte toda la adrenalina que le queda.- comenté.

-Estoy muy cansado para eso.- insistió.

-Bueno. Dado que parece que no quieres vivir, sabes lo que eso significa. Y no te diste cuenta, pero esa vara está impregnada en acónito.- sus ojos reflejaron el miedo que sentía al escuchar las cosas implícitas en lo que dije. -Ahora, piensa en que si Allison supiera lo que te está pasando, estaría lo bastante furiosa contigo por no esforzarte como para no dirigirte la palabra.-

-Así que hágalo por Allison y por Alice.- dijo el oficial. Ambos hombres colocaron sus manos en la varilla. El cazador asintió y procedí a colocar mi mano sobre su abdomen, ayudándolo de nuevo a quitarle su dolor. Los dos hicieron uso de su fuerza y gritaron, uno por el dolor y el otro para liberarlo. Mientras gritaba, me percaté de que los ojos de Jordan brillaron anaranjados. Solo conocía a dos criaturas que tuvieran los ojos así y uno tenía que tener ascendencia japonesa.

Al liberarse me lancé a abrazar a Chris. -Lo siento. Lo siento.- murmuré y me alejé al escucharlo quejarse.

-No importa.- dijo y atrapó mis labios entre los suyos. Sus manos se posaron en mis cadera y yo subí mis manos a sus hombros, rodeando su cuello, pegándolo más a mi.

Un carraspeó nos hizo separarnos. -Lamento interrumpir su momento, pero debemos irnos.-

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