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Chris y yo nos habíamos dirigido hacia uno de los depósitos de la compañía de armas Argent, específicamente a el lado que estaba destinado a los cazadores; ya que el hombre necesitaba una planta de Acónito amarillo, el cual era más fuerte que el acónito normal y afectaba a un mayor rango de criaturas sobrenaturales.
El mayor me hizo una seña desde su escondite y asentí al verla, saliendo del mío para, entre ambos, derribar a los guardias que cuidaban el invernadero. Fui yo la que ingresó primero, luego de que el de ojos azules se hiciera cargo del último guardia.
Silbé por lo bajo. -Los Argent sí que saben prepararse.- comenté, observando a nuestro alrededor, captando así bastante wolfsbane. El cazador rió ligeramente mientras caminaba decidido hacia la planta que buscaba, ubicada en el medio de lugar.
La tomó y la guardó en la maleta que traía. -Sígueme.- pidió. Él me condujo a otro depósito de la compañía, donde guardaba su caja fuerte para asegurar el acónito. Me había comentado que sabía que Kate lo estaría buscando, por lo que tenía que asegurarse de no perderlo de vista.
Al llegar a la caja, él sacó una llave, se agachó y procedió a abrirla. -Dios. Si quieres que tu hermana no venga por el y se lo lleve de manera fácil, debes cambiar la contraseña.- murmuré al ver que era la fecha de nacimiento de Allison.
Guardó la planta y me volteó a ver. -Aún necesita la llave.- comentó.
-Sí, pero...- me interrumpí a mi misma cuando un aroma desconocido llegó a mi nariz.
-¿Qué? ¿Qué sucede?- me preguntó Chris en un susurro; se incorporó, cerró la puerta del artefacto y procedió a empuñar su arma al instante, en estado de alerta.
Señalé unas huellas que había en el suelo frente a nosotros y debido a que estaba lleno de polvo, se podían notar; por lo que el cazador avanzó hacia adelante, siguiéndolas, prestando atención en el ambiente. Ambos divisamos una sombra detrás de unas cortinas semi-transparentes que colgaban de los pilares, por lo que Chris caminó hacia ellas, pero un ruido me hizo reaccionar de inmediato, deteniéndolo y empujándolo hacia un costado cuando una flecha se disparó en nuestra dirección.
Capté diferentes esencias de hombres lobo, por lo que no dudé en transformarme para protegernos, pero entonces, el aroma del chico Talbot llegó a mis fosas nasales, así que bajé ligeramente la guardia y no fue hasta que el adolescente se dejó ver que me relajé. Tal parecía que el menor no se percató de mi esencia ya que estaba transformado, listo para enfrentarnos.
-¡Brett!- exclamé, adelantándome un paso, cubriendo al cazador con mi cuerpo.
-¡Espera!- Scott y Kira aparecieron corriendo detrás del lobo. -¡Brett! Este lugar, es suyo. Es suyo.- ante el comentario del Alfa y después de darme una mirada, el chico regresó con su manada, de vuelta en forma humana.
-Scott.- Argent llamó su atención, bajando el arma y colocándose a mi lado.- Si traías invitados, podrías haber llamado.-
-No tenía otro lugar donde llevarlos.- McCall respondió. Satomi se acercó a nosotros, con la vista pegada en Chris.
-Conozco a ese hombre. Quizá no lo recuerde, pero ya nos conocemos.- informó. El hijo de Melissa parecía buscar a alguien con la mirada, de forma inmediata me percaté que quien buscaba era a Allison.
-Puedes confiar en él.- aseguré. -Yo confío en él.- el de ojos azules me miró con una sonrisa y me abrazó por la cintura.
A todo esto, el movimiento no fue notado por la Alfa. -¿Cómo sabemos que él no es como los otros?- preguntó la mujer, dejándome confundida.
-¿Qué otros?- Satomi abrió los ojos sorprendida al ver el brazo del cazador.
-Anoche, había un equipo entero tras ellos. Y usaron ballestas.- Kira le pasó una flecha a Chris, la cual presentaba un águila grabada en su punta.
-Son cazadores, ¿no?- preguntó Scott.
-Si matan por un beneficio, no.- el hombre respondió. -Ya no.-
-¿Pueden encontrarnos?- Brett quiso saber.
-Tal vez ya sepan que están aquí. Quizá esperen a que oscurezca.- avisó.
-Entonces ¿no estamos a salvo aquí?- la kitsune le preguntó a su novio.
-No estamos seguros en ningún lugar.- respondió Satomi a Kira. -Hemos intentado escapar durante días. Donde vamos, encontramos a alguien nuevo intentando matarnos.-
-¿Por qué no me pediste ayuda antes?- le pregunté preocupada. Quería a esta mujer como si fuera de mi familia y conocía a toda su manada, aún más a Brett y a Lori. Los cuidaría y protegería con mi vida si fuera necesario.
-Eres de las personas que más precio tiene. No quería perjudicarte.- explicó e hice una mueca. El Argent dejó unas caricias en mi cintura.
-Si ellos vienen, Scott, también vienen por tí.- Chris habló. -Aún estás primero en la lista negra.-
-Lo sé. Sé que Lydia puede conseguir la respuesta de Meredith. Sólo necesita más tiempo.- el adolescente dijo.
-Entonces es lo que conseguirá.- el de ojos azules murmuró.
Acto seguido el Argent mayor me pidió que lo ayudara a colocar sensores de movimiento. Le llamé a mi hermano esperando que nos ayudara. Íbamos a necesitar toda la que pudiéramos conseguir. Así que en lo que el hombre y yo hacíamos nuestra tarea. Isaac, Derek y Braeden llegaron al almacén, el primero informándome que Allison fue a la comisaría a ayudar a Lydia.
-Como le dije a Scott, si vienen por ellos, vendrán por ti también.- comentó llamando mi atención. -La lista sigue, los precios han aumentado. Eres Alice Hale, la gran loba de la manada Hale. Tu precio subió, ahora estás un millón abajo del Alfa Verdadero.- su rostro estaba cargado de preocupación.
Detuve mis movimientos y me giré a verlo. -Eso solo significa que soy difícil de matar.- murmuré con una sonrisa ladeada. Amaba ver el rostro serio del hombre cuando comentaba algo que no le agradaba.
-Lobita. Lo digo porque me preocupas y no sabemos qué pueda pasar hoy.- estiró su mano y acarició mi mejilla.
-No me va a pasar nada. Aparte tengo un increíble cazador que me cuida.- dije con una sonrisa, la cual él imitó. -Y tú tienes a una hermosa y súper increíble loba que te cuida.- lancé mi cabello hacia atrás, dándole énfasis.
Él soltó una pequeña risa y retiró su mano. -Vaya ego.- musitó.
-Pero así me quieres.- cantureé.
-Y no sabes cuanto.- respondió.
Mi nariz se arrugó al percatarme de todo lo que desprendían las personas presentes. Debido a que era una increíble rastreadora, mi olfato era aún mayor que el de un lobo común, así que estaba levemente aturdida al percatarme de el nerviosísimo y el miedo en todos.
Nadie de los presentes quería morir. Todos y cada uno de nosotros queríamos que esto terminara de una vez por todas. Necesitábamos tener la tranquilidad de que podíamos ir a cualquier lado sin ser perseguidos por personas que querían asesinarnos. No sabíamos si detrás de nuestras puertas el asesino nos esperaba. Necesitábamos ponerle fin de inmediato. Nadie iba a morir hoy.
Scott había estado observando por los ventanales en lo que nosotros estábamos ocupados. El sol iniciaba a caer. El menor comenzó a acercarse al rubio y a mi hermano, este último permanecía vigilando a su novia, en lo que ella alistaba sus armas. -Estarán bien.- murmuró el Alfa. Debido a que ya habíamos terminado, me quedé sentada en el suelo con Chris a mi lado, colocando su mano en mi muslo.
La manada de Satomi estaba alejada a unos cuantos pasos, sus ropas iban un tanto sucias. Lucían cansados, pero dispuestos a enfrentar lo que se venía. Querían sobrevivir.
El Hale menor le dió una mirada a la manada de la mujer. -Tienen garras y colmillos. Pero no son luchadores.- dijo y se alejó un poco.
-Por eso te llamé a ti.- McCall se dirigió a mi hermano.
-Bueno, recuerda que yo ya no tengo garras ni colmillos.- comentó el azabache. Se detuvo a un lado de la mercenaria.
-Por eso me llamó a mi.- musitó la morena.
-Y a mi.- comentó mi hijo sacando sus garras.
-¿Soy la única que está deseando que sea una falsa alarma?- cuestionó Kira esperanzada. -Quiero decir, es posible que esperemos aquí toda la noche y no pase nada. ¿Verdad?-
Derek, quien había quedado frente a mi, movió sus ojos a los míos y compartimos una mirada. Era imposible que esto fuera una falsa alarma, iba a pasar, quisiéramos o no. Solo esperaba que fuera la última batalla.
Braeden carraspeó. -Scott, ¿sabes algo de Stiles o
Lydia?- inquirió.
-Lydia aún está hablando con Meredith.- informó. -Stiles y Malia se fueron a la casa del lago. Van a intentar pararlo.-
-Allison está ayudando a Lydia.- comenté llamando su atención. Logré notar que el rostro del Alfa verdadero adquiría una mueca aliviada.
-Y ¿qué pasa si no se puede detener?- cuestionó Brett, acercándose a ellos. -¿Qué pasa si esto no acaba hasta que estemos todos muertos?-
Un enorme, agonizante y molesto silencio hizo acto de presencia en el lugar.
Estaba a nada de hacer algún discurso, como los que solía hacer cuando los Alfas se reunían, pero noté la mirada que mi hermano tenía. Era su momento. -Les enviamos un mensaje.- fue él quien rompió el silencio. -Dejémosle algo bien claro a cualquiera con una copia de esa lista. No importa si son asesinos profesionales, cazadores, o aficionados que acaba de tomar una arma.- levantó el artefacto que sostenía. Todos estábamos atentos a sus palabras. Yo sonreía en grande. -Cualquiera que crea que puede cazarnos y matarnos por dinero será puesto en otra lista. Nuestra lista.- dijo con firmeza. -Su nombre aparecerá en nuestra lista negra.- la mercenaria cargó su escopeta.
Estaba increíblemente orgullosa de Derek Hale. Era impresionante lo mucho que una persona podía cambiar. Él era una persona totalmente diferente y me ponía de lo más feliz estar presente en su evolución. Cambió para mejor. Nuestra madre estaría tan orgullosa de ver a su hijo convertido en este Derek. Hoy noté que era cuestión de horas para ver su transformación en lobo completo.
-Ya vengo.- le susurré al hombre a mi lado, quien asintió, ya sabiendo lo que estaba por hacer. Me lancé a abrazar a mi hermano, él me tomó entre sus brazos y dejó un beso sobre mi sien. -Estoy sumamente orgullosa de ti.- dijo sobre su oído. Al separarnos noté sus ojos brillando. Para él era súper importante esas palabras, sabía que yo no las decía a cualquiera, solo a las personas que verdaderamente eran merecedoras de ellas.
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Chris, Satomi y yo estábamos en una esquina, la mujer se nos había quedado viendo un rato, lo que significaba que quería platicar con nosotros y quería escuchar algo.
-Recuerdo que te conocí, pero entonces no eras budista.- comentó el cazador, interrumpiendo las miradas que se daban.
-Y tú no protegías a los hombres lobo. Los cazabas.- respondió la mujer, viéndome de reojo.
-Hay tres cosas que no se pueden esconder... El sol. La luna. La verdad. ¿Qué significa eso exactamente?- cuestionó el hombre.
-La verdad no puede permanecer escondida.- explicó la Alfa con una sonrisa divertida.
-Sé lo que significa el dicho.- avisó el de ojos azules. -¿Qué significa para ti?-
-La verdad para mí es que nosotros- fijó su mirada en la mía. -nuestra especie, somos criaturas violentas, que no son capaces de controlar sus impulsos violentos. El mantra nos ayuda a someter nuestra naturaleza.- expresó.
-Aun así son criaturas violentas.- murmuró el mayor.
-¿No lo somos todos?- inquirió la budista.
Él se giró a mirarme. -¿Tú no usabas ese mantra?- cuestionó.
Hice una mueca. -Te dije que la primera vez que me transformé encontré mi ancla, y si fue así, pero a la siguiente luna llena ya no bastaba solo con pensar en mi familia. Mis instintos parecían aumentar. Mis habilidades eran excepcionales, me volví un peligro que odiaba...- narré.
-Hasta que Talia la llevó conmigo.- me interrumpió la mayor.
-Satomi me enseñó su mantra, su historia y lo que significaba para ella. Mis padres me ayudaron a amar mi lado lobuno, pero Satomi me enseñó a ser la rastreadora habilidosa que soy.- terminé.
El hombre no pudo responder algo debido a que los sensores de movimiento nos alertaron la llegada de los mercenarios.
-Están viniendo.- anunció Chris. Él fue por su arma, mientras que yo hice que mis ojos brillaran.
-¡Retrocedan!- gritó Braeden. El caos comenzó cuando las granadas de gas aparecieron
Scott y Kira se tiraron al suelo. Isaac se ocultó detrás de unos escritorios que había. La manada de Satomi, Argent y yo, nos protegimos con unas columnas.
De forma inmediata se escucharon los disparos que iban de un lado a otro. Eran bastantes hombres, quienes estaban armados hasta los dientes y uniformados; entraban por las puertas del edificio y se aproximaban a nosotros. Argent comenzó a disparar, dando inicio al fuego cruzado entre los miembros de la manada con armas y los asesinos.
Me quedé cerca de mi mate, mientras el disparaba, Satomi los atacaba con algún objeto de metal con pinta afilada y yo esperaba que alguno de los matones viniera por mi. Casi quise reír cuando noté a uno de ellos acercase a mi para pelear. Tenían armas y fácilmente me podrían llenar de balas, pero no, preferían irse a la pelea cuerpo contra cuerpo. Yo solamente me defendía, todos sabían que debían hacerlo, ya que cuando el oponente se cansara tendrás más ventaja porque no gastas energías.
Por el rabillo del ojo noté que Isaac estaba a nada de ser ejecutado, así que me deshice del sujeto frente a mi. Tomé una vara de metal que había en el suelo y con ella golpeé en la cabeza al otro hombre, dejándolo inconsciente.
El chico me volteó a ver y sonrió en mi dirección, yo le guiñé un ojo. El Lahey gruñó completamente transformado e inició una pelea cuerpo a cuerpo contra un hombre que estaba desarmado. La manada de Satomi también peleaba.
Sentí pasos acercándose en mi dirección, me volteé y tomé del cuello al hombre, con mi mano libre hice que soltara su arma y la doblé ligeramente para que no pudiera disparar. Lo estrellé con fuerza contra una columna. Lo siguiente que sentí fue algo atravesarme el estómago; bajé mi mirada y me percaté que tenía incrustada una daga. Solté al hombre y escuché que liberó una carcajada. -Ese dinero será mío.- murmuró.
Mis manos tenían sangre. Levanté mi rostro e hice una mueca divertida. -Tendrás que esforzarte si eso es lo que quieres.- respondí y me saqué el objeto como si nada, lo arrojé lejos. Le metí un cabezazo y terminó desmayado en el suelo. -Ya no los hacen como antes.- chasqueé mi lengua.
Pasé por el cuerpo y seguí caminando, apoyando a quien lo necesitara; hasta que Chris y yo quedamos espalda contra espalda, él disparaba, yo usaba mis garras.
-¿Cuántos hay?- cuestioné.
-¡Demasiados!- exclamó.
Me alejé un poco, pero sin perderlo de vista, al ver que el cazador podía defenderse por si solo. Escuché que Scott le indicó a Brett que el resto de la manada se escondiera. El Alfa al verme me pidió que lo cubriera, así que ayudé al chico Talbot a juntar a los integrantes de su manada y los dejé en un lugar a salvo. McCall salió gritando el nombre de su novia.
Todo era un caos. Disparos, rugidos, garras, cuerpos tumbados.
Seguía doblando la punta de las armas de los hombres, pero parecían no acabar. De un momento a otro un rugido grotesco y furioso llegó a mi.
El hijo de Melissa había salvado a Lori de morir de un disparo que iba directo a su cabeza. Al ver la mirada aterrada de la menor me apresuré a llegar hasta ella.
La jalé tras un muro para protegernos. -¿Estás bien?- pregunté preocupada. Sabía que no pasaba de los catorce y estaba aquí peleando por su vida. Algo que no debería hacer.
-Si.- asintió, su cuerpo temblaba.
-Cuando te indique corre en esa dirección. Brett y el resto de tu manada se encuentran ahí.- informé lo más rápido que pude. -Corre y no te detengas. Te cubriré hasta que llegues.-
-Está bien.- asomé mi cabeza por uno de los lados del pilar en el que estábamos escondidas, al no ver algo por lo que pudiera salir herida, le indiqué que se fuera. Corrió y me aseguré de que llegara sana y salva.
Me giré en la dirección que venían los rugidos. Scott lanzaba zarpazos una y otra vez al hombre que intentó matar a la pequeña. Nunca me imaginé ver así al chico, lucía furioso, dispuesto a ponerle fin a la vida de ese hombre. Sus ojos rojos se veían endemoniados. Estaba perdiendo el control. Su rostro quería tomar una manera monstruosa, casi animal. Se estaba volviendo la copia de Deucalion.
No podía dejar que acabara con la vida de ese hombre, daba igual que ese sujeto quisiera ver muertas a todas las personas del lugar, incluyéndome. Scott McCall no podía corromper sus poderes, si bien yo no estaba de acuerdo con su ética de no asesinar, él no podría vivir con eso en su conciencia. No podía dejar que él se convirtiera en el monstruo que era mi padre. Scott no tuvo que matar a otro para convertirse en esto. Se elevó a la categoría de Alfa únicamente por la fuerza de su carácter, su virtud y su poder de voluntad. Era un Alfa verdadero.
-¡Scott!- grité. Sentí mis ojos brillar con más intensidad. Dirigió su mirada a la mía. Su mano se detuvo en lo alto. Su imagen regresó a la normalidad, volvía a tener su rostro humano. Podría jurar que se vió cuando un Alfa somete a su beta.
De repente todo se quedó en silencio, no más disparos, solo silencio. Se habían detenido. Estaban comenzando a retirarse. Empezaron a escucharse notificaciones de los celulares. El adolescente desvió su mirada y registró el bolsillo del chaleco antibalas que portaba el hombre que aún estaba bajo él. La pantalla iluminó su rostro y se lo mostró.
El Benefactor: Todos los contratos están
terminados. Solté un suspiro. Stiles y Malia detuvieron la lista negra.
Los hombres que habían quedado vivos se retiraron, cuando vimos que no había peligro alguno, las manadas salieron de dónde estaban. Isaac se lanzó sobre mi en un abrazo, nos sujetamos con fuerza. Al separarnos, Chris me pegó a su pecho en un abrazo. Solté un suspiro de alivio al ver a mis tres chicos bien. Argent besó cortamente mis labios y dejó un beso sobre mi frente.
-¿Ha terminado?- Kira le preguntó a su novio. -¿Realmente ha terminado?-
El chico asintió y besó su frente con cariño. La lista negra había terminado. Logramos salir de esta. Todos estábamos bien.
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