08
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Quería conocer a mi prima en un lugar apropiado, tal vez guiarla al loft o a alguno de mis dos departamentos para poder hacerlo, pero al recibir el mensaje de mi tío donde decía que estaba en nuestra bóveda, no me contuve y salí corriendo hacia la escuela, esperando poder encontrarla. No sabía la razón del porqué el Hale había decidido ayudarme a conocerla, pero había muchas cosas que no entendía de él, así que lo dejé pasar.
Al llegar frente al letrero anunciando el nombre de la institución, noté que seguía abierto, dando acceso a la bóveda, lo que agradecí ya que venía transformada en mi forma de loba completa. Afortunadamente Allison se había quedado impregnada con el aroma que la Tate desprendía, por lo que logré identificar que si estaba aquí.
Me adentré al lugar y noté a la adolescente de espaldas a la entrada, parecía leer algo. Al instante volteó y fijó sus ojos en los míos.
Me encantaba llegar a algún lugar y hacer mi entrada transformada en lobo. Era una Hale y las entradas dramáticas estaban en la sangre.
Malia se me quedó viendo, supongo que en la espera a que regresara a mi forma humana. Moví mi cabeza, indicándole dónde estaba un vestido que tenía guardado. Ella captó la dirección que le indicaba y se acercó a tomar la prenda entre sus manos, para después dejarla frente a mi. Se dió la vuelta y regresé a mi cuerpo, procedí a vestirme.
-Malia Tate. Es un gusto conocerte por fin.- comenté llamando su atención.
La chica volvió a girarse para poder verme. -Quiero hablar sobre mi familia.- murmuró.
-Así que ya sabes la verdad.- dije mientras me acercaba.
Al finalizar de decir eso nos quedamos en silencio. Quería suponer que trataba de organizar las ideas en su cabeza, sus preguntas o lo que quisiera decirme. Sea lo que sea le daría tiempo. En lo que ella se quedaba pensando, me puse a juguetear con las cosas que Talia tenía guardadas.
Me encontré con la pulsera que yo tejí tras evolucionar. Mamá lo había guardado, mencionado que era un trofeo por ese logro que obtuve. Sonreí con nostalgia al sujetarlo. Aún recordaba la sonrisa enorme que mi madre tenía ese día. Fui la primera de sus hijos en transformarse. Recuerdo todas las veces que me repetía que estaba orgullosa de mi.
-¿Cuánto tiempo has sido sobrina de Peter?- preguntó, lo que me sacó de mis recuerdos. Solté una pequeña risa al percatarme de que lo Hale lo tenía en sus venas. Se le complicaba expresar lo que en verdad quería decir. Podrá ser muy sincera, pero no tanto respecto a sus emociones.
-Creo que desde hace 27 años.- contesté divertida por su pregunta. Ella asintió y nos volvimos a quedar en silencio. -¿Quieres ir a comer? Puedo invitarte una pizza.- sugerí.
-¿Tiene venado?- cuestionó.
-No, pero si la pizza no te gusta podemos ir por hamburguesas.- respondí.
-¿De venado?- hizo otra pregunta.
-De vaca.- informé. -Te gustaran.- aseguré.
-Solo quiero hablar de mi madre biológica.- pidió por fin. -Peter mencionó que a ti no te borraron tus recuerdos.-
-Ciertamente no.- me acerqué a uno de los estantes y desenvolví un cuadro que tenía muchísimo. Lo sujeté entre mis manos y me quedé observándolo. -¿Sabes lo que significa tu nombre?- cuestioné sin mirarla.
-¿A qué quieres llegar?- preguntó de forma brusca, casi gruñéndome por no apurarme, pero no podía evitar hablar de algo que parecía no tener sentido.
-¿Sabes o no?- la volteé a ver. Ella negó con su cabeza. -Es de origen Hawaiano y significa "agua en calma" o "aguas calmadas".- le estiré la pintura y esperé a que la agarrara.
Con desconfianza la tomó y se quedó mirando la imagen frente a ella. -¿Qué es esto?-
-Es un regalo. Para ti.- comenté. -Talia le quitó los recuerdos a Peter sobre ti, sobre tú madre. A mi me dijo que habías fallecido. Él y yo estábamos emocionados por tu llegada. Yo pinté eso con ayuda de mi padre.- señalé el bastidor entre sus manos. -Antes de que Talia le quitará sus recuerdos, me dijo que aún no pensaban tu nombre, que habría tiempo más adelante, pero le gustaba el nombre de Malia.- expliqué.
El cuadro no era más que un océano pintado. Lo hice con la esperanza de poder ponerlo en la habitación de la menor cuando naciera. Deucalion me ayudó a hacerlo y así es como surgió mi amor por la pintura, aunque hace muchísimo lo dejé de hacer.
-Ya te contaré de tú madre, pero necesito que sepas algo antes.- solté un suspiro. -Peter perdió a su mate. ¿Sabes lo que significa?- volvió a negar, pero sin despegar sus ojos del dibujo. -Es un mecanismo involuntario por el cual los sobrenaturales encuentran a sus almas gemelas. Es un fenómeno íntimo y profundo que existe. La persona se convierte en su todo, sintiendo un amor incondicional.- hice una pausa. -Peter perdió a esa persona. Aurora se llamaba, pero su historia será en otra ocasión, lo que importa es lo qué pasó después de ella.- inicié a caminar por el lugar. -Encontró a tu madre y bueno ya sabes, te hicieron. El enterarse de ti, hizo que quisiera seguir vivo, a pesar de que una parte de él murió con Aurora. -
Mi celular vibró por millonésima vez desde que estaba aquí. Quizás y solo quizás, puede que me fuera corriendo sin decirle a mi familia donde iría. Los dejé en el hospital después de que no llegara el Benefactor.
-Sé que Peter te dijo que solo tenía un seudónimo. "La loba del desierto".- comenté.
Ella por fin despegó su mirada del regalo que le di. -¿Sabes como se llama? ¿Dónde se encuentra?-
-No sé donde se encuentra. Sé su nombre. Corinne.- murmuré. Ella me observó como si le hubiera revelado la cura del cancer. -Se dice que perdió sus poderes y pasó a depender de más tácticas humanas, armas de fuego y tácticas militares para llevar a cabo sus trabajos.- informé. Medité las siguientes palabras que saldrían de mi boca, no quería decírselo, ya que eso confirmaría lo que estaba sospechando en este momento. Suspiré y decidí que lo diría. Si quería saber las cosas, tendría que ser todo y con la verdad. -Es una asesina poderosa y peligrosa al que el gobierno federal ha estado rastreando durante bastante tiempo.- hizo una mueca al oírme. -Una vez escuché a mi madre mencionar algo sobre una adopción, pero para una niña de 10 años no fue relevante. Ahora entiendo que eras tú. Te dieron en adopción por alguna razón que desconozco, pero lo que sí sé es que no te alejarían si no fuera por algo importante. Seguramente estabas en peligro.- finalicé.
-¿Por qué me dices todo esto? Además lo de mi madre.- inquirió.
-Tal vez me salí de lo que querías saber, pero creo que merecías saberlo.- dije. -No me conoces, ni yo a ti, pero somos familia y si necesitas algo más, ya sea buscar a tu madre o lo que sea, no dudes en pedirme ayuda.-
-Esa noche que causé el accidente de auto...- inició a relatar.
-Cuando estabas descontrolada por la luna llena.- corregí.
-Hay una parte que nunca le he contado a nadie. Antes de subir al auto, mi madre... Mi madre adoptiva, supongo, peleamos mucho. Ni siquiera recuerdo por qué. Pero recuerdo lo que le dije.- siguió.
-Malia, no tienes que...- traté de decir:
-Le dije: "Ojalá se mueran todos".- me interrumpió. Podía notar el dolor y la culpa con la que cargaba.
-Sé lo que estás pensando.- hice brillar mis ojos. Dorados. Ella se sorprendió por ello. -El asesinar no es algo que se herede. Peter decidió dejarse llevar por toda la ira y el rencor que sentía, él decidió cobrar venganza por lo que le hicieron a nuestra familia. No lo justifico, pero en parte lo entiendo. Corinne, para ser sincera no tengo idea del porqué hace lo que hace. Ser asesino no viene de familia. Tú solo fuiste una víctima del descontrol en la luna llena. Nadie nace sabiendo. Y no es tú culpa.-
Se quedó en silencio, procesando lo que le había dicho. Volvió a mirar la pintura y después de unos cuantos segundos fijó sus ojos en los míos.
-¿Crees que podemos tener la relación de primas que deberíamos haber tenido?- me preguntó.
-Me encantaría.- admití.
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Al finalizar la plática con mi prima, me fui a refugiar al departamento de mi hermano. No quería regresar con los Argent y que Chris se la pasara regañándome por salir corriendo de esa forma. Estaba bastante paranoico con que mi nombre formara parte de la lista negra.
Toqué la puerta y esperé a que Derek me abriera. Si bien siempre estaba abierta y podía pasar, quería evitarme el tener que lavarme los ojos con cloro si lo veía con Braeden. Teníamos confianza, pero no tanta.
-¿Qué?- soltó de forma brusca. Estaba sin playera y con el abdomen vendado.
-Hola Alice, ¿cómo está mi hermana favorita? Yo estoy bien, ¿y tú?- dije con sarcasmo por su forma de saludar.
-¿Qué haces aquí? ¿Por qué no estás en tu casa o con los Argent?- cuestionó mientras me dejaba pasar.
-Lamento haber interrumpido tu luna de miel.- murmuré al observar a la mercenaria durmiendo en la cama. -Pero no quería regresar con ellos. No cuando me fui corriendo sin avisarles dónde estaría y con la paranoia de Chris.- hablé bajo para no despertar a mi cuñada.
-Vienes con la cola entre las patas.- comentó divertido.
Rodé mis ojos y solté un bufido. -¿Puedo quedarme o no?-
-Si así puedo fastidiar a Argent, si.- dijo. Tenía una estúpida sonrisa de satisfacción en el rostro que me daba ganas de borrársela a golpes.
-Voy a dormir con mis audífonos, pero por favor, tengo oído sobrenatural, puede que no sirvan.- me dirigí a mi habitación y escuché la risa del azabache. -Descansa Der.-
-Descansa Ali.- respondió.
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Allison me escribió diciendo que ella, Lydia y Jordan venían de camino al loft porque necesitaban ayuda con respecto a un oficial, que ya no recordaba su nombre, porque al parecer había sufrido un intento de asesinato y la persona falló. Estaba claro que era sobrenatural. También mencionó que Scott y Isaac estarían aquí en unos cuantos minutos. Todos teníamos que decirle la verdad.
Una vez llegaron todos, el Hale menor se acercó al oficial y comenzó a inspeccionar las palmas de las manos de este último, para después hacer lo mismo con el dorso.
-¿Cómo se llama?- le pregunté a la cazadora.
-Jordan Parrish.- susurró en respuesta.
-¿Te cubrió con gasolina?- cuestionó el azabache. Todos estábamos a su alrededor observando lo que hacía. Mis niños a mis lados.
-El pelo y las uñas, ¿verdad?- preguntó la chica Martin. -Las partes del cuerpo que están básicamente muertas.-
-Deberían haber desaparecido.- mi hermano comentó.
-Me prendieron fuego. Debería haber muerto.- señaló Jordan.
-No si eres como nosotros.- le dijo Scott.
-¿Cómo ustedes?- inquirió Parrish.
-No creo que sea como nosotros.- señaló Derek.
-¿Entonces qué es?- cuestionó la rubio fresa.
-Lo siento, no tengo ni idea.- el azabache le respondió.
-Pero sabías sobre Jackson y Kira.- insistió el Alfa.
-No tengo mucha experiencia con esto, pero quizás aparezca en el Bestiario, Alice.- llamó mi atención. -¿Has leído algo sobre esto?- cuestionó.
-Tengo una idea de que podría ser, pero no me quiero apresurar.- mencioné. -Seguiré leyendo.- aseguré al ver la mirada confundida de los demás.
-¿Probaste con Argent?- mi hermano le preguntó a Scott, pero él negó con la cabeza.
-Le escribí, pero no me ha respondido ningún mensaje. Cuando lo llamaba me decía que la línea estaba ocupada.- murmuró en respuesta. Al escuchar esto, solo puede hacerme la tonta ante la mirada de mi familia. Sabía que no entraban sus llamadas debido a que el hombre insistía en llamarme.
-Ali.- se burló el Hale menor. Le gruñí en advertencia. -¿Has hablado con él?-
Estaba a nada de lanzarme para golpearlo, porque odiaba la diversión que estaba sintiendo. -Por la tarde iremos con él, tal vez sepa algo que nosotros no.- aportó la Argent, tomándome de la mano para que no avanzara, evitando una pela.
-En su Bestiario podía tener algo al respecto.- añadió el rubio.
-Bien, espera. ¿Qué es un Bestiario?- preguntó Jordan. -En realidad, no es mi única duda. Solo.... solo díganme algo. ¿Todos ustedes son como Lydia?-
-¿Cómo Lydia?- repitió Isaac.
-¿Todos son psíquicos?- preguntó el oficial.
-¿Psíquicos?- Derek habló burlón.
-Sí.- aceptó.
-No exactamente.- admitió el chico McCall.
-Está bien. Entonces ¿qué son?- inquirió.
Los que poseíamos poderes sobrenaturales nos volteamos a mirar entre sí, los adolescentes posaron sus ojos finalmente en mi. -¿Por qué todos me miran?- cuestioné. Estaba cruzada de brazos y enarqué una ceja.
-Porque tú sabes más que todos aquí.- apuntó la banshee.
-Sabes las consecuencias de meter a alguien en esto.- agregó Allison.
-Está metido en todo esto desde que su poder surgió. Merece saber todo.- murmuré. Le asentí a los chicos. Le diríamos toda la verdad. Scott, Isaac y yo le enseñamos nuestros ojos de colores brillantes, tomándolo por sorpresa.
-¿Cómo...- empezó a balbucear.
-Te lo explicaremos todo.- le dijo el Alfa.
-Prepárate, es una larga historia.- comentó el Lahey.
Lo tomé del brazo y lo hice sentarse en el sillón. Eran demasiadas noticias que procesar y era mejor que estuviera cómodo.
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Luego de contarle a Parrish lo sucedido en estos últimos años y por últimos años me refiero a lo acontecido desde que nací prácticamente. Si quería saber todo, lo sabría todo. El oficial se veía ligeramente aturdido por toda la información obtenida.
-¿Qué es un kanima?- fue lo primero que preguntó.
-Te conté 27 años en cosas sobrenaturales y ¿solo preguntas eso?- gruñí frustrada, siempre era la pregunta que todos tenían al enterarse de esto.
Sonrió avergonzado. -Ya hablaremos de eso.- respondió Scott. -Solo debes saber que todos los que son como nosotros, los que tienen alguna habilidad súper natural, están en la lista negra.-
-Pero ni siquiera sé qué soy.- comentó Jordan.
-Estoy casi seguro de que no les importa.- le dijo Derek.
-¿De cuántos asesinos profesionales estamos hablamos?- nos preguntó.
-Estamos perdiendo la cuenta.- admitió Lydia.
-El problemas es que ya no son solo profesionales.- comenté, sentándome en el brazo del sofá.
-No creo que Haigh haya hecho algo como esto antes.- notificó el oficial.
-Puede que se dejara llevar por la tentación del dinero.- aportó la Argent.
El nuevo ser sobrenatural asintió. -Aprovechó la oportunidad.-
-O sea que cualquiera con la lista negra puede hacerlo.- siguió el Hale menor.
-Pero si Haigh la tenía, entonces, ¿quién más la tiene? ¿Qué tan difícil es obtener esta cosa ahora?- preguntó Jordan, pero nadie supo qué responderle.
-Mencionaste que Meredith estaba relacionada con tú abuela y la lista, ¿cierto?- pregunté en dirección a la rubio fresa.
-Sí, ella solo fue a la casa del lago de mi abuela una vez. Pero creo que con eso bastó.- explicó.
-¿Cómo la conoció tu abuela?- cuestionó el azabache.
-No la conocía.- le respondió. -Ella la encontró. Por medio de una mujer llamada Maddy. La mujer a la que amaba.- Lydia le pasó una fotografía a Scott, donde se apreciaba a dos mujeres jóvenes sonriendo a la cámara. Una de ellas tenía un gran parecido a la Martin menor. -Nunca la conocí, pero vi su nombre en todas partes. Formaba parte de un equipo de carreras de yates. Había plaquetas y trofeos en la casa del lago de las carreras que había ganado.-
-¿Cómo murió?- cuestionó Parrish.
-Cómo no es lo importante. Es lo que sucedió justo antes de su muerte. Mi abuela, Lorraine, trabajaba para IBM en San Francisco. Un fin de semana estaba allí, poniéndose al día en el trabajo. Comenzó a escuchar un sonido... como de lluvia. Pero cuando miró por la ventana... solo vió un cielo azul.- empezó a relatar.
-Pero ¿seguía escuchando la lluvia?- le preguntó el Alfa.
-Y cada vez era más fuerte. Lluvia y truenos retumbaban como disparos en su cabeza. Muy fuerte. Finalmente gritó.- mencionó.
-Como una banshee.- soltó su mejor amiga.
-Llamó a Maddy, quien planeaba salir a navegar por el lago. Pero Maddy dijo que allí también estaba soleado, así que Lorraine no dijo nada.- continuó.
-Hubo un accidente.- adivinó Parrish.
-Les llevó cuatro días encontrar el cuerpo de Maddy. Y después llevó décadas saber cómo lo supo Lorraine. Comenzó con los parapsicólogos, como si el título de PhD lo hiciera las científico. Construyeron el estudio en la casa del lago de acuerdo a todas las teorías pseudocientíficas que pudieron encontrar. Nada de eso funcionó. Después profundizó en el arte de lo oculto. Como médiums y psíquicos. Todos ellos fallaron. Salvo Meredith. La encontraron en la casa Eichen. Una frágil niña que no entendía las cosas que escuchaba. La llevaron al estudio. Y casi la matan. Estuvo en el hospital casi un año. Ella nunca se recuperó en su totalidad. Mi abuela la volvió loca. Y yo la arrastré al suicidio. Y todo lo que ella quería hacer era ayudar.- Lydia sacó un papel de su bolsillo para colocarlo sobre la mesa. -Mi abuela creó el código para la lista negra. Creen que ella fue la banshee que puso los nombres primero. Me dejó un mensaje con el mismo código.-
-Pero no dejó la manera de descifrarlo, ¿verdad?- la rubio fresa negó con la cabeza ante la pregunta de Scott.
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-¿Podemos ir a comer algo? Yo los invito.- ofrecí para no entrar al apartamento y encontrarme a Chris.
-¿Te asusta Argent?- Isaac preguntó burlón.
-No rubio. Solo no quiero entrar y que se arme una pelea porque me niego a darle la razón.- respondí. -Porque si, fue muy idiota de mi parte haberme ido así, pero tu padre no tiene que saberlo.- me dirigí a la cazadora.
El elevador se abrió y caminamos para poder quedar frente a la puerta para que Allison pudiera abrirnos.
-Mi papá está en su despacho.- me indicó la adolescente.
-¿Quieres que nos vayamos?- me preguntó el hombre lobo.
-No. Vayan a la cocina. Cuando salgamos, si ven que cocina él, es porque no se enojó demasiado conmigo.- dije y me dirigí a la puerta de donde me esperaba el mayor.
Al ver que los dos niños ya no estaban a la vista, acerqué mi mano al pomo de la puerta.
-Chris, me se cuidar perfectamente sola.- informé al entrar a su oficina. Él me esperaba ahí sentado en su silla tras el escritorio con un vaso con whiskey. -No hace falta que te pongas paranoico.- me crucé de brazos.
Dejó su bebida en la mesa y se levantó de golpe. -Entiéndelo, ¡estás en una lista de muerte! ¡Cualquier persona la puede tener! ¡Cualquiera podría matarte!- se exaltó por lo que me acerqué a el. Acomodé la silla para que pudiera empujarlo y quedara sentado nuevamente. Si bien me sacaba como 10 cm, quería poder verlo sin tener que levantar ligeramente la cabeza.
-Quiero pensar que lo dices porque te preocupas por mi y no porque si me muero yo, tú también lo haces.- comenté tratando de hacerlo reír, pero solo me miró mal. Trataba de evitar una discusión porque realmente quería comer.
-Alice.- me regañó. Me senté en su regazo, con cada una de mis piernas en sus costados. Él acomodó sus manos en mi cadera. -No puedes salir corriendo así. No cuando vales 18 millones muerta.-
-No sé porqué valgo tanto. No es que sea especial, digo, claramente que soy especial e increíble, pero respecto a esto. Soy una simple loba.- me encogí de hombros.
-Alice.- me volvió a regañar. Rodé mis ojos.
-Tranquilo.- susurré y subí mi mano para poder acariciar su mejilla, él se relajó ante mi tacto. -Nada malo va a pasarme.- retiré mi mano y dejé un beso en la zona. -Si pierdo la vida sería una vergüenza para mi, ya que no me gusta perder.- arrugué mi nariz. Sonreí en grande al escuchar que el hombre soltó una pequeña risa. Celebré internamente al percatarme de que ya no estaba molesto. -Pero ya hablando en serio. Podría enfrentarme a cualquiera hasta con los ojos cerrados. No por nada a mi padre le dicen "Alfa de alfas, Depredador de depredadores, Muerte, Destructor de mundos, Demonio lobo".- murmuré intentando imitar su voz. -Tenía que aprender algo de él.-
-No quiero perderte, no otra vez.- murmuró. Rodeé su cuello con mis brazos y él mi cintura, formando un abrazo. Sentí que me apretó lo más posible a su cuerpo.
-No me vas a perder. Lo prometo.- aseguré, susurrando en su oído. -Ahora, vamos a comer. Tengo hambre.- comenté separándome ligeramente para poder verlo a los ojos.
-Afortunadamente somos ricos, si no, ya nos hubiéramos quedado en banca rota por todo lo que comes.- se burló.
-En lugar de ofenderme voy a estar de acuerdo con eso. Que no se te suba a la cabeza.- lo señalé. -Como por dos, así que te aguantas.-
-De acuerdo, vamos a comer. Pero de ahora en adelante no me separaré de ti hasta que no detengamos esa maldita lista.- dejó un beso en mis labios.
-¿Premio o castigo?- cuestioné. Él rió ligeramente y me dió una nalgada.
-Levántate.- ordenó. Enarqué una ceja.
-No recibo órdenes.- contesté.
-Si no lo haces, los chicos se tendrán que ir nuevamente y no vas a comer.- de forma inmediata me levanté y me dirigí a la puerta.
-¿Qué haces todavía sentado?- pregunté en el marco de la puerta, al no escuchar que se incorporara. -Tengo hambre y no pienso cocinar yo.- no me fijé si me seguía o no, ya que estaba rumbo a la cocina.
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