06
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Derek me habló, contándome lo sucedido con la manada de Satomi y que Braeden estaba en el hospital por una herida de bala, así que decidí acompañarlo. Nos encontrábamos a un lado de la cama de la mercenaria, donde ella se recuperaba de la operación.
Él y yo estábamos sentados en sillas a un lado de la cama, mi hermano estaba bastante atento a la mujer y yo estaba comiendo algo que conseguí en la cafetería.
-Pareces acosador.- dije al ver que no despegaba su mirada de la morena. Solo recibí un bufido de su parte y un pellizco en mi brazo.
Me estiré para golpearlo en la cabeza, recibiendo un gruñido de su parte. Él procedió a quitarme un pedazo de mi comida y me sonrió victorioso, por lo que yo pellizqué su pierna. Estábamos a nada de seguir peleándonos cuando el ruido de la puerta ser abierta nos distrajo. Melissa ingresó a la habitación con una jeringa en la mano. Cerré el envase de mi comida, lo puse en un pequeño mueble que había y el menor y yo nos reincorporamos del asiento.
-¿Qué es eso?- preguntó Derek al ver a la mujer pasar el contenido de la jeringa a la bolsa de suero por intravenosa.
-Naloxone. Debemos despertarla.- respondió.
-¿Qué sucede?- cuestioné al ver la preocupación reflejada en su rostro.
-El CCE puso a la escuela en cuarentena con los chicos aún dentro.- dijo volteando a verme.
-¿Qué?- saqué mi celular con la intención de llamar a Allison o a Isaac, esperando que alguno me respondiera, sin embargo, no logré hacer nada ya que Braeden se había incorporado violentamente, tomando una fuerte bocanada de aire. Despertó desorientada, parecía que saldría corriendo en cualquier segundo.
-Braeden, mírame.- la llamó Melissa. -Te dispararon, pero estás en el hospital y ya estás bien. ¿Entiendes?- la morena volteó a ver al azabache y este asintió en su dirección, acto seguido ella imitó la acción, pero ahora a la mayor. -Bien. De acuerdo. Anoche estabas en el bosque, ¿y te cruzaste con otra manada? ¿Sabes qué les sucedió?- inquirió.
-Te lo dije, fueron envenenados.- comentó el Hale.
-No.- musitó la mercenaria. -No, fueron infectados.- los dos lobos nos miramos confundidos. -Fue un virus diseñado para matar hombres lobo. Y lo hizo. Los mató a todos.-
Se escuchó un ruido que solo Melissa fue a revisar. La chica volvió a dormir.
Volví a mi asiento a un lado de la cama de Braeden, jugaba con mis pulseras por los nervios. Si bien no tenía una relación estrecha con ellos, me preocupaba que algo les sucediera, sobre todo a Allison y Isaac. El azabache estaba atrás de mi, con sus manos en mis hombros haciendo un masaje, ya que era lo que me calmaba cuando me estresaba y justo en este momento lo estaba, debido a que no sabía nada de los niños ni de Christopher.
Sabía con certeza que mi hermano estaba atento a la morena. Su lobo estaba algo inquieto al ver a su compañera herida, así que en parte, el masaje que me proporcionaba lo ayudaba a distraerse y ayudaba a controlar sus impulsos.
-Me alegra verte feliz con alguien.- comenté llamando su atención.
Él dejó de hacer lo que hacía con anterioridad. Levanté mi cabeza para poder verlo. -Creí que nunca la encontraría.- admitió. Había una pequeña sonrisa queriendo escaparse.
Solté una pequeña risa. -Queríamos escapar de Beacon Hills para poder buscar a nuestros mates y mira donde los vinimos a encontrar.- el rió ligeramente. La chica sobre la camilla se removió incómoda y volteamos a verla.
-¿Qué siguen haciendo aquí?- cuestionó la morena una vez despertó.
-Estoy protegiendo mi inversión.- quise soltar una risa por su mentira, aparte de que balbuceó antes de responder. -Tengo mucho dinero en juego contigo.- respondió el hombre.
-No te iba a dejar con el idiota de mi hermano.- dije. La mujer sonrió en mi dirección y como no, recibí un golpe en mi cabeza. -Aparte tenía que cuidar a la futura señora Hale.- susurré, así que solo el hombre escuchó, lo que sé por el tirón de cabello, recibiendo un gruñido de mi parte y que moviera mi mano para encajar mis garras en su brazo.
Unos toques en la puerta llamaron nuestra atención. -Derek. Creo que hay alguien a quien buscabas.- comentó la señora McCall, a la vez que abría la puerta de la habitación.
Se hizo a un lado y apareció una mujer. Satomi. Nos comenzó a contar que llegó con un miembro de su manada, el estado de este y que nos necesitaban en la morgue.
-En un rato regresaremos a verte, ¿de acuerdo?- dije en dirección a la mercenaria.
-Ve. No te preocupes.- respondió. Me despedí de ella y seguimos a las dos mujeres hasta el elevador para llegar al lugar.
-Si no le propones matrimonio, te juro que lo haré yo Derek.- dije con una sonrisa burlona, queriendo molestarlo en lo que llegábamos.
-¿Y Argent?- cuestionó.
-Lo dejo sin dudarlo por Braeden.- respondí. La sonrisa en mi rostro solo aumentó al escuchar su gruñido. -Aunque ni siquiera puedo dejarlo si no tenemos nada.- me encogí de hombros.
Sé que a pesar de venir susurrando, Satomi nos escuchaba a la perfección.
-¿Su relación es de solo sexo?- preguntó. Él podría ser muy celoso respecto a mi vida amorosa, pero dejó de serlo cuando encontró a la mercenaria, ya que sabía que yo me pondría así con respecto a su relación. Aparte de que él y yo teníamos una confianza extremadamente grande respecto a estos temas. No nos incomodaba hablar de ello.
-Nah, ni siquiera lo hemos hecho.- admití. -Solo uno que otro beso.-
-No puedo creer que yo lo hiciera antes que tú con mi mate.- dijo divertido. -De los dos siempre fuiste la que más sexo tenía.-
-Si bueno, quería hacer las cosas bien y no pensar con la hormona como lo haces tú.- comenté.
Guardamos silencio una vez estuvimos frente a la puerta de la morgue, Derek la empujó con sus manos y nos dió el paso. Me acerqué y me senté en una mesa cercana al cadaver. Alan estaba ahí revisándolo.
-Alice, ¿sabes lo qué es esto?- cuestionó al verme.
-Sabes más que nadie aquí, ¿para que quieres que lo revise?- cuestioné.
-Necesito una segunda opinión. Quiero verificar no estar alucinando.- dijo.
El hombre me pasó unos guantes, me los coloqué y me estiré para analizar lo que me enseñaba. -Es una variante de moquillo canino.- dije, a lo que asintió.
-Hace unos años, un brote en Yellowstone mató al 40% de la población de lobos.- informó Deaton.
-¿Qué le hará a nuestra población de lobos?- cuestionó Melissa.
-Fue alterado para infectar más rápido.- el veterinario le respondió.
-¿Dices que lo usa como arma?- preguntó el Hale.
-Infectó a toda mi manada.- informó Satomi.
-A todos menos a tí.- señaló Deaton. -Esa es la verdadera cuestión. ¿No te infectaste? ¿O eres inmune?-
-Si tu manada estaba infectada, ¿quién estaba disparando en la entrada del bosque?- le preguntó Derek.
-Aparentemente otro asesino. Preferiría enfrentarme a un arma, antes que a una especie de viruela.- respondió la Alfa.
-Como si tuvieras opción.- comentó Melissa.
Mi hermano estaba a un lado de mi, con su mano en mi hombro. Era la postura que tomábamos siempre cuando teníamos reunión con toda la manada Hale.
Satomi se había distraído observando a Derek y a mi, intercambiando su mirada de uno a otro. Él, cuando lo notó, la miró confundido. La mayor, al verse descubierta, desvió su mirada, sonriendo apenada.
-Lo siento. Acabo de darme cuenta de cuánto me recuerdan a Talia. Principalmente tú Alice.- volteé a ver a mi hermano y este tenía una pequeña sonrisa en el rostro. Le encantaba cuando alguien le mencionaba algo de nuestra madre y más cuando lo relacionaban con él. -Solía visitarla mucho, sabes. ¿Me recuerdas?- indagó. -Sé que Alice si ya que seguimos frecuentándonos.-
-Recuerdo el té. Siempre traías ese té que olía horrible.- respondió divertido con el recuerdo.
-Derek Hale.- lo regañé, dándole un codazo en el abdomen. Satomi solo se rió ligeramente.
-Llevaba ese té como un presente. A su madre le encantaba.- la mayor informó con una sonrisa.
-¿Qué clase de té?- preguntó Deaton. Los tres lo volteamos a ver.
-¿Qué?- preguntó la Alfa.
-El té del olor, ¿qué clase era?- el moreno indagó.
-Reishi. Reishi púrpura salvaje. Es muy raro.- respondió.
-También es un remedio muy poderoso contra enfermedades. Satomi, no te infectaste porque has sido inoculada.- el veterinario avisó.
-Muy bien. ¿Qué tan raro es?- cuestionó Melissa. -¿Podemos encontrarlo?- añadió.
El azabache y yo nos volteamos a ver, ambos asentimos al otro al saber la respuesta. -No tenemos que hacerlo.- Derek contestó.
-Nuestra madre guardó un poco. Está en nuestra bóveda.- completé.
-Llamaré a Rafael, está investigando lo que sucede.- nos dijo la señora McCall. -¿Dónde está?-
-En un frasco en uno de los estantes.- informé. Ella asintió y procedió a llamar al hombre.
Satomi, Derek y yo salimos de la morgue a paso apresurado.
-Tenemos que ir a la escuela.- anuncié.
-¿Qué hay de los otros en el Mirador?- nos preguntó la mayor.
Ninguno puedo responder o hacer algo, ya que, escuchamos el ruido que hacía el elevador cuando llegaba a un piso. La puerta del ascensor se abrió y una chica rubia nos apuntó con el arma que traía en la mano.
Derek se lanzó sobre mi, protegiéndome de las balas que comenzaban a volar hacia nosotros. Estábamos arrinconados en un costado del pasillo. Satomi quedó al descubierto, sin embargo, eso no resultó ser un problema para la mujer Alfa, ya que había esquivado sin dificultad alguna todas las balas que salieron, lo hacía a medida que avanzaba hacia la rubia.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca, la mayor apuñalo a la que disparaba en el cuello, con algún artefacto de punta filosa. Su pistola terminó en el suelo, la loba retiró el artefacto, por lo que la mujer del elevador aterrizó al piso sin vida.
Deaton y Melissa salieron de la morgue y el Hale menor me ayudó a reincorporarme. -Puede que haya aprendido a controlar mi ira, pero aún sé cuando usarla.- dijo cuando nos volteó a ver.
-Tú deja de creerte Superman.- dije en dirección a mi hermano. -Puedo curarme, tú no, idiota.- lo regañé.
-Te recuerdo que tú también estás en la lista y eras la segunda de mayor valor.- dijo. Solté un bufido al recordarlo. -Y todavía que te salvo, te quejas.- rodó sus ojos. -Se dice gracias.-
-Oh vamos, ¿qué probabilidad había de que esa chiquilla me asesinara?- cuestioné. -Prácticamente mi papá es Deucalion.-
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Después de esa conversación con el menor, salí rumbo a la escuela, pasaría por Allison y Isaac, ya que Argent estaba desaparecido.
Al llegar estaba todo rodeado de policías y gente del CCE. Aparqué donde pude mi auto, los chicos supongo que lo habían visto, ya que estaban caminando en mi dirección. Para ser sincera me dió flojera bajarme, así que solo esperé a que subieran, pero mi ceño se frunció cuando noté que tenían una pequeña discusión/pelea, así que para separarlos y debido a mi falta de paciencia, hice sonar el claxon. Saltaron asustados, pero la chica se recompuso de inmediato y se subió al copiloto. Él bufó molesto y subió a la parte trasera.
-Si ya dejaron de pelearse por el asiento, ya podemos irnos.- murmuré.
-Hola, Alice.- me saludaron al unísono.
-Hola, chicos.- dije y emprendí camino hasta el edificio de los Argent.
-¿Y mi papá?- me preguntó la cazadora. -No me molesta que vinieras tú, pero no ha respondido mis llamadas.- añadió.
-No lo sé, linda. Desde ayer que no hablo con él.- dije haciendo una mueca. -Tal vez está ocupado.- agregué al ver la cara de preocupación de la adolescente. -Si estuviera herido sabes que lo sabría.-
-Es que es raro que no conteste. ¿Crees que fue a buscar a Kate?- cuestionó.
-No creo que hiciera eso. Se lo prometió a Alice.- aportó el rubio.
Tenía la leve sospecha de que si la buscó, pero no lo admitiría frente a los niños. -Mejor cuéntenme lo que pasó en la escuela.- pedí. Ellos no muy convencidos comenzaron a relatarme lo acontecido. Lo que sucedió para que iniciara todo esto, el descontrol de los lobos, el cómo se encerraron en nuestra bóveda, la ceguera, que Malia se enterara que es una Hale y como se solucionó.
Justo en el momento en que llegamos, ellos terminaron de explicarme. -Tuvieron que haberle dicho.- comenté. -Merecía saberlo por sus amigos y su novio y no por un pedazo de papel.-
-No le contamos porque ya sabes... su padre es Peter.- mencionó el chico Lahey.
-Es tú familia, pero...- intentó explicar la Argent.
-Lo sé, pero ahora lo sabe y no habrá necesidad de seguir ocultándolo.- mencioné. Para ser sincera desde que me enteré que ella era mi prima he querido conocerla, así que supongo que le dejaré una que otra señal para que se reúna conmigo, ya que no creía que me respondiera si le escribía.
Salimos del auto y nos encaminamos al elevador. Nadie dijo nada durante la espera a que el artefacto llegara al piso correspondiente.
Estábamos frente a la puerta y no noté el sonido del corazón de Chris, ni su olor; Isaac me volteó a ver cuando se dió cuenta, negué ligeramente para que no lo mencionara.
-Váyanse a dar un baño y en un rato les hablo para comer. No tengo ganas de cocinar por lo que voy a pedir, pero si alguien quiere hacer la comida, yo no me quejo.- dije y prácticamente los corrí a sus cuartos. Quería evitar que la chica notara la falta de su padre.
Deucalion me había dejado el piso de donde solían vivir cuando la manada de Alfas llegó, arriba de los Argent. Acomodé el lugar y era donde Isaac y yo estábamos viviendo, bueno, las veces que él no se quedaba con los McCall. Quería dejarle su espacio a mi hermano, así que me mudé acá, servía para tener a mi lobo tranquilo debido a la cercanía con Chris.
Los chicos asintieron y se dispusieron a caminar. Allison al interior del departamento, el rubio al piso superior.
Cuando dejé de ver a los dos menores, cerré la puerta y me dirigí a la oficina del hombre de ojos azules. Me senté en su silla y subí mis pies a su escritorio.
Me dispuse a jugar con una de mis pulseras en lo que Chris llegaba. No supe cuánto tiempo pasó, pero si sabía que no fue demasiado ya que los chicos no venían a buscarme para alimentarlos; el hombre entró al lugar.
Sus ojos cocharon con los míos y se acercó a darme un beso a modo de saludo. -¿Cómo te fue buscando a tu hermana?- pregunté.
Bajé mis piernas y recargué mis brazos en el escritorio. Él se movió al mueble donde solía guardar sus armas. -Estaba acompañada de sus Berserkers y...- su voz se detuvo abruptamente cuando se dió cuenta de lo que decía.
-¿Y? ¿Qué más pasó?- cuestioné. Me volteó a ver alarmado. En parte me divertía que me confesara, sin darse cuenta, de su búsqueda, pero por otro lado me sentía decepcionada porque me había prometido que no iría solo.
-Sé que te prometí que iríamos juntos, pero...- intentó explicar, pero levanté una de mis manos para que se detuviera.
-Sé que eres un cazador y sé que siempre has hacho las cosas tú solo, sobretodo cuando se trata de cazar a los sobrenaturales. Puede que tuvieras un equipo acompañándote, pero se les enseñó a hacer todo por su cuenta.- se acercó a mi y me levantó, para después sentarse él y hacer que yo me sentara en su regazo. -Ya no estás solo. No tienes que hacer las cosas por tú cuenta. Me tienes a mi y tal vez lo hagas para protegerme, pero creo que es mejor si vamos los dos. De todas formas si tú sales lastimado, yo igual lo estaré. Solo confía en mi.- subí mis manos hasta enrollarlas en su cuello, jugueteando con su cabello. Amoldó sus manos en mis muslos y me pegó a su cuerpo.
-No es que no confíe. Lo hago. Realmente lo hago. Me estoy permitiendo ser el hombre que mereces, el que exprese todo lo que quiere sin miedo. Pensé que te protegía al hacerlo todo solo, pero me di cuenta de que solo empeora las cosas.- respondió.
-Si quieres hacer cosas por tú cuenta está bien. No tenemos que pasar todo el día pegados. Solo me gustaría ayudarte. Tus problemas son los míos ahora. Sobretodo si sobre la jaguar loca de tu hermana.- dije y soltamos una pequeña risa ante la mención de Kate.
Acercó su rostro al mío, nuestras respiraciones chocaban, pero solo movió su nariz contra la mía, formando un beso de esquimal. Luego de unos segundos, chocó sus labios contra los míos, permití que él se abriera paso y que explorara cada rincón de mi boca. Escuchaba los latidos de nuestros corazones latir al mismo ritmo, como uno solo. Era un beso dulce y tierno.
Nuestras respiraciones se habían acelerado, hasta el punto en que comenzó a faltarnos el oxígeno. Solo entonces nos separamos. Nos miramos a los ojos sin pronunciar palabra alguna, pero diciéndonos todo.
-Te quiero tanto, Alice.- murmuró sobre mis labios.
Demasiadas cosas habían cambiado en muy poco
tiempo. Mi vida nunca volvería a ser la misma a como lo era antes del incendio, y no tenía ni idea de cómo afrontar los retos que se me presentaban en el camino. Mi mamá siempre estaba ahí para guiarme, para ayudarme a ser la mejor consejera y líder que existiera. Me preparó para ser el Alfa de nuestra manada, pero había algo para lo que nunca me preparó. Aprender a querer a alguien. Mis relaciones se basaban en algo meramente carnal, nunca me detuve a dejar florecer mis sentimientos. Perdí la confianza en las personas y dejé de saber lo que quería, me perdí por mucho tiempo y esperaba pronto volver a ser lo que alguna vez fui. Pero, en este momento, al ver los ojos brillando de Chris, demostrándome que sus palabras eran sinceras y que hacía uso de todos su sentimientos, que con esas simples palabras, pero poderosas, me demostraba que podía tener un lugar seguro. Algo a lo que llamar hogar. Con todo esto sabía con tal seguridad que deseaba responderle con tal honestidad.
-Te quiero tanto, Chris.- respondí. Él sonrió enorme, inconscientemente lo imité. De nueva cuenta se lanzó por mis labios. Esas palabras no eran suficientes para abarcar todo lo que sentía por el hombre.
Decir "te quiero" por primera vez en una relación, daba miedo porque eran palabras importantes. Tenemos que pronunciarlas desde la verdad, a nuestra manera. Existen diferentes maneras de decir "te quiero", pero que las dijera en este momento serio y en donde le pedía que se abriera conmigo, lo hicieron el doble de especial.
Al pronunciarlas por primera vez nos estábamos exponiendo. Estábamos en la espera de que esas palabras fueran correspondidas. No siempre estábamos seguros de que fueran tomadas positivamente, había un riesgo de vulnerabilidad. Además, decir "te quiero", cuando se dice por primera vez, implica una responsabilidad: la de que los actos hacia la otra persona sean coherentes con nuestras palabras.
Era mi mate, mi alma gemela, así que no me daba miedo decir que era muy pronto, no cuando nacimos para ser el complemento del otro. Éramos dos almas queriendo convertirse en una.
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Perdón por la demora y por la hora, pero llevaba tiempo escribiéndolo, así que ya terminado no me pude resistir a subirlo mañana.
Espero que les guste el capítulo. Amo leer sus comentarios, así que si quieren dejar algo, los leeré.
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