02

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Comencé a sentir varias heridas que no provenían de la reciente pelea contra las sombras, y de ser así, ya deberían haber cerrado. Revisé mi cuerpo en busca de que algo fuera mal, pero al no encontrar nada, me di cuenta de que eran provenientes de Chris. Todo el cuerpo me dolía, podía sentir su dolor. Estaba bastante débil.

"Cuando tu mate esté lejos de ti, sentirás todo lo que siente en ese momento. Sentirás desde lo bueno hasta lo malo. En el caso de que esté herido, solo deja que tus sentidos desarrollados se activen, puedes convertirte en lobo para agilizar tu búsqueda. Déjate llevar. Tu cuerpo te llevará hasta allí."

Recordé las palabras que una vez Talia me dijo sobre los mates. Así que hice uso de sus palabras y cerré mis ojos para poder encontrar al cazador.

Me subí a mi auto y solo dejé de pensar sobre cualquier lugar. Mi lobo se hizo cargo de conducirme hasta el Argent.

Después de unos minutos, llegué hasta su departamento. Subí hasta su piso y me encontré con el hombre tirado en el suelo, al igual que sus llaves. Tenía su celular en la mano. Creo que estaba desmayado.

Me apresuré a llegar hasta su lado y agudicé mi audición. Su corazón latía sin problemas.

Busqué un baño para poder tomar alcohol y una bolita de algodón. Una vez los tuve en mi mano, regresé hasta con el hombre y lo puse bajo su nariz, esperando que despertara.

Él frunció su ceño y se removió incómodo. Abrió ligeramente sus ojos y los movió por el lugar, analizando dónde estaba. Hasta que se topó con mi mirada. -¿Alice?- cuestionó. -¿Estoy soñando?-

-¿Sueñas conmigo?- murmuré divertida.

Cerró sus ojos y los apretó. -No estoy soñando, ¿cierto?-

Solté una pequeña risa. -No, no lo estás.- dije. -De acuerdo, ¿sabes dónde te encuentras?-

-En mi casa, por cierto, ¿qué haces aquí?- inquirió.

-Pasaba por aquí.- dije como si la cosa no fuera conmigo e ignorando el hecho de que salí del loft de madrugada para asegurarme de que estuviera bien. -¿Te puedes levantar?- asintió, así que, asegurándome de que no me estuviera mintiendo, lo ayudé a levantarse y lo dirigí a su oficina, ya que era la habitación más cercana.

-¿Piensas que te voy a creer que pasabas por aquí de madrugada?- cuestionó. Lo senté en una silla para poder curarlo.

-¿Qué otra cosa estaría haciendo?- enarqué una ceja. Me incline y posicioné mis manos en los posa brazos de la silla. Nuestros rostros estaban a centímetros de distancia.

-Tal vez estabas preocupada por mi.- dijo.

Subí mi mano hasta su abdomen. Ahí tenía una enorme herida, así que le quitaría el dolor y de paso yo disfrutaría. Él bajó su vista hasta donde tenía mi mano, lo vi tragar saliva y regresó su vista a la mía. Me concentré en quitarle el dolor, ya que lo notaba hacer pequeñas muecas cada vez que se movía.

-¿Cómo sabría que estabas herido?- pregunté.

-No lo sé. ¿Hay algo que quieras decirme?- su pregunta sonaba mas a burla. Como si supiera lo del lazo. Tenía una sonrisa ladeada.

-¿Hay algo que quieras oír?- susurré, atacando con otra pregunta. Nuestras respiraciones chocaban. Su mirada bajó hasta mis labios. Estuvo bastante rato así. Noté que los remojó y volvió a subir a mis ojos. Sus manos se colocaron en mi cadera. Sentí que me jaló ligeramente para poder sentarme en su regazo. Usé mi fuerza y de mi autocontrol para mantenerme en mi lugar.

Quería divertirme un poco así que, por qué no. Me acerqué hasta su oído. -¿A qué estamos jugando?- dejé un beso en su cuello y sentí que se estremeció.

Puse mi mano sobre su pecho. Podía sentir los latidos de su corazón perfectamente, estaban acelerados. Por fuera podrá estar con su rostro impasible, pero por dentro, no tiene un buen control.

Movió su cabeza, al punto en que nuestros labios se rozaron. Antes de que lograra acomodarme sobre él, me alejé de golpe. -Ve a bañarte para que te quites la sangre seca y pueda curar tus heridas.- dije con una sonrisa. Soltó un bufido y acató a mi orden.

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CHRIS

-Le brillaban los ojos.- dijo Scott.

-Tenía algo de ritual. Como si le mirara dentro del alma.- relaté mientras la Hale curaba una herida que tenía en una de mis cejas. De vez en cuando me distraía viendo su rostro, pero me recuperaba de inmediato. No quería ser muy obvio y que lo notaran.

-Es lo mismo que me hicieron a mí.- mencionó Isaac.

-Eso es lo que le hicieron a todos.- dijo la mujer sin despegar la atención de la herida.

-A todos no. Solo persiguieron a los hombres lobo.- señaló el chico McCall.

-Y a Lydia también la revisaron.- agregó Allison.

-Cualquiera que tuviera conexión con lo sobrenatural.- comprendí.

-¿Y quién es el tipo al que persiguieron en Japón?- preguntó el rizado, volviendo a la historia que les estaba contando.

-Un kumicho.- murmuró Alice.

-¿Dijiste algo Alice?- cuestioné. Escuché a la perfección que respondió. Solo quería asegurarme.

-¿Qué? No, yo no dije nada.- negó. Volteé a ver a los chicos confundido, ellos estaban igual. Decidí ignorarlo.

-Un jefe yakuza.- respondí. -Fue mi primer trato de armas. Tenía 18 años y se suponía que sería un simple intercambio. Salvo que Gerard se olvidó del pequeño detalle que los compradores eran yakuza. Quería ver si me podía adaptar al momento. Y probó mi habilidad de improvisar.- quería evitar hablar sobre Rose, así que solo mencioné que yo estaba ahí.

-O tu habilidad para sobrevivir.- interfirió mi hija.

-En cuanto bajó el sol, aparecieron de las sombras. Tenían espadas, no eran curvas como las katanas, sino rectas, de acero negro. Como ninjatos.- mencioné.

-¿Qué querían?- cuestionó Scott.

-Llegar al kumicho. Cortaban a todos los seres vivos que se les cruzaban.- les conté.

-¿Lo marcaron como hicieron con nosotros?- quiso saber el risado.

-No exactamente.- respondí.

-¿Qué era él?- indagó el chico McCall.

-No sé. Pero debe haber alguien que lo sepa. Otros pocos sobrevivieron esa noche.- dije.

-Uno de ellos era un hombre llamado Katashi.- volvió a contestar la mujer lobo.

-Alice.- la llamé. Con cuidado señalé mi oído, esperando que los chicos entendieran que quería que escucharan su corazón para asegurarme de que no estaba mintiendo. Había notado que cuando miente rasca su mano izquierda, pero ahora las tenía ocupadas.

-¿Qué sucede?- cuestionó.

-Volviste a hablar.- señalé.

-No, no lo hice.- volvió a negar. Su ceño estaba ligeramente fruncido. -¿Estás seguro de que no te golpeaste la cabeza? Estás escuchando cosas.- sentí que colocaba algo sobre la herida para protegerla de alguna infección.

Giré a ver a los chicos, ellos negaron. No estaba mintiendo. Estoy seguro de que todos la oímos responder. Esa información era correcta y ella parecía no saber que la dijo.

Preferí seguir con la historia. Más tarde le preguntaría de nuevo, o tal vez a Deaton. -Lo llamaban Silverfinger por un prótesis rara. Parecía que se las arreglaría solo. Supe que por un tiempo Katashi estuvo en el país. Ayer me la pasé buscándolo.- conté.

-Parece que no quería que lo encontraran.- apuntó Isaac.

-Parece que no.- respondí.

-¿Crees que sabe quiénes son?- la Hale preguntó.

-¿O qué quieren?- añadió el Alfa.

-Quizás.- dije.

-¿Y si no quiere hablar?- cuestionó Allison.

-¿Y si ni siquiera te recuerda?- continuó Lahey.

-Recordará esto.- me levanté y abrí una caja de madera, la cual contenía una máscara, que pertenecía a una de las sombras, rota en pedazos. -Sé que no lo maté. No estoy seguro de que puedas. Pero lo retuve para que pudiéramos salir de allí.-

-¿Qué había detrás de la máscara?- indagó el chico McCall.

-Obscuridad... Obscuridad absoluta.- respondí.

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Mientras Scott dijo que regresaría a la escuela, los tres restantes habían tomado la decisión de quedarse y ayudarme.

-El verdadero problema es que Katashi nunca recibe visitantes. Es un recluso paranoico que raramente sale de su celda.- expliqué.

-¿Cómo llegarás a él?- me preguntó Isaac.

-Debe darle algo que realmente le interese.- comentó la mujer lobo, a lo que asentí.

-Le gustan mucho las armas raras y antiguas. Ayer, hice que unos contactos corrieran la voz de que yo vendía una de mi propia colección.- mencioné mientras sacaba una pistola dentro de una vitrina. -Esta es una pistola Flintlock Turnover francesa de 1645.-

-No irás solo.- dijo mi hija.

-Si ella va, voy yo.- agregó el rubio.

-Siendo honesto no me parece que deba llevar a ninguno de los dos, ella por el contrario sabe pelear.- señalé a la mujer que estaba a mi lado. -Ustedes son niños.- agregué.

-Estaban mirando a Scott cuando salió el sol.- discutió el de rulos.

-Eso no quiere decir que sea la persona que buscan.- repliqué.

-¿Y si lo es?- agregó la menor.

-Si lo es, nos daría tiempo hasta la noche para ver la manera de protegerlo.- respondí.

-Está bien. Veamos si un yakuza paranoico quiere otra arma para su colección.- dijo el chico Lahey.

Allison y Alice se voltearon a ver. -Hagámoslo.- murmuraron al unísono. Algo dentro de mi se removió al ver a las dos chicas así.

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ALICE

Estábamos en el auto de Argent, a las afueras del edificio en donde veríamos a Katashi. Habíamos decidido irnos en un solo auto para no llamar tanto la atención.

Chris vió su celular y soltó un sonido. -¿Qué sucede?- indagó su hija.

-Katashi no quiere hacer la compra en persona.- explicó.

-Es un recluso paranoico.- comenté.

-¿No debería sorprenderte menos?- cuestionó Isaac.

-Quería ser optimista y creer que no tendríamos que usar el plan B.- respondió.

-¿El plan B? ¿Cuál es?- preguntó el rubio.

-¿Cuán alto eres?- dirigió su pregunta al chico.

Nos bajamos de la camioneta y el cazador sacó unos planos del maletero, los posó sobre el capó de la misma.

-La oficina de Katashi esta aquí.- señaló un punto.

-Chicos.- nos llamó el adolescente desde la parte trasera del auto.- Esto no funcionará. Me veo ridículo.- agregó mientras se asomaba, ya vestido de traje, pero con su camisa fuera del pantalón. -Es decir... Parece que acabo de salir de clase de una escuela católica. Y no podré recordar todo esto.- siguió quejándose mientras sostenía el papel que
le había dado Chris. -¿Qué significa esto? ¿"Giro sobre y debajo de los cañones"?-

-Solo debes hacer que ellos hablen como para dejarnos entrar y encontrar a Katashi. Quizás no esté para comprarlo en persona, pero... no estará lejos.- informó el cazador.

-Lo harás increíble. Rubio, te ves bien.- aseguré.

-Estoy sudando y se traspasa a mi saco. No sabía que podía sudar tanto.- siguió quejándose.

-Denme un segundo.- nos pidió Allison.

Los adolescentes se alejaron de nosotros. -Apuesto lo que quieras a que tu hija regresará con Scott.- comenté. Sabía que el chico no escucharía nuestra conversación, ya que estaba súper nervioso y estaba más atento a la cazadora. -Digo, Isaac me agrada, pero lo qué hay entre ellos no es lo mismo que con McCall.- añadí.

-Jamás lo admitiría en voz alta, pero creo que estaba mejor con Scott.- comentó.

-Perdón por lo que estás apunto de escuchar, pero entre ellos dos.- señalé a los adolescentes. -Solo hay una enorme tensión sexual. Estoy segura de que los has encontrado a punto de hacerlo.- murmuré divertida.

-En más de una ocasión.- admitió, su ceño estaba fruncido por el desagrado.

Solté una carcajada que intenté disimular con una tos al ver la cara del hombre. -Lo más seguro es que están confundiendo el cariño que se tienen como amigos al de una pareja.- dije.

El sr. Argent no pudo decir nada más. -Estamos listos.- anunció Allison llegando a mi lado.

-Entremos.- dijo el beta.

Isaac ingresaría por la puerta principal con el maletín en mano, el cual contenía la pistola que sería vendida.

Los Argent y yo entramos por otro lado. Allison y yo iríamos juntas, mientras que Chris iría por el otro lado, en todo momento mantuve a la cazadora detrás de mi por cualquier cosa, en el camino, ambas dejábamos fuera de combate a los guardias.

Hacía uso de mis habilidades de mujer lobo para dejar inconscientes a los guardias, hasta finalmente dar con Katashi, quien nos esperaba con una pistola apuntando en dirección al cazador.

-Solo quiero hablar.- le dijo él.

-Quitar mi sistema de seguridad no es lo que llamo una buena forma de empezar.- respondió el hombre con la prótesis.

-No me recuerdas, ¿cierto? Allison, toma el arma del hombre.- la recién mencionada caminó y le arrebató, con una especie de cuerda de metal, el objeto de las manos a Katashi, tomándolo por sorpresa. -¿Podemos hablar?-

-¿Chicos?- nos llamó Isaac. -También tienen un hombre lobo.- el chico tenía en su cuello las garras del hombre en su cuello.

Argent se acercó a Katashi, enseñándole la máscara que había envuelto en un paño. El hombre, al parecer, la reconoció al instante.

-¿Comienzas a recordar? Fue hace 27 años.- con
un movimiento de cabeza, Katashi ordenó a su hombre lobo que liberara al rubio, ante esto solté un suspiro de alivio. -Sabes lo que son, ¿no?- cuestionó.

-Se llaman oni. Son demonios. Y son imparables.- respondió el mayor. Sentía que me miraba de reojo y de vez en cuando.

-Tiene que haber algo que los lastime.- mencioné, dando un pequeño paso al frente. Quedando a la par del cazador, los adolescentes detrás de nosotros.

-Nada. Al menos no las armas hechas por el hombre. Los oni son una fuerza de la naturaleza. Uno no puede luchar contra un tsunami. Uno sobrevive a él. Y esperas que no te destruya a su paso.- mencionó.

-¿Y cómo sobrevivimos a ellos?- Allison indagó.

-Dos de ustedes ya lo han hecho.- Katashi se acercó
a Isaac y giró su cabeza, dejando a la vista la marca
que los oni habían dejado en él, la marca que encontré en Derek y que yo también tenía. -Esto es kanji japonés para "uno mismo". Esto significa que sigue siendo él mismos.- explicó, soltando la cabeza del rizado. -Los oni buscan uno que ya no es como ellos.- añadió.

-¿Cómo que ya no es como ellos?- quiso saber Chris.

-Poseído. Por un espíritu negro.- respondió Katashi. -Hay 13 clases de kitsune. Celestiales, salvajes, oceánicos, de trueno. Pero hay uno, un kitsune oscuro.-

-Nogitsune.- susurré, recordando lo que había leído

-Lo llaman nulo.- dijo el hombre.

-Un kumicho.- recordó Chris.

-Así es. Lo poseyó un nogitsune. Es lo que lo ayudó a escalar los rangos de nuestra familia yakuza. Nogitsune toma su poder del dolor y la tragedia, del conflicto y el caos. ¿Sabes por qué no tengo este dedo?- le preguntó a Chris, mostrando su dedo de plata.

-Por castigo.- respondió el cazador.

-Hay un ritual llamado yubitsume. Quitar las uniones de los dedos pequeños debilita la sujeción de la espada. Cuando se sujeta bien una katana, el dedo pequeño es el más fuerte.- explicó.

-¿Por qué te quitaron el dedo?- preguntó Isaac.

-No lo quitaron. Un yakuza hace el ritual él mismo y se lo ofrece a su superior. Fue castigo por un error. Y no fue el único... No sé si fue la manera en que me moví o me quedé quieto que les hizo pensar que iba a atacarlos. Porque de hecho... Estaba preparándome para salir corriendo. Ese tiro que disparaste, me ayudó a no quedar como un cobarde ante los sobrevivientes. Por esa humillación no tendría que haber dado mi dedo. Tendría que haber
entregado mi cabeza.- Katashi envolvió la máscara en el paño nuevamente. -Ojalá pudiera darle la respuesta que necesita, Sr. Argent. Le debo más que mi vida. Le debo mi honor. Si hay un Nogitsune entre ustedes... que el oni lo destruya.- le dió una rápida mirada a la chica. -Aunque sea su propia hija.-

Chris miró a la adolescente durante unos segundos.

Después de escuchar lo que Katashi tenía por decir, Allison llamó a Scott para informarle acerca de lo que recién descubrimos.

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Espero y les guste el capítulo. Si quieren leer algo o tienen alguna idea, déjenlo en los comentarios.

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