Neun­und­dreißig.

En medio de su dolor y pánico se desvistió como pudo, abriendo sus piernas temblorosas mientras se frotaba el vientre entre lloriqueos e hipo sabiendo de que tenía que ser fuerte para tener a su bebé él solo ahí mismo, intentó recordar todo lo posible de cuando tuvo a Berlín con ayuda del suizo y respiró profundamente comenzando a pujar lo más cuidadoso que podía para no lastimarse ninguno de los dos.

Alumbrar un bebé era sin duda una de las cosas más dolorosas que había sentido y quería solo largarse a llorar en los brazos de sus amigos pero si perdía más tiempo podría hacerle daño a su pequeño así que reunió toda la determinación que tenía para no detenerse mientras oía los fuertes golpes que daban a la puerta para intentar entrar a socorrerlo, se sintió un poco tonto por no haber recordado lo de las puertas cuando se encerró pero ya no había manera de cambiar sus decisiones impulsadas por el miedo.

Casi media hora pasó en los intentos desesperados para abrir la puerta pues no podían disparar a las bisagras y cerradura por el riesgo tan alto de que alguna bala lastimara al escarlata que soltaba jadeos y gritos ahogados hasta el momento en que con una última fuerte patada desesperada dada por URSS la cerradura metálica cedió dejando verles el interior del baño ahora en silencio que lo hizo preocuparse. El más alto no dudó en acercarse con prisa hasta la tina en donde lo primero que atrajo su vista fue el movimiento ligero de un pequeño bebé de piel rojo bermellón que miraba su manito acostado boca abajo sobre el vientre bajo de su progenitor.

—Райх! —El de parche gritó desesperado al notar que el nombrado no estaba respirando y la cicatriz oscura se había extendido por todo su pecho afectando su corazón por todo el esfuerzo que hizo en ese tiempo—.

(¡Reich!)

Alemania quiso entrar también pero el suizo lo detuvo para ir directamente a revisar al bebé como les había repetido innumerables veces el fascista si algo llegaba a pasarle, afortunadamente se encontraba en buen estado solo que observaba todo sin emitir ruido a pesar de todo el escándalo, así que aguantándose las lágrimas cortó el cordón umbilical y lo envolvió con una de las mantas que sacó de la maleta de primera atención haciéndose a un lado para que el de hoz y martillo pudiese seguir con el RCP.

—Пожалуйста, не оставляй меня, ты не можешь так, черт возьми, я не увижу, как ты снова умрешь, Дритте Райх —El carmesí daba compresiones mientras le rogaba que despertara, tenía demasiado miedo de que esta vez el rubio no volviese como antes, esa maldita cicatriz se iba haciendo más oscura como un enorme mal augurio—.

(Por favor no me dejes, no puedes irte así maldita sea, no pienso verte morir otra vez Dritte Reich)



—Debes mover la muñeca de esta manera para que la espada pueda dar un corte limpio al adversario, ¿Comprendes? —Explicó la mujer de largo cabello albino que sostenía su propia arma mencionada, con la cual había ganado varias guerras hasta convertirse en una potencia de su época antes de dejarle el poder a su descendiente—.

—¡Si, abuelita Prusia! —El niño de brillantes ojos esmeralda como todos en la familia le sonrió con entusiasmo para luego hacer lo requerido, logrando hacerlo a la perfección y viendo como el saco de arena se abría a la mitad en diagonal—.

—Eres un niño muy inteligente, por eso Kaiser está muy orgulloso de ti, vas a ser un buen líder mi querido Baja Sajonia —Ella lo premió con palmadas suaves en la cabeza y siguieron entrenando como pasatiempo el resto de la tarde, su nieto tenía un gran futuro por delante—.

Los dos niños se sentaron sobre la manta que habían estado llevando hasta su escondite en el bosque, habían caminado algunos minutos para poder estar lejos de las vistas ajenas pues no les gustaba sentirse limitados.

—¿Un regalo para mí? —Dritte miró curioso al de pañoleta roja que actuaba algo nervioso pero con lo que le dijo pasó a interesarse más en todas las posibilidades de lo que podría ser, le gustaban mucho las sorpresas—.

—Да, я думал об этом, и я подумал, что.. тебе может понравиться —El de ojos hielo se encogió un momento llegando a dudar unos segundos pero reunió valor y decidió que si quería hacerlo, así que se inclinó en dirección al menor y le dio un beso en los labios—.

(Sí, estuve pensándolo y creí que.. podría gustarte)

Este no duró mucho tiempo pero ambos quedaron mirándose entre si al separarse con las mejillas enrojecidas, aunque el rubio sonrió nervioso sintiendo su corazón ir más rápido que un tren, realmente le gustaba el ruso.

—Мой подарок это обещание.. de que siempre vamos a estar juntos —Hablo nuevamente el príncipe eslavo, tomando las manos del albino que lo miraba a los ojos—.

(Mi regalo es una promesa)

—Yo también quiero.. estar siempre contigo —En un arranque de valentía se atrevió a darle otro pequeño beso y luego lo abrazó escondiendo su rostro en el hombro ajeno sintiéndose muy feliz—.

El de esvástica hizo un sonido aterrador volviendo a respirar de golpe a la par en que un fuerte llanto resonaba en el baño finalmente, abriendo sus ojos desorbitados a tope y lo primero que sintió fue a alguien abrazándolo con algo de fuerza además de lágrimas recorriendo su hombro seco.

—¿Dónde... dónde está.. mi bebé?.. —Su voz temblorosa vocalizó con cansancio y respiraba agitado teniendo solo en mente que había conseguido que saliera antes de que todo se le volviese negro con un gran dolor en el pecho—.

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