III. new capitol show

⁀➷ C H A P T E R   T H R E E
welcome to the capitol, y'll be the new entertainment show❞

—¡Este es el peor sueño que hubiese vivido jamás! —Hera paso sus manos por la cabeza mientras caminaba de un lado a otro de la sala en que los habían dejado.

Agnar estaba sentado en uno de los sofás, seguía con los brazos cruzados y la mirada perdida en algún punto de la habitación tratando de recapacitar lo que había sucedido en la cosecha, parpadeo un par de veces para después mirar a su hermana.

—Ojalá fuese solo un sueño —él paso la palma de su mano izquierda por su rostro.

—¿Por qué? —Hera paró de caminar quedando frente a su hermano—. ¿Qué necesidad había en hacernos esto?

—Así es esto —Agnar suspiró—. No sé lo que nos depare de ahora en adelante.

Se escucharon pasos hacercarse a la habitación junto con algunas voces discutiendo poniendo alerta a los hermanos, Agnar se levantó quedando a lado de su hermana, la puerta fue habierta dejando ver a un Rasid bastante preocupado corriendo hacia sus hermanos para abrazarlos; ellos se agacharon para abrazarse los tres mutuamente.

—Papá y mamá están discutiendo con el alcalde —murmuró Rasid mientras se separaba de sus hermanos—. Están decididos en que hubo un error.

—No hay errores —Agnar suspiró mientras se ponía en pie—. Ellos no cometen errores, y mucho menos el presidente Snow.

—Al menos deberíamos estar agradecidos de que no nos pusieron en habitaciones diferentes como los demás tributos —Hera se levantó y se sentó en el sofá—. Somos el distrito más cercano al Capitolio, tenemos suerte de pasar un poco más de tiempo juntos.

—Hera —susurró Drysmys desde la puerta haciendo que la nombrada se levantará y fuera corriendo a abrazar a su madre—. Todo estará bien.

Agnar miró a su madre entrar notando también a su padre Xaldir entrando y serrando la puerta detrás de él.

—El alcalde está seguro de que no fue un error —Xaldir se sentó en el sofá individual—. Alega que por esa razón se creo el puesto de los acompañantes de cada distrito.

—No cuplieron con el acuerdo —Agnar se cruzó de brazos—. Eso es lo que sucede.

Rasid miró a su hermano mientas se sentaba junto a su madre y hermana callado y solo observando, el momento lo desconcertaba demaciado como al resto de su familia.

—Escuchen bien —Xaldir se inclino hacia enfrente recargando sus codos sobre sus rodillas pasado su mirada de Agnar a Hera—. Tendrán ventaja sobre los demás tributos y sobre todo; serán los primeros en saber las condiciones climáticas de la arena junto con sus posibles amenazas.

—¡Vaya, que tranquilizador! —Hera rodó los ojos mientras se cruzaba de brazos mientras recibía miradas de reproche por parte de su familia—. Está bien, no hablaré más.

—No tendré el placer de ser su mentor —Xaldir suspiró momentáneamente—. Pero puedo asegurarles que tendrán a los mejores de su lado, su tía estará con ustedes, no están solos.

—Además —comenzó a decir Drysmys—, los vencedores son invitados a ir al Capitolio —ella dirigió su mirada a sus dos hijos—. Estaremos ahí para ustedes.

🥀

Agnar miraba por la ventana del comedor de aquel tren de los tributos, desde que salieron del Edificio de Justicia hasta la estación del tren ambos hermanos permanecieron serios sin mostrar sus sentimientos, no mostrar debilidad ante las cámaras y no decepcionar al Capitolio, los dos sabían que el presidente Snow sería testigo de ese momento mediante una grabación.

Eldir Erdanik entro con paso firme al comedor tomando asiento, mirando fijamente al joven pelinegro analizando sus reacciones, Agnar por su parte sentía su mirada atravesando le como una daga, él se decidido por mirarlo por un segundo y regresar su vista a la ventana.

—Cualquiera en tú lugar estaría entusiasmado o totalmente aterrado —Agnar suspiró mientras regreso su mirada a quien sería su mentor—. En cambio, estás sobre pensando todo.

—¿Y qué debería hacer? —él se levantó del asiento—. Mi hermana está involucrada en este juego —Agnar suspiró mientras pasaba su mano izquierda por su cabello—. Solo, no quiero que muera.

—¿Aceptarías dar tu vida por salvarla?

—Haría lo que fuera por ella.

Eldir extendió su mano señalando el asiento frete a él, Agnar se sentó dónde le indicó.

—Tenemos que crear una estrategia para que toda la atención se centre en ustedes dos —Eldir pasó su mano derecha por su barbilla—. Aunque por el simple hecho de ser hijos de vencedores ya captaron demaciado la atención.

—El deber de un mentor es convertir a estos jóvenes en espectáculo, no en sobrevivientes —musitó Agnar captando la atención de su mentor y este lo miro fijamente.

—Una vez alguien del Capitolio me dijo eso como un consejo cuando decidí ser mentor —él recargo sus brazos en sus piernas—. ¿Qué relación tienes con Casca Highbottom?

—No importa.

En eso la puerta se abrió dejando ver a su hermana junto con Axsyn Nulduc; la joven vencedora de rizos negros como el evano y una mirada asesina que tenía ante cualquiera que se atreviese a retarla. Las dos tomaron asiento mientras Agnar veía las reacciones de su hermana.

—¿Cuál es el plan?

—Aún no tenemos uno.

Hera miró a su hermano y después a sus mentores —Podríamos usar una estrategia de popularidad e incluso estando en la arena la estrategia de evasión, eso sí no queremos formar alianzas con los otros profesionales.

—Podría funcionar —Agnar meditó la idea de su hermana—. Mataríamos solo por defensa propia.

—La cuestión sería —comenzó a decir Axsyn—, ¿Quién de los dos saldrá vivo de la arena? —ella se cruzó de brazos mientras pasaba su mirada de Hera a Agnar—. El tiempo está corriendo, y cuando menos se lo esperen se encontrarán solos en la arena tratando de sobrevivir.

—Hera —dijo Agnar mientras miraba a su hermana.

—Pero, Agnar...

—No está a discusión —él dirigió su mirada a Eldir quien dió un asentamiento de cabeza aprobando lo que había dicho—. Tú ganarás, yo moriré.

—En ese caso, podemos empezar —se escucho la puerta abrirse dejando ver a Hazel con una enorme sonrisa en su rostro.

—Aquí están —Hazel tomó asiento al lado de Eldir—, los estaba buscando por todo el tren —se notó su emoción aún más en su voz—. Al parecer llegaremos al Capitolio antes de lo pensado.

—Ahora que ya estamos todos —dijo Nulduc mientras miraba a Skyshire—, podemos comenzar. Si queremos que causen impacto, la primera impresión que den en el desfile contará mucho.

—Necesitarán un estilista que realmente los haga relucir cuál gemas preciosas.

—Por eso no hay problema, Hazel —dijo Agnar con una sonrisa ladina—. Yrfyire se encargará de eso.

—¿Y cómo están tan seguros que su tía será su estilista? —inquirió Hazel ante la determinación del pelinegro de ojos azules.

—Ella ya debe estar enterada que somos los tributos del distrito uno —dijo Hera en total calma—. Si no le ofrecen el puesto es seguro que lo exigirá.

—Además —Agnar suspiró mientras dirigía su mirada a su hermana y regresando la a Hazel—, sería la última vez que vería a uno de sus sobrinos.

🥀

Hera estaba en su dormitorio sentada en la cama viendo un punto fijo en la puerta, desde que había terminado la charla en el comedor tanto su hermano como ella se dirigieron a sus respectivos dormitorios, no habían salido en ningún momento, ella seguía procesando el que su hermano daría su vida por salvarla, sacrificarse para poder volver a casa, pero el precio por ello sería el vacío, depresión en toda la familia, la reglas eran claras; solo hay un vencedor.

El toque a la puerta la hizo regresar a la realidad, está se abrió dejando ver a Agnar con media sonrisa entrando a la habitación y cerrando la puerta detrás de él.

—No fuiste a cenar.

—No tenía hambre —ella le devolvió la sonrisa mientras él se sentaba a lado de ella.

—Se lo que estás pensando —Agnar suspiró mientras acomodaba un muchos de pelo de su hermana—. No cambiaré de opinión.

—Eres obstinado —Hera tomó la mano de su hermano, dirigió su mirada a esta y después lo miró a los ojos—. Si mueres en la arena, no quiero verte sufrir.

—Me aseguraré de eso —él la abrazó por unos segundos y volvió a sonreírle—. Estaremos bien si nos mantenemos juntos.

Hera asintió dándole la razón a su hermano, ella bajo su mirada hasta el pequeño collar que colgaba de su cuello; una esfera de oro blanco que su padre le habia regalado a Agnar, un pequeño proyector dónde guardaba sus momentos más felices, uno nunca sabía cuando estaba grabando, prácticamente toda la vida de su hermano se encontraba en ese collar. Desde que tenía uso de razón siempre lo traía consigo.

—Decidiste traerlo —ella señaló el collar a lo que Agnar lo toco mientras le sonreía a su hermana.

—Nos dejan llevar una cosa de nuestro distrito a la arena que nos recuerde a casa —él se desabrochó el collar tomando la pequeña esfera en sus manos dando un leve toque haciendo que se proyectará aquel momento en el que los tres se encontraban disfrutando de su lugar especial en casa—. No podía dejarlo.

Unas cuantas lágrimas recorrieron el rostro de Hera y con su mano derecha se las quitó rápidamente —Ya los extraño.

—Yo igual —él toco nuevamente la esfera y la proyección terminó, se volvió a colocar el collar mientras sonreía—. Lo que importa ahora es conseguir más patrocinadores.

—Le diré a la tía Yrfyire que nuestros vestuarios sean reveladores y dejen mucho a la imaginación —ella suspiró mientras se reía a medias—, eso sí nos hará tener más patrocinadores.

Ambos hermanos se rieron tan fuerte que por el pasillo del tren se escuchaba el eco de sus risas, Axsyn, Hazel y Eldir las llegaban a escuchar; se sentía la melancolía en el ambiente, pero en el fondo les agradaba la idea que al menos sus últimos días no fueran tristes, después de todo, en cuanto salieran de ese tren serían el nuevo entretenimiento del Capitolio.

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