33|Nacho
CAPÍTULO TREINTA Y TRES.
﹙nacho﹚
°
•
La noche llegó, haciendo que nuestros preceptores nos mandarán a dormir a todos los que estábamos haciendo el trabajo práctico del maestro de ética y filosofía en la biblioteca.
Me mantuve cerca de la nueva pareja que se había armado entre Tomás y Vico, quien no la disimulaba ni un poco, provocando que yo interviniera, manteniéndome activa en la investigación sobre la ética.
—¿Qué estás haciendo, Vico? —la obligue a subir las escaleras, hasta llegar a la zona de los cuartos de las chicas.
—¿Qué te parece que estoy haciendo, Loreto? —se acomodó el cabello, apretando los labios—. Muero de verle la cara a Pablo cuando se entere de que su mejor amigo Tomás, me está tranzando.
—Ni siquiera llevan un día saliendo o lo que sea que están haciendo —no me entraba en la cabeza cómo Tomás se dejó enredar por Vico.
—¿Y qué esperas, Lore? ¿Qué ande a escondidas con Tomás por semanas para darle la noticia a Pablo? Y pensaba que la loca era yo —se soltó de mi agarre, metiéndose en su cuarto.
—¿En qué me metí? —apreté los puños de la frustración, lanzando golpes al aire y brincando como loca, llamando la atención de cuánta chica pasaba.
Tenía que contarle a alguien sobre esta situación, no podía seguir manteniendo un secreto que simplemente me hacía daño y me estaba metiendo en más problemas de los que tendría si fuera honesta y le contara a Pablo la verdad.
Camine hasta el cuarto de Marizza, Luna y Luján tocando la puerta, alcanzando a escuchar mucho movimiento dentro de la habitación.
—¿Quién es? ¿Quién es? —la voz de Marizza parecía exaltada.
—Soy Loreto, ábranme, por favor —al parecer Gloria tenía razón, pasaba más mi tiempo dentro del cuarto de las chicas que en el mío.
Cuando abrí la puerta pude ver a Luna y Luján sentadas en una cama, a Marizza sentada sobre la silla de su escritorio y en la cama de Luna un niño que no debía tener más de diez años.
—¿De quién es hermanito él? —me adelante a saludarlo, siendo recibida con un abrazo.
—Su nombre es Nacho —la ropa que llevaba puesta no parecía ser de su edad.
—No se parece a ninguna de ustedes —lo tomé de las mejillas y empecé a inspeccionarlo.
—Es porque no es hermano de ninguna —dijo Marizza, dejándose caer en su cama—. Si no te la hubieras pasado en quién sabe dónde, con quién sabe quién te hubiera contado sobre él.
—Marizza, ¿Quién es este niño? —ahora estaba preocupada.
—Ya te dije que se llama Nacho...
—El nombre no, burra. ¿Quiénes son sus padres? ¿De dónde viene? ¿Dónde vive? ¿Con quién vive? —tenía muchas preguntas y pocas respuestas.
—¿Te acuerdas de los matones de la villa que “acuchillaron” a Pablo? —asentí lentamente—. Bueno, uno de ellos era el hermano de Nacho y Bustamante lo metió preso.
—¿Qué el Señor Bustamante hizo qué? —no sé que me sorprendía, el Intendente de la ciudad era capaz de eso y mucho más—. ¿Y tus padres qué dijeron sobre todo esto?
—Solo somos mi hermano y yo —lo abracé fuertemente.
—Pero eso fue hace más de un mes, ¿Con quién estuviste todo este tiempo? —quería ayudarlo.
—Estaba con el Cura que es rebueno, pero con todo este lío, la cana iba mucho a la villa y me escapé —la información pasaba por un oído y salía por el otro.
—¿Por qué? —preguntó Luna.
—Mi hermano me dijo que me cuidara, porque si no me iban a meter a uno de esos lugares para huérfanos.
—En un orfanato —lo alejé de mí y lo senté en la silla del escritorio.
—Pero estás muy pequeño para vagar tú solo por ahí, las calles están llenas de peligros, cualquier tipo puede venir y subirte a su camioneta —no me podía ni imaginar lo solo que se había sentido todo este tiempo—. ¿Y cómo lo encontraron?
—¿Te acuerdas lo del acoso sexual? —asentí—. Bueno, el periodista es un conocido y le pedí que me investigara a Bustamante padre.
—Marizza no deberías meterte con ese hombre, conocí a tantos peces gordos en México, pero tener que convivir con ese Señor desde hace casi tres años me causa hasta escalofríos —seguía con Nacho en el escritorio.
—¿Por qué no? Es un corrupto, él es el que debería estar en la cárcel, en vez del hermano de Nacho.
—Olvídalo —no se podía razonar con la cabeza dura de Marizza—. Entonces el periodista fue a investigar a la villa y lo encontró a él, ¿Verdad?
—Pero igual no me voy a quedar mucho tiempo, solo hasta que vuelva Néstor. Él me dijo que después me iba a cuidar.
—¿Quién es Néstor? —le pregunté a las chicas.
—El periodista —Marizza me hizo a un lado, para mover a Nacho de la silla del escritorio—. Y mientras tanto, ¿Con quién te vas a quedar, a ver?
—Con vos —se sentó sobre las piernas de Marizza, haciéndome reír de los nervios—. Eso fue lo que me dijo Néstor.
—Ese tal Néstor y mi papá comparten muchas cosas en común —Luna se adelantó a golpearme el hombro—. Bueno, no importa. El punto es que el muchacho no tiene en donde quedarse.
—Pero no se puede quedar acá, no podemos mantenerlo en secreto tanto tiempo —no pude evitar maldecir por mis adentros la hora en la que mi papá tuvo que conocer a los Bustamante.
—Bueno, me devuelvo a la calle y se acabó —se levantó de encima de Marizza y tomo la perilla de la puerta para largarse.
—No, cállate vos —Marizza lo tomó de los hombros, regresándolo a la cama—. Bueno, chicas, tenemos que tenerlo acá dos o tres días, porque otra no nos queda.
Nacho y yo celebramos.
—¡Yo siempre quise tener una hermana menor! —lamentablemente mamá no tuvo ojos para otro hombre y papá, pues tenía salud.
—¿Qué decís, nena? Si soy hombre —se enojó separándose de mí.
—Bueno, detallitos. Lo que importa es que eres pequeño —lo abracé con fuerza—. De seguro te estás muriendo de hambre, voy a bajar a la cafetería a robarme un pan o lo que sea.
—Alto, alto, alto —Marizza se puso enfrente de la puerta—. ¿Me parece solo a mí o Loreto parecía angustiada cuando entro?
—A mí también me pareció —Luján se unió al interrogatorio de Marizza.
—Por supuesto que no, chicas. No las había visto en todo el día y si parecía angustiada es porque... —tenía que pensar en algo rápido—. No sabía qué hacer con el trabajo práctico de ética.
—Todos en la clase nos dijeron que eras el mejor promedio, ¿Qué decís, nena? —cerré los ojos, esperando que me tragara la tierra y me escupiera en marte—. ¿Acaso no podés confiar en nosotras?
—Les prometo por lo más sagrado que es mi mamá que se los contaré todo, chicas. Y por si no lo han notado, Nachito se nos está muriendo de hambre —apunté al niño quien se agarraba el estómago y hacía muecas de incomodidad—. Dejen voy por unos aperitivos, les explico por qué ustedes mismas se van a enterar de todo y por eso no tengo nada que explicarles, ¿Está claro?
—¿Por qué no podemos saber ahora? —me deslice entre Marizza y Luján, corriendo fuera del cuarto—. ¡Loreto!
Después de ir a la cafetería y literalmente saquear todo resto de comida, me lo llevé al cuarto de las chicas para alimentar al niño, quien quedó con más hambre, pero para su mala suerte no quedaba más que darle por ahora.
Me tomaron de rehén en su cuarto y me obligaron a hablar, por supuesto no hablé nada de mi beso con Pablo, ni las amenazas de Vico o el plan siniestro en el que yo misma me había metido por una escena de celos. Entonces les conté que se acercaba una humillación grande hacia Pablo y que estaba orquestada por Vico y por mí.
—¿Es en serio que no nos vas a dar la premisa? —Marizza estaba terca en saber lo que Vico le tenía preparado a Pablo.
—Te vas a morir de la risa cuando te enteres, nena —ahora Marizza era quien hacía berrinche dando manotazos y patadas en el aire—. ¿Mañana nos podemos juntar para el trabajo de ética? Lo único que llevo escrito son quejas mías hacia el comportamiento de ciertas personas.
—Nos vemos mañana en el billar —cuando estaba por salir del cuarto de las chicas, Nacho se adelantó a tomarme de la manga de la camisa.
—¿Por qué te vas?
—Porque este no es mi cuarto, el mío está justo al frente, que comparto con dos chicas con las que no te tienes que encontrar ni en pintura, ¿Me escuchaste? —lo apunté con un dedo, como mi mamá solía hacía cuando me portaba mal.
—¿Son mala onda?
—Una es la hija del director y la otra... —quería decir algo malo de Natalia, pero no me salía decirle nada.
—Es una traicionera, que lanza la piedra y esconde la mano —se adelantó a decir Marizza—. Y no tienes por qué dormir está noche con ninguna de ellas.
—Tu misma escuchaste a Gloria, Marizza. Quiere que esté en mi habitación —quise volver a intentar salir, pero ahora era Nacho y Marizza quienes me detuvieron.
—¿Y a mí que me importa lo que diga la jirafa esa? —me metieron de un jalón al cuarto—. Como Nacho es un hombrecito, tendrá que dormir en el suelo y Loreto puede dormir conmigo.
—Ni siquiera tengo ropa para dormir —traté de razonar con Marizza.
—Yo te presto —se ofreció Luján.
—¿Tú también, nena? —esto era increíble.
—Mejor que Loreto duerma conmigo, porque Marizza tiene unas formar de dormir que no me sorprendería que Lore terminará en el suelo —todas nos reímos.
—¡Ya está! ¡De aquí nadie se mueve!
Terminaron encerrando a Nacho en el guardarropa, mientras me ponía ropa de Luján encima. Le improvisamos un lugar donde dormir a Nacho hecho de sábanas y cobijas junto a la cama de Marizza.
En la mañana nos fuimos a bañar y a cambiar para entrar a clases, mientras Marizza y yo nos fuimos a sentar en el cuarto donde estaba el billar para avanzar el trabajo de ética.
—Esto tiene cada vez más color. Qué divino —rodeé los ojos—. ¿Quieres verlo?
—Marizza, eso lo llega a leer Pablo o se llega a enterar el Señor Bustamante y no sabes lo que te espera —estaba asustada por mi amiga, si tan solo supiera las cosas que yo había visto hacer al Intendente de la ciudad, se la pensaría dos veces antes de actuar como una niña.
—¿Y quién se va a enterar? Relájate un poco, Loreto —se dejó caer en mi regazo, aplastando la libreta, con la que estaba escribiendo el trabajo de ética, sobre mi pecho—. Mirá, o me saco un diez o me echan del colegio.
—Fuera de que si el He-Man trucho o su padre Caretoli llegan a leer, esto te mandan a nadar con los peces, esto es un trabajo de diez Marizza —mi amiga se emocionó y me empezó a llenar de besos en la mejilla—. Creo que tome tu ejemplo porque solo me la pasé escribiendo cosas de las que sé y las que viví.
—A ver, enséñame que llevas escrito —se levantó de mi regazo, regresando a su asiento—. Estaría bueno que contarás de la falta de ética que tienen algunos aquí en el Elite Way School.
—Creo que tendrá un poco de todo —me saque la libreta del pecho, aclarándome la garganta—. En un lugar donde las luces nunca se apagan, y las risas se mezclan con cosas que no entendía. En un mundo de vestidos brillantes y tacones altos, donde el amor no se veía y solo se sentía en el aire. Me preguntó si la ética vivía en ese lugar, si estaba en el brillo de aquellos rostros bonitos, o si simplemente se escapaba por las rendijas —me detuve a mirar el rostro de Marizza quien estaba estática—. ¿Está mal, verdad? Empezaré algo nuevo.
—No, nada que ver. Solo me sorprendió lo identificada que me sentí —era verdad que Marizza también había crecido en el mundo del espectáculo—. Está genial y no te atrevas a borrar una sola línea, ¿Cuál es tu nombre completo?
—Loreto Magdalena D'Amico Carballar —contesté confundida.
—Que no se te ocurra borrar una sola línea de ese trabajo, Loreto Magdalena D'Amico Carballar —no pude evitar reírme, a veces Marizza era tan ocurrente—. Oye, pero que bonito nombre que tenés.
—¿En serio? —sentí mis mejillas arder—. Bueno, algo bueno tenía que salir de mis papás.
Manuel entró al cuarto, ignorándonos completamente, tomando uno de los palos del billar y comenzó a jugarlo él solo.
—¿No saludas, niño fósforo? — dejé de lado el trabajo de ética, para ponerme a un lado de Manuel.
—Hola —contestó a secas.
—¿Qué te pasa, Manuel? —Marizza se levantó y se puso a nuestro lado.
—Cosas —estaba molesto, cosas que me hizo sentir mal y mejor me quedé callada—. No, perdón. Ven acá, niña fresa —se acercó a rodearme con sus brazos, pero no correspondí—. ¿Me perdonas?
—Déjame adivinar, ¿Estás así por la descerebrada de Mía? —Marizza se unió a la conversación, a lo que Manuel asintió—. Entonces tenemos que apurarnos con el grupo de baile y darle a esa atorrante en donde más le duele.
—Ahora más que nada quiero molestar a la Barbie esa.
—¿Ustedes desde cuándo se conocen? —nunca los había visto hablar—. Además, ¿Qué significa eso del grupo de baile?
—Manu y yo somos dos víctimas de la hueca de Mía, entonces nos unimos e ideamos un plan para reclutar personal a mi grupo de baile —la verdad me parecía algo ingenioso—. Contigo, Luján, Manu y yo somos más que suficientes. Mañana hay un ensayo y justo ahí vamos a demostrar quién manda en este colegio.
Me explicaron el plan y aunque estaba indecisa en sí seguirles el numérito o no, termine uniéndome a la causa. Me fui a acabar el trabajo práctico de ética en mi cuarto, decidida a ignorar la situación de Vico, Tomás y Pablo.
Al día siguiente estábamos a miércoles, faltaban solo dos días para el espectáculo de Amanda, lo que significaba escaparme del colegio o volver a dirigirle la palabra a Ciro, pero eso lo vería el mero día.
El trabajo lo hice en computadora y lo mandé a imprimir ahí mismo, aún no le sabía mucho por lo que corregí todos los errores ortográficos con lápiz. El título era sencillo: “¿Qué es la ética para mí?”. No me mate pensando al respecto.
—Supongo que habrán terminado el trabajo de ética y filosofía —todo respondimos que sí—. Bueno me los van entregando, algunos me lo recogen y me lo traen.
Mi lugar estaba enfrente, en medio de Felicitas y Luna, por lo que se lo di a Luna para que fuera a dejarlo al escritorio del maestro. Entre todos felicito el trabajo de Marizza.
—El síndrome del He-Man, que título tan curioso —esa chica era una atrevida, con algo de suerte la memoria de Pablo fallaría y no se acordaría que Marizza lo llamaba por aquel apodo.
El timbre sonó y todos salimos del salón. Marizza me apuro para irnos a cambiar porque el ensayo del grupo de baile no tardaba en empezar.
Recogí mis cosas metiéndolas dentro del escritorio de mi lugar, tome mi sudadera del respaldo del banco y camine hasta la salida del salón, en donde unas manos alcanzaron a tomarme y me estrellaron contra la pared junto al salón.
—Si no querés que vaya y mate a tu amiguita, me vas a decir exactamente que escribió la trastornada esa en su informe —al parecer la suerte de Marizza comenzaba a terminarse.
—Que manera tan violenta de saludarme, nene. Un solo: buenos días, hubiera bastado y hasta sobrado —intenté irme, pero como era costumbre, Pablo tenía otros planes.
—Estoy seguro de que la pelotuda esa escribió algo de mí en el informe.
—¿Por qué dices eso? —me hice la desentendida.
—No te hagas la boba, nena. Qué sabes muy bien que solo la trastornada esa me llama de esa manera —una pequeña pelea entre los dos se desató, terminando con mis manos atrapadas en mis costados.
—No eres el centro del mundo, Pablo. Mejor olvida eso y empieza a felicitarme porque seguramente hoy vuelvo a entrar al grupo de baile —tenía que hacer que se olvidará a Marizza y el trabajo práctico de ética.
—A menos que quieras que te felicité con un beso, entonces no lo olvidaré —bufé en voz alta, era tan exasperante.
—De acuerdo, pero suelta mis manos y cierra los ojos —miré que no hubiera moros a la costa.
—¿Es en serio? —no me creía.
—¡Vamos, que no hay nadie! —exclamé nerviosa.
Pablo me hizo caso, aproveche para tomarlo yo de los hombros para tomar vuelo y golpearlo en el medio de sus piernas, sacándole todo el aire y haciendo que se cayera al piso.
—Esta me la vas a pagar muy caro.
—Créeme cuando te digo que ya estoy pagando lo suficiente contigo, Pablito —brinqué por encima de él, yendo a cambiarme para el ensayo del grupo de baile.
Estaba segura de que algo conseguiríamos cambiar dentro de la escuela con esto.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top