Nana: Julio 2006.


El viento era un refrescante contraste contra el calor del sol de verano, razón por la que le gustaba el parque donde los frondosos árboles abundaban, junto con el viento y la sombra para evitar que sus pequeños se quemaran, aunque claro les coloco protector solar antes de salir de casa (una tarea difícil considerando lo hiperactivo que era el pequeño Gio-kun) aún así le gustaba tener un seguro.

Mientras estaba sentada en una de las bancas del parque podía ver perfectamente al pequeño Gio-kun jugando con Shi-kun el hijo de Yamamoto-San, un hombre encantador y que al igual que ella guardaba un par de secretos que deseaba mantener por el bien de su familia. A un lado Tsu-chan le mostraba su nuevo libro de animales a Kyo-kun quien le veía con tanta atención que incluso bajó sus pequeñas tonfas. Una sonrisa se esparció en su rostro al ver los felices que eran sus niños. Luego de que su marido se tuvo que ir a pesar de que sus pequeños intentaban no dejarlo ver para no preocupar la estuvieron algo tristes el primer par de meses, pero ahora mas de un año desde su partida sus niños volvían a ser sus alegres seres de siempre.

— Los gemelos son los tuyos ¿cierto? — Una voz extrañamente familiar le preguntó y noto a alguien sentarse a su lado, lo que en sí no era raro ya que varios padres se aburrían de vigilar a sus hijos y buscaban conversación con otros padres.

— Gio-kun y Tsu-chan. — Señaló con una sonrisa nunca dejando de ver a sus pequeños, el extraño pareció tomarse un segundo para apreciar algo y luego añadió.

— Puedo ver que tienen energía y talento, seran unos buenos soldados. — Aquellas palabras la hicieron pestañear y finalmente se giro para ver al extraño, en cuanto sus ojos se conectaron su rostro se volvió blanco cual papel. — ¿acaso no estas feliz de ver a tu Padre?

— Y-Yo... — Murmuró con la voz rasposa sintiendo como todas sus palabras morían en su garganta, miró rápidamente a sus hijos y luego a su alrededor pero parecían estar solos... Eso... Eso no era necesariamente algo bueno, su padre podía con ella fácilmente pero no haría nada en público... ¿Cierto?

— Parece que el tiempo te a hecho menos elocuente, solías ser mucho mejor con las palabras. — Comentó mirando al frente y Nana estaba asustada de ver en su dirección.

— Si estas aquí por mi... Necesitaré un momento para despedirme de mis hijos y asegurarme de que queden en buenas manos. — Dijo con toda la firmeza que pudo, pensando en si sería lo mejor dejar a sus hijos en manos de los Yamamoto o los Hibari hasta que Iemitsu volviera y pudiera tomar custodia de sus hijos.

— ¿que te hace pensar que es a ti a quien busco? — Pregunto elevando una ceja y Nana le vio con confusión.

— Deje la Liga... Y la traicion es pagada con la... — no terminó sus palabras cuando finalmente su cerebro alcanzó lo que su Padre deseaba y un miedo e ira incontrolable la inundaron. — No te dejaré tocar a mis hijos.

— Veo que aun te queda algo de la inteligencia de tu madre, eso es bueno, en ese caso también sabrás que no hay nada que puedas hacer para detenerme. — Respondió con un tono tan frío que Nana solo pudo apretar los dientes. — Pero tampoco soy un monstruo, tan solo me llevaré a uno de ellos.

— ¿que? ¡No! No pue—la mirada de su padre la hizo callarse y encogerse en su lugar.

— Puedes elegir con cuál quedarte, mañana trae los al parque de nuevo, al que elijas lleva lo a la fuente que está en la salida del parque, mientras el otro juega con sus amigos, podrás decirle a tu marido que se perdió o que lo secuestraron, no importa y así no tendrás que explicarle a tu marido como llegaste a su vida. — Esa era una clara amenaza para que no dijera ninguna palabra a Iemitsu en ningún momento paso por su cabeza recurrir a él... En especial porque de hacerlo la verdad saldría y no sabía si su matrimonio la soportaría. — Hasta mañana mi amada hija. — Se despidió su Padre dejando una mano sobre su hombro antes de irse.

Nana se quedó por unos momentos mirando sus piernas con mil pensamientos pasando por su cabeza por segundo, quizás si pedía ayuda... No, aún de conseguirla sería un baño de sangre y su Padre seguiría teniendo lo que quería... ¿Huir? No, de seguro su Padre ya predijo eso y se encargo de cerrar todas su rutas de escape, además ya estaba oxidada una vida en los suburbios le hacía eso a cualquiera... No había forma en que pudiera pelear y defender a sus hijos al mismo tiempo.

No existía escapatoria, sin importar que ruta eligiera, su padre obtendría a sus hijos...

—¿Mamá? — Una preocupado voz la sacó de sus pensamientos y al mirar a un lado se encontró con los dorados ojos de Giotto, junto a los marrones de Tsunange, ambos viéndole con preocupación.

— ¿Extrañas a papá? — Se aventuró Tsu y ella no respondió tan sólo se acercó para abrazar a sus dos hijos sintiendo como él mundo que construyo la última década se caía a sus pies.

—–(0-0)——

Nana reviso sus opciones, quizás si hablaba con sus hijos ellos podrían decidir quién debía irse... No, eso era imposible, ambos tenían tan sólo seis años, eran demasiado jóvenes para comprender lo profundo de la situación.

Si quería hacer esto, debía ser lo más fría posible y pensar en quién de sus hijos tenía el mayor número de posibilidades de sobrevivir bajo el ala de su Padre.

Giotto era la viva imagen de Iemitsu, de seguro era un cielo, lo que le daba puntos... También era valiente, lleno de energía, pero también solía saltar a los problemas sin pensarlo dos veces, en especial cuando se trataba de ayudar a alguien más, era demasiado noble... Por otro lado era rápido, y sigiloso, eso le serviría bastante.

Por otro lado estaba Tsunange, Ange tenía una apariencia delicada que le podía ayudar como a ella en su tiempo, la gente tendía a subestimarla dándole la perfecta oportunidad para atacar... También era centrada y buena lidiando con personas... Excéntricas (prueba de eso era su amistad con el pequeño Carnívoro), aunque estaba bastante segura que ella no tenía llamas, lo que dependiendo de l perspectiva podía ser bueno o malo... Aunque su complexión era más frágil, eso haría los entrenamientos difíciles de soportar.

Nana miró la hoja de papel en la que anotó las características de sus hijos y por primera vez desde que su marido tuvo que irse lloro desconsolada sobre la hoja marcando las con sus lágrimas, no podía hacer esto.

—(0-0)——

Podía sentir su corazón en su garganta al notar como Gio-kun parecía ansioso hoy, mirandola como si supiera que algo estaba mal pero no sabía en específico que... La intuición Vongola... Tsu-chan también le miraba de vez en cuando pero con más disimulo.

Apretó con más fuerza la mano de la pequeña y camino dejando atrás las risas infantiles, junto con las conversaciones de los padres, hasta que la fuente se hizo visible, miró la figura de su padre esperándola, y trago duro. Se detuvo un segundo pensando en pelear, e intentar ir contra su padre, en decirle la verdad a Iemitsu y romper su matrimonio tal vez solo para mantener a sus hijos a salvo, pero al ver dos sombras por sobre el hombro de su padre sabía que si lo intentaba no llegaría a dar dos pasos sin ser detenida, esto era, el final.

— Escuchame bien Tsu-chan. — Se bajó a la altura de su hija para quedar frente a ella. — Necesito que vayas con el abuelo... Pero sin importar que te digan debes recordar que Mamá te ama.

— ¿Abuelo? Pensé que los abuelos estaban muertos... — Murmuró confundida viendo por sobre su madre al hombre mayor que miraba en su dirección. Pará luego ver a su madre. — ¿por cuánto tiempo...?

— Yo... Lo siento amor... — La abrazo con fuerza y la pequeña respondió al abrazo insegura. — ¿recuerdas lo que dice Kyo-chan?

— ¿que es trabajo de un carnívoro cuidar a su manada? — Elevó una ceja notando las lágrimas de su madre y el presentimiento que tenía se volvía cada vez más fuerte.

— Exacto. — Le Sonrió hasta que sintió una mano en su hombro.

— Ya es hora. — Habló el mayor mirando sin interés a su hija para luego ver a su nieta extendiendo su mano en su dirección. — Vamos, querida, se nos hará tarde.

— Yo... Yo no quiero ir. — Retrocedió un paso insegura, algo en su pecho le decía que no debía ir con su abuelo, que algo malo pasaría si lo hacía. — Seré buena... Yo... Realmente me quiero quedar con Mamá y Gio, por favor... Mamá. — Rogó notando como su madre evitaba su mirada y un pequeño grito salió de sus labios al sentir como era levantada.

— Pon la a dormir, y mete la al auto— Ordenó su abuelo y sus ojos se abrieron con fuerza, quiso gritar para pedir ayuda pero un golpe en el cuello hizo que sus palabras murieran y todo se volviera negro, lo último que escucho antes de que todo desapareciera fue un Lo siento.

——(0-0)——

Una vez Nana Sawada, fue Nana Al Ghul y como el resto de los hijos menos favorecidos del líder de la liga vivió en las sombras como un obediente perro de ataque para su Padre. Un día Nana encontró lo que él verdadero amor significaba y lo que se sentía ser amada y amar a otro  genuinamente. En una pequeña ciudad  Nana construyó un hogar con su esposo y fue bendecida con dos hermosos hijos.

Y en una tarde de verano toda su felicidad se desmoronó.

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