Carta a un hijo (Reto#3: HUMANOS).
Año 10 de la Resistencia.
Mi muy querido hijo Sebastián:
Deseo que tanto tú como tu padre estéis gozando de buena salud y que no me extrañéis demasiado. Nada me haría más feliz que encontréis consuelo, ¡al fin!, uno en el otro. ¿Has aprendido a hacer tu cama?
Imagino que a estas alturas ya sabes la tarea que me aguarda entrada la noche. Mientras los minutos de esta espera tensa y agobiante transcurren, encuentro la felicidad en los pequeños detalles: en el hule de casa que traje conmigo, decorado con magdalenas, rombos y cerezas, sobre el que solías desayunar; en el crujido del papel, pintado a juego, que puse en la mochila para que estuvieseis seguros de que cada misiva que os enviara provenía de mí. También, al aspirar el aroma de tu batita celeste, que usabas cuando eras bebé. Tu dibujo...
Por desgracia, ellos nos persiguen sin darnos tregua y hasta el momento nada ha dado resultado. No podemos utilizar teléfonos, ordenadores, relojes, porque enseguida caen sobre nosotros como plaga de langosta, masacrándonos. Ni siquiera la luz eléctrica. Saben que en esta parte del mundo, sus dominios, detrás de cada consumo estamos nosotros.
Así que escribo a la luz cálida de las velas. Me proporciona placer ver cómo se derrite la cera, oler su perfume a fresa: las frases vuelan. No estés triste, tiene su lado novelesco: me hace sentir una de aquellas escritoras con pocos medios a su alcance que, siglos atrás, batallaban por dejar un mensaje relevante a los que vinieran después. Porque si nos resistimos ellos nos cazan, experimentan con nosotros, terminan con nuestra forma de vida, nos asesinan. Pero la alternativa es peor: ser esclavos. Jamás debemos dejar de luchar, es nuestra obligación. Si nos embarga la debilidad, hay que recordar nuestra fuerza.
Amado hijo: te envío esta carta para que sepas que siempre es preferible la lucha a la esclavitud. Los he visto de cerca, no tienen compasión. Saca energía recordando cómo vivíamos antes de que llegaran. Y, sobre todo, ten fe, ¡venceremos!
No intentes localizarme: escóndete. Te buscarán para llegar a mí. Confía en papá, él te protegerá, cueste lo que cueste. Sé que con esta decisión me convierto en una pésima madre, al poner a la Humanidad por delante de ti. Si hoy muero será sintiéndome culpable. Pero entiéndeme, no tengo otra opción: soy la persona con más puntos de suerte y, por tanto, con más facilidades para frenar esta invasión alienígena. Los demás los han agotado y es necesario esperar. Junta todos los tuyos y no los malgastes, tal vez te veas obligado a seguir mi ejemplo dentro de unos años.
Te amo, hijo, perdóname,
mamá.
https://youtu.be/uzwFVx8lJBU
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