CAPÍTULO 65

─¿Cómo que te despidieron? ─Inquirió Patrick, pateando una silla.

─Lo que escuchas, me despidieron─. Kendra bufó, rodando los ojos─. Y todo es por tu culpa.

Patrick rio con cinismo, sacudiendo la cabeza.
─Si te despidieron, fue porque eres una estúpida─. Gruñó, cruzándose de brazos─. No me eches la culpa de tus desgracias.

Kendra pasó una mano por su cabello, sentándose sobre la mesa. El lugar donde se estaba quedando era bastante pequeño, y para nada acogedor. Su prima le permitió dormir en su casa, y le dio un cuarto que solía utilizar como depósito. Kendra lo había perdido todo, y ni siquiera lograba conseguir otro trabajo. Sin embargo, lo peor de todo fue que Patrick demoró más del tiempo acordado en buscarla. Quizás, si se hubieran visto en la fecha pactada, ella habría podido recuperar su empleo.

La reina la obligó a dejar el castillo la misma noche que la encontró besando a Dominic, y apenas si le dio tiempo de recoger sus cosas. Kendra pensó que, después de eso, ellos se separarían y habría logrado su objetivo. Pero las cosas salieron al revés. Dominic y Rosalie parecían estar más unidos que antes.

─Te recuerdo que tú me pagaste para seducir a Dominic─. Ella aseveró, viéndolo a los ojos─. Si no te hubiera hecho caso, aún tendría mi empleo.

Patrick apretó los dientes, molesto por sus palabras. 
─Eso es lo peor de todo─. Se quejó, avanzando un paso─. Te pagué por un trabajo, y lo hiciste mal. Eres tan estúpida que ni siquiera conseguiste meterte en la cama de Dominic. 

─¿Acaso crees que no lo intenté? ─Kendra preguntó con ironía, levantando una ceja─. Perseguí a Dominic por semanas, me le insinué en todas las formas posibles, pero él ni siquiera volteaba a verme─. Bufó─. Solo tenía ojos para Rosalie. 

El joven maldijo por lo bajo, furioso.
─Me dijiste que las cosas estaban mal entre ellos─. Recalcó, dando una vuelta por el cuarto─. Que incluso dormían en habitaciones separadas. ¿Por qué no aprovechaste eso? ─Elevó la voz.

─¡Lo aproveché! ─Ella exclamó, irritada─. Me metí al cuarto de Dominic en tres oportunidades, y las tres me echó─. Mencionó con frustración─. Y la única vez que logré besarlo, fue cuando Rosalie nos encontró. Hice lo mejor que pude.

Patrick volvió a golpear la silla, conteniéndose las ganas de gritar. Después de idear la forma de separarlos, pasó semanas construyendo una cabaña en la mitad del bosque de Sarauta. Demoró más de lo que pensó al inicio, pero creyó que todo valdría la pena cuando Kendra le dijera que cumplió con su parte del trato. No imaginó que ella tiraría abajo su esfuerzo. 

Él sabía lo frágil y vulnerable que era Rosalie, y pensó usar eso a su favor. Si Kendra lograba meterse en su relación, y sembrar la sospecha de una infidelidad, ella dejaría a Dominic. Patrick confiaba en que Rosie volvería a él; e incluso fingió disculparse con ambos para recuperar su confianza. Todo iba saliendo bien; pero Kendra le falló. 

─¡No fue suficiente! ─Exclamó, señalándola─. Nosotros teníamos un plan. Yo hice un plan perfecto para recuperar a Rosie, y tú lo arruinaste todo─. Espetó, plantándose frente a ella─. Tú arruinaste la última oportunidad que tenía para regresar con Rosalie. 

Kendra rio con sorna, harta de la obsesión de Patrick por la reina.
─Dudo mucho que tu plan haya resultado de todos modos─. Se burló, acariciando el rostro del chico─. Después de todo, no es tu bebé el que lleva Rosalie en su vientre. 

Patrick negó con la cabeza, soltándose. No creía lo que acababa de escuchar.
─¿Qué? ─Inquirió─. ¿De qué estás hablando?

─¿No lo sabías? ─Kendra preguntó irónica, disfrutando la expresión en su rostro─. Ella y Dominic tendrán un bebé. Los escuché conversando sobre su embarazo poco antes de despedirme. 

Patrick retrocedió un poco, pasando una mano por su cabello. 
─Mientes─. Farfulló─. Rosalie no puede estar embarazada. 

Kendra rio, cruzándose de brazos. 
─No tendría por qué mentirte; ya no tengo nada que perder. Además, escuché muchas cosas cuando trabajaba para ellos─. Comentó, buscando molestarlo─. Los gemidos que tu querida princesita daba cada vez que Dominic se la cogía en el estudio, resonaban en algunas habitaciones del castillo─. Se burló, bajando de la mesa─. Me pregunto si también gritaba igual cuando estaba contigo. 

Patrick bufó con rabia, arrinconando a Kendra contra la pared. La sostuvo con fuerza del cuello, acercándose más a ella.
─No vuelvas a faltarle el respeto a Rosalie─. Amenazó, viéndola a los ojos─. Ella no es una zorra como tú.  

Kendra tembló ante su tacto, asustada. Él nunca se comportó tan violento.
─Patrick─. Masculló, sin poder respirar─. Suéltame, por favor.

─No, porque ahora tú me vas a escuchar─. Aseveró, acariciando su rostro con la otra mano─. Me vas a ayudar a pensar en otro plan para separarlos, y que ese bastardo no nazca. Rosalie volverá a ser mía. Es su destino estar conmigo. 

El pulso de la chica se aceleró, empezando a desesperarse. Golpeó a Patrick en las costillas, logrando que se aleje de ella. Kendra se abanicó con las manos, recobrando el aliento. Él estaba loco. El odio y la venganza lo habían trastornado.  

─No, Patrick. Basta ya─. Sentenció, luchando por elevar la voz─. Yo ya había olvidado a Dominic y lo que pasó entre nosotros. Tenía un buen trabajo, y un lugar donde vivir. Sin embargo, perdí todo eso por ti, y por hacerte caso con las idioteces que hablabas─. Se cruzó de brazos─. Yo ya no te voy a ayudar. Lo lamento, pero estás solo en esto. Ya he perdido demasiado. 

Patrick asintió, tranquilo por haberse librado de Kendra. No le iba a rogar.
─Bien. Si así quieres que sean las cosas, no tengo problema con ello─. Aseveró, recogiendo su chaqueta de la cama─. Así como me dejas solo con nuestra venganza, yo también te dejaré sola con el problema en que te metiste─. Se burló─. No nos volveremos a ver. 

Kendra masculló algo indescifrable, y se apresuró a tomarlo por el brazo. El camisón amarillo que llevaba dejaba entrever su cuerpo, y lo abultado de su vientre. A pesar que hacía poco pasó los tres meses, había engordado demasiado. Ella seguía arrepintiéndose de haberse dejado embarazar por él. Debió cuidarse con el té; tal y como lo hacía antes. 

─Patrick, espera─. Habló en tono suplicante, señalándose a sí misma─. ¿Qué voy a hacer con esto? ─Inquirió, consternada─. No me puedes dejar sola con tu hija. No tengo como mantenerla, y tampoco sé qué haré cuando nazca. 

─Te pagué mucho dinero por un trabajo que hiciste mal─. Él recriminó, soltándose─. Úsalo para sacarte la cosa que tienes dentro. 

Kendra negó con la cabeza, preocupada. 
─Ya lo intenté, Patrick─. Musitó, cruzándose de brazos─. Fui con una señora para que hiciera el trabajo, pero dijo que ya estaba muy grande. Si la sacaban, corría el riesgo de morir yo.

Patrick rio al ver la desesperación en sus ojos, indolente.
─Muérete entonces─. Se burló, acercándose a ella─. Tenla, piérdela, regálala... no me importa. En lo que a mí concierne, ni siquiera sé si es mía.

─Claro que es tu hija─. Kendra elevó la voz, molesta─. Llevo semanas diciéndote que tú eres el padre.

Patrick rio con amargura, estirando el brazo derecho. Sostuvo a Kendra del cabello con fuerza, quedando a escasos centímetros de ella. Vio una leve expresión de dolor en su rostro, y ajustó su agarre. Ya estaba cansado de oírla. Aliarse con Kendra fue el peor error que pudo cometer. Ella lo había arruinado por completo.

─No estoy seguro─. Gruñó en su oído─. Tú eres una zorra que se acuesta con el primer hombre que ve. Esa bastarda que llevas dentro podría ser de cualquiera. 

Kendra se movió con fuerza, tratando de soltarse. Patrick tenía demasiada fuerza, y la cabeza empezaba a dolerle. Cuando lo conoció, sintió pena por él debido a lo que le hicieron. Sin embargo, comenzaba a temerle, y le aterraba que pudiera matarla en un ataque de furia. Actuaba como un monstruo.

─Yo no soy una zorra─. Alcanzó a decir, viéndolo a los ojos─. Sí, acepto que no era virgen la primera vez que me acosté contigo, y que también me acosté con Dominic en el pasado. Pero tú eres el único con quien he estado en mucho tiempo. 

─¿Cómo sé que no estás mintiendo? ─Preguntó, liberándola finalmente─. ¿Cómo sé que no te has acostado con los guardias de tu castillo, o con los mozos de cuadra?

─Porque, aunque haya sido una sirvienta, yo también tengo estándares─. Retrocedió un poco, asustada─. Después de haber estado en la cama de un príncipe, ¿de verdad creíste que sería capaz de meterme con un insignificante mozo de cuadra?

Patrick abofeteó a Kendra con toda la fuerza que tuvo, sin poder contenerse más. La vio caer de espaldas sobre su cama, y su labio empezó a sangrar. Se arrodilló sobre el colchón, furibundo. No sabía si ella habría descubierto la verdad sobre él, pero ya nada le importaba. Hacía mucho que nadie se burlaba del trabajo que realizaba, o su posición social. La haría tragarse sus palabras. 

─Pues, si tanto insistes con que esa bastarda es mía, te contaré un secreto─. Patrick se burló, volviendo a tomarla por el cuello─. A ti te embarazó el mozo de cuadras de Sarauta. Te acostaste con el encargado de limpiar y bañar a los caballos del rey Garfield. 

─Me dijiste que eras un hombre de confianza del rey─. Atinó a decir, nerviosa─. Que tenías una posición importante en el castillo.

─Eso fue después que descubrí que Rosalie se escapaba para verse con un chico en el bosque─. Masculló con asco, recordando ese día─. Empecé trabajando en los establos. 

Kendra empezó a golpear a Patrick con ambas manos, tratando de liberarse. Él logró inmovilizarla, y ella comenzó a llorar. Los ojos del chico estaban llenos de odio, y la apretaba con más fuerza a cada segundo. Se le dificultaba respirar, y pensaba que él la estrangularía en cualquier segundo. Ella no quería morir. 

─Patrick, suéltame, por favor─. Suplicó, con la voz entrecortada─. Me estás lastimando. 

─Tú me has lastimado más─. Espetó, sintiendo la sangre hervir─. Tú arruinaste todas las oportunidades que tenía de recuperar a Rosalie, de hacer que ella volviera a amarme. Si hubieras hecho bien tu trabajo, Rosie y yo ya habríamos escapado a la cabaña que construí en el bosque. Y tú, hubieras logrado que Dominic se hiciera cargo de esa cosa. 

Patrick la soltó con furia, empujándola contra el colchón. Kendra empezó a toser, recuperando el aliento. Ella lo vio alejarse, y limpió sus lágrimas. Después de eso, esperaba no volver a verlo jamás. Se arrepintió de ayudarlo cuando lo conoció, y quedarse varios días con él. Acercarse a Patrick fue el peor error de su vida.

─Ahora me doy cuenta que Rosalie nunca fue el problema; el problema eres tú─. Profirió, cuando el chico estuvo cerca de la puerta─. Eres una persona imposible de amar.

Patrick ladeó la cabeza, sin darle importancia. 
─Y tú eres una zorra─. Repitió, viéndola con repulsión─. No tienes derecho a hablar del amor.

Patrick salió de la casa de Kendra, avanzando con lentitud hasta el mercado. Volvía a estar solo, y necesitaba idear un plan. Muchas ideas hacían eco en su mente, y no sabía cuál escuchar. Él suspiró, sacando de su bolsillo el puñal que robó de la armería de Sarauta. Solo le quedaba una opción, pero era muy cobarde como para hacerlo. 

El joven se detuvo cerca de una señora que vendía patos y gallinas, observando a Rosalie caminar a lo lejos. Ella abrazaba a Dominic, y varias personas se acercaban a saludarlos. La sangre hirvió dentro de él, y volvió a guardar el arma. Caminó hasta un bar cercano, decidido a tomar el valor que le faltaba. Ya había tomado una decisión. 

Amelie entrelazó sus dedos con los de Tristán, jalándolo por una de las calles. Él rio con el gesto, siguiéndola a paso lento. Llevaban menos de media hora en el mercado principal de Kauyen, pero el carruaje ya estaba lleno de todo lo que compraron. Finalmente comenzaron a preparar la habitación del bebé. 

Amy decidió que ellos arreglarían una habitación simbólica, y ya la habían mandado a tapizar. Guardarían su ropa, juguetes, y objetos ahí; pero el bebé dormiría con ellos los primeros meses. Ambos temían que algo pudiera pasarle en la oscuridad de la noche, y resolvieron acomodar ambas recámaras. Después de todo, la cuna que les regaló Garfield sería más útil de lo que pensaron. 

─Amy, hemos comprado cosas que el bebé no usará hasta que cumpla los cinco años─. Tris comentó, aburrido─. Y mañana iremos al bazar de Sarauta. Creo que sería buena idea regresar al castillo. Ya me cansé. 

Ella rio, jalándolo con más fuerza. 
─Me obligaste a pasar semanas echada, descansando─. Se rio, acariciando su rostro─. Ahora yo te obligaré a pasar semanas comprando cosas para su habitación─. Bromeó. 

Tristán rio también, besándola con suavidad. 
─Quizás deberíamos esperar a saber qué será antes de comprar más juguetes─. Sugirió─. Hemos caminado por todo este lugar, y todavía no sé qué estás buscando. Además, recuerda que todavía tienes que cuidarte. 

─Lo que estoy buscando es para mí, no para el bebé─. Confesó, retrocediendo un paso─. Y ya me faltan un par de días para cumplir los cinco meses. Ni siquiera he tenido náuseas últimamente. Estaré bien. 

Tris rio, abrazándola. Le gustaba verla feliz. 
─Bien, entonces te ayudaré a buscar─. Afirmó, colocando un mechón de cabello tras su oreja─. ¿Qué necesitas?

Amy sonrió, dándole la mano. 
─¿Recuerdas los muñecos que compré hace meses? Los del día de la coronación─. Ella giró, volviendo a caminar─. Lo he pensado, y quisiera comenzar a coleccionarlos. 

Tristán soltó una leve risa, abrazándola por la espalda. Besó su mejilla, recostándose sobre su hombro. Él vio a lo lejos una señora con esas estatuillas, y quiso sorprenderla. Se las iba a regalar. Le ayudaría a empezar su colección. 

─Hay que separarnos para buscar─. Susurró en su oído antes de soltarla─. Tú ve por la parte de la izquierda, y yo iré hacia la derecha. Nos vemos en diez minutos. 

Ella levantó una ceja, confundida.
─Eres extraño─. Comentó, burlona. 

─¿Ya no soy un idiota? ─Preguntó con sorna, inclinándose hacia ella. 

─Siempre serás mi idiota─. Amy lo besó, colgándose de su cuello unos segundos─. Te veo en diez minutos. 

Amelie caminó en la dirección indicada, notando varios puestos de joyería. Observó con fascinación los collares y anillos, admirando su belleza. Sin embargo, hubo una señora que captó su atención; al final del pasillo. Ella tenía cuarzos, amatistas, e infinidad de piedras preciosas sobre la mesa. Parecía una adivina. 

─Bienvenida, mi reina─. Saludó con una reverencia apenas la vio─. Felicitaciones por su bebé. 

Amy le sonrió, haciendo una venia. 
─Muchas gracias. 

─¿Ya sabe qué será? ─Preguntó, tomando las manos de la reina. 

Amelie negó, dando una ojeada rápida al lugar. 
─Todavía no─. Suspiró─. El doctor me revisó hace una semana, pero dice que es muy pronto. 

La mujer rio, ladeando la cabeza. 
─Los doctores son muy brutos para este tipo de cosas─. Comentó, jalando una silla del interior del puesto─. Ellos se creen muy inteligentes, pero no saben nada. 

Amy asintió levemente, y muchos pensamientos llegaron a su mente. Recordó a Tristán quejándose de las personas que preferían ir con brujos y curanderos, a buscar un médico real. Sin embargo, lo que aún le daba risa, era que él nunca sospechó del embarazo. Para haber sido estudiante de medicina, no era muy brillante. 

─¿Le gustaría saber qué será? ─Consultó la señora, sacándola de sus pensamientos─. Soy una experta en estas cosas; yo no me equivoco. 

La joven se encogió de hombros, sentándose en la silla. 
─De acuerdo─. Contestó divertida─. Sí quisiera saber. 

La mujer se inclinó hacia adelante, pidiéndole permiso para tocar su vientre. Amelie aceptó, observando a la mujer hacer muecas mientras la palpaba. Una sonrisa enorme se formó en su rostro después de varios segundos, soltándola. Ella ya sabía que iba a ser. 

─Es un varón muy fuerte el que llevas dentro─. Comentó la mujer, emocionada─. Idéntico a su padre.

Amelie suprimió un grito, sin saber cómo sentirse por la noticia. Frotó su vientre con suavidad, agachando la mirada. Un niño. Ella y Tristán tendrían un varón. Sonrió con sutileza, conteniendo las ganas de hablarle. Aunque le hubiera gustado una niña, le alegraba conocer finalmente el sexo del bebé. Ahora, más que nunca, estaba emocionada por su futuro hijo. 

─¿Qué más sabe de él? ─Preguntó tras varios segundos─. ¿Tiene más información?

La mujer asintió, tocando su vientre de nuevo.
─Tu bebé tiene una energía y un aura muy fuerte─. Afirmó─. Puedo sentir parte de esa energía en ti; y sé que la otra mitad está en su padre.

Amelie suspiró, deseando que Tristán la hubiera acompañado. 
─Dígame más─. Pidió─. ¿Qué más puede sentir?

La mujer rio por el entusiasmo de la reina, y cerró los ojos.
─Este niño se ha aferrado a ti desde el momento que lo concibieron─. Habló sin abrirlos─. No sé por qué, pero hay una luz protegiéndolo. Hará cosas muy grandes cuando sea mayor.

Amelie suspiró una vez más, recordando el picnic en el Campo de las Estrellas. Ella sabía que las cosas en la isla eran extrañas, y las fuerzas de la naturaleza todavía eran muy fuertes en algunas zonas. A pesar de los años, las costumbres ancestrales y creencias prevalecían. Su hijo había sido bendecido por las estrellas. 

La mujer buscó entre sus cosas, sacando un pequeño collar con una piedra negra. Se lo colocó a la reina con cuidado, ajustándolo tras su cuello. Esa era una gema difícil de conseguir. 

─Es un ónice negro─. Explicó, viéndola a los ojos─. La va a proteger, y al bebé también. Considérelo un regalo para el príncipe. 

─Muchas gracias, señora─. Amy se levantó con cuidado─. Usted ha sido muy amable. Muchas gracias por todo lo que me ha dicho. 

─El honor fue mío─. Aseguró, guardando la silla─. Espero verla pronto. 

Amy se despidió de la mujer, regresando a paso lento. Las palabras de aquella adivina continuaban resonando en su cabeza, y no dejaba de sonreír. Ella vio a Tristán a lo lejos, y corrió hacia él. Debía contarle todo lo que descubrió. 

─¿Dónde estabas? ─Él preguntó, enarcando una ceja─. Estuve buscándote por todo este lugar. 

Amy le dio la mano, jalándolo hasta la entrada de un bosque cercano al mercado. 
─Ven─, pidió, emocionada─. Hay algo que necesito contarte, pero quiero que sea en privado. Solo tú y yo. 

Tristán asintió, siguiéndola. Vio a los guardias acercarse con las lanzas en las manos, pero él les indicó que aún no se irían. Tris les dijo que podían tomarse una hora libre, y recorrer los alrededores; o entrar a alguna de las posadas a comer. Si Amy quería tanta privacidad, era porque debía ser algo importante. 

Los jóvenes caminaron al interior del bosque, demorando casi quince minutos en llegar a un claro. Los árboles estaban baste alejados uno de otro, y daba la impresión que un caballo podría ingresar allí. Tris ladeó una sonrisa, extrañando ir a cabalgar con Amelie. Él esperaba enseñarle al bebé a montar cuando estuviera grande. La idea de un paseo familiar le agradaba. 

Amy se sentó sobre unos troncos con cuidado, haciendo un ademán para que Tristán la acompañe. Esa era una de las mejores mañanas que tuvieron.  

Tris se acomodó a su lado, dándole la mano. 
─Sé que quieres contarme algo, pero te tengo una sorpresa─. Él anunció, sacando algo del bolsillo de su chaqueta─. Conseguí estos dos muñecos del día de la boda─. Sonrió─. Espero te guste. 

Amy tomó las estatuillas con fascinación, abrazándolo. Ella no esperaba que él comprara las del día que se casaron, y agradeció en su oído. Le dio un beso corto, y los guardó en el pequeño bolso donde tenía su dinero. Los detalles que Tristán tenía con ella siempre alegraban su día. 

Amelie tomó su mano, guiándola sobre su vientre. Ambos lo acariciaron con dulzura, y él apoyó el mentón sobre el hombro de Amy. Ella juntó su cabeza con la de él, más feliz que en cualquier otro momento. A pesar que jamás imaginó tener una familia, estar con Tristán la hacía inmensamente feliz. Notó que el bebé se movía dentro de ella, y ahogó un grito. Acababa de patearla. La primera patadita de su bebé. 

─Tris, ¿lo sentiste? ─Preguntó emocionada, girando hacia él─. Me pateó. 

─¿En serio? ─Sonrió, acercándose más a ella─. Pídele que lo haga de nuevo; también lo quiero sentir. 

Amy guio la mano de Tristán sobre su vientre, colocándola dónde lo sintió. Le habló con suavidad, notando que el bebé se movía con fuerza en su interior. Rio suavemente al darse cuenta que Tristán estaba llorando, y se acurrucó en su pecho. Ese momento no podía ser mejor.

─Es un niño─. Ella musitó, elevando la vista─. Tris, vamos a tener un varón. 

Tristán la abrazó con fuerza, sin contener la emoción. Aunque él no tenía ninguna preferencia, le alegraba saber que tendrían un varón.

─Un niño─. Él repitió, besando su cuello─. Nuestro principito. 

Amy se enterneció con sus palabras, recostándose en su hombro.
─Lo sé─. Ella sonrió─. Tendremos que empezar a pensar en un nombre. Yo solo había considerado nombres de mujer. 

Tristán la abrazó por el costado, aun acariciando su vientre.
─Me gusta Jeremy─. Comentó, entrelazando sus dedos con los de ella─. Creo que sería un buen nombre. 

Amelie cerró los ojos un instante, imaginándolo. 
─Jeremy Van Dijk─. Repitió con dulzura─. Suena bien. 

Tristán sonrió, imaginando como sería todo cuando el bebé naciera. Disfrutó el silencio del lugar, pensando en la familia que empezaba a formar con Amelie. Ese era el inicio de una nueva vida para ambos, y estaba orgulloso de eso. Le alegraba saber que su primer hijo sería con la mujer que amaba.

─Estar aquí me trae recuerdos─. Amy susurró, sacándolo de sus pensamientos. 

─Pero es la primera vez que estamos en este bosque. 

Amy rio, sacudiendo la cabeza. 
─No precisamente este bosque, pero sí lo que estamos haciendo─. Musitó, viéndolo a los ojos─. Así comenzó todo. Tú y yo encontrándonos a escondidas en los límites de Sarauta. 

─Tantas cosas han cambiado entre nosotros desde eso─. Tris comentó, disfrutando el sol de la mañana─. Casi parece que ha pasado una eternidad desde el día que te encontré en tu castillo, corriendo por los pasillos. 

─Y ahora, tendremos un hijo─. Ella rio─. Tris, ¿crees que las cosas habrían sido iguales en el mundo real? ─Preguntó de golpe─. O sea, si nosotros nunca hubiéramos tenido el accidente. 

Tristán se encogió de hombros, sin saber qué responder. 
─No lo sé─. Musitó, viéndola a los ojos─. Creo que yo no hubiera sido capaz de admitir que sentía algo por ti─. Confesó, pasando saliva con dificultad─. Era más fácil odiarte, que aceptar que, quizás, tú me gustabas. 

─¿Yo te gustaba? ─Amy preguntó, sintiendo sus ojos ponerse vidriosos. 

Tris volvió a encogerse de hombros, y se aclaró la garganta. 
─Yo me sentí muy confundido después de acostarnos en mi auto─. Habló bajo─. Por un instante, sí me imaginé intentar algo contigo─. Carraspeó─. Pero sabía todas las consecuencias que eso traería. Problemas con mi padre, las habladurías de los vecinos, tener que lidiar con Frances, decirle a mi novia que le fui infiel─. Enumeró─. Sonará infantil, pero le di más importancia al qué dirán, que a lo que sentí en ese momento. Fue por eso que te devolví la foto. 

Amy rio con amargura, sintiendo un par de lágrimas caer. Recordó con nostalgia lo que pasó después de la fiesta de graduación, y que ella se sintió de la misma manera. La única diferencia, fue que a ella jamás le importó la opinión del resto de personas; ni siquiera la de Frances.

─¿Te acuerdas qué fue lo último que pasó en el auto antes de bajarme? ─Amelie preguntó en un susurro─. Después que me besaste. 

Él soltó una pequeña risa, pensando en ese momento.
─Tú me dijiste que era un idiota─. Mencionó─. Y luego me volviste a besar. 

Amy rio, sacudiendo la cabeza. Ella no se refería a eso. 
─Y tú dijiste que yo era una maldita presumida─. Recordó, cruzándose de brazos─. Pero también me preguntaste si me verías al día siguiente─. Titubeó─. Y yo respondí que tal vez. 

─Había olvidado eso─. Comentó. 

─Yo no─. Amy musitó. Jamás creyó finalmente conversar de eso con Tristán─. La verdad es que yo sí quería verte─. Confesó, secando sus lágrimas─. Apenas si pude dormir lo que quedaba de noche. Yo esperaba que me fueras a buscar─. Rio con amargura─. Y me buscaste, pero no para lo que yo creí. 

─Amy... ─Él susurró─. Yo no lo sabía. Lo lamento...

─No, descuida─. Ella le restó importancia─. Fui yo quien no debió ilusionarse─. Afirmó─. Pero, sabes, fue extraño cómo sucedió todo. Cuando te besé por primera vez, tuve una sensación extraña. Fue diferente a cualquier otro chico que hubiera besado. Y el sexo, a pesar de lo incómodo de tu auto, también fue diferente. Para mí, hubo algo especial esa noche.

─Para mí también─. Tris secundó─. Y volví a sentir lo mismo cuando nos besamos aquí. Es raro.

Amelie lo tomó por la nuca sin previo aviso, besándolo con pasión.
─¿Lo sentiste? ─Preguntó, juntando su frente con la de él.

─Sí─. Tristán la besó de nuevo─. ¿Y tú?

─También─. Amy relamió sus labios─. ¿Crees que nosotros estábamos destinados a estar juntos?

Él negó, sosteniéndola por el mentón. 
─No creo en el destino. Pero quiero creer que, después de mucho, ambos nos elegimos. Finalmente, tú y yo estamos bien.

Amy acarició el rostro de Tristán, rozando su nariz con la de él. Se acercó más, besándolo con suavidad. Amaba el sabor de sus labios, y el calor de su cuerpo. Ella no quería probar los labios de nadie más, nunca. Tris sería el único en su vida. 

Felicitaciones a los futuros padres─. Una voz gruesa los interrumpió, en tono burlón─. Espero que sean muy infelices los tres. 

Tristán se sobresaltó al escucharlo, levantándose del tronco. Patrick se recostó sobre uno de los árboles, a la entrada del claro; sosteniendo una botella de vino. Estaba despeinado, pero no se veía ebrio. Tris ya estaba cansado de él; y de su maldita obsesión.

─Lárgate de aquí antes que llame a la guardia─. Amenazó, señalándolo─. Déjanos en paz. 

Patrick rio, negando. 
─La guardia está muy lejos de aquí─. Mencionó, dejando la botella en el piso─. Dudo mucho que escuchen alguno de nuestros gritos. 

─Te mandaré a apresar─. Tris espetó─. Estoy harto de tener que lidiar contigo. No permitiré que te vuelvas a acercar a Amy, o a mi hijo. 

Patrick avanzó un par de pasos, observando el vientre de Rosalie. No era tan grande como el de Kendra, pero debían tener casi el mismo tiempo. Apretó los labios, molesto. Ellos tendrían un niño. Hasta en eso, Dominic le había ganado.

─Se suponía que ese bebé debió ser mío─. Habló dolido, sin quitarle la vista a la chica─. Así fue como lo planeamos, ¿recuerdas? ─Elevó la voz─. Escaparíamos, y nos casaríamos en secreto. Luego tendríamos cinco hijos. Tú siempre quisiste un varón, igual que tus padres. 

Amelie negó en su lugar, irritada. 
─Yo jamás me acostaría contigo─. Aseveró─. Me das asco y repulsión. No puedo creer que fui tan ciega como para fijarme en alguien como tú. 

─¿Y por eso preferiste a este imbécil? ─Inquirió Patrick, señalando al rey─. Él ni siquiera te era fiel; fue capaz de traicionarte en tu propia cama─. Acusó, dolido─. ¿Por qué no te das cuenta que yo soy el único que realmente te ha amado?

Amy analizó sus palabras con rapidez, notando la falsa seguridad que proyectaba. Le pareció extraño que mencione la infidelidad, y que mintiera diciendo que fue en su cama. Él tramaba algo. 

─¿De qué estás hablando? ─Ella cuestionó, poniéndose de pie─. ¿Cómo pudiste saber todo eso? ¿Qué estás ocultando?

Patrick maldijo internamente, dándose cuenta que habló de más.
─Yo realmente te amaba, Rosie─. Confesó él, ignorando la pregunta─. Tú fuiste la primera persona en todo el maldito castillo que me trató bien─. Recordó con pena─. Fuiste la única que nunca se burló de mí, ni me tuvo asco por el trabajo que realicé. Fuiste la única que me trató como un ser humano.

Amelie se acercó más a Tristán, sosteniéndolo por el brazo. El tono de voz de Patrick le daba miedo, y tuvo un mal presentimiento. Quería que él se fuera de ese lugar. 

─Y luego cambiaste─. Patrick continuó, viéndola a los ojos─. Te volviste como tu madre, y nos mirabas a todos por sobre el hombro. Pero, ¿sabes que fue lo peor? ─Inquirió, pasando una mano por su cabello─. Cuando discutimos en tu cuarto, y dijiste que nunca te fijarías en un plebeyo como yo─. Masculló─. Yo te amaba, y tú te volviste tan prejuiciosa y orgullosa como el resto de los Duboisse. 

Amy se abrazó a Tristán, asustada. 
─Patrick, necesito que superes lo que pasó─. Pidió, con temor en la voz─. Lo nuestro fue bonito mientras duró, pero estoy casada ahora. Tristán y yo formaremos una familia, y tú podrás hacer lo mismo con alguien más─. Habló, fingiendo pena─. No te meteremos preso, pero déjanos en paz─. Mintió─. No nos vuelvas a buscar, por favor. 

Patrick rio con ironía, sacando el puñal de su bolsillo. 
─Nunca comprendí el juego que tenían ustedes dos de cambiarse los nombres─. Ladeó la cabeza─. Ni por qué tú siempre firmaste las cartas como Tristán─. Lo señaló. 

─¿Tú robaste mis cartas? ─Amy inquirió, recordando ese problema. 

─Y las quemé─. Patrick empezó a mover el puñal entre sus dedos─. Además, también robé el muñeco que tu hermana te dio cuando te fuiste del castillo. Después de todo, a ti nunca te gustaron esas cosas. 

Tristán pasó saliva con dificultad, viendo al muchacho acercarse cada vez más. El puñal se notaba afilado, y él no tenía ningún arma con la cual defenderse. Ni siquiera tenía una armadura, o un escudo con el cual pudiera golpearlo. 

─Amy, vete de aquí─. Susurró en su oído, escudándola con su cuerpo─. Trae a los guardias, y regresa al castillo. Yo trataré de detenerlo lo más que pueda; pero necesito que te pongas a salvo. 

─Tris, yo no te voy a dejar─. Afirmó, tomándolo de la mano. 

Patrick rio al verlos, apuntándolos con el puñal. 
─Primero te mataré a ti, por todo lo que me quitaste. Tú arruinaste mi vida, Dominic─. Espetó, enfurecido─. Y luego, te sacaré esa cosa que llevas dentro, Rosalie. Tú serás la última en morir. 

Tris negó, protegiéndola por completo. No dejaría que nadie lastime a su familia. 
─Perdóname, Amy─. Susurró, acariciando su vientre por última vez─. Pero no voy a permitir que nadie los lastime. Necesito que escapes de aquí. 

Tristán no esperó respuesta, lanzándose contra Patrick. Lo golpeó con el hombro, observándolo retroceder. Intentó sostener su muñeca, forcejeando con él. Necesitaba desarmarlo. 

Amelie permaneció inmóvil en su lugar, con los ojos llenos de lágrimas. Los veía golpearse y rodar por el suelo, pero no pudo moverse. Estaba congelada. El terror se apoderó de su cuerpo, y solo pensó en ayudar a Tristán; sin embargo, no sabía cómo. Patrick acababa de golpearlo en la frente con una piedra, y ella no tenía nada con qué atacarlo. 

Tristán sintió la sangre empezar a caer, y la vista se le nubló. Patrick consiguió sentarse encima suyo, inmovilizándolo.
─¡Amy, vete de aquí!─. Alcanzó a gritar, luchando por liberarse─. Necesito que el bebé y tú estén a salvo. 

Amelie logró reaccionar al oír su voz, volviendo a la realidad. Divisó a lo lejos la botella que Patrick dejó, corriendo para tomarla. No era mucho, pero necesitaba distraerlo para que Tristán pudiera levantarse. 

Amy sostuvo la botella por el pico, rompiéndola con toda la fuerza que tuvo contra la cabeza de Patrick. Él se tambaleó hacia adelante, y uno de los vidrios se le incrustó en la palma de la mano. Ella retrocedió, logrando sacarse el cristal. Amelie suprimió un grito, notando que Tristán permanecía sobre el pasto, con los ojos cerrados. Patrick había conseguido clavarle el puñal. 

─¡Eres una zorra! ─Patrick la insultó, mareado por el golpe─. Todo esto es tu culpa. Nunca debiste abandonarme. 

Ella retrocedió, temerosa. 
─Estás loco─. Se atrevió a decir─. Te matarán por lo que hiciste. Eres un monstruo. 

Patrick sacudió la cabeza, luchando por no perder el sentido. Frotó sus ojos con una mano, y se aclaró la vista. Alcanzó a sostener a Rosalie del cuello, impidiendo que pudiera dar un paso más. Ya no tenía el puñal, pero eso no le importó. Sentir el miedo en su respiración le dio una nueva idea. La iba a estrangular. 

─Hace mucho que yo estoy muerto, Rosie─. Masculló, ajustando su agarre─. Ya no me importa lo que me pase. Si tú no eres mía, no serás de nadie. 

Amelie empezó a patearlo, pero él no parecía inmutarse con los golpes. Se le dificultaba respirar, y ella clavó las uñas en su rostro. Patrick se movió sin soltarla, y Amy alcanzó a ver los tres anillos que tenía en la mano, recordándolos. Eran su única salvación. 

Amelie le tiró un fuerte puñetazo en el rostro, viendo las joyas incrustarse en su piel. La soltó, y ella empezó a toser; recuperando el aliento. Retrocedió un poco más, escuchando un grito ahogado a lo lejos. Elevó la vista, asustada de lo que pudiera estar pasando. No reconoció la voz.

Tristán consiguió sacarse el puñal del costado, levantándose con lentitud. Observó a Amy golpear a Patrick, y aprovechó para acercarse en silencio. Lo apuñaló en la espalda, cortando su espina dorsal. Él no merecía seguir viviendo.

─Te advertí que te mantuvieras alejado de mi familia─. Gruñó, antes de empujarlo contra el suelo─. Ojalá te quemes en el infierno. 

Tris dejó caer el puñal, abrazando a Amelie con fuerza. Ella lloró en su oído, y él la jaló con suavidad hacia el pasto. Quería echarse; se sentía débil. 

─Amy, ¿cómo estás? ─Alcanzó a preguntar─. Te lastimaste; tu mano está sangrando. 

La joven sacudió la cabeza, acomodando a Tristán sobre su regazo. 
─Yo estoy bien─. Musitó, besando su frente─. Pero ya no digas nada. Necesitas guardar energía para regresar al castillo. 

Tristán negó, tosiendo. 
─Amy, no me estoy sintiendo bien─. Habló, quitándose la chaqueta─. Necesito que me ayudes a hacer presión en la herida. 

Amelie asintió, con las manos temblorosas. Tomó la tela de la chaqueta, apretando como él le dijo; pero la sangre no se detenía. Ella lloraba con más fuerza, sin saber cómo ayudarlo. Tenía miedo.

─Tris, estás sangrando demasiado─. Ella sollozó─. Dime qué más hacer. ¿Cómo lo detengo?

Él negó con la cabeza, sosteniendo una de sus manos. 
─No lo sé─. Susurró, tratando de sentarse─. Pero necesito que me escuches─. Balbuceó─. Quiero que regreses al castillo, y que cuides muy bien de nuestro hijo. Prométeme que le hablarás de mí. Quiero que sepa que su padre lo amó desde el primer momento que se enteró de su existencia. 

Amelie lo abrazó con fuerza, negando. 
─No le voy a decir nada, porque tú lo vas a conocer─. Musitó esperanzada─. Vamos a criar a nuestro hijo juntos. Tris, no te despidas, por favor. Tú tienes que vivir. 

─Amy, no tengo fuerzas para levantarme─. Volvió a toser, aferrándose a su cabello─. No sé qué pasará, y tampoco puedo prometerte nada. 

Amelie sollozó con fuerza, empezando a gritar por ayuda. Llamó a los guardias hasta que la garganta comenzó a arderle. Él no podía morir; no podía perderlo. Tristán acarició sus labios, manchándolos de sangre sin querer. La besó con suavidad, sonriéndole. 

─Amy, te amo─. Susurró. 

─Y yo te amo a ti, Tristán─. Ella tenía la voz entrecortada─. No me dejes, por favor. 

Tristán observó sus ojos celestes una última vez, antes de cerrar los suyos. Amelie lo sacudió con suavidad, tratando de hacerlo reaccionar. Eso no podía ser verdad, él debía despertar. 

─Tris, Tris por favor levántate─. Suplicó, besando su frente─. Tu hijo y yo te necesitamos; no podré hacerlo sin ti─. Sollozó, intentando darle respiración boca a boca─. Tristán, tú debes conocer a nuestro bebé. Él se va a parecer a ti─. Musitó, desesperada─. Prometiste que serías el mejor padre de todos. Por favor, cumple tu promesa. Me moriré si tú no estás. 

Amelie lo abrazó con más fuerza, notando que todavía tenía pulso. Aún había una esperanza. Ella lo dejó con suavidad sobre el pasto, empezando a correr en dirección al bosque. Continuó llamando a los guardias, pero la voz comenzaba a apagársele. 

─¡AYUDA! ─Se esforzó en gritar─. ¡ALGUIEN AYÚDEME, POR FAVOR!

Amy se detuvo a mitad del bosque, con la vista borrosa. Ella reposó un instante, aferrándose a un árbol para no desmayarse. Suprimió un gesto de dolor, encorvándose. Empezó a sentir cólicos, y se le dificultaba respirar. Ella frotó su vientre, pero el dolor se intensificaba a cada instante. 

─Jeremy, no tengas miedo─. Pidió, recordando el nombre que Tristán le puso─. Los tres vamos a salir de esto. Por favor, no te pongas mal tú también. No soportaría que lo dos me dejen al mismo tiempo. 

Amelie gritó en busca de ayuda una vez más, llamando a cualquier persona que estuviera cerca. Ella respiró pesadamente, regresando con Tristán. Se aferró a su cuerpo, y escuchó el galope de los caballos a lo lejos. Intentó pedir ayuda una vez más, pero ya no le quedaban fuerzas. Amy cerró los ojos, sintiendo su cuerpo desvanecerse. Por más que luchó, ella también se había desmayado. 

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