CAPÍTULO 63
Amelie se admiró en el espejo por varios minutos, sonriendo. Había enviado a confeccionar un vestido para ese día, y le encantaba cómo se veía. Las costureras tomaron las medidas exactas, y hasta el corsé le quedaba a la perfección. No se sentía apretada, y la falda acampanada disimulaba su vientre. Finalmente empezaba a notarse.
La joven abrió la puerta, permitiendo que dos de las criadas ingresen a peinarla. Ellas escarmenaron su cabello, acomodándolo con flores y horquillas. Terminaron rápido, volviendo a dejarla sola para que continúe preparándose. Faltaba muy poco para que comience el banquete que Tristán y ella organizaron. Celebrarían con sus familias la llegada del bebé.
Hacía dos semanas que fue el cumpleaños de Tristán, y Amy también quiso prepararle algo especial. Sin embargo, descubrió que Dominic y él no compartían la fecha de nacimiento, y no supo qué hacer. Aunque era consciente que Tris detestaba las fiestas, ella necesitaba hacer algo por él.
─Hoy es treinta y uno de octubre─. Amelie comentó finalmente, entregándole una cajita─. Feliz cumpleaños, mi amor.
Tristán se extrañó, creyendo que ella no lo recordaría. Sonrió por el gesto, tomando el obsequio de sus manos. Sacó una pequeña esclava de plata, grabada con mucha precisión. Pasó un dedo sobre la placa y carraspeó. Era bastante bonita.
─Tris y Amy─ leyó─. Veinte de mayo.
─Es la fecha de nuestra boda─. Amelie le sonrió, con ilusión en los ojos─. Tú y yo nos casamos el veinte de mayo. Espero te guste; lo mandé a hacer para ti.
─Amy, me encanta─. Tristán la besó, abrazándola─. Aunque nunca me agradó que me dijeran Tris, este es el mejor regalo que he recibido.
Amelie se separó levemente de él, elevando la vista.
─¿No te gusta que te digan así? ─Consultó, confundida.
─No realmente─ él rio─. Pero es bonito cuando tú lo haces.
Tristán se colocó la esclava, y dejó la caja sobre la mesa de noche. Se echó en la cama, jalando a Amelie con suavidad. La acurrucó a su lado, dando un suave beso en su frente. Ella sonrió, sintiendo al bebé moverse en su interior. Todavía era muy leve, pero le gustaba. Era como un pez en el agua.
─Hubiera preferido hacerte una fiesta─ Amelie susurró, acariciando su rostro─. Te prometo que festejaremos cuando llegue febrero.
Él negó, entrelazando sus dedos con los de ella.
─No te preocupes, Amy. Esta es la mejor forma en la que podría pasar mi cumpleaños─. Sonrió─. No lo cambiaría por nada.
Amelie lo besó, pensando lo bonito que era pasar los días a su lado. Aunque Tristán la convenció de guardar reposo hasta que cumpliera los tres meses, ella no dejaba de pensar en la celebración que haría para hacer público su embarazo. Tris era un tanto paranoico, y seguía repitiéndole que debía cuidarse para que nada malo les ocurriera. Ella reía cada vez que lo escuchaba, enternecida por sus palabras. Ambos seguían emocionados con la noticia.
─Tristán, me aburro estando echada todo el día─. Amelie se quejó tres días atrás, cruzándose de brazos─. No me va a pasar nada por ir a caminar a los alrededores del castillo.
Él negó, sentándose a su lado.
─Es peligroso, Amy─. Aseveró, viéndola a los ojos─. No quiero que te vayas a desmayar cuando yo no esté para ayudarte. Espera un poco, por favor.
─Bien─. Ella bufó, tomándolo de la mano─. Pero recuerda que mañana iremos a Sarauta. No puedo posponer más esa invitación. Mi padre pensará que sigo enojada con él. Además, es el cumpleaños de Annelise y quiero pasarlo con ella.
Tristán fingió una sonrisa, acercándose más a Amelie. Él jamás podría olvidar el momento en que Garfield trató de golpear a Amy, y lo mal que se comportó en la reunión. Le molestaba la idea que alguien pudiera golpearla; aunque fuera su padre. No dejaría que nadie lastime a Amelie nunca más.
─De acuerdo─. Asintió─. Entonces, ¿ya está todo bien con Garfield? ─Preguntó, serio─. ¿Ya lo perdonaste por lo que sucedió durante la reunión?
Amelie esbozó una leve sonrisa, suspirando.
─Tú sabes que yo no tuve un padre en el mundo real; y tampoco sé qué es contar con el apoyo de la familia─. Comentó, pasando saliva con dificultad─. Pero él fue el primero en preocuparse por nosotros, aun cuando yo estaba enojada con él. A pesar de las peleas, Garfield y Raveena me han querido más que mis verdaderos padres.
Tris pasó una mano por el cabello de Amelie, antes de acariciar su vientre. Después que ella le contó lo que sucedió cuando sus padres se separaron; comprendió muchas cosas de la forma en que reaccionó. Su espíritu se rompió cuando apenas era una niña, y ella no quería repetir la misma historia con su bebé. Y él tampoco quería. A pesar que ambos eran imperfectos, Tristán haría lo posible por hacerlos felices. No les volvería a fallar.
─Te prometo que seré el mejor padre para nuestro hijo─. Afirmó, orgulloso─. Y el mejor esposo también. Nunca nos volveremos a separar.
─Yo también espero ser una buena mamá─. Musitó, acariciando su vientre─. Todavía tengo miedo de cometer alguno de los errores de Frances, y terminar lastimándolo, o a ti.
Tristán negó, tomando el rostro de Amy entre sus manos.
─Estas últimas semanas, he visto la ilusión con que despiertas cada mañana, y le hablas al bebé─. Mencionó, feliz─. Te preocupas más por tu embarazo que por cualquier otra cosa, y lo quieres como si ya hubiera nacido. Para mí, tú ya eres una gran mamá.
Amy sintió un par de lágrimas caer, emocionada por sus palabras.
─Tris, quiero que me prometas algo─. Pidió, entrelazando sus dedos con los de él─. Júrame que no volverán a haber secretos ni mentiras entre nosotros─. Sollozó─. Quiero que, pase lo que pase, siempre nos digamos la verdad. No volvamos a ocultarnos nada, por favor.
Tristán la besó con suavidad, juntando su frente con la de ella.
─Te juro que así será.
Amelie lo besó de nuevo, jalándolo con ella hacia la cama. Se acurrucó en su pecho, cerrando los ojos un instante. Disfrutaba dormir junto a Tristán, y sentir el calor de su cuerpo. Además, sabía que necesitaba descansar. Les esperaba un largo día cuando fueran al castillo de sus padres. Salir en el carruaje siempre era agotador.
La visita a Sarauta fue más rápida de lo que ambos creyeron, y mucho menos incómoda de lo que Tristán imaginó. Él jamás había estado en una situación similar, y no sabía cómo decirle a Garfield que había embarazado a su hija. A pesar que él ya lo sabía, y las condiciones eran diferentes; le seguía pareciendo extraño tener esa conversación. Hablar del embarazo con Amy era sencillo, pero le inquietaba hacerlo con los demás.
Amelie abrazó a sus padres apenas los vio, ingresando al castillo. Se sentía emocionada por verlos, y conversar con Raven sobre el bebé. Adoraba sentir que todos en ese lugar la querían, y la apoyaban con lo que decidió. No existía nada mejor que el amor de familia.
─Muchas gracias por el obsequio, padre─. Ella comentó, sentándose en la sala─. A Dominic y a mí nos encantó la ropa. Es el primer regalo que tiene mi bebé. Todavía no le hemos comprado nada más.
─Tu madre la confeccionó. Ambos decidimos que fuera blanca, porque no sabíamos el sexo─. Él sonrió, dándole la mano a su esposa─. Pero, ¿por qué no han comenzado a prepararse? ─Inquirió─. El bebé no se quedará dentro tuyo para siempre.
Amy rio con su comentario, acomodando su cabello.
─Apenas he cumplido los tres meses─. Mencionó, tranquila─. Todavía tenemos tiempo.
Garfield negó, tronando los dedos para que el canciller de su castillo se acerque.
─Tonterías─. Bufó, dictándole algo al hombre─. Mi nieto es un príncipe, y como un príncipe será recibido─. Aseveró─. Apuesto a que ni siquiera tiene una cama.
─Aun no le hemos escogido una habitación─. Amelie susurró─. Dominic y yo pensamos que sería bueno que estuviera en la nuestra los primeros meses. La cama es enorme, y...
─Y nada─. Sentenció Garfield, haciendo un ademán para que el canciller se fuera─. Nosotros les regalaremos la cuna. Ustedes tendrán que encargarse de lo demás.
Amelie agradeció, un poco avergonzada. Todas las habitaciones del segundo piso se encontraban bastante lejanas la una de la otra; y les sería imposible oír si el bebé lloraba a mitad de la noche. La más cercana, era la que ocupaba Tristán, pero ella no deseaba volver a entrar ahí. Después de despedir a Kendra, mandó a quemar las sábanas de ese cuarto. No quería nada que le recordase lo que sucedió ese día.
Los jóvenes regresaron a su castillo después de almorzar, recordándole a Garfield que el martes de la semana siguiente organizarían un banquete para hacer pública la noticia del embarazo. El hombre prometió llegar con más regalos, y fingir asombro cuando lo anuncien. Los Van Dijk todavía no sabían nada.
Amelie se levantó de la silla, acercándose a la ventana. Disfrutó la brisa en su rostro, y observar el potente sol en el patio. Se volvía más cálido con el pasar de los días, y las aves trinaban con más alegría que en otras ocasiones. Ella sintió unas manos tomarla por la cintura, abrazándola. Giró el rostro con suavidad, y sonrió al ver a Tristán tras suyo. Él besó sus hombros con suavidad, acercándose a su oído.
─Eres hermosa, Amy─. Susurró, frotando su vientre─. ¿Ya estás lista para anunciarlo? Mi familia acaba de llegar.
Amelie se volteó por completo, entrelazando sus dedos por detrás del cuello de Tristán. Apreció su rostro por unos instantes, y rozó sus labios con los de él. Ella amaba sus ojos verdes cada día más.
─Todavía estoy nerviosa─. Confesó, jugando con su cabello─. Pero sé que todo estará bien si tú estás conmigo─. Sonrió─. Me alegra que seas el padre de mi bebé. No me imagino formando una familia con nadie más.
Tris acortó la distancia entre ellos, besándola. Amy era la única mujer que lo hacía realmente feliz.
─Yo tampoco─. Musitó─. Eres lo mejor que me ha pasado desde que llegamos a este lugar.
Amy se alegró con sus palabras, y caminó hacia el interior de la habitación. Observó la cuna en una de las esquinas del lugar, acercándose a esta. Su familia llegó pasadas las diez de la mañana, llevando el obsequio. Era de madera marrón, con patas altas y grabadas. Pesaba más de lo que imaginaron, y Tristán tuvo que subirla con ayuda de uno de los guardias. No querían que Garfield se acerque ahí. Ellos seguían sin tener un cuarto para el bebé.
─Sigo pensando que lo mejor es que nuestro hijo duerma con nosotros─. Amelie comentó, dándole la mano a Tristán─. Dejemos la cuna aquí.
─Haremos lo que tú digas─. Él rio, jalándola hasta la puerta─. Pero ahora, debemos bajar. Cuando subí, ya estaban sirviendo el almuerzo, y sabes lo impaciente que es Thomas.
Ella asintió, saliendo primero. Tristán la siguió de cerca, feliz porque su relación hubiera vuelto a como estaba. Él sabía que tendría nuevas responsabilidades dentro de poco, y estaba preparado para cumplirlas. Sería un hombre y un rey ejemplar; en especial, por la promesa que le hizo a Annelise.
La hermana de Amelie se le acercó hacía menos de media hora, antes que pudiera subir la escalera. Se veía molesta, y tenía el ceño fruncido. Hasta ese momento, fueron muy pocas las veces que conversaron, y ella siempre se mostró incómoda con su presencia. Él pensó que era bastante apática.
─Dominic, buenos días─. Lo saludó, cortándole el paso─. Lamento molestarte, pero quería hablar contigo un momento─. Pidió─. Te prometo que no demoraré.
Tris asintió, tranquilo.
─Claro. ¿Qué sucede?
Annie se aclaró la garganta, tomando valor. Había querido tener esa conversación con él desde que se enteró del embarazo de su hermana, pero no podía dejar que nadie más los escuche. Ella necesitaba proteger a Rosie, y a su sobrino.
─Es sobre Rosalie─. Mencionó firme, viéndolo a los ojos─. Estuve aquí hace algunas semanas, y ella me contó que ustedes estuvieron varios días peleando. Dijo que no quería decirte del embarazo, porque temía que tomes mal la noticia.
Él pasó saliva con dificultad, desviando la mirada. No quería recordar nada de eso.
─Ella y yo ya estamos bien─. Aseguró con sinceridad─. Tuvimos problemas, pero ya solucionamos todo. Ambos estamos emocionados con la llegada del bebé.
─Lo sé; es por eso que me gustaría pedirte un favor─. Ella esbozó una sonrisa─. Rosie es la persona más sensible que conozco, y me rompió el alma ver cómo lloraba el día que vine─. Recordó, bajando la voz─. Me gustaría que me prometieras que no la volverás a lastimar. Rosalie está muy ilusionada con su embarazo.
Tristán asintió, suspirando. Le conmovió la forma en que Annelise se preocupaba por Amy.
─Annie, amo a tu hermana como nunca antes había amado a alguien─. Afirmó, acomodando su cabello hacia atrás─. Ella y el bebé son mi prioridad ahora. No los voy a lastimar.
Annelise sonrió, sintiendo la sinceridad en sus palabras. A pesar de todo lo que pasó y escuchó, ella le daría otra oportunidad a Dominic. Si Rosalie lo perdonó, ella también lo haría. Ya no tenía motivos para guardarle rencores a su cuñado.
─Rosie también te ama─. Comentó, dándose media vuelta─. Hacen muy bonita pareja.
Tristán rio con su comentario, pensando en el momento que se cerró el portal. Él fue al bosque de Kletva dos días después de reconciliarse con Amy, llevando la bujía en uno de sus bolsillos. Ya había tomado una decisión, y no se arrepentiría de quedarse ahí. Esa era su nueva vida.
El joven lanzó la bujía contra las piedras, rompiendo la formación de estrella. Vio cómo cayeron las seis gemas, y el portal se desvaneció en el aire. Él no supo si desapareció de forma definitiva, o si volvió a moverse por toda la isla; pero no le importaba. Ya no tenía interés en regresar, y pronto comenzaría a ver la forma de estudiar ahí. Encontraría la manera de cuidar a su hijo, y convertirse en doctor a la vez.
Tristán ingresó al comedor; notando que ambas familias se encontraban ya sentadas. Él no sabía si Thomas ya estaría sospechando del motivo del festín, pero le divertía pensar en su reacción. Él y Anna habían sido los más insistentes con el tema del bebé y finalmente se enterarían que serían abuelos. Se le hacía más fácil hablar del embarazo con el pasar de los días, y ya no tenía vergüenza.
Amy entrelazó sus dedos con los de Tristán, soltando un largo suspiro. El momento había llegado, y los nervios regresaron a ella. Los Van Dijk eran bastante escandalosos, y le intimidaba pensar en lo que dirían. Después de tantos meses escuchando sus insistencias sobre tener un bebé, le aterraba que pudieran hacer algún comentario desatinado. Ella había estado sensible los últimos días.
─Entonces, ¿cuál es el misterio? ─Preguntó Thomas con una sonrisa─. ¿Qué estamos celebrando?
Amy intercambió una breve mirada con Tristán, acercándose más a él. Ya estaba lista para dar la noticia.
─¡Celebramos que Rosie va a tener un bebé! ─Maddie se apresuró a responder, levantándose de su asiento─. Es por eso que le ha crecido la panza.
Amelie vio a su hermana abrazarse su pierna, y fingió una sonrisa. Su rostro se sonrojó debido a la vergüenza, pero mantuvo la cabeza elevada. Así no era como planeaba anunciar su embarazo.
─¡Madelaine! ─Masculló Raveena, molesta─. Regresa a tu asiento.
La niña negó, colocando una mano en el cuerpo de su hermana.
─No quiero─. Hizo puchero─. Yo quiero ver el bebé de Rosalie─. Afirmó, jalándola de la mano─. ¿Cuándo te lo vas a sacar de ahí?
Tristán observó la incomodidad en el rostro de Amelie, y se apresuró a alzar a la pequeña. La sostuvo en uno de sus brazos, sintiendo que ella luchaba por bajarse. Para tener cinco años, era más inquieta de lo que pensó.
Thomas permaneció en silencio un par de minutos, analizando lo que acababa de escuchar. Las palabras de la niña resonaban en su cabeza, y no podía dejar de observar el vientre de Rosalie.
─¿Lo que dice tu hermana es verdad? ─Preguntó él, poniéndose de pie─. Rosalie, ¿estás embarazada?
Amelie asintió, sonriendo ampliamente.
─Dominic y yo vamos a tener un bebé─. Anunció, elevando la voz─. Queríamos celebrar con ustedes la noticia.
Anna se levantó en un salto, corriendo hacia ella. La abrazó con fuerza, feliz de lo que acababa de escuchar.
─¡Felicitaciones, Rosie! ─Exclamó, tomándola por los hombros─. Estoy muy emocionada por ti; la experiencia del primer embarazo es algo que no se olvida jamás─. Mencionó con una leve nostalgia, pensando en Charles.
─Gracias, Anna─. Amy la abrazó de vuelta, sincera─. Han sido semanas difíciles desde que nos enteramos, pero Dominic me ha apoyado en todo─. Comentó─. Por suerte, ya no tengo tantos síntomas como al inicio. Los mareos eran horribles.
La mujer acarició el vientre de Rosalie, sintiéndose nostálgica. Hacía ocho años que ella tuvo a los gemelos, y ahora, sería abuela. Recordó a Charles una vez más, sabiendo que ese hubiera sido su hijo en otras circunstancias. Estaba segura que él los bendecía desde el más allá.
─Sabes, Dominic fue el que más problemas me causó durante el embarazo─. Anna comentó, viendo a su hijo─. Los mareos y las náuseas no se fueron hasta después de los siete meses; y dormía casi todo el día. Ni siquiera con Jeaninne y Jerome sufrí tanto.
Amelie sonrió, encogiéndose de hombros.
─Dominic molesta bastante, pero el bebé es tranquilo─. Bromeó─. Todavía no patea, pero lo siento moverse constantemente.
Thomas avanzó hacia los jóvenes con paso lento, aún sorprendido por la noticia.
─Gracias─. Mencionó, sosteniendo las manos de la chica─. Saber que seré abuelo es la mejor noticia que he tenido en mucho tiempo─. Afirmó, poniendo una mano en el hombro de su hijo─. ¿Ya saben que será?
Amelie negó, recostándose sobre el brazo de Tristán.
─Todavía es muy pronto para saber─. Suspiró─. Pero nos gustaría que fuera una niña. Ya lo hemos conversado.
Thomas ladeó la cabeza con suavidad, y retrocedió un par de pasos.
─Los Van Dijk somos fuertes; dominantes. Apuesto a que será un niño─. Aseveró con orgullo, observando al resto de presentes en el comedor─. Y lo llamarán Charles; en memoria de mi primogénito.
Amy fingió una sonrisa, tratando de no hacer alguna mueca. Ella no le pondría el nombre de un muerto al bebé; seguía pensando que era de mal gusto. Se sintió aliviada al notar que Thomas volvió a sentarse, y era Kenneth quien se acercaba a ella. Él le dio un abrazo rápido, y palmeó su espalda.
─Muchas felicidades, Rosalie. Y a ti también, Dominic─. Expresó tranquilo, notando la alegría en los ojos de los dos─. Si es niño, espero que no se parezca a Nick─. Bromeó, divertido─. No imagino tener que ver su rostro dos veces en las siguientes reuniones familiares.
─¡Kenneth! ─Thomas lo regañó─. No los molestes.
Tristán rio por el comentario, sintiendo que Madelaine jalaba sus mejillas. Él la movió en sus brazos, acomodándola. Empezaba a adormecerse, y le dolía el hombro. Llevaba alzándola por más de quince minutos.
─Tu cara es bonita─. Maddie comentó, despeinándolo─. Rosie, que sí se parezca a él─. Pidió, haciendo puchero.
Amelie rio con sus palabras, empezando a cansarse de la actitud de su hermana.
─El bebé se parecerá a mí─. Afirmó, sacándole la lengua─. Será pelirrojo y de ojos azules─. Sentenció, divertida.
Tristán bajó a la niña antes que pudiera decir otra cosa, y dio por iniciado el banquete. Amelie disfrutó la carne en silencio, escuchando a los demás dar sugerencias de nombres. Pensó en opinar en un par de ocasiones, pero la comida estaba deliciosa. Las cocineras hicieron un mejor trabajo que de costumbre. Ese fue el mejor almuerzo que probó en años.
Annelise fingió reír con la discusión de los adultos, apenas removiendo el puré en su plato. Comió parte de la ensalada, y dio tres bocados al plato de fondo. Ver a Kenneth la puso mal; haciéndola tener ganas de llorar. Ella anhelaba estar con él, pero sabía que lo suyo seguía siendo imposible. En ese momento, deseaba que no hubieran reglas ni tradiciones. Hacía dos semanas que cumplió los dieciséis, y lo único que quería, era ser libre para amar.
Annie se levantó con los demás, deteniéndose en la puerta del comedor. Sabía qué irían a conversar al salón, pero no tenía ánimos para nada. Le dolía la cabeza, y quería despejar su mente.
─Rosie, saldré un momento─. Habló bajo, acercándose a su hermana─. Daré una vuelta por el jardín.
─¿Estás segura que no quieres venir con nosotros? ─Amelie preguntó, tomándola de las manos─. Papá sigue discutiendo con Thomas sobre qué nombre ponerle al bebé; pero no saben que no le haré caso a ninguno de los dos─. Confesó, riendo─. Todas sus propuestas son horribles.
Annelise negó, conteniendo las ganas de llorar.
—Estoy un poco indispuesta— se excusó—. Voy a tomar aire.
Amelie acarició el rostro de su hermana, dándose cuenta que ocultaba algo. Ella recordó el día que la fue a ver, y que también se notaba triste en ese momento. Quizás, Annelise la buscó porque estaba teniendo problemas.
—Annie, ¿qué tienes? —Consultó con suavidad—. Has estado rara desde que llegaste, y tampoco comiste. No me digas que papá volvió a castigarte— susurró preocupada—. O, es que estás así por un chico— insinuó.
Annie palideció, avergonzada. No imaginó ser tan obvia.
—¿Por qué crees eso? —Musitó.
—Porque yo también he sufrido por amor. Sé que duele, y que piensas que es el fin del mundo, pero las cosas siempre mejoran— Amy rio, colocando una mano en su hombro—. Además, ningún chico, por más guapo que sea, merece tus lágrimas. Recuérdalo cada vez que algún idiota te rompa el corazón.
Annelise frotó sus ojos, tratando de evitar que las lágrimas salieran. Ese fue el mejor consejo que le habían dado en años; sin embargo, no se sentía lista para contarle la verdad a su hermana. Le avergonzaba admitir que estaba sufriendo por una simple ilusión.
—Gracias por tus palabras, Rosie; pero no hay ningún chico en mi vida. Estoy mal porque mi periodo está por venir— mintió, sorbiendo por la nariz—. Se me pasará si camino un poco por el jardín. No te preocupes.
Amy levantó una ceja, incrédula. Todavía sentía que ella ocultaba algo, pero prefirió darle el espacio que necesitaba.
—De acuerdo— le sonrió con pena—. Si te dan ganas de descansar mientras estás allá; ambas casas para huéspedes están limpias. Las dejamos abiertas porque creímos que se quedarían a dormir—. Explicó brevemente—. Puedes entrar a una si quieres. Te despertaré cuando nuestros padres se vayan.
Annelise la abrazó, despidiéndose de su hermana. Caminó con lentitud hasta los muros laterales del castillo, divisando las casas para huéspedes. Se sentó afuera de una, recostándose sobre la pared. Ella se abrazó a sí misma, comenzando a llorar. Jamás creyó que le dolería tanto estar con Kenneth en la misma habitación, y que él ni siquiera se hubiera acercado a saludarla. Ella debió responder su carta, o tratar de contactarse con él. Quizás, ya la habría olvidado con alguien más.
Kenneth bufó en su lugar, cansado de oír a todos hablar del bebé. Él sabía que a Dominic nunca le interesó tener hijos; sin embargo, seguía sorprendiéndole el entusiasmo con que conversaba sobre el embarazo de Rosalie. Estaba seguro que ella debía haberlo ayudado a cambiar de cierto modo. Ya no actuaba como el mismo imbécil que lo molestaba a diario. Su hermano comenzaba a madurar.
El joven aprovechó que los gemelos pasaron corriendo por su lado, y se retiró de la sala. Él se dio cuenta que Annelise nunca ingresó con ellos, y quería buscarla. Necesitaba conversar con ella, y aclarar las cosas de una vez. A pesar que su padre lo amenazó, y le pidió mantenerse alejado, no podía. Lissie le gustaba demasiado, y no podía ocultar sus sentimientos.
─Kenneth, no quiero que intentes nada con la hija de Garfield─. Thomas le advirtió; después de enterarse que Annelise nunca le dijo la verdad a su padre─. No intentes besarla, ni seducirla, ni tener sexo con ella. Mucho menos se te ocurra pedirle matrimonio─. Aseveró─. No quiero pasar contigo lo que viví con Dominic y Delilah.
─Ella me gusta─. Confesó, con la cabeza en alto─. Además, se supone que ustedes son amigos ahora. ¿Qué problema habría si me quiero casar con Annelise?
Thomas negó con la cabeza, colocando una mano en el hombro de su hijo.
─Garfield es un hombre muy conservador, ceñido a las tradiciones antiguas─. Mencionó, preocupado─. No quiero que, por un error tuyo, nuestras familias vuelvan a enemistarse. Necesito que comprendas que...
Ken se fue de la habitación antes que Thomas pudiera terminar la oración, furioso. No entendía por qué las cosas tenían que ser diferentes para él. Le dolía que saber que, a pesar de todo, seguía sin tener voz frente a sus padres.
Kenneth observó a Madelaine correr en su dirección, y le hizo un gesto para que se detuviera. Necesitaba saber dónde estaba Lissie, y conversar con ella. Él quería preguntarle por qué nunca respondió su carta. Tal vez, Annelise no sentía lo mismo después de todo, y solo la incomodaba con su insistencia. De un modo u otro, él se quería disculpar y, al menos, tratar de recuperar su amistad.
─Maddie─. La llamó, agachándose para quedar a su altura─. ¿Viste a dónde se fue Annelise?
La niña negó con la cabeza, escaneando las facciones de Kenneth con detenimiento.
─Tú también tienes un rostro bonito─. Comentó tras un breve silencio, tocando su nariz─. Ahora sé por qué Annie trató de pintarte.
Ken levantó las cejas, sorprendido.
─¿Annelise trató de pintarme?
Maddie asintió, colocando una mano sobre la boca del chico.
─Sí, pero no le puedes decir a nadie─. Susurró, retrocediendo un paso─. Annie dice que es un secreto.
Ken asintió, intrigado por las palabras de la niña.
─Yo guardaré el secreto─. Bajó la voz─. Pero dime, ¿qué pasó con esa pintura?
Madelaine se encogió de hombros, viendo a los gemelos correr a lo lejos.
─Ella la rompió─. Respondió, empezando a alejarse─. Pero no le digas a mi papá. Él se va a molestar.
Kenneth prometió guardar el secreto, yendo al jardín principal del castillo. Caminó por más de diez minutos, antes que pudiera encontrar a Annelise. Ella estaba acurrucada fuera de una de las casas de huéspedes, sollozando. Él se acercó, preocupado. No le gustaba verla así.
─Lissie─. Musitó─. ¿Por qué estás llorando? ¿Qué pasó?
Annelise elevó el rostro, aturdida por la pregunta. Ella no deseaba que nadie la fuera a buscar, y tampoco tenía ganas para conversar con los demás. Le tomó varios minutos darse cuenta de la forma en que la llamaron, y frotó sus ojos para enfocarlos. Él era la última persona que esperaba encontrar.
─No es nada, Ken─. Masculló, limpiando su rostro─. Déjame sola, por favor.
Kenneth negó, sentándose frente suyo. Trató de secar sus lágrimas, y le entregó un pañuelo que llevaba en el bolsillo.
─Estás así por mi carta, ¿verdad? ─Consultó, acariciando su rostro─. Es por eso que estoy aquí. Me he venido a disculpar por enviártela.
─¿Disculparte?
Él se aclaró la garganta, viéndola a los ojos.
─Tú me gustaste desde el primer momento que te vi; en la boda de nuestros hermanos─. Confesó. Ya no había marcha atrás─. Y desde eso, solo te he molestado, tratando de llamar tu atención. Lo de seguirte comenzó como un juego para mí; y luego se convirtió en una especie de código entre nosotros─. Sonrió, y ella hizo lo mismo─. Tú espiabas, y yo te seguía...
─Ken, ya no─. Annie suplicó, sintiendo que volvería a llorar─. No quiero hablar de esto ahora.
Kenneth la tomó de la mano, decidido a continuar.
─Por favor, déjame terminar─. Pidió, acercándose más a ella─. Sin embargo, después de besarnos, todo cambió─. Continuó, serio─. Te alejaste de mí, y creo que te sentiste incómoda por lo que hice. Es por eso que me quiero disculpar contigo; no me gusta que estemos distanciados.
Annie sonrió con sus palabras, sin creer lo que escuchaba. Jamás imaginó gustarle a Kenneth por tanto tiempo; y empezó a comprender todas las bromas que le hacía. Ella se inclinó hacia adelante, lista para decirle lo que pasaba por su mente. En ese instante, ya no pensaba con claridad.
─Tú también me gustas, Ken. Fuiste mi primer beso─. Susurró, pasando un dedo por los labios del chico─. No he dejado de pensar en ti; pero tengo miedo que mi padre se oponga a lo nuestro. Fue por eso que no te contesté; no sabía qué hacer.
Ken acarició su rostro, sorprendido por lo que escuchó. Le alegró saber que sus sentimientos eran correspondidos, y volvió a besarla. Disfrutó probando sus labios una vez más, y la sostuvo del cuello. Estar con ella era lo único que necesitaba.
─Espera─. Annie pidió, separándose─. Entremos a la casa de huéspedes. Alguien nos podría ver aquí.
Annelise no esperó respuesta, y se levantó con rapidez. Se sentía bien besarlo, y deseaba continuar pegada a sus labios por toda una eternidad. Ella entró con cautela, cerrando la puerta con llave después que él ingresó.
Kenneth se acomodó en el mueble de la sala, indicándole a Lissie que se sentara en sus piernas. Él la abrazó por la cintura, y ella rodeó su cuello con el brazo. Volvió a besarla con pasión; tranquilo porque nadie los iba a descubrir. No le importaba que fuera una relación secreta y prohibida; la amaba.
Annelise sintió la lengua de Ken entrar en su boca, y soltó un leve jadeo. Era la primera vez que sentía algo así, y le gustaba el cosquilleo que la recorría por dentro. Rio suavemente cuando él empezó a besar su cuello, y ella metió una mano a su camisa, acariciando sus hombros. Era la primera vez que tocaba la piel de un chico.
─Lissie─, Ken susurró, acercándose a su oído─. Cásate conmigo.
─¿Qué? ─Ella se levantó de un salto, nerviosa─. ¿Lo dices en serio? ─Preguntó, con ilusión en la voz.
Kenneth se puso de pie, acortando la distancia entre ellos.
─Nunca he hablado más en serio en mi vida─. La tomó de las manos, viéndola a los ojos─. Quiero que nos casemos, y que seas mi primera y mi única mujer. No quiero estar con ninguna otra chica─. Aseveró─. Sé mía, Lissie, y yo seré tuyo.
Annelise sintió su corazón acelerarse, y sonrió. Ella sí quería casarse con él.
─Yo también quiero que seas el primero en mi vida, Ken─. Susurró, guiándole la mano abajo de su falda─. Quiero que me hagas tuya.
Kenneth esbozó una sonrisa, besándola con pasión. Se aferró a uno de los muslos de Annelise, sosteniéndola por el cuello con la otra mano. Volvió a sentir sus lenguas rozarse, y sonrió. Ese era el mejor día de su vida.
─Lissie, espera─ pidió, viéndola a los ojos─. Aquí no; vayamos al cuarto. Te quiero demasiado como para que esto pase sobre una alfombra.
Annelise asintió, tomándolo de la mano. Cerró las cortinas de la habitación principal, y permaneció quieta mientras Kenneth empezaba a soltarle el corsé del vestido. Él la desvistió con cuidado, acariciando cada parte de su cuerpo. Apreció cada una de las pecas de su espalda y las besó, después de quedar desnudo también. Esa sería la primera vez de ambos, y Ken quería que todo fuera perfecto. Lissie lo merecía.
Annie sintió su rostro sonrojarse, y se estremeció ante el tacto del chico. Él acababa de acariciar uno de sus senos, y ella soltó un leve gemido. Sabía que lo que hacía estaba mal, y que debía llegar virgen al matrimonio; pero no le importó. Ya no podía contenerse más, y solo pensaba en los besos que Kenneth dejaba en su cuello. Annelise giró, observando su cuerpo por primera vez. Lo tocó lentamente, y se recostó en la cama con cuidado. Sonrió cuando él subió y volvió a besarla. En ese instante, lo único que Annie quería, era entregarse a él. Kenneth era el hombre de su vida.
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