CAPÍTULO 60

─Tráeme un filete con papas y arroz─. Ordenó el hombre, entregando el menú─. Y una ensalada César. 

Rosalie asintió, anotando el pedido. Tomó la carta, colocándola abajo de su libreta, y elevó el rostro. Era la una y media de la tarde, y el local se encontraba abarrotado de personas vestidas con traje. El restaurante se encontraba en la parte norte de la ciudad, al centro de varias oficinas. La gran mayoría de empleados almorzaban ahí, y cada uno era más insufrible que el otro. Ella detestaba las horas punta. 

─De acuerdo─. Rosie fingió una sonrisa─. ¿Desea algo de beber?

─Todos los días me haces la misma pregunta, y todos los días te respondo que solo bebo agua por mi colesterol─. Él contestó, aburrido─. ¿Acaso no puedes memorizar algo tan simple como eso?

Rosie agachó la mirada, haciendo una venia. El padre de Cheryl le había advertido cómo eran los comensales, y ella no debía discutir o refutar lo que decían. A pesar que solo eran preguntas de protocolo, la mayoría de veces le respondían mal. Al inicio, Rosalie se sintió incómoda por la forma en que le hablaban; sin embargo, comprendió que uno de sus compañeros tenía razón. Por muy imbécil que fuera, el cliente siempre tendría la razón.

─Lo lamento, señor─. Se disculpó─. Enseguida regreso. 

Rosalie se acercó al mostrador, buscando la tableta que le pertenecía. Cada uno de los siete meseros contaba con una, y digitaban los pedidos ahí. El supervisor le explicó que así evitaban perder tiempo en ir hasta la cocina para dejar las órdenes, y podían tomar los pedidos de las demás mesas. A ella le gustaba el sistema; el problema eran las personas. 

─¿De nuevo atiendes al gordo del colesterol? ─Preguntó Connor entre risas, deteniéndose a su lado. 

Rosie rio al escuchar a su compañero de trabajo, y asintió. Notó que él también ingresaba un pedido, pero no alcanzó a leer qué era. Connor tecleaba mucho más rápido que ella.

─Sí─. Respondió, en voz baja─. ¿Tú también lo conoces?

Connor asintió, cruzándose de brazos. 
─Lo atendí por más de dos semanas; antes que tú llegaras─. Comentó, recostándose sobre el mostrador─. Él piensa que un vaso de agua va a compensar toda la grasa que traga─. Se burló. 

La joven soltó una leve risita, terminando de digitar la orden. Aunque la mayoría de clientes le desagradaban, a Rosalie no le gustaba juzgarlos. Prefería concentrarse en su trabajo, y no hablar más de lo debido. Ella envió la orden a los cocineros, preparándose para continuar. Casi la mitad de mesas del primer piso se encontraban sin atender. 

─Rosie─. Connor la llamó, captando su atención─. ¿Pensaste en lo que te pregunté?

Rosalie asintió, girando en su dirección. Hacía dos días que la había invitado al cine, y todavía no le daba una respuesta. No se sentía cómoda saliendo de noche por esa ciudad, y tampoco quería arriesgarse a meterse en algún problema. Él le agradaba, pero ella no estaba buscando una relación. 

─No es un buen momento, Connor─. Lo vio a los ojos─. Espero me comprendas.

El chico ladeó la cabeza, restándole importancia.
─No te preocupes─. Esbozó una sonrisa─. De todas formas, tienes mi número. Si cambias de opinión, escríbeme.

Rosalie observó a su amigo alejarse, y volvió a tomar su libreta. Le alegró que él comprendiese sus palabras, y no la presionara para salir. Después de todo lo que le había sucedido en las últimas semanas, le gustaba pasar un par de días tranquila. Al menos, las cosas en el trabajo se mantenían estables. El padre de Cheryl era mucho mejor jefe que el anterior. 

Rosie regresó a su casa cuatro días atrás, pero trataba de estar la mayor parte del tiempo fuera. Decidió cocinar solo para ella, y almorzar lo más rápido que pudiera para no toparse con Frances. Sin embargo, la mujer se comportaba de forma extraña con ella. Actuaba como si nada hubiese sucedido entre las dos. 

Frances la saludaba con efusividad cada vez que la veía, y trató de abrazarla en dos ocasiones. Incluso, la llamaba a cenar cada vez que Joseph llevaba comida preparada a la casa. Rosalie rehuía de su madre, y no intercambiaban más de dos frases por día. Continuaba sintiéndose incómoda en ese lugar, y el miedo no la había dejado ni un segundo. Todas las noches,  ella bloqueaba la puerta con el armario antes de irse a dormir. 

Rosie recordó con desagrado el momento en que Frances trató de disculparse, y lo falsa que se escuchó. Ella estaba segura que su madre no conocía lo que era el verdadero arrepentimiento, y solo buscaba aprovecharse de ella. Rosalie sabía que debía mantenerse fuerte frente a ella, sin mostrarse vulnerable. Con o sin Dominic a su lado, necesitaba aprender a defenderse sola. 

─Ambas vamos a necesitar de Joseph muy pronto. Por favor, dale otra oportunidad; él ya olvidó el incidente de las escaleras─. Frances habló, con voz suplicante─. Además, yo lo amo. Joseph me hace feliz. Lo comprenderás muy pronto. 

Rosalie negó con la cabeza, soltándose. Escucharla le causaba repulsión. 
─Si ese es tu concepto de felicidad, créeme que prefiero no ser feliz jamás─. Sentenció, alejándose─. No me disculparé con él. 

La mujer bufó, pasando una mano por su cabello. 
─¿Tampoco me harás caso con lo de Tristán? ─Preguntó, aclarándose la garganta─. El tiempo pasa, y ni él, ni Rebecca te creerán si no lo haces ahora. 

─Tristán y yo ya no somos amigos─. Mintió, intentando protegerlo─. Además, él sabe que yo jamás podría estar embarazada. No pasó nada esa noche. 

─Nunca volverás a tener una oportunidad como esta─. Frances bufó─. ¡Eres una estúpida!

─Pero no soy mentirosa─. Rosie elevó la voz, dando un paso hacia atrás─. No voy a engañar a Tristán. 

Frances elevó una mano para golpearla, pero se detuvo a mitad de camino. Salió de la habitación de su hija en silencio, cerrando la puerta tras ella. Ya encontraría la forma de convencerla antes que pase más tiempo.  

Rosalie sacudió la cabeza, tratando de olvidar la discusión con Frances. No quería desconcentrarse de su trabajo, ni seguir dándole importancia a alguien que no lo merecía. Ella empezaba a armar un plan en su cabeza, y ya estaba buscando departamentos en alquiler en las ciudades cercanas. Todo lo que encontró salía de su presupuesto, pero confiaba en que las cosas mejorarían cuando recibiera su pago. Faltaba poco para su primer sueldo en el restaurante. 

Hacía un par de días que Rosalie encontró una tarjeta de débito a nombre de Amelie, y quería descubrir si todavía tenía dinero en esta. Pasó toda esa noche buscando la clave entre los cajones y libros que había en su recámara, sin lograr encontrar nada. Ella esperaba que, lo que Amelie logró ahorrar, fuera suficiente para irse de ahí. 

Rosie ingresó dos pedidos más, antes de recoger la orden del señor del colesterol. Tomó la bandeja con los platos, y caminó con lentitud hasta la mesa. Acomodó todo sobre el mantel, notando que alguien la llamaba a lo lejos, haciendo señas con la mano. Ella elevó el rostro, observando a Dominic saludarla desde la entrada. 

Rosalie sonrió al verlo, y se acercó a él. No esperaba encontrárselo ese día, ni tampoco que fuera a buscarla a su trabajo. Las cosas iban bien en su amistad, y le sorprendió su presencia. Ella lo abrazó a modo de saludo, jalándolo hacia una de las esquinas del lugar. No podía recibir visitas durante su turno. 

─¡Dominic! ─Ella exclamó, feliz─. ¿Qué estás haciendo aquí?

El joven sonrió, dando una rápida ojeada al lugar. Era la primera vez que estaba ahí, y le pareció un restaurante bastante elegante. Era diferente a los lugares donde había comido con anterioridad, pero tenía buen ambiente. Regresó la vista a su amiga, colocando una mano en su hombro. 

─Vine por ti─. Respondió tranquilo─. Debemos irnos ahora. 

Rosie arrugó la frente, confundida. No comprendía las palabras de su amigo, y supuso que estaba bromeando. 

─¿Qué? ─Ella rio─. Nick, estoy trabajando. No me puedo ir ahora, mi turno acaba de empezar. Salgo a las nueve. Nos podemos ver a esa hora.

Dominic sacudió la cabeza, inclinándose hacia adelante. Él no tenía tiempo para explicaciones, y ambos debían regresar a su casa cuanto antes. El restaurante quedaba a casi una hora de donde vivían, y no podían perder ni un minuto. Estaban contra el reloj. 

─Es importante, Rosalie─. Aseveró─. Si confías en mí, vendrás conmigo. Ahora.

La joven negó con la cabeza, contrariada. Estaba intrigada por la actitud de Dominic, pero no podía irse en ese momento. A pesar que el trabajo era horrible, no quería quedar mal con el padre de Cheryl, ni que le descuenten el día. Ella mojó sus labios, preparándose para contestar. Sin embargo, sintió a alguien llamarla por la espalada. 

─Rosie, necesito ayuda para llevar los platos─. Comentó Connor, deteniéndose a su costado─. Date prisa, por favor. El supervisor acaba de entrar por la puerta de atrás. 

─Está bien, Connor─. Ella asintió─. En un minuto estaré allá. 

Dominic se cruzó de brazos, empezando a impacientarse. Revisó la hora en su celular, notando que acababan de gastar diez minutos en esa discusión inútil. Era urgente que salieran de ese lugar. 

─Nick, me van a llamar la atención si continúo conversando contigo─. Rosie afirmó, bajando la voz─. Sabes que confío en ti más que en cualquier otra persona, pero no me puedo ir ahora. Me despedirán si salgo antes de tiempo. 

─Rosie, ya no vas a necesitar este trabajo─. Aseguró, sosteniéndola por la muñeca con suavidad─. Acabo de encontrar algo para ti. Te explicaré todo cuando salgamos. 

Rosalie suprimió una sonrisa, viendo con emoción a su amigo. Si él se mostraba tan emocionado, debía ser porque tenía algo realmente importante que contarle. Tal vez, Dominic halló la solución a sus problemas. Ella resolvió acompañarlo, y confiar en sus palabras. Sabía que él no la engañaría para irse temprano. 

─De acuerdo─. Ella dio un saltito─. Voy por mis cosas, espérame cinco minutos. 

Rosie se alejó de su amigo, entrando al pequeño almacén que compartían todos los empleados. Dobló su mandil, colocándolo con los otros, y tomó su bolso. Esa sería la primera vez que escaparía del trabajo, y esperó que, ni el supervisor, ni el padre de Cheryl, notaran su ausencia. Ella revisó no olvidarse de nada, y caminó hasta Connor. Él era el único que podría ayudarla en ese momento. 

─Connor, necesito que me hagas un favor─. Ella habló con voz suplicante, deteniéndose frente a él─. Por favor. 

El joven ingresó un pedido, antes de ponerle atención. 
─¿Qué pasó, Rosie? ─Consultó─. Espera, ¿por qué te cambiaste de ropa?

─Ha ocurrido una emergencia, y necesito irme─. Susurró, viéndolo a los ojos─. Por favor, cúbreme. Solo por hoy. 

Connor dio una mirada rápida a la entrada, notando que el chico que llegó a buscarla seguía ahí. Sintió leves celos en su interior, comprendiendo por qué no aceptó su invitación. Sin embargo, resolvió ayudarla. Guardaba la esperanza de salir con ella en un futuro. 

─Te cubriré con los clientes, pero no con el supervisor─. Afirmó, tomando un menú─. No me puedo arriesgar a que me despidan. Sabes que pago mis estudios con lo que gano aquí. 

Rosalie asintió, abrazándolo. 
─Muchas gracias, Connor─. Ella se despidió de él con la mano─. Te debo una. 

Rosie salió del restaurante acompañada por Dominic, y caminaron una cuadra en silencio. Él paró un taxi, indicándole la dirección de su casa. Por suerte, su situación económica empezaba a mejorar, y las cosas ya no estaban tan tensas con Rebecca. Ellos no volvieron a conversar sobre lo ocurrido, pero lograron llegar a un acuerdo. Ella le prestaría el dinero suficiente para pagar las clases de esgrima, y él trabajaría en el verano para devolverle todo. 

Dominic sabía que solo faltaban dos meses para salir de vacaciones, y aún le inquietaba la idea de tener que buscar un empleo. Él jamás había trabajado, y esperaba conseguir algo que requiriera poco esfuerzo, pero tuviera buena paga. No podía ser difícil encontrar algo así. 

─Nick, ¿qué fue lo que me conseguiste? ─Curioseó Rosie, sacándolo de sus pensamientos─. Dijiste que me contarías después de irnos del restaurante. 

Él sonrió, sacando su celular del bolsillo. 
─A ti te gusta coser, ¿verdad? ─Curioseó, buscando algo─. Trabajar con telas y esas cosas. 

Rosalie asintió, pensando en todas las veces que le comentó que llevó clases de costura en Sarauta. Él fue el único que no la juzgó cuando le dijo que ese era su pasatiempo favorito. Tanto Cheryl como su madre consideraron extraño que a ella le guste coser. 

─Sí─, ella sonrió─. Estudié costura por más de dos años─, recalcó, pensando en su antigua vida─. Pero lo dejé poco después que nos comprometieron. ¿Por qué la pregunta?

Dominic rio al escucharla, encontrando la página web que necesitaba. 
─¿Te gustaría retomar tus estudios? ─Consultó, entregándole el celular. 

Rosalie sostuvo el móvil con curiosidad, y leyó en voz baja el anuncio que se mostraba en la pantalla. Era de un instituto para estudiar la carrera de diseño de modas, en Francia. Ella no comprendía del todo la información, pero le emocionaba la idea de volver a tomar clases. Poder estudiar diseño sería un sueño hecho realidad. 

─¡Dominic, esto es maravilloso! ─Exclamó, con una enorme sonrisa y lo vio a los ojos─. Pero, ¿cómo lo pagaré? ─Ella bajó la voz─. Sabes que no tengo dinero. 

El chico sonrió, tomando el teléfono de sus manos. Debía buscar algo más. 
─Esa es la mejor parte─. Afirmó, dándoselo de nuevo─. Es gratis. Te van a pagar los estudios, y te darán alojamiento en una residencia de allá─. Sonrió─. Lee los beneficios de la beca. 

Rosie terminó de leer las bases y beneficios, creyendo que era demasiado bueno para ser verdad. Después de todo el tiempo que pasó en ese mundo, se le dificultaba pensar que alguien ofrecería algo tan bueno, sin esperar algo a cambio. Ella descubrió que las personas solo actuaban por beneficio propio. 

─Nick, ¿estás seguro que es verdad? 

Dominic asintió, acomodándose en el asiento del taxi. 
─Lo consulté con un par de amigos de la universidad. Todos dijeron que era cierto─. Pasó una mano por su cabello─. El único problema con todo esto, es que se trata de un concurso. 

─¿Un concurso? ─Preguntó─. ¿Cómo así?

─De todas las personas que se postulan, solo habrán diez ganadores. Ellos son los que podrán estudiar en Francia─. Él trató de explicar─. Es por eso que te fui a buscar. Las inscripciones son hasta hoy. 

Rosalie calló un segundo, releyendo los requisitos de la beca. Nunca había concursado en nada, y le aterraba la idea de no ganar. Ella apreciaba demasiado el gesto de Dominic por irla a buscar para contarle la noticia, pero temió que él se decepcione si no quedaba entre los diez ganadores. Estaba nerviosa por intentar. 

─Y, ¿si no gano? ─Ella carraspeó─. ¿Qué pasará si pierdo?

─No lo harás─. Nick sonrió, pasando una mano por el cabello de Rosalie─. Estoy seguro que vas a ganar. 

Rosie sonrió, abrazándolo con fuerza. Cerró los ojos un instante, permaneciendo en la misma posición. Le alegraba poder contar siempre con Dominic; sabía que él no la defraudaría. Ella le devolvió el celular, regresando a su asiento. 

─Por cierto, te llegaron varios mensajes de una chica llamada Elizabeth─. Ella mencionó, sosteniendo su bolso─. No los abrí, pero quizás sea urgente. 

Dominic hizo un gesto con la mano, restándole importancia. 
─Debe ser de la universidad─. Comentó distraído, guardando el teléfono en su bolsillo─. Lo revisaré después. 

Rosalie asintió, recordando en qué día de la semana se encontraba. Revisó su reloj, empezando a preocuparse por él. Tomó el brazo de Dominic, intranquila. 

─Espera, ¿hoy no tenías que ir a clases? ─Consultó, recordando el horario que él le envió semanas atrás─. ¿Por qué no estás allá?

Él rio, negando.
─No fui─. Se encogió de hombros─. Hace tres semanas que no entro a la clase de Fisiología.

─¿Qué? ─Ella levantó la voz─. Nick, no puedes hacer eso─. Lo regañó─. Debes ingresar a clases. 

Dominic soltó un leve bufido, tirando la cabeza hacia atrás. No le gustaban los cursos de la universidad, ni los profesores que tenía. Lo único que verdaderamente lo apasionaba, era el deporte. Su principal interés, era ganar en las nacionales. Le daba lo mismo graduarse, o no, de médico. 

─El viejo Buendía ya me reprobó─. Habló aburrido, girando hacia ella─. He fallado en todos los exámenes, y mi registro de asistencia tampoco es bueno. Él me ha puesto falta cada vez que llegaba tarde─. Se quejó─. El profesor dijo que daba igual si asistía o no; de todas formas, no iba a aprobar. 

Rosie frunció el ceño, empezando a enojarse con él. 
─¿Y el resto de tus cursos? ─Inquirió, viéndolo a los ojos─. ¿Sí estás bien en los demás?

Dominic sacudió la cabeza, irritado. 
─Lo más probable, es que abandone otro curso la próxima semana─. Se encogió de hombros─. No lo entiendo, y me aburre la forma en que la profesora explica─. Carraspeó─. Más allá de eso, hay dos en los que sí estoy bien, y uno en el que solo aprobaré porque he presentado todos los trabajos. 

Rosalie se cruzó de brazos, molesta. No le gustaba oírlo hablar de esa forma, ni desperdiciar las oportunidades que tenía. Estudiar medicina siempre le pareció algo interesante, y no quería que su amigo desapruebe las materias. Ella necesitaba hacerlo entrar en razón. 

─No puedes abandonar más cursos, Dominic─. Mencionó, seria─. Y tampoco debiste darte por vencido con la clase a la que ya no has ingresado. Tienes que esforzarte más.

Nick rio por el tono de voz que usó, levantando una ceja. 
─¿Por qué lo tomas tan personal? ─Cuestionó─. A mí me da igual reprobar. 

─Pero a mí no─. Bufó, haciendo puchero─. Eres mi amigo, Dominic; y me gustaría verte graduado como doctor. No puedes perder todas las materias que llevas─. Aseveró, regañándolo─. Prométeme que no dejarás más cursos, y que tratarás de salir bien en los demás─. Lo tomó de la mano. 

Dominic volvió a reír, agradeciendo que el taxi se hubiera detenido. Pagó con prisa, haciéndole señas a Rosalie para que baje del vehículo. Jaló a su amiga con suavidad, llevándola hasta la entrada de su casa. 

─Usaremos mi computadora para inscribirte─. Avisó, sacando las llaves de su bolsillo─. Hay que darnos prisa. 

Rosie negó, soltándose. 
─Dominic, yo no entraré a tu casa─. Retrocedió un paso─. No quiero más problemas con tu familia, ni cruzarme con tu papá. 

─Michael está de viaje, y Rebecca llega en la noche─. Respondió distraído, abriendo la puerta─. Y Gael ya no vive aquí. Se fue con su novia; se casarán dentro de poco─. Comentó─. Solo seremos los dos. 

Rosalie asintió con temor, ingresando. Estar en la casa de Dominic le traía malos recuerdos, y ella esperó que nadie llegase pronto. Ambos subieron la escalera con rapidez, ingresando al cuarto del chico. Todo se veía igual que la primera vez que estuvo ahí. 

Dominic encendió su laptop, sentándose en la silla del escritorio. Buscó la página de la beca, leyendo los requisitos una vez más. Dio una ojeada rápida a la guía para llenar el formulario y giró, llamando a su amiga. 

─Necesitamos una copia de tu certificado de estudios, además de tus calificaciones de secundaria─. Explicó─. ¿Tienes eso a la mano?

Rosie se arrodilló a su lado, revisando los datos que debía brindar para su inscripción. 
─Supongo que debe estar en mi casa─. Susurró─. Sé que Amelie terminó la secundaria, pero desconozco qué tan buenas eran sus calificaciones. 

Nick guardó la laptop en una mochila, ayudando a Rosie a levantarse. 
─Iremos allá─. Habló firme─. Buscaremos el certificado, y completaremos el formulario lo antes posible. Se nos acaba el tiempo. 

Rosalie asintió, recordando el horario de Frances. Por suerte, ella tampoco regresaría hasta la noche. Se sintió aliviada al salir de la casa de Dominic, y se apresuró a abrir la puerta con sus llaves. Revisó el primer piso en silencio, cerciorándose que no hubiera nadie más, y subieron con premura. Necesitaban encontrar ese documento. 

Dominic y Rosalie desordenaron la habitación por completo, antes de encontrar el certificado. Pasó casi media hora desde que empezaron, cuando Dominic sacó una caja de la parte alta del armario. Vaciaron su interior en el suelo, viendo gran cantidad de papeles caer. Entre fotografías antiguas y folletos de distintas universidades, se encontraba el certificado. 

Rosie lo tomó con emoción, sentándose sobre la cama a revisarlo. Ella desconocía el modo de calificar en ese mundo, y esperó que sus notas fueran suficientes. A pesar que todo ocurría muy rápido, comenzaba a entusiasmarle la idea de estudiar diseño de modas. 

Dominic continuó en el piso, observando las fotografías regadas a su alrededor. La mayoría eran de Rosalie cuando era niña, pero una le llamó la atención. Escaneó la imagen con cuidado, sintiendo curiosidad del por qué él también estaba allí. Nadie le contó que ambos fueron juntos a una fiesta. 

─¿Sabes de cuándo es esta foto? ─Preguntó, captando su atención.

Rosie se acercó a él, confundida. Ella juraba que había guardado esa foto en su mesa de noche. Gateó hasta el cajón, descubriendo que la fotografía continuaba ahí. Rosalie frunció el ceño, intrigada. No sabía por qué habían dos. 

─Es del día que Amelie se graduó de secundaria─. Respondió, sentándose a su lado─. Yo pensé que solo era una. Si quieres, puedes quedarte con esa. 

Dominic le sonrió, notando que la fotografía estaba arrugada. Él la guardó en su mochila, resolviendo no darle mayor importancia. Sacó su laptop, sentándose en la cama, junto a Rosalie. Debía inscribirla ante que se termine el plazo. 

Rosie se recostó sobre la cabecera, dictándole a Dominic las respuestas a todas las preguntas que él le hacía. Demoraron un poco más de veinte minutos en completar los datos que solicitaban, y diez más en adjuntar el certificado, y transcribir las notas una por una. La página se encargaba de promediar los tres últimos años, y Rosie cruzó los dedos. Si obtenía un calificativo menor al que solicitaban, no le permitirían postular. 

─Pedían un promedio de setenta y cinco; y el tuyo es de setenta y seis─. Habló Dominic, viéndola fijamente─. Es muy poco, pero lograste pasar. 

Rosalie asintió, con una leve desmotivación. 
─Espero eso sea suficiente para ganar. 

─Ganarás─. Él afirmó, seguro─. Muy bien, ahora me preguntan por tu nivel de francés y qué tan fluido lo hablas─. Continuó leyendo el cuestionario─. Parlez-vous français? ─Preguntó divertido.

Rosalie sonrió genuinamente, acercándose a él. 
Je parle couramment le français depuis que je suis enfant─. Contestó alegre─. Ma mère aimait qu'on apprenne les langues.

Dominic palideció al oírla, sintiendo que algo se desconectaba dentro de su cabeza. Él sólo sabía cinco palabras en francés, y no creyó que Rosalie hablaría con naturalidad. No entendió nada de lo que ella le dijo.

─¿Qué? ─Atinó a preguntar, todavía confundido.

Rosalie rio al ver su reacción, cruzándose de brazos. Ella supuso que Dominic también hablaría más de un idioma. 
─Soy buena con los idiomas─. Se limitó a decir─. Coloca que lo hablo con fluidez, por favor. 

─De acuerdo, solo queda una pregunta más─. Afirmó─. Como punto opcional, puede adjuntar una fotografía en la que se evidencie alguna prenda que haya bordado o diseñado─. Leyó. 

La joven se levantó con cuidado de la cama, recogiendo los papeles que quedaron en el suelo. 
─Yo he hecho un par de vestidos─. Comentó─. Y me tomé varias fotos con uno de ellos. Te las enviaré. 

Rosie sacó el celular de su bolso, notando que tenía varias llamadas perdidas. Ella no les prestó atención, y se dirigió a la galería. Lo único en lo que podía pensar en ese momento, era en la beca. Luego tendría tiempo de revisar quien la llamó. 

Dominic observó las tres fotografías que Rosalie le envió, sonriendo. Él le había tomado varias sin que ella se diera cuenta; pero no se comparaban con las que acababa de ver. Le gustaba la forma en que sonreía, y sintió que el vestido blanco que llevaba combinaba con su personalidad. Ella era mucho más bonita de lo que creyó cuando la conoció. 

Nick completó el formulario, dejando que Rosie presione la opción de enviar. Ella se abalanzó sobre él, abrazándolo con fuerza. Rosalie le dio un suave beso en la mejilla, y lo abrazó una vez más. Le emocionaba tener la posibilidad de poder ganar la beca, y todo se lo debía a Dominic. Él era de los pocos que actuaba de forma desinteresada. 

─Muchas gracias por ayudarme, Nick─. Susurró en su oído, soltándolo─. Eres el mejor amigo que alguien podría pedir. 

─Tú también eres mi mejor amiga, Rosie─. Él acarició su rostro, inclinándose hacia sus labios─. Es un gusto ayudarte. 

Amy─. Un grito se oyó tras la puerta, asustándolos─. Amy, ven a almorzar. 

Rosalie se levantó de un salto, asustada. Observó con temor a Frances ingresar a la habitación, y ella desvió la mirada. No se suponía que su madre regrese temprano.

─Tristán─. La mujer masculló, molesta─. ¿Qué estás haciendo en mi casa?

Dominic guardó su laptop en la mochila, poniéndose de pie.
─Ya me voy─. Avisó, incómodo─. No es necesario que hagas un escándalo. 

Frances escaneó la habitación con la mirada, haciendo una mueca. Nunca antes había visto el cuarto de su hija tan desordenado, y suprimió una sonrisa al imaginar qué pudo haber pasado. Si Amelie no quería seguir su plan, ella lo haría. 

─¿Saldrás por la puerta? ─Ella se burló, después de algunos segundos─. ¿O prefieres salir por la ventana?

Dominic fingió reír, colgándose la mochila. No le agradaba esa mujer.
─Por mucho que me gustaría salir por la ventana, no puedo─. Achicó los ojos─. Desde que mandaron a cortar el árbol, no encuentro otra forma de entrar aquí a ver a su hija─. Se jactó.

─No dejaré que te aproveches de ella─. Frances amenazó con falsa indignación─. Te haré pagar si le haces daño. 

─De los dos, soy quien menos daño le ha hecho─. Respondió con sorna, plantándose frente a ella─. Vieja bruja. 

─¡Lárgate de mi casa! ─Frances gritó, abofeteándolo. 

Rosalie rio bajo al escuchar a Dominic, pero lo sostuvo con fuerza del brazo después que su madre le pegó. Ella se lamentaba esa escena, y recogió su bolso. Lo mejor para ambos sería salir de la casa en ese instante. 

─Nick, vámonos─. Ella susurró, guiándolo hasta la puerta─. No quiero más problemas. 

Dominic bufó, bajando la escalera detrás de su amiga. Rosalie cerró su bolso; pero se detuvo a un par de escalones del suelo. Un fuerte grito, proveniente de la cocina, la asuntó, helándole la sangre. Un escalofrío recorrió su cuerpo, haciendo que regresen todos los recuerdos de esa noche. 

¡Frances! ─Se escuchó─. ¡Fran, ven a servir la comida!

Rosie se sostuvo con fuerza de la escalera, sintiendo su corazón agitarse. Ella necesitaba salir antes que le dieran ganas a llorar. 

─Rosalie, ¿qué te pasa? ─Preguntó Dominic, tomándola por los hombros─. ¿Por qué estás así?

─Vámonos, por favor─. Suplicó, dándole la mano─. Quiero irme de aquí. 

Dominic asintió, ayudándola a llegar al primer piso. Giró hacia la izquierda, viendo a un hombre salir de la cocina. Él comprendió todo, entendiendo por qué ella se puso nerviosa. Sin embargo, no dejaría que las cosas se queden así. 

─Amelie, no dijiste que traerías visitas─. Joseph habló burlón, acercándose a ellos─. Tú debes de ser el imbécil que se revuelca con esta zorra.

Dominic rio con sorna, apretando los puños. 
─Te voy a matar─. Amenazó, furibundo. 

Rosalie se asustó al oírlo, colocándose frente a él. Ella no dejaría que Nick se ensucie las manos con alguien como Joseph. No valía la pena. 

─Dominic, vámonos─. Repitió, empujándolo hacia atrás─. No hagas nada, por favor.

─¡No voy a permitir que te hablen así! ─Exclamó, viendo al hombre a los ojos─. Haré que te arrepientas de lo que le hiciste. 

Joseph se cruzó de brazos, divertido con la escena frente a él.
─Te crees muy machito, pero dejas que una mujer te domine─. Se burló, recostándose sobre una pared─. Lárgate de mi casa antes que se me acabe el buen humor. 

Dominic se soltó del agarre de Rosie, viendo el miedo en sus ojos. Él quería golpearlo hasta que le ardieran las manos, pero le daba pena hacerlo con ella a su lado. Suspiró enojado, dándole la mano a Rosalie. A pesar que hervía de furia, decidió hacerle caso a su amiga. Ambos salieron de la casa. 

─Dominic, discúlpame─. Ella comenzó a sollozar, elevando el rostro─. No sabía que regresarían temprano. Lo lamento mucho. 

─No es tu culpa─. Carraspeó─. Pero debiste dejarme golpearlo. No comprendo por qué lo proteges después de todo lo que te hizo. 

Rosalie tomó el rostro de Dominic entre sus manos, viéndolo a los ojos.
─Porque te estoy protegiendo a ti─. Susurró─. Golpearlo, matarlo... nada de eso valdrá la pena si terminas en la cárcel─. Ella se aclaró la garganta─. Tú eres mucho más importante que él, Dominic. No hagas una tontería de la cual te arrepentirás después. 

Dominic relajó las manos, y respiró profundo, tratando de calmarse. Abrazó a Rosalie con fuerza, esperando de liberarse de la furia que lo recorría. Era difícil, pero fingió para no asustarla. En ese instante, recordó las palabras del entrenador sobre los problemas para controlar la ira, pensando que tendría que volver a hablar con él. Hacía mucho que no se sentía así, y tampoco le gustaba. Quería continuar estando tranquilo. 

─¿Quieres ir al cine? ─Preguntó después de varios segundos─. Estoy muy alterado y necesito distraerme con algo. 

Rosie asintió, feliz de verlo más calmado. 
─De acuerdo, vamos. 

Rosalie recordó a Connor en ese momento, sacando su celular. Vio que tenía más llamadas perdidas que antes, y todas eran del restaurante. El supervisor la llamó más de quince veces, y le dejó un mensaje de voz al final. Ella pasó saliva con dificultad, acercando el teléfono a su oído para escucharlo. 

─Estás despedida. 

¡Holaaaaa!

Espero disfruten el camino de hoy, en especial, porque tengo un anuncio que hacerles. 

¡Solo quedan 10 capítulos para el final de Realeza Inesperada!

¿Están emocionados?

No se olviden de votar, comentar y compartir con sus amigos para llegar a más personas. 

Les mando un abrazote
Nos leemos pronto.

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