CAPÍTULO 59
El sol brillaba fuertemente en el cielo, calentando los jardines del castillo. Las aves trinaban con alegría, y daban pequeños saltos por el pasto, en busca de alimento. Amelie sonrió al verlas, arrojando semillas a lo largo del lugar. Disfrutaba admirar la naturaleza, y suspiró al sentir los rayos del sol. Ella estaba convencida que ese sería un gran día.
La joven dio un par de vueltas por el jardín principal, antes de dirigirse al columpio. Amy observó la belleza del castillo una vez más, anhelando tener su teléfono en sus manos. Extrañaba tomarse fotos, y sabía que nunca encontraría un lugar igual de bonito en el mundo real. Ella suspiró, imaginando cómo sería una sesión fotográfica con Tristán. Su vientre empezaría a crecer dentro de poco, y pensó que le hubiera gustado hacerse una ecografía. El feto aun era muy pequeño, y probablemente no se vería nada. Sin embargo, ella sentía curiosidad.
─Supongo que tendré que esperar a que nazcas para saber qué serás─. Rio, sentándose en el columpio─. Pero, si eres niña, me gustaría llamarte Alya─. Habló ilusionada─. Significa estrella─. Continuó, empezando a mecerse─. Al igual que el lugar en que fuiste concebida.
Amelie suspiró, emocionada porque ese día finalmente regresaría Tristán. Ella se moría por contarle la verdad, y ver su reacción. Ya sabía cómo darle la noticia, y las ansias la carcomían. Él era el único chico con quien quería formar una familia, y pasar el resto de su vida juntos. Solo Tris fue capaz de cambiar su forma de pensar. Amy ya no temía a la soledad, ni a amar, o a mostrar su verdadera personalidad. Sabía que todo estaría bien con él. Tristán le daba seguridad.
─Tu padre se pondrá muy feliz cuando se entere que vienes en camino─. Sonrió, inclinándose hacia adelante─. Esta noche, él y todo el reino sabrán la verdad. Y mañana, celebraremos tu llegada─. Prometió─. Yo me encargaré de hacer una fiesta en tu honor.
Amy observó a uno de los empleados acercarse, y detuvo el columpio. Se acomodó en el asiento, recibiendo el plato de ensalada de frutas que le llevaron. Ella agradeció, cruzándose de piernas. Empezaba a acostumbrarse a los síntomas del embarazo, y esperaba que las náuseas desaparecieran pronto, de forma definitiva. Todavía sentía molestias por las mañanas, pero trataba de no ponerle atención. Quería pasar su embarazo tranquila, y sin preocuparse por nada. El único problema al que le daría relevancia, sería el buscar un nombre adecuado para cuando naciera.
Amelie hincó una de las fresas del postre con el tenedor, mojándola en manjar. Masticó con lentitud, disfrutando cada bocado. La ensalada sabía mejor que antes, y ella decidió que mandaría a preparar galletas de fresa para la fiesta que haría. Todavía no había planeado nada, pero quería celebrar con ambas familias la noticia del embarazo. A pesar de su pelea con Garfield, Amy deseaba que Raveena y sus hermanas estuviesen a su lado. Sabía que se alegrarían por ella.
La joven relamió sus labios, y pensó en Annelise. Quiso imaginar su reacción, decidiendo pedirle organizar el baby shower cuando llegase el momento. Annie hizo un gran trabajo con su fiesta de cumpleaños, y siempre estuvo dispuesta a ayudarla. A pesar que se mostró inquieta la última vez que la vio, Amy sabía que siempre podía contar con ella.
Amelie fue de visita a Sarauta hacía poco; tres días antes del viaje de Tristán. Él quería conversar con Garfield sobre unos territorios que le pertenecían, y ella aprovechó en ver a su familia. Amy pasó más de dos horas conversando con Annelise; sin embargo, ella estaba nerviosa. No era la misma chica perspicaz de siempre.
─¿Estás segura que te sientes bien? ─Le preguntó por tercera vez, tomándola de la mano─. ¿Has tenido algún problema con papá, o con Patrick?
Annelise negó con la cabeza, desviando la mirada. Su malestar tenía nombre y apellido; y unos hermosos ojos celestes. Kenneth Van Dijk. No dejaba de pensar en el beso que se dieron, ni en lo que pasó el día de la fiesta. Ken era el primer chico que se interesaba en ella, y Annie no sabía cómo reaccionar. A pesar de sentir lo mismo, todo era muy complicado en ese momento.
─Las cosas con papá están bien; él confía ciegamente en mí─. Confesó tras varios minutos, sintiéndose culpable─. Y Patrick no me ha vuelto a molestar. Desde la golpiza que le dieron, se ha mantenido bastante callado─. Esbozó una sonrisa, tranquila─. Creo que ya aprendió a no meterse con los de la guardia real.
─Me hubiera gustado verlo. Ese imbécil se lo merece─. Amelie rio, viendo a su hermana a los ojos─. Pero, si no ha sido por ellos, ¿qué es lo que te tiene inquieta? ─Curioseó.
Annie dio un largo respiro, considerando contarle la verdad. Sabía que Rosalie nunca la juzgaría, e intentaría apoyarla. Después de todo, su hermana era la única que tenía experiencia con romances secretos.
─No es nada, Rosie. Yo estoy bien─. Annelise carraspeó, tomando valor─. Pero, hablando de Patrick, hay algo que quiero preguntarte. Cuando tú aceptaste ser su novia...
─Ser su novia fue el peor error que pude cometer─. Amy la interrumpió, asqueada─. Nunca debí aceptar salir a escondidas con él.
Annie agachó levemente la vista, avergonzada. Ella estaba consciente que Patrick y Kenneth eran completamente diferentes, pero no quiso decir más. Ver la actitud de Rosie solo le hizo confirmar lo llevaba días pensando. Las cosas a escondidas nunca terminaban bien.
Amelie se despidió de su hermana poco después, todavía intrigada por su actitud. Ella prefirió no presionarla más para hablar, creyendo que lo mejor sería que Annelise le cuente por voluntad propia lo que le preocupaba. No conseguiría nada si la molestaba en ese instante. Amy salió al patio principal, buscando a Tristán para regresar a su hogar. Ella se sentía agotada.
─Rosie─. Una voz masculina le habló por atrás, tomándola de la muñeca─. Rosie, me gustaría conversar un momento contigo.
Amelie se soltó con fuerza, girando. Sintió náuseas y un leve mareo al ver a Patrick a un metro suyo, con una sonrisa en el rostro. Ella respiró profundo, esperando no descompensarse frente a él. Encontrárselo acababa de arruinar su mañana.
─¿Qué quieres? ─Inquirió, poniéndose firme─. Yo no tengo nada que hablar contigo.
Patrick la observó con pena, tratando de volver a tomar su mano.
─Rosalie, yo venía a disculparme contigo─. Habló decidido, con la cabeza en alto─. Dame un minuto, por favor.
Amelie rio con sorna, retrocediendo un paso.
─¿Disculparte? ─Repitió, incrédula.
─Por lo que pasó el día de la coronación─. Patrick continuó, en voz queda─. No debí jalarte, ni tampoco provocar a Dominic─. Se sinceró─. Aunque me duela admitirlo, él es tu esposo, y yo solo soy tu amigo. No debí causarte problemas con él; lo lamento.
Amy sacudió la cabeza, divertida. No creía que él fuera capaz de decir tantas tonterías.
─Tú y yo ni siquiera somos amigos, Patrick─. Aseveró, levantando una ceja─. No sé qué esperas con todo esto.
El joven carraspeó, sosteniéndole la mirada.
─Quiero que me perdones, por favor─. Pidió, suplicante─. Y que sepas que puedes contar conmigo para lo que desees─. Afirmó─. Me gustaría retomar nuestra amistad.
Amelie sintió unas manos tomarla por la cadera antes que pudiera responder, y la abrazaron por la espalda. Suprimió un grito ahogado, volteando para ver quién la sostenía. Sonrió al notar el rostro de Tristán junto al suyo, y él la besó. Él llegó en el momento perfecto.
Tris apretó su agarre, viendo a Patrick fijamente.
─¿Qué está pasando aquí? ─Preguntó, molesto─. ¿Qué quieres, Patrick?
─Yo solo vine a disculparme, su majestad─. Él hizo una reverencia─. Espero puedan perdonarme por lo que hice─. Agachó el rostro.
Tristán bufó, sin poder creer en sus palabras.
─Está bien, todo está olvidado─. Atinó a responder, siguiéndole el teatro─. Con la única condición que no vuelvas a interferir en nuestras vidas─. Avisó, inflexible─. No te quiero ver cerca de Rosalie, ni de nadie de mi familia. ¿Te quedó claro? ─Inquirió.
Patrick asintió, sin elevar el rostro.
─Sí, su majestad─. Hizo una reverencia─. Hasta luego.
Amelie rio al verlo marcharse, y giró; quedando frente a Tristán. Llevó ambas manos a su rostro, acariciándolo. Sus mejillas estaban sonrojadas debido a la cólera, y ella las pellizcó. Le divertía verlo así.
─Parece que alguien se puso celoso de la plebe─. Se burló.
Tristán rodó los ojos, negando con la cabeza.
─Me molesta verlo cerca tuyo─. Masculló─. No quiero que te fastidie.
─Yo tenía todo bajo control─. Susurró, rozando sus labios con los de él─. Puedo defenderme sola.
─Lo sé─. Tris se inclinó hacia adelante─. Pero me gusta creer que te protejo.
Amelie sonrió, besándolo con suavidad. Disfrutaba saber que él la cuidaba, y que siempre estaría ahí para ella. Amy no confió en nada de lo que Patrick acababa de decir, pero le alegraba que Tristán lo hubiese amenazado. Esperaba que con eso, él dejara de molestar a sus hermanas también.
Amelie continuó meciéndose en el columpio, comiendo la fruta con lentitud. No sabía a qué hora regresaría Tristán, y los minutos se le hacían eternos. Era más de mediodía, y todavía no tenía noticias de él. Ella suspiró, esperando que él llegase pronto. Ya no toleraba la ansiedad.
─A este paso, voy a dar a luz antes que Tristán se anime a regresar─. Bufó.
La puerta que conectaba con el castillo se abrió lentamente, dejando pasar una silueta alta. Amy la divisó a lo lejos y sonrió, sintiendo su corazón agitarse. No necesitaba tenerlo cerca para distinguirlo; ella conocía todo de él. La forma de sus hombros, y su manera de andar. Finalmente estaba ahí, a un par de metros suyo. Tristán había regresado.
Amelie corrió hacia él, lanzándose a sus brazos. Estaba feliz por volver a verlo, y no pudo esconder su emoción. Tristán la sostuvo con fuerza, sumiéndola en un abrazo eterno. Disfrutó estar a su lado, acariciando su rostro cuando se separaron. Notó un leve brillo en sus ojos azules, y sonrió. Ella se veía hermosa.
─Amy, te extrañé demasiado─. Él susurró, besándola.
─Yo también─. Ella continuó el beso, jugando con su cabello─. Contaba los días para volver a verte.
Tristán la abrazó una vez más, guiándola hasta el columpio. Se sentaron juntos, a escasos centímetros el uno del otro; viéndose a los ojos. Él había imaginado ese momento desde que encontró el portal, y no podía contener la emoción. Estaba a punto de decirle la verdad, y celebrar con Amelie que encontraron la salida.
Amy sintió su corazón agitarse, y respiró profundo. Necesitaba calmarse, y recordar todo lo que ensayó. No quería que él note su nerviosismo, ni arruinar la sorpresa que le daría. En ese instante, todo debía salir perfecto; por los tres. Ella volvió a colocar el plato en su regazo, dando un bocado más. Ya estaba lista para hablar.
─¿Cómo te fue en el viaje? ─Consultó, buscando iniciar la conversación─. ¿El hospital va bien?
Tris asintió, tomando un mechón de su cabello.
─Todo marcha de maravillas─. Sonrió, notando que ella le ponía más atención al plato, que a él─. ¿Qué comes?
─Ensalada de frutas con manjar─. Amy respondió, elevando el rostro─. Aunque, tiene más fresas que otra cosa. ¿Quieres?
Él rio, tomando una de su plato.
─Espero las hayas lavado esta vez─. Bromeó.
─Idiota─. Amy achicó los ojos, golpeándolo en el hombro─. Pero sí; las lavaron tres veces.
─Genial. Odiaría que te enfermaras─. Él respondió, masticando─. Por cierto, ¿cómo sigues? ─Consultó, recordando la infección de estómago que tenía─. ¿Ya te sientes mejor?
Amy suspiró con emoción, asintiendo. Ese era el momento.
─Estoy mejor que nunca, Tris. Te extrañé demasiado─. Lo besó─. Además, esperaba con ansias tu llegada porque hay una noticia muy importante que tengo que darte─. Ella entrelazó sus dedos con los de él─. Es sobre un regalo que vendrá pronto─. Musitó con ternura─. A los dos nos va a gustar.
Tristán acarició su rostro, viéndola sonreír con entusiasmo. No sabía de qué clase de obsequio se podía tratar, pero él no quería nada en ese instante. Ya no necesitaría nada de ese mundo. De todas formas, los objetos no lograban atravesar el portal. De nada serviría que envíen algo al castillo. Las cosas se quedarían en la isla, con los verdaderos Dominic y Rosalie.
Tris se aclaró la garganta, decidido a hablar primero. No podía callar más lo que descubrió, y debía contárselo antes que ella continúe. Lo más importante en ese momento, era la noticia del portal. El resto podía esperar.
─Yo también tengo un regalo que darte─. Comentó, citando sus palabras─. De hecho, te traje una sorpresa del viaje.
Amelie dejó el plato a un costado, intrigada por sus palabras. Tristán siempre le dio obsequios geniales, y trató de imaginar qué podría ser. Ella llevó la vista a su mano, observando el anillo que él le entregó en su cumpleaños. La piedra cambiaba de color con el sol, tornándose rosada. Amy seguía fascinada por aquel detalle, y resolvió esperar un poco más. Quizás, le había llevado algo igual de especial.
─¿Qué es? ─Curioseó, brincando en su lugar─. ¿Qué me compraste?
Tristán ladeó la cabeza, buscando algo en su bolsillo.
─No diría que lo compré─. Respondió, entregándole la bujía─. Pero, espero que te guste.
Amy tomó la pieza metálica de las manos de Tristán, sin entender lo que era. La observó por varios minutos, dándole vueltas entre sus dedos. Nunca antes vio algo como eso, y ni siquiera le encontraba forma. No sabía qué hacía esa cosa, o por qué él creyó que a ella le gustaría. Era el regalo más extraño que alguna vez recibió.
─No comprendo─. Ella elevó el rostro─. ¿Qué es esto?
─Es la salida─. Tristán comentó, sin contener su felicidad─. Encontré el portal, Amy. Nos vamos a casa.
Amelie soltó el objeto al escucharlo, sintiendo su corazón detenerse. Empezó a faltarle el aire, y se le dificultaba respirar. De todo lo que imaginó, nunca creyó que diría eso. Ella pensó que Tristán había dejado de buscar. Debía tratarse de una broma.
─¿Qué? ─Alcanzó a preguntar, aturdida─. ¿A qué te refieres?
Tris se extrañó por su reacción, inclinándose hacia adelante.
─Hace varias semanas encontré la bujía de mi auto, cerca de las tierras de Brad─. Habló, recogiéndola del pasto─. Fue por eso que hice el viaje. Pasé estos días buscando y recorriendo bosques y praderas─. Narró, sonriendo─. No fue fácil, pero finalmente lo encontré. Regresaremos a nuestro mundo dentro de poco.
Amelie notó que él quiso tomarla de la mano, y se alejó. Desvió la mirada recordando lo que Tris le dijo el día que se fue. Ella se sintió como una estúpida, dándose cuenta de la verdad. Él nunca tuvo interés en conocer cómo iba la construcción. Todo fue una excusa para seguir buscando el portal.
─Tú me dijiste que irías a supervisar el hospital─. Habló, dura─. Me mentiste.
Tristán negó, tomándola por el mentón.
─No te mentí. Solo, no te dije toda la verdad─. Él bajó la voz─. Pero fue por un buen motivo. Esto lo hice por nosotros─. Afirmó─. Logré anclar el portal con las piedras que desenterramos. Todo volverá a la normalidad después que lo crucemos.
─Tú nunca me habías mentido─, ella continuó, soltándose de su agarre─. Pensé que confiabas en mí. ¿Por qué no me dijiste lo que hacías? ─Reclamó.
Tristán pasó una mano por su cabello, y resopló. Amelie estaba malinterpretando todo, dándole importancia a algo que no valía la pena. No comprendía por qué le afectaba tanto el que no le haya dicho la verdad al inicio. Ella debía enfocarse en lo único que importaba. El portal.
─Yo quería sorprenderte, y darte la noticia cuando lo hubiese encontrado─. Respondió con seriedad─. Pero, creo que no te gustó. ¿Por qué estás así?
Amy se cruzó de brazos, riendo con amargura. Quería mantener la calma, pero se le dificultaba más a cada instante. La emoción que sintió al iniciar el día comenzaba a desaparecer, y el pecho le dolía. Nada estaba saliendo como planeó, y ya ni siquiera sabía cómo contarle del embarazo. Ella seguía ilusionada con la idea de formar una familia, y Tristán solo hablaba de irse de ahí.
Amelie suspiró, resolviendo que no se daría por vencida aún. La tarde recién empezaba, y tenían mucho tiempo para conversar. Ella encontraría el momento exacto, y luego le contaría todo. Él necesitaba saber que iba a ser papá.
─Tristán, yo no me quiero ir de aquí─. Ella se aclaró la garganta─. Quiero que los dos nos quedemos en el Valle.
Un gesto de asombro se formó en el rostro de Tristán, y él bufó. Estaba confundido por su reacción, creyendo que se trataba de un chiste. Ella no podía haber cambiado de opinión a último minuto. Ambos debían regresar al mundo real.
─Estás bromeando, ¿verdad? ─Preguntó, tratando de no sonar muy duro─. Amy, esto es lo que queríamos; lo que estuvimos buscando desde que llegamos─. Recalcó─. El plan siempre fue irnos de aquí. Yo nunca quise quedarme en este lugar.
Amy tragó saliva con dificultad, consternada. Ella pensaba que los dos iban en una sola dirección, y querían lo mismo. Se le dificultaba asimilar lo que él decía, y esperó que estuviese mintiendo. Ellos no se podían ir de la isla.
─Hace mucho que cambié de opinión, Tristán─. Amelie aseveró, acomodándose en su asiento─. Y creí que tú también lo hiciste, por eso nunca te dije nada─. Carraspeó─. Estabas tan enfocado en lo del hospital, que imaginé que habrías olvidado lo demás. Ahora sé que estuviste mintiéndome todo este tiempo─. Recriminó.
Tris pasó una mano por su rostro, empezando a molestarse. Amelie seguía empeñada en hacerlo sentir mal por una pequeña mentira, y no veía la gran oportunidad que tenían en frente. Ella solo lo criticaba, sin siquiera reparar en todo el esfuerzo que hizo para encontrar la salida. Él se estaba cansando de esa discusión.
─Me he partido el lomo buscando el portal─. Bufó, apretando los dientes─. He recorrido cada centímetro de esta maldita isla para hallar la salida de este lugar─. Continuó, irritado─. No puedes cambiar de opinión a último minuto, Amelie. ¡Esto no era parte del plan!
─Entre nosotros han pasado muchas cosas que tampoco eran "parte del plan"─. Amy hizo comillas, enojada─. Nos enamoramos, y decidimos que esto fuera real─. Continuó, con pena en los ojos─. Nosotros ya somos felices aquí; esta es nuestra vida ahora. ¿Por qué no quieres quedarte? ─Inquirió.
─¡Porque esto no es lo que quiero! ─Tristán exclamó, elevando la voz─. Esta no es nuestra vida, y jamás lo será─. Aseveró, molesto─. Amy, nosotros no pertenecemos a este mundo.
Amelie se estremeció al escucharlo, empezando a sentir ganas de llorar. Ellos habían discutido en el pasado, y a veces se gritaban solo por jugar. Sin embargo, esa vez fue diferente. Le dolió oírlo hablar de esa forma, y que se muestre frío con ella. Él ni siquiera se inmutó cuando mencionó su relación.
Amy retrocedió en el asiento, empujando el plato con su cuerpo. Lo vio caer y quebrarse contra el suelo, pero no le importó. Algo más empezaba a romperse dentro suyo, angustiándola con mayor intensidad. Ella respiró profundo, tratando de mantener la calma un poco más. Ambos necesitaban conversar por el bien de su bebé.
─Tris, creo que no estás viendo las cosas con claridad─. Habló tranquila, dándole la mano─. Llevamos más de ocho meses aquí, y hemos hecho una vida juntos─. Sonrió─. Quizás al inicio nos enfocamos en buscar el portal, pero las cosas han cambiado, y lo sabes─. Suspiró, aferrándose a él─. Muchas personas dependen de nosotros ahora. No nos podemos ir.
Tristán acarició el rostro de Amelie, y asintió.
─Amy, es por nosotros que continué buscando la salida─. Comentó, viéndola fijamente─. Yo te amo como nunca antes he amado a alguien, y te prometo que las cosas no van a cambiar─. Aseguró, acercándose más a ella─. Tú siempre serás mi reina─. La besó─. Pero necesito que comprendas que estaremos mejor allá. Tendremos mejores condiciones de vida.
Amelie sacudió la cabeza, alejándose de él. No necesitaba besos, ni promesas en ese momento. Lo único que quería, era que él supiera a verdad, y se emocione también por la noticia del embarazo. Amy pasó una semana imaginando cómo se sentiría tener a su bebé en brazos; y ahora, temía que Tristán no estuviese ahí para verlo. Un escalofrío la recorrió, dándole un mal presentimiento. Le aterraba la idea de una separación.
Las palabras del chico flotaron en su mente, y Amelie bufó tras varios segundos. Le pareció que Tristán ni siquiera le prestó atención cuando ella le contó todos los problemas que tuvo. No comprendía cómo podría mejorar su vida si regresaban; cuando a ella le esperaban cosas horribles. El recuerdo de su madre le revolvió el estómago, haciéndole sentir náuseas de nuevo. Respiró profundo, buscando no descompensarse en ese momento. Debía mantenerse firme, y tratar de hacerlo entrar en razón.
─¿Mejores condiciones de vida? ─Preguntó con ironía, cruzándose de brazos─. Somos los reyes de toda una isla─. Le recordó─. Jamás tendremos algo mejor que esto. Nuestro lugar está aquí.
Tristán sacudió la cabeza, mordiendo su pulgar. Ahora comprendía por qué ella no quería irse. Seguía aferrada a los bienes materiales, y a todas las joyas que tenían ahí. La observó con desaprobación, sintiendo una leve decepción por ella. Jamás imaginó que el oro y unas tierras ficticias fueran más importantes que su relación y su futuro.
─Deja de ser tan codiciosa, por favor─. Pidió con fastidio, frunciendo el ceño─. Yo no me refiero al dinero que tengamos, o nuestra posición social─. Aseveró─. Sino, a las oportunidades reales que tendremos al volver. Sabes que quiero terminar la universidad, y luego trabajar como cirujano en el Hospital General─. Recalcó, buscando convencerla─. Por primera vez en tu vida, piensa en alguien que no seas tú, y acepta regresar a la normalidad conmigo─. Gruñó, sin medir lo que decía.
Amelie tuvo una fuerte opresión en el pecho, y desvió el rostro. Ya no soportaba más esa pelea, y se sentía peor a cada instante. Nunca antes le ofendió que la insultasen de esa forma, pero la destrozó que fuera él quien la llamaba así. Tristán era el único en quien confiaba ciegamente, y ahora, solo la lastimaba con sus palabras. Él acababa de clavarle un puñal.
«Yo le prometí a mi bebé una familia, y haré lo posible por cumplir─. Pensó, apenada─. Necesito intentar un poco más. Estoy segura que todo mejorará cuando Tristán sepa la verdad. Aunque esté molesto, sé que él no nos va a lastimar.»
Amy colocó una mano sobre su vientre, protegiéndolo. Todo se mezclaba en su mente, y ya no supo cómo darle la noticia. Ella quería que fuera especial, que ambos disfrutaran saber que serían padres; pero las cosas cambiaron. Suspiró, buscando las palabras correctas. Empezaba a dudar de lo que estaba por hacer.
─Créeme que yo soy la última persona en quien estoy pensando en estos momentos. El dinero ya no me importa─. Susurró, sintiendo la primera lágrima caer─. El único egoísta aquí, eres tú─. Masculló, sin contener su lengua─. Ni siquiera te interesa lo que me pasa.
Tristán bufó, cruzándose de brazos. No se dejaría chantajear.
─Dime entonces, ¿qué es lo que te pasa? ─Preguntó molesto─. ¿Por qué no quieres irte de aquí? ¿Qué te mantiene atada a este mundo de fantasía?
Amy limpió sus lágrimas en silencio, observando el rostro de Tristán con detenimiento. Notó la rabia en sus ojos, y la forma en que fruncía los labios cuando algo no le gustaba. Un nudo se le hizo en la garganta, impidiéndole hablar. Ella conocía muy bien ese tipo reacción y desvió la mirada. En ese instante, Amelie vio a su padre reflejado en Tristán.
«Yo solo me casé contigo porque estabas embarazada─. Las palabras de George resonaron en su mente, aturdiéndola─. Nunca te amé.»
Amelie retrocedió más en el asiento, sorbiendo por la nariz. Ella no quería eso, ni repetir la historia de sus padres. No quería que Tristán se quede solo por el bebé, o porque sentía que lo obligó. Ella necesitaba saber que él la amaba, y que la elegiría a pesar de cualquier cosa. Deseaba sentirse querida, y saber que su hijo era fruto del amor que tanto se profesaban. Amy necesitaba al Tristán del que se enamoró.
Amelie respiró con fuerza, viendo cómo se esfumaban todas las promesas que se hicieron en el pasado. Todos los "te amo" que se dijeron en la oscuridad de su cuarto, se desvanecían en la mirada dura del chico frente suyo. Por su expresión, intuyó que él no se alegraría con la noticia, y prefirió callar. Ella no podía decirle que estaba embarazada; no en ese instante.
Amy sacudió la cabeza, buscando ponerse fuerte. Ni siquiera tenía ganas de discutir, pero trató de encontrar alguna excusa para que él no la viera vulnerable. Una idea más llegó a su mente, decidiendo qué hacer. Primero lo convencería de quedarse, y después le diría la verdad. A pesar de todo lo que ocurría, ella deseaba saber que su amor era correspondido. Las palabras ya no le bastaban; necesitaba acciones.
─Me di cuenta que estaré mejor aquí, de lo que alguna vez estaré allá─. Respondió tras varios minutos─. Te conté cómo era Frances, y la situación en que me encontraba─. Añadió, empezando a enojarse─. Quizás, tú volverás a tu perfecta vida, con tu perfecta familia, tu perfecta casa y tu perfecta universidad─. Farfulló─. Pero, ¿sabes a qué volveré yo? ─Rio con amargura─. A una madre alcohólica, un trabajo horrible y una casa embargada. Y yo no quiero eso, Tristán.
Tristán pasó una mano por su cabello, comprendiendo sus palabras. Él conocía cómo era la vida de Amelie, y sabía todo lo que sufrió con su madre. Se acercó a ella, tratando de tomar sus manos. Él ya había pensado en todo, y planificó cómo sería su vida cuando regresen. No la iba a dejar.
─Amy, sé lo mal que estaban las cosas, y es por eso que he planeado un futuro para los dos─. Comentó emocionado, acariciando su rostro─. Te prometo que nos casaremos después que termine la universidad, y te daré la vida que te mereces─. Susurró, acercando sus labios a los de ella─. Y para eso, ambos necesitamos volver. Somos un equipo, los dos juntos contra todo. ¿Recuerdas? ─Consultó, besándola.
Amelie se levantó con rudeza, alejándose de él. Su rostro estaba lleno de lágrimas, pero ya no quiso disimularlo. Sabía que era débil, y que sucumbiría ante sus besos. Cuando ella le hizo prometer que estarían juntos hasta el final, fue porque ya sospechaba del embarazo. No porque él quería ir a un lugar donde, probablemente, su hijo ni siquiera existiría. Los nervios la atormentaban, y no podía pensar con claridad. Todo lo que construyó en su mente, se desmoronaba frente suyo.
La joven trató de pensar en el plan que Tris comentó, sintiendo que todo estaba mal. Ella quería lograr algo por su cuenta, y demostrarle a Frances que se equivocó. Amelie nunca quiso casarse con un millonario que la mantuviera, porque no pudo lograr nada por su cuenta. Ella no sería esa chica jamás.
─¡No quiero que me vuelvas a besar! ─Exclamó, sollozando─. No quiero tus falsos juramentos, ni tus palabras vacías─. Elevó la voz, cansada─. Yo necesito al chico que confiaba en mí, y me decía que sería capaz de lograr cualquier cosa que me propusiera. No a este idiota que solo me ve como un trofeo─. Recriminó─. Mi vida no gira en torno a ti.
─Yo no te veo como un trofeo, Amelie─. Habló serio, poniéndose de pie─. No sé lo que estás pensando, pero yo sigo siendo el mismo de siempre─. Aseguró, acercándose a ella─. Yo todavía confío en ti, pero necesito que tú también confíes en mí─. Pidió, con ojos suplicantes─. Te prometo que nuestras vidas serán mucho mejores cuando regresemos a nuestros verdaderos cuerpos. Vámonos de aquí─. Pidió.
Amy retrocedió un paso, sintiendo que le faltaba el aire.
─¿A qué te refieres con nuestros verdaderos cuerpos? ─Consultó, temerosa.
Tris ladeó una sonrisa, creyendo que ella comenzaba a ceder. Tal vez, esa explicación era lo que hacía falta para convencerla. Él no estaba dispuesto a quedarse en el Valle de Kauyen.
─Solo las almas pueden cruzar el portal─. Repuso tranquilo, moviendo una mano─. Cuando lo atravesemos, regresaremos a nuestros cuerpos, y los verdaderos Dominic y Rosalie volverán. Ellos han estado ocupando nuestro lugar.
Amelie negó con la cabeza, confundida. No sabía cómo él conocía todo eso, pero tampoco quiso averiguarlo. Ahora, estaba más que convencida que no viajaría, y que se quedaría ahí. Además de su embarazo, su vida estaba ahí. Ella no quería perder todo lo que tenía.
─Tristán, yo te amo─. Sollozó, sintiendo que el mundo se le caía a pedazos─. Te amo, pero me amo más a mí. Y es por eso que no me voy a ir de aquí─. Aseveró, limpiando su rostro─. No volveré a la vida de mierda que tenía, ni a sufrir a diario por causa de mi madre─. Lo vio a los ojos─. No volveré a dejar que me humillen, porque ahora hay alguien dependiendo de mí─. Susurró, esperando que él captase la indirecta─. Y si tú también me amaras, te quedarías aquí. Por mí, por nosotros.
─¡Eres una maldita egoísta! ─Tristán explotó, sin poder contenerse más─. Desde que estamos aquí, todo se ha tratado sobre ti. ¡Siempre has sido tú! ─Espetó─. He hecho de todo para complacerte, y estar bien contigo. ¿Por qué no puedes hacer una sola cosa por mí? ─Inquirió, furioso─. Yo te sacaré de tu casa, y ambos estaremos bien. Pero debemos irnos.
Amelie cerró los ojos con fuerza, y cubrió su rostro con las manos. Él no podía haberle dicho eso; debía ser un error. No podía creer que la persona que más amaba, fuese capaz de pensar así de ella. Después de todo lo que vivieron, le dolió que él no notase lo mucho que cambió.
─Yo ya no creo en tus promesas, Tristán─. Masculló, arrojándole al pecho el anillo que le regaló en su cumpleaños─. Ándate a la mierda.
Amelie empezó a caminar hacia el castillo, ignorando los gritos del muchacho. Él la llamaba, pidiéndole que se detuviera, pero ella no le hizo caso. Tenía un nudo en la garganta, y el corazón hecho trizas. Esa conversación salió peor de lo que imaginó, y ya no sabía qué hacer. Jamás creyó que él sería capaz de decirle esas cosas, y deseó que la tierra la tragase. Ella quería desaparecer.
Amy se encerró en su habitación, echándose en su cama a llorar. Se abrazó a sí misma, dejando salir todo el dolor que tenía dentro. Hacía mucho no sufría tanto, y seguía pareciéndole increíble que Tristán fuera el causante de todo.
─Perdóname por no haber dicho la verdad─. Susurró, frotando su vientre─. Perdóname por no contarle a tu padre de ti─. Sollozó─. Perdóname por no cumplir mi promesa, pero no voy a dejar que nadie nos lastime. Ni siquiera Tristán.
Amelie se quedó dormida entre llantos, y despertó cuando uno de los empleados tocó la puerta. Abrió con temor, viendo que Lina le había llevado el almuerzo. Ella le explicó que Tristán pidió que le suban la comida, y Amy ordenó que deje los platos sobre su escritorio. No quería saber nada de él en lo que quedaba de tarde.
La joven se sentó a comer con lentitud, sin siquiera disfrutar la comida. Revolvió los alimentos con el tenedor, dando pequeños bocados. Ella sabía que debía alimentarse, pero no tenía apetito. La pelea con Tristán la lastimó más de lo que creyó.
─Lo más probable, es que tu padre nos abandone─. Amy habló bajo, viendo su vientre─. Pero te prometo que no nos faltará nada. Yo no seré como mi madre; yo sí te voy a amar.
Amelie limpió sus lágrimas, obligándose a comer hasta que que se sació. El almuerzo le dio náuseas, y se recostó en el marco de la ventana. Necesitaba aire fresco, y pensar qué haría en un futuro. Todo lo que planeó acababa de destruirse, pero ella ya no quería hablar con Tristán. A pesar del dinero que tenía, ella necesitaba idear la forma de salir adelante por su cuenta.
─Amy, tenemos que conversar─. Tristán colocó una mano en su hombro, llamando su atención─. Dame cinco minutos, por favor.
Amelie se sobresaltó por su tacto, y regresó al interior de la habitación. No lo escuchó llegar, pero eso ya no importaba. Ella deseaba estar sola.
─¿Qué quieres? ─Preguntó, molesta─. ¿Vienes a seguir insultándome? ¿No te bastó con la pelea que tuvimos en el jardín?
Tristán negó con la cabeza, tomándola de la mano.
─Vine a disculparme contigo─. Respondió, poniéndole el anillo de nuevo─. No quiero que estemos peleados, ni que nuestra relación termine─. Confesó─. Yo me enojé, y dije cosas sin sentido que ahora lamento. Por favor, Amy. Perdóname.
Amelie avanzó en silencio hasta su cama, sentándose en el medio. Vio el arrepentimiento en sus ojos, y esbozó una leve sonrisa. Quizás, las cosas no tenían que terminar mal entre ellos. Tal vez, sí podrían ser una familia después de todo.
─¿Eso significa que te quedarás? ─Cuestionó, con esperanza en la voz─. ¿Cambiaste de opinión?
Tris se sentó a su lado, tomando valor. Nada estaba saliendo como pensó.
─Amelie, yo todavía creo que lo mejor es regresar─. Contestó, en voz baja─. Aunque estos meses a tu lado han sido maravillosos, siento que los dos debemos volver a nuestro mundo─. Susurró─. Pero necesito que lo hagamos juntos. Todo lo que te dije es verdad, quiero estar el resto de mi vida contigo; solo que en nuestra realidad.
Amy agachó el rostro, herida por lo que escuchó. Ya no podía más.
─Y, ¿por qué no nos quedamos, y continuamos nuestra nueva vida en el Valle? ─Consultó, haciendo un último esfuerzo por convencerlo─. Formaremos una familia, y reinaremos juntos. Las cosas no tienen por qué cambiar.
─Amy, mis estudios están primero─. Repuso, levantándose─. Me encantaría formar una familia contigo, pero no ahora. Te juro que tendremos nuestro primer hijo después que me gradúe de la universidad, y compraremos una casa grande─. Sonrió, tomándola de la mano─. Yo te amo, y siempre lo haré. Es por eso que he venido a rogarte que regreses conmigo. Volvamos juntos a nuestra realidad. Casémonos.
─Nosotros ya estamos casados, Tristán─. Ella le recordó.
─Me refiero a un matrimonio real. Bajo nuestras leyes, y no porque alguien más nos obligó─. Dijo con seriedad─. Tú misma dijiste que esto era una farsa. Quiero que lo hagamos real, en nuestro mundo.
Amy rio con amargura, levantándose también. Después de todo lo que vivieron, le parecía increíble escucharlo decir que lo suyo era mentira. Le molestó enterarse que él siguiera creyendo que su matrimonio fuera una farsa.
─¿Acaso no lo hemos hecho real ya? ─Inquirió, llevando las manos de Tristán a su cintura─. ¿Acaso todo lo que pasó entre nosotros fue falso para ti? ─Cuestionó, dolida─. Yo me entregué a ti, y te di todo de mí porque te amaba─. Susurró, tomándolo del cabello─. ¿Eso fue falso también?
Tristán negó, juntando su frente con la de ella. La empujó con suavidad hasta la pared, reclinándola sobre esta. Él la amaba demasiado, y no quería que lo suyo termine.
─Tú has sido lo único real que he tenido desde que llegamos aquí─. Susurró, tratando de besarla─. Hubiera enloquecido de no ser por ti.
─Entonces quédate─. Ella rehuyó el rostro, evitando sus labios─. Continuemos nuestra relación aquí. Ambos nos amamos; que se joda lo demás.
Tristán la soltó, comprendiendo lo que hacía. Él ya había tomado una decisión, y no cambiaría de opinión.
─Lo siento, Amy; pero esta isla no tiene nada que ofrecernos─. Aseveró, pasando saliva con dificultad─. El único modo en que estaremos bien, es regresando a casa.
Amelie rio con amargura, alejándose de él. Le dolía el corazón; pero le dolía aún más ver lo terco que era. Tristán no daría su brazo a torcer, y ella tampoco lo haría. Amy suspiró, dándose cuenta que esa discusión no llegaría a ningún lado. Por mucho que le pesara, comprendió que ya no podía actuar como una niña caprichosa. En ese segundo, supo qué hacer; por ella, y por su bebé.
─Ya me cansé de esto, Tristán─. Sentenció, cruzándose de brazos─. Yo te amo como no tienes una puta idea, y es por eso que te diré lo siguiente─. Ella respiró profundo, tomando valor─. Antes de que nos hagas más daño, creo que lo mejor será terminar.
¡Holaaaaaa!
Aquí les traigo el nuevo capítulo, espero lo disfruten tanto como yo.
Quiero agradecer los mensajes que me dejaron, y les comento que me logré organizar mejor, y ¡cada vez falta menos para el final!
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Espero la historia les esté gustando
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Les mando un abrazote
Nos leemos pronto
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