CAPÍTULO 52
La tensión del lugar podía tocarse con los dedos, sintiéndose un ambiente pesado. Un silencio sepulcral los embargaba, y solo podía oírse el leve rumor de sus respiraciones. Nadie se atrevía a decir nada, y tampoco se veían a los ojos. La incomodidad en que se sumieron era enorme.
Garfield Duboisse resopló pesadamente, inmóvil en su lugar. Apretó las manos antes de cruzarse de brazos, y cerró los ojos un instante. Quería calmarse, pero no podía. La sangre le hervía, y se sentía más furioso a cada instante. Todavía se le dificultaba creer todas las tonterías que acababa de escuchar.
Thomas se acomodó en su asiento, y vio de reojo a Garfield; notando la molestia en su rostro. Él continuaba analizando la propuesta que Rosalie y Dominic expusieron, y no había querido decir nada. Si hacer un hospital era complicado, no se imaginaba qué pasaría con la ley que ellos tenían en mente. Le parecía una locura.
Amelie permanecía de pie, al otro lado de la mesa. Su corazón estaba acelerado, y sentía que se le saldría del pecho en cualquier momento. Ella pasó más de dos semanas preparándose para ese encuentro; escribiendo sus ideas y armando un esquema de lo que diría. Había previsto hasta el último detalle, y estaba segura que nada podría salir mal. Sin embargo, la mirada indiferente de los antiguos reyes la ponía nerviosa. Amelie trató de buscar apoyo en el rostro de Garfield; sin embargo, él parecía ser el más indignado de los dos.
La última vez que Amy conversó con su padre, fue el día de su cumpleaños; hacía un mes y medio. Ella decidió olvidar todos los rencores que tenía, y empezar de nuevo con Garfield y Raveena. No quería seguir molesta con ellos, y prefirió llevar la fiesta en paz. A pesar que no vivían juntos, eran sus nuevos padres; y lo serían hasta el día de su muerte. Amy ya no solo fingía encajar con los Duboisse; sino, era una de ellos. No volvería a ser llamada por el apellido Taylor nunca más.
Amelie y Tristán retomaron las conversaciones sobre la abolición de los matrimonios en menores de edad; y ella quería empezar con el trámite cuanto antes. Amy deseaba que esa ley fuera la primera cosa importante que haría por las personas del Valle. A pesar que todavía no comprendía bien cómo reinar, y algunas cosas no terminaban de gustarle, trataría de hacer su mejor esfuerzo. Ella necesitaba asimilar sus nuevas funciones como reina, y la gran responsabilidad que acarreaba.
Tristán disfrutaba ver el empeño que Amelie ponía en aquella ley, y le alegraba que se preocupara por los demás. La ayudó a analizar varios edictos al inicio, pero llegó el momento en que no comprendió más. Aunque su hermano y su padre estudiaron leyes; a él jamás le llamaron la atención. La medicina siempre fue lo suyo.
─Amy, no tengo ni idea de cómo hacer esto─. Él habló sincero, semanas atrás─. Quizás, deberíamos buscar ayuda de alguien más.
Amelie aceptó sus palabras, resolviendo que lo mejor sería llamar a sus padres, y pedirles consejo. Thomas estaba apoyando a Tris con la construcción del hospital, y supuso que Garfield también querría participar. Amelie envió cartas oficiales a ambas familias, solicitando una reunión privada con ellos. No quiso darles más información, y se dedicó a planear lo que diría durante su encuentro. Los nervios no la habían dejado desde ese momento.
Amelie pasó saliva con dificultad, sintiéndose pequeña ante la mirada de los antiguos reyes. Vio a su padre una vez más, notando el rechazo en sus ojos. A pesar de los meses que pasó en su castillo, él la observaba como si estuviera loca. En su rostro, ya no quedaban rastros del padre amoroso que conoció cuando despertó en Sarauta. Su expresión era la misma que tuvo el día que la castigó.
Amy tomó una gran bocanada de aire, armándose de valor.
─¿Qué opinan? ─Consultó, rompiendo el silencio incómodo.
Thomas carraspeó, inclinándose hacia adelante. Todavía no sabía cómo decir lo que realmente pensaba.
─Yo creo que es... diferente─. Contestó tras una breve pausa─. Pero, no me queda claro cómo van a ejecutar algo tan complejo.
Amelie suspiró, aliviada. No era la respuesta que esperaba, pero le alegró no escuchar nada malo. Ella acomodó sus papeles sobre la mesa, dándoles una ojeada rápida. No podía titubear en ese momento. Estaba muy cerca de conseguir su apoyo.
─Es por eso que convocamos esta reunión─. Ella explicó, tranquila─. Queríamos que nos aconsejen...
─Ustedes no necesitan consejo; necesitan entrar en razón─. Garfield habló con voz potente, interrumpiéndola─. Lo que están proponiendo, es ridículo.
Amelie enmudeció al oírlo, sintiendo que le faltaba el aire.
─No es ridículo─ alegó entre dientes─. Dominic y yo estamos convencidos que es lo mejor para todos─. Concluyó.
Garfield rio con amargura, inclinándose hacia adelante.
─Rosalie, nada de esto tiene sentido─. Continuó, esforzándose por no gritar─. Hablaste por más de una hora, pero no has dicho nada realmente. Creo que ni siquiera tú sabes qué es lo que quieres hacer─. Bufó.
Amy apretó los labios, empezando a enfurecerse. No dejaría que Garfield tirase al agua todo su esfuerzo. Ella sabía que él era un hombre tradicionalista; mucho más apegado a las costumbres de lo que Thomas era. Sin embargo, no se dejaría intimidar. Amelie haría hasta lo imposible por hacerlo cambiar de opinión.
─¡Cambiaré los requisitos para contraer matrimonio! ─Exclamó, molesta─. Instituiremos los dieciocho años como mayoría de edad, y no permitiremos que nadie menor se despose─. Explicó, mostrándose decidida─. Eso es lo que quiero hacer.
Garfield pasó una mano por su cabello, incómodo. Nunca antes había visto a Rosalie tan resuelta, y le irritó el tono en que le habló. Él se aclaró la garganta, tratando de darle sentido a las tonterías que su hija continuaba diciendo. No comprendía por qué ella se tomaba tantas molestias por personas que ni siquiera conocía. Esa ley no los beneficiaría directamente de ninguna forma.
─¿Y qué ganarías con eso? ─Inquirió, viéndola a los ojos─. ¿En qué te afecta a ti a qué edad se casan los demás?
Amy sacudió la cabeza, indignada. No podía creer que le preguntó eso.
─Me afecta porque son niñas a quienes están casando─. Elevó la voz─. Hay pequeñas de doce y trece años comprometiéndose con hombres mucho mayores que ellas; y ni siquiera los conocen.
Garfield se levantó de la silla, cansado de ese circo.
─Las personas ni siquiera te agradecerán por esto─. Advirtió, señalándola─. Lo más probable es que el pueblo se levante en tu contra si intentas hacer algo así─. Aseveró, pensando en las consecuencias─. No puedes oponerte a la tradición, Rosalie.
Amelie rio con amargura, cruzándose de brazos. La actitud de Garfield la irritaba más a cada instante, pero no dejaría que él lo sepa. Ella haría hasta lo imposible por ayudar a las niñas de la isla. No quería que se repita la historia de Marie.
─¡Pues la tradición tendrá que cambiar! ─Gritó, golpeando la mesa con ambas manos─. No voy a permitir que...
Amelie calló de repente, sosteniéndose con fuerza de la madera. La vista se le nubló de un instante a otro, y empezó a sentirse mareada. Cerró los ojos un momento, y respiró profundamente. Notó que Tristán la sostuvo de la cintura para que no caiga, y se sacudió con suavidad; soltándose de su agarre. No quería que Garfield la viera vulnerable; no le daría esa satisfacción.
Amy parpadeó un par de veces, recobrando el sentido. Su visión se normalizó, y pasó una mano por su rostro. Era la cuarta vez que le pasaba algo así en las últimas semanas, y ella comenzó a preocuparse. Jamás imaginó que el estrés en que estuvo sumida podría afectar tanto su salud. Después de aquella reunión, Amelie necesitaría hacer algo para liberarse de toda la tensión.
La joven se aclaró la garganta, y elevó el rostro. No había terminado de discutir.
─No permitiré que arruinen la vida de más niñas─. Completó su idea inicial, viendo a Garfield a los ojos─. Todas las personas tendrán la oportunidad de elegir.
Garfield se detuvo a mitad de camino, analizando las palabras de su hija. Él se puso nervioso al ver que se mareó, y se aproximó a ella para asegurarse que estuviera bien. Sin embargo, Rosalie pareció reponerse de inmediato, y solo quería pelear. Garfield volvió a molestarse, creyendo que su hija nunca comprendería la realidad de las cosas.
─¿Eligiendo? ¿Acaso crees que las personas estarán mejor si eligen con quien casarse? ─Preguntó con ironía─. Si tú hubieras podido decidir, habrías elegido al primer pueblerino que se te cruce por el frente─. Recriminó entre gritos.
─Incluso si hubiera decidido casarme con una cucaracha, eso no habría sido problema tuyo─. Ella respondió de golpe, sin siquiera pensar.
─¡Eras mi heredera! ─Le recordó, avanzando más─. ¿De verdad pensaste que le cedería mis tierras al primer mequetrefe en el que te fueras a fijar?
Garfield sintió su rostro enrojecerse de la furia, y apenas se dio cuenta de lo que dijo. No le importaba que Thomas y Dominic estuviesen a un par de metros suyo, ni que escucharan lo que gritaba. La furia lo embargaba, y no pensaba con claridad. Rosalie logró sacarlo de sus casillas.
Amelie mojó sus labios, suprimiendo una sonrisa. Garfield era demasiado impulsivo, y terminaría hundiéndose solo. Tarde o temprano, su lengua lo traicionaría. Ella rememoró sus palabras, y se alegró que Rosalie no hubiese llegado a escapar con Patrick. Por la forma de pensar que tenía su padre, no le quedaban dudas que la habría desheredado.
Amy sacudió la cabeza, asqueada.
─Compadezco a Annelise─ espetó─. Ella no merece que la expongas a un compromiso arreglado solo por seguir tu maldita tradición.
─Las cosas salieron bien para ti─. Garfield se jactó─. Tu madre y yo hemos notado lo mucho que amas a Dominic─. Continuó, más tranquilo─. ¿Por qué te empeñas en creer que esto es malo? ─Inquirió─. ¿No te gustaría que tu hermana también fuera feliz?
─Que haya tenido suerte de encontrar a alguien como Dominic, no quiere decir que todas las chicas lo harán─. Afirmó seria, viéndolo a los ojos─. Él es bueno, y me ha cuidado desde el momento que nos casamos. Yo sé que jamás me va a lastimar─. Confesó, sintiendo su corazón acelerarse─. Pero nada garantiza que pase lo mismo con el resto de matrimonios arreglados─. Continuó─. Y no quiero que Annie, ni ninguna otra persona de la isla, sufra por voluntad de sus padres. Ellos merecen elegir a quién amar.
Garfield bufó. No dejaría que Rosalie corrompiera a su otra hija con sus tonterías.
─Annelise no tiene amigos; no podría elegir aunque quisiera─. Recalcó con superioridad─. Además, ella no es como tú. Jamás desobedecería una orden mía, ni haría cosas a mis espaldas.
Thomas se cruzó de brazos, y frunció el ceño. Garfield todavía no sabía que Annelise fue a Kauyen junto con Kenneth, y tuvo un mal presentimiento. Cuando su hijo le pidió guardar el secreto de aquella visita, creyó que sería solo por un par de horas. No pensó que la chica continuaría manteniendo en secreto su amistad. Thomas carraspeó, resolviendo que hablaría con Ken cuando regrese a casa. No le gustaba esa situación.
Amelie sonrió de lado, dándose cuenta que Garfield empezó a hablar de más. Avanzó un paso, desafiante. Su padre continuaba molesto por el chisme que le contó Patrick, y ella lo usaría a su favor. Ya no le importaba que él se niegara a apoyarla con la ley. Solo quería hacerlo enojar.
─Creo que sigues molesto porque te desobedecí─. Mencionó con pena fingida─. ¿Todavía no puedes perdonar que yo haya...?
─¡Rosalie, cállate ya! ─Exclamó, moviendo las manos.
─¿Por qué? ─Inquirió─. Después de todo, Dominic ya lo sabe─. Se jactó, riendo─. ¿Con quién crees que estuve reuniéndome todo ese tiempo?
Garfield no soportó más la insolencia de su hija, y levantó una mano para abofetearla. Había sido bastante tolerante desde que comenzó aquella estúpida reunión. Sin embargo, no permitiría que Rosalie siga burlándose de él frente a los Van Dijk. La haría entrar en razón.
Tristán se apresuró a escudar a Amelie con su cuerpo, y detuvo el brazo de Garfield en el aire. Él se mantuvo en silencio toda la junta, sin tener oportunidad de decir algo. Sin embargo, no permitiría que él le levante la mano Amy. La pelea entre ella y su padre se intensificaba más a cada instante, pero no creyó que llegaría a ese extremo.
─No te atrevas a tocarla─. Amenazó sombrío, soltando la muñeca del antiguo rey─. No dejaré que la lastimes.
Garfield maldijo por lo bajo, retrocediendo un poco.
─Entonces tú hazla entrar en razón─. Exigió, furibundo─. Eres el rey.
─Y Rosalie es la reina. Mi reina─. Expresó, mirándolo fijamente─. Yo conozco todo de ella, y la apoyo en cualquier cosa que decida hacer─. Afirmó, abrazando a Amy─. Si los llamamos, fue para que nos instruyan sobre cosas que no conocíamos. No para que tú intentes golpearla en su propia casa─. Bufó.
Thomas colocó una mano en el hombro de Garfield, empujándolo con suavidad a la puerta. Necesitaba que las cosas se tranquilicen, y debía sacarlo antes que se pelee con Dominic. Conocía a su hijo, y no quería que inicie otro conflicto. Prefería hablar con Garfield, y razonar con él. Después de escuchar los argumentos de Rosalie, Thomas empezaba a creer que podría ser una buena idea.
─Garfield, acompáñame al jardín. Hay algo de lo que quiero conversar contigo─. Pidió, avanzando a la salida─. Podremos continuar con esta reunión después de almorzar.
Garfield resolvió no decir más, y asintió. Estaba demasiado alterado, y algo dentro suyo le decía que debía calmarse. Sabía que si permanecía en esa habitación, terminaría desconociendo a su hija. Él extrañó a Raveena en ese momento. A pesar de sus peleas, ella era la única capaz de tranquilizarlo cuando se alteraba.
Amelie los escoltó a la salida, cerrando la puerta del estudio con llave. Ella suspiró, cansada de todo lo que acababa de ocurrir. Nunca imaginó que el encuentro terminaría de esa forma.
─¡Lo odio! ─Exclamó, sentándose sobre la mesa─. Ya estoy harta de Garfield y su horrible forma de pensar.
Tristán se acomodó en la silla frente a ella, viéndola a los ojos. Respiró con pesadez, tratando de calmarse. Seguía enojado por lo que pasó.
─No puedo creer que haya intentado golpearte─. Bufó.
Amelie se levantó de la mesa; y se sentó a horcajadas de Tristán; besándolo.
─Gracias por defenderme─. Sonrió, abrazándolo─. Garfield es un imbécil.
Tris asintió, incómodo. No se quitaba de la mente la imagen del hombre levantándole la mano a Amy, y apretó los labios. No dejaría que la lastimen; él realmente la quería. Tristán acarició el rostro de Amelie, recordando el mareo que tuvo. Esperaba que ella no estuviera enferma; era la primera vez que la veía así.
─Por cierto, ¿estás bien? ─Consultó, tomándola de la mano─. Pensé que te desmayarías.
Amelie le sonrió, tratando de calmarlo. Tristán había estado fuera del castillo la mayor parte del tiempo en los últimos días, y ella no le mencionó lo de los mareos. Después que ella decidió quedarse en ese mundo, Tris salió dos veces a seguir buscando el portal. Amelie no quiso acompañarlo en ninguna de esas oportunidades, y creyó que, eventualmente, él se olvidó de eso. Hacía semanas que Tristán no decía nada sobre regresar, y solo se enfocaba en la construcción del hospital. Intuía que él también aceptó su nueva realidad.
Amy apretó su agarre, entrelazando sus dedos con los de él.
─Garfield me hizo enojar tanto, que terminé mareándome─. Explicó tranquila─. No te preocupes; solo es estrés.
Tris suspiró, aliviado. Él sabía lo mucho que la tensión podía afectar la salud.
─Quizás sea eso; o, que no quisiste desayunar en la mañana─. Acusó, divertido.
─Estaba muy nerviosa para comer─. Ella rodó los ojos─. Además, la comida olía raro.
Tristán rio, cruzándose de brazos.
─Tú fuiste quien pidió que preparen quiché─ le recordó─. Sabía igual que siempre.
Amelie hizo una mueca, recordando con asco el desayuno. Había despertado con ganas de comer quiché de pollo; sin embargo, se le quitó el apetito cuando vio el platillo frente suyo. Olía diferente, y ella se limitó a beber un vaso de jugo. No se arriesgaría a enfermarse del estómago minutos antes de la reunión.
─¿Vamos a pasar el resto del día discutiendo sobre el desayuno? ─Preguntó aburrida, levantando una ceja─. ¿O podemos hablar de algo más importante?
─¿Sobre qué quieres conversar? ─Consultó, elevando el rostro.
─Sobre ti─. Amelie lo miró acusatoriamente, cruzándose de brazos─. Hace días te noto extraño; y casi no hablas─. Expresó, con una leve preocupación en la voz─. ¿Acaso estás molesto por algo?
Tristán fingió una sonrisa, negando con la cabeza. No estaba enojado, pero tampoco se animaba a decirle la verdad. Hacía más de diez días que había encontrado la bujía de su auto; tirada a media hora de Gealacht. Él la escondió entre sus cosas cuando regresó al castillo, y decidió no contarle nada a Amelie. Ella estaba tan ocupada con la reunión, que prefirió no alterarla más. Ella tenía ya muchas cosas en la cabeza.
Tris resolvió continuar la búsqueda en secreto, apoyándose en lo que habían descubierto ya. Él usaba el hospital como excusa, y trataba de cubrir la mayor cantidad de espacio por su cuenta. Por suerte, Amelie sabía que la construcción se retrasó cuando los obreros hicieron el columpio, y no sospechaba nada. Quería sorprenderla cuando encuentre la salida de ese lugar.
─Estoy cansado─. Él respondió finalmente─. Eso es todo─. Mintió.
Amy resopló, incrédula. Algo en su voz no lo convencía.
─No te creo─. Ladeó la cabeza─. Dime, Tris, ¿qué es lo que te incomoda?
Tristán sostuvo a Amy por el cuello, jalándola con suavidad. La besó por varios segundos, y juntó su frente con la de ella.
─Yo estoy bien─ susurró─. Confía en mí, por favor.
─De acuerdo─. Lo besó─. Sí confío.
Amelie sonrió, apoyando los antebrazos sobre los hombros de Tristán. Apreció su rostro por varios segundos, antes de comenzar a moverse sobre su entrepierna. Ellos habían acordado no tener sexo cuando Amy estuviera en los días fértiles, y hacía más de una semana que él no la tocaba. Ella aprovechaba que su período era regular, y controlaba los tiempos. Sin embargo, hacía semanas que Amelie no revisaba su calendario. Estaba tan ocupada, que pasó varias cosas por alto.
Amy recordó que debía cuidarse, a pesar de no estar segura si esos eran los días fértiles. Sin embargo, ella prefería no arriesgarse a quedar embarazada. Todavía no se sentía lista para conversar con Tristán sobre la posibilidad de tener hijos en un futuro. Le gustaba su relación, y como eran las cosas siendo solo los dos. No quería que nada cambie.
─Yo también te extrañé─. Él gruñó, tomándola por la cintura─. Pero, ¿estás segura?
Amy asintió, empezando a desamarrar el cuello de su camisa.
─Sí, ya no hay peligro─. Susurró─. Además, lo merecemos por haber soportado esa jodida reunión.
Tristán apretó su agarre, sincronizándose con ella. La besó con pasión, introduciendo la lengua en su boca. Llevó una mano a su espalda, buscando las amarras del vestido. Él deseaba quitárselo; y el estudio, se había vuelto su lugar favorito para tener sexo. Disfrutaba hacerlo sobre la larga mesa que tenían ahí.
Amy sintió que él jalaba el cordón del vestido y sonrió. Se separó un poco de él, entrelazando las manos atrás de su nuca. Continuó moviéndose, empezando a sentir la erección de Tristán. Ella dio una rápida mirada a la ventana, antes de besar su cuello.
─No deberías hacer eso─. Amelie susurró en su oído.
─¿Por qué no? ─Inquirió en voz baja─. ¿Es que no te gusta?
─Me gusta bastante, pero las cortinas están abiertas─. Ella rio, viéndolo a los ojos─. Acabo de ver a un empleado pasar por aquí, observando lo que hacemos─. Carraspeó─. Quizás, nuestros padres serán los siguientes en venir a vernos.
Tristán maldijo al oírla, y la levantó de sus piernas. Él avanzó con prisa hasta la ventana, corriendo las cortinas con fuerza. Se le había olvidado que las dejaron abiertas por la reunión, y odió que casi toda la pared que daba al exterior, fuese de cristal. Revisó que la puerta continúe con seguro, antes de regresar con Amelie. Él ya no quería distracciones. La vio sentada sobre la mesa, con las piernas abiertas.
Amy levantó una ceja, burlona.
─No pensé que las cerrarías tan rápido.
─No quiero que nadie más te mire─. Habló bajo, acariciando su rostro─. No ahora.
Amelie jaló a Tristán más cerca suyo, cerrando sus piernas alrededor de su cuerpo.
─Deberías ponerte celoso más seguido─. Musitó, coqueta─. Es excitante verte así.
Tris ladeó una sonrisa, estirando el brazo para terminar de soltar las amarras del vestido.
─Tú también deberías celarme de vez en cuando─. Él pasó un dedo por sus labios─. La mayor parte del tiempo, siento que ni siquiera te intereso─. Confesó.
Amy rio por el reclamo, y mordió su labio.
─Usualmente, yo no soy celosa─. Se jactó, achicando los ojos─. Pero, si quieres saber, me molesta la forma en que las criadas se te quedan viendo. Es obvio que les gustas.
Tristán colocó una mano en su cuello, siguiéndole el juego.
─¿Temes que me fije en alguna de ellas? ─Preguntó con sorna.
Amelie negó con la cabeza, quitándole la camisa. Pasó una mano por su torso, acariciándolo despacio.
─Sé que no te vas a fijar en nadie más─. Habló segura─. No lo has hecho antes, y sé que no lo harás ahora que me tienes a mí─. Lo miró a los ojos─. El amor de tu vida.
Tristán no pudo evitar reír con sus palabras, y sostuvo un mechón de su cabello rojizo.
─¿El amor de mi vida? ─Preguntó, divertido.
Amy sintió un leve bochorno en sus mejillas, y rodó los ojos. Era la primera vez que intentaba ser romántica con él.
─Tal vez no en el mundo real, pero aquí sí─. Respondió confiada, acariciando sus hombros─. En esta vida, tú eres el único hombre que he amado─. Musitó, relamiendo sus labios─. Y sé que yo soy la única mujer que has amado también─. Continuó─. Así que sí. Mientras estemos aquí, yo seré el amor de tu vida─. Afirmó.
─Y no solo mientras estemos aquí─. Susurró, inclinándose hacia adelante─. Yo siempre te voy a elegir a ti.
Amelie sonrió, alcanzando sus labios. Volvió a besarlo, deseando no separarse de él. Tristán ejerció presión en ella, recostándola por completo sobre la mesa. Amy sintió que él comenzaba a acariciarla sobre la ropa interior, y gimió. Extrañaba estar con él.
─¡ROSALIE! ─Se escuchó un grito, junto con el golpeteo de la puerta─. ¡ROSALIE, ABRE LA PUERTA!
Amelie bufó al escuchar el ruido, separándose con brusquedad de Tristán. Se sentó en la mesa, y giró el rostro. Garfield no podía ser más inoportuno.
─¿QUÉ? ─Inquirió.
─Rosalie, necesito hablar contigo─. Respondió más tranquilo─. Abre la puerta.
Amy se acercó pesadamente a la puerta, poniendo los ojos en blanco.
─Dame cinco minutos─. Pidió, en tono molesto─. Espérame en el patio, padre.
─Está bien─. Él carraspeó─. No demores; Thomas ya está en el comedor, esperándolos para el almuerzo.
Amelie hizo una mueca, regresando al lado de Tristán. Lo observó reírse, y ella lo golpeó con suavidad en el brazo.
─Lo odio─. Susurró.
─Yo igual─. Tris se quejó, tomándola de la cadera─. Estoy harto que nos interrumpan.
Amelie lo besó, aferrándose a su cabello. Hubiera preferido quedarse en el estudio con Tristán. Ella se separó de él, dándole la espalda.
─Por favor, vuelve a ajustar mi vestido─. Pidió con falsa inocencia.
Tris pasó una mano por su espalda, y besó su cuello.
─La verdad, es que preferiría terminar de quitártelo─. Insinuó.
─Yo también quisiera eso─. Suspiró─. Pero debo ir a ver a Garfield antes que haga otro escándalo.
Tristán la abrazó con fuerza por la cintura, apoyando el rostro en su hombro.
─Espero que podamos terminar la próxima vez─. Gruñó en su oído─. Quiero que estés al mando.
Amy sonrió, girando el rostro para besarlo.
─En ese caso, ruega por que nuestros padres se vayan pronto─. Respondió─. Odiaría que se queden más días de los planeados.
Tristán rio, sacudiendo la cabeza. Ajustó el vestido de Amelie como estaba antes, sintiendo una leve cólera en el interior. Caminaron hasta la salida del lugar, riendo. Tris acorraló a Amelie contra la puerta, besándola una última vez. Ella estiró una mano, tocando su entrepierna sobre el pantalón. Se estaba divirtiendo.
─Deberías ocuparte de la situación que tienes ahí abajo─. Ella se burló, jalándolo por el mentón─. No querrás ir así a almorzar.
─Te odio─. Jadeó.
─Me amas─. Se jactó.
Tristán observó a Amelie salir del estudio, y se recostó sobre la puerta. Cerró los ojos un instante, pensando en todo lo que acababa de suceder. Sonrió, sintiendo que ella tenía razón. Él la amaba.
¡Holaaaaaa!
Aquí tenemos la primera parte de la maratón por los 100k 💖
Muchas gracias por esto, no lo habría logrado sin ustedes.
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