CAPÍTULO 45
Amelie gimió con suavidad en el oído de Tristán, cerrando los ojos. Se aferró a su cabello, moviéndose con rapidez sobre él. Disfrutaba estar arriba, y que fuera ella quien tuviera el control. Sin embargo, eso no se comparaba con el placer de escuchar a Tris decir su nombre, y llamarla Amy entre gruñidos. Ella sabía cómo enloquecerlo, y eso le gustaba.
Tristán se aferraba a su cintura, moviéndose con ella. Era incómodo sostenerla sobre la tela del corsé, y no poder tocar su piel. El lugar en que se encontraban no les permitía desnudarse, y que fueran las once de la mañana, tampoco. Tris hubiese deseado quitarle la ropa, y besarla como lo hacía cuando estaban en su habitación; pero no pudo. Él apenas si se había bajado el pantalón; y Amelie continuaba con el vestido puesto.
Tris sonrió al oírla gemir; le gustaba verla encima suyo. Él pasó mucho tiempo negando lo que sentía por ella, y ahora no dejaba de disfrutar tenerla cerca. Llevó una de sus manos a la nuca de Amelie, tomándola del cabello. La jaló hacia atrás, observando su pecho subir y bajar con fuerza de lo agitada que estaba. Acercó su rostro a ella, rozando su cuello con los labios; quería besarla.
─Amy, córrete conmigo─. Pidió.
Amelie asintió, moviéndose con más fuerza. En ese instante, no sabía qué la excitaba más. Si la forma en que Tristán la sostenía del cabello, o estar a mitad del bosque; a merced que cualquiera pudiera verlos. Sonrió al sentir la lengua de Tristán pasar por su cuello, y soltó un leve jadeo. Ya no le interesaban las marcas, ni lo que piense cualquiera que los vea. A ella solo le importaba estar con él.
Amy empezó a sentir su cuerpo vibrar; y buscó los labios de Tristán, besándolo entre suspiros. Llegaría en cualquier momento, y esperaba que él también estuviese cerca. Sus lenguas se movían juntas, rozándose con pasión. Ella entrelazó las manos tras el cuello de Tris, acercándose más a él. Ninguno de los dos quería que ese momento acabe.
Amelie lo sintió correrse en su interior minutos después, y ella gimió. Llegó al orgasmo casi al instante, y juntó su frente con la de él, sonriendo. Ninguno de sus antiguos novios se comparaba con Tristán; el placer de estar juntos era indescriptible. Amy disfrutaba sentir que eran uno solo; en especial, por la forma en que él se aferraba a su cuerpo, como si no quisiera que ella escape. Amelie suspiró, consciente que no lo haría; hacía mucho que ya no quería separarse de él.
Tristán la abrazó con fuerza, soltando su cabello antes de recostarse en el árbol tras suyo. Jaló a Amy con él, y la acurrucó en su pecho. Tris le dio un suave beso en la cabeza, pensando en lo diferente que era tener sexo con Amelie en ese mundo. Ya no había terceros, ni nadie que los juzgue; sólo eran ellos dos. Ya no se trataba del incómodo asiento trasero de un auto; sino, ahora tenían una cama, un castillo, y un reino a su disposición. Las cosas entre ellos eran extrañas, y lo seguirían siendo hasta el día que regresen a la normalidad. Sin embargo, lo único que Tristán esperaba, era continuar con esa relación cuando vuelvan a su ciudad.
Amelie disfrutaba estar en los brazos de Tristán, y notó que su respiración comenzaba a normalizarse, sincronizándose con la de él. Sonrió al sentir que la besaba, y cerró los ojos un segundo. Volver a perder la virginidad fue extraño, pero lo fue más haberla perdido con él. La primera vez con Tristán fue muy diferente a lo que estaba acostumbrada, y hasta sintió ganas de llorar cuando terminaron; pero le gustó. Él la cuidó; preguntándole constantemente si no estaba siendo muy rudo. Amy disfrutaba la forma en que él se preocupaba por ella, y pensó que le hubiera gustado que su primera vez fuese así en el mundo real.
Habían pasado tres semanas desde la primera vez que se acostó con él; sin embargo, el recuerdo de lo que pasó esa tarde seguía fresco en su memoria. Aunque lo repetían a diario, aquella tarde siempre sería especial. Ellos realmente hicieron el amor.
Por momentos, Amelie estaba tentada a preguntarle si él realmente sentía algo por ella; pero no se atrevía a hacerlo. Temía que Tristán le dijera que no, y que todo fueran invenciones en su cabeza. A diario, se debatía entre aceptar o no los sentimientos que empezaba a tener, dándose cuenta lo difícil que era. Ella quería convencerse que esa relación solo se trataba de sexo. Sin embargo, empezaba a querer a Tristán, pero no deseaba equivocarse con él.
Amy lo besó, y se levantó de sus piernas poco después. Se sostuvo del árbol, tambaleándose al inicio. Ella arregló su ropa, y sacudió el pasto y las hojas que se le pegaron. A pesar de lo mucho que se divirtió, jamás pensó que se ensuciaría tanto.
Tris también se puso de pie, acomodándose la ropa. Tomó su chaqueta del suelo, poniéndosela de nuevo. No sentía frío, pero sabía que la perdería si la dejaba en el pasto. Se acercó a Amelie, notando lo despeinada que estaba. Hizo una seña, indicándole que se quite los ganchos.
Ella comprendió la indirecta, sacando los prendedores de su cabello. Resolvió quedarse así un momento; no quería peinarse.
─¿Me trajiste aquí solamente a coger? ─Preguntó coqueta, tomándolo de los hombros─. ¿O también vamos a buscar alguna pista?
Tristán la sujetó de la cadera, pegándola a él.
─Quería estar un momento a solas contigo─. Confesó, cerca de su rostro─. El castillo siempre está lleno de personas.
─Eso no te importó ayer cuando lo hicimos en el estudio─. Amy sonrió con picardía, pasando una mano por su entrepierna─. Logramos hacer interesante ese libro de leyendas.
Tris soltó una risa socarrona, pensando en lo que pasó.
─Pero hoy escuché a Kendra murmurar sobre eso con las criadas, cuando entré a la cocina─. Admitió tras varios segundos, serio─. Les dije despediría a la primera que se atreva a volver a hablar de nosotros, y me fui.
Amelie mojó sus labios, molesta por lo que él le dijo. Aunque sus actitudes le divirtieron en un inicio, Kendra empezaba a irritarla. Ya tendría oportunidad de hablar con ella cuando regresen; no dejaría las cosas así.
─Gracias, pero no era necesario─. Comentó, fingiendo que no le importaba.
Tristán sacudió la cabeza, y colocó una mano en el mentón de Amelie, elevándolo un poco.
─Amy, hace mucho que tú me gustas─. Confesó determinado, esbozando una sonrisa─. Siempre voy a defender a la chica que quiero.
Amy sintió su corazón detenerse un momento, sin creer lo que escuchaba. No sabía qué decir, y prefirió que su cuerpo responda por ella. Sonrió ampliamente, estirándose para besarlo. Se sentía jodidamente bien besar a Tristán, sobre todo, porque acababa de despejar algunas de las dudas que tenía. Él la quería, y eso le bastaba por el momento.
Amelie sintió que el beso empezaba a subir de intensidad, y prefirió detenerlo antes que pase algo más. Ella quería descansar un poco, e ir a un lugar que vio al momento de llegar.
─Ven, acompáñame─. Pidió, haciendo un rápido movimiento de cabeza─. Tengo hambre.
Tristán rio bajo, extrañado por su reacción.
─¿Y buscarás comida a mitad del bosque? ─Preguntó con sorna─. ¿Esperas encontrar una cafetería cerca?
Amy fingió reírse, haciendo una mueca. Él tenía un pésimo sentido del humor.
─De hecho, quería una pizza; pero el café también me sentaría bien─. Ella rodó los ojos─. Idiota.
Amelie empezó a caminar, sin siquiera escuchar lo que Tristán le respondió. Ella necesitaba avanzar antes que olvide la dirección en que debía ir. Sabía dónde conseguir un bocadillo en ese bosque, y confiaba en que no se perderían. Amy continuó, llegando a un gran árbol de manzanas rojas, cargado de fruta. Sonrió, contenta de haber recordado el camino sin necesidad de mapas. Su sentido de orientación mejoraba.
─¿Cómo sabías que había un manzano aquí? ─Cuestionó Tristán, asombrado.
─Lo vi hace rato─. Habló distraída, estirándose para tomar una─. Pasamos rápido con los caballos, pero el color de la fruta me llamó la atención.
Tris examinó el árbol, jalando varias manzanas también. Se extrañó de verlo, sintiendo curiosidad por este.
─¿No te parece raro?
Amelie se encogió de hombros, limpiando la fruta en su ropa.
─¿Qué cosa?
─Que el manzano esté aquí─. Lo señaló, aclarándose la voz─. Estamos rodeados de pinos y robles. Es el único árbol frutal de la zona.
Amy revisó el bosque a su alrededor, notando que él no mentía. Ella no sabía mucho de plantas, pero no creyó necesario cuestionarse la existencia de ese manzano. Era un simple árbol.
─Quizás, alguien lo plantó─. Comentó, viéndolo a los ojos─. Además, con todas las cosas extrañas que nos han pasado en los últimos meses, ¿de verdad quieres perder el tiempo investigando de dónde salió?
Tris negó, sonriendo. Amelie tenía razón; no podía haber una gran historia tras ese árbol.
─Ya tenemos mucho por investigar.
Ella rio, observando que la manzana todavía tenía manchas de tierra en la cáscara. Recordó que habían llevado varias cantimploras con agua, y creyó que lo mejor sería usarlas para limpiar la fruta. No deseaba enfermarse.
─Regresemos al claro─. Habló tranquila─. Quiero lavarla antes de comerla.
Ambos jóvenes volvieron a paso lento, disfrutando el aire fresco de la mañana. El día no estaba soleado, pero tampoco se sentía tanto frío. Los caballos relincharon cuando caminaron a su lado, y Amelie los acarició para tranquilizarlos. Todavía no le gustaba montar, pero ya no tenía miedo de hacerlo.
Amy sacó una cantimplora del morral que tenía su caballo, y lavó dos manzanas. Una para ella, y la otra para Tristán. Él se sentó bajo un roble, recostándose sobre su tronco. Amelie llegó a su lado, acomodándose junto a él. Le entregó la fruta, y empezaron a comer, sumidos en la paz y el silencio.
Tristán masticaba con calma, viendo el paisaje. Era la primera vez que iba al Bosque de Eolace, y calculó estaban a unos diez minutos de las montañas de ese lugar. Él rio, recordando la vez que Bradford le dijo que Dominic quiso hacer una carrera de caballos ahí. Por lo inclinada que era cada montaña, se volvía potencialmente letal intentar hacer eso. A Tristán le seguía sorprendiendo que Dominic haya llegado vivo, y sin huesos rotos, a los veinte años.
Amy mordió la manzana, disfrutando lo dulce que era. Aquella tierra debía ser realmente buena para dar fruta así. Ella continuó comiendo, y vio de reojo a Tristán. Por un breve segundo, trató de imaginarse cómo sería mantener una verdadera relación con él en el mundo real. Rio con disimulo, pensando en lo extraño que sería. No tenían nada en común, y ni siquiera les gustaban las mismas cosas. Sin embargo, Amelie creyó que sería divertido tener una cita con él cuando estuvieran en su mundo.
Ella se acomodó en el pasto, girando para verlo.
─Tris─, lo llamó─. Cuando volvamos, quiero que me lleves a bailar.
─¿Qué? ─Consultó, aturdido.
─Tú sabes que no me quedaré mucho tiempo en la ciudad─. Amy le recordó, intentando no ponerse triste─. Antes de irme, quiero que me lleves a bailar.
Tristán asintió, tomándola de la mano. No le gustaba bailar, pero quería verla feliz. Él realmente la extrañaría cuando llegue el momento de separarse.
─De acuerdo. La primera noche que pasemos en nuestro mundo, iremos a bailar─. Prometió.
Amelie sonrió, apretando su agarre. Ella amaba ir a discotecas, y supuso lo divertido que sería salir con él.
─Tú y yo la pasaremos muy bien cuando salgamos en el mundo real─. Habló con un ligero entusiasmo─. Además, luego podríamos ir a un lugar más privado, y quedarnos juntos el resto de la noche─. Insinuó.
Tris la miró a los ojos, notando el brillo en ellos. Respiró profundo, pensando hacerle una pregunta más. Por momentos, ella actuaba extraño con respecto a un tema.
─¿Me dejarás amanecer a tu lado? ─Curioseó.
Amy pasó saliva con dificultad, y desvió la vista. A pesar de todo lo que pasaba entre ellos, todavía no le permitió volver a la habitación, ni quedarse a dormir con ella. Amelie jamás había pasado toda la noche con alguien, y hasta cierto punto, esa idea le aterraba. Ella sentía que despertar junto a un chico era un nuevo nivel de compromiso, y no creyó que estuviese lista para eso.
Amy sonrió, dándole un beso en la mejilla. Debía fingir que todo estaba bien.
─Tal vez─. Mintió.
Tristán asintió, esperando que sus palabras fueran ciertas. Ella sería la primera chica con quien se quedaría a dormir. Sin embargo, prefería no ilusionarse más hasta que tuvieran una pista exacta de como volver.
—¿Crees que nuestros sentimientos desaparezcan cuando regresemos al mundo real? —Él preguntó de pronto, con nostalgia en la voz.
—Espero que no— Amy suspiró, cerrando los ojos—. No quiero olvidar todo lo que siento por ti.
—Yo tampoco— confesó—. Eres la única chica con quien quiero estar.
Tris la besó con dulzura, disfrutando el calor de sus labios. Le inquietaba pensar que tendrían que separarse en algún momento, y prefería aprovechar cada segundo a su lado. Ella era especial.
—¿Qué crees que estará pasando en nuestro mundo? —Él preguntó tras varios minutos, cambiando de tema—. ¿Crees que nos sigan buscando?
—No lo sé— Amy se encogió de hombros—. Pero me gustaría creer que nuestra teoría es cierta, y el tiempo sigue congelado. Volver al mismo instante en que nos fuimos.
─Yo también espero lo mismo─. Afirmó, mordiendo la manzana─. Sería muy complicado explicar que desaparecimos por meses porque terminamos atrapados en un mundo medieval.
Amy rio, imaginando esa escena. Cualquiera que los escuche, los tomaría por locos.
─De un modo u otro, tendremos que explicar muchas cosas cuando regresemos.
Tris asintió, pensando en cómo tomaría su familia su amistad con Amelie. A Gael y a su madre ni siquiera les interesaría; pero temió que Michael pudiera enojarse. Él fue amigo de su padre, y llevó el caso de su divorcio. Tristán nunca conoció los detalles, pero él dejó en claro, y en más de una ocasión, que no le agradaban ni Amy, ni su madre.
─¿Cómo estarán nuestras familias? ─Preguntó él, distraído.
Amelie sacudió la cabeza, deseando no haber escuchado esa pregunta. Ella continuaba molesta con su verdadera madre, y no sabía si en algún momento podría perdonarla.
─La verdad, es que no me importa─. Respondió incómoda─. Frances es una horrible persona, y no merece que estemos pensando en ella.
Tristán frunció el ceño, contrariado por su respuesta. No comprendía por qué Amelie hablaba así.
─Ella es tu mamá─. La regañó─. No creo que debas juzgarla.
─Tú no conoces a Frances, Tris─. Amy susurró con pena─. Por favor, no la defiendas.
Él negó, más confundido que antes. Siempre creyó que Amelie y su mamá se llevaban bien.
─Sé que ella es una mujer... complicada─. Completó, buscando la palabra correcta─. Pero es tu madre...
─Tristán, ella hipotecó la casa─. Amy habló de golpe, interrumpiéndolo─. Si no paga la deuda que tiene con el banco, se la van a quitar.
Tris se quedó helado, sin entender sus palabras.
─¿Qué? ─Inquirió, elevando un poco la voz─. ¿Cómo?
─No lo sé. Ella nunca me contó nada─. Amy negó con la cabeza─. Ni siquiera sé en qué se gastó todo ese dinero, o si se lo dio a alguien más.
─Entonces, ¿cómo te enteraste de eso?
Amelie tomó una gran bocanada de aire, recordando la forma en que sucedieron las cosas. Aquella pelea todavía le dolía.
─Fue el día del accidente─. Empezó a narrar─. Me levanté temprano, y vi unos papeles sobre la mesa. Eran los avisos del banco, diciéndole que se le acababa el tiempo y debía pagar─. Ella carraspeó─. Yo la enfrenté, pidiéndole que me diga la verdad, pero no lo hizo. Discutimos por más de media hora, y luego me fui. Después de eso me encontré a tu madre, y ya sabes el resto─. Acomodó su cabello─. Yo no iba a salir tan temprano ese día; pero lo hice porque no soportaba estar un segundo más en ese maldito lugar─. Confesó.
Tristán se aproximó a ella, abrazándola con fuerza. Acarició su espalda y cabello, tratando de reconfortarla. Comprendió su molestia, sintiendo que él tampoco sabría cómo reaccionar si sus padres hicieran lo mismo.
─Amy, lo lamento─. Susurró─. No lo sabía.
La joven rio con amargura, ladeando la cabeza. Se separó un poco de él, mojando sus labios. Pensar en Frances acababa de arruinar su día.
─Pierde cuidado, nadie lo hacía─. Repuso bajo, tratando de restarle importancia─. Frances nunca fue una madre ejemplar, pero llegó al límite cuando hizo algo tan estúpido como eso. Ni siquiera fue capaz de inventar una excusa cuando la confronté.
Tristán entrelazó sus dedos con los de ella, tratando de calmarla. Había dolor e ira en sus palabras; sin embargo, él ya no sabía qué más decir.
─Quizás, tuvo un buen motivo para hacerlo─. Teorizó.
Amelie negó con la cabeza, y apretó los dientes. Su madre era una mujer que actuaba sin pensar.
─Frances no sabe tomar buenas decisiones─. Espetó, viéndolo a los ojos─. ¿Quieres que te cuente cómo es ella realmente? ─Inquirió, dolida─. ¿Quieres saber las cosas horribles que me decía, o las aspiraciones que tenía para mí?
Tris asintió con duda, sintiendo que ella lo apretaba con más fuerza. Por su reacción, presentía que le diría algo malo.
─Puedes confiar en mí.
Amy respiró pesadamente, pasando saliva con dificultad. Ella jamás le había contado a nadie los problemas que tuvo con Frances cuando estuvo en el colegio, y se arrepintió de haberle hecho aquella pregunta. Amelie sabía que Tristán era bueno, pero le costaba mucho hablar de ese tema. Ella trató de olvidar ese pasado por meses, convenciéndose que su madre estaba equivocada. Sin embargo, muchas de las cosas que Frances le dijo regresaban a su mente, haciéndola sentir sucia y estúpida.
Amelie vio los ojos de Tristán, consolándose en ellos. La nariz empezó a picarle, y ella solo esperaba no ponerse a llorar. Todavía la torturaban las palabras de Frances.
─Mi madre esperaba que siga su ejemplo y me embarace a los diecisiete; de alguien que tuviera dinero y pudiera mantenerme─. Confesó, asqueada─. Ella me repetía que no servía para nada; y que lo máximo a lo que podría aspirar, sería a casarme con alguien. Esa era su definición de vida asegurada─. Murmuró, conteniendo las ganas de llorar─. Incluso, tu nombre y el de tu hermano, salieron un par de veces en esa conversación. Ella me repetía que debía aprovechar el aprecio que Rebecca me tenía.
Tristán permaneció en silencio, anonadado por lo que escuchó. Ahora comprendía algunas cosas de su forma de ser, y se dio cuenta que no era su culpa. Amelie era lo que Frances trató de hacer de ella. Él se sintió como un idiota por haberla juzgado antes de tiempo.
─Yo quería convencerme que ella estaba equivocada, y que sí lograría hacer algo importante─. Continuó Amelie, agachando el rostro─. Pero Frances solo se burló de mí, insultándome día y noche─. Ella carraspeó, intentando que no se le quiebre la voz─. Y lo peor de todo no fue eso; sino, que yo le empecé a creer─. Sollozó─. Pasé meses sintiéndome como mierda; y llegué a pensar que solo lograría irme de esa jodida casa si me enredaba con alguien...
Amy calló de pronto, dejando las lágrimas salir. Ni siquiera trató de evitarlo, y solo escondió su rostro entre sus manos, ocultándose de Tristán. No quería que él la vea llorar, pero no podía contenerse más. El dolor de todo lo que vivió regresó a ella, estremeciendo hasta la última célula de su cuerpo. El desdén de su madre destrozó su autoestima por años.
Tristán se movió en su lugar, abrazándola con fuerza. La dejó llorar sobre su pecho, y frotó su espalda. No sabía qué decirle, y solo dejó que ella se desahogue. Le dolía verla sufrir de esa forma.
Amelie se dejó abrazar, soltando toda la pena que guardaba en su interior. Se aferró al cabello de Tristán, sollozando cada vez con más fuerza. Los insultos que Frances le dijo flotaban en su mente, aturdiéndola cada vez más. Ella recordó todas las aspiraciones que tenía, y cómo ni siquiera pudo alcanzarlas. Su plan nunca fue pasar el resto de su vida trabajando en un cine. Amy estaba segura que, si hubiese tenido una madre menos alcohólica, y más parecida a Rebecca, su vida sería diferente.
Ella limpió sus ojos con el dorso de su mano, y sorbió por la nariz. Mojó sus labios, alistándose para continuar hablando. La única forma de deshacerse del dolor que sentía, era dejándolo salir.
─Tris, yo quería ir a la universidad─. Musitó, sin verlo a la cara─. Yo quería estudiar; pero mi madre ni siquiera me dio la opción de postular─ Amy volvió a llorar─. Yo tuve sueños muy grandes, pero todos se esfumaron ya.
Tris tomó el rostro de Amélie entre sus manos y lo sostuvo a unos centímetros del suyo. Secó sus lágrimas, tratando de tranquilizarla. Ya no quería verla así.
─Amy, escúchame, por favor─. Pidió, viéndola a los ojos─. Apenas tienes diecinueve años. Eres joven y hermosa─. Le recordó, viéndola a los ojos─. Este no es el fin; todavía puedes ir a la universidad─. Afirmó, colocando un mechón de cabello tras su oreja─. Además, vas a llevarte todos los objetos de oro y plata que encontraste en el castillo─. Bromeó─. Con eso, podrías comprar todo el campus si quieres.
Amy esbozó una leve sonrisa, reconfortándose en las palabras de Tristán. Le gustaba tener a alguien que la comprendiera, y trate de hacerla sentir mejor. Él no se burló de lo que dijo, y eso significaba mucho para ella.
—Gracias por confiar en mí, Tris—. Amelie terminó de secarse las lágrimas, besándolo con suavidad—. Gracias por creer en mí, incluso cuando ni siquiera yo misma lo hago.
—¿Cómo no voy a creer en ti, si eres la chica más maravillosa que he conocido? —Él ladeó una sonrisa, acariciando su rostro—. Eres extraordinaria, Amy. Nunca olvides eso.
Amelie suspiró, abrazándolo. No le respondió; pero sabía que no era necesario que lo hiciera. Sentía que sus palabras eran verdaderas.
—Hablar contigo siempre me trae paz—. Confesó tras un breve silencio.
Tris sonrió, acercándose más a ella. Le tranquilizaba que Amy ya no estuviera llorando.
─¿A qué te refieres?
─No lo sé─. Susurró, recostándose sobre él─. Pero me siento tranquila cuando estoy a tu lado. Es una sensación extraña─. Explicó con soltura.
─A mí también me gusta conversar contigo─. Él respondió, entrelazando sus dedos con los de ella─. Es divertido escucharte.
Amy elevó la vista, escaneando el rostro de Tristán. Sintió que él besó su frente, y cerró los ojos, tranquila. Ella se acurrucó en su pecho; pensando en todo lo que sucedía. A pesar que solo eran amigos, Tris la hacía sentirse querida. Lo suyo no era una relación formal, pero Amelie había obtenido más cariño y apoyo que con sus antiguos novios. Tristán la hacía sentirse diferente.
Amelie pasó días cuestionándose por qué se conformó con menos en el pasado, y nunca buscó a alguien que la quisiera de verdad. Los chicos con los que estuvo cumplían con el estereotipo de patanes, y jamás la habrían tratado como Tris lo hacía. Sus palabras seguían flotando en su mente, y las frases "me gustas" y "te quiero", se repetían en un bucle infinito. Ella suspiró; aceptando que él también le gustaba. Amy tomó una última decisión, confiando en no arrepentirse de lo que diría.
─Tris, hay algo más que quiero decirte─. Habló fuerte, sentándose─. Ya no quiero que duermas en la otra habitación. Si deseas, puedes regresar.
─¿Volverás a hacerme dormir sobre una mesa? ─Bromeó, sorprendido por sus palabras.
─No. ─Ella rio, golpeándolo con suavidad en el brazo─. Duerme en la cama, conmigo.
Tris sonrió, viéndola a los ojos. Él llevaba semanas esperando que Amy le dijera eso.
─¿Ya no te molesta? ─Consultó por última vez.
Amelie negó con la cabeza, confirmando que hacía lo correcto. Quería que Tristán fuera el primer chico que amanezca a su lado.
─Ya no quiero sentirme sola por las noches─. Habló bajo─. Quiero que estés conmigo.
Tristán sonrió, acariciando su rostro. Él deseaba permanecer más de una noche con ella.
─No te preocupes; yo voy a estar contigo─. Prometió, besándola─. Pero, hay algo que quisiera preguntarte antes de irnos─. Respiró profundo, tomando valor─. ¿Te gustaría que esto sea algo más? ¿Quieres que nosotros seamos algo más?
Amy demoró en contestar, pensando qué decir. Ella sabía que su relación solo podría funcionar en ese mundo, y que estaban destinados a terminar cuando volvieran a la realidad. No quería que ninguno saliera lastimado, y pensó que lo mejor era continuar así. El acuerdo que tenían era perfecto.
─Nosotros estamos bien─. Repuso tranquila, peinándose de nuevo─. Las cosas no tienen que cambiar.
Tristán sonrió, dándole un último beso. Hubiera querido escuchar otra respuesta, pero respetaba su decisión. Se levantó de un saltó, ayudándola a hacer lo mismo. Subieron a los caballos, disponiéndose a regresar. No estaban tan lejos del castillo, pero el cielo empezaba a oscurecerse. Parecía que iba a llover.
Amy cabalgó con una sonrisa, sintiéndose libre por haberle contado todo lo que tenía dentro. Cada día, descubría que podía confiar más en Tristán, y ansiaba que caiga la noche. Quería dormir con él, y saber qué se sentía amanecer junto a alguien.
Amelie y Tristán llegaron al castillo con rapidez, dejando los caballos en la entrada. Chadburn insistió que vayan al patio principal, sin querer decirles el por qué. Amy rio por su actitud y avanzó al lugar, jalando a Tristán con ella. Kenneth se encontraba allí, practicando con el arco y las dianas. Él parecía no haber notado su presencia.
─¡Kenneth! ─Tris lo llamó.
El joven se sobresaltó, soltando la flecha en la dirección equivocada. Gruñó al ver que esta impactó contra un árbol, y giró para ver quién lo llamaba.
─¡Dominic! ─Saludó, acercándose a ellos─. ¡Rosalie!
Tris puso una mano en el hombro de su hermano, esperando que él hubiese llegado solo. No tenía ánimos de soportar otro almuerzo familiar.
─¿Qué haces aquí? ─Consultó.
Kenneth se encogió de hombros, haciendo un gesto para que lo sigan al interior del castillo. No le gustaba visitar a Dominic, pero disfrutaba practicar con el armamento que tenían ahí. Era mejor que el suyo.
─Los nuevos mapas ya están listos. Llegaron en la mañana─. Explicó, relajado─. Papá me pidió que te los traiga.
Tristán sonrió, contento por lo que escuchaba. Finalmente tenían la pieza que les faltaba. Con eso, estaban más cerca de hallar el portal y regresar a casa. Si él y Amelie lograban organizarse bien, y peinar el reino de forma estratégica, lograrían acortar su búsqueda. Quizás, dentro de un mes, ya estarían nuevamente en casa. Las cosas empezaban a marchar bien.
─Quiero verlos─. Afirmó Tris con alegría─. ¿Dónde están?
─En el estudio─. Ken se apresuró a responder, caminando de espaldas para verlo─. Por cierto, me tendré que llevar los viejos. Papá quiere sus mapas de vuelta.
Tristán asintió, recordando que los dejó en la biblioteca. Los ordenaría antes de entregárselos a Kenneth. Él esperaba que Thomas no se moleste por haberlos rayado, a pesar de no escribir nada comprometedor. Marcó varios lugares con cruces, dejándolos como las instrucciones de un juego de búsqueda del tesoro.
Ken fue el primero en ingresar al castillo, viendo pasar a una de las criadas con una bandeja de comida. Olía bien, y él tenía hambre.
─No hay problema con que me quede a almorzar, ¿verdad? ─Preguntó, deteniéndose─. Llevo tres horas esperando a que regresen.
Tristán rio por su comentario, negando con la cabeza.
─Busca al ama de llaves, y pídele que preparen un puesto más en la mesa─. Expresó, deteniéndose─. Comeremos dentro de poco.
Kenneth asintió, alejándose de su hermano. Le extrañó que Dominic haya aceptado que se quede a comer tan rápido; sin burlas ni sarcasmos. Después de todo, quizás él sí estaba cambiando.
Tris escuchó a Chadburn llamarlo, y le pidió a Amelie adelantarse al estudio. No sabía para qué lo necesitaban.
─Rey Dominic─. Dijo el hombre, deteniéndose frente a él─. Tiene otra visita.
Tristán se extrañó. No estaba esperando a nadie.
─¿Quién es?
─Ella me pidió que no dijera su nombre─. Chadburn bajó la voz─. Es una señorita.
Tris se cruzó de brazos, confundiéndose más a cada minuto. El hombre actuaba extraño.
─Dile que pase─. Atinó a decir─. La espero en el salón principal.
Chadburn negó con la cabeza, retrocediendo un poco.
─Ella no desea ingresar. Insistió en verlo en la puerta principal.
Tristán pasó saliva con dificultad, nervioso por la intriga. No comprendía quién podría estar buscándolo de forma tan misteriosa. Resolvió salir a paso rápido, presuroso por terminar con esa incógnita. Sin embargo, tuvo un mal presentimiento de esa situación.
El joven se detuvo en la entrada, enfocando la vista. Soltó una leve risa, observando a una joven pelirroja a varios metros suyo. Annelise escaneaba el lugar con la vista, y tenía los brazos cruzados. Tristán no entendía por qué ella llegó de forma tan misteriosa, y se rehusaba a ingresar al castillo. Caminó apurado, moviendo la mano para llamar su atención.
Annelise se sobresaltó al ver a Dominic acercarse, y agachó la cabeza.
─Mi rey, buenos días─. Hizo una reverencia.
Tristán se detuvo frente a ella, incómodo por sus formalismos de la chica. Él le había dicho en más de una ocasión que lo llame por su nombre, y que no le diga rey.
─Annie, hola─. Saludó, sonriendo─. Sabes que puedes decirme Dominic; las reverencias no son necesarias─. Le recordó.
La joven asintió levemente, dando un paso hacia atrás. No se acostumbraba a tutearlo.
─De acuerdo, Dominic─. Titubeó, extrañada por haberlo llamado así.
Tris sonrió por su actitud. Ella parecía ser muy pegada a los protocolos.
─Le avisaré a Rosalie que viniste─. Afirmó, girando para regresar al castillo─. Ella se alegrará de verte.
Annelise negó con la cabeza, moviéndose para cortarle el paso. Rosie no podía saber que estaba ahí.
─Dominic espera─. Pidió, viéndolo a los ojos─. He venido a hablar contigo, no con ella.
Tristán frunció el ceño, confundido. ¿Sobre qué podría querer hablar?
─¿Qué sucedió?
Annie dio una rápida mirada a su alrededor, viendo a tres guardias cerca. Notó que la puerta principal seguía abierta, y las criadas caminaban de un lado a otro por el interior.
─¿Te parece bien si nos alejamos un poco? ─Consultó─. No quisiera que nadie nos escuche.
Tristán pasó saliva con dificultad, preocupado. Annelise estaba actuando demasiado extraño, y no sabía por qué.
─Está bien─. Contestó, sin mucho convencimiento─. Vamos.
Annelise asintió, avanzando con prisa. Ella estaba nerviosa por lo que le pediría, y respiró profundo. Esperaba que él rey decida apoyarla, y no la avergüence por lo que iba a decir.
─Dominic, disculpa el atrevimiento; pero yo quería pedirte un favor─. Soltó un largo respiro─. El próximo lunes es el cumpleaños de Rosie, y será el primero que pasará fuera de casa─. Explicó─. Es por eso que mi padre me permitió venir sola hasta aquí; para solicitar tu permiso. Quiero hacer algo lindo por ella.
Tristán se quedó helado, viéndola con asombro. Él ni siquiera sabía qué día era su cumpleaños.
─Te ayudaré en todo lo que necesites─. Afirmó, viéndola a los ojos─. ¿Qué es lo que habías pensado?
Annelise sonrió mentalmente, feliz que él haya aceptado apoyarla. Tal vez, Dominic no era tan malo como Kenneth lo describió.
─He planeado hacerle una fiesta sorpresa aquí─. Comentó en voz baja, dando una rápida mirada al lugar─. Me gustaría que pudieras sacarla del castillo por el fin de semana─. Pidió─. Así tendría tiempo de organizar todo, y ustedes regresarían el lunes a las dos de la tarde; para empezar la celebración.
Tris recordó que era jueves, y creyó que lo mejor sería irse ese día. Aprovecharían los nuevos mapas, y Amelie no sospecharía de nada. Además, les haría bien pasar un tiempo a solas, lejos del ruido del castillo.
─Me gusta la idea─. Tristán asintió─. Me llevaré a Rosie hoy mismo, en la noche. Podrás empezar con los preparativos mañana en la mañana─. Le sonrió─. Además, le diré a Chadburn que estarás encargada del castillo por estos tres días. Él te ayudará con los empleados.
Annie sonrió con verdadera alegría. El encuentro resultó mejor de lo que creyó, y Dominic le parecía una gran persona. Recién lo empezaba a conocer, pero le agradó.
─Muchas gracias, Dominic─. Afirmó contenta─. Espero que la sorpresa le guste.
─Yo igual─. Secundó, pasando una mano por su cabello─. Por cierto, ¿te gustaría quedarte a almorzar? ─Consultó.
Annie negó con la cabeza, retrocediendo un poco.
─Rosie podría sospechar; lo mejor será que me vaya. Hasta luego, rey Dominic─. Se despidió.
Tristán se despidió de ella con un rápido movimiento de mano, y volvió al interior del castillo. Avanzó lento, pensando en qué podría regalarle a Amelie. Quería que fuera una fecha especial para ella. Sonrió al ver a Kenneth dirigirse al comedor, sintiendo que él sería su cómplice en eso. Le pediría ayuda con el regalo, y que se encargue que todo salga a la perfección. Ya tenía algo en mente.
Tris ingresó al estudio, abrazando a Amelie por la espalda. Le dio un beso en la mejilla, y se acercó a su oído.
─Amy, empaca tus cosas─. Susurró, determinado─. Nos vamos de viaje.
─¿A dónde iremos?
─Te llevaré de luna de miel.
Porque ustedes pidieron maratón... ¡Aquí está la segunda parte de la mini-maratón!
¿Qué les pareció el capítulo?
¿Opiniones o teorías?
Espero les guste mucho, me divertí mucho escribiéndolo.
No se olviden de votar y comentar, eso me ayudaría mucho (además pasé tres días sin dormir por terminarlo)
Les mando un abrazote
Nos leemos pronto
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