CAPÍTULO 44
Rosalie entró a la discoteca pasadas las diez de la noche; nerviosa por estar fuera de su casa a esas horas. En un día normal, ella ya estaría arropada en su cama, tratando de dormir. Sin embargo, ahora se encontraba lejos de casa, con ropa demasiado ajustada para su gusto, y rodeada de personas que ni siquiera conocía. Todavía no comprendía cómo eso podría relajarla, y solo esperaba que nada malo sucediera durante esa salida.
Rosie respiró profundo, esperando calmarse. Ella no sabía cómo arreglarse para las fiestas en ese lugar; y llamó a Cheryl para pedir su ayuda. Tuvo que rogarle por veinte minutos para que quiera ir; y solo aceptó después que le dijo que Frances no estaba. Rosalie tenía curiosidad por saber por qué ambas se desagradaban, y sintió que debía descubrir pronto qué fue lo que pasó entre ellas.
─No puedo creer que me hayas hecho venir hasta aquí─. Bufó Cheryl, tirándose sobre su cama─. Se supone que Caleb vendrá a recogerte, voy a hacer mal tercio.
Rosalie soltó una leve risa, sentándose a su lado.
─Es que, me siento muy nerviosa por todo esto. Es la primera vez que saldré─. Confesó─. Además, ni siquiera estoy segura de lo que me pondré. Por favor, ayúdame─. Pidió.
Cheryl asintió, levantándose del colchón. Sabía que era difícil para Amelie volver a adaptarse a todo después del accidente, y pensó que sería bueno apoyarla.
─De acuerdo─. Ella fue hacia su armario─. ¿Ya has pensado en algo que te gustaría usar?
Rosie asintió, tomando el vestido que había dejado sobre una silla. Era de manga larga, con estampado de flores y le llegaba hasta los tobillos. Se lo enseñó a su amiga, esperando oír su opinión. Ese era el único vestido de Amelie que realmente le gustó.
─Por favor, Amy─. Se quejó, volviendo a guardar el vestido─. No vas a ir a una discoteca vestida como monja.
Rosalie agachó levemente la cabeza, retrocediendo un poco. Ella todavía no sabía qué era una monja, ni por qué le molestaban tanto a Cheryl. Era la segunda vez que la insultaba con esa palabra, y no sabía si enojarse u ofenderse.
─Entonces, no sé qué ponerme─. Masculló, irritada por su actitud─. No me siento cómoda usando pantalón─. Comentó, viendo que ella traía uno puesto.
Cheryl pensó un poco, tratando de recordar la ropa que su amiga guardaba. Amelie tenía un gran sentido de la moda, y la mayoría de sus prendas eran bonitas.
─Creo que ya sé cómo te vestirás, no será necesario el pantalón─. Afirmó, tras una breve pausa─. ¿Recuerdas la falda que compraste para tu cumpleaños del año pasado?─ Preguntó─. ¿Todavía la tienes?
Rosalie se encogió de hombros, sin saber a cuál se refería. Amelie tenía muchas faldas, pero ninguna le gustaba. Todas eran demasiado cortas.
─Búscala si deseas─. Dijo, alejándose del armario─. Todo está entreverado ahí.
Cheryl rio, empezando a sacar la ropa de los cajones de Amelie. Encontró con rapidez la falda de cuero negro que mencionó, y tomó también una blusa blanca de encaje. Los dejó sobre la cama, antes de abrir la puerta del clóset. Dio una ojeada rápida a las chaquetas que tenía, y sacó dos. La roja para Amelie, y le pediría que le preste la azul a ella.
Rosalie observó el conjunto que Cheryl armó, sin estar segura de querer ponérselo. Combinaba, y se veía bien; pero Rosie no estaba acostumbrada a vestirse de esa forma. Empezó a cambiarse debido a la insistencia de su amiga, viendo cómo la falda se ajustó a su cuerpo con facilidad. La blusa era ajustada; y tenía el cuello bandeja. Le incomodó tener los hombros desnudos; pero pensó que podría cubrirlo con la chaqueta. A pesar de todo, se sentía extraña.
Rosie se miró al espejo después de colocarse unos zapatos de tacón. No le gustaba como se veía, y se sintió tentada a ponerse el vestido que eligió al inicio. Cheryl la obligó a sentarse en la silla antes que pudiera decir algo, y empezó a maquillarla y peinarla. Le hizo unas leves ondas con ayuda de una plancha, y le echó fijador de maquillaje cuando terminó. Por un segundo, se sintió como en Sarauta.
Cheryl se puso la chaqueta de Amelie, acomodando sus cosas. Ya faltaba poco para que se vayan.
─Amy, hay algo que quiero decirte antes que llegue Caleb─. Habló, captando su atención.
Rosie asintió, guardando su celular y billetera en su bolso de mano.
─¿Qué pasó, Cheryl?
─Liam y yo nos iremos temprano, ya tenemos planes─. Avisó.
─¿Me dejarás sola? ─Inquirió, alterada─. ¿Cómo volveré a casa?
─No, no te preocupes por eso. Caleb te traerá─. Habló tranquila, acercándose a la puerta─. Él está muy emocionado por volver a verte; no te dejará sola.
Rosie asintió con temor, nerviosa por lo que podría pasar. Solo aceptó salir porque creyó que Cheryl estaría con ella. Empezaba a desanimarse de ir con ellos a la discoteca. Ella revisó su bolso una vez más, y apagó la luz del cuarto antes de cerrar la puerta.
Rosalie salió de su casa la tercera vez que Caleb sonó la bocina del auto, empezando a incomodarse por el ruido. Ella esperaba que él baje y toque su puerta, como cualquier pretendiente normal. Sin embargo, prefirió quedarse en el vehículo, impacientándose por su demora.
La joven finalmente pudo ver a Caleb cuando estuvo a menos de un metro de su auto. Él salió raudo, acercándose a saludarla. Era solo un par de centímetros más alto que ella, y tenía el cabello negro. Caleb trató de besarla, pero Rosalie desvió el rostro; sintiendo los labios del chico impactar en su mejilla. Ella no lo conocía, y tampoco le pareció correcto que él la trate con tanta confianza.
El tiempo que pasaron en el auto fue bastante incómodo, a pesar que Cheryl trataba de hacer conversación. La música de la radio impedía que queden en silencio; pero se podía sentir la tensión del ambiente. Caleb manejaba a gran velocidad, y Rosie se aferraba con disimulo a su asiento. Ella esperaba que el lugar al que irían no estuviese muy lejos; ya se quería bajar.
La música podía escucharse desde afuera de la discoteca, haciendo que el piso vibre debido a la potencia de los parlantes. Dos guardias altos, con vestimenta negra, resguardaban la entrada. Les pidieron sus identificaciones, verificando que fueran mayores de edad. Rosalie entregó la de Amelie, recordando que tenía diecinueve en ese lugar. En el reino, no eran tan estrictos con el tema de los años.
Caleb sacó dos entradas de su bolsillo trasero, y se las mostró a los guardias. Ellos las recibieron, entregándole dos cintillos azules. Rosalie extendió la mano cuando él se lo pidió, viendo que amarró uno de estos a su muñeca. Caleb se colocó el otro, entrando al local. Rosie giró el rostro, notando que Cheryl también tenía una de esas pulseras en la mano. Estaban en la discoteca más grande de toda la ciudad.
Caleb la sostuvo con fuerza de la mano, jalándola por el interior del lugar. Rosalie intentó soltarse en dos ocasiones; pero el la asió con más fuerza. Ella avanzaba con prisa, intentando seguirle el paso. El lugar se encontraba abarrotado de personas, y era difícil caminar sin chocarse con los demás. Rosie no sabía hasta dónde la iba a llevar; era incómodo caminar con esos zapatos.
─Nuestro box es el último del lugar─. Caleb habló, volteándose para verla─. Vamos, los demás nos están esperando.
Rosalie asintió, sin saber qué era un box. Continuó avanzando, dejándose guiar por Caleb. Llegaron a una escalera metálica, que los conducía al segundo nivel del lugar. Ella se aferró al pasamanos, sujetándose fuerte para no tropezar. La oscuridad impedía que viera bien los escalones, pero se alegró al notar que ya estaba cerca de llegar.
Habían tres boxes por cada nivel, separados por un espacio de tres metros y medio entre cada uno. Caleb caminó con rapidez, viendo a sus amigos hacerles señas con la mano. Los dos primeros ya estaban ocupados, con menos de diez personas en cada uno de ellos. El ambiente se sentía menos pesado al haber menos gente rodeándolos, y se alegró de llegar al lugar con rapidez. Era bueno ver a Amy después de todo ese tiempo separados.
Rosalie tosió un poco, ahogándose por el humo del lugar. Avanzó con rapidez, notando la extraña disposición del segundo piso. Saludó al resto de chicos, fingiendo conocerlos. Se sentó junto a Cheryl, sobre unos pequeños muebles blancos, alrededor de una mesa de cristal. Aunque todos dejaron sus cosas en el suelo, ella se aferró a su bolso. No lo quería soltar.
Un mozo llegó junto a ellos poco después, preguntándoles qué tomarían. Caleb y Liam se acercaron a él, enseñándole un ticket de compra. Ellos ya habían dejado pagado su consumo cuando consiguieron los pases. La entrada a ese box incluía una gaseosa grande, seis cervezas, y dos botellas, una de ron, y otra de vodka. Ese era el paquete más caro que tenían.
Cheryl repartió las cervezas entre las cinco chicas que estaban ahí, dejando que Caleb sirva un vaso de ron con gaseosa a los cuatro varones del grupo. Ella le entregó una botella a Amelie, abriéndosela para que pudiera tomar. La noche recién empezaba.
Cheryl hizo sonar sus palmas, captando la atención de todos. Hizo un pequeño brindis, inaugurando la salida.
─Y chicas, recuerden─. Ella gritó antes de terminar, haciéndose oír sobre la música─. La autoestima hasta el cielo...
─Y el perreo hasta el suelo─. Ellas completaron entre risas, elevando las botellas.
Rosalie fingió reír, sin comprender nada de lo que las chicas decían. Vio que todas empezaban a tomar, y decidió hacer lo mismo. Ella también tenía sed. Dio un largo sorbo, pero tuvo que contener las ganas de escupirlo. Esa cosa amarilla que le dieron era amarga, y sabía extraño. Lo tragó con dificultad, esperando que nadie note la mueca que hizo. Rosie no comprendía cómo las demás podían beber eso con tanta naturalidad. Era horrible.
─¿Qué pasa, Amy? ─Preguntó Caleb entre risas, acercándose a ella─. ¿Ya no te gusta la Corona?
Rosie estiró el brazo para dejar la botella sobre la mesa, pero se detuvo al oír la pregunta del chico. Ella no supo qué responder, y se quedó callada, cruzando uno de sus brazos.
─¡Fondo! ─Exclamó una de las chicas, caminando hacia ella─. ¡Fondo!
─¡FONDO! ─Gritó el resto, viéndola fijamente─. ¡FONDO, FONDO, FONDO!
Rosalie sintió que la chica colocó la botella en su boca, obligándola a tomar. Las voces de los demás se confundían con la música, aturdiéndola. Ella se limitó a tragar como podía, esperando no mojar su ropa. Escuchó a todos vitorear cuando se acabó la cerveza, y ella solo limpió sus labios con el dorso de su mano. No quería volver a hacer eso.
Rosie dejó la botella vacía sobre la mesa, fingiendo sonreír. Ya no le estaba gustando esa salida, y esperaba poder volver a casa pronto. Ella reconoció la gaseosa que les dieron, pidiéndole a Cheryl que le sirva un poco en un vaso limpio. La boca le amargaba, y deseaba quitarse el mal sabor con algo dulce.
─¿La quieres con vodka o con ron? ─Preguntó.
Rosalie negó con la cabeza, alterada. No quería probar esas bebidas.
─Pura está bien.
Cheryl soltó una leve risa, entregándole la gaseosa. Quiso decirle algo más, pero calló al sentir los brazos de Liam rodearla. Él susurró algo en su oído, y ella rio. Debían aprovechar en bailar antes de irse.
Rosie tomó la gaseosa a sorbos lentos, disfrutando el dulzor de la bebida. Empezó a ponerle atención a la música, escuchando una combinación de batería, bajo y guitarra. Trató de concentrarse en la letra, intentando descifrar lo que decían.
«Ella te provoca bailando; te envuelve, te suelta, y te deja─. Oyó una voz masculina cantar─. Y después se va con cualquiera.»
Rosalie hizo una mueca, confundida. No comprendía las metáforas, ni la historia que esa canción trataba de contar. Ella estaba acostumbrada a la música lenta y suave que tocaban en Sarauta; y a la forma elegante que tenían de bailarla. Sin embargo, en ese lugar, todos se pegaban demasiado, haciendo movimientos extraños. Cheryl bailaba como si estuviera convulsionando.
Caleb se acercó a ella, tomándola de la cintura. Rosalie se sobresaltó por su tacto, girándose para verlo. Él le dijo que quería bailar con ella, y ella aceptó; dudosa. No sabía cómo se bailaba en ese mundo, y trató de seguir el ritmo de la música. Sin embargo, se encontraba tan tensa y nerviosa, que tropezó en dos ocasiones. Notó que la canción cambió, y se le dificultó hallar un paso adecuado para continuar.
Caleb tomó la mano de Amelie, haciéndola girar. Se acercó a ella por la espalda, tomándola de la cadera.
─Se hace la que no me conoce─. Cantó a su oído─. Pero en mi cama se volvió un vicio...
Rosie se alejó antes que él pudiera decir algo más, asustada. Ella no quería estar en la cama de nadie. Retrocedió un poco, dejando el vaso vacío sobre la mesa. Empezó a sentirse acalorada, y deseó lavarse el rostro. Tocó suavemente el hombro de Cheryl, llamando su atención. Necesitaba de su ayuda.
─Cheryl, quiero ir al baño─. Le dijo, viéndola a los ojos─. Por favor, ¿me podrías acompañar?
La chica asintió, separándose de su novio. Tomó su bolso, avanzando hasta el primer box. El baño estaba junto a ese. Le hizo una seña a Amelie para que la siga; no estaba segura de si ella recordaba en qué dirección ir.
Rosalie avanzó, tratando de seguirle el paso a su amiga. Sintió que alguien la observaba cuando pasó por el segundo box, pero no quiso voltear a ver quién podía ser. El lugar estaba lleno de personas, y quizás, ni siquiera la estaban mirando a ella. Rosie seguía tensa, y no quería discutir con nadie en ese momento. A pesar que la idea de aquella salida era relajarse; Rosalie solo se estresaba más.
Ambas jóvenes entraron al baño con prisa, teniendo cuidado con la puerta de vaivén. Rosie se aproximó al lavabo, mojando su rostro y cabello. Se miró al espejo, y usó una toalla de papel para secarse el rostro. Sus mejillas estaban rosadas, y algunas de las ondas empezaban a alisarse. El maquillaje continuaba intacto, pero Rosalie hubiera preferido quitárselo. Ella ya quería volver a casa.
Rosie agachó la cabeza un momento, respirando profundo. Le pediría a Cheryl que la lleve de regreso; cuando ella y su novio decidan irse. No iba a quedarse toda la noche en la discoteca, mucho menos con Caleb como compañía. Rosalie se mojó el cabello una vez más, peinándolo con los dedos. Se dispuso a salir, notando que Cheryl ya no estaba ahí.
Rosalie soltó un largo suspiro, empujando la puerta. Caminó con tranquilidad, regresando al box. Ella suprimió un grito cuando sintió una mano sostenerla con fuerza de la muñeca; impidiendo que avance. Su corazón se detuvo un instante, temiendo que alguien pudiera lastimarla. Ella trató de soltarse, pero la otra persona solo intensificó su agarre.
─¿Rosalie? ─Le preguntaron.
La joven volteó lentamente, atormentada por creer reconocer la voz. Solo una persona conocía su nombre real, y era capaz de llamarla así.
─¿Dominic? ─Cuestionó, enfocando la vista─. ¿Eres tú?
Dominic rio con la pregunta, soltando a la chica. Asintió con tranquilidad, escaneando su rostro en la oscuridad. Jamás creyó encontrarse a Rosalie en un lugar como ese.
─¿Qué haces aquí? ─Consultó divertido, dando un sorbo al trago que tenía.
Rosalie pasó saliva con dificultad, y lamió sus labios. No sabía por qué él le hablaba con tanta confianza, o intentaba conversar con ella. Dudó unos segundos sobre si contestarle o no. Siempre que ellos hablaban, las cosas terminaban mal.
─Me invitó una amiga─. Repuso monótona, tras una breve pausa.
Nick la observó detenidamente, notando lo bonita que se veía esa noche. Aunque mantenía la expresión confundida de siempre, Rosalie ya no parecía la niña asustada que conoció en el hospital. Él terminó el ron de un solo sorbo, dejando el vaso sobre la mesa antes de continuar su conversación.
─Te noto molesta─. Habló ligero─. ¿Estás bien?
Rosie negó con la cabeza, más confundida que antes. El príncipe debía estar con fiebre como para querer dialogar con ella. Rosalie apretó los labios, convencida que lo mejor era alejarse de él.
─No deseo seguir conversando contigo, Dominic─. Habló educadamente, elevando la mirada─. Lo mejor será que me retire de aquí, y busque a mi amiga─. Avisó, yéndose antes que él pueda responderle.
Dominic ladeó una sonrisa, y se apresuró a tomarla por la muñeca de nuevo; impidiéndole avanzar. Verla hizo que recuerde todo lo que le dijo la psicóloga sobre perdonar y olvidar; y quiso intentarlo. Él realmente quería conversar con la princesa.
─Rosalie, espera un poco─. Se paró frente a ella─. ¿Crees que podamos hablar?
Rosalie tuvo miedo al escuchar la pregunta. No se sentía cómoda estando con él; y tampoco imaginaba sobre qué podría querer conversar.
─Se me hace tarde─. Se excusó, desviando la mirada─. Además, no creo que sea buena idea...
─Solo cinco minutos─, pidió, interrumpiéndola─. Luego dejaré que te vayas.
Rosie asintió, resignada. Suponía que Dominic no la dejaría tranquila hasta que converse con él.
─De acuerdo. Dime, ¿qué pasó?
Nick respiró profundo, tomando valor para lo que iba a decir. Era la primera vez que se disculparía con alguien, e incluso se sintió estúpido por querer hacerlo. Sin embargo, algo dentro suyo le decía que era necesario. Él sabía que Rosalie no tenía la culpa de nada y, por primera vez, se dio cuenta que fue él quien actuó mal. Para Dominic, hacer las paces con ella implicaba hacerlas con su pasado, y con todo lo que lo llenaba de ira. Solo de esa forma, podría dejar atrás lo que vivió en el Valle.
Dominic la miró a los ojos, esperando no arrepentirse de lo que decidió.
─Quería pedirte perdón por lo que pasó cuando nos conocimos─. Habló rápido, sin siquiera vocalizar bien.
Rosie demoró en comprender sus palabras, tratando de descifrar lo que dijo. Ella frunció el ceño cuando logró entenderlo, pensando que se trataba de una broma de mal gusto por parte de Dominic. Estaba convencida que él solo buscaba humillarla una vez más.
─Tú ya te habías disculpado conmigo hace mucho─. Le recordó, con recelo─. El día que fuiste a mi casa.
Nick sacudió la cabeza, sin culparla por estar molesta. Pensó que lo mejor sería convencerla que no mentía; esperando que eso lo ayude a sentirse mejor. Llevaba días estando tranquilo, y solo quería mantener esa paz.
─Ambos sabemos que eso no cuenta─. Expresó con soltura─. Esta vez, nadie me está obligando a disculparme contigo. Lo hago porque quiero.
Rosie analizó sus palabras, intrigada. Dominic sonaba y se veía sincero; pero ella no sabía si creerle después de lo bruscos que fueron sus encuentros anteriores. Resolvió continuar con la conversación, antes de darle una respuesta.
─Si me permites hacer una pregunta, ¿por qué te disculpas ahora? ─Consultó, viéndolo a los ojos─. Han pasado meses desde la última vez que conversamos.
Dominic rio, sorprendido por la determinación de Rosalie. Le agradaba su nueva actitud.
─La psicóloga me ayudó a entender muchas cosas─. Confesó, encogiéndose de hombros─. Todavía odio tener que ir con ella; pero muchas de las estupideces que dice, terminan siendo verdad.
Rosie sonrió al escucharlo, encontrando divertida su explicación. Él se mostraba más amable, pero seguía siendo el mismo de siempre. Aunque ambos prometieron no volver a verse, ella creyó que lo mejor sería aceptar su disculpa. Después de todo, eso no implicaba que se volverían amigos.
─Está bien, Dominic─. Ella asintió─. Todo está olvidado.
Nick respiró tranquilo, sintiendo que se quitaba un peso de encima. Volvió a tomarla de la muñeca, regresando a la mesa donde se encontraba con sus amigos. La presentó con rapidez, y ella les devolvió el saludo con la mano. Le gustaba la música y el ambiente de la discoteca. Todavía no quería irse.
─¿Quieres tomar algo? ─Preguntó, sirviéndose otro vaso─. Tenemos gaseosa, ron y Jagger.
Rosalie negó con la cabeza, acercándose un poco más a él. Los amigos de Dominic la veían extraño.
─No tengo sed─. Contestó─. Pero gracias por preguntar.
Él rio por la manera tan formal en que le respondió. Dio un largo sorbo al ron con gaseosa, ubicándose frente a Rosie para bailar. Esperaba que ella empiece a relajarse; la notaba tensa.
Rosalie trató de seguir el ritmo una vez más, escuchando que la música que sonaba, hablaba de terremotos. No supo por qué alguien les compondría una canción, pero no le dio mucha importancia. Tratar de bailar con Dominic era más fácil que con Caleb; sin embargo, ella seguía sin sentirse cómoda.
Nick intentó poner una mano en la cintura de Rosalie, pero ella lo esquivó, con un gesto de desaprobación. Él no quería molestarla, y prefirió mantenerse en su posición. Rosie le sonrió, a modo de agradecimiento por haber captado la indirecta.
─¿Quieres salir un momento? ─Preguntó Nick, segundos después.
Rosie asintió de inmediato; acomodando su bolso de mano. Llevaba horas queriendo irse de ahí.
─Claro.
Dominic terminó su bebida, dejando el vaso en su lugar. Revisó que su billetera siguiera en el bolsillo trasero de su pantalón, y tomó su chaqueta de cuero del asiento. Recogió su celular de la mesa, despidiéndose de sus amigos. Lo más probable, era que ellos no volviesen a entrar.
Nick hizo un rápido movimiento de cabeza, indicándole a Rosalie que ya podían irse de ahí. Empezó a bajar las escaleras, notando que repitieron una de las canciones que ya había escuchado.
─Ya tu mirada con la mía están saciándose─. Él tarareó─. Tu piel rozando con mi piel y sofocándose... ─Rio.
La música de ese lugar le parecía graciosa, pero pegadiza. En especial, la primera que oyó cuando llegó a la discoteca. Hablaba de una chica que le gustaba la gasolina; a pesar que él no comprendía por qué ella necesitaba el combustible del auto. Los trovadores y juglares de la isla jamás lograrían componer letras ni ritmos así. Nick pensó en lo mucho que se escandalizarían sus verdaderos padres si llegasen a escuchar ese tipo de música, o ver cómo se bailaba.
Ambos jóvenes salieron del local, y cruzaron la pista con cuidado. Había un parque en frente, y Rosalie creyó que sería un buen lugar para conversar. Ella respiró con fuerza, disfrutando en aire puro. Adentro apestaba a humo y alcohol.
Dominic permitió que ella se adelante un poco, observándola mejor bajo la luz de los reflectores. Rosalie tenía buen cuerpo, y las piernas bien contorneadas. La ropa que llevaba le favorecía más que el vestido con que la conoció.
─Me siento más cómoda estando aquí─. Rosie comentó, sentándose en una banca de concreto─. Sin tanto ruido.
Nick se acomodó a su lado, dejando la chaqueta entre ellos.
─¿No te gustan las fiestas? ─Curioseó.
─Me gustaban las fiestas que hacían en Sarauta─. Rosie contestó tranquila─. Aquí, la música y forma de bailar es extraña. Me incomoda que todos estemos tan pegados y juntos. Echo de menos cómo era todo en el pasado─. Suspiró
Dominic sacudió la cabeza, divertido. A él si le gustaba la nueva forma de bailar. Él pasó una mano por su cabello; pensando que Rosalie seguía aferrada a su antigua vida en la isla.
─Desde que me acostumbré a estar aquí, ya no he extrañado mi hogar─. Confesó─. Esta vida empieza a gustarme más.
Rosie lo miró confundida, sin darle credibilidad a sus palabras. Eso no podía ser cierto.
─¿Lo dices en serio? ─Preguntó, tratando de no sonar inquieta─. ¿No extrañas el Valle?
Nick carraspeó, negando lentamente. La universidad no era tan mala, y mejoraba cada día más en el esgrima. Sus únicas preocupaciones eran asistir a clases, e ir al psicólogo. Él ya no tenía la carga de ser un rey, ni tener que gobernar toda una isla. Aunque Michael también era estricto, no se comparaba con todas las expectativas que Thomas depositó en él.
─No realmente─. Respondió, girándose para verla─. Aquí tengo libertad, y ya no estoy obligado a cumplir con la estúpida tradición de nuestros padres─. Expresó─. Mis últimos días en el Valle fueron horribles. Thomas esperaba que yo me convirtiera en el nuevo Charles después de su muerte; pero yo no quería eso. Él ni siquiera pidió mi opinión─. Confesó.
Rosalie notó el enojo en las palabras de Dominic, y colocó una mano sobre su hombro. Ella lo comprendía; recordando la única discusión que tuvo con Garfield. Él la preparó para reinar, pero jamás le preguntó si quería casarse con un Van Dijk.
─¿Puedo saber cómo murió? ─Consultó con suavidad, elevando la mirada.
Dominic asintió con desgano, tranquilo porque ella no le hizo más preguntas sobre él. Sentía que la sangre empezaba a hervirle, pero no quería enojarse en ese momento. Pensar en Thomas siempre lo ponía mal.
─Charles murió por imbécil─. Repuso, en tono burlón.
Rosalie se cruzó de brazos, incómoda por su respuesta.
─No deberías referirte de esa forma a tu hermano─. Lo regañó.
Nick rio con amargura, ladeando la cabeza.
─Charles participó en una justa; pero estaba tan convencido que ganaría, que insistió en cambiar el armamento deportivo por uno real─. Explicó, viéndola a los ojos─. Las cosas salieron mal, y su oponente lo atravesó con una lanza en el abdomen. Agonizó por un día y medio antes de morir─. Recordó, bajando la voz─. Si él no hubiese usado armas reales, seguiría vivo.
Rosie enmudeció, tratando de imaginar lo que Dominic le contó. Debió ser traumático haber presenciado todo eso.
─Yo lamento mucho oír eso─. Atinó a decir.
─Yo también─. Masculló.
Rosie aclaró su garganta, sintiendo que el ambiente se ponía tenso. Había sido una mala idea preguntarle por Charles, y se arrepintió. Ella dio una rápida ojeada a su alrededor, buscando cambiar de tema. Notó que él tenía un cráneo tatuado en el antebrazo, y resolvió hablar de eso.
─Bonito dibujo─. Habló sincera, pasando un dedo por este─. Me gusta.
Dominic giró el rostro, notando que ella hablaba del tatuaje. Ladeó una sonrisa, estirando el brazo para que pueda verlo mejor.
─Me lo hice hace poco─. Comentó.
Rosalie elevó un poco su tobillo, enseñándole la constelación tatuada ahí.
─Yo también tengo uno─. Lo señaló.
Nick se agachó un poco, viendo con asombro el dibujo en el cuerpo de Rosie.
─No pareces del tipo que soporta el dolor de tatuarse.
─No tuve que hacerlo─. Ella soltó una leve risa─. Vino con el cuerpo.
Dominic rio por su comentario, tomando un mechón del cabello de Rosalie, y colocándolo tras su oreja. Se inclinó hacia adelante, pensando en besarla. Sin embargo, un grito cerca suyo lo impidió, distrayéndolo.
─¡AMELIE! ─Se oyó─. ¡AMELIE!
Rosalie giró con fuerza al escucharlo, desconcertada por el escándalo. Vio a Caleb acercarse a ellos con paso molesto, dando largas zancadas para alcanzarlos. Ella pasó saliva con dificultad, sorprendida porque él la salió a buscar.
─¿Qué estás haciendo aquí? ─Inquirió Caleb de golpe, plantándose frente a ellos─. ¿Quién es este?
Ella se encogió de hombros, evitando verlo a la cara.
─Me aburrí de estar adentro─. Atinó a decir.
Caleb negó con la cabeza, gruñendo. Amelie debía estar bromeando.
─Ven, camina─. Habló serio, tomándola por la muñeca─. Regresarás conmigo a la discoteca.
Rosie movió el brazo con fuerza, intentando liberarse de su agarre. Opuso resistencia, pero él no la soltaba.
─No, por favor suéltame─. Pidió, luchando contra él─. Me quiero quedar aquí.
El chico hizo caso omiso a sus palabras, y la tiró de ella con fuerza; levantándola.
─Te he dicho que entres─. Ordenó, viéndola a los ojos─. He gastado mucho dinero en esta salida; no voy a permitir que te quedes aquí con este imbécil.
Dominic se puso de pie en un salto cuando vio al chico jalar a Rosalie, y se acercó a ella. Empujó con fuerza al muchacho, logrando que la suelte. No le gustaba la forma en que la trató.
─Déjala en paz─. Advirtió─. No lo voy a repetir.
Caleb se tambaleó al inicio, y tuvo que plantarse fuerte para no caer. Elevó la mirada, observando fijamente al muchacho que acompañaba a Amelie. No lo conocía, pero no le gustó su expresión de superioridad.
─Escúchame bien, larguirucho estúpido─. Espetó, señalando a la chica─. Ella vino conmigo; en mi auto, y yo he pagado su entrada para el box. Hará lo que le diga.
Rosalie sintió asco por sus palabras, y se sacó la pulsera que le dieron en la puerta de la discoteca.
─Toma Caleb, te lo devuelvo─. Habló fuerte, tirándosela a la cara─. No volveré a entrar.
─Vuelve a ponerte la maldita pulsera... ─Caleb empezó a decir, en tono amenazante.
Dominic no pudo contenerse más, y le tiró un puñetazo con fuerza en el rostro; callándolo. Lo vio retroceder unos pasos, y se preparó para golpearlo de nuevo. Hacía mucho no peleaba con alguien, pero recordaba todo lo que aprendió e hizo en el Valle. El chico no le agradaba, y no dejaría que Rosalie se vaya con él.
Rosie vio cómo ambos chicos cayeron al piso, y no supo qué hacer. Los dos se golpeaban, y rodaban por el concreto. Ella empezó a gritar en busca de ayuda; no quería que Dominic saliera herido. Él solo trató de ayudarla.
Dominic suprimió un gruñido, cuando sintió el primer golpe en el pómulo. Trató de girar, y quitarse al chico de encima; pero él no lo soltaba. Dio un rápido vistazo a su alrededor, viendo una botella de vidrio cerca suyo. Golpeó a Caleb con el brazo izquierdo; estirando el derecho para tomar el frasco. Lo quebró contra el suelo, amenazando al chico con este. Era el único modo de lograr que lo suelte.
Caleb se levantó como pudo, asustado por la actitud del muchacho.
─Quédate con la zorra─. Escupió, viéndolos despectivamente─. No vale la pena; ella está igual de loca que tú.
Nick se puso de pie con cuidado de no cortarse, apuntándolo con la botella. Escuchó un ruido extraño aproximarse a ellos; parecido al de una bocina. Se distrajo un segundo, tratando de averiguar de dónde provenía.
─¡Quietos los dos! ─Una voz gruesa gritó tras ellos─. ¡Tú, suelta eso!
Dominic dejó la botella, escuchando cómo terminaba de quebrarse contra el suelo. Puso las manos sobre su cabeza cuando el hombre lo ordenó; notando que había una patrulla policial estacionada tras ellos.
─¿Qué es esto? ─Preguntó Caleb, viendo a dos oficiales acercarse─. ¿Qué está pasando?
─Los vecinos llamaron quejándose por una pelea callejera─. Explicó uno, esposando a Dominic─. Los llevaremos a la comisaría. Pasarán la noche allá.
Porque ustedes pidieron maratón... ¡Aquí está la mini-maratón!
Doble actualización de Realeza Inesperada.✨
¿Qué les pareció el capítulo?
¿Opiniones o teorías?
Espero les guste mucho, me divertí mucho escribiéndolo.
Les dejo esta imagen de Dominic detenido por la policía
No se olviden de votar y comentar, eso me ayudaría mucho (además pasé tres días sin dormir por terminarlo)
Les mando un abrazote
Nos leemos pronto
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