CAPÍTULO 40
La cafetería "Coffee & Milk" era la más grande de la ciudad, y se encontraba en el centro; frente al Prince Plaza. Las paredes eran de color beige, con dibujos y cuadros colgados; además de varias lámparas de luz cálida. Las mesas, de forma circular, estaban dispuestas en todo el lugar sin un orden específico; y el olor a café podía sentirse desde el exterior. Una tenue música acompañaba el ambiente; junto con una barra de postres y pasteles cerca del mostrador.
Rosalie observó el interior del local con asombro por varios minutos; examinando todo a detalle. Era la primera vez que comía afuera desde que llegó a ese mundo, y le gustaba lo que veía. Solo esperaba que la comida fuera tan buena como la decoración. No existían lugares así en Sarauta; y ella tampoco salía con mucha frecuencia.
Cheryl había llegado a su casa pasadas las seis de la tarde, y le dijo que sería bueno ir a esa cafetería. Rosie le sonrió con una leve incomodidad; pensando en una forma cortés de decirle que no. Ella no quería despilfarrar el dinero que le quedaba, ni salir de su casa a esa hora. Si las calles eran peligrosas de día, no quería imaginarse cómo serían cuando termine de oscurecer.
─No es necesario que gastemos comiendo afuera; yo puedo hacer café─. Rosalie sugirió, con emoción en la voz─. Sé cómo usar la cafetera que está en la cocina.
Cheryl levantó una ceja, extrañada. Amelie jamás se había ofrecido a prepararle algo; mucho menos cuando ella era quien iba a pagar la salida. Su amiga estaba bastante cambiada.
─Sabes que nunca he tenido problema con invitarte─. Le recordó, bromista─. Trae tu cartera; llamaré un taxi─. Avisó, levantándose del mueble─. Tenemos que ponernos al día de muchas cosas─. Sonrió.
Rosie asintió, sin estar muy convencida de sus palabras. Cheryl se mostraba amable; a pesar de parecer ser alguien de carácter fuerte. Rosalie resolvió ir con la joven, y guardó su teléfono y billetera dentro de su bolso. Ella quería tener amigas en ese mundo, y pensó que aquella salida sería la oportunidad perfecta para determinar si Cheryl era de confianza, o no.
El taxi llegó en menos de diez minutos; avanzando con rapidez hasta el local. Había poco tráfico esa tarde, y todavía no se ponía el sol. Se sentía un leve bochorno; y Rosalie esperaba que el clima continúe así. Ella prefirió no llevar casaca porque ninguna combinaba con su vestido.
Un joven, de cabello negro y ojos marrones, las recibió en la entrada de la cafetería; guiándolas hasta una mesa cercana al mostrador. Rosalie le agradeció por su amabilidad, y se sentó; admirando el lugar. El chico regresó a los pocos minutos, entregándoles unos folletos largos, hechos de cartulina. Rosie lo observó con confusión, notando que se trataba de un listado de comidas con dibujos de tazas de café y refrescos. Ella no comprendió por qué le entregaron eso, y lo colocó sobre su regazo; pensando en guardarlo en su bolso antes de salir.
─Y, ¿cómo has estado? ─Curioseó Rosie con tranquilidad, buscando volver a iniciar la conversación.
Cheryl levantó los ojos del menú; dejándolo sobre la mesa. Todavía le parecía curioso que Amelie se comporte de forma tan amable.
─Yo he estado bien; no me ha pasado nada nuevo─. Comentó tranquila, inclinándose hacia adelante─. Pero no hablemos de mí; quiero saber todo lo que te ha pasado en estos meses─. Expresó, sonriendo ampliamente─. Amy, te volviste famosa.
─¿Famosa? ─Inquirió Rosalie, confundida por sus palabras.
La joven asintió, haciendo un gesto con la mano para llamar al camarero.
─Estuviste por días en los noticieros y periódicos; todo el mundo hablaba de ti─. Repuso, con una leve emoción─. Finalmente, lograste salir en televisión.
Rosalie se tensó con sus palabras, recordando todos los vídeos que vio. Aun sentía escalofríos cuando pensaba en cómo la sacaron del auto, inconsciente. En ese mundo, el concepto de fama era muy diferente al que conocía. La atención que obtuvo debido al accidente, no era a la que estaba acostumbrada.
─No me siento famosa; no diría que lo soy─. Habló bajo, con una mirada triste─. Además, no me gustaría que las personas me reconozcan por eso─. Confesó.
El joven de cabello negro, que las recibió, se detuvo a su costado; abriendo la libreta que tenía en la mano.
─¿Están listas para ordenar? ─Preguntó, sonriéndoles.
Cheryl asintió, entregándole el menú.
─Yo quisiera una malteada de fresa─. Pidió.
─¿Y usted, señorita? ─Consultó, viendo a Rosalie a los ojos.
Rosie tardó unos segundos en comprender la pregunta; tomando el folleto de sus piernas. Ella no sabía que debía devolverlo, y supuso que necesitaba elegir una de las comidas de ahí. Revisó la lista de platillos, y seleccionó lo primero que vio; sin siquiera saber qué era.
─Un frappé de Oreo, por favor─. Repuso con amabilidad, sonriéndole de vuelta.
El joven anotó las órdenes en una libreta, y se retiró en silencio. Cheryl se acomodó en su silla, notando una pequeña incomodidad en el rostro de Amelie. Quizás, había sido mala idea tocar el tema del accidente de forma tan directa. Ella pensó en lo que diría, buscando las palabras adecuadas para no mortificar a su amiga. Comprendía lo traumático que debía ser lo que pasó, y debía hablarle despacio. Sin embargo, ellas tenían una conversación pendiente desde antes del accidente, y la curiosidad la carcomía.
Rosalie agradeció cuando le dieron su pedido, sonriendo. Le entregaron un vaso largo, con una bebida de color marrón y crema batida en la parte superior. Ella supuso que Oreo era la forma en que llamaban al chocolate en ese lugar, y tomó uno de los trozos de galleta que adornaban la crema batida; cubriéndolo con esta. Se la metió a la boca; antes de dar un largo sorbo al líquido. Sabía delicioso, y no se comparaba con los jugos que había tomado en Sarauta. El frappé era increíble.
Cheryl movió su malteada con la pajilla; recordando una cosa más. Decidió abordar el tema desde ese ángulo, buscando una forma sutil de hacerle la pregunta.
─Amy, ¿cómo fue que terminaste dentro del auto de Tristán? ─Curioseó, esperando no sonar muy directa─. ¿Por qué ustedes estaban juntos?
Rosie se extrañó con sus palabras, elevando la vista. Si se suponía que ellos fueron novios, ¿por qué se sorprendía del hecho que ella y Dominic hayan estado juntos?
─¿A qué te refieres? ─Consultó.
La joven se encogió de hombros, probando su bebida.
─Es que me parece raro que no me hayas contado que sería el estúpido de tu vecino quien te llevaría a la entrevista─. Rio, con levantando una ceja─. Por cierto, ¿qué excusa usaste esa vez para convencer a su madre?
Rosalie se extrañó por la forma en que Cheryl se refirió a Dominic, y rio también. Él actuaba como un cretino la mayor parte del tiempo; pero no sabía si Tristán era igual a él. Además, no comprendió por qué ella mencionó a la madre del muchacho.
─Él y yo no nos llevábamos bien, ¿verdad? ─Consultó, buscando obtener más información.
Cheryl sacudió la cabeza, divertida. Ella imaginó que su amiga debía continuar confundida sobre algunas cosas.
─Para nada─. Se burló─. Después de lo que pasó en la fiesta de promoción, no volvieron a hablarse.
Rosie recordó la foto de ese día; tomando un poco más del frappé. Sabía que fueron juntos a ese evento; y supuso que debieron pelearse poco después. Quizás, Tristán no habría querido guardar ninguna foto de la fiesta, y por eso Dominic no estaba enterado que ellos se conocían con anterioridad. El príncipe seguía creyendo que la primera vez que se vieron fue en el hospital; cuando Cheryl acababa de confirmarle que ellos fueron amigos años atrás.
─Yo creí que sí nos llevábamos bien─. Musitó, más para ella que para su amiga.
─Nada que ver─. Cheryl hizo una mueca, restándole importancia─. La prensa inventó muchas tonterías sobre ustedes dos.
Rosalie soltó un largo respiro, tranquila. El saber que ella y Dominic no eran amigos en ese mundo, la alivió. A pesar que ellos no hablaban hace mucho, estaba feliz de saber que jamás fueron pareja. Conversar con Cheryl era más terapéutico que ir con la doctora Marissa.
Cheryl rio, recordando los titulares que decían que ellos fueron pareja. Era estúpido pensar que Amelie y Tristán podrían mantener una relación. Ellos se matarían antes de cumplir una semana juntos.
─Y, ¿qué era lo que tenías que contarme hace meses? ─Preguntó, minutos después─. Antes que todo esto ocurriera.
─¿Contarte? ─Rosalie se encogió de hombros; sin saber qué decir─. No estoy segura; pero hay cosas que todavía no puedo recordar desde el día del accidente─. Se excusó.
Cheryl asintió con suavidad; comprendiendo a su amiga. Sacó el celular de su bolso, y abrió los mensajes; buscando el último que Amelie le envío. Estaba muy abajo, hacía mucho que no chateaba con ella.
─Mira─. Le entregó el móvil─. Esto fue lo último que hablamos el día del accidente. Me escribiste a las siete de la mañana, y no te contesté porque estaba dormida─. Explicó, rememorando ese día.
Rosalie tomó el celular con cuidado, leyendo lo que Amelie redactó meses atrás. Después de Marissa, Cheryl fue la primera persona que le daba información real de lo que ocurrió. Quizás, en ese mensaje estaba la respuesta a todas las preguntas que los demás venían haciéndole por meses.
«No soporto estar más en esta casa. Iré a verte en la noche; me quedaré contigo un par de días. Hay algo muy importante que necesito contarte; pero no puede ser por mensaje.
Saldré desde ahora a la entrevista, espero conseguir el trabajo.»
Rosalie devolvió el teléfono, intrigada por lo que vio. Amelie guardaba un secreto, y necesitaba saber qué era. Temía que aquello pudiera interferir en su nueva vida, y causarle algún problema. Ella esperaba que Cheryl supiera algo más.
─No lo recordaba─. Habló sincera─. Tuve un cuadro de amnesia cuando desperté del coma, y mi memoria se ha restaurado de a pocos─. Mintió, pensando en el falso diagnóstico que le dieron en el hospital─. Nadie me había hablado de eso, o de ti─. Confesó en voz baja, confiando en que ella la entendería.
Cheryl rio con amargura, tomando un sorbo de la malteada. Eso explicaba por qué Amelie parecía estar tan confundida con todo lo que pasaba a su alrededor.
─Tu madre me odia. No me sorprende que no me haya mencionado─. Rodó los ojos─. Supongo que tampoco te ha contado lo del hospital.
Rosie negó, inclinándose hacia adelante.
─¿Qué pasó en el hospital?
Cheryl sacudió la cabeza, pensando en la vergüenza que sintió ese día. Nunca nadie la trató tan mal, como Frances.
─Liam y yo fuimos a visitarte una vez; cuando seguías en coma─. Comentó, viendo a su amiga a los ojos─. Pero tu madre no nos dejó entrar a verte; nos echó del hospital─. Espetó, molesta─. Faltó poco para que le pida a los guardias que nos saquen. Después de eso, no volvimos a ir.
Rosalie se extrañó al oírla; evitando hacer una mueca. Frances era una mujer un poco problemática, pero no creyó que fuera mala. Aún no confiaba plenamente en ella, pero siempre le repetía que fue la única que la cuidó. Rosie consideraba darle una segunda oportunidad a su nueva madre.
─Yo... yo lo lamento mucho─. Balbuceó, sintiendo sus mejillas enrojecerse─. No sabía que Frances hizo eso, pero debió ser una confusión. No creo que ella haya actuado de mala fe.
La joven levantó una ceja, confundida. O Frances se había convertido en una excelente madre de la noche a la mañana; o había llenado la cabeza de Amelie de mentiras. No era normal que su amiga defienda a su madre.
─Supongo que cualquiera se puede equivocar─. Masculló, fingiendo una sonrisa. No quería hablar de Frances en ese momento─. Pero, escucha. Si en algún momento vuelves a tener problemas con tu mamá, mi casa siempre estará disponible. Sabes que puedes quedarte conmigo─. Afirmó sincera, viéndola a los ojos.
Rosie asintió con tranquilidad, confiando en sus palabras. Ella jamás había dormido fuera de su castillo; sin embargo, Cheryl debía ser muy buena amiga como para ofrecerle su hogar. Quizás, sí sería bueno acercarse a ella.
─Todo está tranquilo en mi casa, pero gracias por ofrecerme tu apoyo─. Dijo sonriendo─. Si algo extraño llega a pasar, yo te contaré.
Cheryl asintió contenta; tranquila de saber que Amelie no había tenido problemas recientemente. Su amiga nunca tuvo una vida fácil. Ella dio un último trago a su malteada; resolviendo cambiar de tema.
─Hablando de cosas extrañas, ¿qué hay con ese vestido? ─Cuestionó burlona─. ¿Desde cuándo te vistes como monja?
Rosalie miró su ropa con orgullo, sonriendo. Ella llevaba un vestido de color blanco, con estampados de pequeñas rosas por toda la tela. Era de manga corta, y tenía el cuello recto. La parte inferior le llegaba hasta el tobillo, de corte plano; mientras que el lado superior se ajustaba a su cuerpo. Rosie tomó sus medidas tres veces; comprobando una vez más lo diferente que era su cuerpo. Su cintura no era tan pequeña como antes, y su busto había aumentado.
─Yo lo hice; Frances me regaló la tela─. Comentó con alegría, elevando la vista─. Pero, ¿por qué lo preguntas? ─Consultó consternada, viendo la mueca en el rostro de su amiga─. ¿Acaso me queda mal? ¿No te gusta?
Cheryl se arrepintió de lo que dijo al notar la reacción de su amiga. No creyó que Amelie estuviese tan sensible, ni que se hubiera ofendido por su comentario. En épocas anteriores, ella le habría devuelto un insulto peor. Cheryl tampoco sabía que Amy ya había aprendido a coser, y prefirió no mencionarlo. Buscó decirle algo amable, y se acomodó el cabello antes de continuar.
─Te queda perfecto, y el diseño es muy bonito─. Ella sonrió, esperando tranquilizarla─. Es solo que no es tu estilo, pero te queda bien.
Rosalie asintió, un poco más aliviada. Pasó tres días cosiendo el vestido; no soportaría escuchar que el modelo estaba feo. Ella adoraba diseñar ropa, y se divertía modificando las prendas de Amelie. Rosie soñaba con seguir practicando y mejorar; para lograr hacer un vestido tan elaborado como los que usaba en Sarauta.
Cheryl escuchó su teléfono sonar, y contestó de inmediato; tras leer el nombre de quién la llamaba. Fue una enorme coincidencia que él le haya marcado en ese momento.
─¡Holaaaa! ─Saludó, alargando la vocal─. Sí, genial. Cuenta conmigo; además, ¿adivina con quién estoy? ─Preguntó riendo, minutos después─. De acuerdo, yo la convenzo y te llamo. Nos vemos el sábado.
Rosalie sonrió al ver la emoción con que su amiga conversaba, y terminó su frappé; disfrutando hasta la última gota. Fue de las mejores bebidas que probó en años, y esperó poder volver a esa cafetería en un futuro. El lugar era maravilloso.
─No sabes quién acaba de llamarme─. Cheryl exclamó emocionada, viendo a su amiga encogerse de hombros─. ¡Caleb! ─Continuó, y levantó las cejas─. Y tengo una gran noticia que darte.
─Cuéntame, por favor─. Pidió.
Cheryl se acomodó en su asiento, alegre. Ella sabía que Amy se pondría contenta con lo que le explicaría.
─Caleb está planeando una salida, y llamó para invitarme─. Relató, sonriendo─. Y cuando le insinué que estabas conmigo, me dijo que esperaba verte ahí. Sé lo mucho que te gusta, y esta es la oportunidad perfecta para que vuelvan a verse─. Habló fuerte, sin contener su felicidad─. Tienes que venir con nosotros el sábado en la noche.
Rosalie fingió una sonrisa, apenas comprendiendo lo que su amiga comentó. A ella no le gustaba salir de noche, y no recordaba a nadie llamado Caleb. No quería arriesgarse a que algo malo le pueda pasar, y tampoco se sentiría cómoda en una fiesta llena de desconocidos.
─No lo sé─; suspiró, pasando saliva con dificultad─. No creo que sea una buena idea...
─Amy, a ti teníamos que arrastrarte para sacarte de las discotecas─. La interrumpió, entre risas─. Además, piensa que esto te hará bien─. Aseveró─. Has pasado por cosas horribles desde el accidente. Mereces salir, divertirte, bailar; y olvidar toda la mierda de los últimos meses. Por favor, anímate a venir con nosotros─. Mencionó, en tono suplicante.
Rosie asintió con lentitud, buscando una excusa. Ella no quería salir.
─Lo voy a pensar y te aviso─. Mintió, esperando zanjar la discusión.
─Genial; técnicamente, es un sí─. Cheryl sonrió─. En cualquier caso, me confirmas entre hoy y mañana; así puedo hablar con Caleb y los tres nos ponemos de acuerdo─. Pidió con amabilidad, sacando la billetera de su bolso─. Sí tienes mi número, ¿verdad?
Rosalie negó. El único contacto que tenía, era el de su madre.
─No, y tampoco he podido aprenderme el mío─. Ladeó la cabeza, sacando su celular─. Pero, al fin tengo un teléfono─. Sonrió─. Frances me lo compró hace dos días.
Cheryl tomó el móvil de su amiga, y se dispuso a guardar su número.
─Quién diría que tu madre cumpliría alguna de sus promesas─. Masculló, examinando el nuevo equipo de su amiga─. No es tan bonito como el anterior; amaba la cámara que tenía─. Se quejó, en voz baja─. Es una lástima que tu celular se haya destruido en el choque.
Rosie no dijo nada, y se limitó a observar a la chica. Ella sabía las posibilidades económicas de Frances, y agradecía lo que le podía dar. No estaba en condición de exigirle algo, y tampoco se sentiría bien haciéndolo. Rosalie guardó su teléfono en la cartera tras varios minutos; poniéndose de pie cuando su amiga le hizo una seña.
Cheryl pagó la cuenta y se colocó la chaqueta que tenía antes de salir del local. Ya había oscurecido.
─Escucha, ya me tengo que ir. Liam me está esperando en un hotel a dos calles de aquí─. Comentó, revisando la hora en su celular─. ¿Puedes regresar sola a tu casa?
Rosalie negó, asustada. Ella no tenía la más mínima idea de cómo volver.
─Ni siquiera tengo dinero para irme─. Musitó.
Cheryl asintió con tranquilidad, y le ayudó a conseguir un taxi. Lo dejó pagado, antes de despedirse de su amiga y alejarse caminando. Amelie estaba cambiada, y ella no quiso dejarla sola. Habían sido amigas desde la primaria, y sentía que debía apoyarla hasta que termine de recuperarse del accidente. Pocas personas tenían suerte de sobrevivir a algo como eso.
Rosalie disfrutó el silencio del viaje de regreso, observando el paisaje por la ventana. A pesar de algunas cosas de su personalidad, Cheryl le había caído bastante bien. Resolvió que sería bueno confiar en ella, y tener a alguien con quien conversar. Rosie estaba segura que no iría a la fiesta, pero le gustó tener su número para comunicarse más rápido con ella. Disfrutó la conversación que tuvieron sobre Amelie, y esperaba conocer más de su nueva vida a través de Cheryl.
Rosie abrió la puerta con cuidado, limpiándose los zapatos al entrar. Sintió un olor extraño venir de la cocina, y temió haber dejado algo enchufado antes de irse. Avanzó con rapidez, viendo a Frances bajar la escalera, con una expresión de preocupación.
─Madre, buenas noches─. La saludó, dejando su bolso en la sala─. No sabía que llegarías temprano hoy─; comentó, entrelazando sus manos─. Lamento no haber preparado nada para cenar─. Se disculpó, pero ella no tenía hambre.
Frances destapó una olla, dejando salir vapor mezclado con humo. Acababa de quemar las papas.
─No te preocupes, Amy. Yo intentaba hacer algo, pero creo que no se va a poder─. Repuso, sin voltear a verla─. ¿De dónde vienes?
Rosie tomó una liga que encontró sobre la mesa, y empezó a trenzar su cabello; retrocediendo un poco. El olor la ahogaba.
─Cheryl me invitó a una cafetería─. Le contó, sonriendo─. Estuvimos en el centro.
Frances hizo una mueca al oírla, y puso la olla bajo la llave del fregadero. No le gustaba que Amelie frecuente a esa chica.
─Me hubiera gustado saber que saldrías─. Se cruzó de brazos─. Pero, no hablemos de eso ahora. Amy, te tengo buenas noticias─. Le sonrió.
Rosalie no supo cómo reaccionar, y mojó sus labios. Por algún motivo, oír eso la aterró.
─¿Qué pasó, madre? ─Consultó.
Frances cerró la llave, aclarando su garganta antes de hablar.
─Me encontré con el señor Mayers cuando regresaba del trabajo─. Mencionó, feliz─. Él me dijo que necesita personal para el volanteo, y está dispuesto a olvidar lo que hiciste y devolverte tu trabajo.
La respiración de Rosie se detuvo unos segundos, consternada. Ella nunca antes había trabajado.
─No entiendo─. Susurró sincera, esperando una explicación.
La mujer sonrió, acercándose a su hija.
─Él sintió pena por lo del accidente, y va a disculparte por tirarle todos los volantes en la cara el día que renunciaste─. Ella rio─. El trabajo es tuyo.
─Pero, madre─. Titubeó, negando con la cabeza─. Yo no quiero trabajar─. Musitó, esperando que ella no se moleste. Sus verdaderos padres le enseñaron a ser siempre obediente.
Frances sintió el nerviosismo en las palabras de Amelie, y colocó una mano en su hombro. Sabía lo difícil que podía llegar a ser trabajar después de estar varios meses descansando, pero era la única opción que les quedaba. Las deudas aumentaban con cada día que pasaba.
─Se nos está acabando el dinero, y lo que gano no es suficiente─. Aseveró, viéndola a los ojos─. Además, solo es volanteo; ya sabes cómo hacerlo─. La abrazó, tratando de calmarla─. Mañana me darán tu uniforme; y comenzarás el martes de la próxima semana.
Rosalie respiró profundo, intentando procesar lo que escuchaba. Eso no podía ser posible; ella no quería trabajar. Subió las escaleras pesadamente, pensando en lo mucho que cambiaría su vida cuando comience con el volanteo. Ni siquiera sabía qué era eso, pero ya presentía que cualquier cosa podría salir mal. Si Amelie se peleó con su jefe, debió ser por algo.
Rosie se sentó en su cama, recordando las palabras de Cheryl. Después de lo que acababa de enterarse, ir a una fiesta ya no sonaba como una mala idea. Ella adoraba bailar, y esperaba que las celebraciones en ese mundo fueran iguales a las de Sarauta. Todo se volvía diferente, y solo le quedaba adaptarse a esa nueva realidad.
La joven tomó su celular, esperando no arrepentirse del mensaje que escribiría. Ella necesitaría relajarse antes de comenzar a trabajar.
«Cheryl, soy Amelie.
Acepto. Sí saldré el sábado con ustedes.
Te espero en mi casa. Solo te pido, que no me vayas a dejar sola.»
¡Hola!
¿Qué les pareció el capítulo de hoy?
¿Alguna teoría sobre lo que podría pasar en la fiesta?
Espero les haya gustado y nos estamos leyendo pronto. No se olviden de votar y comentar porque eso me ayuda mucho a seguir creciendo.
Por cierto, ¿les gustaría que hiciera un grupo de lectores en Facebook?
¡Cuídense!
Un abrazo ✨
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