CAPÍTULO 39
Amelie se sentó sobre una de las mesas de piedra, cruzándose de piernas. Observó con asombro el paisaje, suspirando ante la imponencia del lugar. Era más grande que el Campo de las Estrellas, pero no más bonito. El pasto estaba seco en muchas de las zonas, y casi no habían flores. Después de todo lo que escuchó, el Prado de la Luna no era como lo imaginó.
Los jóvenes salieron a las ocho de la mañana del castillo, y cabalgaron hasta aquel lugar. Amelie mejoraba cada día más, y ya no necesitaba que Tristán ate una cuerda adicional a su caballo. La espalda todavía le dolía debido al trote del animal; sin embargo, ella prefirió ignorarlo. Quejarse solo la desconcentraría, y le impediría galopar a mayor velocidad.
Tristán sugirió que se separen una vez que bajaron de los caballos; tratando de abarcar más espacio. Amelie asintió, y permaneció en la zona principal; buscando alguna pista en las estructuras de piedra. Usó la manga de su capa para limpiar parte de las mesas y sillas; sin encontrar nada bajo el polvo. Eran simples rocas, ensambladas con mucha precisión; pero no tenían nada escrito. No había jeroglíficos, runas o letras; ni un nuevo código por descifrar. Solo un callejón sin salida.
Tristán se alejó, y empezó a revisar los alrededores, esperando captar algo que no vio las veces anteriores. Salvo algunas zonas donde el pasto parecía haber sido quemado, todo estaba igual que siempre. Él bufó, pateando varias rocas pequeñas en el suelo. Tristán suponía que el portal podía moverse, pero no comprendía por qué jamás volvió a aparecer en el Prado de la Luna después del accidente. Quizás, este se regía a sus propias reglas, y no se abría dos veces en el mismo lugar.
El joven regresó junto a su amiga casi una hora después, agobiado por no hallar nada nuevo. Tristán esperaba que Amelie hubiese tenido más suerte que él.
─¿Encontraste algo? ─Preguntó.
Amelie negó con la cabeza y se acomodó en su asiento.
─Revisé hasta debajo de las mesas─. Bufó, elevando la voz para que él la escuche a la distancia─. No hay nada aquí.
Tristán maldijo por lo bajo, llegando a su lado. Acababan de perder medio día, y no conseguían más información.
─Todo esto es una mierda─. Masculló, sin contenerse más─. Es la cuarta vez que estoy aquí, y sigo sin encontrar rastros del portal.
Amy detectó la frustración en sus palabras, y lo comprendió. Él llevaba más tiempo buscando el portal, y entendía cómo debía sentirse por no obtener nuevas pistas. Ella lo tomó de la muñeca, jalándolo con suavidad para que se siente a su lado. Se notaba agitado.
─Esta es la primera vez que vengo; pero hay muchas cosas que no entiendo─. Habló varios minutos después, ordenando sus ideas─. Si el portal se abrió aquí la primera vez, ¿por qué ahora ya no está? ¿Cómo vamos a encontrar algo de lo cual no tenemos la más mínima seña?
Tristán se encogió de hombros, sin tener una respuesta para darle. Él venía haciéndose las mismas preguntas desde que empezó su búsqueda, meses atrás. Cada día que pasaba, las cosas se enredaban aún más.
─El otro portal debió abrirse en tu castillo. Si no, tú no estarías aquí─. Razonó─. Yo creo que debe moverse; o aparecer y desaparecer siguiendo algún patrón.
Amelie relamió sus labios, pensando en lo que Tristán dijo. Rosalie había caído por las escaleras el día del accidente; y luego, ella apareció en ese lugar. La poca información que tenía se mezclaba en su mente; confundiéndola demasiado. Si querían volver a la realidad; ambos necesitaban descubrir con certeza qué era lo que ocurría.
─Nada de lo que pasa tiene sentido─. Murmuró, tirando la cabeza hacia atrás─. Todo en esta isla parece un laberinto.
Tristán soltó un largo respiro, cruzándose de brazos. En más de una ocasión, llegó a pensar que el portal solo se podría abrir desde el mundo real; y se estremeció. Él temía que ellos tuvieran que quedarse en el Valle por siempre; pero resolvió no decirle nada a Amelie. No quería preocuparla.
─Ya me estoy cansando de esto.
Ella asintió, y acomodó su cabello; carraspeando.
─Yo también─. Suspiró─. Por momentos, solo quisiera gritar, y olvidarme de todo.
Amelie sonrió cuando terminó de hablar; cayendo en cuenta que estaban solos, y no había nadie que los escuche. Se levantó con cuidado, parándose sobre la mesa, y estiró los brazos; preparándose para lo que haría. Amy tomó una gran bocanada de aire, antes de gritar con todas las fuerzas que tenía.
Tristán bajó de la mesa al escucharla, confundido. Él la observó fijamente, sin entender su reacción.
─¿Qué haces? ─Curioseó entre risas.
─Gritar─ dijo obvia─. Ven, haz lo mismo─. Le sonrió, extendiéndole la mano.
─¿Por qué?
─Solo hazlo─. Insistió, poniéndose en cuclillas para verlo a los ojos─. Te vas a divertir.
Tristán sacudió la cabeza, y subió junto a Amelie; sin creer lo que iba a hacer. Se aclaró la garganta, y gritó; tal y como su amiga le dijo. Ambos jóvenes reían mientras vociferaban palabras que no tenían sentido. En ese breve instante, todos sus problemas desaparecieron.
─Si alguien nos ve, pensará que estamos locos─. Tristán bromeó, sentándose de nuevo.
─Ahora somos los reyes─. Amy le recordó, sonriéndole─. Tenemos derecho a estar locos.
Amelie regresó a su lugar; recostándose en el brazo de Tristán. Ella se sentía más relajada, y ansiaba cerrar los ojos un momento. El ajetreo de la mañana la había cansado. Tristán giró el rostro levemente para verla, sorprendido por la facilidad con que Amelie se acomodaba a su lado; y decidió no decir nada. Permaneció quieto para no molestarla; elevando la vista al cielo. Las nubes estaban negras, y cubrían por completo al sol. Él respiró lento, disfrutando el silencio del lugar.
Tris analizó una vez más los hechos, buscando una conexión real entre los mundos. Lo único que podría ayudarlos, sería descifrar el código de la estela. Él esperaba encontrar en la biblioteca un libro que les facilite traducirlo; o algo que los ayude a abrir un nuevo portal. Las cosas empezaban a cambiar en su interior, y no se arriesgaría a quedarse más tiempo del necesario.
─¿Qué es lo primero que harás cuando regresemos? ─Preguntó Tristán distraído después de un rato, moviendo un poco el hombro para llamar su atención─. Obviamente después de vender todo lo que te vas a llevar─. Rio.
Amelie se acomodó en su lugar, manteniéndose sobre el brazo de Tristán. Ella sonrió por su comentario, y pensó en la pequeña fortuna que estaba amasando. Ahora tenía más joyas para vender, y pensó que necesitaría una maleta bastante grande para guardar todas las cosas que quería llevarse al mundo real.
─No lo sé─. Se encogió de hombros, y carraspeó─. Supongo que me iría muy lejos; quizás a la capital. Todo depende del dinero que consiga─. Afirmó, esperando que nadie hubiese tomado el efectivo que guardaba en el banco.
─¿Planeas dejar atrás toda tu vida? ─Curioseó.
Amelie asintió, alejándose un poco para verlo. Ella no necesitaba pensar mucho en la respuesta a esa pregunta. Estaba convencida que era lo mejor.
─No es mucho lo que dejo─. Respondió cansada─. Además, es muy probable que ni siquiera tenga un hogar al cual llegar cuando volvamos─. Suspiró, recordando la pelea que tuvo con su madre la mañana del accidente.
Tristán se intrigó por lo que dijo, confundido. Supuso que Frances estaría planeando vender la casa, y le pareció extraño no haber escuchado sobre eso antes.
─¿A qué te refieres? ─Inquirió, sin saber si su teoría era cierta.
Amy negó con la cabeza, buscando desviar la conversación. El día era muy bonito, y ella no quería ponerse triste por pensar en todos los problemas que tenía. No le daría a Frances el poder de arruinar su mañana.
─No es nada importante; olvídalo─. Fingió una sonrisa para tranquilizar a su amigo─. Y tú, ¿qué harás?
Tris suspiró, y pasó una mano por su cabello. Había tantas cosas que quería hacer cuando volviera, que no sabía por cuál empezar.
─Lo primero sería ver a mi familia; los extraño demasiado─. Expresó, contento─. Hablaría con mi madre, con mi padre y con Gael─. Numeró con los dedos─. Y también me pondría al día en la universidad con todo lo que ha pasado estos meses. Aún no estoy seguro si el tiempo aquí avanza de la misma forma que allá.
Amy asintió despacio, pasando saliva con dificultad. Por momentos, envidiaba tener una familia como la de Tristán. Ella se encogió de hombros, sin saber tampoco cómo funcionaba la diferencia horaria entre ambos mundos.
─Quizás, regresemos en el mismo instante que nos fuimos─. Teorizó, recordando algunas de las películas que vio.
─¿Al auto, en la carretera? ─Consultó, esperando que su amiga tuviera razón. Él temía que hubiesen pasado meses desde que desaparecieron en su mundo.
─Sí; después de esquivar la roca─. Amy acomodó su cabello, y se cruzó de brazos─. ¿Crees que aún lleguemos a tiempo para mi entrevista? ─Bromeó.
Tristán rio por su pregunta, y pensó en la pelea que tuvieron en el auto. Entre la búsqueda del portal, los problemas con sus familias, y los que causaba Patrick; se le había olvidado lo que ocurrió esa mañana.
─Con suerte y reiniciamos el día─. Musitó─. Haría todo lo posible por evitar el accidente, o trataría de convencer a mi madre para que no me obligue a llevarte.
Amelie calló un momento, intentando imaginar un escenario diferente. Si ella tuviera la posibilidad de reiniciar el día, jamás hubiese ido a la casa de Tristán. De saber todo lo que pasaría, ella habría preferido quedarse a dormir un par de noches en la casa de Cheryl, y rehuir de los problemas.
─Y, ¿solo hablarás con tu familia cuando volvamos? ─Preguntó, tratando de retomar la conversación─. ¿Nunca planeaste viajar, o hacer algo más?
Tris se encogió de hombros, haciendo un gesto despreocupado. Su vida era sencilla, y no pensaba irse en un futuro cercano. El único viaje en que quiso participar, fue en el intercambio estudiantil que se realizaba con tres universidades del extranjero. Tristán planeaba postular al programa a inicios de mayo; pero necesitaba ser de los primeros puestos en su carrera para que lo seleccionen. Él debería estudiar demasiado cuando vuelva, y buscar ayuda para acoplarse con facilidad a las clases.
El joven recordó a su novia después de mucho, y el hecho que también deseaba participar en el intercambio. Él rio; cayendo en cuenta que no había pensado en ella desde que llegó a la isla.
─Supongo que también buscaría a Harmony y hablaría con ella─. Mencionó tras una breve pausa, prefiriendo evitar el tema de la universidad─. Ella estará preocupada por no saber de mí en todo este tiempo.
─¿Harmony? ─Preguntó Amelie, ladeando la cabeza.
─Mi novia─. Él explicó─. Conversé con ella el día previo al accidente; y se suponía que iría a su casa después de llevarte a la entrevista.
Amy levantó las cejas, fingiendo asombro.
─Quién lo diría─. Exclamó─. Jamás pensé que habría una chica en tu amargado corazón─. Rio, hincándolo en el pecho con el índice.
Tristán negó con la cabeza, cruzándose de brazos.
─No lo dije para que te burles─. Habló serio─. Apenas estábamos comenzando.
─No era burla; es solo que me parece tierno que pienses en tu novia─. Respondió sincera.
Tristán fingió una sonrisa; sintiéndose extraño por haber olvidado a Harmony en todo ese tiempo. Resolvió no darle más vueltas al asunto, y carraspeó.
─Y, ¿qué hay de ti? ─Consultó, girando para verla─. ¿Tienes novio?
Amelie negó, riendo por la pregunta. Hacía mucho no usaba etiquetas en sus relaciones. Pensó en Caleb, y en lo que él estaría haciendo en esos momentos. Ellos llevaban varias semanas viéndose, y él le gustaba; pero no podían considerarse pareja.
─Tenía un saliente, pero no era algo formal. Ni siquiera sé si él se enteró que desaparecí─. Explicó despreocupada, tiritando levemente debido al frío─. Joder, creo que debí traer guantes─. Susurró, frotando sus manos─. Me estoy congelando.
Tristán agachó la vista, notando un suave temblor en las manos de Amelie. Se movió un poco en su lugar, estirando el brazo izquierdo. Tomó la mano de Amelie, entrelazando sus dedos con los de ella; estaba helada. Él notó que Amy giró el rostro, y lo vio a los ojos.
─No es mucho, pero...
─No, está bien─. Ella lo interrumpió, esbozando una sonrisa─. Gracias.
Amy volvió a recostarse en el hombro del chico, escaneando el campo una vez más. El Prado de la luna irradiaba paz, y ella quería disfrutar la tranquilidad que se respiraba. Aunque le encantaba tener sirvientes para todo; la gran cantidad de personas que vivían en el castillo incomodaban a Amelie de vez en cuando. Lo único que echaba de menos de su hogar, era el silencio.
─¿Quieres irte ya? ─Preguntó Tristán, captando su atención─. Recuerda que necesitamos ir a la biblioteca.
Amelie negó con la cabeza, y carraspeó.
─Un minuto más─. Pidió, viendo el pasto─. La biblioteca puede esperar.
Tristán apoyó su cabeza sobre la de Amelie, calmado. Ella no era tan mala como pensó al inicio, y comenzaba a disfrutar de la amistad que estaban formando.
─De acuerdo.
Pasaron veinte minutos antes que Amelie y Tristán bajen de las mesas, y continúen su trayecto hacia la biblioteca principal del Valle. Cabalgaron con calma, conversando de cosas sin importancia. El camino era largo; pero el frío empezaba a menguar.
La biblioteca se encontraba en el centro de la ciudad, a medio kilómetro del mercado. Las calles eran anchas; pavimentadas con adoquines de piedra de forma irregular. Los puestos del mercado se hallaban desordenados, y no contaban con las condiciones higiénicas básicas. La mayoría de mercaderes eran ambulantes, y se acomodaban en donde encontrasen espacio. Parecía que ninguno de los reyes anteriores se había preocupado por mejorar la situación de los comerciantes.
Ambos jóvenes tuvieron que encargar los caballos en la entrada, y continuar a pie. Los animales no podían atravesar el lugar debido a la gran cantidad de personas atiborradas en las calles. Tristán había insistido en ir sin coronas, esperando que los pobladores no los reconozcan. Sin embargo, casi todas las personas se acercaban a ellos a saludarlos, y hacer reverencias. Amy les sonreía, feliz del cálido recibimiento que les dieron. Le gustaba ser el centro de atención.
Una florista se acercó presurosa a Amelie, llevando en sus manos una corona tejida con flores blancas y lilas. Se agachó frente a ella, cortándole el paso.
─Usted siempre debería llevar una corona, mi reina─. Dijo con humildad, entregándole el presente.
Amy sonrió con verdadera alegría y aceptó la corona; agradeciéndole a la mujer. Ella le pidió a Tristán que le ayude a colocársela, y acomodó su cabello. A pesar de la sencillez, ese era de los mejores regalos que había recibido en mucho tiempo.
Tristán ladeó una sonrisa, viendo la emoción con que su amiga lucía el obsequio. Quiso decirle algo; pero una mano jalándolo con fuerza del brazo, lo detuvo. Él se giró, observando a una mujer de contextura ancha, alzar una gallina. Tris se asustó cuando ella se la dio, y apenas si pudo sostenerla. Le agradeció entre titubeos; haciéndole señas a Amelie para que caminen a más velocidad. Él no quería más regalos extraños.
─Deja de burlarte, por favor─. Susurró, escuchando la risa de Amy. Él ajustó el agarre; tratando que no se escape el animal─. Además, ¿qué se supone que haré con una gallina?
Amelie se encogió de hombros, soltando una carcajada. La expresión en el rostro de Tristán era invaluable.
─¿Una sopa?
Tristán rio con sorna, sacudiendo la cabeza. Trató de calcular el peso del animal, moviéndolo entre sus manos; y supuso que sí daría buen caldo.
─Vamos rápido a la biblioteca, antes que trate de picotearme─. Pidió.
Amy asintió sonriendo, avanzando al mismo ritmo que Tristán. Era la primera vez que ella iba al mercado, y se cruzaba con las personas más humildes de Kauyen. Le gustó sentirse querida por el pueblo, y que todos conocieran su nuevo nombre. Nunca antes hubo tanta gente feliz de verla. La fama era buena y mala a la vez.
Un pequeño tumulto se formó varios metros delante de ellos, cerrándoles el paso. Más personas comenzaban a acercarse, creando un círculo cerrado. Todos agachaban la cabeza, observando algo tirado en el suelo. El barullo que causaban crecía a cada segundo, haciendo imposible entender qué sucedía. Tristán y Amelie se detuvieron, sin alcanzar a ver qué era lo que estaba en el piso.
─¡AYUDA! ─Una voz femenina clamó, haciéndose oír sobre el ruido─. ¡AYÚDENME, POR FAVOR!
Tristán se alertó; pensando que le estaban haciendo algo a la joven que gritó. Le dio la gallina a Amelie, y se acercó presuroso al círculo; abriéndose paso entre los pobladores. Había una mujer en el suelo; inconsciente. Él se arrodilló a su lado; pidiendo que las personas se alejen un poco, mientras pensaba qué hacer.
─¿Qué pasó? ─Preguntó al aire, esperando que alguien le responda.
─Mi madre se desmayó─. Repuso una adolescente a su lado, sollozando─. No logro hacer que se despierte.
Tristán asintió, y tomó a la mujer por la muñeca. Se preocupó al notar que no tenía pulso, y temió que muriese. Él trató de recordar las clases de primeros auxilios que llevó; pero los nervios hicieron que su mente se ponga en blanco. Se concentró lo más que pudo; sintiendo una idea llegar. Tristán sabía que que lo único que podría salvar a esa señora, era darle RCP. Él repasó los pasos de la técnica, y respiró profundo, acercándose más a ella. No dejaría que fallezca.
La mujer abrió los ojos minutos después, y empezó a toser con fuerza, llorando. Tristán se puso de pie, alejándose para que ella pueda respirar. Sonrió al ver que la mujer estaba bien, y abrazaba a su hija. Era la primera vez que hacía eso con una persona de verdad, y no con los maniquíes del laboratorio. Todavía se sentía nervioso, sin creer que realmente le había salvado la vida.
─¡El rey es un héroe! ─Exclamó uno de los presentes─. ¡Que viva el rey Dominic!
Los demás pobladores se sumaron a los vítores, felicitándolo por su hazaña. Tristán permaneció inmóvil en su lugar, y les sonrió; terminando de asimilar todo. Aquella mujer había sido su primer paciente; y pensó que necesitaba regresar al mundo real para terminar con la carrera. Él quería ayudar a las personas; pero solo lo lograría cuando se gradúe de cirujano. Ahora más que nunca ansiaba hallar el portal.
El joven se despidió con un gesto de mano, y buscó a Amelie con la vista. Ella le sonreía y se acercó a él, avanzando entre la multitud. Amy le devolvió la gallina, y entrelazó su brazo con el de él. Lo felicitó, antes de continuar hasta la biblioteca. Ya faltaba poco para que lleguen.
El encargado del lugar los recibió con solemnidad, dándoles un recorrido por el recinto. Tristán le explicó qué clase de libros buscaban; y caminó junto al hombre, revisando los anaqueles. La biblioteca era más grande de lo que pensó, y halló más de siete libros que hablaban de las runas. Amy tomó dos que trataban de la historia completa del Valle, y cómo llegaron los primeros colonizadores, de un continente al norte de la isla. En alguno de esos libros, debía estar la respuesta a sus problemas.
El bibliotecario les obsequió un morral para que pudiesen llevar las obras, y les pidió que las devolviesen cuando terminen. Amelie le agradeció al momento de salir, y regresar al castillo. Había sido un largo día, y ella empezaba a tener hambre. Tristán la ayudó a subir al caballo; acomodando el morral en el regazo de su amiga. Él se encargaría de llevar a la gallina, y le sería complicado montar con una sola mano.
El regreso se sintió más rápido, y Amelie disfrutó sacarle ventaja a Tristán, cabalgando más rápido que él. Tris recordó el atajo que Brad le enseñó la primera vez que salieron al Prado de la Luna; y volvieron por ese camino. Ambos tenían prisa por llegar.
Amy ingresó primero, después de saludar a Chadburn. Él seguía molestándose por sus escapadas del castillo, pero ya no les llamaba la atención.
─Me iré a dar una ducha─. Anunció ella, colocando los libros en el recibidor─. ¿Puedes ordenar todo en el estudio?
Tris asintió, dirigiéndose a la cocina para dejar la gallina con las empleadas. Ya no soportaba cargar con el animal.
─No te preocupes, yo me ocupo de todo.
Amelie le encargó a Lina conseguir agua caliente para su baño, y llevarla cuanto antes a su habitación. Ella subió las escaleras despacio, cansada por todo el trajín. Después de almorzar, tomaría una larga siesta. La lectura podía aplazarse hasta el día siguiente.
La joven ingresó al comedor después de arreglarse, y se ubicó en su lugar. Ella se distrajo jugando con los cubiertos de la mesa, cuando escuchó un ruido cerca suyo. Tristán avanzó hacia ella con paso cansino, y frotó sus ojos. Se notaba que también tenía sueño. Él se sentó en su puesto, al lado de Amy, e hizo una seña para que los empleados comiencen a servir la comida. Amelie lo observó con detenimiento, creyendo que se veía más atractivo. No sabía por qué, pero le gustaba verlo con el cabello mojado.
El almuerzo fue bastante silencioso, y Amelie se estremeció. Por un instante, ella se sintió incómoda.
─Tris, ¿estás bien? ─Preguntó, viendo un gesto de inquietud en su rostro─. Te noto extraño.
Tristán asintió, acomodando su cabello; y elevó la vista.
─Son cosas mías, no me hagas caso─. Habló sin mucho convencimiento.
─¿Estás seguro? ─Curioseó Amy, cruzándose de brazos─. Vamos, dime qué te pasa.
Tristán soltó un largo respiro, y dejó el tenedor sobre la mesa. Tenía muchas cosas en la cabeza, y sabía que Amelie era la única con quien podría hablar de ellas.
─Estoy preocupado por lo que pasó en la mañana─. Confesó.
Amelie se extrañó, sin comprender su intranquilidad. Se levantó lentamente de la silla, acercándose a él por atrás. Lo abrazó por los hombros, recostándose cerca de su cuello.
─Tris, la señora estará bien; tú la salvaste─. Trató de animarlo, manteniéndose en la misma posición─. Fuiste un héroe allá; solo necesitas relajarte un poco─. Pidió, dándole un suave beso en la mejilla.
Tristán se tensó ante su tacto, pero no dijo nada. No se acostumbraba a que Amelie fuera tan efusiva de vez en cuando, y sintió cómo lo besaba de nuevo. Él suspiró, preparándose para lo que diría. El breve tiempo que estuvo solo le hizo cuestionarse muchas cosas.
─Es que me he puesto a pensar que la señora no fue la única que estaba en peligro─. Aseveró, consternado─. Hasta donde sé, muchas personas no se atienden porque no pueden pagar los honorarios de los doctores. O prefieren acudir con brujos y curanderos porque no confían en la medicina.
Amelie lo soltó despacio, y se alejó de él. Acomodó el mantel antes de sentarse sobre la mesa, frente a Tristán. Ella se cruzó de brazos, y lo vio a los ojos; esperando que él termine de explicarse.
─No comprendo─. Musitó.
Tris elevó el rostro, viéndola a los ojos.
─Escucha, sé que no nos quedaremos por mucho tiempo, y que mañana continuaremos con la búsqueda del portal. Sin embargo, hay algo más que quiero hacer antes de irnos─. Comentó con entusiasmo en la voz─. Algo por las personas de aquí.
─¿A qué te refieres? ─Consultó, colocando una mano en su hombro.
Tristán se levantó confiado de la silla; firme en lo que acababa de decidir. Sabía que ella lo apoyaría y ladeó una sonrisa. Era la primera decisión importante que tomaría desde que despertó en la isla.
─Amy, quiero construir un hospital.
¡Hola!
Antes que nada, muchas gracias por los 70k. Son los mejores 💕
¿Qué les pareció el capítulo?
¿Alguna teoría de lo que podría pasar?
Les mando un abrazo✨
Nos leemos pronto
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