CAPÍTULO 37

─¡QUE VIVAN LOS REYES DEL VALLE DE KAUYEN! ─Gritaron todos los asistentes, antes que las trompetas empiecen a sonar. 

Amelie y Tristán sostuvieron con fuerza el cetro que les dieron; elevándolo en el aire. Ellos sonrieron, sintiendo las ovaciones de los nobles del lugar. Oficialmente, se habían convertido en los reyes de toda la isla.

El encargado de oficiar la ceremonia los ungió con óleos, antes de colocarles las nuevas coronas. Thomas y Garfield le pusieron a sus hijos una capa de terciopelo rojo, como un símbolo que ellos les heredaban sus cargos y funciones. Las aseguraron con un broche de oro de forma circular; con un sol en el medio, rodeado de estrellas. Ese sería el nuevo emblema del reino; la representación de la fusión de ambas familias. Desde ese momento, Sarauta y el Valle de Kauyen volverían a ser uno solo. 

Amelie hizo un leve ademán con la mano, saludando a los presentes. Ella nunca imaginó que se quedaría en la isla hasta la coronación; pero amó la magnitud del evento. Todos la miraban con admiración, y ella solo atinó a sonreír. La nueva corona que le hicieron tenía incrustaciones de esmeraldas, y era mucho más hermosa que la anterior. Ese era el día más feliz que había tenido en mucho tiempo. 

Los jóvenes avanzaron hasta la mesa, tomando sus puestos al centro. El presentador pidió que todos guarden silencio, dando inicio con los números. El espectáculo de los juglares y trovadores duró más de una hora y media, y se dedicaron a entonar y recitar canciones populares del reino. El último de los trovadores que se presentó, había compuesto un poema sobre Dominic y Rosalie, y el hito que su matrimonio marcó en la historia de la isla. 

Amelie escuchó con atención cada palabra que el hombre dijo, sintiéndose halagada. Era la primera vez que alguien le componía algo y, aunque sabía que sus padres pagaron por ello, adoró el gesto. Esa fue la única composición que le gustó del espectáculo. La gran mayoría de canciones le parecieron tristes; creyendo que eran las que solían entonar en los funerales. 

La banda empezó a tocar minutos después de eso, dando inicio al baile. El banquete se serviría a las dos de la tarde, cuando los actores que se contrataron estuviesen listos para empezar. Un teatro musical sería la atracción principal de la celebración, y la presentarían mientras comían. 

Tristán y Amelie volvieron a abrir la celebración, bailando la primera pieza. Ambos avanzaron al centro del patio, con más confianza que la primera vez que les tocó bailar en público. Amy le dio la mano, ayudándolo a ubicarse en la posición para iniciar. Ya se habían acostumbrado a la forma que tenían de danzar en la isla; sin mantener contacto físico entre ellos. Amelie sostuvo la mirada de Tristán todo el tiempo, perdiéndose en sus ojos verdes; y ambos sonrieron. En ese instante, ese pequeño trance en que se sumieron, todo parecía más sencillo.

Ambos jóvenes permanecieron inmóviles en su sitio cuando terminaron; recibiendo las ovaciones de todos, sin romper el contacto visual. Amy demoró unos segundos en reaccionar a los aplausos, y alejarse de su amigo; apartando la vista de él. Volvió a saludar a los asistentes con un leve movimiento de mano, y retrocedió un poco al escuchar al presentador anunciar que los invitados podían pasar a la pista de baile. 

─Amy, necesito hablar con Thomas un momento─. Tristán susurró, ubicándose frente a ella─. Vuelvo cuando termine. 

Amelie asintió con tranquilidad, acomodándose la capa. 
─No te preocupes; yo veré unas cosas por aquí. 

La joven caminó con parsimonia por el jardín, admirando la decoración. Ella estaba feliz que sus padres dejaron de organizar las fiestas en la noche, y ahora las realizaban de día. Era más fácil observar todo con la luz del sol, y ya no debía esforzar la vista por las velas.

Amelie vio a un joven de pie, cerca de una de una de las esquinas del lugar. Él estaba solo y, a la distancia, pudo notar que era bastante atractivo. Ella lo había visto conversar con Tristán el día de la boda, y pensó en acercarse a platicar con él.

─Buenos días─. Saludó ella con cortesía, deteniéndose frente al chico.

Bradford se sobresaltó al escuchar a la reina saludarlo, sintiendo un leve nerviosismo al verla. Era la primera vez que hablaría con ella. 
─Su alteza, buenos días─. Contestó solemne, haciendo una reverencia. 

Amelie asintió, e hizo una venia. Ella examinó su rostro, sonriendo al tenerlo tan cerca.
─Tú eres amigo de Dominic, ¿verdad? ─Consultó, buscando iniciar una conversación.

Bradford ladeó la cabeza, dando un paso al costado. 
─Nos conocemos desde que éramos niños─. Relató, viéndola a los ojos─. Incluso, yo estuve presente el día del accidente─. Comentó distraído. 

La joven hizo un gesto de asombro; sabiendo a qué se refería. Ese fue el momento en que ambos llegaron a ese mundo; y quizás, podría ser la pista que los ayude a regresar. Tal vez, aquel chico sería capaz de darle algún dato nuevo. 

─¿Cuando cayó del caballo? ─Él asintió─. ¿Podrías contarme un poco más sobre lo que pasó? ─Pidió, intrigada─. Por favor.

Bradford asintió, tranquilo. La reina era más extrovertida de lo que creyó.
─Estábamos cabalgando en el Prado de la Luna, cuando él dijo vio una luz moverse a lo lejos. Trató de seguirla, pero el caballo se asustó y terminó cayendo─. Resumió, intentando no ahondar mucho en los hechos. Pensó que, si Dominic decidió no contarle toda la verdad, él no era quién para hacerlo.  

─¿Y tú viste la luz que él mencionó? ─Inquirió, con verdadera curiosidad─. ¿Sabes cómo es?

─No, lo lamento─. Sacudió la cabeza─. Yo solo vi a Dominic alejarse, y luego escuché el ruido que hizo al caer─. Explicó─. No alcancé a ver más.

Amy asintió, meditando sus palabras. Ella ya sabía eso, pero una gran interrogante se formó en su mente. Si Dominic vio el portal y trató de seguirlo; ¿en dónde se abrió primero? ¿En el mundo real, o en la isla? 

─Entiendo; gracias por la información─. Repuso tras varios minutos, sonriéndole─. Y, ¿qué posición tienes en el reino? ─Cuestionó después de observar su ropa con detenimiento─. ¿Duque? ¿Conde?

Bradford se sintió halagado por la pregunta; siempre le gustaba hablar sobre las tierras que heredaría. Sin embargo, el repentino interés que tenía la reina por conversar con él, seguía inquietándolo. 

─Me convertiré en el duque de Gealacht en dos semanas─. Sonrió tenso─. Me gustaría que ustedes dos pudieran venir a la ceremonia─. Pidió.

Amelie notó un leve temblor en la voz del chico, casi imperceptible. Él actuaba de forma extraña, como si estuviera incómodo por algo; y eso la irritó. 
─Dominic y yo estaremos felices de acompañarte─. Mencionó tranquila, terminando de ordenar las ideas en su mente─. Disculpa la curiosidad, ¿pero te encuentras bien? ─Inquirió, mojando sus labios y levantando una ceja─. Parece que algo te molesta. 

Bradford negó con la cabeza, tratando de actuar normal. Él no buscaba desairar o indisponer a la reina; pero tampoco deseaba tener problemas con su amigo. 
─No se preocupe, yo estoy bien─. Esbozó una sonrisa, pasando una mano por su cabello─. Pero, ¿a Dominic no le molesta que usted esté hablando conmigo? ─Consultó, sacando esa duda de su mente. 

Ella se encogió de hombros, frunciendo el ceño. Ahora comprendía la actitud del muchacho. 
─¿Por qué habría de molestarse? ─Preguntó, fingiendo no entender lo que decía.  

─Dominic puede llegar a ser muy celoso─. Repuso Brad, bajando la voz─. Nunca dejó que su última novia se acerque a mí, o a ningún otro chico. Él es mi amigo, pero no quiero malentendidos con él.

Amelie asintió lentamente, cansada. Tristán no mintió todas las veces que dijo que las personas solían temerle. Él había terminado dentro del cuerpo de un idiota. 

─No te preocupes, Dominic y yo ya hemos hablado de eso. Todo está bien─. Ella sonrió, intentando aligerar la tensión─. ¿Le gustaría bailar una pieza para olvidar este momento?

Brad negó con pena. La reina era muy bonita; pero él no se arriesgaría. Si Dominic fue capaz de enviar a la guardia real a sacarlo de su castillo, solo para pedirle un favor; no quería imaginar lo que le haría si lo descubría bailando con su esposa.

─Lo lamento, su alteza, pero creo que no sea pertinente─. Se disculpó, agachando la cabeza─. Espero no se moleste por mi respuesta. 

Amelie negó, evitando hacer una mueca y perder la compostura. Lo mejor sería que se fuera de ahí.  
─No se preocupe; de todas formas, hay cosas que debo revisar. Con permiso.

Amy se despidió, y continuó caminando por el jardín. Dio casi una vuelta completa al lugar; llegando a donde se encontraba sentada su familia. Vio a Annie distraída, jugando con el cetro, y elevándolo en el aire. Ella sabía que era la primera vez que su hermana veía uno; Garfield no las dejaba tocar el que tenían en casa. Según él, estaba envenenado. 

─No deberías tocar las cosas ajenas sin permiso─. Bromeó Amy, a escasos metros de Annelise. 

La chica se sobresaltó al oír la voz de su hermana, girando de inmediato. Soltó el cetro por el susto, viendo cómo Rosalie se movía rápido para atraparlo antes que cayera al pasto. Sintió vergüenza por su descuido; pero se le olvidó todo lo que tenía en mente cuando ella la abrazó. 

─Yo, yo lo siento... 

─Annie, era un chiste─. Amelie la interrumpió, volviendo a darle el cetro─. Sabes que jamás me molestaría contigo. 

Annelise rio, llevando la vista a la corona de Rosalie; se veía más bonita de cerca. En todos los días que se quedó dentro del castillo; su padre y el rey Thomas mantuvieron en secreto el diseño de las coronas. Querían dejar la sorpresa para la ceremonia. 
─No puedo creer que ya seas la reina─. Habló emocionada─. Dime, ¿cómo se siente?

─Mejor de lo que esperaba─. Amelie confesó, orgullosa─. Al inicio, quise convencerme que sería un día normal; pero adoro sentir la corona en mi cabeza, y esta celebración es más de lo que alguna vez imaginé─. Habló sincera, con un brillo en los ojos. 

Annie vio con orgullo a Rosalie; sonriéndole. Después de todo lo que pasó, ella merecía esa felicidad. 
─Rosie, este es tu momento─. Le recordó, tomándola del brazo con cuidado─. Te has preparado toda la vida para esto. Disfrútalo. 

Amelie sonrió, evitando soltar un par de lágrimas, emocionada. Ella extrañaría demasiado a Annelise cuando vuelva al mundo real.
─Muchas gracias, Annie─. Asintió─. Y tú, disfruta jugando con el cetro─. Se rio─. Te lo presto. 

─¿Lo dices en serio? ─Consultó la chica, elevando la vista─. ¿Y si se me cae?

─En ese caso, te decapito─. Amelie bromeó, soltando una carcajada─. Ya vuelvo─ Amy avisó, despidiéndose─. Ten cuidado.

Annelise rio junto con su hermana, sosteniendo el objeto con fuerza. El cetro tenía una bola de amatista en la parte superior, y el mango era de oro puro. Era parecido a las varitas mágicas que tenían las hadas de los cuentos que leía. 

¿A quién espiaremos hoy? ─Preguntó una voz gruesa en su oído, asustándola. 

Annie soltó el cetro de la impresión, girando para ver quién le habló. Kenneth se apresuró a tomarlo en el aire, rozando la mano de la chica. Evitó que se cayera, y rio por la expresión de Annelise. Se notaba bastante molesta. 

─¡Dios! ─Ella exclamó, enojada─. Kenneth, ¿por qué haces eso?

Él rio, encogiéndose de hombros. 
─No lo sé. Creí que sería divertido venir a conversar contigo. 

Annie rodó los ojos, tomando el cetro de su mano. 
─Pues no lo hagas más─ pidió, achicando los ojos─. No me gusta que me asusten.  

Kenneth volvió a reír, y pasó una mano por su cabello. Annelise se enojaba con facilidad, y eso lo divertía. Ella necesitaba relajarse más. 

─¿Hoy espiaremos a alguien? ─Preguntó de nuevo─. Quiero ayudar. 

Annelise negó, divertida. No sabía por qué, pero la pregunta le pareció graciosa. 
─No voy a espiar a nadie─ respondió, viéndolo a los ojos─. Pero tú deberías dejar de seguirme. 

Ken acarició su rostro, elevando su mentón. 
─En ese caso, concédeme una pieza de baile─ propuso con una sonrisa─. Tú, yo, y el cetro. ¿Qué dices?

Annie sintió su rostro enrojecerse, y retrocedió un paso. Dio una rápida mirada al lugar, notando a Rosalie caminar por entre las mesas, y a sus padres conversar entre ellos. Annelise esbozó una sonrisa, asintiendo levemente. Disfrutaba bailando con él. 

Amelie divisó a lo lejos que Tristán había terminado de hablar con Thomas, y se acercó a él. Avanzó con cuidado para no chocar con las personas que estaban bailando, y llegó a su lado; haciéndole señas para que caminen hasta una de mesas con bocadillos. Le agradaba que la música no fuera tan fuerte, y ella no estuviese obligada a gritar. 

La chica observó los postres sobre la mesa, y tomó un panecillo con glaseado de colores. 
─¿Qué te dijo tu padre? ─Preguntó ella, recostándose sobre el tablero─. ¿Tienes alguna novedad?

Tristán soltó un respiro cansado, frotando sus manos. 
─Lo único que tengo, son malas noticias─. Resopló, apoyando una mano sobre la mesa─. Demorarán dos semanas más en terminar los mapas. 

─¿Qué? ¿Lo dices en serio?

El joven asintió, frustrado. 
─Apenas ayer terminaron de cubrir toda el área de Kauyen, y en un par de días comenzarán con Sarauta─. Explicó, girando para tomar un panecillo también─. Thomas dijo que las lluvias, y la gran cantidad de bosques que hay aquí dificultó el trabajo de sus empleados. 

Amelie elevó la vista, examinando el cielo. Hacía frío, pero ella agradeció que no haya garuado ese día. El clima permanecía tranquilo. Ella pasó un dedo por el glaseado del postre para probarlo, y le gustó. Era bastante dulce, y sabía a fresa.  

─Por suerte, el cielo no está tan nublado─. Comentó─. Espero se mantenga así por el resto de la semana. 

─Yo también; sino, esas lluvias van a retrasarnos a nosotros también─. Tris mordió el panecillo, masticándolo despacio─. Y, ¿qué hay de ti? ─Preguntó después de varios minutos─. ¿Averiguaste algo?

La joven negó con la cabeza, pensando en la conversación que tuvo. Aquel chico no le había dado información nueva. 
─No realmente─. Se encogió de hombros─. Pero estuve hablando con tu amigo─. Sonrió coqueta─. Él es bastante guapo.

Tristán rio con sus palabras; sintiendo que bromeaba. Era la primera vez que ella decía algo como eso.  
─¿Quién? ─Consultó, volteándose para verla─. ¿Brad?

Amelie soltó una leve risa al conocer el nombre del chico. En ese momento, cayó en cuenta que nunca le preguntó cómo se llamaba.
─Sí; hasta su nombre me gusta─. Comentó distraída, terminando de comer el glaseado─. Es una lástima que nunca se fijará en mí─. Se quejó.

─¿Porque eres la reina? ─Preguntó él, con sorna.

Amelie entrecerró los ojos, elevando el rostro. 
─No, porque soy tu esposa─. Resopló con obviedad─. Toda esta gente te tiene miedo. 

Tristán soltó una carcajada al oírla. Ella parecía estar realmente molesta por la boda, como si de verdad estuviese interesada en Bradford. 

─Ni que yo tuviera la culpa de este matrimonio─. Contestó divertido, siguiéndole el juego─. Y tampoco es mi intención interferir en tu búsqueda de un novio medieval─. Fingió pena en la voz. 

Amy cruzó uno de sus brazos, y rodó los ojos. Le molestó que se haya burlado, y decidió fastidiarlo también.
─Tal vez no un novio, pero sí me gustaría conocerlo mejor─. Afirmó en tono inocente, viéndolo a los ojos─. ¿Qué tal crees que sea en la cama? ─Preguntó, mordiendo el panecillo. 

Tristán se ahogó al escucharla, tosiendo con fuerza. Esa pregunta lo desconcertó.
─¿Qué dijiste? ─Cuestionó, todavía sorprendido─. Sabes qué, mejor no me contestes. Ya me voy. 

La joven se contuvo las ganas de reír, llevando una mano a su cadera. 
─Oye, yo apoyé lo tuyo con la sirvienta─. Le recordó, con falsa indignación─. Deberías hacer lo mismo por tu amigo y por mí. O qué, ¿acaso estás celoso? ─Inquirió burlona. 

Tris negó con la cabeza, ladeando una sonrisa. 
─Adiós Amelie─. Musitó, alejándose de ella. 

 Amy lo observó mientras se iba, perdiéndose entre los invitados. Ella terminó de comer, antes de sacudirse las manos. 
─Idiota─. Susurró con gracia, tomando otro panecillo. 

Ella permaneció ahí varios minutos, viendo a la gente bailar. Probó algunos de los postres de la mesa, antes de llenarse. Sintió una corriente helada de aire, y tiritó; abrazándose a sí misma. La capa no abrigaba mucho, y le incomodaba tenerla puesta. Resolvió ingresar al castillo a buscar la chaqueta que pidió que le hagan en conjunto con el vestido, y buscar unos guantes. Amelie no quería enfermarse; mucho menos cuando ya había planeado todos los viajes que haría esa semana para buscar el portal.

La joven caminó despacio a través del patio, dirigiéndose a la entrada. Observó a lo lejos a Annelise bailando con Kenneth, y sonrió. Ambos estaban bastante cerca, y no era la primera vez que los encontraba juntos. Amelie creyó que ellos se veían bien juntos; riendo ante esa idea. Annie era tan estirada y pegada a las reglas, que se le dificultaba pensar que ella podría desobedecer a Garfield y mantener una relación en secreto.

Amy continuó, avanzando, sumida en sus pensamientos. Por un segundo, se desconectó de la realidad; sin darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor. Ya faltaba poco para la entrada.

─Felicitaciones, su alteza─. Amelie se sobresaltó al escuchar una voz masculina hablarle, cerca de la puerta. 

Patrick salió despacio del interior del castillo, sonriendo con sorna. Vestía un traje azul oscuro, hecho con tela barata; sin embargo, se pavoneaba tan orgulloso, como si hubiese sido él quien acababa de ser coronado. 

Amelie se extrañó al verlo, haciendo una mueca de desagrado. Ese sería un día especial para ella; el último gran acontecimiento que celebraría en la isla antes de encontrar el portal para regresar a su hogar. Y Patrick acababa de arruinarlo. 

─¿Qué haces aquí? ─Inquirió, retrocediendo un paso. 

El joven se cruzó de brazos, recostándose de lado sobre la pared. 
─También me invitaron a la celebración, y quise venir a saludarte─. Expresó, escaneándola de pies a cabeza─. Te ves muy hermosa con ese vestido. 

Amy sintió asco al oírlo, retrocediendo un poco más. 
─Lárgate, yo no te quiero ver─. Espetó. 

Patrick dio una ojeada rápida al jardín, poniéndole atención a los invitados. Todos estaban lejos, inmersos en la música, comida y baile. No había nadie cerca, y tampoco les estaban poniendo atención. Él estiró el brazo, jalándola para que se acerque a él y sosteniéndola con fuerza. 

─¿Por qué? ─Cuestionó, viéndola a los ojos─. ¿Seguirás fingiendo que ya no sientes nada por mí? ¿O es porque le temes a tu esposo? ─Le increpó, tratando de acariciar su rostro─. Dime, Rosie; ¿qué es lo que te molesta?

Amelie se libró de su agarre con rapidez, y elevó su mano derecha, furibunda. Abofeteó a Patrick con toda la fuerza que tuvo, escuchando el ruido seco que hicieron sus dedos al impactar contra su rostro. Vio cómo se tambaleaba, y su mejilla se enrojeció. Él se lo merecía, y ella solo deseó haber podido golpearlo de nuevo. 

─Me molesta tu presencia, y el hecho que te creas importante─. Habló molesta, señalándolo con el dedo─. Aléjate de mi vista; ya te he dicho en más de una ocasión que no quiero que te  me acerques.

Patrick recobró la compostura, anonadado por lo que Rosalie hizo. La piel le ardía, pero evitó tocarse el rostro. Se plantó en su lugar, intentando sostener a la chica de nuevo. Sin embargo, sintió que alguien lo tomó con fuerza de la muñeca. 

─¿Qué sucede aquí? ─Preguntó Tristán después de soltarlo. 

Amelie avanzó a su lado, tomándolo del brazo. Vio de reojo que el resto de los invitados seguían distraídos, y suspiró aliviada. Lo último que quería, era que ellos se pongan a pelear en frente de las personas más importantes del reino. A pesar que Amy tenía ganas de contarle todo, y pedirle que le rompa la cara a Patrick; sabía que no sería un momento oportuno. 

─No pasa nada, mi amor─. Habló fuerte, esperando que el chico la escuche─. Vamos, hay que ir con los demás─. Pidió, esperando librarse de esa situación. 

Tristán negó, separándose de ella. No comprendía la actitud de Amelie, pero sabía que sus juegos no servirían para librarse de Patrick. Lo mejor era confrontarlo directamente; esa sería la única oportunidad que tendría de hacerlo.

─¿Qué haces aquí? ─Inquirió, parándose entre los dos─. ¿Qué quieres?

Patrick maldijo en su mente; lamentándose el no haberse dado cuenta que Dominic se dirigía hacia ellos. Él siempre aparecía en el momento más inoportuno. 
─Soy un invitado más─. Repuso con seguridad, jactándose─. Solo quería felicitar a la reina por la coronación. 

Tristán negó con la cabeza, cruzándose de brazos. Él había visto todo lo que ocurrió; notando que Patrick quería volver a jalar a Amy. Tris se estaba molestando por las actitudes y el cinismo del chico; decidiendo que no toleraría más sus insolencias.

─No quiero que permanezcas aquí─, espetó serio, viéndolo a los ojos─. Ni que te vuelvas a acercar a Rosalie─. Le advirtió. 

─¿Por qué? ─Preguntó Patrick con una sonrisa ladina─. ¿Acaso el rey se siente intimidado por un simple sirviente?

Tristán trató  de respirar profundo para no alterarse, intuyendo las intenciones de Patrick en ese momento. Recordó lo que pasó a las afueras del castillo meses atrás, y cómo lo manipuló para tratar de pelear con él. Ya estaba harto esa situación.

─No caeré en tus juegos de nuevo, ni dejaré que armes un escándalo ahora─. Amenazó, frunciendo el ceño─. Quizás los padres de Rosalie hayan podido invitarte, pero este castillo es nuestro. Lárgate de aquí, y aléjate de nosotros. 

Amelie avanzó hasta el lado de Tristán, volviendo a tomarlo del brazo. Ella entrelazó sus dedos con los de él, sonriendo ampliamente. La expresión de furia en el rostro de Patrick era invaluable, y ella se regodeaba en silencio. Tristán ni siquiera volteó a verla; pero ella imaginó que también estaría feliz. 

Patrick se mordió la lengua para no contestar, y se contuvo las ganas de golpear a Dominic. Atacarlo en frente de tantas personas, solo haría que termine decapitado. Él necesitaba pensar, y no actuar por impulso en ese momento. 

─Me iré─; habló finalmente, mirándolos con desprecio─. Solo te diré que será Rosalie quien vendrá a buscarme la próxima vez. Ella jamás sería feliz con alguien como tú. 

Ambos jóvenes observaron a Patrick marcharse, desapareciendo dentro del castillo. Tristán envió a uno de los guardias a cerciorarse que él saliera de la propiedad, y que le avise tan pronto se haya ido. Tris soltó la mano de Amelie cuando la escuchó reír, y se colocó frente a ella, cruzándose de brazos. 

─¿Me explicarás qué fue lo que pasó? ─Cuestionó, viéndola a los ojos─. ¿Por qué no me quisiste decir que Patrick estaba molestándote?

Amelie levantó una ceja, sorprendida por el tono con que le hablaba. Ella pensó que él se reiría de lo que pasó. 
─Creo que ambos estamos de acuerdo que este no es un lugar para pelear─. Expresó, rodando los ojos─. Hacerle caso a Patrick y enojarnos por las tonterías que dice, es algo que no merece la pena. No hoy.

Tristán negó, haciendo un gesto de desaprobación. Él la comprendía; pero dejar a Patrick en la celebración, dentro del castillo, era demasiado peligroso para ellos. Podría empezar un pleito con cualquiera de los otros invitados, o continuar inmiscuyéndose en sus cosas. Patrick no debía ingresar al estudio, ni ver las anotaciones que habían hecho sobre los mapas. Él sería capaz de arruinar todo lo que estaban logrando. 

─Entonces, ¿tu solo ibas a ignorarlo y permitir que se quede aquí? ─Preguntó, carraspeando─. ¿O acaso planeabas que volvamos a besarnos frente a Patrick para seguir enojándolo? ─Inquirió viéndola a los ojos, y recordando lo que pasó la última vez que lo tuvieron cerca─. Porque eso no iba a solucionar nada. 

Amelie bufó, pasando una mano por su rostro antes de responder. Ella no podía creer que salió de una pelea, para entrar a otra. Sabía que a Tristán tampoco le agradaba Patrick, pero no imaginó que se lo tomarían tan personal. 

─En primer lugar, no entiendo por qué esto te afecta tanto, ni por qué estás tan molesto─. Habló seria, sosteniéndole la mirada; y se cruzó de brazos─. Y, en segundo lugar, yo jamás pensé en besarte de nuevo─. Alegó, con superioridad─. No es mi problema si eso es lo que tú querías. 

Tristán bufó, cansado de sus palabras. Amelie siempre actuaba de forma relajada con la mayoría de cosas, pero no pasaría eso por alto. La observó dar media vuelta, caminando de nuevo hacia la fiesta. Él avanzó, cortándole el paso y obligándola a detenerse. 

─Escucha, no debí alterarme, lo lamento─. Habló sincero─. Es solo que yo estaba observando todo desde la mesa, y me molestó ver cómo Patrick comenzó a jalarte.

Amy sonrió, enternecida con sus palabras. No se le pasó por la mente que Tristán estuvo viéndola a lo lejos. 
─Agradezco la preocupación, pero no era necesario─. Mencionó tranquila, viéndolo a los ojos─. Tenía las cosas controladas antes que llegues. 

─Lo noté─. Él se rio─. Buen golpe, por cierto. 

Amelie asintió, divertida. Pensó brevemente en lo que sucedió, dándose que cuenta que cayeron en los juegos de Patrick sin haberse dado cuenta. Ambos desfogaban su ira contra el otro, molestándose por las estupideces que él habló. Ella se sintió como una idiota por no haberlo notado antes.

─Gracias; pero, no hablemos más de Patrick, no lo merece─. Dijo, esperando zanjar el asunto─. Hoy es un día perfecto para mí, y no voy a dejar que un imbécil como él lo arruine; mucho menos cuando eso es lo que quiere─. Masculló. 

Tristán supuso que ella se refería a la coronación, y asintió. Ese era un día normal para él; no sentía emoción por la ceremonia; sin embargo, comprendió que era algo importante para Amelie. A ella le gustaban esa clase de eventos pretenciosos. 

─Tienes razón. No tiene caso que peleemos por su culpa.  

Amy ladeó una sonrisa, sintiendo una idea cruzar por su cabeza. 
─Ven, vamos─. Mencionó, tomándolo de la mano para jalarlo con suavidad. 

─¿A dónde?

─A bailar─. Ella habló con entusiasmo, avanzando un poco─. Y no aceptaré que me digas que no. Ambos merecemos relajarnos después de todo lo que hemos pasado. 

Tris sonrió, asintiendo con suavidad. Entrelazó sus dedos con los de ella, y se inclinó hacia adelante. 

─De acuerdo, vamos a bailar.

¡La coronación al fin está aquí! 

¿Qué les pareció el capítulo de hoy?

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Nos leemos pronto

Bye

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