CAPÍTULO 35
Los caballos avanzaban con paso firme por el campo, manteniendo un ritmo constante. Una leve garúa azotó la isla al amanecer; sin embargo, el cielo empezaba a despejarse. Eran las once de la mañana, y ya no se sentía frío. El sol brillaba, aunque no con la misma intensidad que en verano; y algunos rayos calentaban la mañana. Todo parecía indicar que sería una mañana tranquila.
Tristán pensó en aumentar la velocidad, y correr un poco junto a Dash. Sin embargo, sabía que eso implicaría que el caballo de Amelie también empiece a galopar, y ella podría perder el equilibrio. Apenas si estaba enseñándole a montar, y tuvo que convencerla por días para que puedan salir sin el carruaje real. No quería que ocurra ningún accidente; menos cuando ni siquiera habían llegado a su destino.
Amelie todavía se cuestionaba el por qué había aceptado ir cabalgando a un lugar tan lejano como el que eligieron, y suspiró. Ella era consciente que ir en el carruaje era demasiado llamativo, y los exponía a que el cochero y los empleados sospechen que ellos estaban haciendo algo extraño. Permanecer tanto tiempo montando todavía la ponía nerviosa, pero se convenció a sí misma que era lo mejor si querían encontrar el portal pronto. En esos momentos, lo que más necesitaban era privacidad.
─¡Me voy a caer! ─Exclamó ella entre risas, la primera vez que Tristán trató de enseñarle.
Tristán la observaba desde el suelo, riendo. Se cruzó de brazos, y carraspeó antes de hablar.
─Necesitas relajarte─. Le gritó con soltura─. Ellos huelen el miedo.
Amelie asintió, respirando profundamente. El primer impulso que ella tuvo, fue abrazarse al cuello del caballo para no caer; pero Tristán ya le había dicho que no haga eso. Asió fuertemente las riendas, y trató de despejar su mente. El caballo avanzaba lento, pero Amelie no tenía control sobre él. Ella no sabía cómo cambiar de dirección; o detenerse cuando quisiera bajar.
En el mundo real, ella había aprendido a manejar moto porque su ex le enseñó; sin embargo, el caballo era más complicado que eso. Amelie deseaba que el animal tuviese alguna clase de botón o pedal que le ayude a dominarlo; y rio, estando consciente que eso era imposible. Ella todavía tenía miedo que el animal empiece a correr; sin saber cómo podría mantenerse encima sin perder el equilibrio.
Tristán observaba a Amelie avanzar por el patio del castillo, esperando que ella no se caiga. Él nunca había enseñado; y mucho menos a montar. Solo le repetía lo poco que sabía, recordándole que debía sostener las riendas con fuerza, y que estas servían como timón. Ser instructor era más difícil de lo que pensó.
─Creo que ya lo estoy entendiendo─. Mencionó Amelie, emocionada─. Quiero aumentar la velocidad.
El joven sonrió, dándole un golpe suave al animal, e indicándole a Amy cómo debía acelerar. Se mantuvo a su lado hasta que ella quiso bajar; agradeciendo que el caballo hubiese estado tranquilo toda la tarde. Para ser su primera clase, no les fue tan mal.
Esa mañana, Tristán le amarró una cuerda más al filete de las riendas, y la sostuvo la mayor parte del camino. Chadburn le explicó que, cuando una persona aprendía a montar, el instructor debía sostener todo el tiempo al caballo para que este no se escape. Aquella cuerda era como una rueda de entrenamiento, y ayudó a que Amelie tuviera confianza en lo que hacía.
El camino era llano, y casi no tenía grietas o desniveles. El pasto había crecido uniformemente; cubriendo el suelo como si fuera un manto. Tristán trató de memorizar la ruta; pero se vio obligado a llevar el mapa. La zona del bosque lo confundía, y tuvieron que detenerse en varias oportunidades para revisar que estuviesen en el camino correcto. Todos los árboles se veían iguales.
Ambos jóvenes decidieron empezar su búsqueda en los territorios de Sarauta; yendo al único lugar sagrado que se encontraba en esa mitad de la isla. Hacía tres días que ellos hicieron un itinerario con los lugares a los que necesitaban ir; sin embargo, los preparativos para la coronación impedían que ellos salieran del castillo. Chadburn los vigilaba la mayor parte del tiempo, obligándolos a cumplir con la agenda que tenía para recibir a los sastres, orfebres y maestros de ceremonia.
Amelie resolvió que lo mejor era escapar; y convenció a Lina de crear una distracción para que ellos puedan salir por la puerta trasera. Tristán rio por el plan que ella ideó, pero reconoció que era la única forma de irse. Él se encargó de alistar a los caballos, y le pagó al encargado de los establos para que no dijera nada. Él tenía fe en que encontrarían algo durante esa expedición.
Tristán bajó del caballo de un salto cuando llegaron, y le dio la mano a Amelie para ayudarla a descender. Ella avanzó unos pasos, mientras él amarraba a los animales a un árbol cercano, evitando que puedan escapar. Amy suprimió un gesto de asombro; sintiéndose fascinada con todo lo que observaba. Sin duda, era el sitio más bonito que había visitado en toda su vida.
El Campo de las Estrellas se encontraba entre los condados de Gulnes y Yeldrem, y era la única zona del reino donde crecían tulipanes. Los árboles cercaban el claro; resguardándolo de cualquier persona, y este solo era cortado por el río pequeño que separaba un condado del otro. Amelie seguía sorprendida por la gran cantidad de flores; pero eso no fue lo único que captó su atención. Un grupo de monolitos, ordenados de forma circular, descansaba frente a ellos, con una enorme estela en el medio. El aura mística del Campo la embargó.
─¡Vaya! ─Suspiró─. Este lugar es hermoso.
Tristán regresó a su lado, apreciando paisaje.
─Es diferente a los otros lugares sagrados que he conocido─. Comentó. La vista era impresionante.
─¿Cómo eran? ─Curioseó sin voltear.
─Más sobrios─ repuso divertido─. Sin flores, y con más estructuras de piedra. La verdad, me cuesta imaginar un sacrificio en este lugar.
Amelie sonrió; sintiendo curiosidad por las rocas. Se alejó de él lentamente, saltando con cuidado el riachuelo. Avanzó hasta quedar dentro del círculo de monolitos, y dio una vuelta, analizándolos con la mirada. Medían entre un metro y un metro veinte, y tenían forma irregular. Eran doce; al igual que los meses del año.
La joven se acercó a la estela, calculándole tres metros de altura. Pasó una mano por esta, notando que estaba cubierta de polvo y tierra, como si nadie la hubiese limpiado en años. Ella sacudió el polvo de sus dedos, observando unas marcas casi imperceptibles en la piedra.
─Tris, ayúdame─. Pidió, frotando la roca con la parte de abajo de su capa.
Tristán avanzó hacia Amelie, deteniéndose unos centímetros tras ella. Observó a su amiga, y se cruzó de brazos, sin comprender lo que hacía.
─¿Qué pasó? ─Consultó.
Amelie sintió la cercanía del chico, pero no le dio importancia. La curiosidad que tenía por saber qué podría estar escrito ahí, era más fuerte que cualquier otra cosa.
─Creo que hay algo grabado en la roca─. Ella habló rápido, sin voltear a verlo─. Ayúdame a limpiarla.
Tris asintió, y decidió llevar agua del río para que sea más fácil. No era mucho lo que permanecía en sus manos, pero la tierra comenzaba a deslizarse y a dejar notar las marcas que tenía. Amy se quitó la capa para no manchar su vestido, y continuó usando la punta inferior para frotar la roca.
Más de media hora transcurrió antes que la tierra desaparezca por completo. La estela era demasiado alta como para limpiarla en su totalidad; y solo tallaron hasta donde sus manos alcanzaron. Una infinidad de dibujos y símbolos se vislumbraban sobre la piedra, cincelados con extrema precisión. Quien hubiese sido el encargado de grabarla, debió tener una gran destreza manual, y hacerlo con mucho cuidado.
Amy dejó caer la capa al pasto, y sacudió sus manos antes de ponerlas en su cadera. Ladeó la cabeza, intentando darle sentido a lo que veía. Podía reconocer algunos de los dibujos, pero no sabía cómo interpretarlos.
─No entiendo─. Musitó, retrocediendo un poco.
Tristán recorrió las líneas con los dedos; analizándolas con detenimiento.
─Yo tampoco─. Secundó él─. Creo que son jeroglíficos, o algún tipo de escritura muy antigua.
─¿Sabes leerlo?
─No─. Suspiró─. Ni siquiera comprendo qué significa cada dibujo que han hecho aquí.
Amy se cruzó de brazos, confundida. En esa piedra podría estar la clave para hallar el portal, pero ninguno sabía cómo descifrarlo. Ella volvió a leerlo, y solo pudo reconocer el dibujo de varias estrellas, formando una constelación. Le recordó al tatuaje que ella tenía en el tobillo, y trató de memorizar el patrón para buscarlo después. Ella no conocía mucho de astrología, pero creyó que podría ser una señal.
Amy sacudió sus manos una vez más, y se acercó al riachuelo para lavarse. Recogió la capa, y se secó en ella, antes de sentarse frente a uno de los monolitos. Se colocó la capa sobre los hombros, y se recostó en la roca. No quería mancharse el vestido. Ella respiró profundamente, y volvió a recorrer el Campo de las Estrellas con la vista. Seguía impresionada con lo hermoso que era el lugar.
─¿Sabes? ─Habló, captando la atención de Tristán. Él volteó para verla─. Me gustaría tener mi celular en estos momentos─. Sonrió.
Tristán se extrañó al escucharla, y caminó hacia ella. Se limpió las manos en el pantalón, notando que su camisa se había manchado con el barro que se formó.
─Llevamos meses aquí, ¿y recién hoy te acordaste de tu teléfono? ─Preguntó divertido, sentándose a su lado.
Ella lo golpeó con el hombro con suavidad, jugando.
─Este lugar es hermoso─. Suspiró, viendo las flores que crecían en el campo─. Imagina todas las fotos que me podría tomar aquí. Mi teléfono tenía cámara semi profesional.
Tristán rio por su comentario, recostándose también sobre el monolito.
─¿Tú solo quieres el celular para tomarte fotos? ─Curioseó con ironía─. ¿No lo usarías para algo más importante?
Amy asintió, entusiasmada. Recordó con nostalgia la última vez que se tomó fotos en el mundo real; pensando en Erika, y lo que habría sido de su vida. Ella estudiaba Ciencias de la Comunicación, y solía hacerle sesiones gratis para practicar. Amy consideraba que ella era una de las pocas amigas verdaderas que tenía.
─Una sesión en este lugar sería increíble─. Afirmó sonriendo─. Me encanta posar, y adoraba leer todos los comentarios que ponían mis amigos cuando las publicaba. Extraño eso─. Suspiró.
Tristán se enterneció por sus palabras; creyendo que ella hablaba con el entusiasmo de una niña. Amelie veía las cosas de una forma muy diferente a como él lo hacía.
─Si yo tuviera un celular, lo usaría para hacer una llamada─. Mencionó tranquilo, girándose para verla.
─¿A quién vas a llamar si todavía no existen las líneas telefónicas? ─Amy se burló, levantando una ceja.
Tristán rodó los ojos, acostumbrado a su actitud. Ella siempre encontraba la forma de molestarlo.
─Buscaría la forma de hallar la salida de aquí. ─continuó tras una breve pausa, cruzándose de brazos─. Utilizaría el celular para algo realmente importante.
─¡Qué aburrido eres, Tristán! ─Amelie exclamó, viéndolo a los ojos─. Además, no me digas que no te gustaría tomarte una foto aquí─. Cuestionó entre risas.
Tristán se encogió de brazos; sintiendo una leve corriente de aire. La temperatura del ambiente empezaría a descender en cualquier momento.
─Supongo que me gustaría tener una foto en el caballo, o un vídeo montando─. Repuso, observando a Dash comer las flores─. Así podría mostrarles a todos que superé mi miedo a los caballos.
Amy hizo un gesto de asombro, y se giró por completo para verlo mejor. Él debía estar mintiendo.
─No sabía que te daban miedo─. Musitó, incrédula─. Te he visto, y la verdad, es que montas muy bien─. Le sonrió.
─Yo no sabía cabalgar hasta antes de venir aquí─. Confesó distraído─. Fue casi mágico que yo haya aprendido de la nada.
Amelie sintió una leve envidia de Tristán, creyendo que su cuerpo actual era mejor que el antiguo; e incluso vino con habilidades nuevas. La única mejora que tenía el cuerpo de Rosalie, era que su periodo venía de forma regular.
─Y ahora, eres un experto en ello─. Dijo, todavía sorprendida─. Quien te ve, pensaría que llevaste clases toda tu vida.
Tristán negó, sintiendo que ella exageraba. Él no era tan bueno, y estaba muy lejos de ser un experto.
─Apenas si sabía andar en bicicleta en el mundo real─. Bromeó.
Ella rio, sacudiendo la cabeza.
─Cuando regresemos, tendrás una cosa sobre la cual alardear─. Propuso, encogiéndose de hombros.
Tristán pensó, con una leve emoción, cómo sería el momento en que regresen. Necesitaba volver a su vida anterior.
─Lo dudo─. Repuso─. Cuando volvamos, lo último que voy a querer hacer es montar.
─¿Quién sabe? ─Amy preguntó, retórica─. Quizás termines dejando la universidad para volverte jinete profesional.
Tristán rio con fuerza por su comentario, pensando lo alocada que era esa idea. La equitación era muy diferente a lo que él quería para su vida.
─Claro, porque mi sueño es pasarme la vida corriendo en caballo─. Habló irónico.
Amy entrecerró los ojos, fingiendo indignarse por su comentario.
─Idiota─. Masculló riendo, y rodó los ojos; acomodándose en su lugar.
─Presumida─. Susurró bromeando, y se recostó en el pasto.
Tristán cerró los ojos un minuto, disfrutando del silencio y quietud del lugar. Empezó a pensar en todo lo que estaba sucediendo, y recordó lo que le contó Amelie sobre la historia de la isla, y cómo los territorios se separaron. En ese momento, él comprendió por qué los reyes de Sarauta lo miraban con recelo y cautela. Tristán creyó que ellos todavía estaban resentidos por lo que pasó, a pesar que los Duboisse fueron los causantes del conflicto. Quizás, a ellos todavía les costaba superar el pasado.
─Hay algo que aún no entiendo─. Él habló tras varios minutos, girando para verla─. Si es que tu familia y la mía se odiaban, ¿cómo es que hicieron este trato para que nos casemos?
Amelie volvió a recostarse en el monolito, y mojó sus labios. El frío se los resecaba, y necesitaría colocarse bálsamo cuando regrese al castillo.
─Como te pudiste dar cuenta, Garfield no pudo tener un hijo varón. No había un heredero al trono, ni nadie que pueda mantener su apellido─. Explicó, observándolo fijamente─. Además, él se enteró que tu hermano mayor buscaba esposa, y pensó que yo sería la indicada para eso─. Bufó.
El joven arrugó la frente; conectando lo que Amy le decía, con todo lo que escuchó mientras estuvo en el castillo de Kauyen.
─Entonces, ¿fueron ustedes los que iniciaron las conversaciones para esto?
Amelie asintió, cruzándose de brazos.
─Según Raven, papá tardó días en armarse de valor para enviarle una carta a los Van Dijk. Él es más orgullo que persona─. Se burló─. Garfield repetía que no me dejaría arruinar este compromiso, porque jamás permitiría que su hija despose a alguno de los nobles de Sarauta. Él no le cedería su corona a una familia con menor poder que el suyo.
Tristán examinó sus palabras con cuidado. Por lo que escuchó, Garfield Duboisse se parecía mucho a Zigmund.
─Garfield prefirió pedir perdón por los errores del pasado, a dejar que alguien más se siente en su trono─. Musitó.
Amy se encogió de hombros, sin querer pensar más en su nuevo padre.
─Por cierto, ¿qué pasó con tu hermano mayor? ─Preguntó, cambiando de tema─. Se supone que tú eres el segundo hijo.
Tristán recordó a Gael al oír la pregunta; sin embargo, sabía que Amelie hablaba del hermano de Dominic.
─Charles murió; pero no sé cómo, ni cuando─. Mencionó, sin tener más información que darle─. En el castillo nadie lo menciona, ni habla de lo que sucedió. Es como si él jamás hubiese existido.
Amy se intrigó por la forma en que los Van Dijk guardaban el luto de su hijo, sin saber qué más decir. Ella jamás había perdido algún familiar, y tampoco tendría idea de cómo actuar si eso pasaba. El pariente más cercano que tenía era su madre; y las cosas no terminaron bien la última vez que habló con ella.
Tristán continuó analizando lo que oyó, dándole sentido a lo que pasó entre los Duboisse y los Van Dijk antes que ellos lleguen.
─¿Acaso no vuelven a lo mismo? ─Tristán habló para sí mismo, y volvió a llevar su atención a Amelie─. Después de la coronación, Sarauta se separará y volverá a ser un ducado. Tu padre sigue sin tener un heredero; y, por lo que vi en los mapas, las tierras que posee son bastante grandes.
Amelie se encogió de hombros. En todo ese tiempo, ella jamás había reparado en ese detalle.
─No lo sé─. Musitó─. Annelise es la heredera ahora; así que lo más probable es que Garfield comience a arreglarle un compromiso dentro de unos meses, cuando ella cumpla dieciséis─. Expresó, recordando en qué fecha se encontraban─. Tal vez, a él le dolerá menos entregar un ducado, que entregar un reino.
Amelie calló, perdiendo la vista en algún punto del horizonte. Ella no había calado en lo duras que eran las cosas, hasta que las dijo en voz alta. A Garfield Duboisse le costaba más entregar sus tierras, que a sus hijas.
Tristán no preguntó más, y giró en el pasto. Las nubes estaban negras, y tapaban el sol con rapidez.
─El cielo se está oscureciendo─. Habló firme, sentándose y limpiando sus mangas─. Deberíamos irnos.
Amy asintió. Sus dedos estaban helados, y empezaba a sentir escalofríos. Ella extrañaba los pantalones y calentadores que tenía en el mundo real. La falda no era tan abrigadora; además de ser sumamente incómoda para montar.
─Tienes razón. No quisiera estar aquí cuando empiece a llover.
Tristán se levantó y le dio la mano a Amelie para que se levante. Ella le ayudó a sacudir el pasto de su espalda y cabello; y él la sostuvo con fuerza mientras subía al caballo. Amy volvió a colocarse la capa, y la aseguró para que no se le vaya a caer. La brisa corría con intensidad.
─¿Crees que haber venido aquí fue en vano? ─Preguntó Amy, cayendo en cuenta que no hallaron rastros del portal, ni nada que los conecte con el mundo real.
─No─. Él habló bajo, recorriendo el prado con la vista─. Encontramos el código de la roca, y eso ya es algo. Es más de lo que yo he descubierto por mi cuenta─. Mencionó, aclarando su garganta─. Cuando logremos descifrar la clave, estaremos más cerca del portal. Ya falta poco.
Amelie suspiró, sintiendo que observaba todo diferente desde el ángulo en que se ubicaba. Quizás, la posición de los monolitos tendría más sentido si la veían desde las alturas. Ella escaneó los alrededores con rapidez; sin hallar ninguna superficie a la cual trepar o escalar.
─Vamos, Amelie─. Tris continuó, sacándola de sus pensamientos─. Es un largo camino, y no quiero escuchar los reclamos de Chadburn cuando lleguemos. Él estará furioso por saber que nos escapamos.
Amy suprimió una leve sonrisa, recordando algo más.
─No es Chadburn quien debería preocuparte─. Insinuó ligera.
─¿A qué te refieres? ─Preguntó Tristán, ladeando la cabeza.
Amy rio, y se inclinó hacia adelante para contestar.
─Ayer llegaron dos cartas; casi al mismo tiempo─. Relató─. La primera decía que tus padres llegarían hoy a las diez de la mañana─. Comentó, acariciando la crin del caballo─. La segunda, que los míos lo harían al medio día, justo para el almuerzo─. Ella levantó una ceja─. Se quedarán con nosotros hasta la coronación.
Tristán rio, asombrado por lo que ella hizo.
─¿Y por qué no me dijiste?
Amelie se encogió de hombros, restándole importancia. Aquella visita no era tan relevante.
─Ya habíamos decidido venir aquí; no íbamos a cambiar nuestros planes solo por eso─. Expresó despreocupadas─. Además, creí que sería divertido que nuestros padres se preocupen porque no estamos en el castillo─. Sonrió con sorna─. Muero por ver la cara que pondrán cuando nos vean llegar.
─¿Te parece graciosa su preocupación? ─Consultó, mirándola fijamente.
─De hecho, sí─. Ella soltó una leve carcajada─. Romper las reglas es divertido. Deberías intentarlo de vez en cuando.
Tristán negó, ladeando una sonrisa. Pasó una mano por su cabello, e hizo un gesto con la cabeza para que emprendan la marcha. Le había gustado el paseo, y buscar pistas con Amelie era más divertido que hacerlo con Bradford y sus amigos. Quizás, ella sería capaz de encontrar detalles que ellos pasaron por alto en el Prado de la Luna. Todo en esa isla parecía un rompecabezas, y Tris confiaba en que podría resolverlo con ayuda de Amy. Él estaba seguro que, dentro de muy poco, esa pesadilla acabaría; y volverían a la realidad. Ya no tendría que preocuparse por reinar nunca más.
¡Holaaaa!
¿Qué les pareció el capítulo de hoy?
¿Qué creen que pasará en los siguientes?
¡Estamos a puertas de la coronación!
Quiero darle un agradecimiento especial a la grandiosa GlowSpeech por la hermosa portada de la historia. ¡Mil gracias!
No se olviden de votar y comentar
Un abrazo
Nos leemos pronto
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