CAPÍTULO 21
El reloj acababa de marcar las siete de la mañana; sin embargo, hacía mucho que la terapeuta había llegado al hospital. Marissa McLaren llevaba doce años laborando en esta área; en distintos centros y nosocomios de la ciudad. A pesar que ella estudió psicología en un instituto; el convalidar su título y llevar una maestría le brindó muchas oportunidades de trabajo. Marissa solía tratar a adultos mayores que presentaban cuadros de Alzheimer; e intuyó que sería un reto trabajar con dos jóvenes de veinte años sin un diagnóstico exacto.
La mujer pasó días estudiando los expedientes de los jóvenes, leyendo las notas que el doctor Clarke le entregó; y repasando la información que ambas familias le proporcionaron. Marissa se concentró más en el caso de Tristán, y todos los alcances que tenía sobre él. Rebecca le había dado material e información necesaria para un mínimo de cinco o seis sesiones. Frances apenas si le había alcanzado fotografías de la infancia temprana de su hija.
─Verás a Tristán en la mañana; y a Amelie por la tarde ─le había dicho el doctor encargado─. Y, ten cuidado cuando hables con el chico ─mencionó, a modo de consejo─. Él es bastante... difícil.
Marissa no se amedrentó con las palabras de su superior. Ella consideraba que se encontraba preparada para afrontar cualquier reto, y lograr la mejora de ambos jóvenes. Luego de mucho analizarlo, Marissa resolvió ir a la habitación de Tristán y llevar la primera terapia allí. Sabía que debía ganar la confianza de su paciente, para que él coopere con el tratamiento.
Una técnica despertó a Dominic muy temprano ese día. Le alcanzó su desayuno; pidiéndole que se asee cuando termine de comer. Después que le quitaron el yeso del brazo; él dejó de necesitar asistencia para ducharse. Rebecca le había dicho que un doctor le ayudaría a recuperar la movilidad total de la muñeca izquierda; y esa fue la única noticia que a Dominic le emocionó. Él era zurdo, y apenas si podía dominar la mano derecha.
El joven acató las indicaciones sin hacer mayor comentario. Dominic sabía que vería una nueva doctora ese día; y eso lo intimidó un poco. Desde que él decidió asumir la identidad de Tristán, la incertidumbre lo embargaba. Más allá de ser idénticos físicamente, él no sabía nada sobre ese chico; y temía que descubran que estaba fingiendo. Presentía que, mientras más sean las personas con las que tenga contacto, mayores serían las probabilidades que los demás descubrieran la verdad. Dominic estaba tomando muchos riesgos para salir del hospital; no dejaría que lo encierren en un manicomio.
Dominic regresó con cuidado a su cama. Aunque prefería ser trasladado en la silla de ruedas, él tuvo la iniciativa de aprender a usar las muletas. Tras escuchar que solo le darían el alta cuando su salud esté estable; decidió hacer su máximo esfuerzo por demostrar que él ya se encontraba bien. Dominic comenzó a disfrutar de la compañía de su nueva madre durante la última semana; en especial, por toda la información que ella le daba involuntariamente. Rebecca se había convertido en su espía sin siquiera saberlo.
La presencia de una persona, de pie en la entrada, alertó al muchacho. Enfocó la vista, tratando de reconocer quién era; pero su rostro no se le hacía familiar. Era una mujer de mediana edad que usaba un uniforme azul. Tenía el cabello cano y algunas arrugas en la frente; además de unas ojeras bastante marcadas. Dominic pensó que ella era bastante fea; y se preguntó si es que no trabajaba ninguna chica atractiva en el hospital. La única joven que llamó su atención, fue una enfermera que lo visitó un par de días después de despertar; pero no volvió a saber de ella desde entonces.
Marissa notó la mirada confundida de su paciente; y se apresuró a hablar antes que él se sienta incómodo con ella.
─Tristán Powell, buenos días─ lo saludó con una sonrisa.
La terapeuta ingresó a la habitación con calma; acercándose a la cama del muchacho. Llevaba en una mano el expediente que había organizado con la información de Tristán; y en la otra, algunas fotografías que Rebecca le dio. El joven frente a ella se mostraba tranquilo y apacible; no podía ser tan complicado tratar con él como todos decían.
Dominic se irguió en su lugar al ver a la mujer avanzar, y la siguió con la vista.
─¿Eres la nueva doctora? ─Preguntó en tono serio, intrigado.
Marissa dejó las cosas que llevaba en las manos sobre la silla junto al velador de su paciente.
─Así es, Tristán─. Le sonrió─. Mi nombre es Marissa McLaren, y yo seré tu terapeuta─. Se presentó─. Es un gusto conocerte en persona, el doctor Clarke ha dicho muchas cosas buenas sobre ti.
El joven asintió con incredulidad. Dominic no sabía qué clase de cosas pudo haber dicho Ronald sobre él.
─Él no la mencionó a usted en lo absoluto─. Contestó con una sonrisa ladina. No podía mostrarse inquieto.
La mujer no le dio importancia a las palabras de Tristán; y las tomó como un simple reflejo de autodefensa. Hacía mucho no ejercía como psicóloga; sin embargo, aún recordaba muchas de las cosas que aprendió. Pensó en sentarse; pero la diferencia entre las alturas de la silla y la cama le impedirían ver al joven a los ojos. Ella necesitaba verlo a los ojos.
El doctor Clarke determinó que su paciente había perdido la memoria por completo; careciendo de cualquier tipo de recuerdos. Él le dijo que debía tratar de recuperar algunos fragmentos de la memoria de Tristán, mediante la asociación de imágenes; pero Marissa no estaba segura de sus indicaciones. Ella quería tantear el terreno primero, y descubrir si realmente se trataba de amnesia. El expediente médico indicaba que Tristán no había sufrido daño cerebral permanente, y eso era lo único certero en su caso.
Marissa tomó el archivo de la silla; disponiéndose a seguir el plan que ideó. Evaluaría el estado del joven, a la par que realizaba la terapia, y ayudaba que su memoria se restablezca. Ella confiaba en que esa era la mejor opción para todos.
─Hoy vamos a iniciar con tratamiento nuevo, Tristán─. Habló con dulzura, y extrajo un pequeño rectángulo de papel del folder─. Para eso, necesito que observes esta fotografía y me digas a quiénes se encuentran ahí─. Se la entregó.
Dominic escaneó a la doctora con la mirada por varios segundos; tratando de descubrir si era una trampa o no. Nadie le explicó en qué consistía una terapia; o si en esta, le tomarían un examen oral. Nick creyó que, quizás, esa era la prueba para determinar si él era Tristán o no. Sacudió la cabeza, decidido a no ponerse nervioso; y examinó la foto en sus manos. Se alivió al notar que la petición hecha era bastante sencilla. Se trataba de una imagen familiar.
─Eso es fácil. Este soy yo─ mencionó, señalándose en el recuadro─ ella es Rebecca, él es Michael, y él es Gael─. Los apuntó en la foto también.
La terapeuta asintió genuinamente. La sesión había comenzado bien; el reconocimiento facial de las personas en su entorno cercano, era un gran primer paso para el joven.
─Perfecto Tristán, veo que recuerdas sus nombres─. Comentó con entusiasmo─. Ahora, quisiera preguntarte si conoces la relación que tienes con cada uno de ellos.
Nick hizo un ademán con la cabeza ante la interrogante. También conocía esa respuesta.
─Rebecca y Michael son mis padres; y Gael es mi hermano mayor─. Explicó. Aún le parecía extraño considerarlos sus familiares; cuando apenas si los conocía.
Marissa se sentía contenta con el segundo acierto de Tristán. Ella identificó que él recordaba datos superficiales sobre su vida; lo que sería de gran utilidad para trabajar sus memorias más antiguas. Revisó unos datos, evitando confundir fechas, y asió otra fotografía.
─¡Excelente Tristán, vas muy bien! ─Lo felicitó─. Pero, quisiera saber más de ti─. Lo miró a los ojos─. ¿Podrías por favor decirme cuándo es tu cumpleaños?
Dominic se extrañó con la pregunta. No entendía por qué aquella doctora quería saber eso; además, le pareció raro que Ronald no le haya dado esos datos. Rebecca le dijo que los hospitales guardaban registros exactos de todos los pacientes que atendían. Resolvió no hacerle caso a las dudas que aparecían en su mente, y respondió; siguiéndole el juego a la mujer.
─Es el diecisiete de febrero─. Repuso confiado y sin titubeos; mirándola a los ojos. Le tomó unos segundos caer en cuenta que esa era su fecha de nacimiento; pero no sabía si la de Tristán también.
La sonrisa en el rostro de Marissa se borró al oír la fecha. Creyó que Tristán sí sabría su fecha de nacimiento, al verlo tan confiado de sus palabras. Ella intuyó que el primero de junio debía ser un día importante para él; tanto como para recordarlo con facilidad. Marissa dispuso investigar la fecha cuando haga su informe; entre tanto, era imperativo que ella le ayude a Tristán a rememorar sus datos personales.
─No, Tristán, lo siento. Te equivocaste─. Habló en tono suave, sin reprocharlo─. Tú naciste el treinta y uno de octubre de mil novecientos noventa y ocho, a las siete y media de la mañana─. Afirmó, dándole otra fotografía─. ¿No recordabas eso?
Dominic tomó la foto, y pensó que la mujer frente suyo le hablaba como si él fuera idiota. Le incomodaba la falsa alegría que denotaba con cada palabra que pronunciaba; y se preguntaba si ella no se cansaría de actuar así. Su voz le parecía irritante; pero debía permanecer tranquilo hasta que la terapia termine.
─No─. Habló después de unos minutos─. Supongo que me confundí de fecha─. Se encogió de hombros y dirigió su atención a la imagen en sus manos.
─No te preocupes si te equivocas, Tristán. Es normal─. Marissa le sonrió, sosegada─. Sé que todo lo que estás viviendo puede ser complicado; pero para eso estoy aquí. Te ayudaré a recordar todo lo que has olvidado
El joven soltó la foto sobre la cama al escucharla. Esperaba que ella no bromeara.
─¿Tú me ayudarás a recordar? ─Preguntó levemente emocionado, y con un brillo en los ojos─. ¿Es por eso que el doctor Clarke te habló de mí?
Marissa afirmó con la cabeza. Tristán le recordaba a su hijo mayor.
─Me contrataron para estimular tu memoria, y lograr que recuperes todos los momentos que viviste hasta antes del accidente─. Aclaró, sonriendo.
Dominic saltó en su asiento al oír eso. Había escuchado en varias ocasiones que llegó al hospital después de sufrir un accidente; pero nadie le dio detalles sobre lo que pasó exactamente. Él recordaba haber salido a cabalgar con Bradford, antes de perder el control del caballo y caer. Sin embargo, cada vez que él mencionaba esa versión de los hechos, todos lo miraban como si estuviese loco. Ningún doctor quiso explicarle qué clase de accidente tuvo; pero, según Rebecca, Tristán ni siquiera sabía montar.
Algunas cosas aún estaban borrosas en su mente, con respecto a lo que sucedió ese día. Pequeños recuerdos llegaban en desorden; y Dominic no sabía cómo interpretarlos. Lo que más le preocupaba, era la gravedad del impacto que pudo haber sufrido. Debió ser algo muy fuerte como para dejarlo en cama tantos días, y sin la posibilidad de moverse con normalidad.
─¿Sabes algo del accidente? ─Inquirió, alterándose─. ¿Ronald te mencionó lo que pasó?
Marissa se tensó con el cuestionamiento del joven. No quería hablar de eso aún. Ella necesitaba enfocarse en los momentos positivos de la vida de Tristán antes de hablar del choque. No podía dejar que el primer recuerdo que él recobre, esté asociado a una experiencia traumática. Eso podía dificultar el avance de su paciente.
─Conversaremos de eso cuando llegue el momento─. Contestó, rehuyendo la mirada─. Ahora debemos enfocarnos en otras etapas de tu vida.
─Quiero hablar del accidente ahora─. Exigió, haciendo gestos con las manos─. Si tanto quieres ayudarme a recordar, explícame lo que sucedió ese día─. Gruñó en tono altanero─. ¡Dime cómo llegué aquí!
Marissa escaneó a su paciente con la mirada y respiró profundo; tratando de mantener la calma. Si Tristán perdía la paciencia, ella debía mantener la situación bajo control. No ganaría nada discutiendo con el muchacho. Admitió que fue un error suyo el mencionar el accidente; pero debía hacer algo rápido para tranquilizarlo.
─Sufriste un accidente de auto, pero no estamos seguros de cómo sucedió exactamente─. Confesó finalmente, teniendo haber cometido una indiscreción.
Dominic se sintió, incluso, más confundido al oírla. No sabía qué era un auto, o el tipo de lesiones que este podría causar.
─No entiendo─, habló, moviendo la cabeza.
─Las circunstancias en que ocurrió el accidente no son claras. Es por eso que el doctor Clarke y la policía están presionando con la terapia. Ellos esperan que logres recordar qué pasó ese día, y como Amelie y tú terminaron en aquel desvío de la carretera.
Dominic elevó el rostro y observó a Marissa a los ojos. Era la segunda vez que escuchaba el nombre de Amelie, y si ella estaba relacionada con el accidente; quizás era la única persona que podía explicarle qué sucedió ese día. Él necesitaba encontrar a Amelie para interrogarla.
─Espera, espera─ hizo un gesto con la mano y se acomodó en la cama─. ¿Quién es Amelie? ¿Dónde puedo encontrarla?
Marissa se cruzó de brazos, y lo miró con incredulidad. Clarke le había dicho que Tristán y Amelie tuvieron un encuentro hacía poco más de una semana. Según el doctor, ambos jóvenes se reconocieron parcialmente al verse. Ella no entendía por qué Tristán actuaba como si no la conociera. Por un segundo, temió que la memoria de corto plazo del chico se hubiese afectado con los golpes que sufrió.
─Amelie es tu vecina─ repuso, intentando no sonar muy obvia─. Tú conversaste con ella hace unos días. ¿No la recuerdas? ─curioseó.
Nick ladeó la cabeza e hizo una mueca. El único encuentro extraordinario que tuvo en esas fechas, fue con la princesa. Él temió que Amelie y Rosalie fueran la misma persona. De ser así, ella no le sería de mucha ayuda. Cuando la vio, Rosalie parecía estar mucho más confundida que él.
─¿Te refieres a la pelirroja? ─Levantó una ceja. Ella asintió─. Sí, sí la recuerdo. Pensé que Amelie era otra persona; no recordaba el nombre de la chica─. Se excusó.
Dominic notó que la doctora lo miraba con desconfianza, pero ya no le dio importancia. Sabía que, si le decía que sospechaba que Amelie era una princesa, ella lo tomaría por loco. A pesar que Marissa sería su nueva tutora; Dominic era consciente que no podía confiar ciegamente en ella. En especial, porque la mujer trabajaba y era amiga del doctor Clarke.
El joven observó cuatro fotografías más antes que la terapia termine. Marissa le contó con detalle muchas cosas que Tristán vivió cuando fue un niño pequeño. Toda la información que ella le daba era muy importante. Si él quería salir pronto del hospital, debía convencer a todos que era Tristán. Dominic no sabía si Ronald era estúpido, o demasiado inteligente, pero agradecía internamente que él le haya puesto a esa tutora. Nick estaba seguro que, después de algunas lecciones, nadie volvería a sospechar que él no era Tristán.
Marissa se sintió intrigada con los cambios repentinos de humor y comportamiento de su paciente. Él se alteraba con facilidad; además de asombrarse al ver objetos cotidianos y sin gracia alguna. Ella resolvió llevar las cosas con calma, y detenerse en cada fragmento que él no entendiese. Marissa necesitaba conversar con la psicóloga sobre la actitud de Tristán, y comprender por qué esta no coincidía con lo que sus padres le dijeron.
La terapeuta recogió sus cosas y se despidió de Tristán. Ella tenía muchas cosas por analizar en base a la primera consulta; además de prepararse para recibir a Amelie por la tarde. Sacó un pequeño auto de juguete del bolsillo de su chaqueta y se lo dio al chico. Confió en que, ese regalo, le facilite el resto de consultas que quedaban.
Ella avanzó hasta la puerta, pero se detuvo en el umbral de esta. Necesitaba hacer una última pregunta.
─Tristán, hay una última cosa que quisiera saber─. Marissa lo miró a los ojos─. ¿Por qué pensaste que el diecisiete de febrero era tu cumpleaños? ¿Algo importante ocurrió ese día? ─Cuestionó, sin darle tiempo a responder.
Dominic se encogió de hombros, tranquilo. No era difícil inventar un pretexto para eso.
─Solo dije una fecha al azar─ mintió con una sonrisa ladina─. No es algo relevante, Marissa. No te preocupes.
Marissa agradeció la respuesta y salió del cuarto. No estaba segura si le decía la verdad; pero supuso que él no tendría motivos para mentir. Ella regresó a la oficina que le asignaron, y comenzó a transcribir los progresos y conclusiones que obtuvo. Sus colegas tenían razón al decir que ellos eran un caso peculiar.
Dominic observó a la mujer macharse, y suspiró aliviado. Dentro de todo, Marissa le agradó; sin embargo, anhelaba estar solo. Examinó con paciencia el juguete que ella le dio; sintiéndose muy confundido. Si eso era un auto, no veía la forma en que hubiese podido causarle tanto daño. A lo mejor, los doctores le dijeron eso para ver qué clase de respuestas daba. Dominic era consciente que debía mantenerse alerta en todo momento.
Rebecca entró una hora antes que le lleven el almuerzo. Nick trataba de contestar todas las preguntas que ella le hacía sobre la terapia; pero su nueva madre era, en exceso, curiosa. Él quería mantenerla feliz, aún necesitaría de su ayuda.
─Después de almorzar, conocerás a la doctora Sáenz...─ mencionó Rebecca con una sonrisa; antes que su hijo la interrumpiera.
─¿Otra más? ─Inquirió Dominic en tono cansino─. ¿Cuál es el interés de todas ellas en verme hoy? ─Resopló.
Rebecca tomó la mano de su hijo, mirándolo a los ojos; a pesar que él tenía la vista fija en el televisor de la habitación.
─Tristán, todo esto lo hacemos por tu bien─ ella acarició su cabello─. Además, la señorita Sáenz no es una doctora como tal. Ella es psicóloga, y te brindará un tipo de ayuda diferente.
Dominic soltó a Rebecca y se cruzó de brazos. Él ya no quería ver más personas.
─A menos que ella pueda ayudarme a salir de aquí; no creo que necesite hablar con otra doctora─ sentenció.
─Ir con la psicóloga te hará bien, hijo─ Rebecca intentó calmarlo─. Conversar con ella sobre tus pensamientos y sentimientos hará que enfrentes todo lo que está pasando con más calma. Pronto todo mejorará.
Rebecca habló suavemente. Ella no le diría que las charlas con la psicóloga eran para controlar tu temperamento y actitud déspota. Precisaba actuar con cautela para que Tristán no desconfíe de la señorita Sáenz. Becca sabía que su hijo no llegaría lejos si continuaba comportándose de esa forma.
Dominic bufó con desgano, sin comprender cómo hablar de sentimientos lo iba a ayudar; y prefirió no hablar más. Era en vano discutir con Rebecca.
Una técnica le llevó el almuerzo, y comió despacio. La comida del hospital era horrible; sin embargo, apreciaba que le den más que solo gelatina. Rebecca le encendió el televisor, sintonizando el único programa que él veía. Dominic no terminaba de entender qué eran los dibujos animados; pero le gustaba ver animales interactuando como seres humanos.
Rebecca ayudó al muchacho a llegar al consultorio de la psicóloga. Nick se aferraba a las muletas, dando pasos cortos. Se detuvo a observar uno de los pasillos del hospital cuando divisó a Rosalie. Sus miradas conectaron unos segundos; antes que ella agachase el rostro. Dominic comprendía que ese no era el momento ni el lugar para hablar con ella; pero estaba decidido a encontrar la oportunidad de hacerlo. Aunque Rosalie no le agradaba, necesitaba averiguar qué tanto sabía de la situación en la que estaban. Quizás, ella tenía las respuestas que tanto anhelaba.
Espero disfruten mucho el nuevo capítulo
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Les mando un abrazote
Bye
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