CAPÍTULO 09
Sarauta había sido apodada "Cuidad de las Flores" por sus habitantes. La mayor parte de su territorio constaba de campos de cultivo, vegetación y un frondoso bosque en el límite con el Valle de Kauyen. La mayoría de las casas, incluyendo las de los aldeanos, tenían coloridos jardines donde abundaban las flores. La ciudad, a pesar de su pasado, mantenía una vibra jovial que alegraba a las pocas personas que los llegaban a visitar.
El palacio de los Duboisse era mucho más grande que el de los reyes de Kauyen, y menos sobrio también. Tenía un enorme jardín con árboles en la parte delantera, y un huerto atrás. Un pequeño estanque con patos adornaba la entrada principal; aunque estos pasaban más tiempo caminando entre las plantas que dentro del agua. Dos casas para huéspedes se erguían a los laterales del castillo; varios metros antes del huerto. Una de aquellas moradas estaba siendo acondicionada para la familia real del Valle, que se encontraba cada vez más cerca de Sarauta.
El carruaje de los Van Dijk había partido a las cinco de la mañana, antes que pudiera asomarse algún rayo del sol. Tristán aún estaba adormilado cuando salió del castillo; y continuó durmiendo dentro del vehículo. Él perdió la noción del tiempo durante el viaje, pero calculó que serían las diez de la mañana al momento de despertar. Observó de reojo a los reyes y notó que seguían durmiendo. Anna se había recostado en el hombro de Thomas, y él colocó la cabeza sobre la de ella. Tris sonrió y giró para ver por la ventana; no quería despertarlos. Después de todo, ellos comenzaban a agradarle.
El exterior estaba cubierto de plantas y follaje. Tristán no sabía si seguía en Kauyen, o había llegado ya al otro dominio de la isla. Sacó un poco la cabeza por la ventana para observar mejor el paisaje, pero no se estiró mucho. El camino era bastante irregular y temía caer de la carroza. Él no sobreviviría un impacto de esa magnitud. Volvió a su asiento, intranquilo. Comenzaba a aburrirse estando en el vehículo, y necesitaba saber cuánto faltaba. Además, tenía curiosidad si el prado en que Dominic vio la luz se encontraba en el camino que estaba. Quizás, él podría detener el carruaje y encontrar la salida al mundo real.
Tristán se cruzó de brazos y gruñó al darse cuenta que todo el trayecto era igual. Ni siquiera lograría ubicarse con un mapa, y lo único que veía eran árboles y enredaderas. No divisó señalización alguna, o un letrero que indique el nombre del sitio en que se encontraba. En parte, ese recorrido le recordaba a la carretera en que estuvo el día del choque. Ese pensamiento hizo que se estremezca, y un escalofrío atraviese su espalda; no quería volver a accidentarse, y esperaba que el cochero supiera por dónde los estaba llevando.
Un muro inmenso, de color rojo, se alzaba frente al carruaje. Tris sintió curiosidad y volvió a sacar la cabeza con cuidado. Observó una gran puerta de madera, custodiada por dos guardias, abrirse rápidamente para dejarlos pasar. Él creyó que ya había llegado a su destino, pero la emoción desapareció con rapidez al notar que, al otro lado, habían más árboles. Al pasar por la puerta, Tris vio algunos obreros tirando dicha pared. Parecía que recién empezaban, pues el avance no era mucho. Sin embargo, eso llamó su atención. Él no dejó de pensar en el por qué hacían eso, hasta el momento que el carruaje se detuvo.
El cochero abrió la puerta despacio, haciendo una reverencia al ver a la familia real. Thomas bajó del vehículo primero; y le dio la mano a su esposa para que ella pudiera bajar. Anna acomodó su cabello y sonrió ante el modesto público que llegó a recibirlos. Tristán fue el último en descender del carruaje. Observó que una alfombra anaranjada fue acondicionada para su entrada. Él levantó la vista y divisó que, al final del tapiz, se encontraba una pareja en pose solemne.
El hombre era alto, y no mayor de cuarenta y cinco años. Tenía el cabello rubio, pero no se alcanzaba a ver bien debido a la corona que llevaba. Traía el mentón bien afeitado, y su traje combinaba con el de su pareja; ambos vestidos con ropas color verde oscuro. La mujer era pelirroja, de nariz respingada y labios carnosos. Ella tenía una expresión dura, como si no estuviera feliz de estar ahí; mientras que el hombre no dejaba de sonreír mientras los veía acercarse.
Los reyes del Valle de Kauyen hicieron una reverencia al quedar frente a los gobernantes de Sarauta. Tristán imitó el gesto, advirtiendo que los otros reyes hacían lo mismo. Recobró su posición original al cabo de unos minutos, y sonrió por compromiso. Él estaba en extremo nervioso. No sabía qué hacer o decir, y temía que sus falsos padres le pidieran dar un discurso a modo de saludo.
─Garfield, Raveena, es un gusto volver a verlos─. Habló Thomas con una sonrisa, acercándose para estrechar la mano de su homólogo.
─Siempre es un placer recibirlos en el castillo─ repuso el rey, devolviendo el apretón de manos─. Por favor, entremos─, hizo un gesto con la cabeza─ hemos preparado té para la ocasión.
Thomas asintió y observó a los guardias de Sarauta aproximarse a ellos. Los cinco nobles ingresaron escoltados al castillo, a pesar que no se encontraban muy lejos de la entrada a este. Tristán sintió nervios mientras caminaba; ni siquiera en Kauyen había visto tanta seguridad.
El interior del palacio era mucho más bonito que el exterior. Las paredes estaban pintadas de color amarillo maíz, y tenían enredaderas dibujadas en blanco, pasando casi desapercibidas a primera vista. La gran cantidad de ventanas hacía que el castillo se viera más iluminado que el de Kauyen. Un par de cuadros adornaban las paredes. Estos no abundaban, pero Tristán no reconoció a nadie en las pinturas. Ninguna era de los reyes actuales.
Dos guardias se quedaron en la entrada del salón; y los demás regresaron a la puerta principal. La estancia contaba con un juego de muebles y una mesa de centro. Tristán fue el último en sentarse, tratando de controlar los nervios. Sus manos sudaban, pero le daba vergüenza secarse en su pantalón. Fingió una sonrisa, esperando que Thomas volviera a hablar para romper el silencio en que se encontraban.
─Antes que nada, queremos decir lo mucho que lamentamos lo de Charles─. Garfield mencionó con voz queda, dedicando una mirada melancólica a los reyes de Kauyen.
Thomas tragó saliva con dificultad al oír eso, agachando la cabeza. Aún le dolía la pérdida de su primogénito; sin embargo, no lograría revivirlo por mucho que lo desee. Hacía tres meses que él había fallecido, y todavía no se sentía listo para hablar de eso. Jamás imagino perder a su primogénito, y sostuvo la mano de Anna. Contuvo las lágrimas, respirando profundo. No podía mostrarse vulnerable frente a los reyes de Sarauta.
─Fue un golpe muy duro nosotros y para Kauyen─. Thomas contestó con pena─. Lo estamos sobrellevando poco a poco, pero gracias por el interés. Sé que ustedes apreciaban a mi hijo.
─Charles parecía ser un buen muchacho─, agregó Raveena con dulzura─, Sarauta también lamentó su partida. Nuestras hijas sintieron no haberlo conocido personalmente.
Anna se acomodó en su asiento y esbozó una sonrisa. No quería seguir hablando de su hijo; no lograría hacerlo sin llorar. Ignoró el dolor que sentía en el pecho y mojó sus labios antes de hablar.
─Pero podrán conocer a Dominic─ soltó sin mucho tacto, desviando el tema─. Ya no hablemos de cosas tristes─ continuó con una sonrisa─, Charlie no hubiese querido que nos deprimamos en un momento como este.
Raveena asintió, entendiendo que era mejor no volver a tocar el tema del primogénito de los Van Dijk. Estiró la mano y tomó una campana de bronce que reposaba en la mesa. La hizo sonar un par de veces antes que tres señoritas, con trajes de colores brillantes, entraran al lugar. Una llevaba una tetera, otra cargaba una charola con tazas y platos, mientras que la última tenía un centro de mesa hecho de oro y porcelana. Ellas acomodaron todo frente a los reyes, sirvieron el té, y se retiraron haciendo una reverencia. Las empleadas mantuvieron la cabeza gacha al momento de ejecutar su labor.
Tristán las observó con detenimiento, tratando de no mostrar mucho interés. Ninguna de ellas era Amelie, y eso lo decepcionó. Él esperaba encontrarla allí. Regresó la vista a la mesa de centro, y se abstuvo de hacer una mueca al ver los alimentos frente suyo. La bebida despedía un olor extraño, y las galletas contenidas en el centro de mesa, eran rojas con puntos marrones. Él no estaba seguro si ya existían los colorantes alimenticios en esa época, y prefirió no pensar qué pudieron echarle a la masa para que las galletas quedaran de ese color.
─Entonces, Dominic, cuéntanos algo sobre ti─ pidió el rey de Sarauta, tomando una galleta y llevándosela a la boca.
El joven agitó la cabeza, saliendo de sus pensamientos y concentrándose en el hombre frente suyo. Él estuvo sumido en sus pensamientos todo ese tiempo, sin siquiera prestar atención a lo que estaban hablando. Carraspeó, ingeniando qué decir. Lo poco que sabía de Dominic era que le desagradaban los pueblerinos y que se acostaba con una de las criadas; pero no podía decirle eso. Debía pensar algo positivo sobre aquel chico si quería convencer a los Duboisse de unir su territorio con el de sus falsos padres.
─Dominic acaba de cumplir veinte años y adora montar a caballo─ habló Anna al notar que su hijo se intimidó con la pregunta.
Garfield sonrió al escucharla.
─Si no les molesta, quisiera escucharlo de él─ indicó con la mano.
Tristán se aclaró la garganta antes de hablar. Su momento había llegado.
─Yo... yo estoy feliz de estar aquí─ dijo con voz temblorosa─. Sé lo importante que es esta reunión para nuestros pueblos, y me honra participar de una decisión tan grande como la que tomaremos hoy─. Sonrió con confianza─. Sarauta y el Valle de Kauyen merecen lo mejor, y yo estoy convencido que podremos lograrlo. Sé que el muro que divide nuestras naciones está cayendo, lo cual me colma de alegría. Solo espero que el muro que divide nuestras familias también desaparezca, y todas las diferencias que hayamos tenido queden en el olvido─. Suspiró.
Tristán no supo de dónde salieron aquellas palabras, pero estaba conforme con lo que dijo. Vio que sus Anna y Thomas lo observaban con orgullo, y les sonrió. No quería decepcionarlos.
─¡Vaya! ─Exclamó Garfield, asombrado─. Se nota que tus padres te educaron bien, Dominic. El honor de tenerte aquí es nuestro; se nota que buscas el progreso del reino, y eso es lo que todos queremos─. Dio un sorbo al té─. No negaré que al inicio tenía algunas dudas sobre ti, pero ahora que te conozco, puedo decir que será un placer continuar con el plan. Confío en que lo harás bien.
Tristán mostró una sonrisa sincera al escucharlo. Él aún no comprendía su función en todo eso, pero se alegró de haber persuadido al rey Garfield.
─Gracias─ repuso con firmeza─. Me alegra tener su confianza.
Thomas no pudo sentirse más orgulloso de su hijo, que en esos momentos. Le parecía increíble escuchar a Nick hablar de esa manera; y le alegró que estuviera tomando conciencia de sus labores reales. En las últimas semanas, él parecía haber madurado más que en los últimos años. Quizás, Dominic sí estaba destinado al trono después de todo.
─Garfield, ahora que hemos mencionado lo del muro─, comentó Tom después de tomar una galleta─, quisiera apoyarlos con eso. Estoy consciente que ustedes pidieron hacerse cargo de los gastos del derribe de la pared; además de manejar la construcción del nuevo castillo, pero queremos ayudar. No me gustaría que se abrumen con tanto trabajo.
Tristán observó como los otros reyes deliberaban la propuesta que su padre acababa de hacerles. Él se cuestionaba por qué era necesario un tercer castillo, pero no pudo pensar mucho en eso. Una joven pelirroja pasó corriendo frente a la puerta del salón, y él alcanzó a verla por el rabillo del ojo. Giró el cuello por completo, tratando de descubrir quién era. Sin embargo, ella ya se había ido.
《Ese cabello rojizo─ pensó─, es idéntico al de ella.》
El joven se acomodó en su asiento y tosió. Pensó en una excusa rápida y carraspeó antes de pronunciar palabra. Necesitaba salir de la sala cuanto antes.
─Disculpen─ dijo con voz áspera─ pero necesito ir al baño─. Se puso de pie sin esperar respuesta, pero una mano lo asió fuertemente de la muñeca.
─No hay problema─ le sonrió Raveena Duboisse después de soltarlo─. Espera que llame a una criada para que te acompañe─. Estiró la mano para hacer sonar de nuevo la campana.
─No es necesario, su majestad─ él la interrumpió. Ella lo miraba con fastidio─. Me gustaría ir por mi propia cuenta, si es que no le molesta─. Sonó firme y suplicante a la vez.
Garfield susurró algo en el oído de su esposa y su expresión cambió. No le gustaba la idea que el príncipe deambule dentro del castillo, pero debía mantener las apariencias frente a los Van Dijk. No podía causar una mala impresión.
─Claro Dominic, puedes ir─ habló entre dientes─, sales por la puerta y volteas a la derecha. Caminas de frente hasta llegar al final del pasillo y ahí es─. Indicó.
Tristán agradeció y salió apurado del salón. El pasadizo en que se encontraba era más grande de lo que aparentaba; además de tener tres callejones angostos en uno de los lados. Él no supo por dónde ir, temiendo tomar un camino equivocado. Trotó hasta llegar al final, donde se suponía estaba el baño, pero no vio a nadie. No parecía haber un alma en la primera planta del castillo.
Una risa se escuchó a lo lejos, haciendo eco en las paredes. Tris no reconoció la voz, solo que era femenina. No tenía más pistas que esa y decidió seguirla. Corrió hacia la izquierda, donde el sonido parecía intensificarse. Él divisó un perfil femenino a varios metros de distancia, alejándose de él con velocidad. Solo distinguió su cabello, anaranjado, y eso lo motivó a seguir.
─¡Señorita! ─gritó─. Señorita, espere por favor.
La chica no parecía haberlo escuchado, así que él gritó más fuerte. Su voz resonó en el pasillo, aturdiéndolo un poco. Tristán vio como la chica desaceleraba hasta quedarse inmóvil. Temió haberla asustado, y se apresuró a llegar a ella.
─¿Amelie? ─Inquirió temeroso, deteniéndose tras ella─. Amelie, ¿eres tú?
La chica tragó saliva con dificultad al escuchar esa pregunta, nerviosa. Hacía mucho que nadie la llamaba así. Giró despacio al sentir una mano posarse en su hombro, y se encontró con unos enormes ojos color verde grisáceo, observándola detenidamente.
─¿Tristán? ─Consultó con asombro. No podía creer lo que estaba viendo.
Tristán sonrió al oír la pregunta, y sus dientes parecieron brillar. Acortó la distancia entre ellos, abrazándola con fuerza. Amelie correspondió inmediatamente, aferrándose al cuerpo del chico. Tristán sintió su corazón acelerarse de la emoción, y respiró con alivio. Al fin la había encontrado, y ella parecía estar bien. Solo le quedaba hallar la forma de regresar a casa, y todo volvería a la normalidad.
─Llevo semanas buscándote─ él confesó después de soltarla─. ¿Cómo llegaste aquí?
─Lo mismo te iba a preguntar─ Amy sonrió─. No te he visto desde el día del accidente.
Tris calló unos segundos, aturdido por su respuesta. Si ella recordaba algo sobre lo que pasó ese día, sería más fácil encontrar el camino a casa. Debían trabajar juntos.
─Tenemos que hablar de todo lo que está sucediendo─ mencionó serio─. Nada de lo que ocurre es normal.
Amelie asintió, aún confundida por lo que estaba pasando. No esperaba encontrarse a Tristán dentro del castillo. Miró con disimulo tras su vecino para asegurarse que nadie la siguiera, y esbozó una sonrisa. Llevaba veinte minutos escapando de un joven que no dejaba de acosarla, y se alegró al notar que ya lo había perdido. Amy elevó la mirada para ver a Tristán a los ojos, retrocediendo un paso.
─Ven, sígueme─. Hizo un ademán con la cabeza.
Tristán caminó junto a ella varios metros, antes de llegar a una gran puerta de madera al final del pasillo. Amy la abrió con cuidado, procurando no hacer ruido. Salieron al patio trasero del castillo, con un enorme jardín de flores y árboles frutales.
Amelie lo jaló de la muñeca, alejándolo del umbral para cerrar la puerta de nuevo. Caminó con lentitud hacia una de las bancas de concreto y Tristán dejó que ella tome la ventaja. Aprovechó la luz del día para observarla con detenimiento, notando que estaba usando un vestido verde oscuro, bastante elegante. Ella no parecía una empleada; sino, alguien muy importante. Amelie también se veía como alguien de la nobleza.
─Adoro venir aquí al mediodía─. Amy comentó, observando la pileta frente suyo.
Tristán rio por su comentario, y se sentó a su lado. El lugar era bastante bonito, pero no podía perder tiempo hablando del paisaje.
─Amelie, ¿qué es lo primero que recuerdas luego de despertar? ─Preguntó de golpe. No sabía qué clase de respuesta esperar, pero cualquier información sería útil para él.
Amelie soltó un largo suspiro, pensando en todo lo que ocurrió en las últimas semanas. Después de la pelea en el auto, y haber esquivado la roca, las cosas se ponían borrosas para ella. Tenía la impresión de haber chocado contra un gran árbol después de eso, pero no estaba segura de nada. Todavía le costaba entender cómo fue que llegó a ese lugar.
Amy despertó en una enorme cama, con un intenso dolor de cabeza. Por un instante, creyó que se trataba de un sueño. Sin embargo, se dio cuenta que todo era real cuando su periodo llegó dos días después de eso. Ella había visto tantas películas en el mundo real, que la única teoría que tenía, era que reencarnó en el cuerpo de alguien más. Por un instante, trató de decir la verdad sobre quién era; pero los criados y señores de esa casa la trataban tan bien, que se olvidó de todo. Estaba tan sumida en adaptarse a esa nueva vida y recorrer el castillo, que olvidó a Tristán.
─Yo solo desperté aquí; en una de las habitaciones y con un chicón en la cabeza─. Amy contestó tras varios minutos─. Las personas que me recibieron, dijeron que rodé por las escaleras y por eso me había desmayado.
─¿Tú recuerdas caer por las escaleras?
Amy negó con la cabeza.
─No─ aclaró su garganta─. El último recuerdo vívido que tengo, es estar peleando contigo en el auto─. Mencionó─. Después de eso, he soñado varias veces con un árbol; pero no sé si fue real. Hay cosas que todavía no tengo claras.
─Yo también recuerdo el árbol─ Tristán susurró─. Estoy más que seguro que sí chocamos después de esquivar la roca.
Amelie mojó sus labios, sin saber qué más opinar. La idea de estar muerta todavía la aterraba, e intentó pensar en otra teoría que explique todo. La cabeza empezó a dolerle.
─Y, ¿qué hay de ti? ─Consultó, buscando aligerar la conversación─. ¿Qué es lo que recuerdas?
Tristán llevó una mano a su frente y acomodó su cabello hacia atrás. Apenas le sacaron los puntos el día anterior, y mostró la cicatriz que quedó. Permaneció varios minutos en silencio, pensando en cómo ambos llegaron a ese nuevo mundo, con la única coincidencia de haber sufrido un accidente al mismo tiempo que en el mundo real.
─Diablos, Tristán─ ella se alarmó al ver la herida en la frente del chico─. ¿Qué te pasó?
─Cuando desperté aquí, alguien había terminado de coserme─ contó con cierto fastidio─, parece que me caí de un caballo.
Amelie no pudo evitar reír al escuchar la historia de su vecino. Tristán no parecía ser la clase de chico que disfrutara cabalgar, o hacer actividades al aire libre. Trató de calmarse, pero le parecía gracioso lo que pasaba.
Tristán la observó con extrañeza, pero sonrió al verla. Su risa era contagiosa, y aunque no entendía bien por qué lo hacía, continuó riendo unos segundos más.
─Así que aquí estaban─ dijo una voz grave, lejos de ellos. Sonaba molesta─. Llevamos diez minutos buscándolos.
Tristán carraspeó para dejar de reír, y elevó el rostro. Observó a sus padres, junto a los reyes de Sarauta, acercarse a ellos. Los cuatro se veían molestos; por lo que recordó su abrupta salida del salón. Ellos debían continuar esperando que regrese del baño.
─¡ROSALIE! ─Gritó Raveena, tomando a Amelie del brazo para que se levante del asiento─. Te pedí que esperes en tu cuarto─ la reprochó.
─Lo siento, madre─ ella se disculpó, agachando la cabeza─. Lo olvidé.
《Rosalie─ pensó Tristán─. Ella tampoco se llama Amelie en este lugar. Todo esto se vuelve más y más extraño cada vez.》
Tris también se levantó al ver a Thomas chasquear los dedos. Se paró al lado de los reyes de Kauyen, y sintió como su rostro se tornaba rojo debido al bochorno. Presentía que acababa de arruinar todo.
─Esto no está saliendo como lo planeamos─ habló Thomas con solemnidad─, pero creo que es tiempo de presentarlos formalmente─. Anunció.
Raveena Duboisse suspiró cansada. Los Van Dijk eran una familia muy diferente a la suya, menos educada y más liberal; pero a la vez, mucho más poderosa. En esos momentos, ella solo pensaba que hacía las cosas por un bien mayor.
─Rosalie, hija, él es el príncipe Dominic Van Dijk─ dijo tomando a Amelie de los hombros. La chica levantó los ojos, sintiéndose confundida con lo que ocurría.
─Dominic─, lo llamó Anna─, ella es Rosalie, la primogénita de los Duboisse─. La señaló con ternura─. Y tal como te dijimos meses atrás, ella es la princesa que desposarás para que nuestros reinos puedan unirse.
─¡¿Qué?!─ Inquirió Amelie, casi gritando. No podía ser verdad lo que escuchaba.
─La boda se celebrará en un mes─ Anna terminó de explicar─. En estos días continuaremos con los arreglos para que todo quede listo antes de la ceremonia.
El corazón de Tristán dio un brinco en su pecho debido a la noticia, y empezó a faltarle el aire. Eso debía ser una broma; una broma de muy mal gusto. Ahora entendía el interés de Anna y Thomas en él, y por qué estaban tan desesperados con causar una buena impresión con los reyes de Sarauta. Por primera vez, comprendió a Dominic, y el porqué de las dudas que tenían sus padres hacia él.
Amelie llevó ambas manos a la cabeza, sintiendo el dolor intensificarse. Se tambaleó en su lugar debido a la impresión de todo lo que estaba pasando, aturdida. Cuando sus padres le dijeron que llegarían unos invitados muy importantes a almorzar, jamás imaginó que sería por eso. Sintió como todo a su alrededor se ponía borroso, y cerró los ojos antes de desvanecerse.
Tristán se apresuró a atrapar a Amelie, notando que estaba por desmayarse. La sostuvo con fuerza en sus brazos para evitar que cayera, sabiendo que ese era el menor de sus problemas. Ahora, más que nunca, debían encontrar cómo salir de ahí.
¡Hola!
Aquí está el capítulo 09. Tristán y Amelie finalmente se reencontraron. ¿Qué les pareció?
Dejen sus teorías de lo que creen que sucederá aquí.
Les dejo este edit del cap
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Nos leemos pronto.
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