07. Parque Songdo
Felix continuó andando a lo largo del parque central de
Songdo, recorriendo sus festivos y vivaces alrededores con entusiasmo ligero y curiosidad nula. Sonriendo suavemente a las personas que le daban una rápida mirada y correspondiendo las reverencias de aquellos que se atrevían a detener su andar para saludarle cortamente.
Ya conocía Songdo. Este distrito era uno de los atractivos más grandes que Incheon poseía. Era moderno y realmente colorido, sus espacios verdes eran bonitos y el arte en sus calles solía ser bastante llamativo para los turistas y algunos nativos.
Aunque no muchas personas lo eligieran como el personaje principal de sus viajes vacacionales, una vez lo visitaban, se iban encantados. Era la magia de todo el distrito. Pero sin dudas, el parque central en él, era una da las piezas más atractivas allí. Por no decir que era la más atractiva y la que solía fascinar a sus visitantes.
Era amplio y tan natural, que caminar por él era relajante para el alma. Estaba inspirado en Central Park, de allí su nombre. Y si bien Felix nunca había estado en Nueva York, de estarlo, el parque de Songdo le seguiría pareciendo el más hermoso entre ambos.
Por el día era bello, aunque pocas veces lo había visitado en dichos horarios tempranos. Por la tarde y cuando el ocaso hacía acto de presencia, manchando el cielo de colores alucinantes y combinaciones impensadas, el escenario se tornaba irreal y deslumbrante. Pero en la noche, cuando la luz natural desaparecía completamente, las vistas que el lugar ofrecía, seguían siendo admirables. Las farolas y las luces de los edificios iluminándolo todo, eran un espectáculo magnífico. Ignorando la contaminación lumínica, claro. Esos brillantes destellos reflejándose sobre el ancho canal de agua, era simplemente ideal y fantástico.
Y aunque los escenarios fueran los mismos, las escenas que ofrecían seguían siendo distintas la una de la otra.
Songdo le enorgullecía enormemente, era su pequeño tesoro. A pesar de no ser precisamente pequeño. Pero sin dudas, el festival de primavera le enorgullecía mucho más.
A pesar de haber asistido con anterioridad, y para ser más específicos; por tres años consecutivos. Seguía siendo un evento que le hacía inflar su pecho.
Las personas decoraban gran parte del parque con cintas de colores, papeles y carteles diestramente ordenados, embelleciendo aún más el lugar. Se esforzaban también por montar pequeños puestos con artesanías, ya sea de madera o de arreglos florales. Caminar por allí y volver a verlo todo, instalaba en él, la sensación de encontrarse en la antigüedad. Aunque nunca haya estado en dicho período de manera física. Simplemente transmitía esa sensación, cálida y festiva.
Por eso, cada veinte de abril, le gustaba pasearse por Songdo y recorrer el parque. Comprar algo y observar los espacios verdes a su alrededor destellar en brillantes colores. Exclamando vida y reciedumbre.
Era su momento del año favorito, y aunque fuera príncipe y una de sus obligaciones fuera interactuar con la gente y participar de los eventos más importantes, éste era de lejos, el que más disfrutaba. Su número uno sin lugar a dudas.
Pero es verdad también que, después de un tiempo la caminata le cansaba y de tantas reverencias que realizaba, se terminaba mareando.
Como justo ahora, luego de realizar una reverencia informal, de quince grados para ser exactos, se enderezó y su equilibrio pareció fallarle unos pocos segundos. Las consecuencias de haber bebido un jugo y comido una simple tostada, se recriminó mentalmente. Pero estaba emocionado y quiso salir lo más pronto posible.
«Como si fueras un simple niño para hacer esas cosas,
Felix».
Continuó regañándose como caminando. Llevaba cinco horas allí pero sorprendentemente, aún no estaba cansado. Sí tenía hambre, pero podía continuar un tramo más hasta ir en busca de un puesto de comida.
Se encontró andando por los puestos de flores y su entusiasmo volvió. Había tanta variedad allí, flores que desconocía y arreglos tan bonitos. Su gente era creativa.
—Que agradable encontrarnos por aquí.
Felix cerró sus ojos y respiró hondo, no tuvo que girarse para enfrentar a quien se había dirigido a él en un tono seco, porque esa persona se colocó ante él tan pronto abrió sus ojos. Inexpresivo y nada divertido como parecieron sonar sus palabras, a pesar de la seques en ellas.
—¿Qué rayos haces aquí? — masculló cuando sus ojos se encontraron con los contrarios.
—No empieces, por favor.-— le pidió el mayor en lugar de responderle.
—¿Que no empiece con qué?
—Con esa actitud tuya— respondió al sacudir su mano en un ademán indiferente—, infantil e innecesariamente escandalosa.— prosiguió ante la evidente confusión del más joven.
—¿Infantil?— chilló en un agudo murmullo de incredulidad—. Mira basta...
—A eso me refiero— interrumpió el alto con monotonía—, reaccionando por todo y atrayendo miradas curiosas y mal disimuladas.— agregó en un resoplido bajo y apenas audible para ellos dos—. No eres un niño, compórtate.— le ordenó en un tono llano.
«Pero ¿quién se creía qué era?, bastardo arrogante».
—El burro hablando de orejas.— masculló tras chasquear su lengua, comenzando a caminar.
—Sólo compórtate y deja de ser un idiota. No te hice nada.
¿No hizo nada?, Felix quiso reírse pero eso sería demasiado llamativo para su gusto y de por sí, ya estaban siendo demasiado llamativos. Hyunjin siempre hacía todo, no nada.
—Estamos en Incheon— le recordó con seques, ignorando gran parte de sus palabras—. No eres nadie para ordenar aquí.
Hyunjin le sonrió con un cinismo perturbador y por un momento, pareció divertido de su certeza y confiadas palabras.
—Podríamos encontrarnos en Busan o incluso Europa.— pronunció en un tono bajo y aún sonriendo—. Y no importaría demasiado porque seguiré siendo un futuro rey. A diferencia de ti, príncipe y futuro consorte.
Felix apretó sus labios y tensó sus facciones, crispado por las palabras contrarias. Le gustara o no, en parte Hyunjin tenía razón. Sus rangos eran diferentes. Mientras que éste era un príncipe heredero y futuro rey, él no era más que un príncipe. Instruido para ser consorte, no rey.
Sus posiciones y obligaciones eran sumamente diferentes.
Podrían encontrarse en China, pero Hyunjin seguiría estando un escalón por encima.
—No te quedes ahí parado, llamas la atención.
El de hebras claras parpadeó y salió de su bruma mental, sintiéndose más indignado que antes.
—Sigue siendo un idiota, anda.— le alentó cuando sus piernas comenzaron a responder a su orden—. Y saldremos en las noticias matutinas a causa del golpe que recibirás de mi parte.
—Tienes experiencia en ello.— replicó el de cabellera oscura sin verle.
Felix sintió el aire atascarse en sus pulmones y antes de poder detenerse a pensar qué estaba por hacer, dio dos grandes zancadas hasta alcanzar a Hyunjin y bruscamente, lo tomó por su codo. Deteniéndolo con una rudeza sorprendente. Escuchando a varias personas ahogar una exclamación.
Hyunjin no se inmutó y Felix comprobó que ese tipo había sido puesto en su camino para probar sus nervios y presionar incorrectamente sus botones.
Lo observó enarcar una ceja, expectante y supuso él, juzgándolo por su arrebato. Porque el de intensas hebras café, no sabía hacer otra cosa que no fuera juzgarlo. Sintió varias miradas quemar su nuca y reaccionando lo más rápido que su cerebro le permitió, dejó de sostener el codo contrario con rudeza. Sacudió sus hombros y se relajó lo mejor que pudo, avanzó un paso hasta pegarse a un lateral de la anatomía contraria y sonriendo suavemente, se enganchó a su brazo derecho con ligereza.
Como si no hubiera pasado nada o como si no hubiera querido arrancárselo con el anterior tirón.
Pero vamos, que hubiera hecho alusión a su error no descubierto y de hace una semana atrás en «Desire», lo había embravecido en segundos. Aún no olvidaba el regaño que recibió y lo mal que lo hizo sentir. Además, que hubiera sugerido muy implícitamente que todo ese caos había sido adrede. Fue un detonante más.
—Muévete bastardo.— farfulló aún sonriendo y levantando su cabeza para verle.
Hyunjin le regresó la mirada, sólo que sin nada en ella. No había irritación o censura. Rodó sus ojos y caminó como si ese comportamiento entre ambos fuera el más normal, o siquiera usual. Cuando evidentemente no era así.
En cambio Felix, miró su entorno con efusión exagerada. Cuando en realidad estaba comprobando si las miradas asombradas y curiosas seguían sobre ellos, y para su suerte, no. Respiró con profundidad y antes de perder el interés por completo, notó algo que le hizo alzar una ceja.
No pretendía ni deseaba hablar con el hombre a su lado, pero ciertamente el silencio estaba siendo molesto y cuanto más se sostenía de su brazo, más incómodo comenzaba a sentirse.
Además y siendo honesto, si quería fingir que no estuvo por insultarlo en medio de su gente, debía de hacerlo creíble. No sólo estando agarrado de su brazo y simulando calma. Debían Interactuar.
—No veo a tu perro guardián por ningún lado, ¿viniste sin él?
—A diferencia de ti, no tengo tantas libertades.
—En vez de atacarme, podrías sólo responder que vino y está por ahí. Oculto entre la gente.— masculló en un bufido, ese hombre le exasperaba.—. Entonces, ¿me dirás a qué viniste?
—Quería averiguar por qué era tan popular este pequeño festival.
El joven príncipe entrecerró sus ojos, viéndole y evidentemente no le creyó. No era habitual que personas de la realeza, ajenas a Incheon, aparecieran por allí o en sus celebraciones. Nadie se tomaba esas molestias, a pesar de ser de rango alto y la segunda casa real de Corea.
Y Hyunjin no se tomaría una molestia como esa por un motivo tan sencillo y casi insulso como el que había brindado. No es que él fuera alguien muy prejuicioso, pero el futuro monarca no tenía intereses tan banales como esos.
—No te creo.— murmuró distraído y con su vista en el cielo.
—No me interesa.
Felix rodó sus ojos, ¿por qué siempre se lo tenía que poner difícil?. Él no lo comprendía, realmente no lo hacía.
—¿Por qué no reconoces que sólo quieres joderme el día?
—¿Joderte?— repitió Hyunjin, secamente. Deteniendo el andar de ambos de manera abrupta. Felix le miró y divisó en su expresión el pasar de una emoción que como siempre y en anteriores veces, le fue imposible nombrarla—. Debería cuidar sus palabras, principe.
El aludido arrugó su ceño, no comprendiendo el inesperado regaño recibido. Y su mayor no estaba dispuesto a brindarle más tiempo para que lo descifrara, simplemente retomó su andar y tiró de él como si fuera un muñeco. Sacándolo de los rincones de su mente con brusquedad.
—Y tú eres demasiado estirado, deberías dejar de usar tantos trajes.
Hyunjin ignoró sus palabras y anduvo un poco más hasta detenerse en un puesto de tantos que habían, con arreglos y adornos florales. El príncipe enarcó una ceja y contrario a lo que pensó, el hombre correspondió a la amplia reverencia que la señora en el puesto les dedicó. Más fugaz e informal, pero lo hizo sin molestia alguna.
Tal vez sí era muy prejuicioso cuando se trataba del príncipe de Seúl.
—¿Algo que le llame la atención, su alteza?
Felix elevó ambas cejas con sutileza, cuestionándose si realmente pensaba comprar algo o si sólo observaría. Su rostro no reflejaba demasiado interés, a pesar de estarlo
viendo todo tan detenidamente.
—Las coronas.— respondió en un murmullo meditabundo.
—¿Por qué no mejor un ramo?— sugirió la mujer con lo que el más joven supuso, fue nerviosismo.
—Irónico, ¿no lo crees?— el más bajo le miró al darse cuenta de que a él se dirigía y como se esperaba, no entendió a qué se refería—. ¿Todas las coronas están hechas con flores naturales?— inquirió hacia la mujer.
—No, unas pocas están hechas con flores artificiales.
—¿Podría ver algunas, por favor?
—Por supuesto, su alteza.
—¿Algún color que prefieras? — Felix evitó arrugar su ceño al darse cuenta que, otra vez, era a él a quien le hablaba.
Honestamente, nunca se había dirigido tantas veces a él en un mismo día y además, ¿Hyunjin le iba a comprar algo?—. Supongo que no.— murmuró observando lo que la mujer había sacado—. Creo que esta estará bien. Me la llevaré.
—Muy bien, serán 3.433₩ por favor.
Felix vio al hombre pagar y segundos después, colocó algo en su cabeza y se soltó de su agarre sin mucho esfuerzo. Despidiendo a la mujer en un suave murmullo. Desentendido frunció su ceño y llevó una mano hacia su cabeza, sacando de allí la pequeña corona que se le había sido puesta.
La corona se componía por flores artificiales, algunas eran celestes y otras violetas. Había entre ellas un total de tres pequeños helechos de color marrón más que verdes. Cuatro ramas terminadas en un espiral y un largo lazo blanco envuelto al costado derecho del adorno. Sin dudas era bonita. Un trabajo prolijo y bien realizado.
Suspiró y volvió a colocársela sobre su cabeza. Le gustaba y muy a regañadientes, admitía que el gesto había sido ¿considerado?. Aunque algo innecesario también. Aún así, tenía que recordarse que, nada que viniera de aquel hombre podía gustarle. Un pensamiento algo infantil, tal vez. Pero de aquel tipo no podía fiarse. No cuando era consciente de su personalidad volátil.
Un día era friamente considerado y segundos después, ignoraba su existencia o se comportaba como un idiota y lo juzgaba o menospreciaba por algo. Así era Hyunjin, al menos con él así es cómo se comportaba. Reafirmando que no era alguien de quien uno podría fiarse.
Y podría comenzar a pensar porqué Hyunjin le había comprado aquello, pero no obtendría ninguna respuesta y terminaría como siempre: con más dudas. Además de frustrado y exasperado consigo mismo por aún querer comprender a un hombre que carecía de sentido.
«Sólo reconoce que eres alguien masoquista, sería más fácil todo».
Ante su fugaz pensamiento, Felix resopló y se apresuró en alcanzar al hombre que parecía poco interesado en esperarle. Y una vez llegó a su lado, inconscientemente volvió a sostenerse de su brazo derecho.
—Gracias.— masculló cuando fue observado.
—De nada.— musitó el más alto con aparente desgano—. Creo que ha sido suficiente, te llevaré a tu casa.
—¿Me llevarás?— preguntó incrédulo, alzando ambas cejas—. ¿Cómo sabes que no vine con mi chófer?
—Vine de hablar con tu padre. Dijo que muy seguramente habrías sido irresponsable y salido por tu cuenta.
—Mi padre no diría eso.
—No con esas palabras.— admitió el de hebras cafés.
El hombre más joven bufó—. Cómo sea. ¿De qué hablaron tú y mi padre?
—De nada que te interese.
—Es mi padre.— declaró con su rostro contrayéndose a causa de la exasperación.
—Sigue sin ser tu asunto. No seas impertinente.
«¿Impertinente?», Felix apretó sus labios y calló.
Diciéndose a sí mismo que allí y como ya debería estar acostumbrado, estaba el hombre que siempre encontraba algún pretexto para regañarlo o señalar un comportamiento, de su parte erróneo.
«Nada nuevo», pensó para evitar insultarlo. Estaban entre la gente y armar un escándalo era estúpido y no tenía sentido.
Pero aún así, él no podía dejar pasar lo que creía era, un pequeño detalle.
—Sabía que no habías venido por el festival.
—Tampoco vine para hablar con tu padre.
—¡Entonces?— inquirió con notoria impaciencia, irritando a su contraparte.
—Nunca me diste una respuesta.— masculló con inexpresividad en su rostro pero inflexión en su voz.
—¿Una respuesta a qué?
—A mi disculpa— farfulló con su tono cayendo—. Tampoco supe qué te parecieron las flores.
Felix se mostró sorprendido, y maldición que lo estaba.
Aparecerse allí sólo por aquello era absurdo y no encajaba con la concepción que él tenía de MinGi en su cabeza. Si un lateral de su rostro no estuviera siendo perforado por unos oscuros ojos que bien conocía, se hubiera echado a reír. Probablemente de manera histérica.
Hyunjin le mandó las flores, ya no tenía dudas. Ahora, ¿cómo se supone que debía sentirse al respecto?
—Nunca escuché ninguna disculpa.— murmuró cuando se recompuso.
—¿No leíste las cartas?
—¿Para qué?— preguntó en su lugar—. Si quiero leer alguna basura diplomática y sin emoción puedo recurrir al periódico.
—¿Es lo que piensas?
Felix miró al hombre y parecía algo más que crispado por sus palabras, pero no sabría definirlo.
—¿A caso me equivoco? — masculló con su vista de regreso al frente—. De querer disculparte lo habrías hecho con palabras, no mandando flores que probablemente otra persona eligió.
—Me pareció la mejor forma de mostrar cuánto sentía mi actitud ruda de aquella vez, me dejé llevar por el cansancio y me excedí.— reconoció entre dientes—. ¿Podrías mirarme por unos segundos?
—¿Para qué?
—Dijiste que de sentirlo te lo diría a la cara, ¿no? — Felix enarcó una ceja y receloso volteó su rostro—. Lamento haberte tratado de esa forma, realmente no estaba pensando mis palabras. Lo siento.
Felix entrecerró sus ojos y a pesar de ser una disculpa bastante sencilla la que Hyunjin le había brindado, no parecía falsa o vacía. No estaba encantado, lo admitía, pero se conformaba y la aceptaba entre pinzas.
No tenía porqué ser un idiota, el tipo se estaba disculpando y él era naturalmente alguien conciliador. Aunque no estaba seguro de que dicha cualidad fuera una virtud.
—Está bien— musitó cuando salieron del parque—, acepto tus disculpas.
—Gracias.
«Veamos cuánto tardas en arruinarlo», pensó sin diversión. Hyunjin podría estar siendo sincero pero ya lo dijo, no podía fiarse de él.
Las palabras ya no fluyeron y ninguno hizo amague de querer romper ese silencioso un tanto incómodo. Optaron por encerrarse en sus propios pensamientos.
Anduvieron en esa quietud tensa sin más y cuando el semáforo ante ellos cambio a verde, Felix brincó en su sitio. Un tipo pasó a su lado dando grandes zancadas a quién sabe dónde. Arrugó su ceño tan pronto lo vio detenerse a un lado de un auto gris que, difícilmente podría asegurar era algún tipo de Sedán.
«¿Tanta prisa para eso?», Felix rodó sus ojos y al darse cuenta que iban hacia él, lo miró bien. Intentando recordar porqué su cara, o lo poco que veía de ella, se le hacían familiar.
Portaba gafas oscuras y un traje un tanto formal, era lo más llamativo en su apariencia y extraño, teniendo en cuenta que era primavera y el sol se encontraba en su punto más alto esa manana. Estaba dispuesto a cuestionarse para sí, porqué vestir de esa forma en un día considerablemente caluroso, hasta que estuvieron frente a él y el tipo le dedicó una reverencia.
Comprendiendo ahora porqué se le hacía conocido, era el seguridad personal de Hyunjin. El mismo que había estado presente cuando fue regañado.
«¿Cómo dijo Yeji que se llamaba?».
—Oye, despabila y entra.
El futuro consorte parpadeó y miró hacia el hombre que le mantenía la puerta del auto abierta. ¿En qué momento consiguió zafarse de su agarre?
—¿Por las mañanas tienes modales?
—Sí, entra de una maldita vez.
Felix volvió a rodar sus ojos pero obedeció, decidiendo no impacientar al hombre de poca tolerancia, porque al final del día quien terminaría pagando por ello, sería él. Además, si bien el trayecto a su casa no era muy largo, tampoco es que fuera precisamente corto o que él se lo quisiera pasar junto a Hyunjin irradiando negatividad y tensión.
Porque aparte de ser molesto, lo ponía nervioso.
—Idiota.— farfulló cuando el príncipe heredero le cerró la puerta con rudeza.
El joven príncipe resopló y se hundió en el asiento que ocupaba, mirando el interior del vehículo sin mucho interés pero esperando con ello distraerse en lo que alguien aparecía.
Varios minutos después, se aburrió. No sabía mucho sobre modelos de autos y mirar ese vehículo como si algo le fuera familiar, no tenía sentido. Apenas y sabía que el auto que su chofer manejaba era un Mercedes S-600 guard. Y porque le había preguntado luego de un tiempo, curioso por saber en qué rayos era transportado.
—Divago mucho cuando estoy aburrido...
—¿Con quién se supone que hablas?
Felix se sobresaltó y viró su rostro hacia la derecha, la puerta se encontraba abierta y Hyunjin se asomaba por ella. Rostro indescifrable pero ceja enarcada. ¿Cuándo había vuelto?
—Con nadie. Es bastante descortés ofrecerte a llevar a alguien y dejarlo esperando.
—Al menos tuve la intención de hacerlo.— farfulló en respuesta, ingresando.
—Idiota.
—Dime algo nuevo.— el de hebras rosas cruzó sus brazos y apretó sus labios. Prefiriendo no saber si esas palabras habían sido una provocación o un pedido. En ambos casos eran lo mismo—. Abróchate el cinturón.
«Bastardo mandón», pensó para sí cuando dos hombres aparecieron y el vehículo comenzó a moverse.
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