[ ten ] +18
Ambos caminaban a pasos lentos pero torpes entre el pasillo sin siquiera abrir la mirada, sus guiándose por el espacio de este y tocando casa centímetro de su poco descubierta piel, ahogando sus respiraciones pero sin la intención de separarse debido al deleite de cobrar casa boca ajena, sentir la textura de los labios contrarios y descifrar sus sabores mezclados. Era el repentino éxtasis que se había formado en ambos con tan solo intercambiar besos y poner los dedos encima del otro.
Llegaron a la habitación y solo en ese rato se separaron unos centímetros, recobrando con agitación la respiración y mirándose en le proceso, Sunghoon puso sus manos en la cintura de Yuna y la obligó a retroceder hasta topar la cama, Yuna se sobresaltó y el azabache mordió su labio inferior mientras la acostaba suavemente sobre el enorme colchón, la castaña no evitó sonrojarse hasta más no poder, cubriendo su rostro con ambas palmas. Su mente no vagaba y se hacía la clara idea de que estaba a punto de entregarse al chico de sus sueños, ese chico del cual había estado enamorada hace tanto tiempo y nunca antes le había notado hasta hace poco, ese mismo chico que le había confesado gustar de ella, que la había besado y tocado todo este corto tiempo de conocerse, era casi imposible de creer, parecía ya estar una realidad deseada pero de la que no quería despertar nunca.
Sunghoon la tomó por las muñecas y la obligó a exponer nuevamente su rostro tan rojo colo un tomate, él sonrió con inocencia y ladeó su cabeza, se acercó tiernamente y plantó un beso sobre la frente de la menor.
─No te cubras, quiero verte, Yuna.
Él pidió casi ordenando, pero manteniendo la calma en su habla. Volviendo a Yuna más loca.
─Y-yo... Estoy un poco nerviosa.
Recordó cuando hace no pocos días habían estado en una situación similar, los besos y caricias, cuando él sin temor alguno se desvivió al brindarle el más delicioso sexo oral, era tan vergonzoso recordarlo pero también le alentaba a darse cuenta que no había casi nada que ocultar, pues el azabache ya había admirado su parte más vulnerable e incluso la llegó a probar.
Suspiró y pestañeó rápido, iba a hablar pero fue interrumpida rápidamente por el mayor, quien también rió bajito.
─tranquila, pues no hay nada que no haya visto...─ Una de las tibias manos del más alto se posó sobre el desnudo muslo de la menor, provocándole un escalofrío.─ de todas formas, te lo vuelvo a repetir, si no estás lista podemos-
─¡No!─ ahora era ella quien robaba su palabra.─Si quiero, Sunghoon... Yo... yo quiero darte mi virginidad.
Sunghoon aunque mostraba una sonrisa en su rostro, por dentro se estaba comiendo al mismo infierno por la impotencia que sentía al escuchar y ver las acciones de aquella castaña, era tan inocente y todas sus palabras denotaban la falta de experiencia que tenía, esa pureza y trasmitir la culpa en él eran todo lo que necesitaba para pedirle que se levantará de su cama y se vaya de la casa, pero simplemente no podía, Yuna estaba más que ilusionada y él ya casi completaba su juego, tanto era el cinismo y vergüenza que le devoraba de adentro hacia afuera, que luchaba duramente para no llorar como un maldito desquiciado por burlarse de esta pobre chica.
─Me alegra tanto escuchar eso.─fue lo único que el azabache dijo antes de nuevamente plantarse sobre los labios contrarios. Y entonces se dio cuenta que, aunque la culpa le remordía, también su deseo y cuerpo le pedían a gritos tomarla de una vez, porque disfrutaba también probar esa boca, esos labios y saborear el particular sabor dulce de esta, su mente le jugaba sucio y funcionaba a la perfección, pues ya había caído tan fácil en los encantos inocentes de Yuna.
Ambos eran primerizos, pero Sunghoon creía que podía intuir en qué hacer en esta situación con solo dejarse llevar por la necesidad tanto de su cuerpo como las plegarias que pueda pedir Yuna. Y sintió como las manos de ella se paseaban desde su pecho al pasar por debajo de sus brazos y llegar hasta su espalda, donde jaló un poco la tela de la camiseta, y lo abrazó trayéndolo más a su cuerpo y profundizando más el beso. Él se sorprendió por esta pequeña acción abriendo un poco sus ojos y entregándose sin más a las iniciales demandas de la más baja. Él por su parte se quiso unir a los toques y acomodándose más en medio de las piernas contrarias, llevó sus manos hasta los muslos ajenos e hizo que estos se enroscaran en sus caderas. Yuna jadeó bajo al sentir como sin compasión el mayor se había atrevido a posa una de sus rodillas contra su feminidad, sonriendo satisfecho al escucharla. La castaña se propuso a abandonar su timidez, solo quería disponerse a vivir el momento de su vida al lado del chico que más movía su corazón, enredando sus dedos en el suave y oscuro cabello del azabache, jalando levemente pero provocando un gruñido por parte del contrario.
Ambos estaban sedientos y hambrientos, deleitándose sin pavor con sus bocas, explorando cada centímetro, mordiendo sus labios y chocando sus lenguas, jadeando en el proceso.
ーquiero todo de ti Yuna.ーlanzó el mayor una vez se separó para recobrar aire, la mencionada se sorprendió por tal inesperada declaración, dejándola aún más soñada y pensando seriamente si todo aquello era real o simplemente estaba soñando. El azabache la volvió a mirar con ilusión y tomando su rostro con una de sus palmas, besó su mejilla con dulzura.ー y yo quiero que tengas todo de mi, voy a hacer que tengas el mejor momento de tu vida.ーy dicho esto acercó su cabeza hasta su cuello de la menor, donde comenzó a repartir besos parcialmente y con una lentitud desesperante para la atacada.
Yuna no podía evitar sonrojarse al escuchar cada palabra que salía de los labios del mayor, pero solo se dejó llevar. De pronto, se sobresaltó al sentir como sin compasión alguna el mayor había presionado levemente una de sus rodillas contra su entrepierna, mandando pequeñas corriente por su espina y un cosquilleo algo insoportable por toda su entrada. Tragó fuerte, pero no dijo nada, solo jadeó y con una mano libre la llevo hasta los oscuros mechones del azabache, enredando sus dedos, mientras que su otra mano era custodiada por el pelinegro a un lado de su cabeza, esta misma la cual ladeó dándole más acceso a los besos del contrario.
Sunghoon estaba consciente de que aquello que estaba por ocurrir iba a ser malo, pero debía hacerlo, por su poca reputación, aunque debía complacer la sucia mente de Hyunjin al grabarse teniendo sexo con Yuna, no lo iba a complacer en lo absoluto, pues no se iba a permitir exponer el cuerpo de la castaña a un extraño y que este se deleite mirándola de forma morbosa, y ese extraño era Hwang. Por ahora, la imagen sensual de la chica quedaría nada más a sus ojos. Su palabra de los hechos sería más que suficiente.
Ambos sentían desesperación y deseo, sus manos tocaban sus pieles y se peleaban con los botones de su ropa buscando retirarlas de una vez por todas, empezando con el mayor, quien se alejó unos segundos con la intención de deshacerse de la blusa de la castaña, exponiendo su brasier azul y el cual bloqueaba toda vista anhelada por sus ojos. Se acercó lentamente hasta el pecho de la menor y comenzó a repartir sus besos por cada esquina posible, mientras sus dos manos obligaban a Yuna subir la espalda para darle acceso al sujetador y desabrocharlo, a pesar de tener la oportunidad de tirarlo, el azabache beso por encima de la gruesa tela de este los redondos pechos de su víctima, haciendo que la menor temblara repentinamente sintiendo ese cosquilleo nuevamente en su parte baja. De igual manera, el más alto sintió la presión y ahogamiento que sufría su amigo al estar encerrado bajo su molesto pantalón. Echó el brasier, y por fin liberó los senos de la castaña, quien dejando a un lado la vergüenza solo se limitó a dejar pintar sus cachetes de un lindo color rojo. Sunghoon se había quedado atontado un rato fijando su vista en el par de maravillas que tenía a su frente, pequeños pero firmes y de una forma tan linda, esto solo causó más tensión a su miembro, haciéndolo vivir una fatiga indescriptible de querer sacarlo de una vez y darle lo que pide con tanta ansia.
No se quedó más quieto y atacó así los pequeños pechos, con besos, mordiscos y pequeños masajes que tanto fascinaron a la castaña, quien hizo su cabeza a un lado a la par que enredaba nuevamente sus dedos en los mechones oscuros de su atacante. Cada beso y mordisco provocaba un temblor en su cuerpo y una lujuria que era incluso inexplicable para ella, podía seguir creyendo que todo era solo un sueño y nada de aquello estaba pasando, que no estaba siendo tocada y besada por el mismísimo Park Sunghoon. El chico con cero relaciones y que siempre había rechazado de formas groseras a otras chicas, ese mismo del que se creía que todavía guardaba un Crush por esa chica llamada Jennie Kim. Ahora, estaba por entregarle su virginidad tanto como él a ella. Ambos eran inexpertos y creían tener ninguna idea de qué hacer en estos casos, sin embargo, parece que el cuerpo humano se dejaba llevar con ayuda del caliente ambiente que ambos habían provocado por sus alborotadas hormonas.
─ Ah~ me gusta esto.─ jadeaba la castaña.
Sunghoon comenzó a bajar sus besos y mordidas por el abdomen de esta, haciéndola estremecer gracias a su caliente respiración y los toques de sus labios. Llegó hasta la línea de dividía la parte más sensible de su cuerpo, y que la protegía era un pequeño short de jean, del que se deshizo tna rápido como fue con el sostén. Yuna se acomodó aún boca arriba, creando un soporte con sus codos, estando sentada sobre su espalda, esta vez, sus ojos le pedían ver cómo se iba a desenvolver el azabache mientras disfrutaba torturando su intimidad, tal como lo había hecho días atrás. Este besó por encima del pantie y alzó la mirada para encontrarse con la ansiosa de la castaña mordiendo su labio inferior, esperando a que empezara con su trabajo, él le sonrió de lado. Se acomodó llevando sus dos manos hasta los muslos de la menor y sin miedo la obligó a abrirlos más, dejándole la vista más amplia de su feminidad aún cubierta por la pantie, Sunghoon beso ambos muslos y con ayuda de una mano hizo a un lado la parte media de la ropa de interior de la contraria, dejando una limitada pero considerable vista de la intimidad ajena. Se lamió los labios y sin piedad se acercó a esta, dándole la libertad a su lengua de explorar cada rincón posible, sus paredes, labios y por supuesto, el punto clave, su clítoris.
ー ¡Oh! ー la castaña echó su cabeza para atrás y frunciendo el ceño a causa del éxtasis que su cuerpo estaba sintiendo.─ ah~ S-sunghoon...─comenzó a gemir su nombre satisfaciendo los oídos del mayor, quien sintió incrementar el dolor en su entrepierna, y en venganza por lo provocado, centro sus lamidas justo en el punto más sensible de la castaña.─ ¡oh por dios!─ Yuna se rindió y dejó caer su espalda nuevamente sobre el colchón, aún con la visita cerrada y una mano en el cabello del pelinegro, tiró con intención los mechones, Sunghoon simplemente gruñó.
Las piernas de Yuna buscaban cerrarse en cuanto comenzó a sentir nuevamente ese cosquilleo, que ahora se había trasladado en toda su zona, pues estaba a punto de correrse en la boca del mayor y este parecía darse cuenta de ello. Así que, sin misericordia, introdujo un dedo en la apretada entrada de la castaña, no si antes pasarlo por los pocos fluidos que habían sido derramados por la feminidad de esta.
─ si, así por favor~ ─gemía satisfecha pero agitada.
Las embestidas de su dedo se hicieron más rápidas y nada más basto con un par más para que este sea levemente apretado por las paredes de su entrada, sacándolo suavemente. Se había corrido en su boca y la castaña soltó un pequeño grito ahogado al sentir nuevamente esa sensación de lo que se llamaba un orgasmo.
Yuna jadeaba entrecortada y Sunghoon relamió sus labios limpiando los agridulces fluidos que fueron derramados por la menor.
─ ah.. Sunghoon~
El mencionado se acercó a ella y la besó nuevamente, está envolvió su brazos alrededor de su cuello profundizando así la acción y uniendo aún más sus labios.
Sin perder tiempo, el azabache había sido puesto boca abajo, y era la castaña quien ahora tomaba el control, quitando la camisa sin siquiera separarse del beso. Amaba besarlo, le encantaba sentir sus labios contra los suyos y que su lengua se deleitase con el delicioso sabor de su boca. Sus manos comenzaron a acariciar el desnudo torso del azabache, y podía sentir cada pectoral marcado, los abdominales delineados y la suavidad de esa pálida piel que le enamoraba a la menor. Separó sus labios y los dirigió hasta el pecho del mayor, bajando peligrosamente por la línea que marcaba el camino a su entrepierna, la erótica imagen que ni en su vida se pudo haber imaginado Sunghoon acerca de una chica como Yuna, estando desnuda, perdiendo la timidez y plantando sus pequeños besos por su cuerpo, le habían prendido jodidamente y lo tenían sofocando en calor por tomarla de una vez y hacerla suya. Todo lo que fue un reto y amenaza por parte de Hwang se habían desvanecido, como si nunca hubiera pasado, ahora solo le importaba donde se encontraba en ese rato, devorando con sus manos y cuerpo a Shin Yuna. La castaña le miró tiernamente y Sunghoon se sentó sobre la cama, apoyándose contra el espaldar y dejando la merced de su amigo a la menor, ella fue desabrochando el pantalón y soltando un largo suspiro lo fue bajando de a poco junto con el apegado bóxer, el pelinegro pestañeó un par de veces y se sintió en el paraíso cuando el dolor de prisión y ajuste que sufría hace rato su miembro, desapareció. Sólo se mostró lo que realmente ocultaba bajo ese bulto, una erección que lo fatigaba desde el primer minuto que comenzaron su encuentro, Yuna tragó en seco y sin saber qué hacer primero, quiso tener la intuición de dejar a su cerebro para que la controle en esta situación; había leído una vez en una clase de educación sexual sobre qué debía hacer en caso de practicar el sexo oral a tu pareja, y entonces no tomó riendas, teniendo a su merced la vulnerabilidad del azabache esperando a ser mimada por sus manos u boca.
Su mano derecha se posó sobre la extensión parada del azabache, haciéndolo estremecer enviándole una corriente de placer con solo ese toque tan simple, él cerrando sus ojos dejando que su cuerpo sienta el siguiente movimiento por parte de la muchacha, Yuna acercaba su boca cada vez más hasta el miembro y sacando la lengua la paso por la punta de este. Sunghoon jadeó y suspiró con esta acción. La castaña abrió más la boca e introdujo hasta la mitad su amigo mientras su mano lo sujetaba con un poco más de fuerza, empezando con su labor, subiendo y bajando la extensión con lentitud, aumentando el ritmo cada cinco pasos.
─ mmh... Así es- ─ gimió el mayor dejándose llevar mientras su miembro era obligado a embestir la boca ajena.
Yuna masajeaba alrededor el miembro dándole más placer al cuerpo del azabache y subiendo la tensión en su cuerpo. Era un cosquilleo en su miembro que se extendía amenazante por su cuerpo, era tan sensible al esa práctica que sentía estar a punto de correrse en los labios de la castaña. Y eso no era lo que él quería.
─argh... Yuna, para-
Pidió entre dientes el mayor enredando sus dedos en el cabello chocolate de la menor, ella se detuvo de inmediato y con vergüenza lo miró confundida.
─ ¿qué pasó? ¿no te gustó? ¿hice algo malo?─ preguntaba con reocupación, el azabache negó a sus interrogantes tomando el rostro de la castaña entre sus palmas.
─ no pienso terminar en tu boca, debo sentirte, te necesito Yuna, ahora.
La castaña se sonrojó una vez más y asintiendo en un par de segundos, el azabache volvió a tomar la rienda, abriendo sus piernas y colocándose en medio de éstas, Yuna lo perdió de vista un segundo y este ya había tomado un preservativo de la mesita al lado de la cama, lo abrió y vio como este cubría su miembro con el globito, la castaña tragó fuerte.
─ tienes que decirme si te duele, así puedo parar, lo que menos quiero es hacerte daño, ¿Está bien?─ella asintió y cerró sus ojos esperando a que el mayor se abriera el paso en su entrada.
Y así fue, el azabache alineó la pequeña entrada de la castaña y fue introduciendo con lentitud su miembro, Yuna sintió una extraña incomodidad y apretó con fuerza los párpados una vez el mayor metió por completo toda su extensión en ella, se agachó más hasta ella quedando sus rostros más cerca, rozando la punta de sus narices y sintiendo sus respiraciones chocar entre sí.
─dime cuando te sientas lista para poder comenzar.─le dijo el mayor quedándose quito, con la intención de dejar que la más baja se acostumbrara a la interrupción de su amiga dentro ella.
Yuna inlahaba y exhalaba cortante. No sabía cómo decirle que ya podía moverse, pero tampoco estaba segura de que podía, era un dilema y no quería salir con su entrepierna lastimada y que el azabache se sienta culpable por ello. Sin embargo, dejó atrás el miedo y le avisó de una vez al mayor.
─ hazlo, Sunghoon, quiero que me hagas tuya.
El mencionado suspiró levemente y procesando una vez más en todo lo que estaba ocurriendo, hizo caso al pedido de la menor y comenzó a mover su caderas de atrás hacia delante a un ritmo muy lento.
Yuna comenzó a jadear e involuntariamente abrazo con sus piernas la cintura del chico así como sus brazos a su cuello, este escondió su rostro en el cuello de la menor, embriagándose con el cítrico perfume que la bañaba. Pasaban los minutos y Sunghoon se dio cuenta que era hora de empezar a aumentar la velocidad, entrando y saliendo con más rapidez, provocando que Yuna clavara sus unas en sus hombros y sus labios dejarán escapar esos hermosos y agudos gemidos que lo volvían loco, a la vez que se encerraban en oído. Él no se inmutó y también dejó escapar su éxtasis a través de su boca, llenando así también los oídos de la menor.
Tan excitante era el ambiente, que el obsceno sonido de sus pieles chocando por causa de la embestidas, completaba el toque perfecto de una sesión inesperada de sexo, la pérdida de virginidad de manos y como se habían entregado sin siquiera haberse confirmado como una pareja. ¿qué pasaría después? ¿qué iban a hacer? ¿seguiría todo igual? Eran tantas interrogantes que invadían la mente de ambos aunque estén casi perdidos en el sabor de sus cuerpos y el deleite de sus sexos siendo profanados por el otro.
─ ¡Ah, Sunghoon!─ gimió en voz alta la menor cuando el mayor comenzó a dar estocadas cortas pero con rudeza, haciendo más audible el choque de sus pieles sudadas.
─ Yuna... Estás tan apretada... Eso me encanta~ ─soltó de manera seductora el mayor al oído de la castaña, quien arqueó su espalda al sentir el cosquilleo en su entrada. El mayor también sintió como su miembro era ahorcado por las paredes ajenas avisándole que estaba a punto de llegar al clímax junto con él.
Bastando solo un par de estocadas más para que sus cuerpos terminarán satisfaciéndose con el sabor del otro.
El azabache se tumbó a un lado de la castaña, ambos con la respiración agitada y pesada.
─ y-yo... No sé qué decir... Esto fue tan...
─ increíble.─terminó de decir el mayor aún jadeante.
─Sí...
La castaña sonrió y cerró sus ojos, volteó la mirada para ver cómo el azabache seguía perdido con la mirada al techo y boca arriba, ella se acomodó de lado y lo abrazó sin pesar, pero escondiendo su rostro entre sus brazos. Sunghoon sorprendido por la inesperada acción de la castaña también decidió devolverle el abrazo con una pequeña sonrisa triste.
─ ¿Sunghoon?
─ ¿Sí?
─te quiero decir algo...
─puedes decirme todo lo que tú quieras.─le afirmó este acariciando su larga cabellera chocolate.
Yuna sonrió y con timidez alzó la mirada encontrándose con al del mayor, llevó una de sus manos hasta su mejilla y lo acarició con ternura, antes de por fin confesarle:
─te amo.
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