[ six ]

Tan rápido como llegó a casa, cerró la puerta detrás de su espalda y siguiendo ese camino se dejó caer sobre el frío suelo, su respiración estaba normal pero su corazón le estaba volviendo loca, creería que estaba a punto de darle un ataque de lo rápido que latía. Su mente quería perderse aún después de haber camino tambaleante y cínica por al calle, donde la gente la señalaba y murmuraba de cualquier cosa o llamándola ebria, y quizá haya quedado en un estado etílico, pero quién pudo dejarla así si no fueron por los ahogantes y deseosos besos que le habían devorado hace poco, de su perpetuador Park Sunghoon.

Colocó una mano en su pecho, donde ese cosquilleo le era molesto y otra mano sobre su mejilla sonrojada. Bajó su mirada notando como sus delgadas piernas aún temblaban, y aquella visión de ver los cabellos oscuros del azabache entre ellas dándose el gusto de atacar su zona más sensible de la forma más placentera, solo provocaba que ese cosquilleo aumente y le sea más insoportable.

¿De verdad había pasado? ¿Park Sunghoon estaba enamorado de ella? ¿Por qué ese repentino momento de calentura?

Definitivamente no sabía si contarle todo lo sucedido a su más fiel amiga, quién sabría si su reacción iba a ser buena o mala. Pero de lo que si estaba segura era que no iba a tener cara para verlo el lunes en el instituto; debía cubrir los pequeños pero vergonzosos chupetones de su cuerpo y mantener su postura como siempre ha sido.

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─ ¿Quién era esa chica y por qué salieron tan agitados de tu habitación? ─ Mina se dejó caer sobre el sofá más cerca manteniendo una distancia considerable a la de su hermano, se cruzó de brazos y esperó a que él respondiera.

─ Es una compañera del instituto, se llama Yuna. Y antes de que pienses ese tipo de cosas, no, no lo estábamos haciendo, solo es una amiga y la respeto.─ Mina sonrió arqueando una ceja.

─ Ya veo, entonces... ─ La pelinegra comenzó a caminar con sus dedos sobre el cojín de su asiento mientras alargaba su última palabra.─ Supongo que estaban haciendo ejercicio, porque estaban pidiendo a gritos por oxígeno, sudados... Y me parece haber visto unas marcas muy sospechosas en esa señorita Yuna.

Sunghoon tragó en seco y lamió sus labios nervioso.

─ Bien...

─ Sunghoon, no me tienes que esconder tu vida sexual. ¿Somos hermanos? listo, ¿debemos tener privacidad? correct, pero también existe la confianza y si tú estabas a dos toquecitos de tener relaciones con esa chica, si es que ya no lo hiciste, no debes tener vergüenza, es algo natural.

─ Mina, te lo repito, no estábamos haciendo nada.

─ Sabes que mentir nunca se te da Hoon, ya sé que lo estaban haciendo y no te preocupes.─ Ella se acercó más a él y tocó su hombro dedicándole una sonrisa pícara.─ Por cierto, he resuelto lo de la universidad y me iré a vivir con Chaeyoung.

Sunghoon abrió sus ojos sorprendido y no evito sonreír de oreja a oreja casi con una emoción muy notoria.─ ¿De verdad? ¿Y cuándo irás a su casa?

─ Mañana, creo que después de lo que acaba de pasar debo respetar tu espacio, además, tampoco quiero ser una molestia para ti.

─ Noona tú no eres ninguna molestia, bien lo sabes, eres mi hermana, te quiero mucho y siempre serás bienvenida a mi casa.

─ Pues con lo de hace rato creo que lo mejor es que sea un lugar más discreto para ti, sin miedo a que ser atrapados por la hermana mayor, ¿no crees?.─ Sunghoon dibujó una mueca graciosa por la réplica de su hermana y quitó su mano sin brusquedad. Mina solo se echó a reír por la reacción de su hermano.─ ¡Eres un tonto! ─ Exclamó entre carcajadas.─ Venga~ te traje unas banderillas y las dejé encima del mesón, capaz de enfriaron con el viaje, yo me iré a tomar una ducha y alistar mi maleta.

El azabache asintió y la pelinegra se levantó revolviendo su cabello.

─ ¡Oye! ─ Se quejó el menor quitando la mano de su hermana provocando nuevamente las risas en ella.

El menor caminó hasta la cocina y tomó las banderillas que le compró su hermana, no las calentó pues aunque estaban tibias tampoco le importaba si quedaban frías no las iba a recalentar. Se las comió sentado en la barra mientras revisaba su celular, pasando de app en app y viendo si no tenía algún mensaje, que para su suerte no fue así, y agradecía mil veces que el idiota de Hyunjin no se había comunicado con él.

Dejó el celular a un lado y dio otro mordisco al pincho en su mano.

Cerró sus ojos y suspiró pesado mientras masticaba, recordando todo lo que pasó con la castaña hace solo unos minutos; quién había besado desesperadamente, a quien había tocado cada centímetro de esa desconocida piel y su impecable silueta. La había deseado locamente en tan solo unos minutos sin siquiera tenerle la confianza necesaria, solo se había atrevido a devorar sus labios y esparcir sus besos en cada centímetro posible de su cuerpo, dándole el placer que no pudo obtener de vuelta y que tristemente le había dejado con esa insoportable dureza entre sus piernas, que aún reclamaba por ser liberado y obtener un poco de las caricias de aquella muchacha.

Aún en su vaga mente viajaba ese pensamiento de un «casi te acostabas con Shin Yuna.»

El solo saber que esa pobre chica gustaba de él, que había experimentado una situación sexual muy inesperada con una persona de la cual hace solo un par de dias intercambio palabras, se sentía en un cursi cliché donde era el protagonista idiota y sin corazón que abusaba de la inocencia de una buena chica. Merecía ser odiado por ella tanto como desee, por el día que se llegue a enterar que todo fue por un plan odioso de un torpe de su clase y para desgracia "amigo" a él.

¿Debía resignarse? Pues a este punto, ya era imposible. Esa muchacha quedó ilusionada y la dejó a medias, sino, Hwang Hyunjin le arruinaría la vida mucho más de lo que ya estaba.

De pronto, el chillido de la notificación del celular lo sacó de sus pensamientos, y lo revisó al instante.

Su expresión era de desprecio y odio total, pues ese rubio hostigoso le había escrito, que si no fuera para colmo ya le estaba llamando, y no optó por más que contestarle.

─ Qué quieres.─ Habló directo sin ganas y aún con la comida en la boca masticando.

Llamé para ver si te comiste el postre, como no me respondes los mensajes y escucharlo por la propia persona tiene un impacto diferente a que un simple mensaje. Ya tú me entiendes.

─ No, no hicimos nada.

¿Estás bromeando? Oye no...─ Hyunjin comenzó a soltar pequeñas risas entrecortadas.─ Maldición Park, ¿acaso es tan difícil para ti engancharte con una chica como Shin?

Sunghoon miró a su alrededor y escuchó la ducha sonando aún, su hermana seguía metida en el baño dándole a oportunidad a hablar.

─ No hicimos nada... Solo pasamos de unos cuantos besos y caricias, además yo...─ el azabache se detuvo y sintió como sus mejillas se enrojecían al recordar lo ocurrido hace solo unas horas con la castaña.

¿Tú..? ─ Alargó el rubio esperando a que su amigo termine.

─ Solo caricias, besos y un... Digamos que sexo oral, eso es todo...─ dijo susurrando intentando no sonar alto pero perfectamente audible para el rubio, quién se echó a reír de la otra línea sin creer la declaración de su amigo.

Hoy amaneciste contando chistes y bromas deprimentes.

─ No es una broma, Hwang.─ respondió con molestia el azabache.

Argh... Voy a cortar Hoonie, creo que ver porno es más interesante que tu mediocre vida sexual.

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Nuevamente Yuna corría desesperada sobre la vereda casi chocando con los transeúntes y disculpándose repetidas veces, llegando frente al colegio y esperando a que el semáforo le permitiera cruzar. Era lunes y el tráfico de mañana era simplemente tedioso, más aún con la primavera y el sol resplandeciente, afortunadamente los fuertes vientos le permitían la frescura posible. Miraba a sus lados y un brusco nerviosismo la atacó nuevamente, su corazón latía con fuerza junto a aquel cosquilleo en su pecho que le sacaba de quicio. No quería encontrarse con él, no tenía cara para verle después de lo sucedido el fin de semana en su casa.

La vigilante dio la señal de paro mientras el semáforo cambiaba de luz para que pudiera cruzar, y así fue. La castaña cruzó lo más rápido por el paso peatonal llegando a la entrada del instituto, en el portón se encontraba la inspectora Yoo, esa mujer de cabello rubio corto y una cara pequeña. Le saludó con una sonrisa y la mujer hizo lo mismo.

─ Llegando a tiempo una vez más niña Shin.

─ Usted sabe que no quiero aparecer en esa hoja de rojos, inspectora.

─ Es formidable, pero apura que en quince minutos toca la sirena para las clases.

Yuna asintió y se dio media vuelta antes de seguir su camino.

Llegó al aula y buscó su banca, donde a su lado la esperaba esa muchacha rubia de ojos gatunos y mirada fulminante, quien de brazos cruzados casi juzgándola con la mirada, por lo que Yuna tragó suave y mordió su mejilla por dentro con nervios.

Aún no se había decidido en contarle a la rubia lo sucedido con el azabache hace un par de días, pero viendo su mirada estaba más que segura en resignarse a hacerlo, pues de por sí conociendo su carácter se llevaría un sermón largo por parte de su amiga. Tomó el espaldar de la silla y la jaló dándose paso para sentarse.

─ ¿Por qué no me has escrito en todo el fin de semana? ¿Fuiste donde Park o no?

Ni bien se acomodo la rubia arrastró su silla hasta el pupitre de ella y poniendo sus manos sobre la mesa, hablándole con seriedad y con una ceja arqueada. Le daba la impresión de un novio celoso, pues no era la primera vez que pasaba cierto tiempo sin escribirle o llamarle, pero como justo le tocó visitar al pelinegro el sábado, la rubia se había quedado con dudas de saber qué pasó o qué hicieron ambos, sin enviar ni una sola señal de vida.

─ B-bueno... Es que estaba algo nerviosa, ya sabes... ─ Yuna tartamudeaba jugando con sus dedos manteniendo la mirada fija a la de su compañera.─ Y yo... Si, si fui a la casa de Sunghoon... Muy linda por cierto.─ Aclaró su garganta.

─ "Nerviosa" ¿Puedo saber por qué? ─ Yeji apoyó su mentón sobre su puño sin quitarle la mirada de encima a la castaña.─ ¿Avanzaron con el proyecto o?

Yeji notó como el rostro de su amiga de pintaba de un color rojo y le evadía volteando su rostro a su derecha.

─ Por supuesto... Para qué más iría si no es por el p-proyecto...─ Yuna había escondido sus manos bajo el escritorio y tarareaba con sus dedos sobre su piernas la cual daba pequeños brincos culpa de los nervios.

A los pocos segundos ese nerviosismo se convirtió en un ataque con una solo ver la alta silueta del muchacho cruzar por el marco de la puerta y dirigirse hasta su banca como de costumbre, saludando a su grupo de amigos que lo recibían con bromas y golpes juguetones.

Yuna abrió sus ojos con sorpresa y tomó su mochila poniéndola frente a ella, escondiendo su rostro bajo esta con pánico. ¿Qué se suponía que iba a pasar de ahora en adelante?

─ ¿Oye, por qué te escondes así? Pareces asustada.─ Yeji intentó apartar la mochila de su amiga, aunque esta la agarró con más fuerza y cerró sus ojos de igual forma.

─ ¡No la quites Yeji, te lo pido! ─ Chilló la menor.

─ Agh, Yuna pareces loca, quítate esa mochila de una vez.─ La mayor comenzó a forzar el agarre con la muchacha de una manera chistosa mientras reía por el actuar de su amiga.

Esto no pasó desapercibido para el azabache, quién no había perdido el tiempo en fijar su mirada sobre la chica. Durante su camino al instituto su mente había sido dominada por las obscenas imágenes de aquel día y lo que podría suceder al reencontrarse en clases nuevamente. Él no era de esconderse y ser un chico que se avergüence fácilmente, aunque esa chica le ponía nervioso, no solo porque hasta ese momento estaba considerada como un objeto con el cual debía cumplir para que lo dejen en paz y no arruinen su reputación, sino también el simple hecho de sentir lástima por la inocencia y la culpabilidad, cuando se entere de sus verdaderos motivos estaría incluido en un nuevo paquete de odio hacia él.

─ Sunghoon, ¿Todo bien? ─ Beomgyu se acercó a él tocándolo por el hombro a ver su mirada perdida, que aunque no lo notara, está seguía fija sobre el par de amigas peleando de forma divertida. Rápidamente el azabache sacudió su cabeza y se dirigió hasta el mayor.

─ ¿Hmm?

─ Llegaste y te sentaste sin decir nada más, muy extraño de tu parte.

─ No, simplemente estoy algo... Estresado, es todo.

─ Si, muy cansado.─ Tan pronto como terminó de hablar, se acercó quién menos quería en ese momento, Hyunjin. Que luego de esa corta pero insoportable conversa del fin de semana, no quería saber nada de este aunque le toque aguantárselo en clases.─ ¿No cierto Hoonnie?─ Posó la palma de su mano encima del cabello de este, aunque la quitó de manera brusca al instante.─ Oh... Bueno, veo que estás algo estresado.

La campana sonó y los estudiantes buscaron sus bancas respectivas, todo el grupo de amigos lo mismo y ambas amigas dejaron de luchar una vez que Yeji logró apartar la mochila de su compañera y reír por como intentaba recuperarla.

─ ¡Para Yuna! ─ Reía la rubia.─ En receso hablamos mejor, toma.─ Le devolvió la maleta y la menor la tomó con impaciencia, asintiendo.

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─ Apura la mano Yuna, realmente me muero de hambre y sabes que los pasteles de arroz se termina rápido.─ La mayor tocaba con desespero el hombro de la mencionada.

─ Yeji solo dame un par de minutos, aún no termino de copiar estos apuntes.

─ Te los paso después, ahora vamos a comer.

─ No Yeji, la última vez que hicimos eso nunca me pasaste las fotos y tuve que recurrir a otro compañero, si no fuera por Huh casi me reprueban.─ Yeji hizo un puchero y se encogió en su asiento.─ Anda tú, yo te alcanzo. No es mucho lo que me falta, no te preocupes.

─ Está bien, te guardaré un pastel. ¡Pero ven rápido! Estaré donde siempre con Jimin.

─ Si, si.

La rubia se paró dando media vuelta y se retiró del salón. Mientras la castaña seguía concentrada y transcribiendo el dictado de su amiga en su cuaderno.

Un par de minutos después se estiró de alivio a ver qué había terminado, rápidamente guardó todos sus materiales dentro del pupitre para así ir con sus amigas a almorzar. Se levantó de la silla y acomodó sus cosas antes de salir del salón.

Aunque iba con una sonrisa de emoción, esta desapareció al instante, pues una vez salió se choco con el pecho de alguien, siendo este a quién menos quería encontrarse. Ese lindo chico del lunar que le veía con una sonrisa encantadora y había exhalado lentamente al encontrarla.

Tragó fuerte y contuvo la respiración un par de minutos.

Nuevamente esa perfecta y dulce sonrisa la atacaba.

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