• Extra •
Bas
—¡Listo!
Regresé a ver a Jason que había acabado de conectar unos cuantos cables en este rincón de las instalaciones del O.L. La familia de Jason se ha dedicado por generaciones a la producción de materiales como cintas, pantallas, equipo de sonido para producciones audiovisuales. Él nos ayudó a Raquel y a mí con el proyecto de música, acomodando varias cosas para que la música y las sombras se transmitieran en todo el instituto por medio de unos espejos y paneles enormes.
—¿Crees que esto funcione?
—Por supuesto que sí. Ya te lo he dicho más de diez veces, tío —el frunce los labios en un ademán molesto, pero no puede mantenerlo porque enseguida sonríe—. Sólo confía en mí, te doy una garantía del...
No pude seguir escuchando lo que decía porque en ese instante Raquel y Lily entraron en la estancia hablando animadamente. Ella llevaba puesto un vestido de gasa color vino que caía de forma que no parecía real. Su cabello oscuro estaba recogido en un moño desarreglado intencionalmente con algunos mechones sueltos, enmarcando su cara. En ese momento solo pensé que ella venía de algún mundo paralelo porque no se parecía nada a la chica de mirada fría que conocí. Ella era mágnifica. Y luego, sus ojos conectaron con los míos y una gran e increíble sonrisa apareció en su rostro.
—Eh, al menos podrías cerrar la boca —susurró Jason, dándome un codazo en las costillas.
—Bien que a ti te pasa lo mismo con Lily —repliqué en el mismo tono.
Él iba a decir algo más, pero Lily interrumpió.
—¿No les enseñaron que susurrar frente a otras personas es de mala educación? —tenía una pequeña sonrisa burlona dirigida a su novio que enseguida fue hacia ella para darle un beso y yo desvié la mirada. Nadie quería ver como se ponían melosos.
—Te ves bien con esa camisa —habló Raquel a mi oído sin darme cuenta de que se había acercado. Su característico perfume con olor a caramelo enseguida invadió mis fosas nasales. Creo que eso fue lo primero en que me fijé cuando me acerqué la primera vez a ella, lo que hizo que la buscara a cada momento.
—No puedo decir lo mismo de ti —digo serio, pero no se lo cree.
—Por supuesto que no. Yo estoy mucho mejor que bien —ella guiña. Yo sonrío misteriosamente.
—¿Ah, si? —suspiro en su oído y a ella se le entrecorta la respiración. Noto que mi sonrisa se hace cada vez más grande. Me encanta que esté tan loca por mí como yo por ella.
Y luego, hace un movimiento que no esperaba. Gira con cuidado su cabeza hasta que sus labios quedan a escasos centímetros de los míos y poco a poco va acortando la distancia, con una lentitud desesperante. Al final, cuando nuestros labios apenas se tocan y estoy a punto de besarla, se empuja hacia atrás con ayuda de mis hombros, sonriendo.
—Si no me equivoco, tenemos que hacer un trabajo —aprieto los labios con frustración.
«Bien jugado, querida, pero yo soy mejor.»
Antes de que se vaya caminando como si nada hubiera pasado, alcanzo a tomar su mano y la jalo con fuerza medida para no lastimarla. En menos de un segundo ella está en mis brazos y sin darle tiempo a decir nada, mis labios están sobre los suyos. Ella suelta un ruidito de sorpresa, pero no se separa y, Dios, sabe tan bien, como a fresas y...
Alguien carraspeó detrás de nosotros.
—¿Quieren comenzar ya? ¿O necesitan más tiempo? —. Estúpido Jason. Raquel se separa de mí, humedeciendo más sus labios y respirando fuerte.
—No, no. Tenemos que hacer esto ahora —su voz es un poco ronca y sus mejillas están bastante sonrojadas. ¿Es posible que se vea mejor de lo que ya se veía?
—Bien, entonces. Comencemos —dice él, tranquilamente. Mis ojos lanzan dagas cuando se encuentra con mi mirada y ahoga una risa. Bastardo.
Raquel camina hacia el piano y yo tomo mi guitarra para el comienzo. Jason dirige a las personas que vinieron para ayudar a grabar el video. Raquel y yo decidimos que queríamos un video porque la proyección de nuestras sombras se iba a ver mientras durara la presentación, o sea, apenas unos minutos y ambos coincidimos en queríamos que fuera para siempre.
Ambos tocamos los instrumentos durante la introducción, para luego dejarlos y acercarnos lentamente para bailar la canción. Tal y como lo presentarían en una película. Habíamos practicado tanto los pasos que ella ni siquiera tuvo la necesidad de ver sus pies al hacerlo. En cambio solo me miraba a mí y así fue durante el resto de la canción. Era un sentimiento extraordinario y precioso. Nuestro pequeño mundo sin problemas ni enfermedades, ni nada que pudiera separarnos. Y allí, en ese momento, justo cuando la canción finalizó y veía el brillo plateado en sus ojos supe que jamás podría dejar de amarla, incluso cuando se fuera y me dejara con el corazón destrozado. Incluso cuando envejeciera y los recuerdos desaparecieran con el tiempo, el amor nunca lo haría.
—¡Oh, no me mires así! —exclamó de repente.
—¿Cómo?
—Como si fuera lo único bueno de tu vida —su voz era inestable y sabía que estaba a palabras de llorar. Estaba al tanto de lo mucho que le dolía estar conmigo cuando sabía lo que iba a pasar. Así que dije lo único que podía tranquilizarla, aún no fuera del todo verdad.
—No eres lo único bueno de mi vida, Mely —y sonreí.
Ella apoyó su cabeza en mi pecho y envolvió sus brazos a mi alrededor. Yo le di un beso en la cabeza e igualmente la abracé.
Esta vez nadie nos interrumpió.
¡Hola! Ahí están los extras que prometí jaja.
Siento que deben saber que mientras escribía la historia pensaba en componer la canción que Raquel compuso yo misma y subirla en este capítulo porque toco el piano y eso fue lo que me inspiró a escribirla. Pero... no soy compositora y crear una canción es mucho más difícil de lo que pensaba, así que tendrán que disculparme por mi fallo. 😅
Gracias de nuevo por leer y nos vemos en otra historia jaja.
Se los quiere,
Emi
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