Capítulo 31

Nos miramos fijamente, ninguno aparta la mirada ni se mueve. Me pregunto qué estará pasando por su mente, porque así como yo sé ocultar lo que pienso, él también puede hacerlo muy bien y estaría mintiendo si dijera que no me está poniendo nerviosa con su miradita de ojos verdes.

Al parecer él está tan cabreado como yo lo estoy y tengo que admitir que es bastante intimidante e imponente cuando se lo propone. A mí solo me ha mostrado el lado bromista, idiota y comprensivo que tiene. Pero este lo hace ver mucho más mayor de lo que es y muy masculino. Creo que eso también tiene que ver con el hecho de que está vestido todo de negro y me gusta mucho como le queda.

Genial, ahora el enojo se me está pasando.

Él por fin hace un movimiento: lleva el vaso de cristal a sus labios y apura el contenido en un segundo, luego lo deja en la barra y viene a mi encuentro. Como todo un príncipe de la mafia.

Doy media vuelta y me dirijo a la salida de la discoteca para poder hablar con él en un tono normal de voz. Me detengo al llegar a un callejón iluminado.

Al principio, cuando me besó, tuve la extraña sensación de que todo volvería a ser como antes, que tal vez podríamos salvar la amistad si nos esforzábamos por dejar lo del beso como un recuerdo estúpido y lejano.

Sin embargo, es difícil pensar de esa manera cuando cada vez que se me acerca, el corazón me empieza a latir a mil por minuto (y me impresiona que todavía no me haya desmayado a causa de eso); o la decepción profunda que sentí cuando el lunes llegué al colegio y no le vi con mi batido en la mano ofreciéndome su sonrisa única. O los celos que me invadieron cuando dijo que prefería a April y cuando Abby me dijo que intentaron ser más que amigos hace un año. Fue idiota por mi parte creer que después del beso podríamos ser solo amigos, especialmente cuando llevo tiempo sintiendo esto por él, aunque no quisiera reconocerlo.

Cuando llega a mí, solo me abraza con fuerza y yo igualmente envuelvo mis brazos alrededor de su cintura, apoyando mi cabeza en su pecho, sintiendo un nudo en mi pecho que no tiene nada que ver con mi enfermedad. Inhalo su aroma tan perfecto que siempre me vuelve loca.

—¿Por qué diablos mencionaste a April después de besarme? —mi voz sale ahogada contra su pecho, aunque de todas formas me escucha.

—No lo sé. Tenía miedo de lo que harías, ¿sabes? —me separa poco a poco de él para mirarme a los ojos—. Tenía miedo de que mostraras esa fachada de frialdad y me apartaras.

Me paso la mano por la cara, suspirando. Tiene razón. Si no me hubiera dado cuenta unos minutos antes de que estaba enamorada de él, el bendito beso me habría causado un montón de conflictos internos y hubiera reaccionado tal y como él lo planteó.

—Pero entonces, ¿por qué me evitaste toda la semana? —la verdad es que me parece una de las mejores preguntas que he hecho en mucho tiempo—. Incluso pasaste de las llamadas perdidas.

Ahora él da un paso hacia atrás, valorando qué es lo que debería decirme.

—¿Quieres la verdad? —pregunta, viéndome directamente a los ojos de nuevo, y yo asiento. La verdad siempre es mucho mejor que las mentiras—. Estaba mentalizándome para soportar el dolor que llegaría cuando dijeras que querías ser solo mi amiga de nuevo, Raquel.

En un instante me olvidé de respirar. ¿Está diciendo lo que estoy pensando? Aprieto mis ojos con fuerza para reunir el valor necesario y me digo que no debo ilusionarme hasta que lo haya oído de su propia boca. Que nunca tendré la oportunidad perfecta de preguntárselo de nuevo.

—¿Me quieres? —contengo la respiración mientras abro los ojos y espero su respuesta.

—Por supuesto que te quiero —no duda cuando responde y eso me trae una sensación de felicidad que jamás había sentido. Nunca. Un sentimiento tan puro y hermoso—. Eres una de las personas más importantes en mi vida, alguien en quien puedo confiar y sería terrible si te perdiera —mira hacia otro lugar antes de volver a mis ojos con desesperación—. Estoy enamorado de ti, Raquel. Creo que lo estoy desde la primera vez que te vi con todo el cabello en la cara tratando de mantener la compostura al verme.

Y es entonces que la ilusión y toda la felicidad que estaba experimentando hace unos pocos segundos desaparece en un abrir y cerrar de ojos, reemplazada por el miedo y el dolor al salir del trance en el que he estado todo este tiempo. No le puedo hacer esto, no puedo. Porque estoy más que segura que algún día va a terminar perdiéndome, más temprano que tarde. 

Cuando me dieron el diagnóstico, los doctores me dijeron que era bastante probable que no pasara los treinta años de vida si no me daba ningún ataque. No hay cura para esta enfermedad, no hay nada que pueda hacer para deshacerme de ella y si ya me dio un ataque la anterior semana, aun llevando una vida sana, no quiero ni imaginarme cuando me va a llegar la hora. 

Es el mismo maldito monstruo que me quitó a mi madre en menos de un minuto. Es un monstruo no solo porque no me dejará vivir en paz sino porque me veo en la obligación de proteger a muchas personas. Esa es la principal razón por la cual me alejé de las personas en primer lugar. Solo no quiero que sienta la misma pena, el vacío y sufrimiento que sentí cuando perdí a mamá y mucho menos después de que ya vio morir a su padre. Simplemente es cruel dejarle encariñarse más conmigo y yo igualmente cuando sé que en cualquier momento mi cuerpo fallará y no volveré a despertarme, cuendo no volveré a verle nunca más ni él a mí. 

Y, oh Dios, el corazón se me vuelve a destrozar, se vuelve a hacer astillas cuando me doy cuenta de lo que tengo que hacer.

«¿Por qué no reaccionas de una maldita vez, corazón, y dejas de sufrir?»

—¿Por qué lloras, Mely? —me dice Bas con suavidad, tomando mis mejillas en sus manos. 

—Porque también te quiero, Bas, te quiero muchísimo —trato de respirar, pero tengo la nariz tapada así que me toca hacerlo por la boca. Su figura está borrosa por las lágrimas que siguen cayendo. Me he vuelto una llorona sin remedio.

—¿Y entonces cuál es el problema? —él pregunta, ahora preocupado. Me digo que solo será una vez más, solo una y luego, cortaré esto por lo sano.

No le doy tiempo de hacer nada, solo envuelvo mis brazos alrededor de su cuello y lo atraigo hacia mí, juntando nuestros labios suavemente y sin prisa. Saben a menta y un poco dulce. Son lo mejor que he probado, como una droga de la que es imposible desprenderse. Trato de transmitirle todo mi dolor, necesidad y amor con ese único beso y me parece que él lo entiende porque luego de dos segundos también me está besando como si solo nosotros dos existiéramos y nada ni nadie pudiera meterse entre nosotros, aunque eso no sea más que una mentira. Es el último beso y luego tendrá que olvidarse de mí porque sé que yo no podré hacerlo.

¿Qué es lo que suelen decir? Ah, sí. Si lo quieres, déjalo ir. No hay frase que sea más estúpidamente cierta en este momento.

—Yo... lo siento mucho. Tienes que olvidarte de mí, por favor. Sólo házlo.

—¿Per... ? —presiono un dedo en sus labios para que se calle y me deje continuar.

—Porque si seguimos con esto te haré mucho daño, quiera o no quiera hacerlo. Y eso es lo último que quiero hacer, ¿me escuchas? Hay muchas cosas de mi vida que no puedo controlar, pero esto sí puedo hacerlo. No mereces todo lo que pasarás si te quedas conmigo.

Formo en mis labios una sonrisa triste, me deshago de su agarre y me pierdo entre la oscuridad de las calles. En momentos como estos desearía gritar a los cuatro vientos que estoy harta de vivir según lo que dicte mi enfermedad. Como ven, no puedo simplemente dejarlo a un lado. Es parte de mí.

No volví a casa con Abby, pero de todas maneras nadie me descubrió. Le mandé un mensaje diciendo que si quería tanto a Bas como yo lo quería, no le iba a dejar acercarse a mí otra vez. No somos amigas, no señor. Sin embargo, esta tarde comprendí que ahora tenemos los mismos intereses. No le agrado mucho, pero sé que mi mensaje va a convencerla de mantener a Bas alejado de mí.

Y a pesar de todo, no puedo evitar preguntarme si cometí un error. Tal vez sí, pero ya tomé la decisión y no hay vuelta atrás.

¡Holaaa! Aquí les dejo un capítulo muy triste de Reacciona corazón. La verdad es que me deprimí bastante escribiéndolo, pero es importante.

De verdad espero que les guste y agradezco mucho que estén leyendo el libro que estoy construyendo con mucho amor. Ahora... una pregunta, ¿qué les parece la actitud de Raquel? ¿Creen que está exagerando?

¡Hasta la próxima!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top