Capítulo 29
Esto es un hervidero de personas, no hay donde poner un solo pie. De nuevo, le pregunto a Bas por qué acepté venir.
—Porque te encanta estar conmigo y porque aceptaste el reto —ruedo los ojos cuando dice lo primero, pero no lo niego y él se da cuenta. Tampoco puedo negar que acepté el reto.
Esa mañana llegó a mi casa y apenas me vio, dijo que desde ahora en adelante cada uno podría ponerle un reto al otro y se tenía que cumplir obligatoriamente ese mismo instante. Por supuesto, en el momento en que acepté la propuesta, no sabía que los retos que se le ocurrirían serían tan descabellados.
Mientras tratamos de abrirnos paso sin atropellar a ninguna persona en el camino, veo todos los carteles y anuncios que ofrecen descuentos significativos.
—Hay demasiadas personas —me quejo y él se ríe de mí.
—Es viernes negro, nena. ¿Qué esperabas?
Sinceramente no lo sé, pero sí sé que no esperaba tanta gente tratando de enterrarte vivo para conseguir comprar las mejores cosas. Empiezo a arrepentirme de haber aceptado la tonta propuesta de Bas. Ja, retar al otro cuando se te ocurra alguna idea y hacerlo ese mismo momento. ¿En qué estaba pensando?
—Mira —señala con el dedo algún punto en la multitud—, allí está Lily.
Miro hacia el lugar que está señalando, y en efecto, allí está mi amiga tratando de cargar bastantes bolsas de compras sin caerse en el camino. No me molesto en responderle y salgo disparada hacia dónde está Lily.
—Déjame ayudarte —la sorprendo y casi se le cae todo al suelo.
—¡Oh, Dios mío! Rachel, no sabía que eras de las que se arriesgaban en un viernes negro —dice con una mano en el pecho cuando ya me ha dado algunas de las bolsas.
—¿Por qué no me sorprende que estés metida aquí? —pregunto y ella solo me da una sonrisa inocente.
—Es una buena oportunidad para conseguir los regalos de Navidad.
—¿Con tantas personas? —pregunto. Es que simplemente no lo puedo creer.
—¿Y qué esperabas, entonces? —al parecer soy la única sorprendida de que haya tanta gente. ¿Por qué nunca salí con mamá en un viernes negro? Ah, claro. Nunca me dejaba ir. Y puedo imaginar por qué.
—Oh, aquí están chicas. Casi las pierdo de vista —dice Bas cuando logra localizarnos.
—¡Sebastian! ¡Qué linda sorpresa! —dice Lily, saludando.
—Estamos juntos —explico. Lily se vuelve para verme con las cejas alzadas, y me doy cuenta de cómo sonó eso. Rubor—. Digo... estábamos juntos hasta que... ¿te vio?
Termino una afirmación con tono de pregunta. Un completo desastre. Ahora Lily no dejará de molestarme en varios días y puede que semanas.
—Bien, ¿les parece ir a dejar las compras al coche y luego, volver por algo de comer? —propone Lily antes de que Bas diga algo más. ¿Mencioné que amo mucho a esta niña?
—Por supuesto —responde Bas y luego me pide que le dé las bolsas que tengo en las manos.
—Puedo cargarlas yo misma —le digo yo.
—Ya sé que puedes hacerlo por tu cuenta —pone los ojos en blanco—, pero se ven pesadas y yo quiero ayudar.
Entrecierro los ojos.
—¿Entonces no me lo estás pidiendo porque piensas que soy débil?
Él suelta un bufido burlón.
—Créeme, el que piense eso, está en un grave error. Puedo comprobarlo por los moretones en mis brazos —intenta arremangarse la camiseta de manga larga que lleva, pero lo interrumpo.
—Ya, ya lo entendí. No hacen falta las demostraciones. Además, son solo pequeños golpes. No tengo tanta fuerza para dejarte moretones —eso y que sus brazos son musculosos y que me...
Mejor no seguir por ahí.
—Eso dices tú, pero nunca lo has sentido de primera mano.
—¡Oh, por favor! No seas quejica —le voy a dar un golpe en el brazo, pero luego lo pienso mejor antes de hacerlo.
—¿Ya terminaron? Porque de verdad que se me están cansando los brazos y no quiero seguir escuchando sus discusiones de pareja —dice Lily inocentemente y con cara de cansancio. Sin embargo, lo que dijo no tiene nada de inocente.
—Sí —respondo simplemente, dándole dos bolsas a Bas. No niego lo que Lily dijo porque sino, podríamos pasar tranquilamente otra hora discutiendo sobre el tema. Claro, eso no evita que me sonroje de nuevo. Bas me mira de reojo sin añadir nada. Me pregunto si le molestó que no negara que somos pareja.
***
Después de ir a un lugar en el que vendían sándwiches de pavo con lechuga, que estaban buenísimos, aunque también podría haber sido el hecho de pasar toda la mañana de tienda en tienda lo que hizo que tuviera tanta hambre para comer dos de esos sándwiches. Ya saben, a buen hambre no hay pan duro.
Bueno, el caso es que después de los sándwiches, Bas y Lily me arrastraron por todo el centro comercial. Uno diría que me encanta ir de compras, y sí me gusta, pero cuando hay tanta gente como hoy es muy agobiante y prefiero quedarme en mi casita en paz y tranquilidad. Es más, juro que en mi vida vuelvo a salir de compras un viernes negro. La parte buena es que logré encontrar algunos regalos de Navidad; a veces me estresa que Lily tenga la razón en todo. Para Lidia encontré un brazalete y dijes bastante creativos como pelotas de fútbol o raquetas de tenis, estoy segura de que le gustará. Para Lina encontré un cuadro originario de España (ojalá no me hayan engañado) que muestra la ciudad de Toledo, y bueno, para los demás todavía tendré que seguir buscando algo especial. Estoy pensando que a Bas tal vez le guste ir a ese festival exclusivo del que tanto hablan últimamente, pero no estoy muy segura al respecto...
—Te reto a que subas a ese escenario y les des un espectáculo como solo tu podrías hacer —me dice Bas con su voz acariciando mi piel, sintiendo su cercanía a mi espalda.
—¿Un espectáculo?
Puedo sentir que está poniendo los ojos en blanco.
—No has estado escuchando nada, ¿verdad?
Tan perdida como estaba en mis pensamientos no me había dado cuenta de que nos habíamos dirigido hacia un lugar del centro comercial donde había aún más gente amontonada alrededor de un escenario con luces y todo. En una plataforma, en el centro del escenario había un piano iluminado y un hombre estaba al lado derecho con un micrófono, agradeciendo y animando a que otras personas suban.
—Espera, ¿quieres que suba allí y toque el piano como si nada?
—¿Algún problema, Mely? —me da esa sonrisa odiosa y burlona que solía darme en los primeros días que nos conocimos —. Si no quieres hacerlo no...
Sí claro, no hay problema. Ja. Si no lo hago perderé y no quiero darle esa satisfacción.
—No, no hay problema —le interrumpo, apretando los puños y preparándome para algo que nunca antes había hecho. Sí he salido en público gracias a los eventos que mi padre organiza cada año, pero nunca he tocado el piano como parte de una presentación. Sólo lo he hecho para mí misma y en secreto.
Me encamino y adelanto a Lily que me ve como si estuviera loca, y probablemente lo esté porque después de esto estaré en todas las redes sociales y también me ganaré una buena regañina por parte de papá. Pero, ¿saben qué? Al diablo con lo que piense papá. Además del hecho de que estoy a punto de colapsar por los nervios, también me emociona estar allí arriba haciendo algo que me gusta. Papá no tiene derecho a prohibirme hacer lo que amo y mucho menos después de aceptar trabajar para él.
Así que, cuando me siento frente al piano, no pienso en lo mucho que me asustan las consecuencias, solo lo hago sin más. Es extraño que al llegar aquí los nervios desaparecieran y en cambio una paz se extendiera a lo largo de mi cuerpo. No hay partituras ni nada de lo que pueda guiarme, aunque de todas maneras no es necesario. Todas las canciones que sé tocar las sé de memoria. Ni siquiera tengo la necesidad de mirar hacia las teclas para no equivocarme. Comienzo con una nota y otra y luego una combinación de acordes que forman una melodía. Busco en la multitud a mis amigos y veo a Lily conversando con Bas y luego los dos vuelven a mirarme directamente. La confianza y amabilidad que veo en los ojos de Bas me animan a seguir y al paso voy componiendo una canción nueva, una que está hecha con todo mi corazón y que está dedicada a una persona en particular.
Por primera vez, no pienso en mi madre cuando toco el piano.
Al terminar, los aplausos llueven y el hombre que antes estaba animando me intercepta antes de poder salir de allí y perderme entre la multitud.
—¡Damas y caballeros, aquí tenemos a una niña prodigio! ¿Qué nos dices, bonita? Es obvio que tienes mucho talento.
Él acerca el micrófono a mis labios para que diga algo, de repente reparo en toda la gente a mi alrededor, esperando una respuesta. Las manos me comienzan a sudar y se me hace un nudo en la garganta. Los latidos de mi corazón son erráticos. No puedo hacer esto. No puedo. Y no tengo idea de por qué me he quedado paralizada, esto es algo que ya he hecho antes. He hablado en escenarios, con cientos y a veces miles de personas mirándome directamente. ¿Por qué demonios no puedo mantener el control de mi propio cuerpo?
Como si fuera cosa del destino, justo en el momento en que estoy a punto de desmayarme de nuevo, en que estoy considerando la posibilidad de rendirme de una vez por todas y para siempre, dejando al descubierto mi enfermedad, Bas hace señas con los brazos y establece conexión con mis ojos. Ojos color esmeralda que me devuelven la mirada abiertamente, diciendo que me tranquilice, haciendo que mi pulso de alguna forma vuelva a la normalidad y aclarando mi mente. Ojos color esmeralda que en algún momento de este año se convirtieron en todo lo que me hace ser mejor cada día. Ojos color esmeralda que jamás dejan que me rinda, de la manera que sea y cuando sea. Incluso cuando nos odiábamos nunca dejó de animarme.
No puedo creer que tardé tanto en darme cuenta. De verdad que soy lenta para entenderme a mí misma.
—¿Estás bien, querida? —el hombre me pregunta con la preocupación tiñendo su voz.
Me aclaro la garganta, aunque de todas formas la voz me sale un poco rasposa.
—Solo sé que amo la música y me alegro de haber tocado para ustedes hoy. Gracias por escucharme.
Me bajo del escenario sin darle otra oportunidad a mantenerme allí. Cuando llego a donde están mis amigos, les digo que salgamos de aquí.
—Eso fue impresionante, Rach. ¿Por qué no me dijiste que sabías tocar el piano?
Miro a Lily, considerando lo que puedo decirle y lo que no. ¡Oh, Dios! Estoy harta de esto, estoy harta de este tipo de vida. Ocultando cosas a las personas que quiero. Sin embargo, estoy segura de que tampoco les puedo contar la historia entera.
—Es una larga historia, Lily. Será para otro momento.
Ella me examina, pero cede. Mientras abre la puerta de su auto se forma en su cara una sonrisa malévola.
—Sebastian me explicó que solo tocaste el piano por esa cosa rara de los retos. Ustedes dos son bastante raritos. Pero, ya que lo mencionaste —ahora se dirige hacia Bas—, ¿les puedo hacer un reto?
¡No! No puede hacerlo. Si no la detengo esto va a salir muy, muy mal. Por desgracia no pude ni siquiera abrir la boca antes de que Bas firmara la sentencia—: Claro.
—Un beso.
—¿No es un reto muy infantil? —trato de salvar la situación.
—No si ambos se tienen ganas desde el día que se conocieron —su sonrisa es como la de un hada. Mitad diabólica, mitad angelical. —Pero yo ya me voy, no tengo ganas de presenciar lo que pasará después del beso.
Y así, se subió a su coche y se fue como si nada importante hubiera pasado. Esto es terrible.
—Bien, es solo un beso —me dice Bas, inexpresivamente. Me vuelvo y lo encuentro mirándome con los ojos vacíos.
Trago saliva y me muerdo el labio mientras me acerco. Tiene razón, es solo un beso. ¿Qué mal puede hacer? Además tampoco es como si no lo hubiéramos hecho antes. Podría decirle que no tenemos que cumplir el reto, pero eso sería admitir que me pone nerviosa y que tengo miedo de lo que sea que pueda pasar. Y el hecho de que sea mi amigo no cambia que no quiero que sepa que tengo miedo de besar los labios en los que a menudo no puedo dejar de pensar. Oh, mierda. Estoy jodida, ¿verdad?
—Sip. Un simple beso —tampoco le dejo ver lo que estoy sintiendo.
Me tomó de la cintura y me atrajo bruscamente hacia él. Yo aterricé con las manos en su pecho, un poco confundida por su cambio de actitud, pero cuando alcé la cabeza no tuve tiempo de ver sus ojos tan bonitos porque enseguida sus labios chocaron contra los míos. No fue para nada como la primera vez que me besó. Y me aterra que admitir que es mucho mejor que la vez anterior. Exigente, desesperado y acalorado. Sin lugar a dudas que es lo que cualquier chica desearía y no soy la excepción. Es increíble lo que un solo toque puede hacer, como un simple beso puede hacer que mi mundo entero se tambalee.
Solo nos separamos cuando a ambos nos falta el aire y pienso que me va a seguir besando, pero en lugar de eso, solo da un paso atrás, jadeando en busca de aire, al igual que yo.
No es el mismo de siempre. Algo está mal.
Sus ojos siguen vacíos de toda emoción como si no hubiera pasado nada. Pero sí pasó, estoy segura de eso porque sino, no estaría tan agitado. Le causé el mismo efecto que él causó en mí. La química arrebatadora que siempre circula entre ambos. Y me atrevería a decir que no fue un error, de no ser por la cruel sonrisa en su rostro y las palabras.
—April besa mucho mejor que tú.
¿Cómo pasó esto? ¿Por qué la mencionó? ¿Hice algo mal? Justo después de todo lo que pasó hoy, justo después de darme cuenta de que él lentamente se metió debajo de mi piel, que se abrió paso a través de mi débil corazón. Después de resistirme tanto para al final terminar mucho peor.
—Solo fue un beso, Sebastian.
Doy media vuelta y me camino hacia mi auto. Durante todo el camino no hablamos y cuando llegamos a su casa tampoco lo hacemos. La garganta me duele de estar aguantando las lágrimas tanto tiempo, pero no pienso llorar. No.
No sabía que estar enamorada era tan doloroso.
Holaaa. Soy yo de nuevo. Ahorita me tengo que ir así que solo les diré que voten si les gustó.
Me parece que Bas cometió un grave error reaccionando de esa manera.
¡Hasta la próxima!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top