Capítulo 18

Debí saberlo. Lo cierto es que la sorpresa no es tan, tan mala. Lo que me gustaría saber es cómo Lily supo que no me iba a enfadar con ella por esto. 

—¿Sabes? Estos meses has estado a punto de matarme porque no te atrevías a acercarte a él, pero todo el tiempo te quedabas viéndole y aunque tengo que admitir que fuiste bastante disimulada, estuvo tan claro para mí cuando todas estas mañanas te has bajado de su coche. ¡Son tan lindos! —dice Lily, emocionada.

—Yo no diría que me gusta exactamente ⎼⎼respondo con resignación mientras veo a Bas caminando hacia nosotras con un ramo de flores que, supongo, son para Lily.

—Lo sé. ¡Te encanta!

—¿Qué? Yo no he dicho eso.

Me vuelvo para mirarla y ella sigue sonriendo con expresión pícara.

—No tienes que decirlo. Tus ojos destellan como las estrellas.

—¿Qué es lo que destella como las estrellas? —pregunta él, justo cuando voy a responder al comentario de Lily.

—¿Esas son para mí? —dice ella en cambio, señalando las flores. Bas asiente un poco confundido y se las da—. ¡Oh, qué lindo! No tenías porqué hacerlo —se lanza a sus brazos para darle un abrazo y en un abrir y cerrar de ojos Lily se está perdiendo entre la multitud, no sin antes guiñarme un ojo.

La voy a matar, juro que lo haré.

—Entonces, ¿qué es lo que destella como estrellas?

Regreso a mirarlo y tiene una sonrisa enorme plasmada en su cara y probablemente me hubiera ruborizado de no ser porque estaba muy enojada y confundida para hacerlo.

—No es nada importante.

—Yo creo que sí.

—Créeme, muchas de las cosas que Lily dice solo las entiende ella —termino diciendo, pero él ya no me está escuchando. Solo me está mirando de arriba a abajo. Voy a rodar los ojos cuando él dice:

—Te ves preciosa —y ahora no puedo evitar ruborizarme, lo cual no tiene sentido porque a diario las personas me dicen que estoy bonita o bellísima y nunca me afecta. ¡Arrrghh!

—Tú también te ves bien —las palabras me salen como un gruñido y él se ríe.

—¿Por qué suena a que es todo lo contrario?

Porque estoy frustrada conmigo misma y él se ve realmente bien con esos benditos vaqueros rasgados y la camisa blanca con los dos botones superiores desabrochados que dejan ver una parte de su piel bronceada y una cadena de plata alrededor del cuello en la cual no me había fijado antes. Por supuesto que eso no se lo voy a decir, pero, a juzgar por su mirada verde esmeralda fija en mí, ya lo sabe.

Esto sí es un desastre.

—¿Quieres bailar? —pregunto para distraerlo y que deje de pensar en lo que sea que haya estado pensando. Antes de que pueda decir algo ya lo estoy arrastrando al centro de la habitación donde varias personas también están moviéndose al ritmo de la música.

Tal vez me apresuré un poco con lo de bailar, porque no tengo idea de cómo se hace. Ya sé, es raro. ¿Cómo puede ser que a una chica que le encanta la música, no sepa bailar? Pues no tengo ni la menor idea. No me gusta, además cuando tomé la decisión de no ser animadora, creo que me tomé muy enserio lo de no bailar.

Ahora ya no tiene sentido negarse.

—Tenemos un problema —le digo al oído para que me pueda oír.

—Dime.

—No sé bailar. —Su cara me dice que eso es lo último que se esperaba.

—No es cierto.

—Hablo enserio.

Él me ve un poco sorprendido, pero luego una gran sonrisa se extiende por su rostro.

—Eso es extraño, pero hoy aprenderás del mejor—guiña un ojo y pone una mano en mi cintura. Cuando entrelaza sus dedos de la otra mano con los míos siento electricidad recorriendo mi brazo entero. ¡Ay, por favor! ¿Electricidad? ¿En serio?

—Tienes que poner una mano en mi hombro —yo levanto mi mano y vacilante, la pongo en su hombro—, exactamente así.

—Vas a tener que perdonarme si te piso los pies —digo nerviosamente. Quiero pensar que solo es porque tengo miedo de pisarle los pies aunque ya no estoy segura de si es solo eso.

Él se ríe suavemente.

—Lo harás muy bien, relájate.

—¿Cómo puedes estar tan seguro? —la duda en mi voz es demasiado perceptible. De pronto, sé que no solo me refiero a bailar y me da la impresión de que él también se da cuenta.

—Porque eres tú, tú puedes con todo —todavía tiene una sonrisa en su rostro, pero su tono es totalmente serio—. ¿Te digo un secreto?

Su sonrisa traviesa es tan contagiosa que no puedo evitar imitarle y asentir con la cabeza.

—El ramo de rosas no era para Lily... —susurra en mi oído. Y no tiene que completar la frase para que entienda a qué se refiere. Tampoco puedo responderle porque enseguida comienza a hacerme dar vueltas, sosteniéndome firmemente y, sin darme cuenta, estoy riendo a carcajadas y disfrutando de algo que nunca pensé que disfrutaría.

Es como si tuviéramos una tregua de nuestras discusiones diarias. Me siento como si estuviéramos en un universo paralelo y solamete soy una adolescente más del montón.

En un momento dado, voy por una soda a la cocina, sonriente y Bas me sigue. Cuando me doy la vuelta estoy atrapada entre él y el refrigerador. Él está muy cerca. 

Un déjà vu. Solo que esta vez no puedo corresponder el inminente beso. No puedo ceder. Llámenme loca, pero siento que no es correcto, que no estoy lista para esto. Él me agrada muchísimo cuando no se comporta como un idiota, pero siento que si hago esto ahora, estaré cometiendo un gran error.

—¡Eh!

Trago saliva y trato de que no sea tan obvio de que estoy sosteniendo la respiración para no aspirar su aroma.

—¡Eh! —él me responde.

—Sé que al principio no nos agradábamos...—me invita a seguir con un gesto de cabeza—, pero ahora creo que podríamos ser... buenos amigos. —Lo último que dije hizo que una mezcla de dolor y desconcierto se instalara en sus bonitos ojos y se fue tan rápido que me pregunto si lo imaginé. Su sonrisa nunca vacila.

—Okay. Sí, podemos ser muy buenos amigos —se va alejando poco a poco y lo siento extraño. Sí, tiene la misma sonrisa divertida y un poco torcida de siempre, pero no se siente igual que hace unos segundos. Se siente raro. Se siente como si un muro se hubiese interpuesto entre nosotros.

Quiero decir algo que haga que esa nueva ola de incomodidad que permanece en el aire desaparezca, pero el sonido de la voz de Abby me distrae.

—Bas, enserio, sé que te encantan las morenas con ojos grises, pero ¿no podías buscarte a alguien menos zorra?

«Respira hondo, no te lances encima de ella porque no te conviene que papá te hable por pegarle a su chica favorita. Respira hondo. Uno. Dos. Tres...»

—¿Qué te pasa, Lara? —pregunta él con el ceño fruncido, separándose de mí— ¿Por qué hablas así?

—¿Es que no lo ves? Solo trata de engatusarte con su tira y afloja y su mirada inocente mientras se ríe a tus espaldas. Eres mi mejor amigo, quiero lo mejor para ti y ella no lo es —Abby me ve con rencor en esos bonitos ojos—. Todo el mundo se ha dado cuenta de que es basura, todos sus amigos y hasta su familia la abandonaron por ser lo que es.

Y joder, ese fue un golpe bajo. Lo peor es que es cierto, mi familia me abandonó cuando Christian murió; siempre supe que era mi culpa que mi familia estuviera destrozada, solo que es mucho peor cuando los demás también lo creen.

A juzgar por el brillo en los ojos de Abby, sabe que me hizo daño y eso me enfurece, porque logró sobrepasar las paredes que alcé para protegerme de personas como ella, pero lo que más me duele y fastidia es ver la duda en los ojos de Bas cuando intercambiamos miradas.

Rayos. Había olvidado que somos completos desconocidos.

—Mira, no tengo idea de lo que te hice para merecer tus palabras y lamento mucho haberte herido si alguna vez lo hice, solo déjame en paz.

Estoy segura de que mi cara no muestra expresión alguna aunque mi voz tenga un tono cansado. Doy media vuelta e intento salir de la cocina. Digo intento porque April me está bloqueando el paso.

—Ya estás huyendo como una cobarde otra vez, sin dar la cara —me dice con sorna, como si yo fuera lo peor de lo peor. ¿Es enserio, destino? Al parecer no es suficiente lidiar con una de las brujas por un día.

Esta vez no tengo que decir nada a nadie, porque Jason me defiende.

—Déjala en paz, April. —Su voz es amenazante y le lanza una mirada decepcionada a Bas mientras habla con ella. Hasta ese momento, nadie, absolutamente nadie, había hecho nada por defenderme de esa manera.

—¿O si no qué, niño bonito?

—No hay ninguna otra opción, April. Dejas en paz a mi amiga y te largas de mi casa, no eres bienvenida ni tú ni ella —dice Lily señalando a Abby con el dedo índice. Jamás la había visto tan enojada.

April sonríe desagradablemente y enseñando el dedo del medio le dice la palabra "jódete" en voz baja. Todo el mundo la escucha porque entre el momento en que Abby llegó y esto último, se congregaron muchas personas alrededor de nosotros. Por un segundo el tiempo se congela por completo y al siguiente, Jason las tiene agarradas a ambas de las muñecas y llevándolas hacia de la puerta de entrada. No es brusco ni violento, pero sí firme y con una expresión en su rostro que da miedo.

Cuando ellas ya se han ido, todo el mundo vuelve a sus asuntos, la fiesta sigue como si nada hubiera pasado, como si fuera normal que las dos chicas más populares de la preparatoria comenzaran a atacarme y luego fueran echadas de la forma más vergonzosa posible. Puede ser que ahora las personas presentes prefieran seguir disfrutando la música en vez de preocuparse por ellas y me alegro por eso; tal vez tenga hasta el lunes para procesarlo porque es seguro que hasta ese entonces ya se habrán esparcido las noticias.

Mientras pienso en eso, soy vagamente consciente de Peter y Marc, acercándose a mí, pero Jason los detiene y parece que tienen una discusión un poco fuerte. Después de eso Marc y Peter se van.

—Siento tanto que todo eso haya ocurrido —me dice Lily con tanto remordimiento y tristeza que no puedo evitar sentirme mal, porque la verdad es que todo lo que pasó fue mi culpa y ahora ella no está disfrutando de la fiesta que pasó un mes planeando.

—Tu no tienes la culpa de nada —le digo con una sonrisa animada—. Es más, gracias por defenderme.

Ella me mira extrañada.

—¿Y eso no es lo que hacen las amigas?

Yo recuerdo a Jenn. Siempre solía defenderme a capa y espada en la escuela porque todos se metían conmigo por ser gordita. Fuimos mejores amigas desde el pre-escolar y lo hacíamos todo juntas. Ella también murió en el accidente que mató a mi hermano.

Amiga, se me hace tan difícil procesar esa palabra ahora.

—Rachel, no estás sola —dice Lily con suavidad—. Ya no lo estás.

Los ojos se me llenan de lágrimas y ella me abraza. 

—¿Estás llorando? ¡Oh, no! Esto es terrible. Trato de mejorar las cosas y las termino empeorando más.

Me río entre los sollozos.

—¡Oh, cállate!

Pasan unos minutos hasta que me calmo.

—Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea, ¿verdad?

No respondo. Muchas personas me han dicho eso y hasta ahora ninguna lo ha cumplido. No quiero que eso pase con Lily porque por primera vez en mucho tiempo siento que tengo una amiga de las de verdad y las promesas que no se pueden cumplir no hacen más que llevarse un trocito de tu ingenuo corazón.

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