Capítulo 13

Las cosas van de mal a peor. Cuando ya me he acabado la tercera copa de ron con Coca-Cola, sé que esta noche no podré conducir a casa y que mañana tendré un dolor de cabeza insoportable. Empecé a beber a eso de las once después que Peter me acusara de lastimar a su amada. Recuerdo muy bien la conversación, incluso ahora que tengo la mente nublada por el alcohol.

—¿Por qué le dijiste algo tan horrible?

—Ahora por decir la verdad soy la mala de la película. Genial.

Su cara era un poema.

—Ambos sabemos que no lo sabías con certeza.

—¿Y qué? Tu amante no es un ángel caído del cielo, pero estás demasiado atontado por su belleza que no lo ves —me hubiera reído de él sino era porque estaba demasiado molesta, estaba casi gritando. Yo nunca pierdo el control así.

—Sólo estás celosa.

—¿De esa arpía malvada? Ni en sueños.

—¡Deja de llamarla así!

—¡Oh, discúlpame por decir la verdad otra vez! —no era la primera vez que usaba el sarcasmo como defensa. Todavía me sorprende un poco que en ese momento no me importara que alguien escuche.

—¡Si es tan malvada como dices entonces dime que te hizo!

—No me creerías.

—¿Cómo esperas que te crea si nunca confías en mí?

—No importa lo que te diga porque ya elegiste su versión de la historia —siseé, no me di cuenta de lo ciertas que eran mis palabras hasta que él no respondió, y no importa que lo supiera desde antes, sigue doliendo como un puñetazo en el estómago—. ¿Sabes qué, Peter? Puedes irte con esa doble cara que te tiene encandilado, de todas maneras no creo que hubiera soportado esto mucho tiempo más.

—¿Estás cortando conmigo?

—¿No era eso lo que querías? —agachó la cabeza porque sabía que si le veía a los ojos no me haría falta más respuesta.

—No quería herirte. —Su voz era muy baja y me sorprendí diciendo—: Bueno, está claro que no cumpliste tu objetivo.

Después de eso no recuerdo mucho más. Voy a llenar mi vaso una vez más y apenas noto que la canción de mi madre suena otra vez. Alcanzo a reflexionar brevemente que esto no es una coincidencia antes que Jason me atrape. Ni siquiera me di cuenta que estaba cayéndome.

—Okay. Es suficiente, no más alcohol.

—Tú no me dices que hacer. —Mis palabras apenas salen como un murmullo.

VY tú no estás en tu sano juicio, sino no pensarías que es bueno tomarse una cuarta copa en el estado que estás.

—¿Has estado observándome?

Rueda los ojos.

—¿No crees que es obvio?

No respondo. Me pregunto desde qué momento me ha estado observando. Solo espero que haya sido después de la pelea con Peter.

—Vamos, te llevaré a una habitación para que descanses.

—¡No! —grito y luego bajo un poco la voz—. No pienso dormir en esta casa, no la soporto.

—Pero...

—Por favor.

Mi súplica hace que acepte llevarme a casa. Lo último de lo que soy consciente es Lily Grant y Jason discutiendo.

***

La luz del sol baña mi habitación, tanto que tengo entrecerrar los ojos para que no me haga daño. Trato de levantarme para ver qué hora es en el despertador de mi mesita de noche, pero solo con intentarlo la cabeza me da vueltas al igual que el estómago y también hay un dolor sordo en mi pecho. Mierda. Apenas soy consciente de cómo llego al cuarto de baño antes de que comiencen las arcadas. 

Tengo que prometerme que jamás volveré a tomar de esa manera tan descontrolada como lo hice anoche. Eso, o las cosas se podrán bastante feas para mí.

Después de una media hora de estar sentada en la alfombra, mentalizándome para lo duro que va a ser llegar hasta la cocina y tomar un par de aspirinas junto con las medicinas que tengo que tomar cuando pasa algo así, decido levantarme e ir.

Mi padre está esperándome. Sé que estoy en problemas antes de que hable porque los sábados jamás está en casa; eso y que apenas puede mirarme de lo furioso que está.

—¿Conduciste?

—No lo sé. —Es la peor respuesta que podría haberle dado, tal vez debí haber mentido. —De todas maneras eso no importa, lo importante es que llegué y punto.

Todo lo que pasa por su cara desde la incredulidad hasta la preocupación hacen que desee no haber dicho nada.

—¿Cómo es posible, que después de todo lo que hemos pasado seas tan imprudente?

—No lo sé, supongo que me he cansado de todo esto.

—¿Qué quieres decir?

Suelto una carcajada sin nada de humor.

—Ser la niña perfecta de papá, hacer lo que dice papá, desear la atención de papá —lo último me sale en un susurro.

—Quiero lo mejor para ti.

—¿De verdad? No te has parado a pensar que lo único que necesito es un padre que no me trate como una desconocida cada vez que me ve. No se te ha ocurrido pensar que lo único que necesitaba era no quedarme huérfana emocionalmente o que al menos me contaras que tenías novia. Por cierto ¿cuánto tiempo llevas con ella? ¿Siquiera esperaste el tiempo necesario por respeto a mamá?

—Esto no tiene nada que ver con Nora y lo sabes. —Ahora tiene apretada la mandíbula.

—Tienes razón —digo cansada—, ¿por qué no me quieres?

Parpadea con sorpresa.

—Eso no...

—¿Es cierto? —completo la frase por él—. Por supuesto que es cierto, sino por qué otra razón conoces mejor a otra chica que a tu propia hija. ¿Creíste que no me iba a dar cuenta de lo mucho que quieres a Abby? ¿Y lo mucho que te cuesta estar a mi lado, como si tuviera la lepra o algo así?

—No lo entiendes, no es eso.

—¿Y entonces qué es? Explícamelo por favor.

Recurro a la burla para protegerme, ya le he dicho más de lo que quería. Pasan los segundos y él no responde.

—¿Te duele?

—Me duelen muchas cosas ahora mismo —respondo impasible.

—No, enserio Raquel. ¿Te duele el pecho?

Su pregunta hace que baje la vista a mi pecho. He estado masajeándome inconscientemente la zona del corazón con la mano derecha. Hace mucho tiempo que esto no pasaba y temo que sea más grave de lo que esperaba.

—No, está bien. No es nada. Sólo necesito descansar.

Acto seguido lleno un vaso con agua del grifo, tomo las medicinas por las que vine de una alacena y me voy a mi cuarto.

No vuelvo a ver a mi padre en todo el fin de semana.

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