Capítulo 10

Ah. Maldita cena estúpida. No encuentro nada que ponerme. Si tan solo mi padre me hubiera dado una pista de a quien me quiere presentar, esto sería un poquito más fácil; pero no, tenía que ponerse en plan misterioso conmigo. Cada vez que le he preguntado desde entonces solo ha evitado el tema y hasta una vez decidió ignorarme. ¿Qué clase de padre ignora a su hija?

—No hace falta que te alteres, es solo una cena. —Hannah y Jessica tratan de tranquilizarme.

—Tienen razón —respiro profundamente. Al parecer me olvidé que estaba en su presencia y ahora mismo me están viendo como un bicho raro. Perdí el control durante unos segundos y esto es lo que pasa.

—Mira —Jessica sostiene una blusa sin tirantes color crema—, esta te quedaría genial con esa falda lila ajustada.

—Y las sandalias plateadas que te pusiste para esa fiesta en la playa del año pasado, ¿recuerdas? —Hannah contribuye. Ahora que lo veo de esa manera, el conjunto no está para nada mal. El problema es que no sé si mi padre estará contento. Pero vamos, la verdad es que si no le dio la gana de decirme a quien me iba a presentar, no tendría que quejarse de que haya escogido el conjunto equivocado. Además, la sugerencia de las chicas no es ni muy elegante ni muy casual. Creo que tiene el equilibrio perfecto para el club de playa. Así que, sin más, acepto su propuesta y me cambio.

—Di-vi-na.

Las dos están que revientan de felicidad cuando me paseo por delante de ellas para que me den su opinión, aunque al verme en el espejo, pienso que hay conjuntos que me han quedado mejor, pero lo dejo estar porque no quiero acumular más estrés del que ya he acumulado esta semana.

—Bueno, creo que hemos terminado nuestro trabajo aquí —Jessica se levanta del puff en el que estaba sentada y agarra su cartera. Hannah, hace lo mismo y antes de que salgan por la puerta alcanzo a decir algo que nunca antes había dicho:

—Eh... gracias chicas... por ayudarme. —Las palabras me salen atropelladas y a Hannah se le suaviza el rostro.

—No hay de qué cariño, aquí estamos para ayudarte en lo que quieras.

Luego, se marchan. Jessica estaba tan sorprendida que cuando salió de mi habitación todavía llevaba una gran O dibujada en su boca.

No fue tan malo. Por un instante, el pensamiento de abirme un poco con ellas no parece lo peor, pero enseguida me vuelvo a convecer de que eso solo sería hacerme más daño y que ellas no se lo merecen. Porque sé lo que es perder a alguien a quien aprecias y creánme cuando les digo que es mejor estar sola en estas situaciones. Aunque la idea de estar sola no me emociona nada.

***

Media hora después estoy estacionando mi auto en el parqueadero del club.

Okay. Aquí vamos. Estoy nerviosa hasta no dar más y cada vez se me pasa por la cabeza una forma distinta de arruinar la cena para la que mi padre estaba demasiado ansioso como para decirme algo más que el lugar y la hora donde estar. He llegado a la conclusión de que si no quería decirme nada es porque sabía que no me iba a gustar en absoluto y lo voy admitir, la única razón por la que hago todo lo que él quiere es porque no quiero decepcionarlo y tengo una pequeña esperanza de que si algo lo que él quiere tal vez algún día me perdone y podamos volver a ser una familia, que podamos llevarnos tan bien como antes del accidente.

Cuando entro al salón, todo lo que quedaba de esa esperanza desaparece. En cuanto lo veo, sé que jamás, jamás, va a perdonarme, porque veo que está haciendo algo que no había hecho desde hace cinco años. Está sonriendo. Y no solo sonríe con toda la felicidad del mundo, sino que está sonriendo a Abby Hartley. 

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