Capítulo 5: Ajís, canela y wasabi.
3 largas semanas pasaron desde el encuentro en Londres; sin embargo por patético y surreal que sonase, aun no comprendía cómo a la mañana siguiente consiguió llegar con vida a su casa en New York.
Recordaba tomar un avión, haber vomitado una o dos veces en el camino; de algún modo milagroso despertar en el porche de su casa con su maleta y billetera. Luego de eso se limpió los desechos secos de su ropa y piel, manchas que ni siquiera deseaba saber si eran suyas o de alguien más. Arrojó las prendas a la basura, vistió un pantalón pijama y se lanzó a su cama, llorando y gimoteando como si no existiera un futuro.
Coincidentemente su hermana pasó de visita a los 3 días y posterior a regaños e interrogatorios no resueltos, le preparó algo de comer para llenar su vacío y quejumbroso estómago. A ella le debía no haber muerto de hambre allí, sin embargo Julia tenía su propia vida y trabajo por lo que eventualmente se marchó.
La chica prometió luego de infinitos ruegos, que no le diría a nadie sobre su estado deplorable, esto incluía explícitamente a su madre y amigos; a cambio pidió como condición que se mantuviera en continuo contacto, ilusamente creyó que su recuperación sucedería rápida y fluídamente al igual que en ocasiones similares.
Pese a haber sido su única ayuda desde que se enclaustró en su perpetuo martirio, se negó rotundamente a decirle la verdad. Las razones y hechos quedaron entre él y Thomas Sangster a millas de distancia, el mismo chico del que no había oído nada en absoluto en esos deprimentes 21 días.
No hubo llamadas, mensajes o visitas, Thomas simplemente se desvaneció de su vida tal y como él mismo se lo pidió.
Escondido sollozando entre las mantas, se lo imaginaba feliz y riendo junto a su familia, amistades y al lado de esa maldita chica. Pensar en las cosas que el británico estuvo haciendo y con quien en ese tiempo, era como echarle ácido a la herida.
En momentos como esos era una ventaja que el rubio detestara todo lo que tenía que ver con redes sociales, de otro modo su psicosis hubiese empeorado si es que era posible; pues inversamente proporcional a la salubridad de su domicilio, el desamor y la depresión desfiguraron su deseo hasta convertirlo en una insana obsesión.
Cientos de videos, todas las películas, cortos o series en que había participado el mayor, fueron reproducidos repetitivamente desde el computador del que no se distanciaba ni un segundo. Su historial de búsqueda en internet revelaban incontables Fanfictions Dylmas o Newtmas, estos sin distinciones de géneros o categorías.
Imágenes y fotografías impresas del rubio o de ambos, adornaban unas sobre otras los muros y suelos de su cuarto. El recuerdo de Thomas se tornó un fantasma que asechaba cada esquina de su universo, azotando con memorias hermosas, turbias y dolorosas, el muerto en vida en que se convirtió cuando le dijo adiós; pues cierto era que ya no se reconocía a sí mismo.
Ojeras enormes y acentuadas, parpados hinchados, cutis áspero y pegajoso por las capas de transpiración acumuladas. No era consciente de la última vez que se afeitó o cepilló los dientes; el pestilente olor a comida podrida, sudor, humedad y mugre le resultaba tan cotidiano, que no percibía o le importaba la diferencia entre tomar una ducha o no.
Su cuerpo se fundió con la inmundicia y las sabanas a tal punto, que ubicaba a la perfección los despojos de cerveza y pollo viejo que reposaban entre las ruinas de su recamara. No dudaba de las posibles cucarachas, moscas e inclusive ratas que le hacían compañía desde hace días; tampoco le resultaría extraño si de un momento a otro, alguno de sus vecinos llamara a la policía por el aroma a cadáver.
Esa era su realidad ahora.
Derrumbado por una voluntad tan baja que no encontró las fuerzas para erguirse una vez entendió que Thomas salió de su vida por completo; que alejó al hombre que amaba y este jamás volvería a dirigirle la palabra o a bendecirlo con su presencia.
El británico lo odiaba y aquello fue exclusivamente su error; en consecuencia se resignó a que el único cobijo que merecíaera el de ese nauseabundo agujero.
—"Jealousy...turning saints into the sea¡".
La melodía resonó acabando de golpe con su turbio y nostálgico ensueño.
—"Choking on your alibis¡".
Abrió uno de sus ojos y gruñó malhumorado, un temperamento ya habitual en él.
—"But it's just the price I pay¡".
—CÁLLATE¡—Exclamó manoteando su mesa de noche, con la esperanza de acabar con su celular; no obstante sus dedos solo rozaban vasos vacíos, que iban a parar en añicos al suelo.
—"Destiny is calling me¡".
—JODER¡—Gritó iracundo sentándose de un tirón. Sus labios cuarteados deseaban machacar con un martillo el nocivo aparato.
—"Open up my eager eyes..."
—¿DÓNDE ESTÁS, MALDITA PORQUERÍA?¡.
—"Cause I'm Mr. Brightside¡"
—SEÑOR OPTIMISTA TU PUTA MADRE¡—Espetó fuera de sí—TE VOY A APLASTAR, CELULAR DE MIERDA¡.
Con el paso de los días, su jovialidad se disipó en el huracán de emociones desagradables e inestables, volviéndolo tan volátil e irritable como un volcán activo. Se alejó de la cama y aventando objetos por todo el lugar, dio con el teléfono que continuaba brillando entre la opacidad de la habitación.
Esprintó hacia él dispuesto a estrellarlo sin contemplación contra el muro; empero, detuvo su arremetida al vislumbrar el contacto que ponía en la pantalla.
—Maldición—Masculló apático; a continuación deslizó su dedo por el táctil pues sabía que no podía seguir procrastinando lo inevitable.
—Ya era hora¡—Habló la mujer exaltada del otro lado de la línea—Es la tercera vez que llamo, Dylan O'Brien¡.
—Cálmate—Susurró frotándose los parpados—Te quejas como si fuese para tanto.
—Lo es. Estaba preocupada por ti, tonto¡—Se defendió Julia—Dijiste que vendrías a cenar el jueves y no apareciste¡.
—Por dios—Balbuceó con desinterés.
—Te he dejado 50.000 mensajes¡—Recalcó ella—Te juro por nuestra madre que si no me contestabas hoy, iba hasta allá y derrumbaba la puerta de tu casa¡.
—¿Por qué te montas tanto drama?—Contestó altanero—Es solo una maldita comida, joder.
—Dylan¡—Se quejó ella.
—¿Ahora qué?.
—A mí no me hables así, a no ser que quieras que te saque al mundo exterior con un remolque de carga¡.
Él solo optó por suspirar rodando los ojos.
—Hablo enserio—Reiteró más serena—Sé que tienes tus problemas pero a mí me respetas, ¿Entendido?.
Torció la boca resignado y cambió el celular de oído mientras se sentaba en la cama—Va, lo siento—Se disculpó—¿Qué deseas, dulce hermanita?—Inquirió con un evidente tono de sarcasmo.
—Dyl...
—Estoy bien, Julia—Se le adelantó—De maravilla, incluso lavé la loza e hice la colada—Mintió con descaro—No te oí porque estaba durmiendo, me trasnoché preparándome para una audición ¿Ok?—Continuó con la farsa con tal de no despertar más angustia.
—Aun no aprendes a mentirme, Dylan O'Brien...
—Bien, no hice la colada—Admitió a medias—Pero tengo derecho a dormir como cualquier ser humano.
—Serás...como quieras, no insistiré—Dimitió Julia cansada de discutir—¿Te has aseado al menos?.
Conocía la respuesta, aun así levantó un brazo y olfateó su axila derecha por simple reflejo—Dos veces al día—No quería desgastarse buscando palabras que describieran el espantoso olor; como era usual, mentir era la mejor opción—Tampoco soy un cerdo.
—Eso espero—Contestó aliviada—Porque pasaré por ti a las 4—Sentenció decidida—Hoy si cenarás con nosotros.
—No—Respondió de inmediato.
—No me vengas con eso.
—No puedo—Alargó la excusa.
—Ya te escapaste una vez—Le interrumpió su hermana—Así que ni lo intentes, llevo 27 años conociéndome tus pretextos.
—Hablo enserio...ya tengo un compromiso para esta noche—Afirmó con simpleza. En un momento de escasa producción mental, algo inesperado y distante llegó a su rescate—Debo viajar a la 1:00 PM y no volveré hasta el lunes.
—Y a mí me invitaron a un paseo de ida y vuelta por la luna—Habló irónica Julia—Te vienes conmigo para Chicago y sin peros...lo necesitas, Dyl.
—Ya confirmé, lo siento—Ratificó echándose de espaldas.
Luego de un corto silencio, la voz inquisitiva se alzó—¿A dónde?, ¿Con quién?.
—¿Jugando a la mama?—Bromeó sin meditarlo—Creería que tengo la edad requerida para no tener que justificar mis salidas, hermanita.
—No es por la edad y lo sabes—Protestó la mujer—Dylan, ambos sabemos que has pasado por un momento difícil—Se arriesgó a decir Julia—Solo ayúdame a entender, por favor...tal vez sea el momento de hablar sobre lo que paso...
—Una fiesta—La interrumpió antes de que insistiera en el tema—Me invitaron hace un mes, lo lamento.
—¿Una fiesta?—Repitió incrédula—Por como andan las cosas, me cuesta bastante verte en una fiesta
—¿Qué puedo decir?—Comentó alzando los hombros, aun cuando ella no podía ver el gesto—Comida gratis y barra libre, el paraíso de un despechado.
—Esa chica realmente te hirió peor que nadie...—Expresó la mujer enojada—Te juro que si algún día la tengo enfrente, soy capaz de...
—No tienes de que preocuparte...dudo que le vuelva a ver alguna vez...
—Dyl...
—Tengo que alistarme...te llamo cuando llegue, ¿Ok?.
—No es que dude de tu palabra, pero igual pienso pasarme por tu casa—Admitió Julia—Si me mentiste te traeré de la oreja y no te daré postre, ¿Entendido?.
—Fuerte y claro, sargento—Respondió rápidamente.
—Cuídate, Dyl...
—Seguro.
—Trata de divertirte, ¿Si?
—Hablamos luego, hermana—Se despidió, colgando la comunicación.
Suspiró aliviado, sin embargo su ceño se frunció paulatinamente al caer en cuenta que accedió asistir a una reunión para la que tendría que atravesar medio planeta, una que hasta hace 5 minutos le tenía sin ningún cuidado.
En primera medida nunca le importó, más aun con el colapso emocional por el que ahora pasaba; ignoró el aviso sin pensarlo dos veces, ahí la ironía en que esto fuese lo único que se le ocurrió para evitar afrontar la realidad: Elegir ir a un evento incómodo y sin relevancia, le resultaba más tolerable que ver a su propia familia en esos momentos.
Quería a su hermana, no obstante ver la felicidad de otros le recordaba el hogar y placidez que nunca tendría junto a la persona que amaba. Era un grandísimo egoísta, lo aceptaba y aun así no podía evitarlo; Thomas se quedó con todo lo bueno que una vez fue.
Estampó su puño contra el colchón desahogando mínimamente su frustración. Respirando hondo, se obligó a convertir las lágrimas de desconsuelo, en unas de rabia que le permitieran fingir distanciarse del horrible sentimiento.
Solo una pizca más sosegado, redireccionó su atención a aquel engorro en que se zambulló por idiota. Apretando su dentadura, agarró su Smarthphone y abrió la bandeja de entrada de su correo electrónico; para después bajar por los múltiples mensajes basura, hasta dar con el que buscaba.
"You Tube:
Hey, Dylan Aka Moviekidd826
Nos complace invitarte a nuestra fiesta privada anual 2018, organizada con el fin de agradecerte y a los demás Youtubers, por ser parte activa de esta social y diversa comunidad.
Esperamos ansiosos tu presencia el fin de semana de los días 7 y 8 de Julio en el Hotel NH Collection Madrid Suecia, ubicado en la Calle del Marqués de Casa Riera, 4, 28014 ciudad Madrid, España. Favor registrar tu llegada antes del inicio de la celebración, 6:00 PM horario español.
Los administradores de Youtube queremos retribuir tus esfuerzos y brindarte un rato de diversión e integración sin precedentes".
—Maldición...¿Enserio tendré que ir a esta mierda?—Rezongó arrastrando cada palabra.
Los vocablos "Diversión" e "Integración" le provocaban llamar a Julia y aceptar su oferta. Básicamente estos implicaban estar rodeado de famosos y reconocidos Youtubers, que posiblemente lo identificarían como actor. No tenía nada en contra del gremio, incluso en una época juvenil deseó pertenecer a él; pero esa etapa suya en la que las risas y bromas eran su zona de confort, ya había muerto.
Lo que menos necesitaba era relacionarse con más personas y como adicional, que le tomaran como un oportunista desubicado.
—Ni siquiera soy Youtuber por todos los cielos—Renegó deslizando su palma por el largo de su rostro—¿Qué demonios les pasaba por la cabeza cuando me invitaron? ¿Tengo qué, 9 o 10 videos?—Continuó quejándose.
De nada le serviría prolongar el berrinche, ya casi era la 1 de la tarde y su hermana acordó pasar pronto por lo que su suerte ya estaba echada.
Si podía concederse ser un poco optimista, le tentaba la idea de encerrarse en su habitación paga, pedir servicio al cuarto y beber inagotablemente hasta perder el conocimiento en un lugar recóndito e insospechado del mundo, donde ninguno de sus conocidos pudiese ubicarlo.
—¿Tanto dinero tienen para desperdiciar?—Prosiguió amargado y de pie sobre la pila de papeles—Que pregunta tan estúpida, Dylan O'Brien...¿Otra vez hablando solo?—Murmuró de camino al baño—Realmente estoy perdiendo la cabeza—Resaltó viéndose en el empañado cristal.
Frenó en seco permaneciendo con la vista clavada en el joven y deteriorado rostro que no contemplada desde hacía semanas. Aquellas pupilas opacas no parpadeaban, la maraña sin forma que era su barba cubría la mayor parte de su imagen, y la piel de sus mejillas lucía tan sucia que las pecas con las que nació parecían un lejano mito.
Tuvo que saludarse a sí mismo para convencerse que aquella silueta le pertenecía. Agachó la mirada y no pudo más sino preguntarse: "¿Quién he sido todo este tiempo?.
La interrogante no conseguiría una respuesta, la vida no era tan fácil como eso. Cerró fuertemente los ojos y vació todo el aire de sus pulmones, apagando en su cerebro todo pensamiento.
Solo le quedaba intentar continuar aun cuando posiblemente fallaría de nuevo.
La ducha fría lo despertó por completo, espesa suciedad escurría junto con la espuma y jabón por su desnudo cuerpo; su cabello fue desenredándose y librándose de los grumos, con la suavidad y esencia masculina del shampoo. Una vez fuera de la regadera, se secó de pies a cabeza con su toalla y prosiguió limpiando sus encías y dientes de las sobras de comida, remplazándolas con un higiénico aroma a menta. Tomó del gabinete sus empolvadas rasuradora y tijeras, disponiéndose a cortar y afeitar el nudo de pelos desalineados que colgaban de su barbilla, cachetes, cuello y por detrás de sus orejas.
No reparó en arreglar el desorden de agua y vellos en que dejó convertido su lavado; se vistió con rapidez escogiendo un par de zapatos al azar. Concluido esto, procedió a empacar su equipaje con elementos personales y ropa que al menos aparentaba estar limpia. Verificó su pasaporte, billetera y demás papeles en línea, para así agarrar sus llaves y teléfono celular.
Apreció el interior de su destartalada vivienda y sin mirar más atrás, se marchó trancando la entrada de un portazo.
Luego de dos taxis y un vuelo sin percances ni escalas de New York a Madrid, arribó al majestuoso Hotel a eso de las 4:30 PM. Cansado por el vuelo, se registró en recepción y ando directo a la habitación apartada a su nombre.
De camino al ascensor no se cruzó con nadie. Según le oyó al gerente, los organizadores se encargaron de apartar una fecha de baja tasa turística para mayor privacidad y capacidad del evento, algo que les agradecía enormemente. Ya fue incomodo de por sí, haber tenido que fingir sonrisas en su estado actual al firmar varios autógrafos y fotos.
Su objetivo era llegar al piso 7 indemne y sin ser visto por ojos curiosos de fans. Algo que en situaciones normales no le molestaría, ahora le resultaba asfixiante por culpa de su desesperación de soledad.
A pasos largos llegó a la cabina metálica y oprimió el botón de cerrar repetidamente, implorando por un poco de suerte a su favor al menos esta vez. Sus intenciones fueron vanas cuando en el último minuto, alguien consiguió filtrarse e ingresar corriendo y jadeando en el elevador.
—Gracias por detenerlo, tío—Dijo aliviado el hombre a su lado—Quien sabe cuánto me hubiese tomado esperar al siguiente.
Sonrió ladeando ligeramente la cabeza ante lo irónico de la situación—No hay problema—Agregó recayendo en su innegable naturaleza cordial.
—Sabes—Retomó el chico, ya con la respiración regulada—En realidad ví que espichabas el botón de cerrar—Reveló encorvando una ceja y enseñando jocosamente su hilera de dientes.
Tardó en reaccionar pero al hacerlo, una rasposa risa quedó atrapada dentro de su boca por haber sido descubierto. Para su fortuna el otro no pareció molestarse.
—Lo siento—Se excusó—He tenido un viaje largo y solo quiero llegar rápido a mi habitación.
—No hay lío—Soltó tranquilo el castaño—Siendo sincero, también he tenido "incidentes" así de caga pantalones—Bromeó sin pena o decoro—La última vez fue luego de unos pimientos mexicanos, canela y wasabi.
Viró hacia su rostro y al no divisar más que regocijo en las muecas bufonas del contrario, tuvo que cubrirse los labios para no reír con él—¿Qué demonios pensabas al decidir comer ají y canela con wasabi?.
—Era el "TU BOCA EN LLAMAS CHALLENGE"¡—Exclamó emocionado el tipo.
Ató puntos y llegó a la conclusión de que se hallaba en presencia del primer Youtuber, a quien conocería ese fin de semana. Su cara le resultó familiar, sin embargo incluso si frecuentaba las redes sociales, no seguía a muchos usuarios famosos en particular, exceptuando a sus conocidos y amigos; eso explicaba por qué no podía relacionarlo con algún nombre que hubiese escuchado antes en la televisión o internet.
—Por supuesto, que pregunta tan tonta la mía—Ironizó mientras le vio escoger su piso en el tablero electrónico—Quiere decir que ni lo pensaste—Finalizó sonriente y levantando los hombros.
La máquina se sacudió un poco a lo que ascendía.
—A veces el problema es pensar demasiado, tío—Le contestó en un tonillo bajo, y se atrevería a decir que taciturno.
—Touche, tío—Agregó imitando su acento español de un modo espontaneo y jocoso que le sorprendió a sí mismo.
El chico rio en respuesta justo cuando las puertas se abrieron en la planta 7.
—Como una legenda dijo una vez—Anunció parándose en el marco de la puerta y reteniendo el elevador—"Bienvenido al mundo real, apesta...
—"Pero te va a encantar"—Completó el castaño recostándose contra la pared opuesta y guiñando levemente un ojo.
—Friends¡—Expresó con una encantadora y olvidada sonrisa.
—Aquí le decimos "Amigos"—Informó el otro amablemente—El mejor manual de supervivencia para la vida adulta.
—He visto cada capítulo al menos 20 veces¡—Gritó recibiendo una risotada por parte de otro.
No supo exactamente cómo más reaccionar ante la repentina e irracional excitación que inundó su pecho, por lo que correspondió con una agradable y natural expresión. Guardaron silencio hasta que decidió que era el momento de retirarse, antes de que el mutismo se volviese algo incómodo.
Levantó su mano en señal de despedida y avanzó por el pasillo sin embargo el castaño imitó su antigua acción, evitando que el ascensor siguiera su recorrido.
—¿Vienes a la fiesta de YouTube, no es así?.
—Si...—Respondió inseguro y arrepintiéndose al instante—¿Pero cómo...
—Tienes el rostro—Explicó el contrario—Y el carisma—Adicionó apuntándole con su dedo índice—Si no lo fueras, sería un desperdicio.
La emoción fue reemplazada por preocupación. El plan inicial era no hacerse notar y llevar un bajo perfil entre el mar de gente. Volviendo a la cruda realidad en que vivía, ya era claro que no podría pasar inadvertido como quiso en un principio.
—Quita esa cara de terror, tío—Se jactó el otro—La verdad es que vi tu credencial del evento en el bolsillo de tu pantalón.
Giró su abdomen observando su trasero y confirmó que en efecto la mitad del carnet que ponía su foto y Nickname, sobresalía entre los pliegues de la prenda. Se palmeó las sienes y mordió sus nerviosamente curvados labios.
—La verdad no sé por qué me invitaron—Insistió en voz alta—No puedo considerarme Youtuber para empezar, solo tengo un puñado de videos y ni siquiera son buenos.
—¿Sabes qué?. Dime el nombre de tu canal y los ojearé—Le propuso el chico sacando su teléfono—Seguro encuentro alguno que me parta de risa.
—No—Atinó a decir rascándose la nuca—Mi humor es bastante tonto—Reiteró avergonzado—Dios, ni siquiera debí haber venido...
—Ni 'No', ni pollas¡—Le cortó el sujeto emocionado—¿Nombre del canal?.
Se reprochaba mentalmente el que no fue allí con la finalidad de divertirse o socializar. No merecía nada que le otorgara regocijo luego del desastre que causó. Debió quedarse en casa, jamás dejar la melancolía y descuido de esas 4 paredes abarrotadas de retratos, notas y memorias de la persona que amaba y jamás podría recuperar, abrazar, tocar y besar.
Como anhelaba ver al rubio en ese justo instante. Apreciar su hermoso rostro y oírlo susurrarle que todo estaría bien. "Quisiera ser alguien a quien tu pudieras amar". Divagó con el peso del dolor oprimiéndole el corazón
—Moviekidd826—Articuló dándole la espalda y ocultando sus pupilas cafés que se nublaron por el agua salada.
No obstante, a segundos de pasar la tarjeta electrónica por la ranura de la entrada, el castaño interrumpió sus pensamientos.
—Un placer, Moviekidd¡—Le gritó el contrario elevando su pulgar.
Su cuarto estaba allí, solo bastaban simples pasos para desaparecer en sus oscuras profundidades; empero un impulso inevitable tal vez instado por las palabras de su hermana, movió su lengua por él.
—¿Y a quién debería ojear yo?.
—ElrubiusOMG¡—Proclamó el más alto.
Su sorprendida mandíbula quedó colgando. Quizás no estaba empapado de conocimientos específicos respecto a la numerosa y actual comunidad de Youtube, pero definitivamente había ciertos nombres que era imposible no haber escuchado antes.
—Nos vemos en la fiesta, crack¡.
Previo a que el elevador dejará ese piso, el irlandés contestó su ignorancia con una grácil sonrisa, acto que fue ridículamente incapaz de no corresponder.
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Hola queridas y queridos, primero desearles felices fiestas y de paso comentarles a las personas que aun no sepan sobre los #DylmasNewtmasAwards, porfa plis difundan y/o participen para mantener nutridito este maravilloso Fandom.
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