- Hola guerrera ¡qué sorpresa!- anunció recargándose en el auto frente a mí, una camioneta de una edad y una marca no identificable.

-Mi misión en la vida, alegrarte la velada- le dije mirando hacia la derecha, y luego a mis zapatos. Recordé que sólo llevaba unos jeans, un suéter ligero de cuello alto y el cabello sujeto por la coleta, mientras yo lo veía elegante y perfecto, él me miraba como cualquier otro día en el pasillo.

El silencio se extendió entre nosotros, no encontré como llenarlo.

Me enderecé, en un claro indicio de que estaba a punto de irme.

-¿Por qué no viniste?-, dijo ladeando un poco la cabeza, parecía genuinamente confuso, con el ceño fruncido y una mueca en los labios.

- Mi inteligencia no lo soportaría- le dije con una sonrisa marca diablo, tan teatral como la de Ronald McDonald.

- Vamos (Tn) ___________, deja eso-, se enderezó también, el fastidio era claro en su voz, sus ojos encontraron los míos y ya no pude desviar la mirada.

Harry  parecía casi enojado, nunca lo había visto así, cada vez que intercambiábamos comentarios siempre parecía divertido.

Aquello me enojó, era quizá la última vez que hablábamos y él estaba arruinando mi oportunidad de discutir con él, de arrancarle una sonrisa.

- No sé si eres idiota o te haces, para venir necesitaba que alguien me lo hubiera pedido- le dije sin pensar, parpadeé sólo para darme cuenta que tenia la mirada nublada.

Cerré los ojos y respiré hondo, tenia que irme.

- Querías venir- le oí decir en un tono bajo, después de unos instantes.

Pensé que él no esperaba una respuesta pero sentí su mirada tan cerca, sus ojos clavados en mí. Levanté la vista y lo miré fijamente con una expresión burlona.

- No, no quería, la verdad. Jennifer, tus amigos y tú ya tienen demasiada atención, no quiero verlos jugando a la realeza, lo único que quiero es comenzar de nuevo, ir a la universidad y...

Bien, aquello era un discurso trillado y además no era del todo cierto, pero él no me dejó seguir diciendo tonterías, se acercó no sé en cuantos pasos, no los noté, me sujetó y sin más sus labios estaban tocando los míos.

Únicamente tocándolos, sin ningún roce, pasados unos instantes él respiró contra mi rostro y yo hice lo mismo, él comenzó a mover su boca, lentamente, sólo separando tiernamente el labio inferior del superior, se sentía tan extraño y a la vez tan perfecto.

¡Era mi primer beso... y era Harry!

Después de unos instantes noté que mis manos estaban apretadas contra su chaqueta y que una de las suyas estaba en el lado izquierdo de mi rostro y la otra en mi cintura.

Volví a respirar, esta vez con la boca y él incrementó el movimiento de sus labios, lo imité porque aquello se estaba volviendo una sensación exquisita, era como probar un helado, comer un dulce y no sabía que más, su lengua acarició la parte inferior de mi boca y mi cerebro quedó en blanco, volvió a hacerlo una última vez y después se separó solo un poco.

Abrí mis ojos que habían permanecido cerrados, lo primero que vi fue su rostro muy cerca del mío, sus labios que causaron un estremecimiento en mi cuerpo y después sus ojos.

-Harry, yo...- comencé sin todavía pensar con claridad, pero tenia que decir algo ¿no?

Tenia mucho que decirle y quizás sólo tendría esos instantes. Algo muy parecido a la esperanza hizo que mi corazón latiera aún más rápido de lo que ya lo hacia contra mi pecho. Volví a mirarlo a los ojos pues había bajado mis ojos a mis manos en su chaqueta. Algo apareció en ellos, en su expresión Harry parecía... muerto de miedo.

En sus ojos había sorpresa, pero también temor y algo más que me fue imposible descifrar, algo que me hizo bajar mis manos a los costados, él se alejó sólo un poco, mi corazón se iba normalizando tan rápido que en unos segundos dejaría de latir.