MAYO -51-

Mi miedo supera los límites. 

Mario. Siempre Mario. Hasta en el mejor de mis sueños acaba apareciendo él para convertirlo en la peor de mis pesadilla y darle la vuelta a todo lo que está a mi alrededor.   

No entiendo para que ha venido ni porqué ha entrado de esa forma. Directamente, no sé que es lo que quiere y me aterra pensar en como averiguarlo.

Me mira desde arriba como un ser superior mientras yo permanezco en el suelo aturdida y sin levantarme, pero no cierra la puerta que está ahora entre abierta y al cabo de unos segundos, se abre despacio y otra persona entra a mi casa.

- ¿Pero qué...? - Digo desorientada - ¿Tú...?

- Si, si. Yo. - Dice Ana con burla cerrando la puerta a su espalda. - Y no estoy aquí por voluntad propia, si no por él - señala a Mario con el dedo - y porque ha sido capaz de convencerme de hacerlo, sino, estarías a punto de casarte con el cerdo de tu novio. Porque no es que me agrades mucho, la verdad.

- ¿Cómo sabes que me voy a casar? - Pregunto intentado levantarme del suelo.

Suelta una carcajada que casi puede oírse en el extremo opuesto del país y a continuación dice:

- Prácticamente te hemos secuestrado y no sabes ni el por qué, ¿y lo primero que se te ocurre preguntar es que cómo sé que te vas a casar? ¿Hola? ¿Hay alguien en ese cerebro? - Y vuelve a reírse a la vez que pasa a mi salón.

Mario me ofrece su mano para ayudarme a terminar de levantarme, pero la rechazo y me incorporo por mi misma, siguiendo los pasos de Ana hasta el salón.

- ¡¿Qué es lo qué queréis?! - Grito ya con los nervios completamente perdidos y llevándome las dos manos a la cara cuando las lágrimas de rabia, furia y pánico salen de mí.

- Siéntate. - Dice Mario completamente calmado, como si unos minutos atrás no me hubiese empujado. - No pretendía entrar así, pero era la única forma de que me hicieses caso de una vez.

- No, ¡por supuesto que no me siento! ¡Quiero que me digas que es lo que queréis y os larguéis de mi casa cuanto antes!

Ana se pone frente a mí y antes de que su compinche conteste, me empuja contra el sofá y termino sentada.

- Pues mira, - dice sarcástica - al final has terminado sentada.

- Ana... 

- Vale, vale... - Le contesta levantando las manos como si no hubiese roto un plato en toda su miserable vida.

- Creo que es obvio el porqué estamos aquí Abi... - Empieza diciendo mi secuestrador.

- No, no es obvio. No tengo ni la más remota idea de que es lo que queréis. Y por si no te has dado cuenta, llevo esperando a que me lo digas desde que has invadido mi casa en contra de mi voluntad.

- Vale, pues estoy aquí para contarte todo. Y cuando digo todo, es todo. Y perdona por haber entrado así - añade Mario - , pero he intentado varias veces hablar contigo y no me has dejado...

- Yo por el contrario, no lo siento - interrumpe la víbora que tengo en frente - , no te soporto desde que íbamos al instituto y sigo sin soportarte, como podrás comprobar... Pero por extraño que parezca y por mucho daño que te haya hecho, él te aprecia.

No contesto y procuro no dar importancia ni hacer demasiado caso a lo que acaba de decir, más que nada porque no termino de creerme que haya el más mínimo aprecio hacia mí dentro de él.

- No quiero dar más rodeos, directamente voy a ir al grano: Ángel te ha estado mintiendo desde que volvió a Madrid y comenzó a formar parte de tu vida. - Suelta Mario de sopetón y mis ojos se abren todo lo que son capaces casi involuntariamente. - Él y yo éramos amigos, y suena raro, pero acordamos no decirte nada. Creo que es obvio el porqué. - Hace una pausa esperando a que diga algo, pero no lo hago y se limita a respirar hondo. - Yo sabía vuestra historia y conocía a Ana igual que a Ángel, lo sabía todo sobre ellos y ellos sabían de la existencia de nuestra relación.

- Ángel y yo rompimos - interviene Ana - , pero por nuestra hija intentamos llevarnos bien. Y no soy una mala madre como seguramente él te haya contado, a Sofía la quiero por encima de cualquier cosa en este mundo. - Dice como si supiese la cantidad de cosas que Ángel me ha hablado sobre ella y Sofi, y el juicio que hay pendiente. - Cuando nuestra relación acabó, Mario era tan amigo mío como de Ángel, y pasábamos tanto tiempo juntos y me ayudó con tantas cosas, que al final, aunque estaba aún contigo, terminamos enamorados el uno del otro.

Escuchar estas cosas repentinamente y sin esperarlas, consiguen convertir el miedo que sentía en una total confusión.

- Cuando Ángel se enteró de que estábamos juntos, - sigue diciendo Mario - mucho antes de que lo hicieses tú, no se lo tomó nada bien. No te voy a decir cuales fueron sus palabras exactas, pero decidió viajar a Madrid y entrar en tu vida de forma artificial para hacerme daño a mi. No quiero entrar en detalles y alargar esto, pero sus intenciones no eran para nada buenas, pero cuando empezó a avanzar contigo, tú y yo ya lo habíamos dejado, y aún sabiendo que no estábamos juntos, aprovechó ese momento de vulnerabilidad tuyo y siguió adelante con su plan.

- ¿Qué? - Reacciono por primera vez desde que empezaron a hablar. - ¿Y cómo sé que no mientes?

Grito para mis adentros intentando convencerme a mi misma que todo lo que están diciendo es completamente mentira. 

No quiero creerles, no quiero escuchar más sus historias, no quiero saber nada de sus vidas, porque si lo hago, entonces mi mundo se desmoronará por completo y todo lo que he sido capaz de avanzar, volvería al principio o incluso más atrás.

- ¿Nunca has visto que Ángel haga nada a tus espaldas? ¿Que cuelgue llamadas o te oculte mensajes? ¿Nunca le ha llegado ningún mensaje del que tú no sepas el destinatario? - me contesta - ¿de verdad crees que le conoces tan bien cómo crees? No tienes ni idea de su vida, estoy casi seguro de que no te ha hablado ni de la mitad de lo que ha hecho desde que se marchó de tu vida Abi. 

No me hace falta más información para saber que aquellos mensajes que recibía en Italia y las llamadas secretas que me ocultaba, tenían que ver con todo esto. Ahora me cuadran las cosas y un "boom" de piezas perdidas del puzzle de mi cerebro, me hacen colapsar y quedarme completamente helada sin saber como reaccionar ni como contestar.

Ana y Mario me miran esperando a que diga algo o haga el mínimo movimiento, pero no es así. No digo nada. Creo que ni siquiera pestañeo.

- ¿Abi? - Pregunta Mario intentando hacerme reaccionar. - Yo lo siento de verdad Abi... Lo siento por todo lo que te he hecho, siento cada gota de dolor que has pasado por mi culpa, y siento también que ahora tengas que pasar por esto. No sé si los sentimientos de Ángel son reales ahora, pero en un principio no lo eran, él ya no sentía nada por ti desde antes de irse a Londres. Por eso necesitaba contarte todo y que supieses como es en realidad, porque me importas, aunque ya no estemos juntos, me importas y no podía dejar que cometieses el error de tu vida casándote con él.

El silencio vuelve a la casa y todo da vueltas en mi cabeza, mientras ellos esperan que una respuesta salga de mis labios.

- No, pues no dice nada. - Dice Ana cuando después de varios minutos sigo sin decir palabra.

Mario se lleva las manos a la cabeza y comienza a dar pequeños paseos de un lado a otro del salón a la vez que suspira.

Ana se sienta en una silla, y como si todo esto no la importara ni una mierda, juguetea con sus perfectas uñas rojas y largas.

Y yo, yo no hago nada. No me muevo, ni hablo, ni lloro, ni grito. No hago absolutamente nada. Solo miro al frente reflejando mis ojos en la nada y pienso en como mi vida se ha convertido en un tornado de absolutos fracasos que gira sin tener fin.

El telefonillo suena. 

Durante un pequeño momento, me pregunto quién será, pero al instante recuerdo que Ángel estaba de camino y estoy segura de que es él. Y después de seguir sin reaccionar a pesar de que debería abrir la puerta, vuelve a insistir y suena otra vez.

- Déjalo, ya voy yo. - Dice Ana levantándose de la silla.

Ángel viene y no sé si estoy preparada para verle, porque no me ha dado tiempo en tan pocos minutos a recapacitar y asimilar todo. Pero se supone que es el momento de plantarle cara, sea cual sea el resultado. Solo rezo para mis adentros, tener fuerza para ello.

Y el miedo vuelve a acapararse de mi. 





Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top