MARZO -19-
Abi:
Al ir a buscar a Sofi a casa de mis padres, he recibido una llamada desde Londres, y tengo que volver con urgencia. Hay problemas con la custodia de mi hija, su madre ha vuelto al ataque y, tengo que resolver esto cuanto antes.
He olvidado el móvil allí, por eso te escribo, cuando pase a por Sofi lo recogeré. No quiero que te preocupes, estaré bien y procuraré llamarte en cuanto tenga noticias, lo prometo. Y discúlpame por esta repentina forma de despedirme, no es la más adecuada, pero no hay tiempo para otra cosa.
Espero que estés bien durante mi ausencia, recuerda que te quiero.
Ángel.
Abrazo la carta con todas mis fuerzas sin poder contener algunas lágrimas que empezaron a brotar de mis ojos nada más abrirla. Pero es un alivio saber que en realidad no es un abandono esto, y solo se trata de un adiós temporal. Por su puesto, sigo enfadada, ¿quién se olvida del móvil una vez y vuelve a olvidarlo una segunda? Según dijeron sus padres, el teléfono estaba en su casa. De todas formas, podría haber llamado desde una cabina, ¿no? dar señales de vida no hubiese estado del todo mal.
Le perdono, pero quiero explicaciones de todo. Ahora solo espero que no se demore y vuelva cuanto antes.
Días después de haber leído aquella nota y haber acompañado a mi abuela a sus primeras sesiones con la quimioterapia, es sábado por la tarde, y Megan me espera en su casa.
- ¡Pasa! - dice nada más abrir la puerta.
- ¡Hola, me alegro de verte!
- Pero si te vi ayer... ¿qué tal? ¿Has levantado ese mal ánimo amoroso que tienes? - se refiere a la incertidumbre permanente sobre el paradero y estado de Ángel.
- Lo intento - contesto -, bueno dime, ¿has pensado algo ya?
- Ojalá... Solo pienso en el momento en que mi tripa aumente de tamaño y Marco se de cuenta...
- Y se acabará dando cuenta... - pongo los ojos en blanco.-
- Gracias por tus ánimos, como siempre. Bueno venga, que lo tengo todo listo.
- Todo listo, ¿el qué? - la miro un poco dubitativa, mientras me agarra una mano con impaciencia y me lleva hasta una habitación, donde tiene una silla preparada, con todo tipo de tintes sobre una mesa y otros muchos productos y utensilios de peluquería. - ¿qué es todo esto?
- Pues te explico - sus facciones se iluminan por completo antes de empezar su discurso - , he leído, que cuando una mujer tiene un cambio importante en su vida, necesita también un cambio de look. Y por eso estamos aquí.
- Yo no quiero un cambio de look - la contradigo enarcando una ceja.
- ¡Claro que lo necesitas! Yo estoy embarazada y tú... -duda antes de terminar su frase - bueno, tu vida ha cambiado y ya está, necesitas un cambio para que todo empiece a ir bien.
- ¿Qué tiene que ver un cambio para que vayan bien las cosas?
- ¡Mucho! - Sé que si no acepto, me estará atosigando el resto de mi vida, y eso sería una tortura horrible e insoportable.
- Bueno... Vale. Pero tampoco te pases.
- ¡Muy bien! - exclama divertida a la vez que da pequeñas palmadas para celebrar su triunfo - Empiezo yo a cambiarte. Y no vale ver el resultado hasta que ambas hayamos terminado, ¿vale?
- De acuerdo... - acepto mi derrota no muy convencida.
- ¿Quieres algo de beber? - Niego con la cabeza y seguidamente va a la cocina, volviendo en un instante con dos latas de refresco - toma, por si acaso te apetece más tarde.
Aproximadamente, tres horas más tarde, estoy terminando de alisar el pelo a Megan, que está ansiosa por ver su nuevo color y corte de pelo, después de no haberme dejado ver mi recién estrenado peinado, hasta que ella estuviese lista.
- Venga, ya está. - Digo a la par que apago el secador.
No me da tiempo a soltar el cepillo sobre la mesa, cuando mi amiga ya ha salido a toda prisa hacia el baño para ver su resultado y, acercándome hacia ella, oigo a través del pasillo que grita:
- ¡Oh, madre mía! ¡Me encanta! ¡Me encanta! ¡Me encanta! ¡Estoy alucinante!
Ahora su melena es rubia oxigenada, pero matizada con un color ceniza, que la da un pequeño reflejo gris y la queda precioso. Apenas la he cortado, sigue teniendo su pelo largo, pero el flequillo es completamente recto. Y la favorece de veras, está guapísima.
- ¡Venga ven a verte! - Me dice ansiosa.
- ¡Ya voy, ya voy! - digo al mismo tiempo que entro para mirarme en el espejo. - Jo-der... Estoy... Joder Megan, estoy genial, ¡me encanta, te lo juro! - me quedo embobada mirando mi reflejo mientras toco las hondas desinformales que me ha hecho -, ¡gracias!.
- ¡No hay de qué! ¡Gracias a tí, mira mi pelo! ¿Has visto como necesitábamos un cambio?
Asiento mientras continúo mirándome. Mi pelo largo se ha convertido en una media melena castaño oscuro, degradada hasta acabar en un tono rubio en las puntas. Estoy impactada, mi nuevo aspecto me encanta. Y es verdad que Megan tenía razón con esto del cambio.
- Ahora Ángel se va a derretir cuando te vea, eh - dice a la vez que me da un suave golpe con el codo.
- Eso espero... - pero no lo digo del todo convencida y lo nota.
- Anímate ya, mira yo, tengo el mayor de los problemas y tu cara es peor que la mía, ¡que pase lo que tenga que pasar!
- Cuando pase lo que tenga que pasar, seguramente no pensarás eso, ya lo verás.
- Ay chica, menuda negatividad tienes en el cuerpo, mira haz así - empieza a coger aire con fuerza y a soltarlo despacio - ¡respira hondo! y olvida los problemas.
No puedo evitar soltar una carcajada al verla. Sus constantes cambios de humor hacen, una vez más, que piense que probablemente tenga algún tipo de bipolaridad. Pero es genial pasar el rato con ella, su estado de ánimo siempre consigue levantar el mío.
- ¿No va a notar Marco que no te viene la regla? - la pregunto una vez que estamos sentadas en el salón, para cambiar de tema.
- Ya lo ha notado. Pero he sido hábil y le he dicho que es porque he cambiado de dieta. El muy idiota se lo ha creído, como no.
Odio cuando Megan habla así de Marco. Ella es mi mejor amiga, pero la actitud que tiene con su novio, hace que se me revuelva el estómago y me ponga de parte de él. Tiene demasiada suerte de tenerle, es una de las mejores personas que conozco y se desvive por ella completamente. A muchas nos gustaría tener un hombre como él, pero por desgracia, le tiene Megan, y no le merece.
- No entiendo porqué hablas así de él - contesto en tono demasiado serio de la cuenta.
- Es un auténtico pringado Abi, ¡hay que ser demasiado imbécil para no darse cuenta de lo que pasa!
- ¡¿Pero cómo eres capaz de hablar así de él?!
- Es la verdad - baja la vista para mirarse las uñas -, deberías arreglarme estas uñas, necesito un nuevo esmalte - dice mientras me muestra sus dedos.
- ¿Te interesan más las uñas que Marco? - contesto.
- La verdad es que sí.
- No te entiendo, de verdad... Pensaba que te preocupaba perderle...
- ¡Y me preocupa!
- Sí, ya lo veo... ¡No te importa una mierda lo que el sienta, ni lo que le vas a hacer sufrir cuando se entere de que estás embarazada, sin tener ni idea quién puede ser el padre!
Me empiezo a poner demasiado nerviosa por los comentarios que hace Megan. Ha conseguido que me enfade de verdad con ella y no quiero seguir manteniendo una conversación, porque no tiene ningún tipo de sentido, y esto no puede acabar bien.
- Deberías aprender a replantearte bien las cosas que haces antes de llevarlas a cabo, algún terminarás por arrepentirte de todo.
- Si tú lo dices... - su tono pasota me enfada aún más, lo que hace que empiece a levantarme - ¿a dónde vas? - dice cuando ya me he puesto de pie.
- Me largo, no quiero escuchar más tus gilipolleces.
- Bah, vete de aquí, ¡es lo mejor que vas a hacer en toda la tarde! - dice enfadada ella también.
- ¡La verdad es que sí!, es más, ¡espero que Marco se de cuenta pronto de lo imbécil que eres y se entere de todo!
- ¡Vete de una puta vez!
Mis palabras parecen haberla herido, sé que lo han hecho. Ella no esperaba esta reacción en mí, pero por una vez, no he podido contenerme, y espero haberla hecho recapacitar o aunque sea, pensar en sus acciones y en las consecuencias que pueden tener.
Cuando me doy la vuelta en dirección a la puerta para irme de su casa, lo que veo hace que no pueda empezar a andar, y me quedo completamente plantada en el sitio. Marco está debajo de la puerta de entrada, y me mira con la cara más triste que he visto nunca. Cara de decepción. Parece que Megan, que está de espaldas a mí, no se ha percatado de su presencia.
- Megan... - digo para hacer que se gire, a la vez que la agarro por el brazo.
- He dicho que te...
No termina la frase cuando se ha dado la vuelta por completo y sus ojos han conseguido ver la misma imagen de frustración que han visto los míos. Lo único que sale por sus labios es un ligero grito ahogado, no es capaz de articular palabra. No existen letras para justificar este panorama, ella al menos no las encuentra, él continúa sin decir nada en misma posición, y yo no soy capaz de reaccionar de ninguna forma posible.
¿Cuánto tiempo lleva Marco escuchando nuestra conversación?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top