MARZO -18-
Mirándole fijamente a los ojos, noto como un intenso escalofrío recorre mi cuerpo de pies a cabeza.
¿Quererme? Creo que el engaño y el amor nunca podrían estar ligados en una misma persona, es algo totalmente incompatible. Y a pesar de haber pensado en que estaba olvidándole, tengo aún mis sentimientos en caliente hacia él, queriéndole en lo más profundo de mi alma, y no puedo creerle, ni quiero pensar en un futuro próximo donde esté él presente. Quiero sacarle de mi mente, y que sea cuando antes. No necesito más errores en los que el corazón esté implicado.
- No quiero tener nada más que ver contigo.
Vuelvo a darme la vuelta e intento reincorporarme a seguir mi camino.
- Espera. -oigo que dice tras de mi, parándome en seco sin saber muy bien porqué lo hago.
- ¿Qué querías decirme el otro día? - digo sin darme la vuelta y así no tener que mirarle, esperando poder resolver esa incógnita.
Noto como se queda en blanco, y al instante sé que está buscando una buena excusa para no tener que decirme que era aquello que tanta prisa le corría hace unos días.
- No, nada.
- Ya, claro.
- En serio, no era nada... Solo... Solo... - sigue pensando una excusa, lo sé- solo quería acercarme a ti - miente descaradamente.
Levanto una ceja mientras observo la facilidad que tiene para mentir.
- Entiendo.
Continúo sin decirle nada y veo que sigue mis pasos detrás mía.
- ¡¿Me quieres dejar tranquila de una puta vez?! - digo alzando la voz todo lo que mis cuerdas vocales son capaces.
Me mira un tanto desconcertado, pero seguro que no tanto como lo estoy yo. Eso sí, mis gritos le afectan poco, porque me sigue hasta llegar al coche.
- Bueno, pues al fin ha llegado el momento de que desaparezcas de mi vista y ojalá también que de mi vida, adios Mario. - le digo antes de subir al coche.
- Espera, espera. - ¿Qué quiere ahora?
- ¿Tu zorrita te ha dejado y recurres a mí?
- ¿Te apetece tomar algo? - Contesta ignorando mi pregunta, que seguramente esté en lo cierto y ese sea el motivo de su aparición para reconquistarme.
- Bffff - me desespera de verdad - adios Mario.
Subo al coche y me decido por fin a arrancar e irme de su lado. Es una sensación totalmente gratificante el perderle de vista después de este mal rato tan cerca de él. Pero presiento que su insistencia no va acabar tan rápido, necesito pensar algo para que me deje en paz. Pero, ¿el qué?
Ignoro mis pensamientos tormentosos sobre Mario y llego en media hora al hospital donde mi abuela continúa ingresada.
- ¡Abuela! - grito al verla a a vez que me abalanzo sobre ella para cubrirla con un abrazo.
- ¡Oh mi niña, te echaba de menos! - me dice mientras suelta a su lado una revista del corazón que estaba leyendo.
- ¿Como te encuentras?
- Mañana empiezan a darme quimioterapia Abi, pero tranquila, el doctor dice que eso hará que el tumor disminuya y me puedan operar. - No la contesto, me limito a darla mi apoyo con otro abrazo, y ella entiende mi respuesta aunque no haya palabras. Me queda confiar en el doctor y esperar a que todo siga su curso con la esperanza de que se recupere.
- Mañana vendré a acompañarte - asiente con la cabeza y me regala una reconfortante sonrisa.
-¿Qué tal el viaje de Ángel?- ¿viaje? ¿qué viaje?
- ¿Cómo? ¿Que viaje?
- Hablando de Ángel - dice sin contestarme a las preguntas. ¿Sabes quiénes están aquí?
- ¿Quiénes? ¿de qué viaje hablas?
- Han bajado a la cafetería, pero volverán enseguida- continúa diciendo mientras coge un vaso que hay sobre la mesita para beber agua.
- Abuela, ¿quién? - digo con intriga.
Antes de que me conteste, tocan a la puerta de la habitación y se abre seguidamente, apareciendo a través de ella, los padres de Ángel. Esto hace que me quede un poco descolocada. Llevo años y años sin verlos y no me los esperaba en el hospital visitando a mi abuela.
- ¡Abi! - dice María, la madre de Ángel mientras se acerca a mí y me da un abrazo - ¿como estás? ¡Estás guapísima! Tanto tiempo sin vernos y estás aún mejor que hace años.
- Es cierto, por ti no pasan los años, estás preciosa - sigue diciendo Alex, su marido y me da otro abrazo.
No sé que decirles. No esperaba verlos después de tanto tiempo, ni siquiera sé si están al tanto de mi relación entrecortada con su hijo, y eso hace que me quede un poco pasmada delante de ellos.
- Me alegro de veros - consigo contestarles al fin, intentando fingir una sonrisa postiza.
- Ángel nos dijo lo guapa que estabas, ¡estábamos deseando verte por fin! - María vuelve a abrazarme mientras proceso sus palabras. ¿Ángel el "desaparecido en combate" les ha hablado de mí? Esto me parece demasiado increíble. - Al fin estáis juntos, creí que nunca se desharía de esa estúpida de Ana.
Si vosotros le animasteis a huir con ella a mis espaldas... Traidores... -digo para mis adentros-.
Sigo sin saber que decirles, pero el que estén aquí, seguramente sea mi gran ayuda para poder descubrir el paradero desconocido de su hijo y el motivo de su nueva huida.
Me separo un poco de ella y me siento en la cama junto a mi abuela, mientras pienso como sonsacarles información. Al final, decido no andarme con rodeos y directamente, me atrevo a preguntar:
- ¿Dónde está Ángel?
Los tres presentes en la habitación, me miran con caras de asombro como si un fantasma hubiesen visto.
- ¿Dónde está Ángel? - repito una vez más.
- ¿Cómo que dónde está? - contesta Alex aún mirándome extrañado.
- Sí, ¡¿qué dónde se supone que está?!
- Creíamos que lo sabías Abi.
- ¿Saber el qué?
- Ángel nos dijo que ya te había informado - María intenta explicarme, pero mi paciencia se agota y no tengo ni idea de que es lo que debería de haberme informado -, se tuvo que marchar.
- ¿Marcharse? ¿A dónde a ido?
- Tuvo que viajar a Londres con urgencia.
- ¿Cómo es que no lo sabes, cariño? - mi abuela interviene, y parece ser que la única imbécil que no sabe donde coño está su novio, soy yo.
- Yo... A mi... ¡Se fue sin despedirse! -grito- Y además... ¡No contesta mis llamadas!
- Claro que no las contesta - comienza a decir Alex acompañando su discurso de una risa, la cual a mi no me hace gracia - olvidó el teléfono en nuestra casa.
- Pero nos dijo que te había dejado una carta en el buzón y después te llamaría, aunque claro, no puede llamarte si el móvil no lo tiene - María empieza a reírse igual que su marido, pero siguen sin contagiarme su buen humor.
- No, no puede ser... Osea, yo no sabía nada de esto...
- ¿Hace cuánto no abres tu buzón?
La pregunta de María me hace recapacitar. ¿Cuánto llevo sin mirar el buzón? Ni siquiera recuerdo la última vez que lo hice, ni me he acordado en absoluto de recoger la correspondencia. ¿He estado tantos días sumida en una agonía constante y pensando en un abandono por parte de Ángel, cuando probablemente no sea así?
¡Joder!
Sin darme cuenta, la línea de mis labios comienza a curvarse en forma de sonrisa inconsciente. Tengo que leer esa carta, la tengo que leer ya.
- Lo siento abuela - me apresuro a decirla - ¡volveré mañana, lo prometo! - asiente con la cabeza y me da un beso - ¡me alegro de haberos visto, no sabéis de que forma habéis alegrado mi día! - digo mientras salgo por la puerta a toda prisa.
- ¡Lo mismo decimos! - oigo de fondo que dicen al unísono los dos.
¿Cómo es posible que haya sido tan estúpida? Esto ha sido todo un malentendido del que yo no tenía ni idea por culpa de mi despiste. Seguramente no esté todo perdido y nuestra relación siga hacia delante, eso sería maravilloso.
Durante el camino de vuelta estoy demasiado impaciente por comprobar si de verdad existe dentro de mi buzón, esa famosa carta donde está escrita una explicación. Tardo hasta menos de la cuenta en llegar, y cuando lo hago, subo a toda prisa desde el garaje donde he dejado mi coche, hasta la entrada donde se encuentran los buzones.
Busco las llaves en mi bolso todo lo rápido que puedo y por fin, lo abro. Hay muchísimas cartas, recibos de luz, agua, propaganda, del banco... Pero solo es una carta la que me importa. Y entonces, la veo. Un sobre de color blanco con los bordes marrones en el que está escrito:
"Para Abi."
Una vez lo tengo en las manos, un solo pensamiento oscuro, hace que mi alegría se desvanezca.
¿Y si esto es una carta de despedida?
Observo el sobre y le doy vueltas repetidas veces con los dedos, pensando en que será lo que hay escrito en ella. Es probable que además de una explicación de porqué se ha ido, también sea un adiós a lo nuestro. Pero sólo hay una única forma de comprobarlo.
Y la abro.
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¡Hola a todos!
Espero que el capítulo de hoy os haya gustado. En el próximo, descubriréis el contenido de la carta, donde algunas dudas quedarán resueltas al fin, pero habrá nuevas incógnitas que resolver.
Os agradezco enormemente el apoyo y los comentarios, significa mucho para mí.
¡Muchísimas gracias, y nos leemos en el próximo capítulo!
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