MARZO -15-

Es nuestra última noche en Roma y esta ciudad ha conseguido hechizarme por completo. El Coliseo, la Fontana di Trevi, el Vaticano con su Capilla Sixtina, plaza Venecia, las termas de Caracalla... Todo, todo lo que he visto, ha hecho que me enamore de toda la historia que acoge y rodea esta magnífica ciudad. Cuatro días no son suficientes para verlo todo, pero sí para quedarme con ganas de más y tener otra visita pendiente en un tiempo no muy lejano, espero.

Pero a pesar de lo que me gusta Italia, he de reconocerme a mí misma que tengo ganas de volver a casa. La incertidumbre que me provocó ese mensaje aquella primera noche en el hotel, ha hecho que no deje de dar vueltas a que asuntos tiene Ángel entre manos. Por culpa de meter la nariz donde no debo, no he podido disfrutar del viaje como podría haberlo hecho.

Él no me ha dicho nada en relación con ello y, sé que lo ha leído, porque esta mañana mientras estaba en la ducha, volví a cogerle el móvil y no había rastro del odioso mensaje. Lo ha borrado y eso es porque no quiere que yo sepa nada.

 He intentado mantenerme todo lo normal y natural que puedo, como si no tuviese nada que ver conmigo y no supiese nada, pero, se ha dado cuenta de que algo me pasa y no le cuento, porque mi frialdad con él ha sido imposible de esconder. 

- ¿Vas a decirme que coño te pasa? - dice cuando ya ha terminado de ponerse el pijama.

- No me pasa nada - miento y aparece en mis labios la sonrisa más falsa que puede haber en el universo.

- Venga, deja ya el teatro, sé que te pasa algo, ¡joder! ¡dime de una vez que coño te pasa!

Después de los misterios que rodean su vida y no parar una vez tras otra de ocultarme cosas, lo que no estoy dispuesta a permitir es que me levante la voz, estoy en mi derecho de no tolerarlo.

- Te recomiendo que no me grites - amenazo, manteniendo la calma todo lo que puedo sin mirarle a la vez que me hago un moño en el pelo -, he dicho que no me pasa nada. Punto.

- ¡¿Cómo quieres que no te grite?! - Ahora su voz suena aún más fuerte, pero he optado por la tranquilidad y es lo que voy a hacer.

- No haciéndolo, es muy fácil, ¿te enseño?

- ¿También pretendes hacerte la graciosa ahora? - mi forma de vacilar parece no haberle sentado del todo bien, pero no me importa - Venga hombre, dime ya que es lo que te pasa... - intenta calmarse, pero no consigue convencerme y su calma sé que no durará mucho.

- Nada. - Es lo único que digo.

Cojo mi pijama, el cepillo de dientes y me dispongo a entrar en el baño para poder darme una ducha. Pero antes de hacerlo, Ángel se acerca rápidamente a mí, cortándome el paso.

- No te vas a duchar sin antes darme una explicación.

- Aparta.

-No, no aparto. ¡Dime que coño te pasa Abigueil! 

Da un puñetazo por la rabia a la puerta del baño que hace que de un salto retrocediendo de mi posición y que el pijama que tengo en las manos caiga al suelo. 

Mantén la calma Abi, mantén la calma Abi, mantén la calma Abi. 

Respiro hondo apartándole la mirada y recojo lo que me ha tirado. Él sigue todos mis movimientos de reojo, hasta que vuelvo a estar frente a él. Sé a ciencia cierta que mi serena forma de actuar, le está sacando de quicio, pero que se joda.

-¿Me permites? - digo apartándole con la mano para poder entrar en el baño.

- ¡Que te den! 

- Ok.

Esta vez no me retiene y al fin, cierro la puerta a mis espaldas y echo el pestillo para que no entre. 

A parte de sus tantos secretos, el mayor defecto de Ángel, es la forma que tiene de perder los nervios cuando está enfadado. Es como otra persona que no tiene nada que ver con el Ángel tierno y dulce que es cuando su estado de ánimo es bueno. En repetidas ocasiones ha conseguido darme verdadero miedo y no sé hasta que punto podría llegar, porque es en verdad, una persona de la que hasta hace nada, llevaba años sin saber de su vida y, ahora, es alguien completamente diferente a ese "otro alguien", al que yo hace tanto tiempo dejé escapar y, no le conozco realmente.

Abro el grifo de la ducha y me desnudo, pero antes de meterme en ella, respondo al mensaje que Megan me envió esta tarde, diciéndola que me llame en quince minutos.

No vas a creer el marrón en el que estoy metida, avísame en cuanto puedas y te llamo. ¡S.O.S!

No sé en que andará metida ahora, pero seguro que después de tantos años sacándola las castañas de fuego, no creo que me sorprenda su nueva metedura de pata, pero reconozco que estoy deseando que me cuente, porque me intriga.

Megan se esfuma de mis pensamientos en cuanto entro en la ducha y el agua caliente resbala sobre mi cuerpo. Esta sensación es la más agradable de todo el día, lo juro. Cojo el botecito de gel que han dejado después de hacer la limpieza de la habitación y me enjabono el cuerpo varias veces, dejando el bote completamente vacío y, acto seguido me aclaro el cuerpo, quedándome varios minutos inmóvil debajo del chorro de agua a pesar de no quedar ya restos de jabón.

Al ponerme el albornoz, me seco las manos y cojo el móvil para llamar a Megan, pero tras varios segundos esperando, rechaza mi llamada, volviendo a llamar ella al instante.

- No iba a dejar que pagases tú la carísima llamada.

- Me daba igual - la digo-, a ver, sorpréndeme, ¿en que lío te has metido esta vez?

- Agárrate, que esto te va a tirar para atrás, muerta te vas a quedar.

- No creo...

- ¡Calla! - me interrumpe nerviosa - Venga, allá voy... Tengo un grave problema...

- ¿Cuál? ¡Déjate de tantos rodeos y habla de una vez! 

- Vale, venga... Estoy embaraza y... pfff... 

- ¿Cómo? Pero eso es genial, ¡enhorabuena! - digo entusiasmada y emocionada interrumpiéndola antes de dejarla acabar la frase.

- ¡No, no, no! ¡De enhorabuena nada! - ¡¿Qué?! ¿No tiene ni un poquito de ilusión?

- ¿Cómo?

- Para empezar, no quiero un bebé, odio estar embarazada Abi, ¡esto hace que envejezca diez años de golpe!

Estallo en carcajadas por su reacción ante tener un bebé, es demasiado gracioso que la preocupe que envejecerá, cuando eso no tiene porqué pasarla. Seguramente, asiente la cabeza y su vida vaya a mejor formando una bonita familia con Marco.

- Y, ¿cuál es el problema? - digo por fin.

- ¡Deja de reírte de mí! - exclama - hay un gran problema, claro que hay un gran problema. A parte de que me volveré fea e indeseable para cualquier hombre que esté en su sano juicio, ¡no tengo ni puta idea de quién es el padre!

Hostias. Eso si que es un gran problema. Había olvidado por completo en que Marco no es el único hombre su vida y no había caído en que cabe la posibilidad de que también el hijo que está esperando puede ser de Jake.

- Bff... - resoplo sin saber muy bien que decir sobre esto - ¿y qué piensas hacer?

- No lo sé, te juro que yo no quería... - se echa a llorar desconsoladamente - ¿que hago Abi?

- Déjame pensar y cálmate, ¿vale? Encontraremos una solución.

-¿Qué solución puede haber? - continúa llorando - Joder, ¿por qué a mí?

- ¿Quieres que te conteste a eso? Es evidente que acostándote con dos tíos a la vez...

- Vale, vale, vale... - me dice cortando lo que estaba diciendo - ya lo sé, no hace falta que me sermonees con eso ahora.

- Bueno mira, déjame pensar y mañana en cuanto aterrice en Madrid te llamo y te vienes para mi casa, ¿vale? ¡Y no te comas la cabeza!

- Que no me coma la cabeza dice... 

- Venga anda, céntrate en otra cosa, mañana nos vemos.

- Vale, vale, ¡pásalo bien!

Nuestra conversación termina. Esta vez, no sé como resolver el grandísimo problema que tiene al no saber quién es el padre de su futuro hijo. Y esto hará que pase horas y horas comiéndome la cabeza en busca de una solución, ¡pero no la hay! Si ella quisiera descubrir quién es de los dos el padre, su relación con ambos se terminaría, a no ser que los dos fuesen tan estúpidos como para seguir con ella después de esto... Pero tal vez la sirva de lección y deje de jugar con los sentimientos del pobre Marco al que tanto daño hará cuando sepa sobre este tema.

Termino de secarme con la toalla, dejando a Megan a un lado, pero no apartada del todo de mis cavilaciones mentales. Me miro al espejo y me sorprende el extraño brillo que tengo en los ojos, ¿estaré poniéndome enferma?, desde luego, malestar no siento. Retiro el coletero que sujetaba el moño que me había hecho para no mojar mi pelo con el agua de la ducha y lo dejo sobre el lavabo. Me cepillo el pelo para deshacerme de los enredos antes de dormir y me dispongo a salir del baño, pero no sin antes respirar hondo y coger fuerzas para enfrentarme a la bestia que me encontraré detrás de la puerta.

Para mi sorpresa, Ángel no actúa como yo estaba pensando que iba a hacerlo. Está sentado en una esquina de la cama con las mano cruzadas moviendo una pierna impaciente. Me mira buscando en mis ojos un perdón que de su boca todavía no ha salido.

- Lo siento, no debería haberte hablado así. - Ángel en su versión tierna y dulce ha vuelto a aparecer.

Asiento con la cabeza mientras dejo mi ropa de hoy en la maleta, indicándole que le he perdonado e intento sonreírle para no levantar sospechas de mi enfado secreto. Pero parece que una vez más, no logro hacerlo.

- Venga anda... Dime de una vez que te pasa - se acerca a mi y me acaricia la mejilla - sé que a veces pierdo el control, pero estoy intentando cambiar eso -sigue sonriendo.

- Mira, tienes dos versiones, el Ángel bueno y, el Ángel malo. Y desde luego el Ángel malo no me gusta. Llevamos mucho tiempo sin saber quienes somos, es como si nos estuviésemos conociendo de nuevo y esa faceta tuya no me gusta nada.

- ¡Lo sé, lo sé! Quiero cambiar y lo haré por tí. Pero por favor dime que te pasaba antes Abi...

- En serio, no me pasaba nada.

Intento volver a actuar con toda la naturalidad posible sonriendo y dándole una beso rápido en los labios. Aunque me encanta este chico, hasta que no descubra que es lo que me oculta ahora, nuestra relación ha quedado temporalmente pausada y mi cerebro no me permite avanzar con él, mientras no haya respuestas a mis constantes dudas.

Para mi consuelo, parece ser que ahora he parecido lo bastante convincente como para que no vuelva a preguntarme otra vez que es lo que me pasa. Pero no es tanto alivio, cuando observo que se acerca cada vez más a mí y empieza a besarme el cuello a la vez que su mano toca despacio mi entrepierna.

No quiero ahora. Su actitud y tanto misterio respecto a su vida privada han hecho que mis ganas de sexo se esfumen por hoy. Pero para no levantar sospechas no tengo más remedio que seguirle la corriente y rezar para que dure poco tiempo.

Sigue tocándome y mete su mano en mi pantalón de pijama descubriendo que no llevo bragas puestas y, con un suspiro, introduce un dedo dentro de mi cuerpo, a la vez que me coge la mano y la lleva hasta sus pantalones. Pero actúo como un ser inerte, ante su tacto a pesar de mi empeño en disimular. 

Me tumba en la cama y al deshacerse de mis pantalones, hace lo mismo con los suyos. Entrelaza sus piernas con las mías mientras me levanta la camiseta y me saborea los pechos. Pero sigo inmóvil ante él. 

Cuando vuelve a juntar sus labios con los míos, sus manos se colocan en la almohada y de una embestida, se mete dentro de mí, haciéndome gritar sin poder evitarlo. Lo repite una y otra vez, una y otra vez, sin parar. Hasta que por fin mi deseo se cumple y termina, sudado y extasiado cayendo sobre mí con cuidado mientras respira agitado intentando bajar el ritmo de sus pulsaciones y relajarse. 

- Ha estado genial... - dice mientras se aparta y se coloca a mi lado dándome la mano.

- Sí... - Tengo que mentir ante eso.

Me gustaría pensar como él sin tener que mentir y haber disfrutado del momento sexual que acabamos de tener. Pero no ha sido así y tampoco creo que sea hasta que resuelva el nuevo problema al que nos estamos enfrentando sin él saberlo. 



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 ¡Hola, hola!

¡Hoy doble capítulo! Y ahora hay demasiadas dudas por resolver... ¿Quién será el misterioso remitente de los mensajes de Ángel? ¿Y el padre del futuro bebé de Megan? ¿Habrá ido Mario a Madrid?...

Todo lo descubriréis en los próximos capítulos, hasta entonces toca esperar. Solo os diré una cosa... ¡Nada es lo que parece!

Espero que os haya gustado y comentéis que os ha parecido. 

¡Mil gracias!




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