FEBRERO -5-
- No lo puedo creer, te lo juro. - Megan me mira boquiabierta, creo que después de contarla todo lo sucedido estos días, es normal que no quepa en sí del asombro - ¿y entonces, llamaste a Mario?
- Sí.
- ¿Y qué? Cuéntame.
- Bueno, después de decirle que no quería verle más en mi vida, parecía sorprendido, como si no le hubiese pillado telefónicamente, con otra... Y claro, como es obvio, me pidió una explicación.
- ¿Qué le dijiste?
- Fuí directa al grano, sin rodeos. Le dije que después de haber estado a saber cuanto, con esa, como comprendería, no iba a seguir con él. Me negó todo, pero al final terminó arrastrándose como el gusano que es. Mil veces me pidió otra oportunidad y dijo que vendría para Madrid en cuanto pudiese.
- ¿Crees que vendrá? - Bebe un poco de su cerveza y me vuelve a mirar esperando una respuesta. Me he quedado un poco pensativa. Lo último que quiero, es que se presente aquí después de lo que ha pasado.
- La verdad es que no lo sé, espero que no.
- Esperemos...
Me levanto para ir a por un par de cervezas más. Cuando vuelvo, Megan está hablando por teléfono, supongo que con Marco, su novio. Abro las cervezas, las dejo sobre la mesa y escucho lo que dicen.
- Sí, sí, esta noche... Em... sobre las doce vente a mi casa... Sí... sí... pues nos vemos más tarde... Sí, a partir de las once estaré, no hay prisa... Vale, nos vemos luego.
Cuelga.
- ¿No venía Marco a recogerte aquí? - la digo y empieza a reírse.
- Sí. Pero me deja en casa y entonces...
-Entonces va el americano ese con el que te acuestas, que es con quién estabas hablando, claro. - la interrumpo.
- Efectivamente.
- Joder Megan... Tienes a Marco, que es bueno, mira por ti, tiene un buen trabajo, y lo que es más importante, ¡te quiere!.
- Jake también me quiere. Y por tu propia experiencia, deberías saber que si no engañas, te engañan. Mejor abstenerse de riesgos emocionales soportando unos cuernos, haciendo lo que yo hago. - Discrepo con ella en ese aspecto de ver las cosas.
- No creo que todo sea tan como tú dices... Marco acabará sufriendo por tu culpa...
- ¿Crees que me importa?
- Estoy segura de que en el fondo, algo sí.
- Si tú lo dices... - Prefiero no contestarla, no me apetece discutir con ella.
Megan está con Jake en secreto desde diciembre. Le conoció en la fiesta de fin de año en una discoteca, cuando un grupo de americanos borrachos se acercó a nosotras. Yo no les hice caso, pero Megan es así, y terminó con este chico en su hotel. Casualmente, volvían en una semana, todos menos él, que había venido a España por trabajo. A Megan la vino genial, pues tenía a su actual pareja, Marco, y cuando se aburría tenía a Jake, que según ella, tenía más chispa en la cama, y Marco, es aburrido. Y aquí siguen, después de dos meses, teniendo encuentros nocturnos, cada dos días y el pobre Marco, sin saber nada.
Esto no quiere decir, que mi mejor amiga sea mala. A ver, con los hombres, yo diría que es un poco tirana (No tiene corazón, y en eso la admiro, así no pueden rompérselo, como a mí), pero eso no quita, que para mí, después de años juntas, sea la mejor persona que existe sobre la tierra.
- Me voy a ir ya Abi. Marco viene a por mí a las diez y media, y quedan cinco minutos.
- ¿No pasa?
- No, que tengo prisa. - Pone una sonrisa picarona. Y sé perfectamente porqué tanta prisa.
- Bueno, pues te acompaño abajo.
Me pongo una chaqueta, Megan se pone la suya y coge su bolso. Salimos de casa y bajamos. Marco no tarda en llegar, puntual a la hora que ella le ha dicho. Viene con una enorme sonrisa en la cara y la da un beso para saludarla, y ella le responde, pero con una sonrisa postiza (probablemente la más falsa que haya visto nunca).
- ¿ Qué tal Abi? ¿Como va todo?
- Bien, todo bien, y ¿tú?
- Bien. ¿Qué tal Mario? ¡Hace tiempo que no le veo! - Mi cara es un poema, pero contesto.
- Bueno, no creo que le veas más, ya no estamos juntos.
- ¿No me digas? ¿Que os ha pasado?
- Bueno otro día te cuenta - interviene Megan sacándome del mal rato - vámonos, que tengo que dormir pronto hoy, ya sabes que tengo que abrir mañana el centro - pobre chico. En realidad, la que tiene que abrir el centro mañana soy yo, ella tiene el día libre, cosa que no sabe su novio.
Megan tira de él para intentar irse cuanto antes. Pero por desgracia para mí, veo que Ángel se acerca doblando la esquina de la calle. No tengo muchas ganas de verle y de saludarle, menos. Pero para mi sorpresa, no es a mí a quién saluda primero.
- ¡¿Marco?!
- Joder Ángel, ¡cuánto tiempo sin saber de tí! Creí que estabas en Londres aún. ¿Vives aquí? - ¿En Londres? Me he perdido algo.
- Me vine hace una semana, me acabo de instalar aquí.
- ¿Vivías en Londres? - Le digo mirándole fijamente. - No, esperad, ¿de qué os conocéis?
- Ángel y yo fuimos juntos a la misma facultad, estudiamos la misma carrera. - Lo que quiere decir, que Ángel es abogado, como él. - Pero Ángel dejó la carrera antes de tiempo y desde entonces no le veo, ¡Qué casualidad que Abi y tu os conozcais!
Claro que nos conocemos. Y más de lo que el cree, pero son datos que como es obvio, voy a omitir, son cosas que no le importan a Marco y no tiene porqué saberlas.
- ¿ Y tú que haces por aquí? ¿De qué conoces a Abi?
- He venido a buscar a mi chica, - dice mientras mira a Megan- que es amiga de Abi.
- Esa soy yo, Megan - le saluda ella, a la vez que le escanea con la mirada. Acaba de conocer a mi desliz del pasado y de la otra noche, y está tan sorprendida como todos los presentes.
No había personas en el mundo, que da la casualidad de que, ¡se conocen!. Parece ser que la vida está en mi contra, esto no puede ir peor. O eso es lo que pensaba, hasta que...
- ¿Qué tal tu hija? ¿Cuántos años tiene ya? ¿Cuatro? ¿Ana como está? ¿Vive contigo?
¿Hija? ¿Qué hija? Está claro que esto sí que podía ir peor. Ya lo creo, mucho peor de lo que yo podría imaginar.
Después de decirle, que su hija bien, que vive en Londres con su madre, que es Ana, la tipa con la que me puso los cuernos y con la que ya no está, Marco y Megan se van. Megan me dice que me llama luego y Ángel y yo no nos movemos del portal.
- ¿Cuándo pensabas decirme todo esto?
- Yo... No lo sé Abi, cálmate, no es tan grave, pensaba decírtelo, pero pensé que todavía era pronto para contarte esto.
- ¿Qué no es tan grave? Me dejaste por esa, y seguramente estando conmigo la dejaste embarazada!
- La verdad es que no te equivocas, pero pensaba contártelo Abi, ¡lo juro que te iba a contar todo...!
Me siento humillada. Más humillada de lo que una persona puede llegar a estar. ¿Qué soy? ¿El juguete de todos los tíos? No salgo de una, cuando me meto en otra y a la vez de rebote en otra más. No sé que pensar ni que sentir en este momento, estoy completamente bloqueada y hundida.
- Abi, ha pasado mucho tiempo...
- ¿Y qué? ¿Crees que porque el tiempo pasara, las cosas me afectarían menos? Pues te equivocabas, ¡me sigue afectando lo mismo! - le grito.
No puedo más y echo a llorar. No quería que me viese así, pero no lo he podido resistir. Todo esto me supera. Son muchas cosas en muy poco tiempo, y ya, se me acumula todo y de verdad lo digo, que no puedo más. Me siento en el suelo y me tapo la cara para intentar ocultar mis lágrimas. Pero es inútil hacerlo. Ángel se arrodilla, me coge las manos y me aparta un mechón de pelo rubio de la cara. Acto seguido me levanta la barbilla para que le mire. Intento volver a bajar la cabeza y retomar mi posición, no quiero mirarle, pero me es imposible, porque me vuelve a colocar de tal forma que le veo mirándome directamente a los ojos.
- Te lo prometo, y créeme, por favor, te lo contaré todo. No más secretos entre nosotros.
Me limpia las lágrimas con los pulgares, me coge una mano y me ayuda a levantarme del suelo. Estoy temblando. No sé como reaccionar, y no digo ni una palabra, simplemente me limito a dejarme llevar por él, de la mano. Me lleva a su casa y no pongo resistencia.
- Siéntate, por favor, - Me dice, señalándome un sofá no muy grande que hay en el salón. - te haré una tila.
Le espero sentada. No tarda mucho en volver y me entrega una taza caliente que dejo sobre una pequeña mesita que hay enfrente de mí, para que se enfríe un poco. Y aunque no sé si estoy preparada para escuchar todo lo que va a soltar por su boca en cuestión de segundos, no hablo, no digo ni una palabra. Sólo le escucho, ha llegado el momento, de unir todas las piezas de un puzle, que lleva años en el cajón de las cosas abandonadas.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top