ABRIL -45-
- Aquí tiene.
Papá coge el ramo de flores que el señor de la tienda le da. Son rosas rojas, las que más le gustan a mamá.
- Mamá se va a poner muy contenta cuando las vea.
- Claro que si Abi, son sus favoritas.
- ¿Y por qué la tienes que regalar flores?
- Es nuestro aniversario.
- ¿Aniversario? - papá me mira contento y me dice que sí con la cabeza. Pero no sé lo que es un aniversario y quiero saberlo. - ¿Qué es un aniversario? ¿Por qué se regalan flores a mamá en el aniversario?
- Pues es... Como un cumpleaños.
- ¿Pero hoy es el cumpleaños de mamá? ¡Yo no tengo regalo! ¡Tengo que hacerla un dibujo!
Papá se ríe y me acaricia la cabeza revolviendo mi pelo. No me gusta que me revuelva el pelo.
- No cariño, no es el cumple de mamá.
- ¿Y entonces?
- El aniversario es cuando un día especial cumple años.
- ¿Y qué día especial es hoy Papá?
- Hace nueve años que mamá y yo nos casamos, es el cumpleaños de nuestra boda.
- ¿Todo el mundo se tiene que casar? - Yo también me quiero casar, así haré una fiesta como en mi cumpleaños y me regalarán golosinas.
- No, todo el mundo que quiera hacerlo. Nosotros quisimos.
- Yo también quiero.
- ¡Aún falta mucho para ese momento, pequeña! - Papá se ríe, pero no se porqué.
Me abre la puerta del asiento trasero del coche y me siento en mi silla. Cierra la puerta y por la del otro lado, mete el ramo de flores.
- ¿Me cuidas las flores mientras volvemos a casa?
- ¡¡Sí!! - las mantendré vigiladas para que no se rompan. - Papá, ¿y cuando yo me case y sea el cumpleaños de mi boda... Me podrán regalar chuches? ¡Yo no quiero flores!
- Claro Abi, - dice papá riéndose aún más que antes - lo que más te guste.
- ¡Genial!
Siento que mi cuerpo vuelve a inundarse de nervios. La cabeza me da tantas vueltas que tengo ganas de salir corriendo hasta mi cama y arroparme hasta que todo haya pasado. ¿Cómo he llegado hasta aquí? He recorrido un largo camino lleno de baches para intentar estabilizar mi vida, pero creía hace unos meses, que estaba atravesando un bache más. Solo eso, un bache. Pero ha resultado ser algo más y todo a mi alrededor ocurre demasiado rápido. Tan rápido, que aún no he asimilado ni la mitad de lo que me ha pasado en todo este tiempo, llegando a pensar que simplemente es un sueño demasiado largo del que nunca consigo despertar, alguna extraña pesadilla que nunca acaba y de la que no termino de salir por mucho que lo intente. Pero mis ojos estás abiertos y todo es real. No es un sueño, es mi vida.
Miro la puerta de Ángel y tanteo un par de veces antes de llamar al timbre, hasta pienso en salir corriendo con tal de no tener que darle una precipitada respuesta. Pero entonces, si lo hago, en lugar de avanzar me mantendré estancada en mi incertidumbre y cobardía. Y eso tampoco lo quiero, ni sería justo para él.
Llamo al timbre sin pensarlo más y espero extremadamente nerviosa en el umbral de su puerta. Los segundos se me hacen eternos y jugueteo toqueteando la alfombrilla que hay en el suelo con el pie para tener mi mente ocupada en algo.
Al cabo de no más de treinta eternos segundos, los cuales a mi me han parecido como siete horas, la puerta se abre y veo la cara de Ángel iluminada por una sonrisa. Ni siquiera sé porqué sonríe. Yo no puedo hacerlo, la tensión no me permite gesticular ni para marcar una ligera curva en mis labios.
- ¡Cariño! - Exclama. Y seguidamente me da un beso y me abraza rodeándome la cintura, haciendo que mis pies se levanten del suelo.
¿Como es posible que pueda estar tan feliz y contento? Yo estoy nerviosa. Solo nerviosa. Mis sentimientos han entrado en ebullición y se han convertido en un estado neutral donde única y exclusivamente siento nervios, nada más.
Finalmente consigo con una fuerza sobrenatural, formar una sonrisa con mis labios.
- Ven - dice cogiéndome la mano y sacándome de casa para a continuación cerrar la puerta a nuestras espaldas.
- ¿Nos vamos?
- Si - contesta volviendo a sacar a relucir su sonrisa perfecta.
- ¿A dónde?
Me aprieta la mano con seguridad y bajamos en el ascensor hasta el garaje, pero no obtengo respuesta de hacia donde vamos. Nos acercamos a su coche y me abre la puerta de copiloto invitándome a subir. Hago lo que me indica un poco anonadada por este extraño cambio de planes y espero a que él monte también.
- ¿A dónde vamos? - Pregunto por segunda vez, pero en lugar de contestar, se estira un poco, abre la guantera y coge de ella una bolsa de color rojo. - ¿Qué es eso? - Rebusca en la bolsita sin contestar a la nueva pregunta que he formulado, hasta que saca un pañuelo blanco de ella - ¿pero qué...? ¿Qué es eso? ¿A dónde vamos?
- Aunque me preguntes lo mismo mil veces, no te lo voy a decir - la sonrisa vuelve a aparecer en sus labios y un nuevo tono ligeramente juguetón y misterioso también - , no seas impaciente, es una sorpresa.
La paciencia y yo no somos muy compatibles, de hecho, ya debería saberlo, o haberse dado cuenta en este tiempo que llevamos juntos de que odio esperar. Y eso de que ahora haya un sorpresa en medio de todo esto me pone el triple de nerviosa.
- ¿Y el pañuelo? - Pregunto. El pañuelo no es una sorpresa, ya lo he visto. A eso puede contestarme sí o sí.
- Es para vendarte los ojos. Cuando digo que es una sorpresa, conlleva todo lo que abarca una sorpresa, incluido el no ver nada antes de tiempo.
- ¿Me vas a...?
- No acepto intentos de sabotaje - me interrumpe - , es una sorpresa y sin venda no hay sorpresa, por lo que tengo que impedir que puedas ver algo.
No digo nada más y dejo que me tape los ojos después de haberme puesto el cinturón de seguridad.
En pocos minutos, pone el coche en marcha y sale del garaje. Yo me introduzco en la oscuridad que el pañuelo me proporciona sobre los párpados y me quedo dormida sin querer hacerlo.
Me despierto y acomodo mi cuerpo al asiento del coche. Aún sigue Ángel conduciendo y desconozco durante cuanto tiempo lo lleva haciendo, pero gracias a haberme quedado dormida he conseguido olvidar mis nervios durante el viaje hacia la sorpresa.
- ¿Falta mucho? - Pregunto para que se de cuenta de que me he despertado.
- ¡Buenos días bella durmiente!
- ¡¿Cómo?! ¡¿Ya es de día?!
- No, no - contesta soltando un carcajada -, era broma, lo decía por...
- Joder que susto - interrumpo - , no me digas eso cuando llevo los ojos vendados - señalo con ambas manos el pañuelo con exageración - y además me he dormido, joder... Creía que llevaba durmiendo toda la noche.
- Tranquila, solo ha pasado una hora y poco más.
- ¿Falta mucho?
- Ya nada.
- ¿Cuánto?
El coche se detiene y la pregunta queda contestada sin necesidad de palabras. Ángel sale del coche y al momento, mi puerta se abre cuando rodea el coche.
- ¿Ya me lo puedo quitar? - Pregunto con la voz llena de esperanza.
- No, aún no. Espera un poco más, te prometo que no será mucho ya. - Me encojo de hombros dándome por vencida y él agarra mi mano. Acaricia mi dedo pulgar con el suyo y me da un beso en la frente. - Vale, ahora vamos a caminar un poco. Hay algunas piedras, cuidado no te vayas a tropezar. Te voy guiando, ¿vale? - Y asiento.
Efectivamente, el misterioso camino que recorremos está lleno de piedras, pero consigo mantener el equilibrio casi todo el rato gracias a que me sujeta y sostiene cada vez que hago el amago de tropezar.
No hace nada de frío y el ambiente es húmedo pero no recargado. No hay ruido ni huele como la ciudad, hay paz y tranquilidad aquí, y aunque no pueda verlo, notar que estamos en medio de la naturaleza es fácil. Eso me gusta.
- Ya hemos llegado.
- ¿Ya? - Pregunto con una mezcla de ansia y ganas de huir.
Suelta mi mano y nos detenemos. Se coloca detrás de mi y sus brazos me rodean y se entrelazan en mi cintura. Estoy temblando más que antes, pero él también tiembla. Los nervios nos pueden a ambos y me consuela saber que no soy la única en esta relación, porque él está tan nervioso como yo.
Es el momento.
- Ya puedes quitarte la venda.
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¡Hola!
¿Qué tal estáis? Yo un poco ausente, lo sé... ¡Demasiado tiempo! Estuve de vacaciones y después he tenido algunas cosas familiares que me han mantenido bastante ocupada este mes... ¡Pero he vuelto queridos lectores!
Vuelvo con dos capítulos semanales y un montón de sorpresas y enigmas por revelar... Y quiero también recordaros que... ¡estamos en la recta final! Aún quedan capítulos, pero esto va llegando a su fin, no mañana ni dentro de una semana, pero si pronto.
Espero que los próximos capítulos os dejen con la boca abierta de par en par. ^^
¡Gracias por la paciencia y la espera, y gracias por seguirme en cada capítulo, espero que os guste este!
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