ABRIL -35-

- ¿Tienen mesa reservada? 

El metre del lujoso restaurante nos conduce hasta una mesa apartada de las demás, muy íntima diría yo, decorada con un mantel blanco e impecable, velas y un florero en el centro y una cantidad de cubiertos y copas alucinante, que ni si quiera sé para qué sirven. Poco después nos trae la carta, donde ambos elegimos un primero y un segundo, con unos precios altísimos, por supuesto.

- ¿Estás nerviosa? - dice tan misterioso como siempre, pero a la vez feliz.

- Más de lo que debería... - contesto - ¿cuál es la sorpresa?

- ¡Paciencia! - comienza a reírse como si le divirtiera mi incertidumbre - Tienes que esperar al postre.

- Entonces te juro que comeré más deprisa que en toda mi vida.

Esta vez acompaño sus carcajadas riéndome yo también. Es agradable esto. Me siento bien, tanto el lugar, como su compañía, hacen que los nervios que sentía aminoren y la tranquilidad aparece por unos instantes.

Lleva un traje azul marino con una camisa blanca debajo. Esta noche está realmente guapo, por completo, pero siempre lo está.

Nos traen el primer plato. Y como no sé que tenedor coger para pinchar la ensalada espero y observo cuál coge él para imitarle.

- ¿Te gusta?

Asiento cuando pruebo la ensalada, que lleva una salsa semejante a la mermelada de arándanos y trocitos de nueces, que le dan un toque estupendo. Está muy buena.

- Está riquísima, ¡deberíamos hacer esto por lo menos... Un par de veces al mes!

- Creo que cenar sí, mientras podamos permitírnoslo, claro - Vuelve a reírse-  , pero sorpresas como esta solo ocurren una vez en la vida. Bueno, al menos con la misma persona. 

Su expresión es neutral e indescifrable, pero diferente a muchas otras veces. Eso me hace volver a dar vueltas a la cabeza y pensar que es lo que tendrá tanto misterio. ¿Una vez en la vida? Un regalo puede haberlo muchas veces en la vida, aunque sea diferente es un regalo, ¿no?. No sé si podré esperar hasta que terminemos de cenar y llegue la hora del postre, necesito saberlo ya o moriré de tanto pensar en ello.

Terminamos las ensaladas, y el segundo plato llega. Él ha pedido lenguado y yo, solomillo de ternera, con una exquisita salsa de manzana y queso.

- Esto está increíblemente bueno, lo prometo.

- Te ha gustado el sitio, ¿verdad?

- Más de lo que debería.

- Me lo recomendó Marco.

- ¿Marco?

- Sí. Estuve hablando con él después de que me dijeses lo que había pasado.

- ¿Y bien?

- Está muy mal... Creo que no le había visto así nunca.

- Ya. Hoy ha venido al centro, ha sido una visita fugaz, pero me ha dicho que no me fíe de Megan... ¿Te ha comentado algo?

Empieza a toser como si se hubiese atragantado con el vino blanco que también hemos pedido y que estaba bebiendo. No sé si por que le ha extrañado o porque sabe algo.

Me levanto y le doy golpecitos en la espalda para ayudarle a parar la tos y cuando lo hace, bebe para aclararse la garganta.

- ¿Estás bien? - Pregunto al cabo de un rato, cuando parece haberse recuperado.

- Sí, sí...

- ¿Te ha dicho algo entonces?

- No, no... - vuelve a dar un sorbo de vino y hace una pausa - Es solo que me ha sorprendido. Ella es tu amiga, quizá solo quiere intentar interferir entre vosotras, pero por la situación... No creo que debas darle demasiada importancia.

- Ya, eso he pensado... Pero me queda la duda...

- Bueno, esto ya está casi vacío - dice ahora cambiando de tema - , ¡no queda nada para la gran sorpresa!

- Ay... Dímelo ya o haz algo, porque llevo desde que lo dijiste estrujándome el cerebro...

- Si tú estás nerviosa... Te aseguro que también, pero multiplicado por mil.

- ¿Ah, si? - pregunto enarcando una sola ceja.

- Sí. Estoy más nervioso que en toda mi vida, creo.

- Y... ¿se puede saber el por qué?

- Espera al postre...

Hago una mueca para burlarme de él  y refunfuño un poco antes de continuar con mi plato.

El tiempo se me hace eterno cuando he terminado el solomillo y esperamos a que nos retiren el plato que prácticamente he devorado por el ansia de saber cuanto antes sobre esa "sorpresilla" que me tiene preparada.

- ¿Les traigo ya el postre?

- Sí, por favor, y el champagne también.

Nos retiran los platos y mis nervios ahora están al máximo.

- ¿No podemos elegir postre?

- Eso forma parte de la sorpresa.

- ¿Y cuánto falta?

- Creo que menos de lo que te imaginas.

- Estoy ansiosa, casi no he saboreado el solomillo de comer tan deprisa.

- Mal hecho, pero te comprendo, aunque yo he comido despacio para intentar alargar el momento.

- ¿Por qué?

- Ahora lo veras, deja esa impaciencia que tienes a un lado - se ríe - . Ya no queda nada cariño.

Me acaricia la mano con delicadeza y puedo sentir la sinceridad en su mirada, la sinceridad de quererme.

- Te quiero. - Le digo con seguridad y me regala su sonrisa, esa que tan hipnotizada me tiene.

- Yo también te quiero, no lo dudes nunca.

Nuestro champagne llega y nos sirve en las copas. Antes de volver a marcharse, deja la botella sobre la mesa. Ni yo misma entiendo porqué necesitamos champagne al tiempo de comer un postre, pero quizá beber un poco haga calmar mi ansia.

- No - dice repentinamente antes de que la copa toque mis labios - , aún no bebas. Primero hay que brindar.

- ¿Por qué? - digo extrañada ante su rotunda afirmación.

- Primero, quiero decirte algo...

- ¿Algo? - asiente completamente serio - ¿algo malo? - pregunto por su expresión, que casi consigue asustarme.

- No, malo no.

- ¿Entonces?

- Verás... Creo que quizá todo sea demasiado precipitado, pero lo que siento por ti llevo años sin poder remediarlo. Ni siquiera el haber estado tan lejos consiguió que te olvidara - ahora parece que una sonrisa amenaza con salir en su cara, pero la contiene. - , y es que ya te perdí una vez... Y fueron los peores años de mi vida, porque no estabas conmigo. No quiero que eso vuelva a pasar, no quiero perderte porque estoy profundamente enamorado de ti.

- Oh...

Busco las palabras para contestar a su declaración, pero no sé que decirle.

- No, no digas nada - dice leyéndome el pensamiento -. Las personas estamos compuestas de errores, yo el primero. Cada pedacito de nosotros, por muy pequeño que sea, es una pieza de error que hemos cometido y de eso estamos hechos. Pero de los fallos se aprende y yo he aprendido que al final del oscuro camino siempre se encuentra algo de luz. Tú eres la luz que ha terminado iluminando mi vida Abi.

Entonces coge la copa de champagne y me indica que haga lo propio con la mía. La alza y ahora sí brindamos y bebemos.

- Por todo la vida que nos espera juntos, que espero que sea toda la que me queda.

- Por toda la vida. - Contesto prácticamente emocionada.

Nos traen el postre cuando despegamos los labios de la copa. 

Delante de mí ponen una especie de cajita de chocolate con los bordes blancos, donde puedo leer en color rojo: "siempre" y una pestaña también de color blanco igual que los bordes, para poder abrirla.

A él no le ponen nada de postre, lo que me hace pensar que ahí dentro está la sorpresa que tanto esperaba.

- Ábrela. 

La abro, y dentro de la cajita hay otra mucho más pequeña de color rojo con el logotipo de una joyería. 

Me encojo por la forma ansiosa en que me mira y los nervios que siento antes de abrirla, pero sin demorarme, lo hago. 

- No quiero precipitarme, ya te lo he dicho. Pero no puedo evitar pensar que algún día podré perderte, porque no quiero hacerlo. Por eso quiero hacerte la pregunta más importante que he hecho nunca, sin que te asustes ni salgas corriendo de aquí. - Se levanta de mi silla y me coge de la mano a la vez que se inclina mientras que con la otra sostengo la caja. - Abi, ¿quieres casarte conmigo?

Abro los ojos como platos y sin poder respirar, me fijo bien en lo que sujeto con la mano, porque antes parece ser que no lo había hecho. 

Un anillo de un material idéntico a los pendientes que tengo puestos se encuentra perfectamente colocado en esa caja. Un anillo de compromiso.

Miro el anillo y le miro a él repetidas veces. Esto me ha pillado desprevenida porque es lo último que me esperaba como una sorpresa. 

No sé que hacer, pero aún después de haberme dicho que no salga corriendo, tengo unas ganas inmensas de hacerlo como otras tantas veces he hecho.

Pero no me muevo y continúo mirando el anillo y sus ojos cada vez más deprisa.

¿Casarme? ¿Ya? ¿Tan pronto?

Las preguntas pasan fugaces por mi cabeza como si de cohetes se tratase, pues hace muy poco que estamos juntos, y aún nuestra relación guarda secretos que él mismo no me quiere contar.

Aún no puedo procesar su pregunta, pero necesito aire.

------------------------------------------------------------------------------------

¡Hola a todos! Últimamente estoy un poco ocupada y no tengo mucho tiempo para publicar, os pido paciencia, iré publicando según disponga de tiempo.

Os quiero decir también, que estamos llegando a una parte muy intensa de la historia, que espero que os guste y la disfrutéis.

¡Gracias por leerme y votar en los capítulos!

SCPink. 





Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top