ABRIL -32-

Existen muchas formas de lidiar con la verdad. Pero todas ellas, pueden ser capaces de provocarnos el mayor de los daños, hasta llegar a destruirnos. Porque ninguna verdad es fácil. Sincera tal vez, pero nunca fácil.

¿Has pensado alguna vez que una herida duele dos veces? La primera vez al hacerla, y la segunda, cuando la curamos. Con la verdad pasa exactamente lo mismo. Duele la primera vez que la escuchamos, pero duele mucho más cuando nos intentamos concienciar de ella.

Y cuanto más tiempo se tarde en decir, peor puede llegar a ser.

A veces, no somos víctimas de las mentiras, sino precursores de ellas. Y destrozar a alguien a base de mentiras hasta descubrir la verdad, termina acarreando nefastas consecuencias. Porque una mentira dolerá siempre mil veces más que una verdad.

Y yo, aunque en ocasiones puede que no sea la persona más sincera del mundo, intento ir con la verdad por delante, porque nunca me ha gustado hacer lo que no me gustaría que me hicieran. Y las mentiras que me rodean tarde o temprano serán descubiertas.

Miro el reloj que está colgado en la pared. Aún son las cinco, y me quedan varias citas para terminar, pero la próxima no es hasta dentro de media hora, y creo que Mari tiene un hueco libre ahora.

- Mari - digo acercándome a ella, que está recogiendo unos botes de acondicionador de los lavabos - , ¿quieres un café?

- Si es un refresco de limón, lo prefiero. - Contesta levantando la cabeza para mirarme.

Saco una lata de refresco de la pequeña nevera que tenemos camuflada dentro de un armario y seguidamente, un café de la máquina expendedora que hay para los clientes.

- ¡Hora de merendar!

Mari deja su ocupación, y se sienta a mi lado en el pequeño rinconcito que hay al lado de la puerta, donde tenemos varias sillas y una mesa en el centro.

- Toma - digo entregándola su refresco - , ¡estoy agotada!

- Tenías varias clientas acumuladas, no has parado en todo el día...

- Ya... Tengo que retomar la rutina, y por algo se empieza.

- Sí, pero es agotador tanto de golpe... ¿Qué tal está Mimi?

- Bueno, iré esta tarde a verla cuando termine, en teoría hasta mañana no la despertarán, pero tengo que ir.

- Espero que se recupere pronto.

- Y yo.

- ¿Cuando vuelve Megan?

- Bff... Cuando regrese a la Tierra y deje atrás su "agonía momentánea".

- Ya si algo me ha contado... Pero como la dije a ella... Quién la hace la paga.

Me río por un instante por su expresión, pero he de reconocer, que comparto la misma opinión que ella respecto a los altibajos que tiene Megan, a causa de sus meteduras de pata.

- Opino lo mismo que tú... Ya he discutido varias veces por ese tema con ella... No tiene razón alguna y me parece muy cruel lo que está haciendo.

- El día que la hagan algo así, verá como se ha sentido Marco por su culpa y entonces terminará escarmentando por todo.

- No se lo deseo, pero sí, las mentiras tienen las patas muy cortas, y al final se lo pagarán con la misma moneda.

Durante unos minutos nos quedamos en silencio observando a la nada, mientras terminamos de vaciar nuestras bebidas.

La puerta se abre, y en ella aparece Dan. El inoportuno y pesado Dan.

- ¿Hola? - dice antes de darse cuenta de que soy yo quien tiene que atenderle y estaba demasiado a gusto como para levantarme a recibirle.

No sé si sabía que trabajaba aquí, o solo es una casualidad, pero odio las casualidades, y odio verle casi a diario por encontronazos no deseados.

- Uhh... ¿Le atiendes tú o me le dejas a mí? - Mari me pregunta mientras le escanea con la mirada, y por su forma de hablar, sé que su opinión sobre el chico, es la misma que tuvo Megan.

- Déjalo, iré yo.

Me levanto y antes de llegar hasta el mostrador para atenderle, tiro mi vaso vacío en una papelera.

- Buenas tardes Dan, dime.

- Oh, Abi... No... No sabía que trabajabas aquí.

Y como suponía, ha sido una simple casualidad y odio las casualidades.

- Pues ya ves... Ha resultado que el sitio es mío.

- ¿Ah sí? - abre los ojos de par en par, más sorprendido de lo que debería - Megan me dijo que trabajaba aquí... Pero no me dijo que fueses su jefa.

- ¿Megan te ha dicho eso? - Asiente nervioso para confirmar mi pregunta - Ya, típico de ella... ¿y qué es lo que quieres?

Consigo poner el tono más amable que puedo, ya que por educación debo de hacerlo. Pero de nuevo, el comportamiento de Megan y que haya omitido información, ha conseguido irritarme e intento no perder el control y contener las ganas de invitar amablemente a irse a Dan.

- En realidad... - contesta por fin un poco nervioso, buscando las palabras adecuadas - venía a buscarla a ella.

- ¿Cómo?

- Sí, ¿no está aquí?

- Por supuesto que no. Y si no quieres nada relacionado con el centro, ¿podrías hacerme el favor de irte? Tenemos mucho trabajo.

Mi amable tono se ha esfumado y ha sido reemplazado por un mal humor imposible de ocultar.

- Sí, perdón por molestar, adiós.

El chico comienza a andar en dirección a la puerta más lento de lo que debería.

Miro a Mari, que al margen de nuestra conversación, ha escuchado todo y sigue sentada en la misma posición en la que estaba antes. Y se me ocurre una brillante idea. O mejor dicho, venganza.

- ¡Dan! ¡Espera! - exclamo saliendo de detrás del mostrador dirigiéndome a él, que se da la vuelta arrugando la frente, algo extrañado por mi impulsividad - Ven. Quiero presentarte a mi compañera Mari.

Mi amiga se levante sorprendida por mi forma de actuar, porque claramente no se esperaba que fuese a reaccionar así, presentándola a ese atractivo y desconocido hombre al que antes no la he dejado atender.

- Hola, soy Dan - dice él cuando se ha fijado en ella, iluminando su sonrisa al verla - encantado.

- Lo mismo digo.

Ambos se observan sin saber que hacer. Conozco a Mari y sé lo vergonzosa que puede llegar a ser, pero solo necesita un empujoncito (que yo la ayudaré a dar), para poder reaccionar adecuadamente.

- ¿A qué esperáis? - les pregunto como si supiesen en lo que estoy pensando - vamos, ir a tomar algo, ¡teneis tiempo de sobra!

- Pero yo tengo una cita dentro de poco, mejor otro día, ¿vale? - dice ella como excusa para escabullirse.

- Tranquila, te queda más de media hora de descanso, tienes tiempo de sobra.

- Por mí no hay problema, yo invito, ¿qué te parece?

Mari se queda en silencio sin contestar y me dan ganas de reír, pero me contengo todo lo que soy capaz y la sonrío como si no pasase nada.

- ¡Salid y divertíos!

Dan abre la puerta para esperarla, y ella se acerca a mí antes de salir, y me dice bajito para que no la escuche:

- Yo te mato Abi.

Al momento, se aleja de mí y se va con él.

Quizá he sido un poco mala, pero espero que haya merecido la pena.

Seguramente a Megan la sentará fatal y quien sabe, a lo mejor Mari acaba de conseguir futuro novio gracias a mi. He matado dos pájaros de un tiro y me siento satisfecha haciendo esta buena obra de caridad, donde mis dos amigas están implicadas.

Miro mi agenda, donde tengo anotadas a todas mis clientas, para asegurarme de que solo quedan quince minutos para mi siguiente cita.

Por fortuna o desgracia, la próxima es con la coqueta y refunfuñona señora Rosa, que por mucho que la aprecie y sea una clienta fija, a veces consigue mortificarme con su fuerte carácter.

El tiempo de espera, no me sirve para otra cosa que para pensar en Ángel y su misteriosa sorpresa. Otra vez, me estrujo las neuronas pensando en que puede ser con lo que tan emocionado está porque llegue. Desde luego, me recuerda a cuando era pequeña, mi cumpleaños estaba cerca y mis padres seguían conmigo. Me pasaba días y días preguntando que iba a tener de regalo, pero por muy pesada que me pusiera nunca me lo decían.

- ¿¿Qué va a serrrr??

- Sabes que es sorpresa mi niña - dice papá dándome la mano para poder cruzar la calle.

- ¿Y cuando lo voy a saberrr?

- Pronto Abi, no seas impaciente. - Mamá contesta y mira a papá.

Quiero que mi cumple llegue ya. Me gusta mi cumple y me gusta que me hagan regalos. Hace mucho que no tengo regalos y ya queda poco para tenerlos. Pero los quiero ahora, no quiero esperar más días.

- ¿Y cuánto queda?

- Cuatro días cielo - dice mamá cuando ya hemos cruzado.

- ¿Y mañana cuánto quedará?

- Si hoy quedan cuatro días, mañana solo serán tres.

- ¡Y el día después de mañana quedarán dos días mami!

- Claro Abi y serás un año más mayor.

- ¡¡Y tendré muchos regalosss!!

Mamá y papá se miran y se ríen. No sé porqué se ríen, yo no me río, yo quiero regalos.

Aquel recuerdo inunda mi mente. No puedo olvidar que llevaba puesto un vestido rosa y morado de manga corta con volantes rodeados de purpurina, que la abuela me regaló y seguro que aún guarda, porque era mi favorito de entre todos. Ese día íbamos los tres a la tienda de golosinas que estaba cerca de casa a comprar caramelos para la piñata de mi fiesta de cumpleaños y chucherías para dar en una bolsita a mis amigos. Después estuvimos también en una pequeña papelería de al lado, eligiendo las invitaciones que repartí a mis amigos del colegio. Siempre escogíamos todo en las mismas tiendas, que con el paso de los años, terminaron cerrando, pero que aún me acuerdo de ir a ellas con mis padres.

La puerta del centro vuelve a abrirse y estoy segura de que es la señora Rosa, que ha llegado un poco antes de lo previsto, y así será mejor porque no tengo nada que hacer y terminaré antes.

- Buenas tardes señora Rosa. Siéntese un momento que preparo todo.

Saco de un cajón los productos que necesito para arreglarla las uñas y los coloco en la mesa de la manicura para tenerlos más a mano.

- No Abi, soy Marco.

Me giro y le miro dejando las cosas rápidamente sobre la mesa, enarcando una ceja por la confusión que me produce verle en el centro. ¿Qué le traerá por aquí?

- Ah, hola Marco - le saludo - pensé que eras otra persona... ¿Qué pasa?

- Tengo que hablar contigo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top