Capítulo 3: Despertar
Por la mañana, las calles de Konoha podían observar a dos siluetas, una de altura adulta, y otra pequeña.
-Mamá, sabes que no es necesario dejarme en la casa del tío Naruto y la tía Sakura, puedo quedarme sola en casa- dijo la pequeña pelinegra.
Karin miró a su hija, sonriendole, para después hablar.
-Eso es verdad... pero de todas formas no me gusta dejarte sola, además, hoy estaré ocupada en el trabajo junto a Sakura, y Naruto me dijo que no había problema alguno en que te quedaras ya que cuidará a Shina y Hanami- dijo.
Suspirando, Anzu solamente miró hacía el frente.
-Está bien... Shinachiku no me termina de caer bien, pero el tío Naruto es agradable- comentó.
Aquellas palabras solo marcaron una sonrisa en los labios de su madre.
Menos mal.
...
-¡Ya voy!-
Ambas lograron escuchar esa voz tras la puerta, y después de unos segundos, esta se abrió, dejando ver así a una pelirosa que estaba en medio de alistarse para el trabajo.
-¡Hola a ambas!- saludaba.
Aunque después de ello, Sakura apretó ambas mejillas de la pequeña Uchiha quien, un poco irritada, logró marcar una sonrisa con suma dificultad.
Y tras observar que tanto Sakura como Karin se abrazaron, la voz de la pelirosa se escuchó.
-Vengan, pasen- dijo.
Sin más, ambas ingresaron al hogar de los Uzumaki. Y notando que en la sala principal se encontraba Naruto cargando a su hija, este saludó a ambas con una sonrisa.
Y mientras la pelirroja elogiaba la belleza de la pequeña Hanami, Naruto solo revolvió el cabello de Anzu, mientras le sonreía.
-Has crecido mucho, me alegro de verte- dijo.
Aquellas palabras solo marcaron una ligera sonrisa en los labios de la pelinegra.
-Ya estoy lista- se escuchó a Sakura bajando las escaleras.
Asintiendo, la pelirroja la miró, para después despedirse de Hanami y de Naruto, quien la abrazó. Y siendo acompañadas hasta la puerta, Anzu miró a su mamá, quien se agachó hasta estar a su misma altura.
-Portate bien y no seas tan dura con Shina- le dijo.
Esas palabras solamente hicieron que la pequeña pelinegra cruzara sus brazos en respuesta.
Aunque escuchando eso, la pelirosa miró a Anzu.
-Te encargó la seguridad, confío en tí- le dijo, sonriendo.
Y tras haberse despedido las tres, la pequeña Uchiha cerró la puerta tras de sí, dirigiéndose una vez más hasta la sala principal, solo para darse cuenta que Shina se encontraba ahí.
Aunque una voz la sacó de esa competencia de miradas que estaba teniendo con el pequeño de los Uzumaki.
-¿Ya desayunaste, Anzu?- le preguntó Naruto.
-E-eh, no, aún no- respondió.
Y sonriendo de manera amplia, el rubio habló.
-¡Perfecto entonces, haré el desayuno para todos!- dijo.
Y al tomar asiento en la sala principal, la pequeña Uchiha miró a su alrededor. Todo se veía muy acogedor en sí, era verdaderamente un hogar... pero al observar las fotos que había, su mirada se centró en una, en la mítica fotografía del equipo 7, y en ella, observó a su papá.
Pero, de nueva cuenta, la voz de Naruto la sacó de sus pensamientos, mirándolo.
-¿Cómo has estado, Anzu? ¿cómo ha estado tu mamá?- le preguntó.
Suspirando, la pequeña habló.
-He estado bien... y con respecto a mamá, bueno, ella está ocupada con su trabajo y siempre llega a casa un poco antes del anochecer, pero no me quejo, comprendo su trabajo- respondió.
-Me alegro que lo comprendas, el trabajo en el hospital suele ser muy agotador- decía el rubio.
Tras escuchar esas palabras, Anzu sonrió ligeramente.
Comprendía bien ese aspecto del trabajo de su mamá, a pesar de tener solamente cinco años, la pelinegra era bastante consciente en algunos temas que niñas y niños de su edad no comprenderían o tratarían de empatizar.
Ese era un buen aspecto en la crianza que la pelirroja estaba impartiendo en ella.
...
Habiendo pasado el desayuno, y pidiéndole también a Shina cuidar de su hermana. El rubio se había esforzado un poco para tratar de subir los ánimos de la pequeña Uchiha. Así que, sin más, habló.
-¿Y bien, Anzu? ¿tienes algún sueño que quisieras cumplir?- preguntó.
Esa pregunta interesó a la pequeña quien, mirándolo, habló.
-He pensado mucho en querer convertirme en una kunoichi- dijo.
Eso dejó sorprendido a Naruto, no del todo puesto que habría sido normal pensar en ello, después de todo era hija de Karin y Sasuke.
-Entonces deberás entrenar arduamente, el camino para convertirse en shinobi no es para nada fácil- mencionó el Uzumaki.
-Mamá me ha contado sobre su entrenamiento con el tío Lee y con la tía Sakura, sé que no será fácil, pero si sé que lo lograré- dijo.
Eso definitivamente había dejado sorprendido al rubio.
-¿En serio tiene cinco?- pensaba.
Aunque la voz de la pequeña lo sacó de sus pensamientos.
-Tío Naruto... ¿usted tiene un sueño que quiera cumplir?- le preguntó.
Parpadeando un par de veces, el Uzumaki la miró, para después sonreírle ampliamente.
-Mi sueño es convertirme en Hokage- respondió.
Aquella confesión abrió ambos ojos de Anzu en señal de una más que clara sorpresa.
-Le será fácil, mi mamá me ha contado historias sobre usted y dice que es muy fuerte, estoy segura de que no tendrá problemas- dijo.
Aunque el movimiento de negación de Naruto la confundió un poco.
-El poder no es lo más importante en el camino para convertirse en Hokage, eso debes tenerlo presente- dijo.
Aún confundida, la pequeña lo miró.
-¿Por qué lo dice?- preguntó.
-Ser un buen lider implica tener a todos a salvo, hacer que la villa prospere en todos los sentidos, incluso económicos, militares, en relaciones con las otras villas... se necesita ser un gran líder, y eso no lo otorga el poder, eso es solo algo secundario- dijo.
Tras aquellas palabras, un ligero brillo en los ojos de Anzu se hizo presente, y es que, fugazmente, la pequeña se había imaginado a ella misma como Hokage.
Haciéndola sonreír.
Y tras notar eso, el Uzumaki también sonrió.
Misión cumplida.
...
Casi yendose la tarde, la pequeña pelinegra había aceptado jugar un poco a las escondidas. Las pequeñas conversaciones que había tenido con Naruto a lo largo del día le habían subido el ánimo.
Además de que si se lo preguntaban, había sido un día bastante divertido para ella, en sí por el tío Naruto... era raro en sí también ya que era la segunda persona en quien sentía que podía confiar para prácticamente todo, después de su mamá, claro. No pensaba en sí que sintieran el mismo dolor, pero Anzu pensaba, de cierta forma, que ambos, Naruto y ella, habían pasado por algo similar.
-¡¿Cómo me descubriste tan pronto!?-
La voz que había escuchado pertenecía a Shinachiku, siempre quejándose. Aunque poco después escuchó también a Naruto decirle a Hana que la había encontrado... y aunque ellos no pudieron ver a Anzu, esta los miró, mientras el rubio perseguía a sus hijos, reclamando su derrota, a su vez que ambos sonreían y reían.
Una sensación de... tristeza invadió su ser después de observar eso.
-¡Llegamos!- se escuchó desde la puerta.
Y al entrar hasta la sala principal, ambas miraron a Naruto junto a los pequeños.
-¿Estaban jugando?- preguntó Sakura, con una sonrisa.
Y con una sonrisa, también, el rubio sonrió.
-Exacto- respondió. -Pero falta que encontremos a Anzu, es verdaderamente buena para esconderse- dijo.
Aquello abrió los ojos de Karin en grata sorpresa, ya que la pequeña no era mucho de jugar o abrirse en ese aspecto, pero definitivamente le alegraba que Naruto haya logrado convencerla de eso. Sabía que en algún punto, ambos conectarían de esa manera, y era bueno en sí, él es un gran ejemplo como persona.
Aunque sus pensamientos fueron interrumpidos cuando todos la miraron salir de su escondite.
-¡Me sorprendes, Anzu!- se escuchó a Naruto. -Eres realmente buena para elegir escondites, ganaste el juego- dijo
Aquellos elogios solo provocaron una sonrisa en la pelinegra quien, acercándose hasta su mamá, la abrazó.
Aunque desde un inicio, el chakra de su hija se sentía distinto... pero no hubo tiempo de pensar en más, puesto que la voz de la pelirosa se escuchó.
-¿No se quieren quedar a cenar?- preguntó.
Y aún sin sacarse el como su hija se estaba sintiendo, Karin sonrió.
-Pienso que otro día estaría bien quedarse, pero gracias por la oferta, Sakura, en serio- respondió.
Algo que también hizo sonreír a la pelirosa.
-Cualquier día son bienvenidas, lo saben- se escuchó a Naruto.
Algo que hizo sonreír a Karin nuevamente, despidiéndose así del hogar Uzumaki.
Y caminando por la calle, la pelirroja miró ligeramente a su hija, se le notaba extraña.
Habría que preguntar en casa.
...
Preparando la cena, la pelirroja giró y miró a su hija... se le notaba decaída en sí. Así que suspirando, dejó un momento la cena y se acercó hasta ella.
–Cariño... ¿estás bien?– le preguntó.
Anzu solamente sacudió su cabeza para deshacerse de su distracción y, después, miró a su madre.
–Lo estoy, mamá. ¿Por qué lo preguntas?– mencionó.
Mirándola, Karin sonrió.
–Sabes que no puedes mentirme, lo noto en tu chakra ¿lo recuerdas?– dijo
Y hasta ahí había llegado su "esfuerzo" de aparentar que todo estaba bien. Había olvidado ese detalle.
Así que, suspirando, Anzu bajó su mirada.
–Siento envidia de Shinachiku y de Hanami– dijo.
Eso sorprendió de gran manera a la pelirroja.
–¿Envidia? ¿por qué?– le preguntó.
Aunque su sorpresa se hizo un poco más grande cuando sintió a su hija temblar un poco... solo para, después, escuchar unos pequeños sollozos de su parte, aún sin mirarla a la cara.
–Porque ellos tienen al tío Naruto como su papá... y él es muy divertido y se nota que los ama– dijo.
Ahora comprendía por donde iba todo esto. Sabía que tarde o temprano el tema tendría que llegar, y la entendía.
–Cariño, sabes que tu papá también...– decía, antes de ser interrumpida.
–¿Me ama?– le preguntó, aunque en un tono de... ironía.
Aquello sorprendió a Karin, y suspirando, tomó las manos de su hija.
–Tu papá te ama... solo que está ocupado cumpliendo una misión muy importante para la villa, y esa misión tomará tiempo– dijo.
–Tsk...– se escuchó por parte de la pequeña. –¡Si realmente me amara estaría aquí y no cumpliendo una absurda misión para la villa!– decía, alzando su mirada.
Y tras observar los ojos de su hija, la mirada de Karin se abrió totalmente en sorpresa.
–Logró despertar su sharingan...– pensó.
Aligerando su semblante, la única reacción que tuvo fue abrazar a su hija, recibiendo el mismo gesto por parte de ella, logrando desahogarse en ese abrazo.
Y tras separarse, la miró.
–Tu papá nos ama, eso tenlo siempre presente– decía, para después tomar sus manos. –Tú me has dicho que un día quisieras convertirte en kunoichi, pero con eso vendrán misiones que te mantendrán alejada durante varios días, semanas o incluso meses... todo viene con un sacrificio– dijo.
Sintiendo su chakra, logró percibir como su pequeña se iba calmando, haciendo desaparecer también su sharingan de una aspa.
–Lo entiendo... es solo que me gustaría tenerlo aquí– dijo Anzu.
Tras escuchar eso, Karin le dió un ligero beso en la frente, para después abrazarla.
Mentiría si dijera que a ella no le disgustaba que Sasuke estuviera lejos, pero ambos sabían de lo que había en juego. Lo único que quedaba era desear siempre que él llegara sano y salvo.
En algún momento serían una familia normal.
Solo había que esperar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top