Música fuerte, gente bailando, luces de colores y un lugar enorme.

―¡Wow! ―Rayo se emociona―. ¡Fiesta! ―Levanta los brazos con euforia.

―¿Recién llegas y ya estás así? ―Se escucha una voz conocida detrás.

―Uf, ya llegast... ―se queja, pero al girarse se detiene y levanta una ceja al verla.

Con un vestido negro corto pegado al cuerpo, que marca sus detalladas curvas, su cabello rojo intenso cae ondeando y sus zapatos que combinan, Magma está que arde.

Le sonríe.

―¿Qué pasa? ¿Te comió la lengua el gato? ―Se ríe.

―¿Gato? ―Queda confuso.

―Es un decir. ―Se muerde el labio inferior y se acerca―. ¿Te gusta lo que ves?

Él rueda los ojos.

―Que te veas sexy no significa nada.

―Ah, pero lo pensaste. ―Levanta el dedo.

―Debo admitir, que apelar a mi lado por el gusto hacia los deseos carnales... Que por cierto, soné muy religioso. Sí, acertaste, pero sigues sin ser mi tipo de mujer. ―Le guiña y se gira.

―Sí, pero yo no me rindo fácilmente. ―Lo detiene y lo abraza―. ¡Vamos a bailar! ―Lo empuja hacia la pista de baile.