☀️Cápitulo XXV☀️

KIRA

He sacado todo lo que tengo en mí closet buscando algo lindo que colocarme para salir con Damián y nada me gusta. Hoy es su día libre y quiero aprovecharlo, quiero que sea especial. En unos días papá, Tania y yo, nos iremos a pasar año nuevo con el tío Oscar y su familia en el pueblo dónde vive, es muy lejos, pero tío Oscar dijo que un tal Marcos enviará un helicóptero por nosotros.

No sé qué tanto buscaba si Damián me pidió que llevara ropa cómoda.

«Pero quiero verme linda para él»

Tanto buscar y terminé eligiendo un conjunto deportivo naranja.

Dejé todo tirado y salí rápido al mirar  la hora, debíamos vernos a las diez en el parque central. Detuve un taxi y me subí para ir a su encuentro.

Estaba a media cuadra cuando lo divisé sentado en el pasto esperándome, pagué rápido y bajé. Me percaté que traía su guitarra y me causó curiosidad.

«Tal vez va a contarme una de sus canciones»

Me acerqué despacio por detrás y lo abracé dándole un beso en la mejilla.

—Hola guapo ¿Por qué tan solo? — Escuché su risa.

—Espero a mi novia, pero al parecer la puntualidad no es su fuerte.

—¡No seas exagerado! solo fue un minuto —Miró su reloj.

—En realidad, fueron tres minutos. —Reí.

—¡Que ridículo! —Me apartó y se levantó, se sacudió un poco y tomó mi mano.

—Ven.

—¿A dónde?

—Ya lo verás.

Me guio hasta una cancha que había en el parque, dejó su guitarra y se quitó la chaqueta quedando con su camiseta negra, también traía un pantalón de sudadera. Movió sus manos haciéndome entender que hiciera lo mismo, me causó curiosidad eso, pero lo hice.

☀️☀️☀️☀️☀️☀️☀️

«¿En serio esta era su idea de una cita para despedirnos?»

¿Hacerme dar cinco vueltas a la cancha y ahora haciendo abdominales?

¡Dios! Tengo que enseñarle sobre romanticismo.

—Ya no puedo Damián.

—No seas floja, solo llevas quince abdominales, no puedes estar cansada.

—Me hiciste correr esa cancha enorme ¿Recuerdas?. —Me quejé.

—Corrimos —corrigió—. Además, es por tu bien, y el mío claro —Movió sus cejas.

—No entiendo, ¿Yo que gano con hacer esto? —Se río acercándose a mi rostro.

—Ganas un buen estado físico y mejor salud.

—¿Y que ganas tú con eso? —pregunté con curiosidad.

—¿Yo? —Volvió a mover sus cejas y a sonreír—, yo gano... Que tengas más resistencia y no te quejes cuando quiera echarte otro Pol... —Tapé su boca avergonzada.

—¡Cállate! nos están mirando y creo que te escucharon, idiota —Lo solté riendo y me acosté en el pasto muerta del cansancio—. Ahora muero de hambre por quemar tantas calorías, tendrás que comprarme una langosta en Harry sasson.

—Em, no puedo llevarte ahí ahora pero, —Me levantó del pasto de un tirón —. Ven, y de paso te enseño como se consigue dinero. —dijo señalando un autobús. Tomó la guitarra y prácticamente me arrastró para poder alcanzarlo.

Nos subimos al autobús, pagó nuestros pasajes y luego dio un discurso a los pasajeros. Agarró su guitarra y empezó a cantar una de sus canciones, luego otra y cuando terminó pasó por los puestos recogiendo monedas que le daban. Hicimos lo mismo en otros seis buses, con la diferencia que en estos ayudé en los coros, bailé y recogí el dinero en los puestos.

—97,98,99, 100 mil pesos. —Contamos sentados en el pasto—. Bueno, alcanza para media langosta —dijo apenado, cosa que me hizo sentir culpable porque yo solo lo dije jugando y él se lo tomó muy enserio.

—No puedo creer que hayamos recogido todo este dinero en menos de una hora. —dije sorprendida.

—Mi abuela decía que el dinero está hecho y solo tienes que buscarlo.

—Pues tu abuela era muy sabía. —Me acerqué para cruzar mis brazos alrededor de su cuello y darle un beso al notar cierta nostalgia en sus ojos,  quise hacer que olvidara—. Además, no creas que no me di cuenta que recibiste muchas propinas por parte del público femenino. —río y yo me sentí un poco mejor al haber logrado lo que me proponía.

—Tu también recibiste propinas del público masculino y eso que solo me acompañaste en los coros.

—También bailé "mi amor".

—Si, creo que fue por eso que nos dieron todo este dinero, así que es tuyo, vayamos a gastarlo en tu antojo.

—De acuerdo, se me antoja, un helado de chocolate.

—¿Y la langosta?

—Quiero un helado ahora. —Hice pucheros. No estuvo muy convencido, pero aceptó.

Fue por el señor que vendía los helados y trajo dos de chocolate, lo recibí gustosa y lo saboreé con ricura. Damián  me observaba comerlo.

—¿Sabe rico?

—Si.

—El mío sabe más delicioso que ese que lames. —dijo arqueando una ceja.

—Son del mismo sabor —respondí con ironía.

—Tal vez, pero ya te dije que el mío sabe muchísimo más rico ¿Lo quieres probar? —Asentí.

Mordió un poco de su helado y me haló por la nuca para llevarme hasta su boca dándome un beso brusco que me hizo sentir cosquillas en todos lados y me dejó sin aire.

—¿Rico verdad? —preguntó al separarnos dejándome con ganas de más.

—Ajá —Alcancé a decir—. Me levanté del pasto, tomé su mano obligándolo a levantarse y hacerlo correr hasta alcanzar el autobús al que nos subimos.

El idiota no paraba de reír por lo que acaba de hacer, sabía a dónde íbamos. A la cabaña dónde nos hemos visto cuando queremos estar solos, sin Melissa que se empeña en acompañarnos cada vez que salimos y casi siempre termina siendo una cita de tres, por eso cuando nos escapamos, aprovechamos al máximo ese tiempo.

Apenas la puerta se abrió me lancé a sus brazos besándolo con muchas ganas hasta que agarró mis manos para separarse, quité mi chaqueta que traía amarrada en mi cintura, la blusa y después mi pantalón sin dejar de mirarlo. Volví a su boca y metí mis manos debajo de su camiseta acariciando su abdomen hasta llegar a su pecho, pero nuevamente tomó mis manos deteniéndome y se separó.

Miré a sus ojos confundida, pero luego pensé que prácticamente lo traje aquí a rastras sin preguntar si quería venir, después de todo me citó en el parque y no aquí como lo había hecho todo este tiempo.

«¿No quiere?»

Bueno, no siempre tiene que estar dispuesto. Me sentí terrible por ser egoísta, por pensar solo en lo que yo quería y no en él.

—Si quiero. —Se acercó hasta pegarme a su cuerpo para dejar besos húmedos desde mi oreja hasta mi cuello—. Solo quiero que me lo pidas —Me susurró—. Anda, pídemelo.

—¿Pedírtelo?

—Quiero oírte suplicar. —Mordió mi oreja. Su aliento caliente me encendía.

«¿Suplicar? ¿Yo?»

»Hazlo —ordenó— No dije ni hice nada. Sonrió malicioso, acarició mi rostro despacio mientras se acercaba a mi boca rosando mis labios lentamente, cerré mis ojos y me dejé llevar por la sensación que provocaba en mí, quise usar mis manos, pero de nuevo me detuvo—. Pídemelo. —Volvió a decir, una de sus manos apretó mi trasero y la otra acarició mi intimidad por encima de mi panti haciéndome estremecer, su boca besaba mi cuello y ya me estaba volviendo loca, deseaba ser suya.

—Házmelo. —susurré.

—¿Disculpa, qué? No entendí, explícate mejor. —dijo mientras pasaba su lengua por mi oreja.

—Quiero que me hagas el amor. —Me atreví a pedir.

—No lo sé, eso no me convence. Tendrás que hacerlo mejor, "Gata".

Ya no aguantaba más, quería que me cogiera.

—Quiero que me cojas, que me tires, me folles, me culees muy rico, me piches, por favor Damián. Por favor.

El idiota soltó una carcajada antes de besarme.

—Muy ansiosa eh. Está bien, pero quiero una cosa más y no puedes negarte.

«¿Me está chantajeando para tener sexo conmigo?»

—¿Qué cosa? —pregunté ansiosa, estaba muy excitada y lo deseaba.

—Quiero ir a la otra habitación.

Ya me ha pedido eso antes y me he negado, a ese cuarto solo le falta ser rojo para ser igual al de Cristián Grey.

Sabe que lo deseo y se está aprovechando de la situación para llevarme ahí. Siguió jugueteando con mi cuerpo y ya no resistí más. Lo besé con lujuria haciéndole saber que había ganado. Me cargó aún besándonos y me llevó a la dichosa habitación.

—No seas cruel. —pedí al imaginar lo que querría hacerme aquí.

—Quítate todo y estira tus manos. — ordenó y obedecí sabiendo lo que pretendía, de todas las cosas que habían aquí, escogió las cadenas que colgaban del techo.

Una vez quité lo poco que me quedaba puesto, ató mis manos y las subió sobre mi cabeza, luego se deshizo de su ropa, sacó de un cajón una pluma, una venda y un frasco de aceite, se acercó, colocó la venda sobre mis ojos y me besó ferozmente, empezó a aplicarme el aceite por todos lados, olía a naranja y luego... todo lo que me hizo después no se los pienso decir.

☀️☀️☀️☀️☀️☀️

El ejercicio y la tortura a la que fui sometida me dejaron exhausta, pero valió la pena todo lo que sucedió en la otra habitación.

¿Me gustó?

Si. Fue placentero y Damián fue cuidadoso de no lastimarme.

Platicamos sobre de cómo nos sentimos ahí en el cuarto, luego de como le estaba yendo en su trabajo mientras yo acariciaba su cabello como le gusta que lo haga, hasta que ya no lo escuché hablar más porque se había quedado dormido. Miré mis muñecas y pensaba en cómo justificar las marcas si alguien las veía y no encontré ninguna, pensaba y pensaba hasta que mis ojos empezaron a cerrarse lentamente, pero el molesto sonido de muchos mensajes de Whatsapp llegar, no me dejaron hacerlo.  Revisé mi celular y no eran para mí, era el teléfono de Damián, no paraban de llegar las notificaciones y pronto se despertó.

—Responde —dijo medio dormido.

—No es el mío —respondí.

Extendió su mano buscando el teléfono hasta que lo encontró, lo desbloqueó y empezó a verlos.

—Es el grupo de Whatsapp del trabajo, están confirmando la asistencia a la fiesta de fin de año —dijo, pero ya sabía porque podía ver los mensajes. Incluso alcancé a ver los que recibió al privado de varias chicas invitándolo a ir con ellas, mensajes que no respondió.

—¿No irás?

—No, tu no estarás y no quiero ir solo.

—Ve con Cindy.

—No sé si quiera, aún está enojada conmigo.

—Si, lo he notado y también que ha estado un poco tristonga, cosa que se me hace raro porque ella es toda felicidad. —dije tratando que no se notara mi curiosidad sobre el asunto— ¿Puedo saber por qué?

—Ella que es testaruda —dijo y me besó, acepté entendiendo que no me diría nada— ¿A que horas te vas mañana? Me gustaría ir a despedirte —Sonreí al ver lo bueno que era para cambiar de tema.

—No te preocupes, tienes que trabajar y no puedes faltar, por eso quiero que te diviertas un ratito en la fiesta, y de paso haces feliz a tu club de fans, pero solo con tu presencia nada más ¿Ok? —río.

—Te tardaste en decirlo.

—No es un reproche —Aclaré—. Solo quiero que te distraigas y la pases bien.

—Como ordene mi gata —Reí y lo golpeé en el hombro.

Escribió en el grupo que iría y los mensajes siguieron llegando, pero hubo uno que me hizo revólver las tripas, el de "Susi" no vi que le escribió, pero aún así me molestó, no es que desconfíe, es solo que... No lo sé, confío en él, ha cumplido mi petición de honestidad, me contó lo de la llamada que le hizo Valeria y pudo no hacerlo, entonces tiene más que ganada mi confianza entera. Damián notó mi cambio y aventó el teléfono a un lado de la cama, se acomodó hasta quedar encima de mí

—¿Quieres que le diga que no me esc...

—No, yo no te puedo prohibir tener amistades del género femenino, debo aprender a lidiar con eso porque cuando seas famoso, tendrás millones de admiradoras locas por ti y no quiero asesinarlas a todas —Carcajeó, luego me observó un rato y yo hice lo mismo, me dio un besito muy dulce en los labios que me hizo erizar la piel, seguimos mirándonos sin decirnos nada, acaricié su rostro y lo atraje a mi boca para darle un beso tierno. Sus manos recorrieron mi cuerpo con ternura, sus besos dulces me encantaban y entonces lo entendí, por primera vez él y yo haríamos el amor, amándonos con ese amor que había nacido, con cada mirada nos decíamos eso que aún ninguno de los dos se atrevía a decir, tal vez por temor, o quién sabe por qué, pero sabíamos que lo sentíamos.

Tal vez era pronto para decirnos un te amo.

Después de todo, si fue una maravillosa cita de despedida.

«Lo voy a extrañar mucho estos días»

Muchas gracias ☺️

Bendiciones.

Quienes leyeron a Mateo, la mejor decisión se dieron cuenta ¿Verdad?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top