☀️Capítulo XII☀️

☀️ RAYO DE SOL ☀️

El reloj no dejaba de avanzar y el caminar de un lado a otro por esa habitación no estaba ayudando en absoluto a calmar la ansiedad. Se sintió aliviado cuando recibió el mensaje avisando que ya había llegado, llamó a portería para pedir que la dejaran subir y salió del lugar para abrir la puerta muy sonriente al verla tan hermosa como siempre.

—Gansita, hola. —La recibió con un beso en los labios, tomó su mano y la  hizo pasar—. Siéntate ¿Quieres algo?

—Gracias, no voy a tardar mucho, así que iré al grano, quiero que sepas Damián que lo he estado pensando mucho y he tomado la decisión de que... debemos darnos un tiempo.

—Darnos un tiempo. —repitió con sarcasmo y río tratando de ocultar lo mucho que eso le había dolido, en el fondo ya lo sabía, más desde esa llamada extraña, pero tenía la esperanza de que solo fueran supociones suyas —¿Por qué mejor eres sincera y me dices que quieres terminar y ya? Eso del tiempo es basura y lo sabes.

—Damián, estoy tratando de ser lo más justa posible. No hagas esto más difícil para mí, por favor.

—¿Difícil? —Pasó su mano por la nariz—. Y... ¿Puedo saber al menos la razón o pretendes que lo acepte así no más?

—Es solo que, necesito tiempo.

—¿Tiempo para qué Valeria? — Cuestionó algo molesto.

—Damián, cálmate. No te pongas así.

—¿Así cómo? —Se acercó a ella y tomó su rostro—. Estás nerviosa ¿Por qué?

—Es que... Cuando te pones así me, me asustas, eres muy ofensivo, no mides tus palabras.

—Solo quiero una razón lógica para que quieras terminar lo nuestro así como así —dijo muy cerca de sus labios—. Apretó su cintura logrando quedar más cerca—. No te creo, tu no quieres terminar.

—Gansito —susurró al sentir el rose de sus labios, cerró sus ojos deseando que los besara.

—No me salgas con estupideces como que no eres tú soy yo, o que tienes que aclarar tus sentimientos porque sé bien que me amas Gansita, justo ahora sé que te mueres porque te bese  —Volvió a rozar sus labios—, y que te toque también. —Cortó la poca distancia que había y por fin le dio el beso que tanto deseaba.

—Damián yo... —Intentó apartarlo, pero no pudo, poco a poco se dejó llevar por el deseo.

—¿Por qué quieres dejarme Gansita? Se honesta y dímelo —Volvió a besarla dulcemente—. Podemos arreglarlo si me dices qué te molesta.

Valeria subió sus manos por su pecho despacio hasta llegar a la nuca, correspondió cada beso que le dio, poco a poco fueron subiendo de tono hasta que el calor de sus cuerpos los hizo perder el control.

—Hazme olvidar Gansito —Una lágrima corrió al recordar todas las veces que tuvo que acostarse con Mauricio, no era que hubiese sido malo, pero no era lo mismo tener sexo, que hacer el amor con el hombre que amaba.

—¿Olvidar qué Gansita? —Miró sus ojos y no se atrevió a responder por vergüenza.

—Hazme el amor. Lo necesito —pidió con desespero.

Lo besó con ternura dejándose llevar por sus sensaciones. Damián la condujo hasta la habitación sin dejar de besarla, cerró la puerta y se deshicieron de la ropa lo más rápido que pudieron para entregarse una última vez.

Sería una dulce y amarga despedida para ambos.

☀️☀️☀️☀️☀️☀️☀️

El efecto del calmante perdía su efecto y los ojos de Kira empezaban a abrirse lentamente, vio la silueta de un hombre sentado enfrente de ella y se asustó.  Se sentó en la cama bruscamente y revisó el lugar con su mirada, al ver a la mujer dormida a su lado sintió un poco de alivio al recordarla. Ella la había ayudado a desvestirse, tomar una ducha caliente y también le había prestado la sudadera verde que traía puesta.

—Tranquila, estás a salvo —dijo Gonzalo levantando sus manos —. ¿Cómo te sientes?

—Me duele un poco la cabeza.

—Eso es normal después de que casi  inundaste la ciudad —Kira bajó la mirada al recordar y se sintió avergonzada— ¿Cómo te llamas?

—Kira.

—Kira. Yo tuve una perrita con ese nombre cuando era niño, mi madre me la obsequió para navidad, quería llamarla princesa, pero ya traía ese nombre. Su antiguo dueño dijo que la había llamado así porque era muy amorosa. —Argumentó.

—Bueno, entonces soy Kira con nombre de perro. —Una media sonrisa salió de ella.

—Soy Gonzalo, un gusto Kira con nombre de perro. —Extendió su mano y  ambos rieron

—Gracias por...

—Creo que tienes que darle las gracias a tu tocaya por hacerte reír.

—Yo me refería a...

—Lo sé ¿Necesitas algo?

—Eh, si ¿Me podrías prestar un teléfono por favor? Para llamar a mi papá.

—Claro —Buscó el teléfono en su bolsillo y se lo extendió.

Kira lo recibió, tecleó el número de su padre, pero unos gritos llamaron su atención antes de terminar.

La chica que dormía a su lado despertó de sopetón confundida.

—Ay, ¿Qué mierda pasa? —preguntó para luego fijarse en Kira —¡Oh! ya despertaste, y sin lágrimas —Gonzalo río y Kira se sintió apenada.

—No la molestes Cindy, no sabes que... Los gritos provenientes de afuera de la habitación, interrumpieron.

¡Acéptalo ya! Terminamos. Quítate de la puerta y déjame salir.

¡No! no te irás así sin darme una explicación y menos después de lo que pasó, estás mintiendo Gansita. Quiero la verdad.

Los tres se miraron confundidos al escuchar eso último y se colocaron de pie casi al tiempo.

—Esa voz —pronunció Kira, caminó hacia la puerta e intentó abrirla.

—¡Oye chismosa!, no es bueno meterse en cosas que no son de tu incumbencia —vociferó Gonzalo apretando su mano.

—Es que... —Intentó explicar.

¡Suéltame! Déjame ir Damián —Se escuchó una vez más desde afuera.

—¡Pal chisme si no te duele el pie eh! —Ironizó Cindy, pero Kira que la ignoró.

Al reconocer la voz de Valeria, Kira empujó a Gonzalo, abrió la puerta y entonces la vio forcejeando con el chico del hotel.

—¿Qué haces aquí Valeria? ¿Cómo supiste dónde encontrarme? —Caminó lento hacia ella, los otros se miraron entre sí llenos de confusión.

—¡Kira!  Tu ¿Cómo es... que estás aquí? —preguntó Valeria temerosa.

—Yo pregunté primero, ahora respóndeme ¿¡Qué carajo estás haciendo aquí!? —Sus ojos se humedecieron y lágrimas empezaron a bajar, esta vez de ira—. ¡Dime! Maldita zorra desgraciada —Su rabia creció y se fue contra ella tomándola del cabello tirando lo más fuerte que pudo.

—¡Suéltame estúpida! Ahh —se quejó Valeria de dolor.

—¿Oye qué demonios haces? ¡Suéltala!—. Damián la sujetó de las manos logrando que la soltara.

—¡Déjame!, suéltame que voy a golpearla, voy a dejarla calva, le arrancaré todo su bonito cabello como lo hice en la mañana.

—¿Por qué? ¿Te volviste loca o qué te pasa? —Se acercó a Kira mirandola con desprecio.

Cindy se interpuso, separó a Kira de Damián y la colocó detrás de ella.

—Ok, ustedes dos. —las señaló— Van a explicar qué pasa aquí ¡Ahora!. —ordenó Cindy.

—Nasa Cindy, Kira solo está sangrado por la herida, no es más que una niñita estúpida, caprichosa y berrinchuda que no sabe perder con dignidad —Valeria río sarcástica mirándola fijamente—.  Eres patética, ridícula e intensa. Ya entiendo por qué Mauricio buscó una mujer de verdad y te puso el cuerno. Cor-nu-da. —Se burló.

Sus palabras la hirieron, el dolor volvió y el rencor nació en su corazón, quería golpearla, pero Cindy la detuvo.

—¡Maldita seas Valeria! Ojalá te pudras en el infierno. —gritó dolida.

—¡Suficiente! Se callan las dos —ordenó Damián—. Y tú... —Señaló a Kira—, no te atrevas a volver a tocarla ¿Entiendes? —Acortó la distancia sin apartar su mirada de ella—. Como veo que ya estás bien, creo que deberías irte ahora mismo.

—Me iré después de darle su merecido—Dejó salir las lágrimas —La odio, es una mujerzuela de quinta ¿Por qué la defiendes?

—Es su novia y tú la estás insultando —Aclaró Gonzalo.

—¿Tu novia? Esa zo...—Recordó aquella conversación que tuvo con Tania.  Lo npiró sus ojos y supo que él no sabía nada, volteó a ver a Valeria con desprecio— ¿Tienes un novio como él y aún así te encontré con mí, prometido metido entre tus piernas? ¡Que hija de puta eres Valeria!

—¿Qué dijiste? —preguntó Damián inerte.

—Lo que oíste. —respondió.

—¡Que maldita perra de mierda! —exclamó Cindy.

—No es cierto Gansito, no la escuches. Es una mentirosa, tu la oíste, me odia y...

—¡Tu cállate o te callo! —amenazó Cindy.

—Si es cierto, no soy mentirosa como tú Valeria —Miró a Damián—.  Mi prometido, el hombre con el que iba a casarme dentro de unos meses y tu, asquerosa novia, se han estado acostando a nuestras espaldas. Los vi hoy en el hotel mientras tenía sexo. —explicó llorando.

—¡Maldita hija de tu puta madre! ahora sí te mato desgraciada —dijo Cindy lanzándose contra ella hecha una fiera, logró darle una bofetada y tomarla del cabello—. Ahora soy yo quién va a dejarte calva perra mentirosa, traidora, mal nacida de Mierda —Como pudo Valeria se soltó de Cindy.

—Gansito, te juro que no... —Trató de convencerlo, pero él no le prestó atención, tampoco pronunció ni una sola palabra. Sus ojos estaban rojos, una lágrima rodó por su mejilla reflejando un inmenso dolor y decepción.

No podía creer cómo su Gansita había sido capaz de hacer algo como eso, peor aún. ¿Cómo fue capaz de hacer el amor con él cuando hace unas horas estaba en brazos de otro?

Valeria al ver sus lágrimas caer se le partió el alma, eso era justo lo que no quería y por eso había preferido mentir pidiéndole un tiempo. Quería abrazarlo y consolarlo, pedirle perdón, pero Cindy se interpuso y la sacó a empujones del departamento cerrándole la puerta  en la cara.

—Pinki hermanito, di algo por favor — dijo Cindy preocupada y lo abrazó fuertemente.

—Estamos aquí con contigo —Gonzalo se unió al abrazo.

Kira los observaba y recordó que cuando ella estaba justo así, él la envolvió en sus brazos para darle apoyo, entonces decidió hacer lo mismo. Se acercó a ellos para unirse también a un abrazo de cuatro.

—Lo siento, perdón por causarte... —se separó—. Creo que es mejor que me vaya.

—No, tú no vas a ningún lado, te quedas aquí y nos echas todo el rollo. —Le ordenó Cindy.

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Juan y Tania llegaron al hotel un poco más de las siete de la noche, fue Tania quién llamó a Mauricio para avisarle y bajara a recibirlos. Mauricio estaba bastante nervioso, pues sabía que su suegro era de temer si se trataba de alguna de sus hijas, en el fondo rezaba para que Tania no le hubiera contado aún.

—Mauricio, ¿Qué has sabido de mi nena?

—Nada Juan. Ya hablé con la policía, pero dicen que no pueden ayudar todavía.

—¿Qué fue lo que pasó para que se fuera así? —Bajó la mirada sintiendo mucha culpa.

—Fue mi culpa, discutimos y... —Se detuvo al ver a Valeria entrar llorando, traía su cabello desaliñado y pensó que Damián la había lastimado.

Juan y Tania voltearon a ver también.

—Valeria —Tania se preocupó al verla en ese estado, corrió hacia ella y la abrazó—. ¿Qué te pasó? ¿Les pasó algo a tus padres? ¿Estás bien?  —preguntó angustiada, pero luego cayó en cuenta del hecho que Valeria estuviera ahí y no en Bogotá—. ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no estás con tus padres Valeria?

—Tania yo... —No pudo decir nada más al sentir una fuerte bofetada en su mejilla derecha.

—¡Eras tu!. Tu eras la mujer que estaba con Mauricio en la cama ¿Verdad? —No respondió—.  ¿¡Cómo te atreviste hacerle eso a mí hermana después de lo que hizo por tí!?

—Tania déjame explicarte, las cosas no son así yo no...

—¿Es cierto eso, jovencita? —Cuestionó Juan —Al no recibir respuesta de su parte, fue hacia Mauricio—. ¿Engañaste a mi hija? ¿Te vio y por eso se fue?

—Si —respondió cabizbajo, iba a excusarse pero no pudo al sentir un golpe que le propinó el hombre.

—Eres un malnacido, ¿Te das cuenta de lo que hiciste? Mi hija te adora, te idólatra, se ha desvivido por tí desde que te conoce ¿Y tú le haces esto? —Se acercó enojado y lo tomó por el cuello de la camisa—. Si algo le pasa a mi hija, tú serás el único responsable ¿Me oyes? —Lo soltó y volvió a darle otro golpe.

Valeria empezó a gritar y le pidió a la recepcionista que llamara a seguridad, corrió hasta dónde estaba Mauricio y lo ayudó a levantarse del suelo.

—¡Sáquenlos! —pidió Valeria en cuanto llegó seguridad.

—Mira nada más, ya te crees con derechos —expresó Tania con sarcasmo. —Mauricio, ve por las cosas de mi hermana y entrégamelas para largarnos de aquí ahora mismo —le ordenó.

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En cuanto Kira terminó de contar todo lo que sabía, Damián se encerró en su habitación, después solo se escuchó como se destrozaba casi todo ahí dentro. Habían pasado un par de horas y ya no se escuchaba nada, eso les preocupó a los tres.

—Damián, hermano. Sé que no es el momento pero, el dueño del bar llamó. Nos está esperando —Gonzalo dio aviso, pero él no respondió—. ¿Damián?

—¡Lárguense! dile que se vaya a la mierda.

—Déjalo Gonzalo, tu y yo sabemos que no saldrá de ahí hasta que esté calmado, así es él.

—Comprendelo Cindy, él de verdad estaba enamorado de esa... Mujer, y enterarse de todo esto no debió ser nada fácil.

—Si, pero tenemos un compromiso que cumplir y él lo sabe —Mordió sus uñas—. ¿Qué haremos ahora Gonzalo?  No es que no me sienta mal por él, de verdad lo hago, pero me enoja que cuando se trata de la tipeja esa se vuelve idiota.

—Perdón por meterme en lo que no me importa pero... ¿Qué compromiso es ese? —Curioseó Kira.

—Nos contrataron para tocar en un bar y sin Damián no podemos, aparte de tocar la guitarra, él es nuestro vocalista; el problema es que si no vamos, no solo tendremos que pagar la multa por incumplimiento sino que también nos echarán aquí, probablemente esta misma noche. ¡Ay no! ¿A dónde iremos Gonzalo, si no tenemos ni un quinto?


—Yo lo haré.

Cindy y Gonzalo se miraron confundidos.

»Se los debo, especialmente a él, además esto es mi culpa, no debí abrir mi boca, no pensé en él y les pido disculpas por eso.

—¿No me digas que Cantas? —preguntó Cindy.

—Bueno, hace mucho que no lo hago en público, pero si me enseñan las canciones y me dan una hora para memorizarlas, les aseguro que no los defraudaré.

—No es así de fácil, niña.

—Gonzalo, confía en mí. Lo haré bien. Tengo una tusa que sacar.

—Si ella quiere hacerlo, dejémosla, los otros chicos ya están allá, es mejor que nos abucheen y nos lancen tomates podridos a que nos echen a la calle. ¿No crees? —dijo Cindy.

—Pues, si.  —La señaló—,  tienes 20 minutos, debemos estár ahí en 40.

—Ven Kiracita, ¿No te molesta que te llame Kiracita ¿Verdad? —Negó—. Tengo algo que podría quedarte y de paso escuchas las canciones, son de Damián.

—Oigan y... ¿Él? —Se preocupó por dejarlo solo.

—No te preocupes, no hará nada estúpido, me aseguré de eso con el té que le llevé —Guiñó un ojo, Gonzalo río y Kira los miró confundida.

—Le puso un somnífero, más fuerte que el que te dio a ti. Dormirá hasta mañana.

—Oh.

20 minutos fueron suficientes para memorizar tres canciones, así que tendría que usar también canciones conocidas.

Se subieron al viejo carro y salieron para el bar.  Gonzalo excusó a Damián diciendo que no se sentía bien a causa de algo que comió, pero que no había ningún problema.

Ya habiendo acomodado los instrumentos, Gonzalo tomó el micrófono para dar la bienvenida y presentar al grupo, la música empezó a sonar y Kira se sintió nerviosa, Cindy que estaba a su lado lo notó y apretó su mano en señal de apoyo.

—No los defraudaré. —susurró.

Tomó el micrófono y empezó a cantar nerviosa, poco a poco su confianza fue creciendo dejándose llevar por el ritmo y la sensación que cantar le producía, aún en los peores momentos; era cuando mejor lo hacía.

El público aplaudió y eso le dio más confianza y ganas de seguir.  Recordó todas las veces que lo hizo y sonrió con ironía.

«Que ilógico es el destino, una vez dejé de cantar y bailar por un hombre y hoy,  lo vuelvo a hacer por otro»

«Por él, por Damián» 

Pensó.


Gracias, gracias.

Quiero decirles que no escribí el nombre del grupo porque aún no se me ocurre uno para ellos.
Acepto sugerencias.

Muchas gracias por leer y tenerme muchísima paciencia.
Besos. ,😜

👌👌👌😘

(06-20-23)

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