Ocaso y Amanecer


ADVERTENCIA: Esta historia está basada en el UNIVERSO ALTERNO del omegaverso. Esto quiere decir que todo lo que se ve aquí es ficción y varía de escritor a escritor. La trama, la sociedad, y la naturaleza de esta historia NO ES UNA CARTA DE PRESENTACIÓN DE LOS PENSAMIENTOS, CREENCIAS, O IDEOLOGÍA del escritor.

Si sos un lector que no es capaz de comprender que este universo no existe en la realidad, te recomiendo no leer historias de esta naturaleza. Y si no te gustan estos universos ficticios, te agradezco tu sinceridad y deseo que encuentres una magnífica historia de tu agrado.

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Los días habían sido fríos para todos desde que el sol de la compañía de cazadores de demonios se puso por última vez para salvar del frío de la muerte a cientos de personas.

...

Muerte, a todos les llega. Shinjuro lo sabía bien y por eso perdió la esperanza total en el Cuerpo de Exterminio de Demonios. Se refugió en el alcohol y la soledad, deprimido por la partida de su esposa y lo imposible de su causa como pilar, optando por dejar que sus herederos crecieran sin él presente realmente en sus vidas, teniéndose únicamente el uno al otro como hermanos.

También no hacía más que repetir que su hijo mayor hacía esfuerzos inútiles y todo lo que conseguiría sería llegar a su propia muerte de forma estúpida. Podía sentirlo, pero nunca se atrevió a ver de frente el dolor y tristeza que sus palabras le causaban a su querido primogénito, tampoco quiso ver la fortaleza con la que sonreía aun después de haberle escupido tan crueles palabras.

Lo decía siempre...

Pero nunca esperó ni deseó que sucediera.

Shinjuro estaba deprimido y era un viejo cascarrabias, lo admitía, pero amaba a sus hijos. Amaba a Kyojuro profundamente, y en el fondo deseaba que su sonrisa no se desperdiciara en una muerte joven, prematura, y para él, sin sentido alguno.

Pero los deseos que nunca se dicen, suelen volverse amargos arrepentimientos. Y así fue.

Ahora que Kyojuro había muerto a manos del demonio de luna superior tres, sólo había ira en su corazón, a la vida por arrebatarle al amor de toda su existencia, con él mismo por su horrible proceder cuando su hijo mayor era lo que menos merecía, y con Muzan y todos sus desagradables engendros por hacer imposible que los humanos pudieran triunfar sobre ellos.

Su hijo ahora solo existía en recuerdos, y más que nunca, su esperanza estaba muerta. Era un alfa quebrado en casi todos los aspectos. Frío, melancólico, agresivo, olor amargo de lo que solía ser un interesante olor a canela y azahar, más que nunca demostraba su irritación con el único hijo que le quedaba con vida.

Y no esperaba nada de nadie, ni de Senjuro, ni de los cazadores, y ahora, mucho menos de Kyojuro.

. . .

Urokodaki era el ex pilar de agua, y ahora, la última esperanza a la que podía recurrir la pilar insecto. La mujer mantenía una expresión seria mientras hablaba con el hombre de la máscara tengu.

- Ninguno lo sabía, por favor, trate de razonar con él. No ha comido nada en casi tres días, si sigue así, morirá.

Para el anciano no era necesario ver su expresión de médica y enfermera dedicada para conocer sus temores a profundidad. El corredor tenía un aroma amargo por las feromonas angustiadas de Shinobu, la señal de una omega preocupada por un miembro importante de su manada, su familia.

Tomioka Giyuu, actual pilar de agua, estaba acostado de lado en una de las camas de recuperación. Escuchó a alguien entrar, pero sus ojos apagados y con ojeras no se molestaron en girar a ver quién era. El lado contrario de la cama se hundió y el silencio duró por varios minutos más hasta que el beta anciano decidió que era momento de hablar seriamente con su pupilo.

- No puedes seguir así, Giyuu – al no obtener respuesta, decidió esperar otro poco antes de buscar como ayudarlo – Eres un omega, pero eso no te condena a morir... Eres un pilar, debes cumplir con tu deber, todavía tienes mucho por hacer...No quiero perderte, así que levántate.

Todavía no parecía haber reacción, si Urokodaki no conociera a Tomioka, probablemente no habría esperado tanto para esperar contestación.

- No puedo... no puedo hacerlo solo.

El hombre podía oler la tristeza, profunda y angustiante, no fue necesario ver las lágrimas para saber que estaban ahí.

- Sé que has perdido a muchas personas importantes Giyuu. Entiendo tu dolor, ambos perdimos a Sabito, y lo amábamos. Y aunque no tuve el honor de conocer al joven alfa con el que compartiste un vínculo tan fuerte para llamarlo tuyo, sé el dolor que recorre tus venas.

Puso una de sus manos en el hombro que tenía el haori con patrón de su querido niño de cabellos damascos.

- Pero hay que seguir viviendo, por sus memorias, para que también puedan seguir existiendo.

Tomioka cerró sus ojos con pesar, aceptando que tenía razón como siempre, y bajó su mirada al pequeño manojo de matas rubias que venía protegiendo desde hace un par de días, días antes de que Oyakata-sama le pidiera a Shinobu ayudar a Giyuu antes de que fuera muy tarde.

- Rengoku se ha ido... y nunca pude decirle. Nunca supo.

El cuerpo comenzó a temblar y Urokodaki dejó su mano en sitio, demostrándole que estaba a su lado con caricias suaves y tranquilas mientras el azabache lloraba en silencio para no molestar a nadie con su punzante dolor.

Tomioka sabía que no debió de haber cedido, aquel roce de narices tan íntimo que significaba que el pilar de la flama lo consideraba su pareja actual debió de haberlo rechazado. Eran cazadores de demonios, no podían tener una vida normal como el resto de personas o incluso todos los otros alfas y omegas. Pero le fue imposible, se veía atraído irremediablemente hacía su luz, su energía, su liderazgo, su aroma que lo hacía sentir seguro, tantas cosas que podían opacar la tristeza y depresión a su alrededor.

Definitivamente debió de haber sido más inteligente cuando Kyojuro entró en celo, sólo a él se le ocurría ofrecer ayuda para serle mínimamente útil al pilar que más se había ganado su título, cuando estaban a cientos de kilómetros de la finca mariposa, en una misión que demoró más de lo que esperaban.

Rengoku se negó al principio, diciendo que aunque lo estuviera cortejando, no había pasado mucho del momento en que se volvieron pareja y no quería presionarlo de ningún modo para que dieran un paso que solo se daba entre parejas enlazadas.

De nuevo, definitivamente debió darse cuenta que su ofrecimiento de ayuda eran puras idioteces y que en realidad disfrazaban ese interés que tenía por estar más cerca del sol que tanto bien y alegría le hacía. El pilar rubio no pudo resistir mucho más las excusas pobres y baratas del omega que quería ayudarle.

Finalmente terminaron resolviendo por su cuenta el asunto del celo, algo que nadie más tenía por qué saber. Sería su pequeño secreto, Tomioka no quería que lo juzgaran por no haberse podido esperar a la consumación del enlace de manera formal.

Tuvieron muchas misiones, estaban ocupados, eran pocos los momentos que estaban juntos, y el pilar del agua se enteró tarde del resultado de aquella vez, pues el cachorro era muy pequeño por lo que no se notaba. Siempre distraído, se dio cuenta de lo que pasaba cuando notó pequeños cambios en su complexión física y sintió una serie de patadas fuertes en su vientre, si no, nunca se hubiera dado cuenta.

Sin embargo ya no faltaba mucho.

Tomioka, de pocas palabras y malas explicaciones, buscaba un buen momento para decirle a su alfa que los planes familiares se habían adelantado y por mucho. Tenía algo de miedo y esperaba que el próximo celo fuera un buen momento para decirle.

Detrás del miedo, quería ver la expresión de su rostro, quería que estuviera a su lado en el poco tiempo que quedaba porque no dudaba que lo haría. Quería encontrar más rayos de esperanza en su penumbra de mala suerte.

Una misión más y era momento.

Una misión a bordo de un tren. Nada difícil, ya las había tenido antes, iría y vendría en cuestión de un par de días.

Como una broma cruel del destino, su pequeño se adelantó, encendiendo su pequeña llama justo cuando la de su padre terminaba por extinguirse, al ritmo del amanecer.

...

- ¿Hay algo que quieras hacer antes de irnos, Kyojuro?

El pilar sonrió por la pregunta de su madre, viendo con melancolía a los tres chicos que ahora lloraban desconsoladamente frente a su cadáver.

- Sí, hay algunas personas que quisiera visitar por última vez.

Se marcharon del lugar, los sollozos del chico Kamado acompañando los gritos ahogados de Inosuke y el suave pero intenso sonido de tristeza de Zenitsu.

Llegaron a la residencia de los Rengoku, madre e hijo suavizando sus expresiones al ver a Senjuro limpiando como de costumbre la entrada.

- Ha crecido mucho – murmuró su madre, amor puro reflejado en su mirada rojiza.

Kyojuro asintió y se acercó para abrazarlo con orgullo y cariño, su despedida sutil para aquel por el que volvería a dar la vida sin dudarlo. Senjuro pensaba en que prepararía para recibir a su hermano mayor en casa cuando un viento cálido lo rodeó, cerró sus ojos por la sensación y segundos después los volvió a abrir, confundido al detectar el aroma de sándalo y pino de su hermano sin verlo por ningún lado.

El joven pilar se adentró en la casa y se paró enfrente de la habitación de su padre. El espíritu de su madre estaba esperando afuera, por lo que estarían por última vez ellos dos solos. Kyojuro atravesó la puerta y tomó asiento como de costumbre en posición seiza, para mostrarle respeto a su querido padre.

- He vuelto, padre. Aunque me temo que esta será la última vez en un largo tiempo.

Shinjuro estaba sentado de piernas cruzadas, la mirada fija en el jardín que daba a su habitación.

- Antes de irme, me gustaría decir que fue una gran alegría haber nacido como parte de los Rengoku y haber podido sostener el manto que tu llevaste alguna vez y que nuestros ancestros nos legaron hasta el día de hoy.

Siempre tenía una expresión seria cuando estaba hablando con su padre de cosas importantes, pero de a poco fue cambiando a una sonrisa suave y nostálgica.

- Chichiue, confío en que el joven Kamado te hará llegar mi mensaje, pero debo pedir nuevamente que cuide su cuerpo. Senjuro te necesita hoy más que nunca, por favor... no lo dejes solo. Los quiero.

Ruka observó a su hijo salir, esperando a que se pusiera a su lado nuevamente para volver a hablar.

- ¿Has terminado?

- Casi – respondió el joven con un brillo especial en sus ojos que su madre no tardó en identificar – Queda alguien de quien me debo despedir personalmente.

La finca mariposa estaba frente a ellos, si no fuera porque confiaba en su madre, se preguntaría por qué estaban ahí y no en la finca del agua, hogar del omega que era su pareja.

- No tardaré – comentó tranquilo, mientras su madre asentía y de nuevo se disponía a esperarlo.

Caminaba por última vez entre aquellos corredores, preguntándose si Tomioka estaba herido, al entrar a la habitación donde su madre le había dicho que estaba, se quedó congelado en su sitio, sus ojos dorados con rojo abriéndose más de lo normal.

El pilar de agua tenía una pequeña sonrisa, ronroneaba suavemente, igual que su madre cuando recién había nacido Senjuro. Y ahí, entre sus brazos, había un pequeño cachorro, arrugando una pequeñita nariz para poder captar el olor a mar y camelias de su madre omega.

Kyojuro sabía que estaba muerto, pero se acercó rápidamente como si Tomioka pudiera verlo y se agachó para quedar a la altura del bebé.

- ¿Por esto querías verme después de la misión? Es... - el pequeño rubio intentó abrir sus ojitos pero no pudo por la luz, Rengoku se sorprendió al distinguir un pequeño destello de azul cielo y se enterneció al verlo cerrarlos de nuevo y bostezar – Es hermoso – dijo con una enorme expresión de alegría y ternura - Lamento no poder estar ahí para verlo contigo.

El aleteo le indicó que un cuervo venía, su expresión cambió a una de preocupación al descubrir en el mensajero a Kaname.

"Ah, ha venido a decirle sobre mi deceso a Giyuu..."

Tomioka se quedó callado después de escuchar al cuervo hablar, no parecía haberle sorprendido en lo absoluto la noticia, pero Kyojuro sabía mejor. Hubo un silencio en lo que se procesaba la información, el azabache tragó con fuerza y cerró sus ojos, su labio temblando en un esfuerzo de controlar la ira y el dolor.

A Rengoku le partió el corazón ver eso, pero nada podía hacer, simplemente envolvió sus brazos en el omega y deseó que le llegara el consuelo que trataba de proveerle. Una de sus manos se colocó en la mejilla del cachorro y la acarició con su pulgar.

Tenía un hijo, y era simplemente perfecto.

Tomioka por su parte no pudo dejar que su instinto omega actuara con completa alegría y satisfacción de tener un precioso cachorro saludable. No cuando un cuervo había llegado a su ventana en la finca mariposa, únicamente para darle las noticias sobre la muerte de Kyojuro Rengoku.

En ese momento deseó de todo corazón, que aquel valiente y amable hombre no hubiera sufrido, que encontrara paz. Pues es todo lo que se merecía.

...

En medio de las lágrimas y el consuelo de su maestro, Tomioka abrazó al último recuerdo que le quedaba de aquel alfa amable y cálido, que se había esforzado tanto en hacerlo sonreír y darle toda la felicidad que pudiera.

Sabía que Kyojuro tenía un hermano menor, y que su padre aún estaba con vida. Sin embargo, podían llamarlo egoísta, pero el solo recordar las veces en las que aquellos ojos citrinos no encontraban descanso por las crueles palabras y acciones de su padre, le llenó de ira.

Una ira que solo la pérdida puede hacer peor.

No lo permitiría, este niño no sufriría lo que su padre. Estaba consciente que el hermano menor, Senjuro, si no recordaba mal, no tenía porque sufrir las mismas consecuencias de su necio progenitor. Pero no se arriesgaría a mancillar el último recuerdo del pilar de la flama con los desprecios de un alfa que no merecía ningún tipo de respeto.

El cachorro abrió sus ojos después de una siesta. El azabache hizo un esfuerzo por dejar de llorar para poder apreciar aquel instante. Aunque Rengoku hubiera dicho lo contrario, como le hubiera gustado que aquellos ojos fueran dorados.


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Nota:
Gracias a Dios iniciamos el año muy bien, aprovechando que tengo un poco de tiempo libre quiero actualizar un poco aquí y un poco allá, organizar todos mis líos de historias

*suspira y voltea para ver las historias que siguen esperando actualización*

No las he olvidado, pero vengo con Calma-san o nunca las terminare como tengo planeado, y no queremos eso porque me gusta como quiero acabarlas

*Toma un sorbo de su expresso*

No tengo idea de si esta historia se quedará permanente en mi perfil, así que aprovechen la decisión que tuve de publicarla ( ' ω ' )

Les aviso que este omegaverse será centrado casi todo el tiempo en los Rengoku, Tomioka, y nuestro lindo y adorable Tyojuro (Los que leyeron El Agua Cambia en su momento, ya lo conocen <3 <3 <3)

Les deseo lo mejor, cuiden su salud, tomen mucha agua, y espero verlos pronto <3 <3 <3

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