37
Luego de su momento de debilidad, Jimin intenta sentirse cómodo en el pequeño cuarto en el que su padre vive, saca algunos alimentos y prepara la cena.
Anne y Hope, ambas niñas de distintas edades se encuentran sentadas en el suelo a dos metros de distancia. El señor Park mueve su sillón y lo extiende haciéndolo cama.
—Ven aquí, Anne —llama a su hija menor.
La niña deja de ver la televisión y observa a su padre, se pone de pie y avanza unos cuantos pasos.
—Hopie —articula con cariño la castaña.
La rubia alza su vista y al ver a Anne de pie suelta un quejido, se pone de pie y camina hasta la castaña tomando su mano con fuerza.
El señor Park sonríe al ver a ambas niñas. Le da un breve vistazo a su hijo que se encuentra en la pequeña cocina.
—Listo —anuncia Jimin, acercándose a las niñas con el plato más grande.
—Comerán las dos —les indica a las pequeñas.
Ambas asienten.
Jimin y su padre toman asiento en dos de las sillas del comedor, el castaño mira a las niñas mientras se alimenta.
—¿Estás bien? —pregunta el señor.
—Sí —musita en voz baja, Jimin. —Prefiero que hablemos después —añade, mirando de soslayo a las niñas.
El señor Park asiente, lo que más había aprendido al estar lejos de sus hijos es a tener paciencia.
Continúan comiendo hasta que unos toques fuertes se escuchan en la puerta.
—Voy yo —se ofrece el padre, poniéndose de pie.
Jimin no dice nada, mira a Hope y Anne pelear por la comida, se pone de pie y se sienta en medio de ambas, agita su plato motivando a su hermana a qué tomé de este. La rubia hace un puchero, extiende su mano izquierda y coge comida del plato del castaño.
El chico ríe mientras las mira de reojo.
—Tengo algo que mostrarte —dice Sana, colocándose frente al televisor.
Las niñas se quejan y Jimin solo la observa con semblante serio.
—Muévete —le ordena el castaño.
Sana hace lo que Jimin le pide, saca la cámara de su bolso y la agita intentando llamar la atención de su hermano menor.
—Maldición, Jimin —alza su voz la chica.
—Cuida tú boca —la regaña el castaño, molesto.
—Ven acá —Sana se acerca a su hermano y lo toma de su antebrazo. —Ponte de pie —tira del brazo de su hermano con fuerza y lo obliga a ponerse de pie.
—Sana, no tengo ganas de hablar contigo —se queja el castaño.
—No hables sino quieres, solo tengo que hacer que veas esto —dice la chica, entrando a la única habitación del pequeño cuarto que su padre renta.
—Siéntate —le pide Sana.
Jimin realiza un chasquido con su boca, observa a su padre bajo el umbral de la puerta de su habitación con sus brazos cruzados, y solo la presencia de su padre le da seguridad, toma asiento y lleva sus manos hasta sus muslos, golpeteando su piel de forma nerviosa.
Sana enciende la cámara y retrocede el vídeo nuevamente, cuando llega a la parte inicial le extiende la cámara a su hermano menor.
—Tómala —le pide Sana.
El castaño niega. La chica mira a su padre frustrada en busca de ayuda.
—Cógela, Jimin —le ordena su padre, entrando a la habitación.
El señor Park toma asiento al lado de su hijo, hace un pequeño asentimiento y Jimin extiende su brazo izquierdo, coge la cámara y la mira por unos segundos.
El chico suspira y presiona la pantalla para reproducir el vídeo.
Joy, entra a la oficina de Jungkook de forma sigilosa con sus tacones en su mano junto a su cartera, se retira su camisa, luego su falda, dejando caer las prendas al suelo, deja su cartera y tacones sobre la ropa, y camina en lencería hasta la silla en la que Raven yace dormido.
El castaño niega.
Mira como la pelinegra desabotona el pantalón de Raven luego de haberle bajado el cierre. Jungkook se remueve cuando siente una mano posarse sobre su miembro, abre sus ojos con una sonrisa pervertida la cual, desaparece al ver a Joy en lencería frente a él.
Jeon se pone de pie y mira molesto a su empleada.
—Vístete —le ordena Raven.
La mujer niega e intenta acercarse a él, pero este se aleja por completo.
—Vístete —le repite el millonario.
Joy camina descalza hasta su ropa, se coloca su falda y luego sus tacones, mientras Jungkook sube su cierre y abotona su pantalón, la puerta se abre y el castaño se observa entrando en la oficina de Raven.
Pausa el vídeo y le entrega la cámara a su hermana.
—La zorra la fue a dejar a tú casa, te buscaba a ti. Cuando recordé que me habías hablado de ella, la abofeteé —le comenta triunfante la castaña.
—Vete, Sana —le pide a su hermana.
—Jiminie, no te fue infiel, el millonario no te fue infiel —recita emocionada la castaña.
—Solo vete, Sana —repite Jimin, desganado.
—Papá —suelta la castaña.
—Ve a casa, hija —dice el señor, poniéndose de pie.
Dirige a su hija hacia la puerta, y Jimin se encarga de lavar los platos sucios y luego de dormir a las dos niñas.
Cuando las pequeñas están dormidas, el castaño carga a Hope y su padre carga a su hija.
Las dejan en la habitación, cierran la puerta y toman asiento uno al lado del otro sobre el sofá - cama.
—¿Ahora si hablaras? —le pregunta su padre.
—¿Está mal que desconfíe así de él, papá?
El señor suelta un suspiro.
—Creo que cualquiera desconfiaría de alguien con esa reputación —responde el padre.
—Me mintió —agrega Jimin.
—La despedí, luego se lo dijo él y me aseguró que ella no trabajaba más en la empresa —le comenta el menor.
—Hijo —intenta calmarlo el señor.
—Está bien, no me fue infiel, ok —se pone de pie el castaño. —Pero por qué mintió al decirme que si la despidió cuando no fue así. No soy estúpido papá —suelta el chico, exaltado. —El que no quiera que esté lejos me hace desconfiar, y sí, sé que no tengo suficiente dinero como él, pero soy buena persona y no quiero pasarme la vida desconfiando de la persona que amo a cada momento. No quiero vivir con la idea de que me dice que no, pero a mis espaldas es un sí, no quiero ese tipo de vida —el menor vuelve a tomar asiento al lado de su padre. —No estoy haciéndome la víctima, papá, pero estoy harto de todo, cansado, demasiado cansado —masculla en voz débil.
—Te dije que lucharás por lo que amas, pero si no quieres hacerlo, nadie va obligarte —habla el señor Park. —Nadie puede obligarte —añade.
El celular de Jimin suena, lo saca del bolsillo de su pantalón y observa el nombre de su esposo.
Limpia las lágrimas de su rostro, carraspea su garganta y atiende mientras mira fijamente el rostro de su padre.
—Hola —atiende.
—Jimin —habla Raven con voz gangosa y suave.
—Hope está bien, está durmiendo —dice Jimin.
—Gracias por cuidarla —articula Jungkook.
—Le diré a Chanyeol qué la lleve a tú casa maña...
—No, está bien si la tienes tú, ella te quiere demasiado —espeta Jeon, aclarando su garganta. —Puedes traerla tú, mañana por la noche —agrega el pelinegro.
—No volveré, Jungkook —musita el menor.
—No me digas eso, Jimin. No tuve sexo con Joy, ni siquiera la toque —suelta exasperado el millonario.
—Lo sé, sé que no tuvieron sexo, sé que fuiste fiel —le confiesa el chico. —Pero me mentiste —susurra el castaño.
—Jimin, puedo explicártelo —refuta Jeon.
—¿Por qué no habérmelo explicado días atrás? —inquiere Jimin.
—Porque soy un imbécil que creyó que podía manejar esta pequeña mentira —acota el mayor. —Jimin, por favor —suelta casi sonando en suplica, Raven.
—Estoy cansado de mentir y que me mientan, Jungkook —le esclarece, el chico—. No quiero vivir a tu lado dudando de ti a todo a momento.
—Te amo, y te juro por toda mi fortuna que no volveré a mentirte jamás —espeta desesperado el mayor.
—Debo colgar —murmura Jimin—. Le diré a Chanyeol que lleve a Hope a tu casa mañana por la tarde.
—Jimin —lo llama el millonario.
—Solo quiero ser feliz, Raven —es lo último que dice el castaño y luego cancela la llamada.
—Estoy siendo un idiota egoísta, ¿verdad? —pregunta Jimin, mirando a su padre.
—No —habla en voz baja el señor. —Nadie es egoísta por querer ser feliz a su manera —agrega.
Jimin asiente, coloca el celular en las piernas de su padre, mira la pantalla encendida y lee las notificaciones de los mensajes de Jungkook, lo bloquea y luego a recuesta su cabeza en las piernas de su padre.
—Entonces soy idiota —bromea el chico, riendo bajo.
Siente los dedos de las manos de su padre acariciar su cabeza y cierra sus ojos, sonriendo ante las caricias que su padre le brinda.
—No lo sabrás hasta que le des tiempo al tiempo, hijo —dice el señor, sin dejar de acariciar el cabello de su hijo. —El hecho que él sea millonario no lo convierte en un buen partido, al final, sufres por los errores, la desconfianza y la falta de comunicación —Jimin, traga grueso.
—¿Crees que estoy cometiendo un error? —pregunta el castaño, apuñando sus ojos.
—No es un error, nada es un erro, todo es una lección —susurra el señor Park.
—Nunca un error siempre una lección —articula Jimin, recordando la frase que su madre les repetía siempre.
—Eso es lo que ella diría —musita el señor, sonriendo débilmente.
—Bueno, ahora a dormir —dice el castaño, haciéndose hacía dentro.
Su padre sonríe, coloca el celular de Jimin sobre la mesa y luego regresa al sofá - cama, le retira los zapatos a su hijo, después toma asiento y se retira los suyos.
Se acomoda a la orilla, eleva su brazo derecho, lo dobla y luego alza su cabeza utilizándolo de almohada. El castaño se gira con sus ojos cerrados y abraza con su brazo derecho el cuerpo de su padre, el señor Park sonríe ladinamente, cierra sus ojos y espera pronto poder volver a ver a su hijo feliz.
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