32

Raven, al llegar a la oficina de su trabajo se retira su saco y lo coloca sobre el perchero que se encuentra en el rincón, cuando se gira observa a Joy tomar asiento sobre su escritorio.
—No hagas eso —le pide mientras camina hacia la silla frente a su escritorio.

—¿Hacer qué? —pregunta la pelinegra con una sonrisa divertida en su rostro.

—Sentarte ahí —le específica, señalando con el dedo índice de su mano derecha el escritorio.

—Estás bromeando, ¿verdad? —dice incrédula.

—¿Tengo cara de estar bromeando? —la cuestiona Jungkook, posando las palmas de sus manos al costado de su laptop.

—Raven —lo llama la pelinegra. —Siempre me he sentado sobre tu escritorio y nunca te ha molestado —le recuerda la mujer.

—Solo bájate del maldito escritorio, Joy. Y desde ahora utilizarás una de esas dos sillas y si no te gusta, el sillón está por allá —le ordena el millonario.

—¿Qué te sucede? —lo interroga molesta, luego de haberse bajado del escritorio.

—Nada, solo obedece mis órdenes como siempre lo haces —responde Jeon. —Ahora haz que los tres agentes pasen —le pide.

—Como digas —habla entre dientes, Joy, caminando hacia la puerta.

—Señor Raven —saludan los tres agentes casi al unísonoso.

—Joy, espera afuera.

La pelinegra lo observa sorprendida, lleva su mano izquierda hacia la manija de la puerta, asiente y luego cierra la puerta de la oficina de su jefe.

—Denme un momento —habla en voz baja Jungkook, revisando su celular. —Listo —alza su mirada. —Lo que les voy a ordenar es algo personal, por lo tanto, no quiero que nadie además de ustedes y yo se entere de lo que les ordenare —empieza a hablar el millonario. —Ustedes dos —señala a los dos hombres que se encuentran a los costados. —Sigan a mi madre y manténganme informado de cada paso que dé —los dos agentes asienten. —Y tú —señala al del centro con un bolígrafo que ha tomado de su escritorio.

Escribe sobre un papel y luego se lo extiende al agente.

—Cuida del chico castaño y a la pequeña que está en esa habitación junto a dos hombres y una chica más —le da la orden. —A trabajar —culmina Jeon.

—Sí, señor Raven —dicen los tres hombres saliendo de la oficina.

Jungkook coge el teléfono de su escritorio, presiona el número dos y espera solo unos segundos.

—Señor Raven —atiende su recepcionista.

—Tráeme las fotografías que la de bienes raíces dejo para mí la última vez —le pide Jeon.

—De inmediato, señor Raven —articula con voz clara la mujer.

Jeon revisa las fotografías minuciosamente mientras su secretaria se encuentra sentada sobre la silla frente al escritorio leyendo algunos de los informes recibidos de bares y restaurantes.

El pelinegro coge dos fotografías, el resto las junta y las coloca sobre el teclado de su laptop. Deja las dos fotos sobre su escritorio y las mira fijamente, se concentra en cada mínimo detalle de la cada casa, ladea su rostro y asiente.

—El chef del restaurante de las afueras de Londres, ha recibido muchas quejas por parte de clientes —le informa Joy, entregándole la carpeta.

—Comunícame con la de bienes raíces —le ordena.

Mientras el millonario lee el informe, la pelinegra intenta establecer contacto con la mujer de bienes raíces.

—Hola, soy Joy, la secretaria personal del dueño de Raven Corp., mi jefe desea hablar con usted —habla amablemente la mujer. —Listo —susurra, entregándole el teléfono a su jefe.

—Ve al restaurante. Despídelo y deja al sub chef a cargo, dile que está aprueba.

Joy asiente, se pone de pie y sale de la oficina.

—Lamento haberlo hecho esperar —se disculpa el pelinegro.

—Señor Raven, un placer escucharle —habla la mujer a través de la línea.

—Quiero comprar la casa de las afueras de Londres.

—¿La de color café o la de color beige? —inquiere la mujer.

—La de color beige —acota el millonario—. Envíeme el número de su cuenta a mi correo y realizaré la transferencia.

—Con gusto, señor Raven.

—Ah, y envíeme las llaves a mi oficina junto con las escrituras, yo se las haré llegar a mi abogado y él se encargará de lo demás.

—Entendido señor, Raven. Gracias por su compra —habla feliz la mujer.

—Claro —es lo último que dice Jeon, cancelando la llamada.

Luego de revisar los informes pendientes y dejar órdenes claras a sus encargados y recibir las llaves de la casa que ha adquirido decide que es hora de ir al hotel en el que Jimin y Hope se encuentran, con el resto de la familia Park.

El millonario conduce su camioneta siguiendo las indicaciones que el GPS de la pantalla de su auto le ordena, estaciona frente al edificio presentable, pero no al nivel de su hotel, acomoda su saco luego de bajar de la camioneta, cerrar la camioneta y entra al edificio.

Espera su turno manteniendo la distancia entre los clientes, uno de los recepcionistas lo llama y él se acerca hasta el escritorio.

—Busco a Chanyeol Park —se dirige al hombre.

—¿Es un familiar de él o amigo? —lo cuestiona.

—Es hermano de mi pareja —contesta Jeon.

—Deme un segundo —le pide el hombre, cogiendo el teléfono marcando el número de habitación.

El hombre le explica a Chanyeol, y luego le da la orden de dejarlo pasar.

—Habitación veinticinco, segundo piso —le especifica el hombre.

Sin agradecer por la información, el millonario se da la vuelta, va directo al elevador y presiona el piso que le ha dicho. Cuando está en el segundo piso camina por el pasillo y se detiene frente a la puerta que tiene el número veinticinco, presiona el deteriorado timbre y espera solo unos segundos.

—¡Llegaste! —suelta eufórico el castaño, luego de haber abierto la puerta.

—¡Oa! —grita Hope de pie al lado de Jimin.

—Hola —articula Raven con una sonrisa en su rostro al ver a su sobrina y al chico frente a él.

—Debemos irnos —suelta de sopetón, el pelinegro.

—¿A qué te refieres? —pregunta confundido el menor.

—Vine a traer a Hope, pero antes voy a sacarlos de aquí —intenta explicarse el mayor, mientras carga a su sobrina en brazos.

—Ya pagué el alquiler —habla Chanyeol, agregándose a la conversación.

—Voy a devolverte lo que pagaste si te preocupa el dinero, pero no dejaré que Jimin se quede en este hotel —dice Jeon, recorriendo con su mirada el interior de lo que logra observar de la habitación.

—Bueno, entonces vámonos —espeta el padre de Jimin, sorprendiendo a su hijo mayor.

—Estoy de acuerdo con papá —se suma Sana, caminando hacia la puerta junto a su padre.

—Channie —lo llama Jimin.

—Está bien —suelta en un suspiro el peligris, tomando su chaqueta y su portafolio.

El castaño toma la maleta de Hope, cierra la habitación y luego siente como Jungkook entrelaza su mano con la suya, baja su mirada intentando ocultar su nerviosismo y camina hasta el ascensor sin decir nada, cuando entran se da cuenta de la presencia del agente de seguridad.

—Él —susurra Park, señalando al hombre.

—Va quedarse junto a ustedes, va cuidar de ti —le informa el millonario.

Jimin gira su rostro y mira a su hermana, la chica sonríe mientras mantiene sus dedos pulgares arriba sonriendo enormemente.

Al salir del edificio del hotel, Jungkook, Jimin y Hope viajan en la camioneta del pelinegro, el resto de la familia Park, viaja en el auto de Chanyeol.

Al llegar a la casa, Raven deja que todos se acomoden, deja a su sobrina junto a la hermana y padre de Jimin, mientras el hermano menor y mayor de los Park sale a la terraza de la casa junto al millonario para hablar a solas por unos momentos.

—¿Qué sigue? —pregunta el peligris, luego que los tres han tomado asiento.

—Debemos esperar a que mi madre se contacte nuevamente con Jimin —dice Jeon.

—No tiene su número —musita incrédulo, Chanyeol.

—Es mi madre de la que hablamos, ella tiene su número, aunque no lo creas, mis sirvientas trabajan mejor cuando les das bono extra por conseguir información de importancia para sus jefes —agrega Jungkook.

—Bien, supongamos que me llama &se involucra en la conversación, Jimin.

—Lo hará —le asegura el pelinegro.

—¿Qué haremos luego que llame? —cuestiona el castaño.

—Es ahí donde la atraparemos, estoy casi seguro que va a visitarme para cerciorarse que te has marchado, luego te contactara y te dirá donde se reunirán, grabaremos todo. Chanyeol, tú y el agente que contraté van a acompañarlo y a grabar todo, yo me encargaré de llevar a la esposa del fiscal, la cual no estará para nada contenta al darse cuenta que mi madre es la amante de su esposo. Ella se encargará del fiscal.

—¿Estás seguro? —lo interrumpe el peligris.

—La esposa del fiscal era amiga de mi abuelo y mi padre, mantengo intactos esos lazos, ella va encargarse de que su esposo, el fiscal, nos entregue el papel con la custodia de Anne, porque si yo fuera él no deseara ser expuesto ante todo el país no solo por infidelidad, sino por manipular las leyes a su antojo y conveniencia, además de que todos los bienes están a nombre de ella, estoy seguro que accederá sin reprochar nada —responde claramente el millonario.

—¿Qué hay de tú madre? —interroga Jimin.

—De ella me encargo yo —dice en corto el pelinegro.

—¿Alguna pregunta más? —indaga Raven, observando a los hermanos Park.

—No, todo está claro —dice Chanyeol mientras se pone de pie.

—¿En qué piensas? —cuestiona curioso Jungkook al castaño, después de que Chanyeol los ha dejado solos.

—En todo esto —acota en voz baja el menor, mirando la vista desde la terraza.

—Ven acá —le pide Jungkook.

El castaño gira su rostro, hace contacto visual con su esposo, se sonríen mutuamente, el chico se pone de pie y llega hasta donde Raven se encuentra.

El pelinegro coloca sus manos sobre la cintura del menor, poco a poco hace sus brazos rodean por completo la cintura de Jimin.

El castaño sonríe ladinamente al ver a Jungkook aferrado a su cuerpo recargando su cabeza sobre el estómago del menor. Jimin lleva sus manos al cabello del millonario y empieza acariciarlo de forma lenta, ganándose un leve, satisfactorio y vago jadeo, dejando en claro lo mucho que el mayor disfruta de las caricias del menor.

—Me gusta estar así —confiesa el pelinegro.

—Lo sé —susurra Jimin.

—Hablo en serio cuando digo que empezaremos de nuevo —dice Jeon, alzando su rostro para mirar el del castaño.

—Bueno, empezamos al revés ya que ya estamos casados —bromea el menor. —¿Qué tienes en mente, amorcito? —pregunta el castaño entre risas.

—Iba a decírtelo, pero mejor me lo reservaré.

—Vamos, dime —insiste el chico, llevando sus manos hasta las mejillas de Jeon.

—Si me das un beso, puede que te diga algo.

—Eso es chantaje.

—Tú decides, corderito —dice Jungkook, alzando sus cejas.

—Bien —murmura el menor, juntando sus labios con los del mayor. —Ahora dime —le pide Jimin, rozando su nariz contra la del millonario.

—Voy a sorprenderte, sé que crees que soy un imbécil, petulante, arrogante, prepotente, presumido, engreído, un patán, un mujeriego —el pelinegro realiza una pausa. —Y sé que también piensas que soy guapo, sexi, atractivo, cariñoso, disfrutas mis besos, mis caricias. Y en definitiva, crees que soy bueno en la cama —añade Jungkook, guiñándole su ojo derecho al menor.

—Bueno, no recuerdo cuando fue que te dije todos esos halagos —dice el castaño, elevando sus hombros.

—No es necesario que me los digas, lo sé al ver la forma en que me miras, y en la manera que tú cuerpo responde a mí cada vez que estamos juntos —agrega el pelinegro—. Voy a demostrarte que fui y soy bueno cuando quiero a alguien a mi lado.

—Está bien —masculla bajo el chico.

—Deberías estar orgulloso de haberte convertido en mi debilidad —le comenta el millonario, haciendo reír al castaño. —No te rías, lo digo en serio —habla entre risas el mayor. —Deja de reírte —le pide Jungkook.

Jimin niega mientras continúa riendo, Jeon lo mira fijamente sonriendo ampliamente dejando que su corazón palpite de forma acelerada al ver sonreír al castaño.

—Cada vez que te veo y te escucho reír mi corazón palpita rápido.

El menor deja de reírse y mira fijamente al pelinegro.

—Te quiero —habla con voz clara, Jimin.

Raven, acomoda al castaño en sus piernas, se abrazan y besan apasionadamente mientras la noche empieza a caer sobre ellos, acompañado de un hermoso espectáculo de estrellas junto a la luz de la luna iluminando desde lo más alto, bañando con sus destellos luminosos a la pareja que se encuentra en aquella terraza, dándose muestras de amor y cariño, fortaleciendo su amor bajo las bellas estrellas y la linda luna como testigos de aquel amor que empezaba a fortalecerse poco a poco.











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